jueves, 26 de diciembre de 2019

LA LOCURA DE NABUCODONOSOR (DANIEL 4:30): REMINISCENCIA DE UN EVENTO HISTÓRICO O LEYENDA?

Normalmente el libro de Daniel no es visto como fuente histórica. Aunque los contenidos del libro estén presentados retrospectivamente, ofreciendo una explicación de los pasados eventos, los principales estudiosos ven Daniel como un texto apocalíptico y consideran los episodios relatados como ficticios(1). El hecho es que no hay documentos cuneiformes que confirmen la autenticidad histórica de ninguno de los eventos narrados en el libro. Pero, en estos relatos “ficticios”, un lector atento puede encontrar elementos que corresponden a hechos históricos conocidos por los textos cuneiformes. 
Un ejemplo es el “rey (malka´)” Belsasar (Dan. 5:1). Se sabe por los documentos cuneiformes que Belsasar era el hijo de Nabonido (556-539 a.C.) y que “gobernó” sólo como príncipe heredero, no como “rey”. Curiosamente el libro de Daniel identifica a Belsasar como hijo de Nabucodonosor II (604-562) a.C.), lo que es históricamente inexacto (Dan. 5:2). Igualmente, no hay evidencia textual conocida que sugiera que Belshazzar ascendió al trono real(2), y no es mencionado como rey en ninguna de las existentes listas-de-reyes. 

Sin embargo, sería más bien precipitado concluir que todo el relato de Belsasar en el libro de Daniel es ficción. La evidencia presentada por Dougherty en 1929 confirma que, aunque Belshazzar nunca fue oficialmente reconocido como monarca y nunca llevó a cabo ciertos rituales como la Fiesta del Año Nuevo que solamente podía ser realizada por el rey de Babilonia, sí que reemplazó a Nabonido durante su ausencia(3). Así, el Relato en Verso Persa, una polémica contra Nabonido, relata cómo, durante la estancia de Nabonido en Temán (Entre su tercer y decimotercero años de reinado), el príncipe heredero realizó las funciones normalmente realizadas por el rey (ii 17-20)(4)

….Cuando llegó el tercer año, él (Nabonido) confió el campamento a su primer hijo (Belsasar) y le entregó todas las tropas, renunció a su propia autoridad y le confió la realeza. Él mismo tomó un largo viaje las fuerzas de Akkad partieron con (él) y giró la cara hacia Temán en el oeste. 

Este texto acerca de Besasar demuestra claramente que no se puede descartar la referencia a “el rey” Belsasar como una ficción sin fundamento. 

El libro de DAniel afirma que Daniel dominaba el idioma, la literatura y el conocimiento “Caldeo (Babilonio). 

EL SEGUNDO SUEÑO DE NABUCODONOSOR A CERCA DE UN ÁRBOL Y SU LOCURA (DAN 4)
El libro de Daniel comienza con la victoria del rey Babilonio Nabuconodosor sobre Joaquín, el rey de Judea(4). Más adelante relata cómo Nabucodonosor ordenó a su principal eunuco, Aspenaz, para que tomara cuatro hijos de la familia real y nobleza Israelita y les enseñase “la literatura e idioma de los Caldeos”.  “El rey les asignó una porción diaria de raciones de comida y vino reales. Serían educados durante tres años, de manera que pasado este periodo de tiempo fuesen instalados en la corte del real”(Dan. 1:5). Uno de estos cuatro jóvenes era Daniel. El libro de Daniel relata que, al igual que los otros tres jóvenes Israelitas, Daniel recibió un nombre Babilonio, beleshtsha´sser. (5). 

El libro de Daniel continúa relatando los dos sueños que tuvo el rey Babilonio, el primero en Dan 2 y el segundo en Dan 4. Nabucodonosor convocó a los magos (hartumîm), a los hechiceros (´ashapîm), a los Caldeos (kasdîm), y a los adivinos (gazerîm) (Dan. 4:4 o 4:7). Todos fallaron. Daniel explicó el significado de cada elemento del sueño (Dan 4:7-14). 

Doce meses más tarde, mientras Nabucodonosor estaba inspeccionando su ciudad desde la azotea de su palacio (según Dan 4:26-29 [NRSV 4:29-32]), escuchó una voz dese el Cielo que decía que sería expulsado de la sociedad humana y forzado a vivir con los animales. Después en Dan 4:30 la conducta bestial descrita ha llamado la atención de muchos incluso desde la antigüedad, y se han ofrecido varias explicaciones. Los estudiosos actuales ofrecen tres teorías: (1) Desorden mental; (2) identidad equivocada —o sea, Dan. 4:30 se refiere a la estancia de Nabónido en Temán; y (3) motivo literario. Los estudiosos modernos favorecen particularmente las dos últimas teorías. 


1. Teoría del Desorden Mental
Dan 4:30 no ofrece suficiente evidencia para concluir sí o no Nabucodonosor sufría desorden mental. Ningún documento cuneiforme se refiere a la enfermedad mental de Nabucodonosor tal y como describe Dan 4:30.  

2. Teoría de la Identidad Errónea: Alusión a la estancia de Nabonido en Temán
Otros estudiosos tienen opiniones diferentes y sugieren que Dan 4:30 es una alusión a un hecho histórico, aunque señalan que no hay texto cuneiforme conocido que sugiera que Nabucodonosor se ausentó de Babilonia siete años debido a su locura. Por otro lado cuando, se busca en los textos cuneiformes referentes a otros gobernantes de Babilonia en la Dinastía Caldea, sí que hay muchos documentos cuneiformes referentes a la estancia de diez años de Nabónido, el último rey local independiente de Babilonia, en Temám entre su tercero y decimotercero años de reinado(6). Así que está ampliamente aceptado que el episodio de la locura de Nabucodonosor en Dan. 4 se refiere a un evento histórico que tuvo lugar durante el reinado de Nabónido(7).

A menudo citada en apoyo a esta hipótesis es la oración Aramea de Nabónido en Qumran (4Q242 = 4QPrNab ar).

Se cree también que esta oración de Nabónido en Qumran podría, de hecho, haber sido la base para Dan 4(8). En cualquier caso, varios estudiosos modernos sugieren que Nabónido fue el protagonista original de la historia sobre la locura de Nabucodonosor relatada en el libro de Daniel. Según Koch(9), M. Henze supone que “la inscripción H2 [Estela de Harran de Nabónido], la Oración de Nabónido, y el relato de la locura de Nabucodonosor (en Dan 4) son “posiblemente recuerdos de la estancia de Nabónido en Temán”(10). Como varios estudiosos han señalado, se pueden observar algunos paralelismos clave entre la oración de Qumran y la oración de Nabucodonosor en Dan 4:30: a saber, el título de “Más Alto” para Dios; siete años de enfermedad; oración a Dios para su salvación; y referencia al oro, (bronce, hierro), madera, piedra y barro como materiales para formar la imagen divina. Estos paralelismos parecen confirmar la dependencia literaria de Dan 4 sobre la oración de Nabónido de Qumran(11).

De hecho, hay otros elementos en el libro de Daniel que implican que hechos históricos acerca de Nabónido están adscritos a Nabucodonosor. Por ejemplo, Dan 5:2, donde Belshazzar es citado no como hijo de Nabónido como se sabe por los textos cuneiformes que era, sino más bien como hijo de Nabucodonosor(12). Quizá los posteriores editores del libro de Daniel sea confundieron a Nabucodonosor con Nabónido o usaron. El nombre de Nabucodonosor en su lugar, porque era mejor conocido por la gente(13). 

Esta hipótesis no es inmune a la crítica. El desacuerdo más significativo entre Dan 4 y los textos cuneiformes que se refieren a la estancia de Nabónido en Temán es la razón por la que dejó la ciudad de Babilonia: a diferencia de Nabucodonosor en Dan 4, Nabónido fue a Temán deliberadamente principalmente debido a su importancia estratégica. De hecho sabe que Nabónido fue a Temán como conquistador no como alguien que sufre algún tipo de locura. La localización de Temán era estratégicamente importante, porque, en esta ciudad oasis en el Noroeste de Arabia, una ruta comercial que conectaba el Levante y Mesopotamia se ramificaba en tres rutas: una hacia Adummatu y Babilonia, otra hacia Tabuk y Transjordania, y la otra hacia Transjordania, pasando al lado de Tabuk(14). Para los Asirias y Babilonios, control sobre Temán representaba un punto estratégico para asegurar el paso hacia el Levante y mantener una fuerte presencia en el Oeste. En adición, Beaulieu ha demostrado que Nabónido no era ni el primero ni el último rey que subyugó Temán. Desde los tiempos de Tiglath Pileser III en el siglo octavo, cuando el imperio Asirio comenzó a expandir su dominio hacia el Levante, los reyes Asirios establecieron guarniciones en esta ciudad-oasis clave. 

Nabucodonosor II siguió la misma estrategia que los Asirios. Estrabón nos relata cómo Alejandro Magno planeó también una invasión de Temán(15). Pero aunque Nabónido conquistó Temán seguramente en orden a asegurar la ruta comercial y la presencia Babilonia en Occidente, la razón de su prolongada estancia en la ciudad oasis en el noroeste de Arabia debe haber sido debida a otra causa que no fuera la estrategia militar pues con haber dejado una guarnición habría sido suficiente. Cuál fue pues la causa de su prolongada estancia en Temán?

El mismo Nabónido sugiere una respuesta en su Inscripción de Harán, donde se refiere a la “impiedad” de los Babilonios como razón por la que se impuso un autoexilio (Inscripción de Harán)(16). 

Según esta inscripción, parece que decidió abandonar Babilonia en orden a evitar el castigo divino (ej. Enfermedad y hambre) provocado por la ira del dios luna. Se puede interpretar la frase de manera diferente y sugerir un escenario distinto para el auto-exilio de Nabónido, o sea que hubo de abandonar Babilonia debido a su preferencia por Sîn/Nannar respecto a los dioses Babilonios.

Según muchos estudiosos, Nabónido promovió el culto del dios Sin/Nannar. En sus inscripciones reales, Nabónidos atribuyó al dios-luna títulos que aludían a su supremacía, tales como bel bele “señor de los señores”; star sharrani “rey de reyes”; bel ilani “señor de los dioses”, etc. Todos estos títulos se refieren a la supremacía en el panteón y fueron normalmente atribuidos a dioses supremos como Enlil, Marduk, y Assur aunque muy raramente a Sîn/Nannar. 

En su intento de elevar a Sîn/Nannar a la supremacía, Nabónido raramente menciona al dios supremo Marduk llegando a afirmar que fue Sîn/Nannar quien lo designó gobernante de Babilonia. 

No hay texto alguno que dé señales de cómo y cuando Nabónido adquirió esta convicción religiosa acerca de la supremacía del dios-luna. Dado que su madre Adda-guppi/Hadad-happe fue, al menos al final de vida, devota del dios-luna Sîn, se puede especular que Nabónido recibió esta creencia de su familia. 

Semejante profesión de fe por parte del rey de Babilonia no habría de ser bien vista ni por los pensadores, cortesanos y administradores, los cuales tenían en alta estima la tradicional creencia en Marduk como rey celestial y del rey como virrey terrenal. La negativa de Nabónido a dirigir la Celebración del Akitu durante su exilio en Temán también puede haber sido vista por los sacerdotes de Markud, personal de palacio y administración en general, como prueba de su blasfemia y desafío religioso. 

En fin, aunque Temán está bastante lejos de Babilonia, el vivir en una ciudad oasis en el Desierto de Arabia no significa que Nabónido vivía en el desierto, como afirma Dan 4. El fragmento de una inscripción votiva de Nabónido encontrado por la expedición del Instituto Arqueológico Alemán en Temán durante el periodo 2004/2005 sugiere que también construyó un palacio allí(17). Y como ha demostrado Beaulieu, Nabónido también recibía mensajeros desde Babilonia y estaba bien informado acerca de la situación de su imperio(18). Esto no coincide con el relato de la condición de Nabucodonosor en el desierto tal como está descrita en Daniel 4:30. Por otro lado, M. Henze advierte que “la correlación de la leyenda sobre la locura de Nabucodonosor (relatada en Dan 4:30) y el material sobre Nabónido es meramente hipotético. Está principalmente basado en el tema común del exilio”(19).

La Teoría del Tema Literario
Esta hipótesis entiende que Dan 4:30 es un tema literario copiado de la literatura cuneiforme. Si de hecho, como está ampliamente aceptado por los estudiosos modernos, los capítulos 1-6 del libro de Daniel fueron escritos en la tardía Babilonia Helena en el tercer o segundo siglo BCE, habría que tomar en consideración posibles influencias de la Weltanschauung Babilonia. Como se sabe por textos encontrados en la Babilonia Helena y en Uruk, los antiguos escribas Mesopotamios estaban aún muy activos en este periodo. La tradición Mesopotamia fue mantenida hasta el siglo primero DC e incluso más tarde(20),

Los estudiosos modernos comparan frecuentemente la conducta bestial de Nabucodonosor en Dan 4:30 con la imaginería de la bestial actitud de Enkidu en la Épica de Gilgamesh(21). La versión Babilonia del poema relata cómo Enkidu, amigo de Gilgamesh, nació y fue criado en el desierto y actuaba como los animales (Gilgamesh Epic Tablet I, 105-12). Inicialmente, Enkidu es llamado lullu-amelu, “hombre salvaje”, y en esta etapa, por lo tanto, representa a una persona no civilizada. Así, Henze llama la transformación de Enkidu de lullu-amelu a amelu (hombre) un proceso de “humanización” y lo explica como una “metamorfosis que va desde ser un hombre-primordial tipo animal hasta convertirse en compañero del rey”(22). En contraste con la “humanización” de Enkidu, Henze explica la transformación de Nabucodonosor como una “animalización”, el proceso inverso a la “humanización” de Enkidu, y describe la situación del enemigo de Israel como “un giro irónico, con cierto sarcasmo(23). 

Lo que Henze llama “animalización” está bien atestiguado en los formularios de maldiciones Sumero-Akadios. En estos una persona es condenada a vivir fuera del mundo humano o a vagar en el desierto como un animal. Por ejemplo, la inscripción en un kudurru maldice a sus destructores(24):

“Cómo un onagro, permanecerá (ej. El que destruya la estela) siempre en campo abierto”. 

Una maldición similar del siglo séptimo correspondiente al texto del juramento de lealtad a Esarhaddon dice, SAA 2, no. 6, líneas 419-21.:

“Que Sin, la brillantez del Cielo y de la Tierra, te cubran (al que destruya o desobedezca el tratado de lealtad) con lepra y te impidan estar en la presencia de los dioses y del rey. Vaga por el desierto como el onagro y la gacela!”.

En la literatura cuneiforme, un onagro puede simbolizar sea lo salvaje o lo poderoso, más o menos como un león.(25). Está claro que estas fórmulas de maldición de ninguna manera se refieren a alguna cualidad positiva del onagro sino más bien a la condición de un hombre expulsado de la sociedad humana y forzado a vivir fuera de la ciudad. Esta era exactamente la condición en la que fue puesto Nabucodonosor. Hat está en lo correcto cuando dice que la imaginería animal es aplicado tanto a los “demonios”(26) como a los “los muertos (o cercanos a morir)”, o mejor a “los agresores” y a sus “víctimas”. Por ejemplo, la Underworld Vision of an Assyrian Prince describe quince demonios que estaban presentes ante Nergal, el gobernante del inframundo, como híbridas criaturas compuestas de partes animales y humanas. Por ejemplo: El Espíritu Malo (utukku lemnu) tenía cabeza de león, y sus manos y pies eran los de el pájaro Anzu.(27).

En estos y otros muchos textos tanto los demonios como los muertos son descritos con partes humanas de animales o como animales. En Dan 4:30, Nabucodonosor no sólo tenía rasgos de pájaro (pelo largo y uñas) sino que actúa como los animales. 

En orden a encontrar pistas para mejor comprender la extraña conducta de Nabucodonosor, C. Hays sugiere echar un vistazo en el género de oraciones-lamentos y acción de gracias. En las oraciones y lamentaciones Sumero-Akadias, hay expresiones relacionadas muy de cerca con Dan 4:30. En estas, se usa la imaginería animal en orden a transmitir impotencia y desesperación de gente que sufre enfermedad mortal. Los similes animales también aluden a una falta de habilidad en comprender el orden y juicio divino. Por ejemplo, la adversidad del protagonista de Ludlul Bel Nemeqi (conocido también como el Poema del Justo Sufriente), también afectado por una enfermedad mortal, es descrito como sigue (Ludlul II, líneas 105-7):

“En mi propio estiércol, paso las noches como un buey;
Mezclado en mi propio excremento como una oveja”.

Estas frases siguen a la profesión de inocencia por parte del narrador/protagonista (II 10-48) y larga descripción de sus síntomas (II 49-105). Expresiones similares están también atestiguadas en otros textos religiosos, por ejemplo, en lengua bilingüe (IVR2 22, nº 2), líneas 16-19(28).

Similes animales refiriéndose a adversidades humanas también están atestiguados en cartas. Por ejemplo, en su carta a Asurbanipal, Urad-Gula, un estudioso Asirio, el hijo de Adad-shumu-usur, un famoso estudioso de los tiempos de Esarhaddon y Asurbanipal, describe su condición antes que Esarhaddon lo nombrase su consejero como sigue, SAA 10, 14-18(29):

“… Yo era un hombre pobre, hijo de un hombre pobre, un perro muerto, una persona vil y limitada. Él me elevó del montón de excrementos; obtuve de él regalos, etc….”

“Perro muerto (kalbu mitu)” en “del montón de excrementos (libbi kiqilliti)” es probablemente uno de los más vívidos y fuertes similes referentes a la situación de un hombre que se puede encontrar en los textos cuneiformes. Urad-Gula fue más allá de expresar simplemente su humildad alcanzando el nivel de extrema auto-humillación. 

Lenzi entiende Ludlul II, líneas 106-7 como “una indicación del abismo existente entre el conocimiento humano de las causas del sufrimiento (ej. pecado) y el conocimiento de los dioses comparable al de los humanos civilizados y los animales ignorantes”. Su interpretación se apoya en el hecho que, con anterioridad a estas dos líneas, el protagonista se queja de la inescrutabilidad del juicio divino (II 10-48). De hecho, dice Lenzi, el nulo ingenio de los animales, se compara a menudo con la ignorancia humana acerca del pecado.

La interpretación de Lenzi del símil animal puede ser corroborada por las palabras del Vigilante en el sueño de Nabucodonosor en Dan 4:13:

“Que se le quite su alma humana y se le dé un alma animal y viva así siete años”.

En esencia, esto implica que no sólo la apariencia de Nabucodonosor sino que también su mente se convirtieron en la de un animal, lo que le suele ocurrir a un hombre cuya hubris le impide ver la verdad. Aparentemente, los pensadores Mesopotamios, como los pensadores Hebreos veían a los animales como desprovistos de una comprensión ética. 

Resumiendo: es muy dudoso que los antiguos tuvieran “demonios” en mente cuando comparaban a un paciente que sufría una enfermedad mortal con la situación de los animales. Más bien, estos similes animales en las oraciones Babilonias eran probablemente instrumentos literarios para dar a entender dos cosas (1) adversidades extremadamente inhumanas como resultado de los pecados contra los dioses, y (2) la limitación del conocimiento humano acerca del orden divino. Esta interpretación de los similes animales en documentos cuneiformes es el mejor paralelo para el caso de Nabucodonosor en Dan 4.

Así, mientras en la literatura cuneiforme, vivir como un buey o una oveja se refiere a la situación de una persona; cortar las uñas y el largo pelo crecidos durante la enfermedad o eliminar su suciedad corporal significan restauración de su salud. 

Por lo tanto, la suciedad, el pelo y las uñas largos, comparable con los de los animales son similes de sufrimiento extremo por parte de alguien enfermo. Por lo que es más que probable que estas frases aludan a la restauración de la salud de una persona. 


CONCLUSIÓN
Según Dan 4 cuando el periodo señalado de siete años hubo pasado, Dios restauró la salud de Nabucodonosor. Y, en agradecimiento, el rey Babilonio ofreció una oración de reconocimiento al Dios Más Alto, expresando así su arrepentimiento (Dan 4:31b-32).

Nabucodonosor continua diciendo, que cuando se arrepintió, “su razón volvió a él; y mi majestad y esplendor fueron restaurados a mí para la gloria de mi reino. Al final, Nabucodonosor reconoció humildemente la autoridad del Rey celestial, el Dios de Israel, Dan 4:34.

Incluso Nabucodonosor, el más poderoso gobernante de la tierra, admitió que su hubris era la causa de su situación y aceptó la autoridad celestial del Dios de Israel. 
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  1. L. Grabbe, “Daniel: Sage, Seer….and Proprophets and Other Texts (Ed. L. L. Grabbe and M. Nissinen; Society of Biblical Literature, Ancient Near East Monographs 4; Atlanta, GA: Society of Biblical Literature, 2011). Ver también J. J. Collins, Daniel with and Introduction to Apocalyptic Literature (The Forms of the Old Testament Literature 20; Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1984) 6-24.
  2. Beaulieu, The Reign of Nabonidus, 90-98 y 188-97; H. Schaudig, Die Inschriften Nabonids von Babylon und Kyros des Grossen: samt den in ihren Umfeld entstandenen Tendenzscriften. (AOAT 256; Münster: Ugarit - Verlag, 2001) l13-14.
  3. R. P. Dougherty, Nabonidus and Belshazzar: A Study ofttttttttt the Closing Events of the Neo-Babylonian Empire. 
  4. Con la excepción del hecho que Nabucodonosor conquistó Jerusalem, el relato en Dan 1 carece de precisión histórica. Ver M. Henze, The Madness of King Nebuchadnezzar: The Ancient Near Easter Origins and Early History of Interpretation of Daniel 4 (Supplements to Journal for the Study of Judaism 61; Leiden: Brill, 1999) 52-57.
  5. Si beleshtsha´sser está basado en un nombre real Babilonio, esta ha de ser una escritura corrupta del nombre balat-sharri-usur, “Protege-la-Vida-del-Rey”, aunque este tipo de nombre no está atestiguado. Dado que Dan 4:7  relata que el nombre Babilonio le fue dado a Daniel según el dios de Nabuconosor, también es posible tomarlo como forma hipocorística de bel-balassu-usur “Bel (Marduk)-Proteja-Su-Vida”. De la misma manera, se puede especular que se trata de una corrupta escritura de bel-sharra-usur, “Señor (Marduk)-Protege-al-Rey” o incluso belti-sharra-usur, “My Señora (Zarpanitu)-Protege-al-Rey”. La anterior está bien atestiguada en documentos cuneiformes aunque no ofrece ninguna explicación para tet en el escrito original Hebreo.
  6. Von Soden, “Eine babylonische Volksüberlieferung”, 81-89; Beaulieu, The Reign of Nabonidus, cap. 3; Henze, The Madness of King Nebuchadnezzar, 63.
  7. A.M. Davis Bledose, “The Identity of the Mad King of Daniel 4 in Light of Ancient Near Eastern Sources”, Cristianismo nell Soria 33 (2012) 743-58. Por otro lado van der Toorn niega cualquier historicidad en el libro de Daniel. Ver K. van der Toorn, “Scholars at the Oriental Court: The Figure of Daniel against its Mesopotamian Background”, en The Book of Daniel: Composition and Reception (ed J.J. Collins and P. W. Flint; VTSup 83; Leiden: Brill) 38.
  8. Collins, Daniel, 65; Koch, “Gottes Herrschaft”, 89-98; Eshel, “Possible Sources”, 387; M. Albani, Daniel: Traumdeuter und Endzeitprophet (Biblische Gestalten 21; Leipzig: Evangelische Verlagsanstalt, 2010) 99
  9. Koch, “Gottes Herrschaft”, 89-93.
  10. Henze, The Madness of Nebuchadnezzar, 69. 
  11. P.W. Flint, “The Daniel Tradition at Qumran”, en The Book of Daniel: Composition and Reception [ed. J.J. Collins and P.W. Flint; VTSup 83; Leiden: Brill] 335).
  12. A. Steinmann, Daniel [Lt. Louis, MO Concordia, 2008] 260-63). Aunque no hay texto cuneiforme que apoye esto.
  13. K. Koch, Was ist Formgeschichte? (Neukirchen-Vluyn: Neukircher Verlag, 1981) 154. 
  14. I. Eph`al, The Ancient Arabs (Jerusalem: Magnes / Leiden: Brill 1982) 14-15. Aunque W.G. Lambert o piensa que Temán fuese estratégicamente importante. Ver “Nabonidus in Arabia”, en Proceedings of the Fifth Seminar for Arabian Studies Held at the Oriental Institute, Oxford, 22 y 23 September, 1971 (London: Seminar for Arabian Studies, 1972) 62-63.
  15. Beaulieu, The Reign of Nabonidus, 178-83.
  16. Ver líneas i 14-19, 62-63. Para 20-27,  ver Schaudig, Die Inschriften Nabonids, 497.
  17. H. Schaudig, “Tema A.: Philologisch”, RIA 13 (2011-2013), 514-15. CF. Hausleiter, “Tema B”, 518.
  18. Beaulieu, The Reign of Nabonidus, 149-85.
  19. Henze, The Madness of Nebuchadnezzar, 64.
  20. M.J. Geller, “The Las Wedge”, ZA 87 (1977), 43-95.
  21. P. W. Coxon, “Another Look at Nebuchadnezzar´s Madness” en The Book of Daniel: In the Light of New Findings (ed. A. S. Van der Woude; Bibliotheca Ephemeridum Theologicarum Lovaniensum 106; Leuven: University Press, 1993) 218-22; Henze, The Madness of Nebuchadnezzar, 96-99.
  22. Henze, The Madness of Nabuchadnezzar, 96.
  23. Henze, the Madness of Nabuchadnezzar, 99.
  24. S. Paulus, Die Babylonische Kudurru-Inschriften von der kasuistischen bis zur frühneubabylonischen Zeit: Untersucht unter besonderer Berücksichtigung gesellschafts und rechtshistorischer Fragestellungen (AOAT 51; Münster: Ugarit-Verlag, 2014) 320, II, 29.
  25. Por ejemplo, the Babylonian Theodicy líneas 59-62 (Oshima, Babylonian Poems, 153-55). 
  26. Al contrario de nuestra moderna comprensión de la palabra “demonio”, los “demonios” Mesopotamios son más bien mensajeros de los grandes dioses que, como enviados de sus señores, castigan a los pecadores y violadores del orden divino. Según la antigua creencia Mesopotamia, no eran completamente seres negativos. Por ejemplo, G. Cunningham, Deliver Me from Evil: Mesopotamian Incantations 2500-155 b.c. (Studia Pohl, Series Maior 17; Rome; Pontificium Instituut Biblicum, 2007) 39, son “agentes divinos capaces de ayudar así como castigar más que fuerzas diabólicas opuestas a las superiores deidades”.
  27. A. Livingstone, Court Poetry and Literary Miscellanea (SAA 3; Helsinki: Helsinki University Press, 1989) 71.
  28. S. M. Maul, Herzberuhigungsklagen: Die sumerisch-akkadischen Ershahunga Gebete (Wiesbaden: Harrassowitz, 1988) 332-33.
  29. Ver V. A. Hurowitz, “An Overlooked Allusion to Ludlul en la carta de Ural-Gula a Asurbanipal”, SAAB 14 (2002-5), 129-32.

martes, 19 de noviembre de 2019

LA SOCIOLOGÍA DEL ESPÍRITU LIBRE

Es cierto que todos los grandes movimientos heréticos de la tardía Edad Media pueden ser entendidos sólo dentro del contexto del culto de la pobreza voluntaria. Cuando desde el siglo doce hacia adelante apareció una riqueza desconocida previamente en Europa occidental, la mayoría de los que podían, disfrutaron de las nuevas oportunidades para el lujo y el exhibicionismo. Pero siempre había algunos que vieron en los nuevos disfrutes muchas tentaciones del Diablo y se vieron impelidos a renunciar a toda propiedad, poder y privilegio y a descender a las empobrecidas masas. 

La búsqueda de la renuncia no estuvo limitada a ninguna clase. Se hizo sentir algunas veces en la clase comercial, la cual de entre todas las clases era la que estaba obteniendo los mejores beneficios materiales de las nuevas condiciones; los dos más célebres conversos a la pobreza voluntaria —Peter Waldo, fundador de la herética secta de los Waldenses y San Francisco -ambos venían de esta clase. Los más  bajos rangos del clero secular, que era reclutado de los estratos más bajos de de la sociedad, también fueron perturbados. Muchos sacerdotes, en protesta contra la pompa y mundanidad de los grandes prelados, abandonaron sus parroquias en orden a perseguir una vida de total pobreza. Muchos clérigos en ordenes menores -intelectuales a veces de considerable educación- sintieron una necesidad similar. Y no hay duda que, así como los campesinos y los artesanos podían unirse a una cruzada o a una procesión de flagelantes, así mismo ellos podía algunas veces intercambiar su pobreza, la cual era inevitable, por una destitución más extrema que era voluntaria y percibida como meritoria. En las descripciones contemporáneas de los pobres voluntarios hay muchas referencia a los los tejedores; en el siglo trece en adelante también se incluían a genuinos artesanos. 

Los pobres voluntarios formaban una inteligencia móvil e inquieta, cuyos miembros estaban constantemente viajando a lo largo de las rutas comerciales de ciudad en ciudad, operando mayormente de manera clandestina buscando audiencia y seguidores entre los elementos más desorientados en la sociedad urbana. Se veían a ellos mismos como los únicos verdaderos imitadores de los apóstoles y de Cristo; llamaban su manera de vida “apostólica”, y es por ello que a mediados del siglo doce, más que por una doctrina teológica peculiar, fueron condenados como herejes. Pero desde la segunda mitad del siglo doce en adelante esas multitudes de “itinerantes santos-mendigos” de ambos sexos se mostraron dispuestos a asimilar cualquier doctrina que fuese. Muchos se convirtieron en Cátaros, Valdenses o Joaquinitas, también otros se convirtieron en adeptos y propagadores de herejía del Espíritu Libre. Ya en 1230, en el dominio de Tanquelmo en Antwerp, un tal Willem Cornelis estaba demostrando cuán fácil era combinar el antinomianismo tan característico de esta herejía con el culto a la pobreza, voluntaria o no tan voluntaria. Este hombre, que había renunciado a un “beneficio eclesiástico” en orden a seguir la “vida apostólica”, afirmaba que mientras los monjes eran totalmente condenados al no observar la perfecta pobreza, la pobreza propiamente observada abolía todo pecado; de donde seguía que los pobres podían, por ejemplo, fornicar sin pecar -y se decía que Cornelio mismo “se había abandonado completamente a la lujuria”. Veinte años más tarde las autoridades religiosas aún estaban extirpando estas ideas de entre el pueblo de Antwerp. Esta gente mantenía que todos los ricos, al estar corruptos por la Avaricia, estaban infaliblemente condenados. Que incluso poseer una ropa de recambio era un obstáculo para la salvación; que invitar a un rico a comer era un pecado mortal; que era correcto tomar las posesiones del rico para dárselas a los pobres; pero que los pobres, por otro lado, estaban necesariamente en estado de gracia que ninguna indulgencia carnal podía eliminar. 


A comienzos del siglo trece aparecen las grandes Ordenes Mendicantes de los Franciscanos y los Dominicos y realizaron con el apoyo de la Iglesia mucho de lo que los herejes “apostólicos” estaban haciendo en oposición a la Iglesia. Una élite se unió a los Franciscanos y Dominicos y en tanto que predicadores ambulantes, practicando la pobreza y la autonegación, obtuvieron la devoción de las masas urbanas. De esta manera la Iglesia pudo controlar y usar estas emocionales energías que amenazaban su seguridad. Pero ya a mediados del sigo este método de canalización se hizo menos eficiente. Las Ordenes perdieron mucho de su ardor primitivo, su ascetismo se hizo menos intransigente, su prestigio cayó y una vez más la Iglesia se vio enfrentada a grupos autónomos de pobres voluntarios. En el sur de Europa varios grupos hiperascéticos se separaron de los Franciscanos y se volvieron contra la Iglesia. El norte de Italia y el sur de Francia, donde con anterioridad habían florecido los Cátaros, se convirtió en sede de los “Espirituales” Franciscanos y de los Fraticelli. El norte de Europa, por otro lado, vio un gran resurgir del Espíritu Libre. 

viernes, 15 de noviembre de 2019



LOS HERMANOS DEL ESPÍRITU LIBRE (PARTE II)

LOS AMAURIANOS

A comienzos del siglo trece la doctrina del Espíritu Libre fue elaborada en un omniabarcante sistema teológico y filosófico. Esto lo realizó un grupo interesante que consistía de hombres que habían sido entrenados en la más grande escuela de teología ortodoxa en la Cristiandad Occidental, la Universidad de Paris. El relato completo lo realizó el cronista Alemán prior de la abadía de Heisterbach; “En la ciudad de Paris, escribe, fuente de todo conocimiento y escritos sagrados, el Diablo mediante persuasión ha inculcado una comprensión perversa en varios eruditos personajes”. Eran catorce en número y todos ellos clérigos -sacerdotes de parroquia, capellanes, diáconos y acólitos de Paris y sus cercanías y de ciudades como Poitiers, Loris cerca de Orleans, Troyes. Hombres grandes en conocimiento y entendimiento, se lamenta el mismo cronista, y en gran medida la descripción parece justificada: nueve de los catorce habían estudiado teología en Paris y dos eran sexagenarios. Su líder era un tal William, también un clérigo docto en teología, aunque conocido como Aurifex -era visto como orfebre aunque esto podría significar que era un alquimista: los poderes mágicos durmientes del alma, que los alquimistas deseaban despertar, eran simbolizado por el oro.

Debido en parte a la indiscreción de este William y en parte al espionaje organizado por el Obispo de Paris, los heréticos fueron detectados y acorralados. Interrogados en un sínodo mantenido bajo el mandato del Arzobispo de Sens, tres de ellos se retractaron y fueron sentenciados a prisión de por vida pero el resto profesaron públicamente sus heréticas creencias y fueron consecuentemente quemados en la hoguera. No dieron señal alguna de arrepentimiento en el momento de su muerte. El comentario del cronista aún puede aún conjurar la atmósfera del momento: “Cuando se dirigían al castigo se levantó una furiosa tormenta y nadie dudó que el aire estaba siendo agitado por los seres que habían seducido a estos hombres, que ahora iban a morir, en su gran error. Esa misma noche el hombre que había sido el jefe llamó a la puerta de cierta mujer reclusa. Demasiado tarde confesó su error y declaró que era ahora un importante huésped en el infierno y condenado al fuego eterno”.

El maestro filosófico de estos sectarios había sido Amaury de Bène, un brillante profesor de lógica y teología en la Universidad de Paris. Este hombre había disfrutado de un gran prestigio y patronage en la corte real; un cierto número de eminentes personas, incluyendo al Delfín, habían sido sus amigos y habían sido impresionados por sus ideas. Pero al final, denunciado por enseñar doctrinas erróneas, fue condenado por el Papa y forzado a retractarse públicamente. Esta experiencia rompió el espíritu de Amaury; cayó enfermo y poco después -1206 o 1207- murió. Cuando unos dos o tres años después la secta herética fue descubierta el clero al completo proclamó la responsabilidad de Amaury etiquetando a los herejes “Amaurianos”. Ya antes de su ejecución un tratado Contra Amaurianos estaba en circulación. Unos cuantos años más tarde, en 1215, Robert de Courçon, el cardenal y legado papal encargado de la creación de estatutos para la Universidad, prohibió todo estudio del “sumario de la doctrina del hereje Amaurio. Y en el Concilio de Letrán el mismo año Inocencio III promulgó su juicio en una Bula. Al mismo tiempo que los sectarios fueron quemados los huesos de Amaurio fueron exhumados y transferidos a un lugar no consagrado.

Todo lo que sabe de la doctrina de Amaurio es que era un panteísmo místico basado en la tradición Neo-Platónica y en particular a lamas distinguida exposición del Neo-Platonismo que había sido hecha en Europa occidental, la De divisione Naturae de Juan Escoto Erígena. Este libro que databa de hacía tres siglos y medio, nunca había sido condenado como hereje anteriormente; pero el uso que de este hizo Amaurio resultó su condena en el Concilio de Seis en 1225. También cayeron sospechas sobre los resúmenes y comentarios Árabes que comenzaron a aparecer traducidos al latín en Paris. El Sínodo que condenó a los Amaurianos también condenó estas obras y Roberto de Courçon introdujo precauciones contra el estudio de ellos en los estatutos de la universidad en 1215. Es un hecho curioso que en su primera aparición en Europale gigante intelectual que habría de suministrar el marco para la filosofía medieval ortodoxa fuese prohibido sospechoso de haber inspirado a Amaury de Bène. Pero había poco en esas especulaciones metafísicas que dieran diesen lugar a la explosiva doctrina descubierta en 1209. Y será siempre puesto en duda hasta qué punto Amaury era de hecho responsable de la doctrina de los Amaurianos.

Amaurio fue un filósofo profesional; los Amaurianos, a pesar de toda su educación universitaria, tenían intereses diferentes. Eran prophetae, interesados no interesados en ideas abstractas sino en trabajar sobre las turbulentas emociones del mundo laico. Se impusieron, al igual que otros prophetae, como hombres santos, dotados con milagrosos poderes. Externamente, dice uno de sus enemigos, “en aspecto y discurso”, parecen piadosos; siendo por esta razón que sus enseñanzas fueron aceptadas con tanto entusiasmo. Además, al igual que que la mayoría de los predicadores “apostólicos” operaban en los grandes centros comerciales. Su principal bastión parece haber sido Troyes en Champagne, entonces una de las ciudades más importantes en el camino de Flandes a Lyons. En Troyes un “caballero” que parece haber sido un seguidor de los Amaurianos fue arrestado y quemado vivo en 1220; y en Lyons los ecos de la herejía se remontan a 1225. Un espía que logró introducirse en la secta estuvo deambulando con un número de misioneros a lo largo de toda la Champagne -Champagne, como Flandes, era una zona donde una serie de fuertes gobernantes habían, imponiendo la paz, hecho posible un fuerte crecimiento de la población, y gran desarrollo del comercio y de la industria. Una floreciente industria textil existía ahí, pues era el lugar donde las rutas comerciales del Mediterráneo de Alemania y de Flandes hacia el centro de Europa se interceptaban; durante el siglo trece las grandes ferias de Champagne se habían convertido en los centros comerciales más importantes. En estas zonas tan pobladas los misioneros realizaban encuentros secretos, donde entraban en trance y tenían visiones. Predicaban basados en los textos Bíblicos dándoles una interpretación herética, de esta manera seducían a una gran multitud de gente inocente. La secta incluso llegó a tener una literatura propia, para ser usada por los laicos. El Sínodo de París condenó, junto al esotérico Aristóteles, varias obras populares de teología, todas ellas en vernacular.

Los Amaurianos mantuvieron el panteísmo de su maestro dándole un fuerte contenido emocional. Un panteísmo que profesaba que “todas las cosas eran Uno, porque todo lo que es, es Dios”. Aunque lo más sorprendente es la conclusión que sacó uno de los líderes sacó de está proposición general: “Afirmaba que, en la medida que él era, no podía ser ni consumido por el fuego ni atormentado por la tortura, pues decía que, en la medida que él era, era Dios”. Se puede detectar aquí el neo-platonismo, aunque ciertamente semejante fuerza, en un hombre en juicio por su vida, no podía derivarse de una mera especulación panteísta. De hecho su origen estaba en otra parte -en el misticismo del Espíritu Libre. Cuando los Amaurianos afirmaban que “cada uno de ellos era Cristo y el Espíritu Santo”, querían decir todo lo que Tanchelino quería dar a entender. Estaban convencidos que lo que la teología Cristiana ve cómo el milagro único de la Encarnación se estaba ahora repitiendo en cada uno de ellos.

De hecho creían que la Encarnación que había tenido lugar en Cristo estaba ahora siendo superada. Pues esos prophetae franceses habían llegado a una interpretación de la historia que tenía sorprendente parecido con la de Joaquín de Fiore -aunque sacaron muy diferentes consecuencias de esta e incluso aunque, al comienzo del movimiento, difícilmente habrían conocido esta doctrina que permanecía enterrada en los manuscritos del abad de Calabria. Como Joaquín, los Amaurianos veían la historia como dividida en tres eras, correspondientes a las tres personas de la Trinidad, pero diferente a él, creían que cada era tenía su apropiada Encarnación. Ahora estaba naciendo la Era del Espíritu Sant, que duraría hasta el fin del mundo. Le tocaba al Espíritu hacerse carne y los Amaurianos eran los primeros hombres en los que esto se había cumplido, los primeros Espirituales, como se llamaban a ellos mismos. Los Amaurianos pensaban que ellos serían los que guiarían a toda la humanidad hacia la perfección. A través de ellos el Espíritu Santo hablaría al mundo, hasta que la encarnación se hiciese universal. Bajo la guía de los “Espirituales” el mundo entraría en su suprema época, en la cual cada hombre sería, y se conocería a sí mismo como divino. En cinco años, profetizaron, “todos los hombres serían Espirituales, cada uno podría decir: “Yo soy el Hijo de Dios” y “Antes que Abraham fuese, yo soy”. Pero que quede claro que esto no significaba que en los Amaurianos la escatología del Reino no estuviese reservada para una élite de Santos. Las mentes de estos oscuros intelectuales estaba anclada en las tradicionales mesiánicas fantasías corrientes en las masas de la época. William el Orfebre profetizó que en esos mismos cinco años de transición el mundo pasaría por una serie de catástrofes -las ya familiares “tribulaciones mesiánicas”. Los cinco años de tribulación finalizaron con la derrota y expulsión del Anticristo y sus huestes, que no eran otros que el Papa y la Iglesia de Roma. Por lo tanto todos los reinos estarían bajo el dominio del Rey de Francia -el reinante Felipe Augustus, primero, pero después el amigo y patrón de Amaury el Delfín, que nunca moriría y gobernaría el mundo para siempre en la Edad del Espíritu. Se supone que se referían al rey Luís VIII, quien serían un segundo Cristo que -al igual que Tanchelm y el “Maestro de Hungría”— presidiría un Consejo privado o colegio sagrado de doce, modelado según los doce discípulos.

El Abad de San Victor cerca de Paris -el monasterio que en la época lideraba a toda la Cristiandad Occidental en la teoría y práctica del misticismo- pensaba necesario advertir a sus monjes contra esos peligrosos resultado de un misticismo aberrante -“por temor a que esta ciudad, fuente de conocimiento, fuese contaminada por esta plaga”. “Son novedades profanas, advertía, “que están siendo introducidas por algunos, discípulos de Epicuro que no de Cristo. Persuadiendo a la gente que los pecadores no serán castigados, diciendo que el pecado no es nada, de manera que nadie sería castigado por Dios si pecaba. Y como el pecado no existía, según ellos, cometían todo tipo de adulterios y violaciones y otras acciones que dan placer al cuerpo. Y a las mujeres con las que pecaban, y a la gente simple a las que engañaban, les prometían que los pecados no serían castigados. Fue esta una protesta expresada una y otra vez, y con buena causa, durante los siguientes siglos.

lunes, 28 de octubre de 2019

LOS HERMANOS DEL ESPÍRITU LIBRE

UNA ÉLITE DE INMORALES SUPERHOMBRES (Parte I)

En la historia social de la Europa occidental la “herejía” del Espíritu Libre tuvo un papel más importante que el Catarismo. La zona por la que se expandió era, según el estándar medieval, bastante grande.

La herejía del Espíritu Libre exige un lugar en cualquier investigación sobre la escatología revolucionaria. Aunque sus adherentes no eran revolucionarios sociales, sus seguidores no pertenecían a la turbulenta masa de los pobres. Eran de hecho Gnósticos que intentaban su salvación espiritual; aunque la Gnosis que practicaban era casi un anarquismo místico -una afirmación de libertad tan temeraria y sin restricciones que llegaba hasta la total negación de todo tipo de limitación o compostura. Y está claro que individualistas extremos de este tipo pueden convertirse fácilmente en revolucionarios sociales si surge una situación potencialmente revolucionaria. En la Edad Media fueron los adeptos del Espíritu Libre los que conservaron, como parte de su credo de total emancipación, la única doctrina social revolucionaria que existió. Y fue de entre estos que surgió la doctrina que inspiró el más ambicioso ensayo de una revolución social total que tuvo lugar en toda la historia medieval de Europa.
La herejía del Espíritu Libre ha sido considerada como uno de los fenómenos más perplejo y misterioso de la historia medieval y su naturaleza ha sido ampliamente debatida por los historiadores. Los Adeptos del Espíritu Libre produjeron una abundante literatura doctrinal propia. Aunque esas obras fueron constantemente requisadas y destruidas por la Inquisición, tres textos están disponibles para ser estudiados. Dos de ellos han estado disponibles durante muchos años: un tratado llamado Schwester Katrei (Hermana Caterina), escrito en siglo catorce en dialecto Alemán del Aleman Alto Medio y fue protegido al ser atribuido -erróneamente- al gran místico Dominicano Meister Eckhart; y una lista de “artículos de fe” en Latín, descubierta en la celda de una ermita cerca del Rin en el siglo quince, pero que es ciertamente mucho más antigua. El tercer objeto es un largo texto místico llamado Le Mirouer des simples ames (El espejo de las almas simples). Previamente atribuido a un oscuro místico ortodoxo, este texto ha sido ahora identificado por la profesora Romana Guarnieri como la obra de un célebre adepto del Espíritu Libre, Marguerite Porete. Marguerite fue quemada como hereje en 1310; y su libro vino a ser considerado como un documento clave en la historia del Espíritu Libre y su persecución.
Puede que haya otros textos por descubrir. Sin embargo lo que hoy está disponible es suficiente para demostrar que el relato que dio la Iglesia Católica sobre la herejía era sustancialmente correcto.
Históricamente la herejía del Espíritu Libre puede ser vista como una forma aberrante del misticismo que floreció tan vigorosamente en la Cristiandad Occidental desde el siglo once en adelante. El misticismo tanto ortodoxo como el herético surgen de la búsqueda de una inmediata aprehensión de y comunión con Dios; ambas enfatizan el valor de las experiencias intuitivas y particularmente extáticas; y ambas igualmente fueron enormemente estimuladas por el redescubrimiento de la filosofía Platónica, de donde tomaron la mayor parte de su aparato conceptual. Aquí, no obstante, acaba la semejanza. Los místicos Católicos vieron sus experiencias dentro de una tradición sancionada y perpetuada por una gran iglesia “institucionalizada”; y cuando -como ocurría muchas veces- criticaban a la iglesia, su objetivo era regenerarla. Los adeptos del Espíritu Libre por otro lado eran intensamente subjetivos, no reconociendo ningún tipo de autoridad excepto sus propias experiencias. A sus ojos la Iglesia era más bien un obstáculo para la salvación, en el peor caso una enemiga tiranía -en cualquier caso una institución desfasada que había de ser sustituida por su propia comunidad vista como recipiente del Espíritu Santo.
El centro de la herejía del Espíritu Libre está en la actitud del adepto hacia sí mismo: él cree que ha alcanzado una perfección tan absoluta que “era incapaz de pecar”. Aunque las consecuencias prácticas de esta creencia podían variar, una consecuencia posible era sin duda el antinomianismo or el rechazo de las normas morales. El “hombre perfecto” siempre podía llegar a la conclusión que le estaba permitido, incluso le incumbía, hacer cualquier cosa que estuviera comúnmente prohibida. En una civilización Cristiana que otorgaba gran valor a la castidad y veía las relaciones sexuales fuera del matrimonio como particularmente pecaminosas, semejante antinomianismo tomó comúnmente la forma de promiscuidad en principio. Las acusaciones de promiscuidad fueron realizadas a menudo por una comunidad religiosa contra otra; era esta una acostumbrada técnica de polémica en la Iglesia medieval al igual que lo fue en la Iglesia temprana. Pero cuando las acusaciones eran dirigidas contra los adeptos del Espíritu Libre tomaban un diferente tono. Lo emerge entonces es un cuadro enteramente convincente de un erotismo que, lejos de surgir de una sensualidad descuidada, poseía sobretodo un valor simbólico como señal de emancipación espiritual -que incidentalmente es el valor que el “amor libre” ha tenido en nuestro propio tiempo.
Dentro de la zona de la Cristiandad Occidental, la herejía del Espíritu Libre no ha sido identificada con certeza antes del comienzo del siglo trece. Por otro lado, cultos análogos florecieron anteriormente tanto en la zona de la Cristiandad Oriental como en la España Musulmana. Casi desde sus comienzos, la Iglesia Armenia tuvo que lidiar con la secta mística conocida como los Euquitas o Mesalianos, que floreció en la zona cerca de Edesa ya desde el siglo cuarto. Los Euquitas eran “hombres santos” ambulantes que vivían mendigando; que cultivaban una auto-exaltación que a menudo ascendía a una auto-deificación, y un antinomianismo que se expresaba a menudo en forma de erotismo anárquico.
Hacia finales del siglo doce varias ciudades Españolas, sobretodo Sevilla, presenciaron actividades de hermandades místicas de Musulmanes. Esta gente, conocida como Sufis, eran “santos mendigos” que deambulaban en grupos en las calles y plazas, vestidos con ropas remendadas con parches de colores. Los novicios eran instruidos en humillación y auto-abnegación: tenían que vestirse con andrajos, mantener sus ojos fijos en el suelo, comer cosas desagradables y ser ciegamente obedientes al maestro del grupo. Pero una vez que salían del noviciado, estos Sufis entraban en el ámbito de una total libertad. Negando cualquier tipo de conocimiento en los libros y en las sutilezas teológicas, se regocijaban en el conocimiento directo de Diols -es más, se sentían unidos con la divina esencia y de la manera más íntima. Esto a su vez les liberaba de cualquier tipo de restricciones. Todo impulso era experimentado como una orden divina; se podía rodear de todo tipo de posesiones mundanas, vivir en total lujo y también podían, según se les antojara, robar o fornicar sin ningún tipo de remordimientos de conciencia. Dado que el alma estaba totalmente sumergida en Dios, los actos externos no contaban.
Parece ser que el Sufismo, tal y como se desarrolló desde el siglo nueve hacia adelante, tenía mucho en Común con ciertas sectas místicas Cristianas en el Este. A su ve parece ser fomentó el crecimiento del Espíritu Libre en la Europa Cristiana. Ciertamente cada uno de los rasgos que caracterizó el Sufismo en la España del siglo doce -incluso detalles tales como las ropas de colores- se notaban como típicos de los adeptos del Espíritu Libre un siglo o dos más tarde.
En cualquier caso, cerca del 1200 el culto del Espíritu Libre comenzó a surgir como una herejía identificable en la Cristiandad Occidental.

viernes, 23 de agosto de 2019

REVOLUCIONARIOS MILENARISTAS Y ANARQUISTAS MÍSTICOS



REVOLUCIONARIOS MILENARISTAS Y ANARQUISTAS MÍSTICOS, IV

LOS FLAGELANTES SECRETOS DE TURINGIA


Un laico suficientemente culto como para introducirse en las profecías apocalípticas en la librería de un monasterio, Konrad Schmid también estaba muy familiarizado con la tradicional y más o menos esotérica tradición del movimiento flagelante temprano. En muchos aspectos su doctrina era simplemente la de los penitentes de 1348-9. Para sus seguidores la auto-flagelación era, como lo había sido antes- una colectiva imitatioChristi, un sacrificio redentor que protegía al mundo de una total y final catástrofe, y por virtud del cual ellos se convertían en la santa élite. Para ellos también se trataba de rechazar a la Iglesia de Roma y todas sus obras, ridiculizaban la Eucaristía, y llamaban a las iglesias guaridas de ladrones y denunciaban al clero como charlatanes chupadores de sangre cuya verdadera naturaleza estaba revelada en la Bestia del Apocalipsis. Incluso repudiaban la autoridad de los poderes seculares, insistiendo en que el Emperador no tenía más derecho que el Papa a su sumisión y todas las leyes sin excepción quedaban anuladas para ellos. En otros aspectos las enseñanzas de Schmid son mucho más esclarecedoras; pues en ellas queda proclamada con énfasis la fe mesiánica que siempre había estado implícita en el movimiento flagelante en Alemania.

De acuerdo con esas enseñanzas las profecías de Isaías que tradicionalmente eran entendidas como proclamando la venida de Cristo se referían realmente a la venida de Schmid, quien era ahora el único portador de la verdadera religión. Schmid se creía Dios, según sus adversarios Católicos. Al mismo tiempo el líder de los flagelantes asumió el título de Rey de Turingia. En ningún otro lugar había florecido el movimiento de los flagelantes de 1348-9 con más vigor que en la zona central de Alemania, o sea en Turingia. Los flagelantes eran tan poderosos y populares que incitaban abiertamente a la gente común a apedrear al clero; la ciudad de Erfurt cerró sus puertas en pánico mientras hordas de flagelantes acampaban en las afueras. Al asumir el estilo de Rey de Turingia, Schmid no sólo estaba reconociendo una región que era particularmente favorable a su apostolado. Turingia era también la región que jugó un papel determinante en la construcción del cuerpo folclórico concerniente al futuro Emperador Frederick.

Desde 1314 a 1323 Turingia había sido gobernada por un nieto de Frederick II, el Margrave Frederick el Impávido. Había una facción que veía a este hombre como heredero natural a la dignidad imperial y hacía la consiguiente propaganda de sus persona y a los ojos del pueblo común se convirtió en un personaje escatológico. Se creía que llevaba la señal de nacimiento milagrosa –la cruz de oro milagrosa entre los omóplatos- señal predestinada del Emperador de los Últimos Días y se esperaba de él que llevara a cabo el castigo final del clero. Los Turingianos comenzaron a hablar de un misterioso Frederick que dormía en la montaña Kyffhäuser y un día retornaría en gloria para dominar el mundo desde su Reino en Turingia. Así, al proclamarse Rey de Turingia Konrad Schmid afirmaba ser el Frederick de la profecía escatológica. Esto es lo que quería decir cuando se opuso al gobernante Margrave, declarando que había realizado más grandes proezas que le acreditaban y el pueblo común le llamaba Emperador Frederick. Al ser a la vez el resucitado Frederick y el Dios encarnado, este heresiarca estaba actuando en el papel que durante un siglo y medio más tarde habría de obsesionar la imaginación de los Revolucionarios del Alto Rhin.

En orden a ser aceptado en la secta había que realizar una confesión general a Schmid, ser por él flagelado y realizar el juramento de absoluta obediencia hacia él. A partir de ese momento la única obligación que el nuevo miembro reconocía era la de absoluta sumisión al mesías. Schmid enseñaba a sus seguidores que su salvación dependía de su actitud hacia él mismo. Si no eran tan suaves y flexibles como la seda en sus manos, si mostraban la más mínima tendencia hacia la independencia, serían entregados al Diablo para ser torturados tanto física como mentalmente. Él era su dios y a él debían orar, llamándolo “Nuestro Padre”.

Los que eran fieles a Schmid tenían su recompensa. Podían disfrutar del cierto conocimiento que en y a través de ellos la historia estaba alcanzando su verdadero fin. Veían a los flagelantes de 1349 estando en la misma relación con ellos como Juan Bautista lo estuvo respecto a Cristo. Además el mismo Cristo no era sino su precursor; pues, lo que garantizaba que él había mostrado el verdadero camino hacia la salvación soportando la flagelación, era que sólo aquellos que se flagelaban eran los que podían afirmar estar siguiendo este camino hasta el final. Ahora la dispensación Cristiana quedaba suplantada por una dispensación más elevada (aquí podemos reconocer el patrón Joaquinita) y los únicos portadores de esta dispensación eran los seguidores de Konrad Schmid. Así como Cristo había transformado el agua en vino, así ellos habían remplazado el bautismo con agua por el bautismo con sangre. Dios había guardado el mejor vino para el final –este era nada menos que la sangre derramada por los flagelantes.

Los flagelantes estaban convencidos que cuando se flagelaban un ángel –sorprendentemente- llamado Venus los protegía. Sus pieles completamente enrojecidas por la sangre parecían vestidos para el festejo de una boda, las camisetas que llevaban durante la flagelación las llamaban ropas de la inocencia. Cuanto se habrían regocijado los profetas de haber vivido estos momentos compartiendo estas santas flagelaciones! En cuanto al rey David, este ya había previsto esta bendición habiendo caído en desesperación al darse cuenta que no viviría para poderse unir a la secta. Aún así, él y su esposa se flagelaban de noche, para participar en esta obra que tanto placía a Dios más que ninguna otra. Así que todo esto era un anticipo de la alegría por venir –del Reino del milenio que pronto aparecería en el que, agrupados alrededor de su Emperador-dios, los flagelantes formarían un coro angélico y serían llamados hijos de príncipes. Mientras tanto, consumidos por su impaciencia, muchos miembros de la secta vendían todas sus pertenencias y se negaban a trabajar, en orden a unirse lo antes posible en la más absoluta pobreza.

Como en 1348-9, la propaganda de los flagelantes era aún asistida por la plaga. Brotes más pequeños aunque decididamente alarmantes siguieron ocurriendo cada pocos años, dando lugar cada vez a una nueva ola de pánico. Puede ser que la severa epidemia que tuvo lugar en 1368 inspirase a Schmid para anunciar que el Juicio Final pronto tendría lugar y que el Milenio comenzaría el años siguiente. Pero ya en esta época la Inquisición comenzó a interesarse en la proliferación de grupos heréticos en Turingia. Un enérgico inquisidor fue enviado para tratar la situación y hubo muchas ejecuciones. Hay fundamento para creer que el mismo Konrad Schmid fue uno de los siete herejes quemados en el 1368 en Nordhausen, a unos cuantos kilómetros de la montaña Kyffhäuser desde la cual, como Frederick resucitado, se suponía surgiría.

Pero a pesar de la persecución el movimiento continuó de manera clandestina. En 1391 se encontraron nuevos grupos de flagelantes entre los campesinos y artesanos cerca de Heidelberg. También se descubrió un grupo de flagelantes herejes en Erfurt. Los líderes del grupo fueron quemados vivos.

Los años cerca del 1400 fue una época de desgracias para toda la Cristiandad. Los Turcos Otomanos avanzaban en los Balkanes y en 1396 infligieron una derrota aniquiladora sobre el ejército cruzado que fue Occidente envió contra ellos. Más problemática que todo esta amenaza externa fue la desunión que tuvo lugar como consecuencia del Gran Cisma que dividió a la Iglesia entre dos papas rivales, cada uno reclamando la obediencia de toda la Cristiandad y denunciando al otro como hereje. Fue un periodo de profunda desorientación que –como siempre- fue un gran estímulo para la excitación escatológica. En el 1396 el Dominico San Vicente Ferrer tuvo una visión de la cercanía de los Últimos Días, y convencido que el Anticristo estaba a punto de comenzar su reinado, comenzó a liderar grupos de procesiones de flagelantes por toda España, sur de Francia e Italia. En el 1399 un campesino Italiano tuvo una apocalíptica visión que dio lugar a un movimiento flagelante que abarcó toda Italia. Cuando una gran procesión de flagelantes desde las ciudades Lombardas descendió sobre Roma, el Papa hizo arrestar a sus líderes los quemó vivos, y una procesión de unos cientos de artesanos Lombardos liderados por un discípulo de Ferrer entró en la misma ciudad con la intención de guerrear contra el Anticristo causando terror en la Curia. El mismísimo prudente y eminente Charlier de Gerson dirigió desde el Concilio de Constanza en 1417 una advertencia a Ferrer para que dejara de alentar tendencias tan peligrosas para la Iglesia.

Los heréticos flagelantes estaban convencidos que estaban viviendo los Últimos Días y era en términos de la escatología tradicional popular que ellos interpretaron la vida y muerte del fundador Konrad Schmid. El Libro del Apocalipsis habla de dos “testigos” que habían de predicar contra el Anticristo y que por este último serian asesinados y resucitados posteriormente. La escatología popular identificó a estos dos testigos como Elías y Enoch, los dos personajes del Antiguo Testamento que fuero “trasladados” al cielo sin padecer la muerte del cuerpo. Era como Elías y Enoch, reencarnados en los Últimos Días como testigos, que los flagelantes veían a Schmid y su más cercano asociado, que con él había perecido. Mientras tanto, el Anticristo era la Iglesia de Roma. Pero los sectarios también estaban convencidos que Schmid retornaría de nuevo, esta vez para expulsar y acabar con el Anticristo y presidir el Juicio Final. Puede haber poca duda que también esperaban que Schmid apareciera como Último Emperador y como Hijo del Hombre. A comienzos del siglo XV un cronista de Turingia señala cuán vigorosamente la “herejía secreta” concerniente al durmiente Frederick florecía ahí. La gente estaba convencida que el Emperador aparecía de tiempo en tiempo entre los hombres y esperaban con total convicción su regreso como Emperador de los Últimos Días, y era en los pueblos cercanos a Kyffhäuser que el movimiento de los flagelantes clandestinos persistía. Estos últimos flagelantes conservaron los ritos del movimiento de 1349 y aún defendían sus prácticas apelando a la Carta Celestial.

Los procedimientos tradicionales contra los herejes fueron instituidos y puestos en práctica por la Iglesia. La intervención de las autoridades seculares estaba limitada a llevar a la práctica la sentencia impuesta. Es también significante que fueron siempre los príncipes territoriales locales los que tomaron la iniciativa a la hora de perseguir a loa flagelantes de Turingia. Al perseguir a esta gente que eran de hecho revolucionarios sociales y al mismo tiempo herejes, el papel de la Inquisición fue más bien secundario. Se dio el caso cuando en 1414-16 una gran comunidad de flagelantes fue descubierta en Sangerhausen. Después de un juicio masivo realizado por jueces inquisidores y jueces seculares actuando juntos el líder y dos discípulos fuero quemados como impenitentes herejes. El resto se retractó y fueron puestos en libertad. Pero cuando el inquisidor dejó la zona los príncipes de los territorios vecinos se hicieron con todos los flagelantes que pudieron encontrar. Unos ochenta o noventa flagelantes fueron quemados en la hoguera en 1414 –sin duda una extraordinaria expresión del miedo que inspiraba este movimiento en la gente importante. Pero incluso todo esto no pudo poner fin al movimiento. Una generación más tarde, en 1446, una docena de flagelantes fue descubierta en Nordhausen, la ciudad donde Schmid fue probablemente quemado. En esta caso, también, incluso aquellos que se retractaron fueron quemados –un curso de acción que sólo pudo ser adoptado por las autoridades seculares sin sanción de la Iglesia. En el 1454, de nuevo, una docena de flagelantes, hombres y mujeres, fueron quemados en Sonderhausen y fue a finales de 1480 que el último movimiento (dentro de lo que se conoce) de flagelantes secretos fue juzgado y quemado –de nuevo a instigación del príncipe local.

Posteriormente no se oye nada de la secta, pero resulta aún interesante que el distrito donde más floreció fue el distrito donde Thomas Müntzer realizó sus hazañas. El pueblo donde, en 1488 o 1489, el “profeta de la Guerra de los Campesinos” nació esta unos cuantos kilómetros de Nordhausen, igual que la escena de la masacre que sufrió su ejército de campesinos. 

FIN.                      

















viernes, 16 de agosto de 2019

REVOLUCIONARIOS MILENARISTAS Y ANARQUISTAS MÍSTICOS, III

REVOLUCIONARIOS MILENARISTAS Y ANARQUISTAS MÍSTICOS, III

LOS FLAGELANTES REVOLUCIONARIOS

Fue solamente en zonas limitadas de los Países Bajos donde el movimiento de los flagelantes en 1349 estuvo controlado por el clero. En otras partes de los Países Bajos y toda Alemania acabó siendo una búsqueda militante y sangrienta del Milenio.

El momento era tan propicio debido a la gran expansión e intensidad de las expectativas escatológicas. No es coincidencia que en esos años se desarrollaran y realizaran las más famosas publicaciones sobre el Anticristo Germano. Ya en el 1348 la gente interpretaba los terremotos en Carintia e Italia como esas “mesiánicas aflicciones” que tendrían lugar en los Último Días; la sorprendente catástrofe de la Peste Negra vino a ser interpretada en el mismo sentido. De hecho la experiencia de abrumadora inseguridad, desorientación y ansiedad tuvo como efecto de aumentar la expectativa escatológica entre las masas. Las procesiones de flagelantes tuvieron lugar en un ambiente de cambio dramático del mundo en los Últimos Días que se estaban desarrollando ahora con todo su terror y exaltación:
La Plaga influenció a la gente común y acabó con muchos,

La tierra tembló. El pueblo Judío es quemado,

Una extraña multitud de hombres desnudos se golpean a sí mismos.

Y más allá de la tribulación está, por supuesto, el Milenio. Multitudes vivían en la expectativa de la venida de un mesías guerrero, el mismo que más tarde fascinó a los Revolucionarios del Alto Rhin. Precisamente en el año 1348 John de Winterthur señala cuán ansiosamente la gente común esperaba la resurrección del Emperador Frederico que masacraría al clero y obligaría a los ricos a abrazar a los pobres. Era también en este año de 1348 que un “gran astrólogo” se suponía predijo no sólo la plaga sino también la venida del emperador que acabaría y juzgaría al Papa y a sus cardenales, expulsaría al rey de Francia y establecería su propio dominio sobre todos los países.

Muchos de lo flagelantes vivían en un mundo de fantasía milenaria. Un cronista contemporáneo informa que las procesiones de 1349, cada una de una duración de 33 1/2días, eran vistas como sólo el comienzo; el movimiento se suponía duraría 33 ½ años, durante los cuales la Cristiandad sería salva. El desarrollo de estas fantasías se correspondía con un cambio en la composición social de las procesiones de los flagelantes. El movimiento siempre había estado compuesto por campesinos y artesanos; pero aunque al comienzo los nobles y ricos también tomaban parte, posteriormente estos abandonaron y el tono del movimiento vino a estar compuesto por una masa de nuevos reclutas procedentes de los márgenes de la sociedad –vagabundos, arruinados, fuera de la ley y criminales de todo tipo. Al mismo tiempo el liderazgo pasó a manos de un número de profetas, que eran clérigos disidentes o apóstatas. Cuando el Papa finalmente decidió promulgar una Bula contra los flagelantes dejó bien claro que veía a la mayoría como simple gente que habían sido descarriados por herejes que sabían muy bien lo que estaban haciendo. También añadió que esos herejes incluían a monjes y frailes y que estos debían ser arrestados inmediatamente. Otro cronista de los Países Bajos también expresó el punto de vista según el cual el movimiento estaba organizado, con el propósito de destruir al clero y a la Iglesia, por monjes apóstatas Alemanes. Lo que yacía detrás de estas acusaciones lo demuestra los sucesos en Breslau –una ciudad donde los flagelantes reconocieron abiertamente sus creencias Joaquinitas (Joaquín de Fiore). El líder en esta ciudad era un diácono que incitaba a sus seguidores a atacar al clero y que acabó quemado vivo como hereje.

Los flagelantes Germanos en particular acabaron siendo enemigos acérrimos de la Iglesia y no sólo condenaban al clero sino que repudiaban absolutamente la autoridad sobrenatural del clero. Negaban que el sacramento de la Eucaristía tuviera significado alguno; y se negaban a reverencia la Hostia cuando esta era elevada. Interrumpían los servicios religiosos, diciendo que solamente sus ceremonias e himnos tenía valor. Se basaban en que mientras los eclesiásticos se basaban solamente en la Biblia y la tradición, ellos habían sido educados directamente por el Espíritu Santo que los había enviado al mundo. Algunas veces los flagelantes incitaban a la población para que apedreara al clero. El Papa se quejaba de que en cuanto tenían la oportunidad esos penitentes se apropiaban de las propiedades de la Iglesia para su propia fraternidad; y un cronista Francés dijo que el movimiento de los flagelantes quería destruir la Iglesia, tomando sus posesiones y matando al clero.

Como es usual los Judíos también lo pasaron mal al igual que el clero aunque a un nivel más grande que este. En la gran masacre de Judíos Europeos que acompañó a la Peste Negra –la más grande después de la masacre del siglo XX- los flagelantes jugaron un papel muy importante. Las primeras matanzas de Judíos fueron realizadas por una muchedumbre convencida de que los Judíos habían causado la plaga envenenando los pozos da agua. Acabó en 1349, quizá porque el pueblo se dio cuenta de que la plaga también atacaba a los Judíos igual que a los Cristianos. Cuatro meses más tarde una segunda ola de masacres tuvo lugar debido a la propaganda de los flagelantes. Cuando las autoridades protegían a los Judías estas hordas fanáticas exigían su masacre. Cuando en Julio de 1349, los flagelantes entraron en Frankfort marcharon directamente al barrio Judío donde la población se unió a ellos y exterminaron a la comunidad entera. Las autoridades quedaron tan perturbadas por el suceso que sacaron de la ciudad a los flagelantes y reforzaron las entradas a la ciudad para impedir su regreso. Un mes más tarde tuvieron lugar masacres en Colonia y Mainz. Durante la ceremonia de los flagelantes en Mainz la muchedumbre de espectadores de pronto salió corriendo hacia el barrio Judío, resultando en la masacre total de la mayor comunidad Judía de Alemania. En Colonia una banda de flagelantes que había estado durante un tiempo acampada fuera de la ciudad entró en esta y consiguiendo reunir a una gran muchedumbre “de gente que no tenía nada que perder”. Contra la volunta del Concejo de la ciudad y de los burgueses ricos esta horda atacó a los Judíos matando a muchos de ellos. En Bruselas también los flagelantes, apoyándose en el rumor del envenenamiento de las aguas, realizaron una masacre en la que toda la comunidad de unos 600 judíos fue masacrada, a pesar de los esfuerzos del Duque de Brabant para protegerlos. A lo largo de los Países Bajos los flagelantes, ayudados por las masas de pobres, quemaron y ahogaron a todos los Judíos que encontraron, pues pensaban que esto complacía a Dios. Las fuentes son escasas y es imposible decir cuantas masacres tuvieron lugar durante la segunda mitad de 1349; aunque sí que fueron numerosas. Las masacres de 1348-9 completaron la deterioración de la posición de los Judíos que había comenzado en 1096. A lo largo del resto de la Edad Media las comunidades judías en Alemania eran pocas y pobres y, además, condenadas a la segregación del gueto.

Intentaron también los flagelantes acabar con otro Enemigo tradicional como eran los personificados por los Divos? Querían ellos, como otras hordas inspiradas escatológicamente, exterminar a los ricos y privilegiados? Sin duda alguna estas hordas querían –como los Pastoureaux- ser temidas por los “grandes”.

En la segunda mitad de 1349 el movimiento de los flagelantes vino a ser una fuerza tan anárquica como la de los dos levantamientos de los Pastoureauxy movilizó contra ellos mismos la misma coalición del poder eclesiástico y secular. Príncipes y Obispos consultaron a la Sorbonne. La Sorbonne consultó a su vez al Papa en Avignon aunque también le envió a uno de sus doctores, el monje Flamenco Jean du Fayt, quien había profundamente estudiado el movimiento. Cuando la plaga hubo alcanzado el sur de Francia, en Mayo del año precedente, Clemente VI instituyó él mismo flagelaciones públicas en las que participaron mucha gente de ambos sexos. Posteriormente se dio cuenta del peligro de tales actuaciones; una banda de flagelantes que llegó a Avignon desde Basilea (Suiza) fue rechazada. Así, du Fayt exigió una respuesta inmediata; en Octubre, 1349, el Papa promulgó una Bula contra los flagelantes. Había, pues, que suprimir la secta; los maestros del error habían de ser arrestados y si fuese necesario quemados vivos en la hoguera

El efecto de la Bula fue inmediato. Arzobispos y Obispos en Alemania y los Países Bajos prohibieron las procesiones de los flagelantes. Muchos párrocos, capellanes y canónigos fueron apartados y excomulgados, e hicieron peregrinaje a Avignon para ser absueltos. Las autoridades seculares cooperaron entusiasmadas a la hora de reprimir el movimiento. Se sabe de flagelantes que fueron decapitados por orden de un conde y de muchos que fueron ahorcados en Westphalia. A instancias del arzobispo las autoridades urbanas en Tréveris los exterminaron. De todas formas el movimiento permanecía en algunos lugares. La ciudad de Tournai hubo de renovar la prohibición periódicamente hasta el 1351, el Obispo de Utrecht aún perseguía a los flagelantes en 1353, el Arzobispo de Colonia hubo de reprimirlos en 1353 y de nuevo en 1357. A partir de ahí nunca se volvió a oír nada sobre los flagelantes.

Situados en el contexto de la escatología popular medieval el relato del movimiento flagelante del 1349 hace surgir una pregunta obvia: había en algún lugar en Alemania, alguien que se autoproclamara mesías y que tratara mediante el movimiento de los flagelantes dar lugar a una situación en la que pudiese asumir el papel de salvador escatológico? Desafortunadamente las fuentes disponibles no ofrecen respuesta. Se puede señalar a un pequeño movimiento flagelantes que apareció en Italia que apareció unos años antes y había escapado al control eclesiástico. En este caso el líder era un laico, Domenico Savi de Ascoli, quien, después de pasar muchos años como eremita, afirmaba haberse convertido en el Hijo de Dios; por lo cual fue quemado vivo en la hoguera como hereje. Esto, por supuesto, no establece la existencia en 1349 de un personaje similar en Alemania, sólo lo hace probable. Por otro lado hay abundante información concerniente a un mesías flagelante llamado Konrad Schmid –una verdadera contraparte del Italiano hereje y al mismo tiempo un pseudo Frederick- quien en 1360 dirigió el movimiento que bajo la presión de la persecución se había convertido en una secta clandestina en las ciudades del centro y sur de Alemania.