SAMUEL 2
Como en 1 Samuel, en 2 Samuel se incorpora una amplia fuente de
documentos que han sido editados de manera muy reducida por el Deuteronomista.
El pasaje clave en la edición del libro del Deuteronomista es el relato de la
promesa a David en 2 Samuel 7, aunque
también aquí el editor adapta la fuente, que es más antigua. El relato del
surgimiento de David que domina la segunda parte de 1
Samuel, continúa en 2 Samuel 1-5. Segunda de Samuel 9- 2
Reyes 2 es identificada como la Historia de la Corte de David, o la
Narrativa de la Sucesión, aunque algunos estudiosos piensan que están ahí
combinados un número de documentos distintos en esos capítulos. El relato de la
rebelión de Absalón en 2 Samuel 13-20 es una
narrativa estrictamente estructurada, que puede muy bien ser una unidad
distinta. Primera de Reyes 1-2 es una
apología de la ascensión de Salomón al reinado.
CONCLUSIÓN SOBRE EL REINADO DE DAVID
La historia del ascenso de David al poder es completada en 2 Samuel 1:1-5:10. David guardó ostentosamente el
luto por Saúl, incluso condenando a muerte al mensajero que le trajo la corona
de Saúl. El lamento (“Como han caído los valientes”)
es un poema conmovedor. David es implícitamente el que habla, incluso fuera del
contexto de la narrativa. Esto no significa necesariamente que fuese compuesto
por David. Hay varias composiciones en el libro de los Salmos relacionadas con
episodios en la vida de David. David era visto como el compositor de salmos por
excelencia, al igual que Salomón era el compositor de proverbios. El lamento
por Saúl y Jonatán pudo haber sido compuesto mucho más tarde y puesto en boca
de David.
David se mueve con rapidez para consolidar su posición como
heredero aparente. Primero va a Hebrón, donde es ungido rey por su tribu,
Judá(la supuesta unción a cargo de Samuel cuando aún era un joven fue
evidentemente insuficiente). Hebrón está cerca del pueblo natal de David,
Belén. Estuvo asociado a Abraham en Génesis. Quizá David fue ungido ahí debido
a la asociación con Abraham, aunque algunos estudiosos piensan que la tradición
acerca de Abraham fue inventada más tarde, y que Abraham fue modelado basándose
en David en lugar de al revés.
La reivindicación de la monarquía a cargo de David no fue
indiscutible. Al mismo tiempo, Ishbaal, hijo de Saúl, fue nombrado rey sobre el
resto de Israel, con el apoyo del general Abner(Ishbaal significa “hombre de Baal”. El hecho que un hijo de Saúl, el
rey de Israel, tuviera un nombre en honor de Baal indica que otros dioses
además de Yahvé eran adorados en Israel en aquellos tiempos). Sigue “una larga guerra entre la casa de Saúl y la de David”(3:1). Finalmente Abner se pelea con Ishbaal y
ofrece llevar todo Israel a David. Es asesinado por el general de David, Joab,
en venganza por haber matado al hermano de Joab. David se lamenta públicamente
por Abner, aunque no castiga a Joab esta vez. De nuevo, David escapa a la culpa
por la muerte de un rival. Cuando Ishbaal es asesinado poco después, David no
sólo niega alguna responsabilidad sino que llega a ejecutar a los asesinos, que
buscaban su favor y aprobación. Eventualmente, el único heredero vivo de la
casa de Saúl es el hijo inválido de Jonatán, el cual no representa amenaza
alguna para David (ver 2 Samuel 9, donde
David muestra afecto hacia él en honor de Jonatán). Su nombre, Mephibosheth ,
quizá sea un eufemismo que esconde el nombre de Baal(bosheth significa vergüenza). El nombre aparece como “Meribaal” en 1 Crón.
8:34 y 9:40. El desmantelamiento de la casa de Saúl queda finalmente
completado en 2 Samuel 21. Este capítulo de
la narrativa encaja perfectamente con el punto de vista que el ascenso de David
es un documento apologético o de propaganda. Aunque no es difícil leer la
historia contracorriente y llegar así a una imagen más bien desfavorable de
David.
El ascenso de David alcanza su punto culminante en 2 Samuel 5. Es de nuevo aclamado como rey en
Hebrón, esta vez por todo Israel. Entonces captura Jerusalem, la ciudad Cananea
que pertenecía aún a los Jebusitas de aquella época. Jerusalem era una capital
ideal para David dado que era fácil de defender y no estaba asociada con
ninguna tribu Israelita, aunque estaba en territorio de la tribu de David,
Judá. La aclamación de David es completada una vez es reconocido por el rey de
Tiro.
El relato de la traída del Arca a Jerusalem es visto como la
conclusión de la Narrativa del Arca en 1 Samuel. Tiene excelente sentido en este
contexto, no obstante. El Arca era el símbolo tradicional de la presencia de
Yahvé. Al traerla a Jerusalem, David hace de la antigua ciudad Jebusita el
centro de culto de las tribus de Israel que adoraban a Yahvé. David es
ostentoso en su celebración pública del evento, sin dejar duda alguna de su
devoción a Yahvé. El desaprobación de Mical, hija de Saúl, tiene pocas
consecuencias en este punto. La casa de Saúl no es ya un factor en la monarquía
de Israel.
LA PROMESA A DAVID
2 Samuel 7 es uno de los
pasajes claves no sólo en la Historia del Deuteronomista sino en toda la Biblia
Hebrea. La promesa a David narrada aquí es la carta fundacional de la dinastía
Davídica, un punto de referencia frecuente en posteriores escritos. Se
convertiría finalmente en el fundamento de la esperanza mesiánica, o sea, la
esperanza en que el reino Davídico sería restaurado y duraría para siempre.
El escenario de la promesa es cuando el rey es establecido
en su casa y descansa de sus enemigos. Palacio y templo estuvieron a menudo
asociados en el Cercano Oriente. La misma palabra Hebrea “hekal” se usa para ambos. En consecuencia, a David
le preocupa que su “casa de cedro” sea más
grande que la tienda-santuario del Señor.
En este punto, el profeta Natán aparece en escena. David, se
dice, había consultado al Señor en otras ocasiones (ej., 2 Sam. 2:1). Había varias maneras en como esto
podía ser realizado. Una, por ejemplo, era consultar a un sacerdote, el cual
podía utilizar un método de adivinación ritual. Con el surgimiento de la
monarquía los reyes comienzan a tener profetas a su servicio para este
propósito. Natán está, pues, al servicio de David, aunque puede en ocasiones
ejercer una independencia considerable. Su reacción inicial es la que se podría
esperar de un criado hacia su señor: “Ve y haz lo que tienes en mente”.
Natán, sin embargo, tiene también otros pensamientos, y
recibe un segundo oráculo para David. Yahvé insiste en que nunca quiso una
casa. Le gusta la movilidad de la tienda. Y no le corresponde a David
construirle una casa. Más bien, Él le construirá una casa a David, en el
sentido de dinastía. Su hijo reinará después de él. Aunque sus descendientes serán
castigados por sus iniquidades, Yahvé promete que no les quitará el reino como
se lo quitó a Saúl: “Tu casa y tu reino permanecerán
para siempre ante mi; tu trono estará firme, eternamente”(7:16).
Fundamental para este oráculo es como se juega con el doble
sentido de “casa”. David no construirá una
casa (=templo) para Yahvé, sino que Dios construirá una casa (=dinastía) para
David. No era inusual en el antiguo Oriente Medio que el fundador de una
dinastía construyese un templo para su dios patrón. Lo chocante de este pasaje
es el rechazo de la oferta de construir un templo. Los estudiosos han tratado
de explicar este rechazo de varias maneras. Algunos sugieren que este oráculo
explicaba por qué fue Salomón en lugar de David quien construyó el templo. Aunque
7:13(“Él
construirá una casa para mi Nombre”) se considera una adición
secundaria. No sólo interrumpe el pasaje acerca del reino futuro, sino que está
marcado como una inserción por una técnica llamada “continuación
repetitiva” –la frase que precede la inserción es repetida esencialmente
después: “Yo estableceré el trono de su realeza. Él
construirá una casa para mi nombre, y yo estableceré el trono de su realeza
para siempre”. Que la casa será construida “para
mi nombre” es típica teología Deuteronómica. Presumiblemente, pues, la
referencia a Salomón fue añadida por un editor Deuteronómico, el oráculo básico
es más antiguo. Es interesante como los Deuteronomistas ofrecen una explicación
diferente del por qué David no pudo construir el Templo en 1 Reyes 5:17: “David no
pudo construir un templo al Nombre de Yahvé su Dios, debido a las guerras que
lo tuvieron cercado”. Sin embargo la premisa en 2
Samuel 7 es que el Señor le había dado descanso de todos sus enemigos.
El oráculo básico es un documento fundacional virtual para
la dinastía Davídica, que fue presumiblemente promulgado y transmitido por la
corte real. Algunos estudiosos han argumentado a favor de una fecha en vida de
David, antes que Salomón construyera el Templo, basándose en que el oráculo rechaza
la propuesta de construir un templo. Una fecha tan temprana parece poco
probable, no obstante. Aunque el oráculo explica por qué David no construyó el
Templo, no rechaza la idea de un templo perpetuo, incluso sin la inserción en
el versículo 13ª. Más bien, el punto es que
la necesidad de un Templo no era urgente. De hecho se ha visto que hay cierta
evidencia de que ya había un templo, una “casa de
Dios”, en Shiloh, aunque esta estructura era o contenía un
santuario-tienda. El templo propuesto en 2 Samuel 7
y el construido por Salomón fueron considerados como de un orden diferente.
David estaba preocupado en mantener una continuidad del culto tradicional de
las tribus. Movió la tienda-santuario a su nueva capital, aunque no alteró el
santuario mismo. Un Templo pudo haber sido construido una generación después,
cuando las tribus se acostumbraron a la monarquía y la nueva capital en
Jerusalem.
El papel del Deuteronomista en la composición de 2 Samuel 7 es controversial. Por un lado, la
promesa a David es sin duda importante en la visión del Deuternomista de la
historia de Israel. A pesar de la tensión con 1
Reyes 5, la noción de “descanso” es
típicamente Deuteronómica –cf. Deut. 12:10.
Igualmente es la afirmación que Dios “hizo subir a
Israel de Egipto” (2 Sam. 7:6) y la
construcción de un periodo de Jueces entre el éxodo y la monarquía. El oráculo
asume el relato de los orígenes de David como pastor y dice que fue designado “nagid”, o príncipe, en lugar de rey(7:8). Según esto, algunos estudiosos argumentan
que 2 Samuel 7 es simplemente una
composición Deuteronómica, aunque quizá comprenda más de una etapa. Las
afirmaciones que el reino duraría
para siempre no pueden ser exílicas o posteriores, quizá se dieran en tiempos
de Josías. Por otro lado, no es probable que los Deuteronomistas hubiesen
inventado una promesa incondicional de que el reino duraría para siempre. En la
teología Deuteronomista, las alianzas son condicionales. La fortuna del rey
depende de cómo observe la Ley. La idea que Dios prometió a David una dinastía
eterna mediante el oráculo de Natán fue probablemente una tradición establecida
en Jerusalme. La formulación presente de la promesa ha sido editada por los
Deuteronomistas, probablemente en más de una etapa.
Cualquiera que sea el origen y autoría del oráculo, este
contiene uno de los temas principales en la Biblia Hebrea. Este tema es llamado
la alianza Davídica, aunque la palabra “alianza”
no es usada en este pasaje (aunque sí es usada en referencia a la promesa de
Dios a David en Salm. 89:3). El oráculo es
descrito con más exactitud en tanto que promesa divina. Hay analogías con los
tratados en el Cercano Oriente, aunque en su totalidad el oráculo tiene el
carácter de promesa incondicional más que el de un tratado de vasallaje como
sería el caso de la alianza Mosaica. La analogía bíblica más cercana sería la
alianza con Abraham en Génesis 15, la cual
también tiene la forma de una promesa incondicional. El oráculo de Natán sí
prevé el castigo del rey rebelde: “Si se porta mal,
le castigaré con vara de hombres y con golpes de hombres, pero no apartaré de
él mi amor, como lo aparté de Saúl”(7:14-15).
El castigo por trasgresión está ciertamente en línea con la teología
Deuteronómica. Aunque también se encuentra en los tratados del Cercano Oriente.
Un tratado Hitita del siglo trece con Ulmi-Teshshup, por ejemplo, promete: “Después de ti, tu hijo y nieto lo poseerán, nadie se lo
quitará. Si uno de tus descendientes peca…. El rey le juzgará en su corte……
Pero nadie arrebatará a los descendientes de Ulmi-Teshshup ni su casa ni sus
tierras”. Incluso cuando un rey era ejecutado, su hijo podía sucederle.
En el oráculo de Natán, también, el punto esencial es que la
dinastía Davídica permanecerá para siempre. De hecho, permaneció unos
cuatrocientos años, lo que puede ser visto como una aproximación razonable a
“para siempre” –Comparar 1 Enoch 10:10, donde se afirma de los
descendientes de los ángeles caídos que “esperan que
van a vivir para siempre, que cada uno de ellos vivirá cuatrocientos años”-.
Sin embargo, cuando el reino Davídico llegó a su fin debido a los Babilonios,
se pensó que la promesa permanecía. Si no había rey en el presente, la promesa
de Dios había de ser cumplida en el futuro por la restauración del linaje
Davídico. Este es el origen de la esperanza mesiánica, o del rey ungido,
entendido como alguien que ha de venir y cambiar el curso de la historia.
La relación entre Yahvé y el rey es definida como la de
padre e hijo: “Seré un padre para él, y él será para
mi un hijo”(2 Sam. 7:14). No hay
sugerencia alguna de que el rey no tuviese un padre humano; la relación es
adoptiva. La teología real Egipcia enfatizaba fuertemente que el rey era
divino, la encarnación del dios Horus. En la zona de Siria y Palestina, la
afirmación que el rey era hijo adoptivo de un dios era más típica. Los reyes de
Damasco en el siglo noveno a.C. tomaron el título de “Hijo
de Hadad”(Hadad era otro nombre de Baal). Al menos un rey Sirio fue
llamado “Hijo de Rakib” (ANET, 655; Rakib-El es un dios conocido por las inscripciones
Arameas y Fenicias). La afirmación que el rey Davídico era hijo de Yahvé
también la encontramos en Salmos, sobretodo más explícitamente en Salmo 2:7. En 2 Samuel
7 la idea que el rey es el hijo de Dios está ligada directamente a la
idea que puede ser castigado. La idea que los hijos han de ser castigados es un
tema favorito en el libro de Proverbios.
LA IDEOLOGÍA REAL EN JUDÁ
La fórmula en 2 Samuel 7 es moldeada por los editores
Deuteronómicos a finales del siglo siete a.C., aunque la idea de la promesa a
David es probablemente más antigua. Este puede ser un punto apropiado para
digresar sobre la cuestión de cómo se entendía la realeza en el antiguo Israel,
especialmente en Judá y Jerusalem, antes de la reforma Deuteronómica.
La principal ventana hacia las visiones más antiguas de la
monarquía nos la ofrecen algunos Salmos. Algunos de estos tratan con la
realeza, y al menos algunos datan del periodo anterior al exilio. Se pueden
incluir los Salmos 2, 45, 72, y 110. Además,
dos Salmos hablan de la promesa a David en términos reminiscentes de 2 Samuel. El Salmo 2
implica que el rey en Jerusalem es el gobernante justo sobre todos los reyes de
la tierra. Si las naciones Gentiles resisten, el Señor se mofa de ellas. La
autoridad del rey viene directamente de Dios. El Salmista anuncia el decreto
del Señor: “tú eres mi hijo, hoy te he engendrado”.
A pesar del lenguaje explícito de engendrar, esto probablemente ha de ser
entendido como una fórmula de adopción. Algunos estudiosos mantienen que esta
fórmula era recitada por un profeta cuando un nuevo rey ascendía al trono, la
sugerencia es atractiva aunque no puede ser verificada. Lo sorprendente en Salmo 2 es la clase de autoridad que el rey tiene:
las naciones son su heredad y los confines de la
tierra son su posesión. Ningún rey en Jerusalem nunca reinó sobre
semejante imperio, incluso aunque se considere que el mundo conocido por el
Salmista era más pequeño que el nuestro. La afirmación es deliberadamente
hiperbólica, aunque muestra que la monarquía de Jerusalem tenía delirios de
grandeza.
El tema del hijo divino reaparece en Salmo 110. En este caso, el rey es llamado Adonai, “mi señor”
–la frase que vino a sustituir el nombre divino en el Judaísmo tardío. YHWH lo
sienta a su mano derecha, (lo que es probablemente una referencia al trono del
rey en el templo). Dios continua: “Del seno de la
aurora, como rocío te he engendrado”(Salmo
103:3; el texto Hebreo está corrupto y ha sido reconstruido con la ayuda
del Griego: “En esplendor sagrado, del (o: desde el) seno de la
aurora(sentido dudoso), a ti el rocío de tu
juventud”. Griego: “… desde el seno antes de
la aurora te he engendrado” (ver Salmo 2:7).
La traducción de la NRSV lee siguiendo el Hebreo: “tu
juventud vendrá a ti” en lugar de “te he
engendrado”. En este caso el salmista añade un detalle intrigante: “Tú eres por siempre sacerdote, según el orden de
Melquisedec”. Melquisedec fue un rey-sacerdote de Salem (posiblemente
Jerusalem) en Génesis 14 que bendijo a
Abraham, y a quien Abraham le pagó el diezmo de todo lo que tenía. Melquisedec
era Jebusita, o sea un Cananeo. Era sacerdote de El
Elyon, un dios Cananeo identificado con YHWH en la Biblia. Si los reyes
Davídicos afirmaban ser “según el orden de
Melquisedec”, estaban, pues, afirmando una continuidad con la antigua
religión Cananea que había sido practicada en la ciudad durante siglos antes
que David la capturara. Se puede inferir que tomaron hasta cierto punto
aspectos de la comprensión Cananea de la realeza (Melquisedec aparece de nuevo
como personaje misterioso, sin padre ni madre, en Hebreos
7:3, que enfatiza su sacerdocio. En los Rollos del Mar Muerto, uno de
estos conocido como 11QMelchizedek, aparece
como ángel que ejecuta el juicio de Dios).
Una visión aún más sorprendente de la realeza aparecen en el
Salmo 45. Este parece ser una canción para
una boda real. Comienza con una alabanza al rey: “Eres
la más hermosa de las personas, …… Ciñe tu espada al costado, valiente”.
La alabanza alcanza su máximo en el versículo 7: “Tu
trono es eterno, como el de Dios; un cetro de equidad es tu cetro real. Amas la
justicia y odias la iniquidad, por eso Dios, tu Dios, te ha ungido con óleo de
fiesta más que a tus compañeros”. Aquí el rey es llamado “Elohim”, Dios. Esto no significa que sea puesto al
mismo nivel que el Altísimo. Es cuidadosamente distinguido de “Dios, tu Dios”, que le ha ungido y de quien él
depende. Aunque el rey es claramente visto como algo más que un humano normal.
Es un ser divino, en cierto sentido.
El Salmo 45 enfatiza la
obligación del rey de mantener la verdad y justicia. Está obligación también
aparece en el Salmo 72. Este Salmo se queda
a un paso de llamar dios al rey, y ora porque pueda vivir tan largo como el sol
y la luna, y tenga dominio sobre los mares.
Visto en comparación con estos salmos, el oráculo de Nathan
pinta una imagen mucho más modesta del rey. Es verdad que aparece como hijo de
Dios, aunque nada se dice de ser engendrado por Dios, ni siquiera
metafóricamente. Como “hijo de Dios”, está
sujeto al castigo, un punto no señalado en estos salmos. Segunda de Samuel 7 representa una forma de
ideología real con un tono más bajo, incluso desmitologizado, y esto es lo que
cabe esperar en la Historia Deuteronomista.
Hay, no obstante, dos otros Salmos que están relacionados
muy de cerca con 2 Samuel 7. El Salmo 89 es un Salmo complejo que se compone de
tres partes: vv.1-18, 19-37, y 38-51.
Estas partes pueden haber sido compuestas en diferentes ocasiones. La primera
parte contiene una simple declaración de la alianza Davídica: “Hice un juramento a mi siervo David: He fundado tu
estirpe para siempre, he erigido tu trono para todas las generaciones”.
Esta es una promesa incondicional, bastante compatible con 2 Samuel 7, aunque no necesariamente dependiente
de este. El resto de vv. 1-18 es una
alabanza a Dios como creador, en términos míticos. (machacaste a Rahab como a
un cadáver). La segunda parte del Salmo elabora la promesa a David. Al rey se
le permite compartir con Yahvé el control sobre la naturaleza (pondré su mano sobre el mar, v.26). Llamará a Dios “padre”,
y Dios lo nombrará primogénito, altísimo entre los reyes de la tierra. Esta
sección ya prevé la posibilidad que “sus hijos
abandonen mi ley”. El contenido del Salmo aquí se corresponde casi
exactamente con 2 Samuel 7, y parece
depender de este. La referencia a “mi ley”
presupone probablemente la reforma Deuteronómica. La parte final del Salmo
prevé una situación donde Dios ha rechazado al rey y aparentemente renunciado a
la alianza. El marco más plausible para esta parte del Salmo es el exilio
Babilonio. Tomado como un todo, el Salmo recuerda la alianza con David en
términos que están completamente de acuerdo 2
Samuel 7, pare recordarle a Dios su promesa y pedirle que haga honor a
ella.
El Salmo 132 es una
celebración del traslado del Arca a Jerusalem, que también narra la promesa de
Yahvé a David. Comienza en 2 Samuel 7 en un
punto muy significativo. Confirma que “el Señor ha
jurado a David verdad que no retratará: un fruto de tu seno sentaré en tu trono”
(v.11). Esta vez, no obstante, su reinado es
condicional: “Si tus hijos guardan mi alianza, el
dictamen que yo les enseño, también sus hijos para siempre se sentarán en tu
trono”(v.12). aunque el Salmo no usa
un lenguaje característicamente Deuteronómico (como serían referencias al
nombre de Dios), parece presuponer el Deuteronomio en dos aspectos clave: la
insistencia en que el rey ha de guardar “mi alianza”
y “mis decretos” en v.12,
y la declaración que el Señor ha elegido a Sión como su lugar de reposo en vv.13-14. A pesar del intento de algunos
estudiosos en datar este Salmo como muy temprano, incluso en tiempos de David,
seguramente pertenece más bien a los últimos días de la monarquía. No hay
evidencia de que la realeza de linaje Davídico estuviese concebida
originalmente como condicional. Es mucho más fácil suponer que tenemos aquí una
extensión de la teología Deuteronómica que no sólo hace a los reyes sujetos al
castigos sino que incluso hace a todo el linaje sujeto al rechazo. Sin embargo,
el salmista expresa confianza en que las promesas a David y Sión aún son
válidas, y no muestra el tipo de angustia que encontramos en la última parte del Salmo 89. Este tono optimista es más fácilmente
explicable si el Salmo hubiera sido escrito en los últimos años de la
monarquía, antes del colapso.
Habrá que considerar la ideología real de Judá de nuevo en
varios puntos en el corpus profético, especialmente en conexión con Isaías de
Jerusalem. De momento se puede concluir que antes de la reforma Deuteronómica
los reyes en Jerusalem eran altamente exaltados. El rey era “hijo de Dios” o incluso dios.
Era el gobernante justo de toda la tierra. Era elegido y ungido por Dios sin
condición alguna. La promesa de una dinastía para siempre es mencionada en 2 Samuel 7, aunque los reyes se dice están sujetos
al castigo según sus pecados. Salmo 132
muestra que alguna gente sacó las consecuencias del Deuteronomio, manteniendo
que la promesa de una dinastía duradera estaba sujeta a la condición de la
observancia por parte del rey de la ley de la alianza.
La ideología real es muy importante para el desarrollo del “mesianismo” en el Judaísmo pos-exílico, y su
adaptación en el Cristianismo temprano. La promesa a David ofrece la base
principal para la creencia que el reino Davídico sería un día restaurado.
Además, la ideología real ofrece las bases para el punto de vista que el Mesías
es Hijo de Dios, y puede hablar como “Dios”.
El Salmo 110 (“El
Señor dijo a mi señor, Siéntate a mi diestra hasta que haga de tus enemigos
estrado de tus pies”) fue tomado como prueba en el Cristianismo Temprano
de que el Mesías ha de ascender al cielo (Hechos
2:34-36). Hay que señalar que la esperanza mesiánica no siempre fue
importante en el Judaísmo del Segundo Templo.
Vino a ser prominente en el último siglo antes de la era común. La típica
esperanza Judía para un Mesías Davídico era política en carácter e involucraba
la restauración de la dinastía y reino en Jerusalem. El Cristianismo llegaría a
afirmar que las profecías del Antiguo Testamento fueron cumplidas en Jesús, aunque
Jesús no restauró el reino de Judá de acuerdo con las expectativas Judías. La
creencia Cristiana que Jesús era el Mesías requirió una reinterpretación
considerable del mesianismo Judío.
LAS CONQUISTAS DE DAVID
Los capítulos 8 y 10
describen las guerras de David, en la cuales supuestamente subyugó a todos los
pueblos de alrededor –Filistea, Moab, Ammon, Edóm, hasta los Arameos en Damasco
y el Eúfrates. Los estudiosos modernos son escépticos respecto a estas
afirmaciones. No sólo no cuentan con el apoyo de evidencia extrabíblica, sino
que la misma Biblia no afirma que esos pueblos estuviesen bajo el control
Israelita en generaciones posteriores. Se puede acreditar a David el haber
contenido a los Filisteos y llevado a su fin el conflicto entre Filisteos e
Israelitas. También puede haber realizado campañas contra los pueblos vecinos,
aunque es poco probable que estableciese un control duradero de esas zonas. Segunda Samuel 24 describe un censo realizado por
David que supuestamente incluía Tiro y Sidón y todas las ciudades de los
Cananeos, aunque no se extiende a los Arameos u otros pueblos vecinos. Además,
queda bastante claro según el relato del reinado de Salomón en 1 Reyes que Tiro nunca estuvo sujeta a Israel. Las
reivindicaciones realizadas a favor de David en 2
Samuel 8 y 10 son en el mejor de los casos hiperbólicas, se sospecha de
su valor histórico. Quizá sea que el autor estuviese influenciado por la
promesa hecha a Abraham en Gén. 15:18-21: “Voy a dar a tu descendencia esta tierra, desde el río de
Egipto hasta el Río Grande, el río Éufrates”. Los descendientes de
Abraham ciertamente nunca controlaron todo este territorio en ningún momento
después del reinado de Salomón, y Salomón no fue un hombre de guerra, por lo
tanto el autor puede haber razonado que la promesa fue cumplida en tiempos de
David.
BETSABÉ
Como mucha gente en posición de poder, desde los tiempos
antiguos hasta hoy, David también tuvo en mente otras conquistas. La historia
de su encuentro con Betsabé está enmarcada en primavera, “cuando los reyes van a la guerra”. El Rey Saúl fue
muerto en batalla, pero David es lo suficientemente sabio y se retira de
asistir a las batallas en persona. Busca otras salidas para sus energías. El
relato contiene varios motivos. La mujer se baña donde puede ser vista. Su
esposo, Urias, lleva las instrucciones para su propio asesinato. David no
quiere inicialmente que el hombre muera, y trata de ocultar su adulterio
tratando que éste vaya a dormir con su esposa. Urías, sin embargo, siguiendo su
propia piedad y respeto por la tradición: se niega a
dormir con su esposa mientras sus compañeros están en el campo de batalla.
David hace que su general Joab ponga a Urías para que muera en la batalla, y
después del intervalo apropiado de luto, se casa con Betsabé.
En este punto entra en escena el profeta Nathan. Seguro que
no habría necesitado ninguna revelación para entender lo que había pasado.
Betsabé estaba embarazada, y la responsabilidad de David era clara partiendo
del hecho que se casó con ella. Lo remarcable es el coraje del profeta a la
hora de enfrentarse al rey. Puede, después de todo, que se le diese otro
mensaje para que lo transmitiera a Joab. Igualmente remarcable es la manera
como se enfrenta al rey. Los profetas posteriores, como Elías o Amos, se enfrentan
a los reyes cuando hacen algo malo, aunque no los denuncian tan duramente.
Nathan adopta una aproximación más suave. Le relata al rey una parábola. Como
muchas otras parábolas en los Evangelios, esta induce al lector a realizar un
juicio sobre sí mismo. También hay que señalar que Nathan no menciona ninguna
ley específica, ni recuerda al rey el éxodo ni la tradición de Israel. La
historia asume un sentido común de justicia, fundamentado quizá en la ley
natural, o al menos en las tradiciones comunes del antiguo Cercano Oriente. Los
reyes estaban sujetos a promover la justicia, y especialmente a defender a los
miembros más débiles de la sociedad(Salm. 45:8;
72:4). Aunque cualquiera sabía que era malo que un rico tomase de las
posesiones del pobre, el relato dramatiza el hecho dado que involucraba el
sacrificio de una pequeña corderilla. El planteamiento del profeta presupone
que el rey es a fin de cuentas una persona de buena voluntad, que tiene la
decencia de deplorar la injusticia. La técnica de Nathan no habría funcionado
para un Elías o Amos quienes tenían relaciones encontradas con los reyes de su
tiempo. Pero donde la parábola puede funcionar, es quizá para llevar al lector
al arrepentimiento en lugar de las denuncias características del profetas posteriores.
El niño nacido de Betsabé muere. Si este es el castigo por
el pecado de David, quizá se pueda pensar que le castigo está mal situado. Es
una característica de David el escapar a las consecuencias de sus acciones
mediante un arrepentimiento a tiempo. Además, Betsabé se convierte en la madre
el eventual heredero de David, Salomón. De nuevo, la Providencia obra de manera
inexplicable, y el Señor parece escribir con renglones torcidos. Como se puede
ver en la historia de Jacob, la bendición del Señor no está necesariamente
reservada para los más piadosos.
El patrón pecado, arrepentimiento, y castigo a destiempo es
evidente de nuevo en la última historia en 2 Samuel,
el relato del censo en capítulo 24. El
propósito del censo no se explica explícitamente, aunque es transparente –es el
preludio a los impuestos. De ahí la resistencia incluso del hombre de confianza
de David, Joab. David, como siempre, se arrepiente después que ha realizado la
acción. Aquí se le ofrece elija el tipo de castigo, este recae principalmente
sobre el pueblo (aunque se asuma que David estuvo entristecido por el
sufrimiento de su gente). Supuestamente, setenta mil personas murieron. De
nuevo, el castigo es a destiempo. David no pierde el favor del Señor. El
resultado de este incidente es que adquiere la era de Araunah el Jebusita y
construye un altar al Señor. Esta era es posteriormente identificada como el
lugar donde Salomón construyó el Templo (1 Cro.
22:1; 2 Cro. 3:1).
DAVID Y ABSALON
David, sin embargo, no sale ileso de todo esto. Segunda de Samuel 13-20 narra una trágica saga
familiar. Comienza con el incesto y secuestro de la hija de David Tamar a manos
de su hermano Amnon. Otro hermano, Absalom, espera la ocasión y finalmente mata
a Amnon en venganza. Absalom ha de huir. Finalmente regresa a Jerusalem,
mediante el buen oficio de Joab, pero le lleva dos años más para reconciliarse
con su padre. Habría que asumir que esta experiencia es la que en parte motiva
a Absalom a alcanzar el reinado mediante la conspiración. David ha de huir de
Jerusalem en duelo. Absalom entra en Jerusalem y simboliza sus usurpación del
trono de David yendo donde sus concubinas. Cae, no obstante, al seguir el
consejo del consejero de David, Hushai el Arquita, y al asistir en persona a la
batalla. Su fallecimiento es cómico –queda colgado de un árbol debido a sus
largos cabellos que eran su orgullo. David, como siempre, no se complace en sus
muerte y lamenta la pérdida de su hijo.
El relato muestra a David de manera muy favorable. No quiere
la muerte de ninguno de sus hijos, ni de Amnon ni de Abaslom, no importa lo que
hayan hecho. Este retrato puede servir los intereses de la propaganda real,
aunque también es un relato creíble. El retrato de Absalom no carece de
simpatía. Uno puede apreciar su enfado ante el secuestro de su hermana, e
incluso su impaciencia con la administración del anciano rey. Si su relación
con las concubinas de su padre parece ofensiva, se debe al consejo de
Ahitophel. Absalom parece ingenuo en su deseo de ir en persona a la batalla y
en su vanidad acerca de sus cabellos, que lleva a su caída. Al final la
historia se centra en David en lugar de Absalom. David es retratado ofreciendo
una imagen compasiva y perdonando a sus enemigos. Se niega a castigar a Shimei,
que le había maldecido, y acepta la explicación de Mefibosheth de su conducta.
Pero cuando un hombre llamado Sheba de la tribu de Benjamín (la tribu de Saúl)
intenta una secesión de Judá (cap. 20),
David actúa de manera resuelta para poner fin a la revuelta. Igual que en incidentes
anteriores Joab y su hermano Abishai, los hijos de Zeruiah, son los que
derraman la sangre. Si hay una culpa debido a la violencia, puede ser imputada
a ellos en lugar de David. La historia de los Gibonitas en capítulo 21 también tiene un fuerte carácter
apologético. David se deshace de los herederos de la casa de Saúl, excepto del
inválido Mefibosheth. Pero dice que esto era necesario debido a la culpabilidad
por la sangre derramada en la casa de Saúl, que estaba causando una hambruna.
Además, David hace un show de buena voluntad hacia la memoria de Saúl y Jonatán
enterrándolos propiamente. La acción del rey es despiadada, pero el relato la
justifica y la cubre con una glosa piadosa. La reputación del rey es defendida
y exaltada. Sin embargo, la historia de Absalom no ha de ser vista solamente
como propaganda política. Es un relato conmovedor del dilema de un padre cuyo
hijo se ha vuelto contra él.
La historia de Abasalom es un relato de acción humana, con
poca interferencia divina. En 17:14 se nos
dice que Absalom eligió el consejo de Hushai en lugar del de Ahitophel porque
el Señor así lo había ordenado. El carácter humanista del relato ha llevado a
algunos a suponer que está relacionado con la literatura Sapiencial, similar a
la que se encuentra en el libro de Proverbios. Muchos estudiosos han supuesto
que la historia de Absalom fue compuesta en la corte real; un marco similar se
ha propuesto a menudo para Proverbios. Una de las cosas sorprendentes de esta
historia es el papel predominante de los consejeros. Amnon es patrocinado por
Jonadab; Abasalom por Ahitophel y después Hushai. En cierto punto se nos dice “que el consejo de Ahitophel era como consultar el oráculo
de Dios”(16:23). Todos esos
consejeros son sabios, aunque no son necesariamente buenos. Jonadab, aconseja a
Amnon como hacerse con su hermana Tamar, es descrito como “muy sabio”, aunque
su sabiduría parece bastante inmoral. Lo mismo se puede decir de Ahitophel, que
cambia de un amo al otro, y comete suicidio cuando su consejo no es aceptado.
Hushai es retratado positivamente, dado que actúa a favor de los intereses de
David, aunque no tiene escrúpulos en engañar a Absalom. La conducta de estos
consejeros es probablemente una reflexión razonable de los papeles que esta
gente jugó en las cortes reales del mundo antiguo. Hubo siempre una tensión
entre consejeros y profetas, que competían por el oído del rey. La historia de
Absalom no considera toda sabiduría de manera negativa, aunque no la describe
como bien moral, en la manera como la encontramos en el libro de Proverbios.
LOS SALMOS DE DAVID
Los capítulos finales de 2
Samuel contienen dos composiciones poéticas que se dice son de David.
Según 1 Samuel 16:18, David era un músico
bien dotado. En tradiciones posteriores vendría a ser el autor de los Salmos
por excelencia. Una composición encontrada en los Rollos
del Mar Muerto le acredita con 3.600 salmos y 450 canciones (11Q5 col. 27)- un total que rivaliza con la
productividad de Salomón en 1 Rey. 5:12 (1 Reyes
4:32 en la versión Inglesa). El salmo atribuidos a él en 2 Samuel 22 también se encuentra en el Salterio
como es el caso con el Salmo 18. Es un Salmo
de Acción de Gracias, que alaba a Dios por haber liberado al Salmista de las
olas de la muerte. Es notable por una descripción de una teofanía de Yahvé como
dios de la tormenta en 2 Samuel 22:8-16.
El poema más corto, llamado “las
últimas palabras de David”, es notable en varios aspectos. Menciona la “alianza eterna” descrita en 2 Samuel 7. Aunque también afirma que “el espíritu del Señor habla por mi”(23:2). David, en efecto, fue un profeta, y así fue
visto ampliamente a lo largo de la antigüedad. La composición procedente de los
Rollos del Mar Muerto que lista las palabras
de David dice que David compuso todos sus Salmos y canciones en el espíritu de
profecía. Este texto también dice que era sabio.
Incluso cuando se sospecha que gran parte del retrato de
David en los libros de Samuel tuvieron su origen como propaganda política, el
carácter de David tal como es descrito es bastante atractivo. Ningún otro
carácter en la Biblia Hebrea está tan bien acabado. Aquí tenemos a un personaje
completamente humano, que no es un santo según estándares posteriores. Es un
individuo con un carácter fuerte culpable de asesinato, adulterio, y varias
formas de extorsión y explotación. Aunque también es una figura emocional, cuya
tristeza por su amigo Jonathan o por su hijo Abaslom es conmovedora. Incluso
cuando los autores bíblicos trataron de excusar y justificar sus acciones, lo
retrataron, no obstante, como un hombre falible e incluso pecador. La tradición
posterior mejoró la leyenda de David acreditándole el don de profecía y la
composición de los Salmos. En el proceso, se le describe más piadoso de cómo
aparece en los libros de Samuel (se observa también esta tendencia en los
libros de Crónicas). El encanto del carácter bíblico, no obstante, es
precisamente su humana falibilidad. Es esta apreciación de la imperfección de
la naturaleza humana la que distingue la historia de David como una de las
piezas de literatura más refinadas que nos han llegado de la antigüedad.
------------------------
REFERENCIAS:
1.
McCarter, P. Kyle, Jr. II
Samuel, AB 9B. NY: Doubleday, 1984. Comentario histórico estándar.
2.
Cross, Frank Moore. “Canaanite
Myth and Hebrew Epic: Essays in the History of the Religion of Israel”.
Cambridge: Harvard Univ. Press, 1973 (229-65). Influyente tratamiento a la luz
de la tradición Cananea.
3.
Day, John, ed. “King
and Messiah in Israel and the Ancient Near East”, 1998. Colección de
ensayos sobre la ideología real y esperanza mesiánica.
4.
Mettinger, T.N.D. “King
and Messiah: The Civil and Sacred Legitimation of the Israelite Kings”.
ConBOT 8. Lund: Gleerup, 1976. Discusión sobre el establecimiento de la
dinastía Davídica, centrada principalemente en 2 Samuel 7.
5.
Mowinkel, Sigmund. “He
That Cometh”. Estudio clásico de la ideología real en el antiguo Cercano
Oriente, y el desarrollo de la expectativa mesiánica.
6.
Finkelstein, Israel, and Neil Asher Silberman. “The Bible Unearthed: Archaeology´s New Vision of Ancient
Israel and the Origino f Its Sacred Texts”. NY: Free Press, 2001(49-68).
Punto de vista escéptico del reinado de David.
No hay comentarios:
Publicar un comentario