DESDE JUAN EL BAUTISTA A PABLO
Dos de las cosas más seguras que se conocen acerca de Jesús
son el comienzo y final de su carrera, que son también dos hechos
esclarecedores. Jesús comenzó su ministerio público, dentro de lo que se sabe,
en cercana conexión con Juan el Bautista, probablemente como discípulo(1). Después de su muerte y resurrección hubo un
movimiento que lo elevó a Mesías, que inició una misión a los Gentiles, y que
fue –algunas veces y en algunos lugares- perseguido.
El surgir de la iglesia ha sido a menudo visto como algo
distinto de, o en oposición a la intención de Jesús: Jesús
proclamó la venida del reino y lo que vino fue la iglesia. Por el
momento hay que señalar el punto en el que la Iglesia y Juan el Bautista, uno
señalando hacia atrás y el otro hacia delante, nos dicen lo mismo acerca de la
vida y obra de Jesús: estuvieron establecidos en un marco de expectativa
escatológica Judía(2).
La razón para ver a Jesús conectado muy de cerca con Juan,
quizá dependiente de él al comienzo, ha sido dada de la siguiente manera: Los
Evangelios y Hechos se esfuerzan en situar a Juan en un papel subordinado
auto-asignado respecto a Jesús; el esfuerzo es tan fuerte que lleva a suponer
que lo contrario era el caso, que Jesús comenzó como seguidor de Juan el
Bautista. La descripción en los Evangelios no ha de ser tan invertida como para
negar toda conexión, sino que ha de ser vista más bien como la admisión de una
conexión imposible de erradicar. La necesidad Cristiana de relegar a Juan a una
posición subordinada es observable con más claridad en el cuarto Evangelio (Juan 1:20): “Confesó,
sin negarlo: Yo no soy el Cristo”; (1:34):
“Yo lo he visto y doy testimonio de que ése es el
Elegido de Dios”; (3:30): “Es preciso que él crezca y que yo disminuya”; Hechos 18:24-26, el
bautismo de Juan es inferior). En un aspecto el Evangelio de Juan señala
más claramente que los sinópticos a Jesús como discípulo de Juan dado que Jesús
obtuvo sus primeros discípulos de los seguidores de Juan(Juan 1:35-40). En Juan
3:22-24 y 4:1-3 Jesús es descrito realizando una misión que, aunque
independiente de la de Juan, es similar en naturaleza y próxima en cuanto a
situación(3).
Que Juan era un profeta escatológico de arrepentimiento está
claramente señalado en el relato de Josefo(4).
Además, la descripción de Juan y su mensaje en el Evangelio concuerda con la
visión de Josefo: “Predicación en el desierto”;
la vestimenta, que recuerda a Elías; el mensaje de arrepentimiento en preparación para el
juicio venidero(5). Estos rasgos no son
cuestionados por los estudiosos del Nuevo Testamento.
Los Evangelios enfatizan diferencias entre Juan y Jesús.
Éstas son presentadas como siendo de alguna manera opuestos polares. Juan era
un asceta(Previsto por adelantado, Lucas 1:15;
cf. Marcos 1:6; Mat.
11:18//Lucas 7:33), y su misión era separar el grano de la paja(Mat. 3:12//Lucas 3:17). Él y sus discípulos
ayunaban, mientras que Jesús y sus discípulos no lo hacían(Marcos 2:18). Jesús era conocido como bebedor de
vino y un glotón(Mat. 11:19), y su misión
era incluir a los pecadores. Aunque es posible que esos contrastes hayan sido
esquematizados, no hay argumento particular que se pueda realizar contra
ninguno de ellos, y probablemente señalen diferencias recordadas entre los dos
hombres que estuvieron de acuerdo en la tarea principal. No hay razón en
cualquier caso para dudar de la descripción de Juan como predicador
escatológico(6).
En este caso no es tan importante decidir qué tipo de
reconocimiento si hubo alguno, Juan le otorgó a Jesús(7).
Es más importante, en orden a entender a Jesús, descubrir cómo él veía su
propia obra en relación con la de Juan. Mateo y Lucas ofrecen un material
diseñado para responder esta cuestión. Lamentablemente, la responde muy bien. “Los profetas y la Ley fueron hasta Juan”, quien de
hecho era Elías(Mat. 11:13). Aquí se le
otorga a Juan su papel habitual como precursor de Jesús. La que probablemente
sea auténtica es Mat. 11:11//Lucas 7:28: “Entre los nacido de mujer, no ha aparecido uno mayor que
Juan el Bautista, sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es
mayor que él”. Como dice O´Neill, “Jesús no
está contrastando todos los nacidos de mujer, con Juan a su cabeza, con
cualquier otro grupo de hombres, el último de los cuales es más grande que
Juan; está contrastando el estado presente de los más grandes hombres con el
futuro estado del último en el futuro Reino”(8).
Posteriormente, los Cristianos quizá entendieran el dicho en el sentido que el
último miembro de la iglesia es más grande que el más grande no-miembro, aunque
la interpretación de O´Neill ofrece una interpretación plausible del
significado del dicho en tiempos de Jesús. El Reino de Dios, el cual
transformará el estado de las cosas, está cerca. Si Juan el Bautista era
grande, los más grandes que él serán aquellos que compartirán al completo el
Reino(9). De esto sigue que Jesús veía su propio
trabajo como la proclamación del Reino, el cual, parece ser, él veía como la
siguiente y final etapa en el plan de redención de Dios. Si Jesús consideraba a Juan el más grande en la historia
de la humanidad, probablemente pensó que él mismo estaba involucrado en los
actos del final de la Historia(no necesariamente que él era de un nivel
diferente).
Importante para la investigación es el simple hecho que
Jesús comenzó su ministerio público en muy cercana relación con Juan el
Bautista y que el Bautista era un profeta escatológico que pedía el
arrepentimiento de Israel en vista a la llegada del Reino. Si es verdad que Mat. 11:11 describe la estima de Jesús hacia Juan,
entonces se puede concluir que veía su propio trabajo con un significado final.
Las cartas de Pablo ofrecen abundante evidencia de que la
expectativa escatológica Judía permanece tanto en la conclusión como en el
comienzo de la carrera de Jesús. Antes que nada estaba la expectativa que el
final de todas las cosas estaba cerca(10).
Difícilmente puede esto ser la contribución peculiar de Pablo respecto a la
propia auto-comprensión Cristiana. Parece más bien que esto era compartido por
todos los primeros Cristianos, y Pablo caracteriza como “palabra del Señor” la
promesa que todos los que aún están vivos cuando regrese el Señor no
adelantarán a los que ya han perecido(I Tes.
4:15).
La comprensión de Pablo de su propia misión en la etapa
final de la historia, que surge especialmente en Roma, permite que se pueda ser
más específico acerca de cuál era la expectativa. Pablo se describe a sí mismo
comprometido en la misión a los Gentiles. Es él un apóstol de los últimos días,
preparando la ofrenda de los Gentiles de manera que pueda ser aceptable(Rom. 15:16). Además, estaba realizando una
colecta, que, además de ser para aliviar a los pobres, era probablemente
entendida simbólicamente como representando el tributo de los Gentiles. El
esquema esperado fracasó. Israel no se consolida, no es victorioso. Israel ha
rechazado a Jesús como Mesías. Pablo ha de revisar el esquema: los Gentiles
vendrán primero, y después, como resultado de la misión a los Gentiles, Israel
será salvado(Rom. 11:13-16; 11:26; 11:30).
La revisión del esquema demuestra su existencia y establece sin lugar a dudas
el escenario escatológico de la obra de los Apóstoles.
Pablo, sin duda, corrigió la expectativa escatológica Judía
dándole mucho más alcance. Los Gentiles, mantenía, estaban al mismo nivel que
los Judíos. Aún más radical, argumentaba que los Judíos habían de unirse al
movimiento mesiánico. No eran miembros meramente siendo obediente a la Ley(11). Dejando aparte las peculiares contribuciones de
Pablo a la auto-comprensión Cristiana habría que centrarse en la presuposición:
El Mesías ha llegado; todo el pueblo de Dios, Judío
y Gentil a la vez, está siendo reunido; el fin está cerca.
Antes de Pablo el nuevo
movimiento ya se mostró distinto dentro del Judaísmo. Era identificable y
estaba sujeto a persecución. Además, ya se había
comenzado una misión a los Gentiles. Al igual que se puede dudar del
punto de vista del autor de Hechos que Pablo era primariamente apóstol a los
Judíos en la diáspora(12), se puede dudar que
fuese Pedro el primero en admitir Gentiles en el nuevo movimiento(Hechos 10). Aunque es cierto que los otros
apóstoles en Jerusalem aprobaron su admisión. Pedro visitó una iglesia mixta en
Antioquia(Gal. 2:11-14), ésta había sido
fundada aparentemente antes de la conversión de Pablo. Pedro, Santiago y Juan
no sacaron “inmediatamente” las mismas conclusiones que Pablo acerca de las
condiciones requeridas para admitir a los Gentiles –sin requerirles la
circuncisión y el resto de la Ley- y la falta de precisión en las predicciones proféticas
sobre este punto dieron lugar a desacuerdos. Quizá, como dice Munck, pensaron
que los Gentiles serían admitidos sólo después que Israel fuese establecido y
no habían pensado acerca de este tema en absoluto(13).
Pero el éxito de Pablo y otros misioneros con los Gentiles(ej. Roma) hizo que
los “pilares” en Jerusalem prestasen atención al tema. Y, según Pablo,
estuvieron explícitamente de acuerdo en que los Gentiles podían ser admitidos
en el pueblo escatológico de Dios sin aceptación formal de la Ley(Gal. 2:6, “nada nuevo
me impusieron”), aprobando así lo que Pablo, y probablemente otros antes
que él, habían estado haciendo.
La marcha de Pedro a Antioquia(Gál.
2:12) probablemente nos diga todo lo que necesitamos saber acerca de su
posición. Aprobaba la misión a los Gentiles y se sentaba a la mesa con aquellos
Gentiles que habían entrado en el movimiento mesiánico, aunque había límites a
su participación con ellos, dado que no se podía permitir que su apostolado a
los Judíos cayera en desprestigio(14).
Así que Pedro y los otros en Jerusalem vieron apropiada la
misión Gentil, aunque ellos no se involucraran activamente en ella(15). En el caso que hubiese alguna duda acerca de
esto, esto pondría a Pedro, Santiago y Juan enfrentados en el contexto de la
expectativa escatológica Judía. El movimiento que permitieron (Gal. 2:9) no requería una completa conversión al
Judaísmo. Esto no entra dentro del contexto de esfuerzos normales hacia el
proselitismo. La admisión de los Gentiles, por lo tanto, ha de ser vista como
resultado natural de la expectativa escatológica, según la cual los Gentiles se
volverán hacia el Dios de Israel. Hay que recordar también la urgencia con la
que Pablo(y quizá los demás misioneros)trabajaron. Su preocupación era
completar el circulo completo del mundo Gentil, de manera que antes del fin “el
número total de Gentiles habría sido admitido(Rom.
15:19, “cumplido el Evangelio” “en un circulo”; 11:25,
“completar el número de Gentiles”; 13:11,
cercanía del fin).
Esto lleva a una inferencia más importante. Un maestro y
sanador que es ejecutado y según sus seguidores resucitado no explica, sobre la
base de estos hechos, el surgimiento de un movimiento que en un muy corto
periodo de tiempo comienza la actividad que caracteriza el último acto de un
drama escatológico, la introducción a los Gentiles. Los primeros discípulos
posiblemente ya vivían en el mundo de la esperanza escatológica al consentir de
buena gana la misión a los Gentiles. Pedro y los otros deben haber visto el
ministerio de Jesús como evento clave en el cumplimiento de las profecías de la
restauración de Israel y la sumisión de todo el mundo al Dios de Israel. Esto
nos lleva desde el marco del ministerio de Jesús a su propia carrera.
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1.
Que Jesús fue bautizado por Juan es actualmente
aceptado como indiscutible. Ver, por ejemplo, Bultmann, “History”, p. 247. Para el punto de vista que los
caminos de Juan y Jesús nunca se cruzaron, ver Morton Scott Enslin, “Christian Beginnings: Partes I y II”, 1938,
reimpreso en 1956, p. 151; “John and Jesus”,
ZNW 66, 1975, pp. 1-18.
2.
James D.G. Dunn, “Jesus
and the Spirit”, 1975, p. 42. Jack T. Sanders, “Ethics
in the New Testament”, 1975, p.5 señala que la prueba más fuerte que
Jesús esperaba un fin inminente es el apoyo a J. Bautista, Mat. 11:7-11, 16-19.
3.
Para la hipotética reconstrucción de una fuente
detrás del retrato de Jesús como continuación de Juan el Bautista en el Cuarto
Evangelio, ver Goguel, “Jesus”, pp. 269-75.
Mantiene en su estudio que Jesús trabajó durante un tiempo “en línea similar a
la de Juan” y que los dos se separaron después de un desacuerdo.
4.
Josefo, AJ XVIII.116-119. Según Josefo el
bautismo de Juan no era para la erradicación de los pecados, sino que requería
una purificación prior mediante una conducta correcta. La necesidad de
arrepentimiento es en cualquier caso clara. Que Juan era un profeta
escatológico no está tan claro en Josefo, que aquí como en otros sitios
minimiza los rasgos escatológicos. Sin embargo, escribe que Herodes lo hizo
ejecutar porque temía disturbios. El Bautismo y la piedad no cuentan para esta
reacción, por lo que un mensaje de redención nacional es muy probable.
5.
Los Evangelistas llaman la atención sobre Isaías 40:3(Marc. 1:3). El desierto como lugar para
la restauración del verdadero culto de Israel, ver Oseas
2:14-20(Heb. 2:16-22), cf. 12:9(10). Ver Hengel, “Charismatic Leader”,
p. 36.
6.
Entre las obras recientes sobre Jesús que
apuntan hacia un relato más detallado del Bautista, se puede consultar J. Jeremias,
“Proclamation”, pp. 43-9, especialmente. Ver
también, por ejemplo, Walter Wink, “John the
Baptist in the Gospel Tradition”, 1968. La mayor parte de la obra de
Wink trata con el uso que hacen los evangelistas de las tradiciones acerca de
Juan, aunque ve claramente que el uso teológico que se hace del Bautista
depende del “Hecho Histórico que mediante la
mediación de Juan, Jesús percibió la cercanía del Reino y su propia relación
con su llegada”(p. 113).
7.
Hay un argumento interesante aunque no completamente
convincente a favor de este reconocimiento en J.C. O´Neill, “Messiah. Six Lectures on the Ministry of Jesus”,
1980, pp. 2-8.
8.
O´Neill, “Messiah”,
pp. 10.
9.
Sobre el frecuente uso de Jesús de argumentos “a
fortiori”, ver Cadbury, “The Peril of Modernizing
Jesus”, pp. 58-63.
10.
Esto aparece a lo largo de toda la línea
cronológica de las Cartas de Pablo. Su visión del final, y de la probabilidad
de estar vivo para verlo, puede haber cambiado de alguna manera, pero la
expectativa que estaba cerca, no. Ver I Tes.
4:15-17(nosotros los que quedemos); I Cor. 15:51(no todos
dormiremos); I Cor. 7:29 y Rom. 13:11(todas al efecto que el final estaba
cerca). Ver también II Cor. 5:1-10; Fil. 1:19-26.
11.
Sanders, “Paul, the
Law and the Jewish People”, pp. 171-79.
12.
Ibid., pp. 171-79.
13.
Johannes Munck, “Paul
and the Salvation of Mankind”, ET 1959, pp. 119.
14.
El motivo detrás de la retirada de Pedro es
hipotético, aunque es el más razonable. Ver “Paul,
the Law and the Jewish People”, pp. 19.
15.
No se puede tener la certeza que Pedro nunca
bautizara a un Gentil, al igual que no se puede tener la certeza que Pablo
nunca bautizara a un Judío. La intención aquí es de describir las líneas
principales de la dedicación apostólica. Pedro era básicamente un Apóstol de la
circuncisión(Gál. 2:9). Su posición, sobre
los Gentiles era moderada. Pablo lo separa de aquellos que deseaban exigir la
circuncisión de los Gentiles. Además, Pedro visitó iglesias Gentiles, no sólo
en Antioquia, sino, aparentemente, en otros lugares(1
Cor. 1:12; quizá también 9:5).
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