JESÚS, NUEVO TEMPLO Y RESTAURACIÓN
La mejor explicación de la acción demostrativa de Jesús en
el Templo y sus dichos contra el templo (si eran una predicción o amenaza) hay
que encontrarla en su expectativa escatológica. El reino estaba cerca, y una de
las cosas que esto quería decir era que el antiguo templo sería reemplazado por
uno nuevo. Esta explicación de la palabra y acciones de Jesús podría ser
contra-argumentada si el significado propuesto no tuviese contexto en el
Judaísmo contemporáneo; o sea, si no hubiese expectativa de que el eschatón traería un nuevo Templo. Por otro lado,
evidencia de que una conexión entre el eschatón
y el Templo era algo corriente serviría para apuntalar la posición arriba
propuesta.
Las esperanzas expresadas por los profetas antes de la
construcción del segundo templo no disputan esto(1).
Sería útil, de forma abreviada establecer algunos de los pasajes claves que se
consideran ofrecen los términos y el marco de la expectativa escatológica Judía
en el siglo primero.
Isa. 49:5: Dios
restaurará a Jacob o las “tribus de Jacob” a
través de su siervo, y sus salvación alcanzará los confines de la tierra.
Isa. 56:1-8: Dios reunirá
a los “dispersos de Israel” y, además,
extranjeros que se adhieran a Yahvé y que observen el sabbath
y mantienen la alianza. Incluso pueden realizar sacrificios sobre el altar, “porque mi casa será llamada casa de oración para todos
los pueblos” (`ammim; ethne).
Isa. 60:3-7: Las naciones
caminarán hacia la luz de Israel; sus hijos e hijas vendrán de lejos, igual que
“los tesoros de las naciones”. Se realizarán
sacrificios, “glorificaré mi gloriosa casa”.
Isa. 60:10-14:
Extranjeros construirán los muros de Jerusalem; Israel recibirá “la riqueza de
las naciones”; los Gentiles que no se sometan serán destruidos”. El Templo será
embellecido.
Isa. 66:18-24: Dios
reunirá a “todas las naciones y lenguas”;
ellos “anunciarán su gloria a las naciones”;
los Judíos dispersos entre las naciones serán traídos “como oblación a Yahvé”,
algunos vendrán a ser sacerdotes y Levitas. Dios creará unos cielos y una nueva
tierra, que perdurará, como “vuestros descendientes y apellidos”.
Miqueas 4: En días
futuros “el monte del Templo de Yahvé” se
asentará en la cima de los montes, acudirán a él los pueblos y naciones
numerosas para aprender la Ley, la palabra del Señor. Dios recogerá al cojo,
que será el remanente. Israel derrotará a las naciones enemigas y consagrará a
Yahvé su botín y riqueza al Señor de toda la tierra.
Estos pasajes reflejan la superposición de temas que también
están atestiguados separadamente; la reconstrucción del tempo (también Isa. 44:28; Ezeq. 40-43); la restauración del
Israel disperso (Ezeq. 34, 37, bajo el liderazgo de
David; 47:13 – 48:29, la división del país entre las doce tribus); la
sumisión de los Gentiles (cf. Isa. 54:3; 60:16;
61:6). Estos pasajes y otros han sido a menudo reunidos y estudiados(3), y la influencia de varios de ellos sobre los
primeros movimientos Cristianos es bien conocida. La cuestión es esta:
constituye el complejo de temas representados arriba una unidad conocida e
identificable en el periodo pos-bíblico?
Esta cuestión ha sido a menudo respondida afirmativamente.
Nickelsburg lo pone de la siguiente manera:
“la destrucción de Jerusalem y el
Exilio significó la interrupción de la vida y ruptura de las instituciones cuya
original forma nunca fue restaurada. Mucha de la teología pos-bíblica Judía y
literatura estuvo influenciada y algunas veces gobernada por una esperanza de
restauración: una retorno de los dispersos; la aparición de un heredero
Davídico para eliminar las cadenas de la dominación extranjera y restaurar la
soberanía de Israel; la reunión de un pueblo alrededor de un Templo nuevo y
glorificado”(3).
Es importante señalar la frase “nunca
fue restaurada”. Es verdad dado que las más grandiosas visiones de
Isaías, Miqueas, y Ezequiel no fueron realizadas. “Jacob” (las doce tribus) no
fue reunido de nuevo. La restauración e Jerusalem no hizo que los muros fuesen
reconstruidos con joyas; la riqueza de las naciones y reyes no adornó Jerusalem
y el Templo; las fronteras Davídicas no fueron recuperadas hasta los Hasmoneos;
y no durante mucho tiempo. Frases como “nuevos cielos
y nueva tierra” (Isa. 66:22)
emparejadas con el grado en el cual la realidad se quedaba corta respecto a las
más modestas predicciones, podía fácilmente llevar al punto de vista que esas
profecías eran para un tiempo bastante más distante. Sería comprensible según
un punto de vista del siglo primero que el tiempo llegara cuando el disperso
Israel fuese restaurado, cuando un rey Davídico surgiese, cuando Jerusalem
fuese reconstruida, cuando el templo fuese embellecido, y cuando las naciones
se sometieran al Dios de Israel.
Pero lo razonable no es una prueba. Gaston objetó respecto
al “nuevo Templo” parte de la descripción de
lo que los Judíos podrían haber
razonablemente esperado para tener esperanza en ello, y en cualquier
caso la cuestión de si o no un rasgo de la restauración implica otro requiere
una consideración cuidadosa. Veamos un repaso de los pasajes relevantes de la
literatura Judía durante el periodo del segundo Templo, o sea, excluyendo todo
el material posterior al 70 d.C.
Este complejo
temático (excepto para con el rey David) es visible en Tobías. La fecha de la
obra no es cierta, pero debe ser posterior a Nehemías y probablemente anterior
a la revuelta Macabea. En la oración de regocijo de Tobías al final del relato,
predice que aunque Dios afligirá a Israel, “nos
reunirá de las naciones en que nos ha dispersado”(Tob. 13:5). “Pueblos
numerosos vendrán de lejos…… trayendo ofrendas en sus manos”(13:11[13]). “Jerusalem
será reedificada con piedras preciosas y oro puro”(13:16-18; cf. Isa. 54:11). El autor toma nota de
la discrepancia entre las predicciones proféticas que él repite y la realidad del
segundo Templo:
“........ Edificará la casa ,
aunque no como la primera, hasta que se cumplan los tiempos del mundo. Después
de esto volverán de la cautividad y edificarán a Jerusalem magníficamente, y en
ella la casa de Dios, gloriosa, como de ella han dicho los profetas”(14:5).
A esta predicción le sigue la afirmación que “Todas las naciones (Gentiles) del universo se volverán
sinceramente a Dios” (14:6). Al menos
en este caso las profecías de Isaías, que la reconstrucción del Templo no
cumplió, fueron aplicadas al fin de los tiempos.
En el prefacio a su abreviación de la historia de Jasón de
Cirene sobre la revuelta Macabea y la purificación del Templo, el compendiador
también revela el sentimiento que la restauración no ha sido completa.
Jeremías, escribe, escondió la tienda, el arca y el altar del incienso y
predijo que “Este lugar quedará desconocido hasta que
Dios vuelva a reunir a su pueblo y le sea propicio”(2 Mac. 2:7).
La visión en 1 Enoc 24-25
está principalmente interesada en el árbol de la vida, aunque se dice que el
árbol será trasplantado “al lugar santo, al templo
del Señor, el Rey Eterno”(1 En. 25:5).
El Templo es presumiblemente el trono de Dios, donde se sentará “cuando descienda a visitar la tierra con bondad”(25:3). Charles señala que “no podemos decir si el
autor trataba aquí de la Nueva Jerusalem” de 90:29
o no. “Es, de todas maneras, una Jerusalem limpia de
toda impureza y quizá sea probablemente lo que el autor quiere decir”(4).
Más respecto a este punto, aunque cuestionado por Gastón,
son las citas en 1 Enoc 89-90. Leemos
primero que las ofrendas estaban contaminadas:
“comenzaron de nuevo a construir,
como antes elevaron la torre, que fue llamada torre alta, y comenzaron de nuevo
a colocar una mesa ante la torre, pero todo el pan que había estaba contaminado
e impuro”.
El resultado es que el Templo fue destruido y reemplazado:
“Me levanté para ver como Él
desarmó esa vieja casa, se llevó todas sus columnas, vigas y adornos de la casa
que fueron retirados al mismo tiempo, y se los llevaron y los pusieron en un
lugar al sur de la tierra.
Vi cuando el Señor de las ovejas trajo una nueva
casa, más grande y alta que la primera y Él la puso en el sitio de la primera
que había sido desarmada. Y todas sus columnas eran nuevas y sus adornos eran
nuevos y mayores que los de la primera, la casa vieja que se había llevado.
Todas las ovejas estaban adentro(90:28-29).
En 90:30 las ovejas no
habían sido tomadas, así como las bestias y los pájaros, hacen homenaje a “esas ovejas”; i.e., los Gentiles obedecen a los
fieles de Israel. Aquí Gastón argumenta que, dado que la “nueva casa” es los suficientemente grande para
contener a todas las ovejas, debe ser Jerusalem, no sólo el Templo(5). Esto es plausible. La visión de hecho no distingue
ciudad de Templo, aunque parece referirse a ambos. Los pilares y ornamentos se
refieren más naturalmente al Templo que a la ciudad. Además, la mención más
temprana de polución de los sacrificios (89:73)
indica que las preocupaciones por el Templo están presentes. Esto lleva a la
inferencia que el nuevo Templo sería incluido en la nueva ciudad.
En el Apocalipsis
de las Semanas hay una diferencia directa a un Templo eterno: “Será construido
el templo de la realeza de El Grande, en su esplendor eterno, para todas las
generaciones” (1 Enoch 91:13). La octava
semana pertenece al fin de los tiempos. Así tenemos aquí una referencia clara a
la construcción de un Templo escatológico.
Jub. 1:15-17 predice que
Israel se volverá hacia Dios con corazón, alma y fuerza. Los reunirá de entre
los Gentiles. “Construiré mi Templo y moraré entre
ellos….” A continuación, en el mismo capítulo Dios instruye al ángel de
la presencia: “Escribe a Moisés (lo ocurrido) desde
el principio de la creación hasta que me construyan mi templo entre ellos por
los siglos de los siglos”. Dios demostrará que es el padre de todos los
hijos de Jacob (implicando al restauración de las doce tribus)1:28, y habitará con Israel “toda la eternidad”(1:26).
Los Testamentos de los Doce
Patriarcas pueden ser usados con menos confianza que las otras obras
Seudoepígrafas(6), pero en beneficio de una
visión completa hay que citar este pasaje, Testamento
de Benjamín, 9:2. Según esto, a pesar del pecado
“El templo de Dios se ubicará en
vuestra heredad [y este último será más glorioso que el primero]; allí se
congregarán las doce tribus y todos los pueblos, [hasta que el Altísimo envíe
su salvación por medio de la visita del profeta unigénito]”.
En el Salmo de Salomón 17 varios temas proféticos aparecen.
El rey, el hijo de David (17:23) purgará
Jerusalem de los Gentiles (17:25). “Reunirá (el Rey) un pueblo santo al que conducirá con
justicia; gobernará las tribus del pueblo santificado por el Señor su Dios”
(17:26[28]). Esto aparentemente se refiere a
la reunión de un Israel purificado, refinado. Los Gentiles le servirán, y “glorificará al Señor a la vista de toda la tierra”(17:32[30]). Esto se refiere aparentemente a un
exaltado Monte Sión y al Templo. Los Gentiles vendrán “a
contemplar su gloria, trayendo como dones a sus hijos, privados de su fuerza”(17:34[31]). Aquí se está refiriendo claramente a
la reunión de los dispersos.
El Rollo del Templo añade
una evidencia importante que indica que al menos algunos esperaban un nuevo
Templo que sería construido por Dios en el eschaton.
El Rollo del Templo trata en gran detalle
con la conducción del Culto en un Templo idealizado, el Templo que debe existir
en Jerusalem. El punto sorprendente es que este Templo idealizado, dirigido de
la manera que Dios siempre había ordenado, no es el Templo final. Dios es
descrito hablando en primera persona:
“Santificaré mi Templo con mi
gloria, pues haré morar sobre él mi gloria hasta el Día(7) de la
Creación(Bendición), cuando cree [´ebra] mi Templo estableciéndolo para mí por
siempre, según la alianza que hice con Jacob en Beth-El”(11QRollo del Templo 29:8-10)(8).
Este pasaje ayuda a demostrar lo natural de la conexión
entre esperar un nuevo Templo y la suposición que el antiguo sería destruido.
El pasaje del Rollo del Templo no contiene la palabra “destrucción”,
aunque al limitar el periodo de tiempo durante el cual la gloria de Dios
habitará en el Templo –hasta el Día de la Bendición-, la implica claramente. La
conexión entre el “Templo nuevo” y la “destrucción del antiguo”, igual que la conexión
entre la “nueva Jerusalem” y el “Templo nuevo (o renovado)”, era quizá demasiado
obvia como para requerir una declaración explícita.
Otra evidencia, aunque pequeña, es importante. Los Oráculos
Sibilinos contienen referencias a un Templo nuevo y otros aspectos de la
restauración de Israel. En 3.294(3.360) el vidente dice que “el Templo ha de ser de nuevo como era antes”(9). En la sección escatológica leemos que “todos los hijos del gran Dios vivirán tranquilos
alrededor del Templo”, lo que llevará a los Gentiles a adorar a Dios
(3.702-20/”o” 3:878-95). En 3.772-4 “o” 3.960-4 son descritas las ofrendas de
los Gentiles. En 5.414-33 “o” 5.555-74 un “hombre
bendecido descendido del cielo destruye a
los malos, reconstruye Jerusalem de manera que es más brillante que las
estrellas, el sol y la luna”, y construye un Templo muchos más grande
con una torre gigante “que alcanza las mismas nubes
y es vista por todos”(10). Entonces el “este y oeste” cantarán la Gloria
de Dios.
Filón, a pesar de sus alegorizaciones, mantuvo la esperanza
tradicional para la restauración de Israel, como queda claro en el “De praemiis et poenis” 94-7;
162-72. Describe el regreso de los Israelitas cautivos en la dispersión(164), una vez que, instruidos por el castigo, se
arrepienten y regresan a la virtud(163).
Predice que “las ciudades que en el momento están
en ruinas serán ciudades una vez más” y que “toda
la prosperidad de sus padres y antepasados parecerá nada, tal será la abundancia”(168).
No hay mención del Templo, aunque no parece descabellado pensar que la
reconstrucción de las ciudades incluirán Jerusalem y que Jerusalem incluye el
Templo.
Sería oportuno seguir la proposición de McKelvey cuando
propone que la expectativa de una nueva Jerusalem implica un nuevo Templo. Otra
evidencia se podría citar. Hay una detallada descripción de la nueva Jerusalem
en Apoc. 21:9-22:5. La más importante para
el tema del Templo es 21:22: “Pero no vi Templo alguno en ella, porque su Templo es el
Señor, el Dios Todopoderoso, y el Cordero”. Esto es claramente una
polémica contra la expectativa normal del Judaísmo. Así como la gente en Asia
Menor que se llaman ellos mismos Judíos y asisten a la sinagoga no son, según
el punto de vista del autor del Apocalipsis, verdaderos Judíos(2:9), así la nueva Jerusalem real –al contrario de
la que esperan los Judíos- no tendrá Templo. Esta sección del Apocalipsis
contiene una expectativa del fin de los tiempos bastante tradicional. Los reyes
gentiles harán peregrinaje a Jerusalem(Apoc. 21:24).
En este contexto la afirmación del autor acerca del Templo parece indicar un
deseo de contradecir la asunción natural que la “nueva
Jerusalem” significa “nuevo Templo”,
basándose en la teología Cristiana: el lugar de expiación para los pecados de
Israel no es necesario.
Esto no lleva a la conclusión que todos los Judíos en todas
partes, cuando pensaban en la esperanza futura de Israel, le daban más
importancia a la construcción de un nuevo Templo(11).
Además, cuando el Templo es explícitamente mencionado, no es descrito de manera
uniforme. Algunas veces no es descrito en absoluto(2
Mac. 2:7; Jub. 1:17.27; 2QTemplo 29:8-10), y algunas veces parece que
tienen en mente el segundo Templo(1 En. 25:5; 2Mac.
2:7). Algunas veces se espera modestamente que el nuevo Templo sea
solamente más grande que el presente(Tob. 14:5,
“más glorioso que el primero”), en cuyo caso sería construido por manos
humanas(ver. Tob. 14:5); aunque algunas
veces el lenguaje extravagante de Miqueas 4
e Isaías 2 es recordado en(Salm. Sal. 17:32; Or. Sib. 5:425). En algunos
casos se dice definitivamente o está implícito que Dios construirá o proveerá
un nuevo Templo(I En. 90:28; Jub. 1:17; 2QTemplo
29.8-18), y en Or. Sib. 5.425 el
constructor es un “hombre bendecido del cielo”.
No se puede pues hablar sea de una expectativa universal ni de una claramente
consistente(12).
Surgen dos cuestiones: (1) si
continuó o no en el periodo pos-bíblico un complejo de temas proféticos(la reunión del Israel en la diáspora, la reconstrucción
del Templo, y la entrada de los Gentiles); (2)si
o no una palabra y gesto indicando la destrucción del Templo implicaría la
expectativa de renovación. En cuanto a la primera cuestión sería muy largo
entrar en detalles, aunque todos los temas principales de expectativa profética
continuaron, aunque no constituían un complejo fijo e invariable. La expectativa escatológica no es generalmente clara y
consistente y no hay ninguna combinación de varias esperanzas que constituya
una teología establecida. La esperanza que parece haber sido mayormente
repetida era la de la restauración del pueblo de Israel. Aún así no hay
uniformidad. Algunos tenían explícitamente en mente a las doce tribus, mientras
que otros hablaban de manera más general. No obstante, la
restauración de Israel es un tema principal. En el otro extremo el rey
Davídico es mencionado con poca frecuencia. El Templo (sea nuevo, mejorado, o
sólo restaurado “como estaba antes”; fuese construido por Dios o por manos
humanas)es, en la literatura existente, algo menos prominente que el Israel
restaurado, y apreciablemente más prominente que el rey Davídico.
En cuanto a la segunda cuestión hay suficiente evidencia de
expectativa de un Templo nuevo (o renovado) para hacer tal predicción –o sea,
una que incluya la reconstrucción- completamente comprensible. Es difícil saber
el múltiplo que ha de ser aplicado a las referencias sobrevivientes de un tema
o idea dado, aunque habría que asumir que cada expresión representa a numerosa
gente que la mantenía(13). Más importante es el
hecho que el tema de un Templo nuevo aparece en varios lugares diferentes. Tobias
muestra que, antes de la conquista Hasmonea, había una comprensión que las
predicciones de los profetas no se habían cumplido mediante la construcción de
un segundo Templo. Jubileos, Enoch, y los Rollos del Mar Muerto muestran que
los escritores apocalípticos o escatológicos podían pensar a Dios construyendo un nuevo Templo en el “fin de los días”. Es
importante observar que esta expectativa no era una de las ideas peculiares de
la comunidad de Qumran, más bien, es una que compartieron con otros círculos.
Es interesante señalar que el Rollo de la Guerra tenía forma pre-sectaria(14). Los Oráculos Sibilinos(y posiblemente
Filón)muestran que la esperanza de un nuevo Templo existía en la Diáspora
Griega. La idea de una nueva Jerusalem con un Templo nuevo descendiendo del
Cielo era lo suficientemente común como para requerir que el autor del
Apocalipsis la negara(15). Habría que asumir que
una declaración explícita acerca del Templo habría sido comprendida muy bien.
Al menos esto es verdad si la declaración se refería tanto a
la destrucción como a la reconstrucción. La amenaza(o
predicción) de destrucción seguramente se remonta a Jesús. La predicción
de reconstrucción está sujeta ciertas dudas porque puede ser entendida como
Juan la interpretaba, refiriéndose a la resurrección. La conexión con la
resurrección no es siempre explícita, sin embargo, e iría más allá de la
evidencia el atribuir la afirmación “reconstruiré”
a la Iglesia posterior a la Pascua.
Jesús estableció un contexto en el cual la destrucción del Templo puede ser entendida como
parte importante de la acción redentora de Dios. Pero incluso en la más
astringente visión de la evidencia, aceptando la mera declaración de
destrucción, se puede pensar con alguna confianza
que Jesús habría sido entendido anunciando que la hora final había llegado.
Pero qué hay de la acción profética de tumbar las mesas?
Cómo habría sido entendido esto? Dado que la interpretación como “limpieza” de la acción ha sido tan predominante
–llega hasta los sinópticos, donde “cueva de
ladrones”, etc. es añadido como comentario interpretativo. Si las
acciones de Jesús fueron entendidas como símbolo de limpieza, probablemente
habrían sido vistas como favoreciendo una reforma del sacerdocio. Gaston ha
señalado correctamente que en la literatura Judía el tema de la limpieza del Templo no es escatológico, sino que
se refiere a las profanaciones históricas reales(16).
Éstas han de ser corregidas cambiando o reformando el sacerdocio, no esperando
hasta el fin. Incluso en Qumran, donde el fin
era esperado y el sacerdocio estaba acusado de inmoralidad
e impureza, los dos temas no están
conectados. No se nombra la polución del Santuario como señal del fin. En el
Testamento de Moisés hay numerosas quejas acerca de la iniquidad de los sacerdotes.
En este caso la resolución de iniquidad no es ni castigo mediante los enemigos
ni la separación de los piadosos. Al final de la obra, al menos en su forma
presente, Israel es exaltado al cielo(17). Pero
aunque los sacrificios impuros eran parte del problema que requería una
solución radical(la dispersión de las doce tribus fue otro problema
importante), no se dice que son una señal escatológica. Gaston está en lo
cierto cuando objeta a una conexión causal entre la impureza del Templo, la
necesidad de limpiarlo, y el eschaton.
El dicho acerca del Templo y la acción han de ser tomados
juntos, ambos señalan hacia el “eschaton”,
no la “pureza”. No hay indicio de que la
acción simbólica en el Templo deba ser emplazada en el marco de la crítica a
los sacerdotes y Levitas, o de su conducta en el Templo. El trabajo de Jesús
encaja en la expectativa escatológica, no en la de la reforma. No hay contexto
para comprender la acción simbólica como una de “limpieza/purificación”.
La predicción de destrucción está bien situada en la expectativa de la
escatología contemporánea Judía. Lo mejor es entender tanto el dicho como la
acción en este contexto.
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1.
Claus Westermann(Isaiah
40-66, ET 1969, p. 296) data el Trito-Isaiah(cap. 56-66) cerca del 530
a.C.. el Templo fue dedicado en el 515.
2.
Ver McKelvey, “New
Temple”, pp. 12-17. Joachim Jeremias resaltó pasajes similares en
estudios sobre el Nuevo Testamento(Jesus´Promise to the Nations, ET 1958).
3.
George Nickelsburg, “Jewish
Literature Between the Bible and the Mishnah”, 1981, p. 18.
4.
Charles, “I Enoch”,
p. 53.
5.
Gaston, “No Stone on Another”, p. 114.
6.
M. de Jonge, “Studies on the TEstaments of the
Twelve Patriarchs”, 1975, p. 189: El hecho que las tradiciones Judías fuesen
tomadas por grupos Cristianos con o sin alteraciones, y que documentos Judíos
fuesen usados y adaptados para propósitos Cristianos hace casi imposible
distinguir exactamente entre elementos Cristianos y Judíos en los Testamentos.
7.
La palabra (`ad), “hasta”, está algo borrosa en
los fragmentos, pero Yadin parece estar los suficientemente seguro de la
lectura como para no ponerla entre paréntesis.
8.
Yigael Yadin, “Megillat
ha-Miqdash II”, 1977, pp. 91.
9.
En el resumen de la historia del mundo que
contiene este oráculo, la referencia en los Orac. Sib. 3.294 es a la
construcción de un segundo Templo después del Exilio. Se puede ver cuan natural
era la conexión entre restauración y nuevo Templo. Ver Sibylline Oracles, John
Collins, “Between Athens and Jerusalem”,
1983, pp. 66-8.
10.
Para “vista por
todos” o “a la vista de todos”, cf. Is. 2:2; Mi. 4:1.
11.
Ver Testamento(Asunción) de Moisés.
12.
Juel, “Messiah and
Temple”, cap. 9. Dieter Lührmann, “Markus
14.55-64, p. 465.
13.
Ramsay McMullen, “Paganism
in the Roman Empire”, 1981, p. 14.
14.
Claus-Hunno Hunzinger, “Fragmente
einer älteren Fassung des Buches Milhama aus Höhle 4 von Qumran”, AZW
69, 1957, pp. 131-51.
15.
Muchos de los Apocalipsis posteriores a los años
70 no mencionan explícitamente el Templo (4 Esdras;
Apocalipsis de Abraham), y no es irrazonable ver el Apocalipsis
contrarrestando una expectativa general y continua de un nuevo Templo en lugar
de las esperanzas posteriores a los años 70.
16.
Gaston, “No Stone on
Another”, p. 119.
17.
Para la iniquidad de los sacerdotes ver
Testamento de Moisés, 5.3. Esta referencia tiene que ver aparentemente con los
sacerdotes pre-Macabeos. Los sacerdotes Hasmoneos son nombrados en 6.1(también
obran iniquidad). La exaltación de Israel está en 10.9. Nickelsburg(Jewish
Literature, pp. 18, 213) señala que los cap. 6 y 7 han sido añadidos a una obra
más temprana.
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