martes, 24 de febrero de 2009

Nabucodonosor y el Reino de Judá

LA ESTRATEGIA BABILONIA PARA EL CONTROL IMPERIAL EN EL OESTE
Mario Liverani desarrolló un enfoque para el estudio de los antiguos imperios en su ensayo prográmatico sobre el imperialismo Asirio (Liverani 1979; Larsen 1979). Liverani argumenta que la ideología imperial Asiria era, en su base, un instrumento diseñado para justificar “la explotación y la injusticia”. En su opinión, el fenómeno del imperialismo desarrolla el efecto del “dominio de los pocos sobre los muchos, la sumisión de la riqueza a cargo de clases o grupos de productores a favor de consumidores no-productivos, y la delegación de decisiones políticas a favor de grupos que tienen intereses diferentes” (Liverani 1979:297). Podemos estar o no de acuerdo con la opinión de Liverani sobre las causas del imperialismo, pero él desarrolló un enfoque que aún es válido heurísticamente. El control imperial se realiza, por un lado, mediante una serie de acciones individuales: económicas, demográficas, tecnológicas, etc. Por ejemplo, la Crónica Babilonia (Grayson 1975:100) y la arqueología moderna (Stager 1996) convergen para demostrar que los Babilonios bajo Nabucodonosor destruyeron la ciudad Filistea de Askalon en Diciembre del 604 a.C..

De acuerdo con Liverani un complejo sistema ideológico se desarrolló para facilitar las acciones del imperio. Este sistema sirvió, para justificar el desequilibrio y la explotación y estuvo promovido por los principales beneficiarios del sistema imperial. Para Liverani, esta ideología imperial representó una “falsa conciencia” , y el historiador debe tratar de descubrir “las verdaderas” motivaciones del imperio. A pesar de lo problemático de este intento, tiene razón en que el historiador moderno puede describir el imperialismo en términos de los mecanismos del imperio y en términos de retórica del imperialismo.

Este modelo esquemático puede iluminar el periodo cuando los Babilonios bajo Nabucodonosor comenzaron a influenciar el Levante. El historiador puede bosquejar un perfil de algunos de los rasgos distintivos del control imperial Babilonio en el Levante a nivel práctico y algunos de los rasgos distintivos de la retórica imperial Babilonia. La combinación de elementos prácticos y retóricos de los Babilonios ayudó a dar forma a las perspectivas historiográficas de las poblaciones sometidas, particularmente Judá.

En el 605 a.C., las fuerzas Babilonias guiadas por Nabucodonosor, Príncipe Heredero de Babilonia, derrotó al Faraón Neco de Egipto en Carquemish (Grayson 1975:99). Los Babilonios recortaron así la influencia Egipcia y vinieron a ser la fuerza militar dominante en la región. Es importante recordar, no obstante, que en el 605 el control directo Asirio sobre la parte sur del Medio Oriente estaba caduca desde hacía dos o tres décadas (Eph`al 1979). A pesar de esto, los historiadores modernos afirman característicamente que los Babilonios no sólo heredaron el territorio que los Asirios habían controlado sino también el aparato administrativo del Imperio Asirio. Pero la afirmación que Babilonia era un sucesor directo y substancial del territorio imperial Asirio y sus procedimientos en el Medio Oriente, no obstante, no soporta el escrutinio.

Los reyes Sargónidas de Asiria anexaron muchos reinos Levantinos y otros los transformaron en provincias de Asiria –ana misir mat Assur utîr-, en Asirio. Algunas de las divisiones geográficas que los reyes Asirios establecieron o consolidaron en el M.O. formaron subsecuentemente la base para el control local (Forrer 1920; Parpola y Porter 2001). Uno piensa, por ejemplo, en la provincia de Samerina, llamada así por su capital, Samaria, la cual siguió llevando el nombre de Samerina (Hebreo, Someron) después de ser creada por los Asirios en el 722/21 (Esdras 4:9-10; Becking 1992; Na`aman y Zadok 2000). No obstante, las estructuras gubernamentales Asirias se habían disuelto en Samerina y otros lugares antes de los tiempos de Nabucodonosor. Shomerôn puede haber persistido con el nombre de una entidad geográfica (Jer. 31:5), pero ya no era una unidad provincial. Y en un número considerable de otros casos en el sur del O.M., los regímenes reales había resucitado en áreas o ciudades-estado que previamente habían sido transformadas en provincias administradas por los Asirios. Este puede haber sido el caso especialmente en la zona costera de Fenicia y Filistea.

Sabemos acerca de varios reyes de Arad durante los reinados de Esarhaddon y Assurbanipal, incluyendo Iakinlu y su hijo Aziba´al, a quien Assurbanipal nombró en su tercera campaña (Borger 1996:19). No se sabe si Arad retuvo su monarquía después de mediados del 660, o si un administrador Asirio gobernó la ciudad, quizás desde Simirra. La principal provincia Asiria de Simirra tenía un gobernador Asirio (sakin mati), Mannu-ki-ahhe, incluso después de la muerte de Asurbanipal; es mencionado entre los epónimos post-canónigos Asirios (Millar 1994:99). No más tarde que el séptimo año de Nabucodonosor, Arad tenía un monarca: un rey de Arad es mencionado en la inscripción del Prisma de Istambul de Nabucodonosor (Unger 1970:286), que Landsberger fechó correctamente en el 598/7, el séptimo año del reinado de Nabucodonosor (Landsberger 1933:298).

Al sur de la provincia Asiria de Simirra, Esarhaddon arrasó Sidon en el 677 y decapitó a su rey, Abdimilkutti; Esarhaddon construyo el pueblo de Kar-Esarhaddon en su lugar, organizó el lugar como una provincia, e instaló uno de sus oficiales “sut-resi” como gobernador (Borger 1956:48; Grayson 1975:83). Significativamente, la inscripción de Istambul acerca de Nabucodonosor confirma que por el 598, Sidon, como Arad, tenían un rey, no un gobernador (Unger 1970:286). La construcción del “karu” y la reorganización Asiria de la administración de Sidón no puede haber sido cosmética. El hecho que la provincialización Asiria de Sidón no continuó en el periodo Babilonio demuestra que Nabucodonosor no heredó simplemente el sistema provincial Asirio.

Más al sur, Esarhaddon anexó el territorio de Tiro unos años después de la provincialización de Sidón (Borger 1956:110). Tiro puede haber sido formalmente transformada en una provincia sólo bajo Assurbanipal (Na´aman 1995:109). En cualquier caso, Tiro, como Sidón y Arad, estuvo gobernada por un rey no más tarde que el séptimo año de Nabucodonosor (Unger 1970:286). La incorporación de esas ciudades estado Fenicias en el sistema de provincias Asirias no continuó durante el periodo temprano Babilonio.

El Prisma de Istanbul de Nabucodonosor enumera al menos dos reyes adicionales (y probablemente más, pero el texto está roto) que fueron obligados a contribuir en los programas de construcciones Babilonios. El primero es nombrado como “LUGAL sa-kur-mir”… “rey de (el país de) Mir”, pero el nombre del lugar falta para el último rey (Unger 1970:286). Aunque los topónimos parciales primeros han de ser buscados en Siria-Palestina, igual que todos los demás en el texto, se resisten a la identificación. Na´aman recientemente ha hecho la ingeniosa sugestión que esto puede ser una escritura abreviada de Samsimuruna, donde el primer elemento, “Samsi”, se ha caído (Na´aman 2004). Samsimuruna, una capital provincial Asiria, estaba quizás localizada en la costa del Mediterráneo al norte de Nahr al-Kalb (Na´aman 1995:109). Si la restauración del texto del prisma por parte de Na´aman es correcta, esta constituiría la evidencia para otra ciudad-estado Fenicia que era gobernada por un rey a comienzos del reinado de Nabucodonosor.

Más al sur en la costa, Dor también fuer aparentemente transformada en la capital de una provincia Asiria, aunque las fuentes textuales no lo dicen explícitamente (Stern 1994:131; 2001:65-68; Na´aman 1995:106). No existe evidencia arqueológica de su destrucción a finales del periodo Asirio, y la naturaleza de la administración local durante el periodo Babilonio nos es desconocida. Stern sugiere, basado en su asunción que hubo continuidad entre las administraciones Asirias y Babilonias, que Dor continuó como capital provincial en el periodo Babilonio. Ningún estrato asociado con este periodo ha sido encontrado. Puede ser igualmente posible que después del periodo Asirio, Dor poseyese su propio rey, o estuviese bajo el control de Tiro.
En Filistina, la situación es menos clara y las divisiones provinciales establecidas por los reyes Asirios es menos clara. Sargón II estableció Ashod como provincia después del 711 y puso un “sut-resi” ofcial para administrarla (Fuchs 1998:44). Sabemos por las inscripciones de Sanaquerib que un rey de Ashod, Mitinti, pagó tributo sólo una década después. Subsecuentemente, la crónica del epónimo Asirio señala que Samas-kasid-ayabi, el “saknu” Asirio de Ashod, sirvió como “limmu” en el 699 (Millard 1994:52; Reade y Finkel 1998:253). Casi al mismo tiempo Ahimilki gobernó como rey de Ashod (Borger 1956:60). Dada esta oscilación entre referencias al rey nativo y gobernadores Asirios, parece posible, como sugiere Tadmor, que Ashod tenía permiso para mantener su realeza junto al prefecto Asirio, quizás una circunstancia excepcional (Tadmor 1966; Cogan 1993:406). A comienzos del reinado de Nabucodonosor, no obstante, Ashod tenía un rey, como bien indica el prisma de Istambul (Unger 1970:286). Ninguna evidencia señala a la instalación de ningún administrador Babilonio en Ashod.

De acuerdo con el Cronista Babilonio (Grayson 1975:100) y las tablillas de Weidner (Weidner 1939:928), Askalon estaba gobernada por un rey, Aga, al comienzo del reinado de Nabucodonosor; Aga fue quizás asesinado o deportado junto con sus hijos cuando la ciudad fue destruida en el 604. Askalon fue abandonada hasta el periodo Persa, y no ha indicación de que los Babilonios instalasen ninguna clase de administración en la vecindad. Gaza también poseía un rey que era cliente de Nabucodonosor en el 598, de acuerdo con el prisma de Istanbul (Unger 1970:286). El llamado papiro de Saqqara puede iluminar el estatus de otro reino en Filistea en los primeros años de Nabucodonosor. Esta carta en Arameo fue dirigida al rey de Egipto por un cliente que se llama a sí mismo “Adon, rey de (….),” o “Adonimelek”. Se dice “bd” “siervo” del Faraón y pide asistencia militar contra el rey de Babilonioa, sin duda Nabucodonosor, cuyas tropas habían alcanzado Afek (Dussaud 1948). Porten argumenta que en el sumario Hierático fuera del papiro identifica la ciudad como Ekron en Filistea (Porten 1981:43-45). Lo que parece claro, incluso si Adon escribió desde otro lugar diferente a Ekron, es que las ciudades-estado de Filistea estaban gobernadas por reyes independientes en el comienzo del periodo Babilonio. Para reducir la posibilidad de una invasión Egipcia, Nabucodonosor rápidamente invadió la región cuando ascendió al trono, pero no hay evidencia de que instalara una administración imperial para reemplazar las locales.

La evidencia arriba expuesta indica que en Fenicia y en Filistea en los comienzos del reino de Nabucodonosor, el gobierno local estaba en manos de reyes independientes. La evidencia disponible no señala la instalación de administradores Babilonios cuando esas ciudades fueron capturadas. Los administradores provinciales Asirios establecidos en el siglo VII era una cosa del pasado.

Para otras áreas del Levante hay poca información precisa acerca de las prácticas Babilonias a la llegada de Nabucodonosor. Conquistó la región de Hamat en el año anterior a su ascensión al trono (Grayson 1975:99). Hay cierta ambigüedad acerca si Hamat fue convertida en una provincia Neo-Asiria (Na´aman 1999:426), por lo tanto el uso de la frase “pihat kur Hamatu” “distrito de Hamat” en la Crónica Babilonia (Grayson 1975) puede no reflejar la organización o dicción Asiria. A parte de Hamat, la Crónica Babilonia señala que en el primer años del reinado de Nabucodonosor, 604/3, todos los reyes de Hatti (sarrani sa Hattu kalisunu) vinieron ante él a rendirle tributo (bilassunu kabittu; Grayson 1975:100). Las entradas para los años 605 y 602 afirman simplemente que Nabucodonosor trajo “un gran tributo” desde Hatti hasta Babilonia, sin duda después de recibirlo de reyes sometidos (Grayson 1975:100). En las entradas del 605,604,601, y probablemente 603, le Crónica afirma que Nabucodonosor “marchó victoriosamente en Hatti” (ina kur Hatti saltanis ittalak; Grayson 1975:100). Hatti en las Crónicas es un término geográfico vagamente definido que comprendía Siria-Palestina (Hawkins 1973:154-55). Un ejemplar no publicado del cilindro de Etemenanki de Nabucodonosor en el museo Semítico de Hardvard (de fecha incierta) afirma únicamente que reclutó a todos los reyes de Ebir Nari (LUGAL.MES sa e-bé-er na[a-ri] para construir el zigurat de Marduk en Babilonia. Los estudiosos han tomado desde hace tiempo estas afirmaciones literalmente: que todos los reyes de Sirira y del corredor del Mediterráneo Oriental fueron inmediatamente subyugados y pagaron tributo. Esta interpretación dominaba en la antigüedad (2 Reyes 24:7; Josefo, Antiguedades 10.86; Beroso en Josefo, Ag. Ap. 1.136). Con todo, poca información precisa acerca de la geografía de Hatti o sus reyes fue incluida por los escribas de las Crónicas e inscripciones reales. La Crónica, por ejemplo, no nombra el lugar donde los ejércitos Babilonios y Egipcios se enfrentaron en el 601, mientras que ofrece sólo un vago relato de una campaña contra los Árabes (Eph´al 1982:171-76). Sabemos que Nabucodonosor invadió Askalon (604); capturó Jerusalem (597); y sitió otra ciudad cuyo nombre no se conserva (posiblemente Kumuhu; ver Na´aman 1992). La mayoría de las noticias referentes al Levante en los primeros doce años de Nabucodonosor, no obstante, son noticias generalizadas sea acerca del recibo de tributo o acerca de Nabucodonosor “marchando victorioso” en Hatti. Sugiere esto que la región ya estaba bien organizada administrativamente a comienzos del reinado de Nabucodonosor o que estos reinos independientes fueron rápidamente incorporados en un sistema burocrático imperial?


Quizás no. De hecho, Nabucodonosor llevó a cabo campañas en el Levante al menos nueve veces en sus primeros doce años de reinado. La Crónica crea la impresión de una conquista radical de Hattti durante eos primeros doce años; la impresión es debida en parte al repetido uso de la locución “saltanis ittallak” y en parte mediante el embellecimiento retórico de varias conquistas claves (Askelon y Jerusalem, por ejemplo). Aunque Nabucodonosor hizo campaña en Siria-Palestian nueve veces en sus primeros doce años –un hecho que no deja de ser una concesión a su fallo en subyugar a sus reyes rápidamente- no reivindica haberlas anexados o la instalación de funcionarios Babilonios para gobernarlas. Sacó a Egipto fuera de Siria en el 605 pero luchó contra Egipto para terminar en tablas en el 601. Recaudó tributo, pero la Crónica dice que este venía simplemente de los reyes de Hatti. O estos logros en Hatti, como bien informa la Crónica, reflejan un esfuerzo para consolidar o instalar una burocracia imperial en el Levante durante esos doce años? La evidencia disponible señala menos hacia el mantenimiento o instalación d un sistema imperial al estilo de Asiria que a un programa “ad hoc” centrado en la recaudación de tributo de reyes clientes, algunos de los cuales ponían a prueba constantemente los límites de su estatus como clientes.

La meta relacionada con Nabucodonosor, como argumenta Stager, era su deseo de acabar con la influencia Egipcia en el Levante, lo cual explica la precisión de la Crónica en su informa sobre el saqueo de Askelon y Jerusalem, ambas reinos fronterizos (Stager 1996). Nabucodonosor no realizó esta meta inmediatamente con la rigurosidad que su diseño podía haber dictado, y los escribas de la Crónica no pudieron concebir una manera de reclamar ni siquiera una victoria parcial sobre Egipto en el 601.

No se puede negara que Nabucodonosor lideró la más potente fuerza militar en el Levante durante su largo reinado. Pero hay que ser cauto a la hora de afirmar que Nabucodonosor heredó o perpetuó la administración provincial Asiria o que desarrolló una similar. Parece ser que Nabucodonosor estableció su control en el Levante mediante la subyugación de una red de reyes clientes.

Esto está reflejado en Jeremías 27 igualmente. En este texto leemos acerca de una cumbre en Jerusalem de emisarios de los reyes Lavantinos conspirando para enfrentarse a Nabucodonosor, probablemente en el 594 a.C., en su undécimo año de reinado. Jeremías señala la presencia en Jerusalem de enviados de los reyes de Sidon y Tiro, y de los estados Transjordanos de Moab, Ammon, y Edom. Estos son advertidos que su resistencia a Nabucodonosor es fútil, porque Dios ha entregado “todos estos países” (kol ha´arasot ha´elleh, v.6) en sus manos. De acuerdo con el profeta, Dios permitirá a cualquier nación (goy) que se someta a Nabucodonosor permanecer en su propio país, para trabajarlo (27:11). El oráculo de Jeremías pinta a Nabucodonosor como siervo de Dios trabajando para subyugar a los reyes obstinados entre los reinos vecinos a Judá. El lenguaje del oráculo de Jeremías encaja con la otra evidencia a cerca de la interacción de Nabucodonosor con los reyes independientes a lo largo del Levante. No sugiere que Nabucodonosor heredara o construyera sobre la antigua administración provincial Asiria en la región, o que intentase instalar una similar. Hizo de los reyes Levantinos clientes y les obligó a pagar tributo; los reyes refractarios serían castigados, y los pueblos conquistados eran a menudo exiliados en Babilonia.

En Judá, que había conservado su rey a lo largo del periodo Asirio y no había sido transformada en una provincia, Nabucodonosor depuso al rey Jehoiaquin en el 597 y lo reemplazó con Zedekias (2 Reyes 24:12-17), de quien Babilonia esperaba más obediencia. Pero esta esperanza se vio desplazada, y Zedekias rechazó su estatus como cliente Babilónico cerca del 588, cuando Nabucodonosor inició su asedio de Jerusalem y la tomó en el 586 (2 Reyes 24:20-25). Pero que ocurrió en el reino después del saqueo de Jerusalem? Se asume que la deportación del rey y parte de la población , y después la destrucción de Jerusalem, Nabucodonosor transformó Judá en una provincia Babilonia cuando nombró un, “hipqîd”, el noble judío Gedalia ben Ahikam (2 Reyes 25:22-23; Jer. 40:7). Cogan 1988 y Tadmor 1988, y también Machinist 1992:79, han señalado, no obstante, que el texto Bíblico no especifica la labor de Gedalia o el estatus de Judá. Cuando Gedalia y los “Caldeos” que lo apoyaban en Mizpa fueron asesinados poco después, sabemos que los Babilonios no realizaron ningún esfuerzo para reemplazarlo.

Esto no quiere decir que los Babilonios no impusieron ningún control en el Levante bajo Nabucodonosor. Hay indicaciones (aunque poco material) textuales respecto a la instalación de unas cuantas guarniciones Babilonias en el oeste antes y durante el reino de Nabucodonosor. Nabopolasar, en su 16 año (610), derrotó al rey Asirio Ashur-uballit II en Haran. El rey Babilonio instaló una guarnición (sulûtu) en la ciudad, que a su vez fue reducida por los Asirios y Egipcios el año siguiente (Grayson 1975:96). En el año 19 de Nabopolasar (607), el rey capturó Kimuhu en Eufrates Superior e instaló una guarnición (sulûtu) que otra vez fue reducida por los Egipcios el año siguiente (Grayson 1975:97). Estas guarniciones eran obviamente puestos diseñados para mantener una presencia formal en la ciudad y no representaban tropas de campaña.

La Crónica Babilonia, curiosamente, no conserva ninguna mención referente a guarniciones establecidas por Nabucodonosor. Por otro lado, la Crónica señala que Nabucodonosor capturó la región de Hamat y desalojó a los Egipcios en el año 20 de Nabopolasar (605). La narrativa Bíblica también afirma que el Faraón Neco estaba presente en “rblh b´rs hmt” Ribla en el país de Hamat (2 Rey. 23:33); Ribla era una ciudad en el norte del Valle de la Beka en la orilla occidental del Orontes. El Faraón Neco llevó a Joacaz de Judá allí para juzgarlo después de haberse rebelado. Nabucodonosor, después de expulsar a los Egipcios, usó Ribla como guarnición Babilonia (2 Reyes 25:6, 20, 21) –parte de su estrategia para eliminar al influencia Egipcia del Levante (2 Rey. 24:7). Citó ahí a los rebeldes Judíos para que respondiesen de su rebelión. Ribla, no obstante, había sido parte de la provincia Asiria de Subat. El hecho que los historiadores Judíos contemporáneos de Nabucodonosor identificasen la ciudad como “rblh b´rs hmt” en lugar de “rblh b´rs sbh” o incluso “hmt-sbh” (2 Cron. 8:3-4) puede sugerir que la organización Neo-Asiria se había disuelto y que la región vino a ser designada de nuevo mediante su centro urbano principal.

En adición Ribla, sabemos que los Caldeos estaban presentes en Mizpa con Gedalia después del 586 y pueden haber estado organizados como una pequeña guarnición (2 Rey. 25:25), pequeña los suficiente como para ser superada por una pequeña fuerza de Judá, si se acepta la narrativa Bíblica. La instalación de las guarniciones Babilonias en estos casos, con la excepción de Ribla, no era una estrategia robusta, puesto que tres de las cuatro fueron reducidas después de un año o menos. Estas guarniciones, en cualquier caso, difícilmente representan a los recaudadores de impuestos de la administración imperial en el Levante.

Dos otras indicaciones del reinado de Nabucodonosor sugieren que los funcionarios “pihatu”, gobernadores, estaban presentes en Siria: una es la suma geográfica en la inscripción de Etemenanki de Nabucodonosor, que lista las regiones obligadas a contribuir en la construcción del zigurat de Marduk en Babilonia. Esta suma menciona reyes en Ebir nari, pero también funcionarios “pihatu” y “sakkanakku” en Hatti que estaba obligados a contribuir en las empresas de construcción Babilonias (Wetzel y Weissbac 1938). Dos tablillas administrativas de Sippar también indican que Arpad tenía un funcionario “pihatu” en el año 19 de Nabucodonosor. Los textos no conservan su nombre y no indican si era un funcionario Babilonio. Arpad era la capital de la provincia Asiria de Bit-Agusi y siguió siendo un centro importante en la región. Estos casos quizás indiquen una mayor participación Babilonia en la región del Eúfrates Superior que en otros lugares del Mediterráneo Oriental.

Eckhard Unger, por ejemplo, argumenta que Nabucodonosor instaló un -“sandabakku”- funcionario en la Fenicia Tiro (Unger 1926; Katzenstein 1993:332; Wiseman 1991:235; Elat 1991:32-33). Su evidencia era un grupo de once tablillas Neo-Babilonias escritas en una ciudad llamada Surru entre el años 31 y 42 del reinado de Nabucodonosor (Joannès 1987:147-48). El “sandabakku”, Enlil-sapik-zeri, es el primer testigo en una de las transaciones descrita en una de las tablillas. Sin embargo, Landsberger, sugiere que había probablemente un sitio pequeño llamado Surru cerca de Uruk y esas tablillas no estarían refiriéndose a la Fenicia Tiro (Landsberger 1933:298). Joannès ha demostrado que el topónimo Surru cerca de Uruk ha de ser localizado entre Nippur y Uruk y que el “sandabakku” residía en Nippur, la sede usual del de este funcionario (Joannès 1982:29; 1987:149; Vanderhooft (1999:100). Los asentamientos cerca de Nippur durante el periodo Neo-Babilonio eran a menudo nombrados según el “étnicon” o lugar de origen de los deportados que los poblaban (Eph´al 1978; Zadok 1978; Joannè y Lemaire 1999), y Surru puede haber sido relacionada con la Fenicia Tiro de la misma manera.

Otro texto escrito en Surru en año 40 de Nabucodonosor (564 a.C.) menciona a un “mil-ki-i-ti-ri EN.NAM” (bel pihati) “sá-uru ki-di-is´Milki-eteri, gobernador de (la ciudad de) Kidis. Varios estudiosos entienden esto como una referencia a Qadesh en el Río Orontes de Siria, quien pondría un administrador Babilonio en la región al sur de Arpad e inmediata al norte de Ribla (Unger 1926:316-17; McEwan 1982:5; Wiseman 1985:255; Elat 1991:33; Na´aman 1999:425). De nuevo, no obstante, es probable que Kidis, como Surru, era un asentamiento cerca de Nippur. De hecho, el escriba del texto en cuestión lo escribió en Surru. En otra tablilla escrita en Kidis, leemos acerca de la venta de un esclavo en la cual el esclavo es entregado al padre del comprador, que vive en Nippur (McEwan 1982). Esto ciertamente sugiere que Kidis estaba cerca de Nippur, no en el noroeste de Siria. Por lo tanto, “Milki-eteri, gobernador de Kidis” no era un funcionario imperial Babilonio en el Levante; era funcionario local en el sur de Babilonia.

Dandamayev ha argumentado recientemente que un grupo de cinco tablillas Neo-Babilonias del reinado de Nabónido señalan al establecimiento temprano de una “colonia” Neo-Babilonia en el Eúfrates Superior (1999). Esas tablillas fueron compuestas en el 549 y 548 en un lugar llamado “uruelam-mu (escrito uruNIM-mu, la misma escritura para designar al país de Elam). Dandamayev sugirió que uruelam-mu ha de ser identificada con uruE-lam-mu, justo al sur de Carquemish; de acuerdo con la Crónica Babilonia, Nabopolasar tomó la ciudad en el 606 (Grayson 1975:98). Dandamayev sugirió que una “colonia” Babilonia puede haber sido establecida en la ciudad. También es posible que Elammu era un asentamiento en la vecindad de Uruk, nombrado sea debido a los deportados Elamitas o por la ciudad Siria. Incluso si Dandamayev está en lo cierto respecto al origen Sirio de esas tablillas, no está claro si la presencia de esta “colonia” Babilonia en el Eúfrates Superior debe llevarnos a reconstruir sistema administrativo sistemático Babilonio allí, como único lugar en el Levante.

Otro contraste entre los procedimientos Asirios y Babilonios en el Oeste han de ser citados en este contexto: la deportación. La política Asiria de deportación, transfiriendo poblaciones extranjeras a los territorios recién conquistados, no fue seguida por los Babilonios. Los Babilonios establecían a los grupos deportados en Babilonia pero no transplantaban a otros a las zonas conquistadas. Esta diferencia se explica mejor como consecuencia del fallo Babilonio en instalar o promover una administración provincia imperial fuera de Babilonia (Vanderhooft 1999:110).

Le falta al historiador evidencia fuerte para argumentar a favor de una burocracia Babilonia ramificada en el sur del Levante. Los mecanismos Babilonios de control se centraban en la extracción de tributo (biltu) de los reyes clientes o subyugados y de un esfuerzo consciente para impedir que Egipto invadiera estos lugares.

ALGUNOS EJEMPLOS DE LA RETÓRICA DEL IMPERIO
La forma y contenido de las inscripciones reales toman como referencia un modelo desarrollado en las inscripciones reales Sumerias; y en términos de contenido, no se ocupan de las relaciones del rey con el mundo no-Babilonio (ver Berger 1973). Sin embargo, un vistazo rápido a las inscripciones de Nabucodonosor sugiere que luchó, como su padre, Nabopolasar, por distanciarse de la retórica de los reyes Neo-Asirios. Más bien, como reconocen muchos estudiosos, Nabucodonosor proyectó una imagen de sí mismo, en tanto que rey, similar a la de Sargon de Akad y Hammurabi de Babilonia (Berger 1973:92-95; Vanderhooft 1999:50-51).

Los títulos reales y epítetos adoptados por Nabucodonosor permiten un vistazo en la auto-conciencia imperial del rey. Los escribas de Nabucodonosor, parece, hicieron un esfuerzo deliberado al recurrir a una titularidad arcaica. El uso de títulos arcaicos no es inusual en las inscripciones reales, no es tampoco casualidad. Siguiendo a Berger, entre otros, se puede argumentar que junto con un especial interés en títulos que tuvieron su origen con Hammurabi en el periodo Babilonio antiguo, la titularidad ilumina maneras específica en las cuales los escribas retrataban a Nabucodonosor en tanto que portador de una tradición real antigua Babilonia. Un número de epítetos reales que aparecieron primero en las inscripciones de Hammurabi aparecen subsecuentemente sólo en las inscripciones de los reyes Babilonios. Unos cuantos ejemplos incluyen “asru” “humilde” (Seux 1967:366); “babil igisê rabûtim ana X” “el que trae caros regalos a X” (=templos y dioses, o ambos) (p.46); “emqu” “sabio” (p. 82); “etel sarri” “príncipe de los reyes” (p. 91); “mugarrini karê bitrûtim” “el que almacena cebada en inmensas pilas” (sólo Hammurabi y Nabucodonosor II, p.96); “mustalu” “juicioso” (p.171); “mustemiqu” “suplicante” (sólo Hammurabi y Nabucodonosor II, p.171); y “qarrad qarradi” “héroe de héroes” (sólo Hammurabi y Nabopolasar, p.231). Hay un carácter Babilonio auto-consciente respecto a la titularidad de los reyes Neo-Babilonios (para una mejor discusión ver Vanderhooft 1999:16-23).

También existe un contraste importante entre títulos Neo-Asirios y Babilonios. Seux sugiere en su estudio de los epítetos reales que la titularidad Neo-Asiria está basada en un grupo de cinco epítetos comunes; estos son: “sar mat Assur” rey del país de Asiria, “sarru rabû” gran rey, “sarru dannu” rey poderoso, “sar kissati” rey del universo, y “sar kibrat erbetti”, rey de los cuatro puntos cardinales (Seux 1967:13). A pesar del venerable estatus de esos epítetos y la aparición de algunos de ellos incluso en las inscripciones de Hamurabi, los reyes Neo-Babilonios los evitaban completamente en sus inscripciones reales. Pero hay una excepción: Nabónido emplea los cuatro en su inscripción dedicada a la reconstrucción del templo de Ehulhul en Harán, una inscripción que un buen número de estudiosos dicen hace referencia a modelos literarios de Asurbanipal (Gadd 1958; Tadmor 1965:353; Berger 1973:96; Beaulieu 1989:143,214). Se puede presentar la hipótesis que la ausencia de esos epítetos en las inscripciones reales de Nabopolasar y Nabucodonosor han de ser relatadas a su esfuerzo de distanciarse de los antepasados Neo-Asirios que habían reclamado la realeza de Babilonia, los cuales habían basado su agenda militarista y expansionista, en parte al menos, en precisamente esos epítetos. Nabonido, al contrario, no conocía esta reticencia. Los títulos de Nabopolasar y Nabucodonosor, de hecho, contienen pocos epítetos reales que se refieran a gobernar el mundo.

Los escribas Babilonios deseaban expresar el papel del rey en términos diferentes a los usados por los reyes Asirios, incluyendo aquellos que gobernaron Babilonia y compusieron inscripciones allí. Asi, por ejemplo, Nabû garantiza al rey un “hattu isartu” cetro justo, “ana sutesur kal dadme u summuhu tenesetim” y guiar todas las regiones habitadas con justicia y hacer prosperar a la humanidad (Langdon 1912: 112; 122: 44). En otras ocasiones las inscripciones de Nabucodonosor llaman al emblema real “sibirru musallim nisi” el cetro par mantener bien a la gente (Langdon 1912: 140; 150; 102). Esta consistente benigna presentación del cetro en sus textos contrasta con las inscripciones reales Asirias del primer milenio, donde el “sibirru” e a menudo un arma de terror a manos de Asur para aplastar a los enemigos y expandir el reino (Borger 1956: 98; Machinist 1993: 95). El rey Asirio, además, prometía en su investidura expandir el ámbito de Asur. La imagen Neo-Babilonia del cetro real es benigna, al menos en la retórica real. Incluso la idea de la deportación, por ejemplo, cuando es referida explícitamente en las inscripciones Asirias en conexión con el “sibirru”, sólo es insinuada en las inscripciones de Nabucodonosor. Esto se conforma con la afirmación común en las inscripciones de Nabucodonosor de que él hacía que la gente progresara (summuhu). Marduk puso a la gente de todo el mundo bajo su cuidado, un muy común concepto Mesopotamio. Nabucodonosor, como buen pastor, “los dirige por el camino correcto y la manera de vida correcta”, una línea tomada de su antiguo mentor Babilonio, Hammurabi (Vanderhooft 1999: 41-43).

Se puede legitimizar la hipótesis que había un contraste retórico deliberado. Esta distinción retórica podía haber sido exacerbada por la amarga guerra de la independencia Babilonia durante el reinado de Nabopolasar. Es un error considerar a Nabucodonosor el heredero de las prácticas o retórica imperiales Asirias. Esta conclusión, aunque provisional, encuentra apoyo en la historiografía de los reinos subyugados por Nabucodonosor en el Levante, particularmente Judá.

HISTORIOGRAFÍA
Una variedad de respuestas a la subyugación a cargo de los Babilonios aparecen en la Biblia Hebrea (Vanderhooft 1999). Los textos dan voz, por ejemplo, a la ubicua visión del Cercano Oriente que asocia la subyugación a cargo de un enemigo extranjero con el enfado de la deidad patrona –en el caso de Judá, Yahvé. De acuerdo a este patrón, Nabucodonosor es “el siervo de Yahvé”, para usar el lenguaje de Jeremías (Jer. 27:6), que realiza el propósito de Dios de castigar a Israel. Semejante respuesta tipológica ya había sido documentada en conexión con las más tempranas depredaciones de los reyes Neo-Asirios (Machinist 1983). Lo que es más interesante para la presente discusión es que ciertos conceptos fundamentales historiográficos se originaron en reflexión sobre las acciones decisivas y la retórica imperial asociada de Nabucodonosor, quien, según el uso Bíblico, vino a ser conocido simplemente como “melek babel” el rey de Babilonia.

La presentación historiográfica de la última década de Judá de acuerdo con los textos Bíblicos se centra en el fin de las estructuras institucionales del reino. En 2 Reyes 24-25, Jeremías 39 y 52, y 2 Crónicas, los autores bíbilicos presentan un catálogo detallado de las acciones realizadas por Nabucodonosor y su jefe del ejército Nabuzaradan, durante el primer y segundo asalto sobre Jerusalem. El elemento de primera importancia en esas descripciones es el destino del rey, junto con su corte y élite asociada; en segundo lugar está la preocupación con la parafernalia del Templo, el “kelîm”, y el tesoro de palacio; y en tercer lugar está la integridad física de Jerusalem, sus estructuras de defensa. Nada de esto es sorprendente, dado que se espera que un conquistador esté preocupado precisamente con estos aspectos de la vida institucional de Judá, y su eliminación o compromiso representan un trauma psicológico.

Lo que es más interesante en términos de influencia Babilonia en la historiografía Judía es el tratamiento Judío de la época siguiente. Un epílogo aparece en 2 Reyes referente al gobierno abortivo y asesinato del noble Judío Gedelia ben Ahikan (2 Reyes 25:22-26), seguida de una lacónica noticia que el rey Babilonio Evil-Merodac (Amel-Marduk) liberó al Rey Joaquín de Judá de prisión en Babilonia y le otorgó una pensión estatal (25:27-30); Weidner 1939). A parte de esos episodios, Reyes, Crónicas, Jeremías, Lamentaciones, y Ezequiel todos pintan, con diferentes paletas, el mismo cuadro del periodo de después del asalto de Nabucodonosor: el de un país desolado.


Los estudiosos Bíblicos tales como Barstad y arqueólogos tales como Finkelstein han señalado recientemente que el país de Judá no era una tabula rasa en el periodo Babilonio (Barstad 1996; Finkestein and Silberman 2000: 305-8; también Graham 1984). Para estos, el retrato bíblico del “País desolado” es una fabricación. Finkestein sugiere que la mayoría de la población, quizás el 75 por ciento, permaneció en Judá después de las campaña Babilonias; Barstad concluye que la vida se desarrollaba más o menos como siempre. Torrey argumenta que nunca hubo una cautividad, y por lo tanto no pudo haber restauración de los Judíos en Palestina en el periodo Persa. Los escritores, especialmente el Cronista, fabricaron esta presentación para quitar los derechos a los miembros de la comunidad y facilitar el supuesto programa xenófobo de Esdras y Nehemías. Albright respondió a los puntos de vistas de Torrey como sigue: “no tiene fundamento histórico ni respeto hacia los documentos antiguos orientales” (Albright 1957: 246).

Los revisionistas concluyen, erróneamente, que dado que algunos escritores bíblicos tenían una agenda, su reconstrucción historiográfica ha de ser falsa y que en lugar de interrupción debe haber habido una significativa continuidad entre la época de la monarquía y el periodo Persa.

La evidencia arqueológica no favorece un argumento por la discontinuidad. Efraim Stern ha argumentado que en los comienzos de las conquistas Babilonias en el Levante los registros arqueológicos exhiben un “lapsus” en la mayoría de los sitios hasta el periodo Aqueménida (Stern 2001). De hecho, la evidencia perteneciente al periodo Babilonio pude ser contrastada con la de el periodo Asirio en el sur del Levante. Los siguientes tipos de materiales aparecen en el periodo Asirio: cerámica Asiria importada e imitaciones locales, arquitectura Asiria, tablillas cuneiformes, inscripciones monumentales, tallado de gemas, y evidencia explícita de la provincialización e instalación de administradores Asirios en muchos lugares en el sur del Levante. En contraste, poca cultura material explícita Babilonia aparece en el Levante en el siglo sexto (detalles en Vanderhooft 1999; Stern 2001). Los sellos Neo-Babilonios, a pesar de su ubicuidad en otros sitios, son raros; no hay ejemplos de arquitectura Neo-Babilonia; sólo un fragmento de inscripción cuneiforme es conocido pudiendo ser datado en este periodo, aunque no es significativamente un texto administrativo, sino más bien una especie de dedicatoria (McCown 1947: 150-53). Mientras tanto, las conquistas Babilonias en el Levante del sur están atestiguadas en muchas capas de destrucción fechadas antes de la importación de cerámicas Áticas, las cuales comenzaron a llegar al Levante en la segunda mitad de siglo sexto (Stern 1982: 136; Boardman 1999 :46-54).

Mientras tanto, la estratografía del estrato II en Tell en-Nasbeh, Mizpa, donde los textos bíblicos informan que Gedalia hizo su abortivo esfuerzo para gobernar, se resisten a análisis fácil. Un intento reciente a cargo de J. Zorn para aclarar la historia del asentamiento en este sitio muestra que no sufrió una destrucción masiva en el siglo sexto (J. Zorn 1997). Zorn avanza la hipótesis que el sitio fue deliberadamente abandonado, parcialmente destruido (a finales del estrato III), y después parcialmente reconstruido para servir como centro administrativo Babilonio. Actualmente los arqueólogos no han sido capaces de refinar la cronología de la cerámica de la Edad de Hierro Tardía II como para identificar estratos del periodo “Babilonio o exílico” en el sur del Levante. Sin esta secuencia tipológica, y dada la poca evidencia de la presencia Babilonia en la región, será difícil sostener la idea que los Babilonios promovieron una administración provincial diseñada para explotar el anterior reino de Judá.

De hecho, lo opuesto a la explotación parece haber ocurrido: la destrucción Babilonia interrumpió los patrones del comercio y la prosperidad económica a lo largo del Levante; resultando, notablemente, en la cesación de las importaciones Griegas hacia el corredor del sur Levantino, y un cambio de estas importaciones hacia el Delta del Nilo, particularmente en Dafne y Naucratis, y también Migdol (Vanderhooft 1999: 83-87; Stern 2001). La conquista de Nabucodonosor difícilmente pudo haber servido como base para la colonización o la explotación económica de los reinos conquistados, dejados solos para su desarrollo como unidades provinciales. Judá, como Lipschits y otros han demostrado, ciertamente no fue completamente despoblada durante la era Babilonia –lo que, a propósito, fue reconocido explícitamente por Albright en lo que concierne a las regiones del Negev y Benjamín (1957: 247) y que otros, como Martin Noth (1963: 267) enfatizan. Argumentar que hubo cierto grado de continuidad demográfica a lo largo del siglo sexto no es lo mismo que argumentar que los Babilonios instalaron un gobierno provincial en Judá o que tuvieron una política burocrática coherente en el Levante.

Hay que admitir que la reconstrucción de la condición de los deportados Judíos en Babilonia en el siglo sexto es una empresa difícil debido a la escasez de datos. Pero, incluso aquí, continúa apareciendo nueva información, notablemente tablillas cuneiformes de los asentamientos Babilonios, inclyendo “al Yahud” la ciudad de Judá, algunas publicadas por Joannès y Lemaire (1999; Vanderhooft).

Los historiógrafos Judíos reconstruyen la época de a mediados del siglo sexto en Palestina como una caracterizada por un profundo, si no total, declive demográfico; como una época en la que una parte significativa de la élite Judía fue re-localizada en Mesopotamia; y como una época desprovista de cualquier aparato administrativo efectivo, local o imperial. Algunos escritores bíblicos del periodo Persa pueden haber aprovechado la oportunidad para enfatizar el vacío en Judá durante este periodo (el periodo Babilonio) y así avanzar su agenda para conectar las instituciones en el periodo Persa con los precursores en el tiempo del periodo de la monarquía en Judá. Pero la evidencia de la existencia de semejante agenda no demuestra que los escritores fabricaron su reconstrucción del periodo Babilonio sacándoselo de la manga. Aquí es donde fallan los revisionistas. El historiador moderno está mejor servido cuando pregunta por qué los escritores bíblicos ofrecieron la reconstrucción que ofrecieron. En el caso de su reconstrucción del periodo después de la caída del reino, la respuesta depende más de una comprensión de las acciones de Nabucodonosor descritas arriba que en cualquier propuesta a cerca de los esfuerzos de los autores bíblicos en dar forma a una imagen del ethos Judío en un periodo posterior.

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