miércoles, 20 de mayo de 2020

EL MITO DE HORUS Y SETH EN EL ANTIGUO EGIPTO

EL MITO DE HORUS Y SETH

No hay un mito del nacimiento del Estado Egipcio en sentido propio. Lo que hay es el mito de Horus y Seth, que supone ya el Estado, pero que narra una reorganización con un claro e importante significado de fundación. El mito de Horus y Seth cifre la génesis del Estado en la superación de la violencia. 
Primero hay que destacar que la disputa entre Horus y Seth se desarrolla en la forma de un litigio. La decisión la tiene Gea. La controversia entre los hermanos litigantes no se dirime, pues, por la fuerza, sino por el derecho. 
Tras el primer arbitraje, el juicio es revisado y nuevamente dictado. Esto puede significar dos cosas: la división de la historia en una fase de doble dominio de Horus y Seth y una fase de dominio único de Horus, o la acentuación del motivo del dominio único de Horus por negación expresa del doble dominio de los dos hermanos, que sólo se menciona para inmediatamente ser cancelada. 
La versión conservada del texto procede de la dinastía XXV, y contiene muchos pasajes que no pueden ser muy antiguos. El nombre del dios Tatenen, por ejemplo, aparece por vez primera en el Reino Medio. Pero hay que contar con que el texto contiene un núcleo antiguo que posteriormente fue reelaborado. Numerosas reminiscencia en los Textos de la Pirámides proporcionan sobrada evidencia de que, al menos en su núcleo, esta narración se remonta al Reino Antiguo. 
Para la dinastía XXV, el texto fue interesante por su relación con Menfis. En Época Baja, Menfis se convirtió en el símbolo de la identidad tradicional, política y cultural, de Egipto. Pero el mito como tal es sin duda antiguo. 
El mito narra el viraje, no al Estado, sino a la unidad política. Se supone que el Estado ya existe; hay una referencia a él como “herencia”. Mas, por otra  parte, es claro que el viraje a la unidad política es idéntico con los aconteceres históricos que se interpretan como viraje al Estado, como el proceso de nacimiento del Estado. El texto puede muy bien entenderse como figuración mítica de una situación histórica ene a que un periodo con dos reinos rivales termina con la institución de una unidad en la que alguien ha salido vencedor, pero que da gran valor a la integración del derrotado. Horus representa al reino de Horus en Hieracómpolis, y Seth al reino de Naqada. Naqada/Ombos es además la patria de este dios, y allí habita desde tiempos primitivos.
El antagonismo de Horus y Seth radica en la oposición de civilización y salvajismo, o sea, entre derecho y violencia. Horus personifica el derecho, Seth la violencia. El símbolo de Horus es el ojo, el símbolo de Seth los testículos. La violencia es así asociada a la potencia procreativa. La oposición de ojo y testículos se puede interpretar como la contraposición de luz -es decir, razón- y sexualidad, algo que por lo demás juega también un papel en la historia de la religión. 

CARACTERÍSTICAS DE LA CULTURA DE NAQADA EN EL ANTIGUO EGIPTO

Cuáles son las características de la cultura de Naqada en el antiguo Egipto?

La cultura de Naqada se caracteriza en su estadio más temprano por su notable abundancia de imágenes, que la hace constatar llamativamente con las culturas prehistóricas más más antiguas del valle del Nilo. Las vasijas pintadas de blanco de la cultu Cuáles son las características de la cultura de Naqada en el antiguo Egipto?

La cultura de Naqada se caracteriza en su estadio más temprano por su notable abundancia de imágenes, que la hace constatar llamativamente con las culturas prehistóricas más más antiguas del valle del Nilo. Las vasijas pintadas de blanco de la cultura de Naqada I desarrollando programa de imágenes que a todas luces trasciende las funciones puramente decorativas y ofrece una representación de ciertos dominios centrales de la semántica cultural. Se trata de una memoria gráfica en la que continúan las pinturas rupestres. Los temas que admiten una conexión con acontecimientos históricos aparecen por vez primera en la época de Naqada II, concretamente en la tumba década de un jefe o cabecilla de Hieracómpolis. Se trata de la representación más temprana del motivo de la muerte de los enemigos, que unas generaciones después reaparece en la paleta de afeites de un rey, Narmer, en su forma canónica, conservada hasta el final de la historia faraónica. La ideología del jefe de Hieracómpolis marca la semántica política del primitivo Estado. 

La tumba decorada de Hieracómpolis aún no muestra señales de verdadera escritura. No se puede decir con seguridad si aquel jefe poseía ya el título de “Horus”, la forma más antigua del título real egipcio, con cuya primera aparición se puede fijar el comienzo del Estado Egipcio. Pero esta hipótesis está muy cerca del a realidad. Hieracómpolis significa “ciudad del halcón”; así llamaron los Griegos a la ciudad del dios halcón Horus, que según la concepción egipcia se encarna en todo rey. Recientes excavaciones se han acercado mucho a la primera aparición de este título muy cerca temporalmente de la tumba decorada de Hieracómpolis. 

Hieracómpolis es también el lugar donde fue hallado el monumento más importante que ha transmitido un, o quizá el, acontecimiento decisivo de la época de la unificación entendido como un “mensaje”. La monumental paleta de afeites que un rey llamado Narmer hizo colocar en el templo de Horus de Hieracómpolis se cuenta entre un gran grupo de objetos que en esta época temprana fueron utilizados como portadores de los nuevos mensajes. Posteriormente el Estado desarrollaría bien pronto géneros propios de monumentos que servirían para la representación del poder político y la perpetuación de las acciones históricas.  ra de Naqada I desarrollando programa de imágenes que a todas luces trasciende las funciones puramente decorativas y ofrece una representación de ciertos dominios centrales de la semántica cultural. Se trata de una memoria gráfica en la que continúan las pinturas rupestres. Los temas que admiten una conexión con acontecimientos históricos aparecen por vez primera en la época de Naqada II, concretamente en la tumba década de un jefe o cabecilla de Hieracómpolis. Se trata de la representación más temprana del motivo de la muerte de los enemigos, que unas generaciones después reaparece en la paleta de afeites de un rey, Narmer, en su forma canónica, conservada hasta el final de la historia faraónica. La ideología del jefe de Hieracómpolis marca la semántica política del primitivo Estado. 

La tumba decorada de Hieracómpolis aún no muestra señales de verdadera escritura. No se puede decir con seguridad si aquel jefe poseía ya el título de “Horus”, la forma más antigua del título real egipcio, con cuya primera aparición se puede fijar el comienzo del Estado Egipcio. Pero esta hipótesis está muy cerca del a realidad. Hieracómpolis significa “ciudad del halcón”; así llamaron los Griegos a la ciudad del dios halcón Horus, que según la concepción egipcia se encarna en todo rey. Recientes excavaciones se han acercado mucho a la primera aparición de este título muy cerca temporalmente de la tumba decorada de Hieracómpolis. 

Hieracómpolis es también el lugar donde fue hallado el monumento más importante que ha transmitido un, o quizá el, acontecimiento decisivo de la época de la unificación entendido como un “mensaje”. La monumental paleta de afeites que un rey llamado Narmer hizo colocar en el templo de Horus de Hieracómpolis se cuenta entre un gran grupo de objetos que en esta época temprana fueron utilizados como portadores de los nuevos mensajes. Posteriormente el Estado desarrollaría bien pronto géneros propios de monumentos que servirían para la representación del poder político y la perpetuación de las acciones históricas.