martes, 16 de julio de 2019

REVOLUCIONARIOS MILENARISTAS Y ANARQUISTAS MÍSTICOS

REVOLUCIONARIOS MILENARISTAS Y ANARQUISTAS MÍSTICOS, II

En Alemania y sur de Europa los grupos de flagelantes continuaron existiendo durante dos siglos y algo más desde su aparición, pero su estatus y función en las dos zonas difería en gran manera. En Italia y sur de Francia las comunidades de flagelantes florecieron abiertamente en cada ciudad importante. Eran generalmente severamente ortodoxos en sus opiniones religiosas y disfrutaban del reconocimiento tanto de la iglesia como de las autoridades civiles. En Alemania, por otro lado, estas comunidades eran siempre sospechosas de tendencia heréticas y a menudo revolucionarias, no sin razón. El movimiento que había sido suprimido en 1262 continuó existiendo de manera clandestina. En 1296, cuando las ciudades del Rhine sufrían la peor hambruna durante ochenta años, los flagelantes uniformados y cantando himnos aparecieron de súbito. Y cuando el movimiento flagelante más grande de todos los tiempos se extendió por Alemania en 1348-9 y también tenían canciones e incluso la misma Carta Celestial, que apenas había sido modificada –lo que parece demostrar que algunos de sus líderes pueden haber procedido de un movimiento clandestino y sido capaz de haber utilizado una tradición esotérica.

El brote del 1348-9 lo causó la Peste Negra. Esta epidemia de fiebre bubónica parece ser tuvo su origen en la India pasando por el Mar Negro y posteriormente llegando al Mediterráneo. A comienzos del 1348 arrasaba en los puertos de Italia y Sur de Francia viajó poco a poco a lo largo de las rutas comerciales hasta que alcanzó a todos los países excepto Polonia, que estableció una cuarentena en sus fronteras, y en Bohemia, protegida por las montañas. En cada zona la epidemia duró entre cuatro y seis meses. En las ciudades muy pobladas la plaga arrasó excesivamente, superando todos los esfuerzos para controlarla; los cadáveres yacían enterrar en los patios de la iglesias. Parece cierto que en términos del nivel de mortandad esta plaga era incomparablemente la más grande catástrofe que había afectado a la Europa Occidental en los últimos mil años –bastante más grande que las dos Guerras Mundiales del siglo XX juntas. Las autoridades de la época estimaban que más de un tercio de la población pereció.

La plaga fue interpretada, según la moda medieval, como castigo divino por las trasgresiones del mundo pecaminoso. Las procesiones de flagelantes eran en parte un intento para evitar el castigo; y un parágrafo fue añadido a la Carta Celestial para enfatizar este punto. Partiendo de Hungría, donde parece ser que comenzaron a finales de 1348, el movimiento se extendió hacia el oeste para florecer sobretodo en las ciudades de Alemania central y del sur y finalmente en el valle del Rhine, desde donde se extendió hacia Westphalia por un lado y por el otro hacia Brabante, Hainaut y Flandes –y Francia, hasta que fue controlado por el rey. Desde los Países Bajos un contingente partió hacia Londres, donde actuaron frente a la Catedral de San Pablo; pero en Inglaterra el movimiento no encontró seguidores.

El movimiento se expandió rápidamente y lo que hacía de esta masa de auto-flagelantes algo más que una epidemia, algo que podía muy bien ser llamado un movimiento, era la manera en la que estaba organizado. Salvo en la última etapa, en los Países Bajos, esta organización era singularmente uniforme. Los flagelantes tenían sus nombres colectivos; se llamaban ellos mismos los portadores-de-la-Cruz, o los Hermanos Flagelantes, o –como los cruzados en 1309- Hermanos de la Cruz. Al igual que los precursores en 1262 –y como los cruzados- llevaban un uniforme; en este caso una túnica Blanca con una cruz roja por delante y por detrás y un gorro o capucha similarmente marcado. Cada grupo de flagelantes estaba sujeto a una rigurosa disciplina. No se les permitía bañarse –Isabel la Católica nunca se bañaba; era pecado tocarse las partes intimas- ni cambiarse de ropa ni dormir en camas confortables. Si se les ofrecía hospitalidad podían lavarse las manos solamente y arrodillados en el suelo como muestra de humildad. No se les permitía hablar unos con otros sin permiso del Maestro. Sobretodo tenían terminantemente prohibido trata con mujeres. Había de evitar a sus esposas; en las casas donde se alojaban las mujeres no les podían servir en la mesa. Si un flagelante hablaba una sola palabra a una mujer tenía que arrodillarse ante el Maestro, que le azotaría, diciendo: “Lavántate por el honor del puro martirio, y guárdate contra el pecado”!

Cuando llegaban a una ciudad los flagelantes iban primero a la Iglesia, formaban un círculo a su alrededor, se quitaban la ropa y zapatos y se ponían una especie de falda que iba desde la cintura a los pies. Después comenzaba un rito que estaba, aunque con algunas variantes, estandarizado. Los penitentes marchaban circularmente y uno tras otro se lanzaban rostro a tierra permaneciendo inmóviles, con los brazos extendidos en forma de crucifijo. Los que venían detrás pasaban por encima de los cuerpos postrados, golpeándolos con sus látigos a medida que pasaban. Los que tenían los pecados más graves permanecían en posiciones que simbolizaban sus transgresiones; y a ellos el Maestro mismo les azotaba repitiendo su fórmula de absolución: “Levántate, por el honor del puro martirio…..”

Cuando el último hombre había yacido rostro a tierra todos se levantaban y comenzaba la flagelación. Se azotaban rítmicamente con látigos de cuero con púas metálicas de hierro, cantando himnos en celebración de la Pasión de Cristo y la Gloria de la Virgen. Tres Hermanos desde el centro del círculo dirigían los cánticos. Tres veces en cada himno –en ciertos pasajes- todos caían rostro a tierra como fulminados por el rayo y yacían con los brazos extendidos, sollozando y orando. El Maestro caminaba entre ellos, incitándoles a que orasen a Dios para que tuviera compasión de todos los pecadores. Después de un rato se levantaban, elevaban sus brazos al cielo y cantaban; después recomenzaban la flagelación. Si por casualidad un sacerdote o una mujer entraban en el círculo la flagelación completa quedaba invalidada y había de ser repetida desde el comienzo. Cada día se realizaban dos flagelaciones completas en público; y cada noche un tercio era realizada en privado en la habitación. Los flagelantes realizaban la flagelación con tal dureza que muchas veces las púas de hierro quedaban atascadas en la carne viva y habían de ser extraídas. Su sangre salpicaba las paredes y sus cuerpos se hinchaban convirtiéndose en masas de carne morada.

La mayor parte de la población era muy favorable hacia los flagelantes. Dondequiera iban los penitentes la muchedumbre les seguía para verlos y oír. Los solemnes ritos, los aterradores azotes, los himnos y, como culminación, la lectura de la Carta Celestial producían un efecto irresistible, de manera que toda la audiencia era inmersa en el llanto. Nadie cuestionaba la autenticidad de la Carta. Los flagelantes eran vistos como ellos mismos se veían –no simplemente como penitentes que expiaban sus pecados sino como mártires que tomaban sobre ellos mismos los pecados del mundo evitando así la plaga y la destrucción de la humanidad. Era un privilegio recibir y asistir a semejante gente. Cuando una procesión de flagelantes se acercaba a una ciudad se hacían sonar las campanas y cuando la flagelación terminaba los habitantes se apresuraban a invitar a los participantes a sus casas. La gente se sentía feliz de contribuir con los gastos de velas y estandartes; hasta las autoridades urbanas contribuían con los fondos públicos. Como siempre desde que la civilización comenzó a revivir y la riqueza material a aumentar, la población urbana estaba muy insatisfecha con el clero en el que no veían nada sino mundanidad. Ejemplos de la crítica que circulaba en esos tiempos de mitad del siglo XIV se conservan el pronunciamiento de los mismísimos clérigos. Uno dice:

La Simonía había penetrado tan profundamente y se había establecido tan firmemente que todos los clérigos seculares y regulares, fuesen de rango alto, mediano o bajo, compraban y vendían los oficios eclesiales sin vergüenza alguno y hasta públicamente, sin que nadie les reprobara o castigara. Cuán despreciable ha venido a ser la Iglesia! Los pastores de la Iglesia se alimentaban bien ellos mismos en lugar de alimentar al pueblo.

La extensión precisa en la que estas quejas estaban justificadas es irrelevante. Lo cierto es que los laicos no podía encontrar en el clero lo que tan desesperadamente necesitaban –religiosos virtuosos cuyo ascetismo garantizara sus poderes milagrosos. Los flagelantes, al contrario, parecían ser estos virtuosos. Afirmaban que mediante sus flagelación no sólo eran absueltos de sus pecados y obtenían el cielo sino que también adquirían el poder de expulsar a los demonios, para curar a los pobres, e incluso resucitar a los muertos. Habían flagelantes que afirmaban que comían y bebían con Cristo y conversaban con la Virgen; e incluso uno afirmaba haber resucitado de entre los muertos. Todo esto era de buen grado aceptado por el pueblo. La gente no sólo traía a los enfermos para ser curados por estos santos varones, también empapaban trozos de tela en la sangre y los guardaban como reliquias sagradas.                     

viernes, 12 de julio de 2019

REVOLUCIONARIOS MILENARISTAS Y ANARQUISTAS MÍSTICOS


REVOLUCIONARIOS MILENARISTAS Y ANARQUISTAS MÍSTICOS, I

LA GÉNESIS DEL MOVIMIENTO DE LOS FLAGELANTES
La práctica de la flagelación parece haber sido desconocida en Europa hasta que fue adoptada por los eremitas en las comunidades monásticas de Camaldoli y Fonte Avellana a comienzos del siglo XI. Una vez inventada, la nueva forma de penitencia se extendió rápidamente hasta convertirse no sólo en un rasgo normal de la vida monástica en la Cristiandad Latina sino la más común de todas las técnicas de penitencia –hasta tal punto que el verdadero significado del término disciplina quedó restringido a “azotar”. Lo que significaba para aquellos que lo practicaban se hace evidente en la descripción que un monje del siglo XIV hace de su propia experiencia. Una noche de invierno este hombre se encerró en su celda desnudo……..  tomando su látigo con trozos de clavo, y comenzó a azotarse el cuerpo, los brazos, y las piernas, hasta que brotó la sangre. Uno de los trozos de clavo era curvo como un anzuelo y dondequiera que tocaba en el cuerpo arrancaba un trozo de carne. Se azotó tan fuerte que el látigo se rompió en tres trozos. Permaneció sangrando en un estado deplorable y esto le recordó la apariencia de su amado Cristo cuando fue azotado de manera terrible. Tuvo lástima de sí mismo y comenzó a llorar amargamente. Se arrodilló, desnudo y cubierto de sangre, al aire helado, y oró a Dios que eliminase sus pecados.

La flagelación medieval era una severa tortura que la gente se infligía con la esperanza de persuadir a un Dios que juzga y castiga  para que retirase su vara, perdonase sus pecados y les librase de los más grandes castigos que sufrirían en esta vida y en la otra. Pero más allá del mero perdón hay otro prospecto más intoxicante. Si un monje ortodoxo podía ver en su cuerpo ensangrentado una imagen del cuerpo de Cristo, no ha de sorprender que los laicos que se convertían en flagelantes y escapaban de la supervisión eclesiástica se sintiesen con la misión redentiva que aseguraría no sólo su propia salvación sino la de toda la humanidad. Como los cruzados pobresantes de ellos, sectas heréticas de flagelantes veían su penitencia como una imitatio Christi colectiva que poseía un valor escatológico único. 

Fue en las ciudades más pobladas de Italia que las “procesiones” organizadas de flagelantes aparecieron por vez primera. El movimiento fue lanzado en 1260 por un eremita de Perugia y se extendió hacia el sur a Roma y hacia el norte a las ciudades Lombardas con tal rapidez que parecía a los contemporáneos como una epidemia de remordimiento. Liderada normalmente por sacerdotes, masas de hombres y jóvenes marchaban día y noche, con estandartes y velas, de ciudad en ciudad. Cada vez que llegaban a una ciudad se reunían en grupos ante la iglesia flagelándose durante horas. El impacto que esta penitencia pública realizaba sobre la población en general era grande. Los criminales confesaban, los ladrones devolvían lo robado y los usureros los intereses de sus préstamos, los enemigos se reconciliaban y los odios eran olvidados. Hasta los Güelfos que apoyaban al Papa y los Gibelinos que apoyaban al emperador, superaron momentáneamente sus divergencias. Ciudades enteras se vieron envueltas en este movimiento. –En Reggio Calabria los magistrados, el obispo y todas las cofradías participaban. Las procesiones aumentaron en tamaño, llegando a ser miles los participantes. Pero aunque se unían a veces gente de todos los estratos sociales, eran los pobres los que más perseveraban; de manera que en las últimas etapas del movimiento sólo ellos quedaron.

Las circunstancias bajo las que tuvo lugar esta movida de auto-flagelación son significativas. Las condiciones en Italia en esos momentos eran excepcionalmente duras. En 1258 hubo una hambruna, en 1259 una plaga. Sobre todo, el constante enfrentamiento entre Güelfos y Gibelinos redujo al país a un estado de la más grande miseria e inseguridad. La situación de las ciudades Güelfas era desesperada, su causa había sufrido un duro golpe cuando los Florentinos fueron derrotados en Montaperto, sufriendo una horrible masacre a manos de los Toscanos Gibelinos. Un cronista señala que durante las procesiones la gente se comportaba como si tuviesen miedo a un castigo por sus pecados, como si Dios fuese a destruirlos a todos mediante un terremoto y fuego desde lo alto. Era como en un mundo suspendido al bode del abismo donde estos penitentes gritaban, mientras se golpeaban y caían rostro a tierra: “Santa Virgen ten piedad de nosotros! Ruega a Jesucristo para que nos salve! y Gracias, gracias! Paz, paz! –invocando sin cesar hasta que los montes y los campos parecían resonar con sus oraciones y los instrumentos musicales dejaron de sonar y de ser cantadas las canciones de amor.

Pero por lo que estos flagelantes se esforzaban en obtener de Dios era algo más que el mero alivio de sus actuales problemas. Aquel año de 1260 era el año apocalíptico en el cual, según las profecías seudo-Joaquinitas, la Tercera Era llegaría a realizarse. Entre la hambruna, la plaga y la guerra multitudes de Italianos esperaban el amanecer de la Edad del Espíritu Santo, la edad en la que todos los hombres vivirían en paz, observando una voluntaria pobreza, en una contemplativa felicidad. A medida que pasaban los meses, esas milenarias expectativas vinieron a ser más tensas hasta, que a finales del año, se desarrollaron en medio de un ambiente desesperado e histérico. En septiembre incluso a la batalla de Monteperto se le adjudicó una importancia escatológica. Después de seis semanas y a comienzos de Noviembre los flagelantes aparecieron; y el cronista Salimbene de Parma, quien era un Joaquinita, cuenta cuan dispuesta la gente estaba a ver en estas afligidas procesiones el comienzo de la gran consumación.

En Italia el movimiento de masas flagelantes pronto murió desilusionado; pero en 1261-2 cruzó los Alpes y reapareció en las ciudades del sur de Alemania y en el Rhin. Los líderes parece ser fueron Italianos pero a medida que recorría las ciudades Alemanas los habitantes acudían en cientos para formar nuevas procesiones. Sin duda el movimiento ya poseía una organización en Italia pero fue en este punto cuando los cronistas comenzaron a notarlo. Esos flagelantes Alemanes tenían rituales y canciones; incluso idearon un uniforme. Por otra parte los líderes probaron estar en posesión de una Carta Celestial como se dio en el caso de Pedro el Ermitaño y de nuevo –unos años más tarde- con el “Señor de Hungría”; esta vez el texto había sido conservado. Una tablilla de mármol que brillaba con luz sobrenatural –decía la carta- había descendido sobre el altar de la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalem, en presencia de una gran multitud de fieles. Un ángel había aparecido después y leyó el mensaje que Dios mismo había escrito en esta. Era un mensaje cargado de sentido escatológico, con muchas frases tomadas de la famosa pieza apocalíptica, atribuida a Cristo, que habla de las miserias y abominaciones que precederían a la Segunda Venida. Porque Dios estaba furioso con los seres humanos por su arrogancia y ostentación, sus blasfemias y adulterios, sus incumplimientos del Sabbath y del ayuno del Viernes, y sus prácticas usureras. Ya había castigado a la humanidad mediante terremotos y fuego, sequía e inundaciones, cabrunas y pestilencias, y guerras e invasiones mediante las cuales los Sarracenos y otros paganos había devastado las tierras Cristianas. Dios había decidido acabar con la humanidad dada la obstinación con la que esta se aferraba a sus maldades. Pero la Virgen María y los ángeles postrados a sus pies le imploraron para que diera a la humanidad una última oportunidad. Conmovido por estos ruegos, Dios prometió que si la gente se enmendaba, abandonando la práctica de la usura y el adulterio y la blasfemia, la tierra volvería a florecer, daría frutos en abundancia. Ante estas nuevas los fieles en Jerusalem buscaron desesperadamente alguna manera de curar a la humanidad de su fatal propensión al pecado. El ángel apareció por segunda vez para ofrecerles que realizaran una procesión flagelante durante 33 ½ días, en memoria del número de años que, según un cálculo tradicional, Cristo pasó en la tierra. Así –concluía la carta- surgió el movimiento: iniciado en primer lugar por el Rey de Sicilia (quizá Frederick II de nuevo, uno se pregunta, como Salvador en los Últimos Días?), el gran peregrinaje había llegado a Alemania. Y cualquier sacerdote que en su mundanidad omitiese pasar el divino mensaje a su congregación sería infaliblemente y eternamente condenado.

Uno no puede sino recordar otra Carta Celestial mediante la cual, dos siglos y medio después, el Revolucionario del Alto Rhine trató de crear su anti-eclesiástica Hermandad de la Cruz Amarilla. Y mientras los flagelantes Italianos habían sido firmemente controlados por el clero, los flagelantes Germanos se volvieron de hecho contra la Iglesia. Los Alemanes estaban tan familiarizados como los Italianos con las profecías pseudo-Joaquinitas y esperaban lo mismo del apocalíptico año 1260; pero tendían a sentirse mucho más amargados contra el clero y mucho más intransigentes en su rechazo de Roma. Sólo unos cuantos años habían pasado desde que el milenario Suabo Hermano Arnoldo declaró que él y sus seguidores eran la santa comunidad que en 1260 quitarían toda autoridad a la Iglesia del Anticristo. Y dado que en el intervalo Frederick II había fallecido y había comenzado el Gran Interregnum, esto intensificaba aún más el deseo en las masas Alemanas de un Reino Milenario de los Santos. El movimiento terminó convirtiéndose en el monopolio de los pobres, tejedores, zapateros, herreros y semejantes; convirtiéndose en una conspiración contra el clero. Los flagelantes comenzaron a pretender que ellos eran capaces de realizar la salvación mediante sus propios méritos y sin la ayuda de la Iglesia; incluso que el hecho de tomar parte en una de sus propias procesiones absolvía de todos los pecados. Pronto los arzobispos y obispos comenzaron a excomulgar y a expulsar a esos peligrosos penitentes, con príncipes seculares como el Duque de Bavaria ayudando en la represión del movimiento.

Continuará.                        

sábado, 6 de julio de 2019

IMÁGENES DE LA DIVINIDAD EN EL NEOLÍTICO



LAS PEQUEÑAS FIGURAS FEMENINAS Y SU EVOLUCIÓN EN EL NEOLÍTICO

Miles de estatuillas femeninas de sitios prehistóricos arqueológicos Neolíticos re-presentan a poderosas Diosas del continuum de la vida: nacimiento, muerte, y regeneración. Estas Diosas a menudo conllevan una iconografía de pájaro o serpiente.

Se ha demostrado que muchas culturas Neolíticas –Çatalhöyük, por ejemplo –eran igualitarias y matrilocales. Después de las migraciones de los Proto-Indo-Europeos hacia Europa, Sur de Asia, Anatolia, y otras partes, tanto las culturas como las religiones de los pueblos autóctonos cambiaron. Las culturas vinieron a ser más patriarcales y fusionaron su religión con la de los Indo-Europeos. Las Grandes Diosas del continuum de la vida de los pueblos autóctonos fueron asimiladas en panteones dominados por dioses masculinos. Las estatuillas femeninas sea perdieron parte de sus poderes o vinieron a ser portavoces para las nuevas culturas, como es el caso de la Gran Athena. Incluso así, las Diosas retuvieron su iconografía aviar y serpentina, aunque muchas estatuillas femeninas de la época Clásica -las asociadas con la muerte- se metamorfosearon en brujas y monstruos: Medusa, Erinias (Furias), Harpías, Sirenas, y muchas otras. Cuando las Grandes Diosas disminuyeron en poder, el “grupo” –Diosas, que habían tenido muchos poderes y funciones en la “Antigua Europa”, fuero degradadas a hadas y a menudo brujas. Muchas de estas históricas figuras tenían características aviares: tenían alas y podían volar. Así, continuaron teniendo algunos de los atributos de las estatuillas femeninas Neolíticas. Esos grupos de figuras femeninas pueden haber representado aspectos de lo divino igual que las diosas únicas que tenían múltiples funciones y poderes.

Esos “grupos” de Diosas incluyen grupos de hadas (algunas veces caracterizadas como brujas): la rumana Zine, la Lituana y Letona Laumas (similar a Raganas), las Celto-Germanas Tres Madres, y las Eslavas Vili y Rusalki.

Estas figuras femeninas no son unilateralmente benéficas. Si lo apoyan a uno pueden hacer el trabajo del hogar, la lavandería. Si uno no les gusta, pueden destruir tu hogar o algo peor. Así mismo, la “Gran Diosa” prehistórica del continuum de la vida –nacimiento, muerte, y regeneración- eran invocadas para la fecundidad, la salud, y el amor, pero también podían producir estragos, como en el caso de la Sumeria Inanna.

Una cualidad que muchas de esas divinas colectivas y mágicas figuras femeninas encarnaban es la belleza. También podían afectar a los elementos. Pero otra cualidad era que podían atraer a los hombres, también podían aportar beneficios a todos o también dañarles. Este es un resumen del espectro de amplios poderes que ejercían estas Diosas.

Miles de estatuillas femeninas han sido excavadas de los sitios prehistóricos Neolíticos. Esas Diosas del continuum de la vida: nacimiento, muerte, y regeneración tenían forma de pájaro y serpiente (Gimbutas 1974: 112-151; (Robbins) Dexter 1978; 1990; 1997;2011; 2013).

Hay muchas posibilidades del por qué los pájaros y las serpientes eran considerados divinos en la prehistoria. Los pájaros y serpientes hembras ponen huevos, un símbolo visual poderoso del nacimiento. (En el periodo históricos, las aves como las palomas personificaban el aliento de vida, la pureza, y el alma). Las aves rapaces -como el las águilas, la lechuza, halcones, buitres- han de matar para comer; personificaron la noche, y por extensión la muerte, durante milenios. Los cuervos, al igual que las rapaces, están asociados con el campo de batalla en los mitos.

Las serpientes cambian de piel –una poderosa representación de regeneración- y los pájaros mudan, cambiando sus plumas. Tanto la piel de las serpientes como las plumas de los pájaros rejuvenecen. La venenosas serpientes representan la muerte, aunque su veneno también puede ser usado como antitoxina; representan así la salud y la regeneración. Los pájaros median entre el cielo y la tierra, y las serpientes entre la tierra y el submundo.

Estos atributos quizá llevaron al concepto que los pájaros y las serpientes comparten lo divino. O sea, representan el nacimiento, la muerte, y la regeneración.

CULTURAS PRE-PATRIARCALES
Muchas culturas Neolíticas –la Anatolia Çatalhöyük, por ejemplo- eran igualitarias y matrilocales (Hodder 2004). Después de las migraciones de los Proto-Indo-Europeos hacia Europa, Sur de Asia y Anatolia, y otros sitios (Goldberg et al. 2015), tanto las culturas como las religiones de los pueblos autóctonos cambiaron. Las culturas autóctonas vinieron a ser más patriarcales y sus dioses fueron asimilados por aquellos de los Indo-Europeos. Cuando la “Gran” Diosa del continuum de la vida –adorada por los pueblos Europeos y Medio Oriente del Neolítico- fueron asimiladas en panteones masculinos (Robbins) Dexter 1978; 1990, las diosas femeninas sea perdieron parte de sus poderes o se convirtieron en portavoces para las nuevas culturas, como es el caso de la ciudad Griega –y diosa de la guerra, Athenea. Los primeros Europeos adoraban a diosas poderosas que apoyaban a sus sociedades (Athenea, Demeter, Artemisa, y Afrodita), pero muchas figuras femeninas de la época Clásica –principalmente las asociadas con la muerte, incluyendo a la Medusa, las Erinias (las Furias), Harpías, y Sirenas- se metamorfosearon en brujas y monstruos. Reverenciadas o no, muchas de esas figuras femeninas retuvieron su iconografía aviar y serpentina.

Es muy posible que cuando las Diosas Neolíticas disminuyeron en poder, el “grupo” –Diosas, Diosas Múltiples que tuvieron muchos poderes en funciones en la Europa del Neolítico, fueron rebajadas a Hadas y a menudo brujas. Muchas de estas figuras femeninas tenían características de aves: tenían alas y podían volar. Continuaron poseyendo algunos de los atributos de las figuras femeninas del Neolítico. Esos grupos de figuras femeninas pueden haber representado aspectos de lo divino igual que las Diosas únicas que reunían múltiples funciones y poderes.

Esos grupos de figuras femeninas datan de antes del Neolítico. Harald Haarmann y Joan Marler creen que los espíritus guardianes femeninos de la naturaleza predatan a las culturas agrarias a lo largo de Eurasia (Haarmann-Marler 2008, 47). No se puede afirmar con certeza, no obstante, que esas figuras femeninas pan-Eurasiáticas fuesen sólo ayudantes de las diosas en lugar de Diosas en sí mismas, aunque en las históricas culturas Urálicas se manifestasen como tales (Haarmann-Marler 2008, 74-75; 110; 112-113).


GRUPOS DE DIOSAS
En las culturas Indo-Europeas, hay varios tipos de grupos de Diosas, entre las cuales hay Diosas colectivas y deidades plurales. En la deidad plural, la deidad se repite (normalmente se triplifica), para enfatizar su poder y atributos. Estas deidades forman un grupo aunque sólo tienen una identidad, carácter y personalidad. De entre las Diosas poderosas de la temprana historia se puede pensar en las Siete Hator Egipcias (era la diosa del amor, de la música, la poesía, la guerra, y muchas otras funciones) (Dexter 1990) y las posteriores Siete Madres de la India (Sapta-Matrikas – Sapta matrkas). Otro tipo de grupo de Diosas son, las colectivas, que mantienen su propia identidad, incluyendo sus nombres. Normalmente el grupo tiene un nombre, trabajan juntas, y se les rinde culto juntas (Work-MaKinne 2016-2019). Aunque se les rinde culto como grupo, no están fundidas en una única divinidad (Work-MaKinne 2016, 289). Las Diosas Triples –doncella, madre y anciana- forman un grupo que es similar a un colectivo. Pueden conservar sus propios nombres, personalidades, y atributos. “Los cambios de forma de la Diosa Triple, cruzan la frontera entre una única deidad y una deidad colectiva y sigue siendo única”. (Work-MaKinne 2016, 290-291. Ver también Work-MaKinne 2009).

LAS TRES MADRES
Uno de los grupos Indo-Europeo de figuras femeninas es el de las Tres Madres de la Europa Occidental, a menudo mencionadas como las Matronas, un apelativo latino. Hay muchos grupos de triples figurillas femeninas entre los pueblos Celto-Germanos e Itálicos; los Romanos celebraban una fiesta llamada la Matralia (“perteneciente a las Madres”). Esos “grupos”-de-Diosas incluían a grupos de hadas (algunas veces caracterizadas como brujas); la Rumana Zâne, la Lituana Laumas, y la similar REaganas, la Hindú Yaginis, Yaksinis, y Dakinis, la Tirolense Anguane, y la Eslava Vili (Vilas) y Rusalki.

Estas figuras femeninas no son unilateralmente benéficas. Si les caes bien, pueden hacerte la colada. Si no les caes bien, te pueden desarreglar la casa o algo peor. Así mismo, la prehistórica “Gran” Diosa del continuum de la vida –nacimiento, muerte, y regeneración- es invocada para la fecundidad, la salud, y el amor, pero también puede, como la Sumeria Inanna, causar estragos. Inanna era una Diosa del amor y de los Me, poderosos atributos de la cultura. Representa muchos aspectos de la naturaleza; es el trueno en la tormenta y con el tiempo vino a ser una poderosa Diosa del matrimonio que destruía a sus enemigos. Similar a Inanna era la Siria Anat, también una diosa del amor y de la guerra (descrita en un sello cilíndrico con alas). Al igual que la naturaleza misma esas diosas pueden ayudar o ser destructivas.

La iconografía del pájaro y la serpiente estaban relacionadas con muchas Diosas Greco-Romanas que realizaban funciones importantes: por ejemplo Atenea, Afrodita, y Demeter. Esta iconografía también estaba relacionada con Diosas Greco-Romanas cuya principal función era anunciar la muerte, pero en este caso las figuras femeninas se convertían en monstruos; no eran reverenciadas sino rechazadas. Estos “monstruos” incluían a la Medusa, Harpias, Sirenas, y muchas otras.

HADAS Y BRUJAS DE LA ÉPOCA HISTÓRICA POSTERIOR
En la edad histórica tardía los grupos de Diosas arriba citados manifestaban en su iconografía rasgos avícolas y serpentinos, relacionándolas con los pájaros y las serpientes desde el Neolítico


HAROLD BLOOM Y EL FUTURO DEL CRISTIANISMO

El futuro del Cristianismo no está en Europa ni en Oriente Medio, ni en USA, sino en África, Asia y América Latina. Este cristianismo que viene está dominado por Jesús y el Espíritu Santo más que por la figura del Padre. En la práctica, la separación entre Yahvé y Jesús crece, y Yahvé no ha sobrevivido en el Cristianismo sino sólo en el Allah del Islam. El dios agonizante también ha resultado ser Yahvé, y no Jesús.

Todos los dioses envejecen, incluido Yahvé, aunque su agonía podría no ser definitiva, pues el Islam aún podría imponerse. Los dioses experimentan un reflujo al tiempo como las economías, y esa falta De Dios cada vez mayor en Europa podría ser un síntoma de su decadencia definitiva con respecto a la globalización. El Jesucristo del protestantismo evangélico y del Mormonismo es del dios no-tan-oculto del mundo corporativo de los EEUU.

Por qué triunfó el Cristianismo desde que lo adoptara el cruel emperador Constantino hasta su gradual desplazamiento intelectual iniciado en la Ilustración y Revolución Francesa? Si uno es un Cristiano creyente, no hay ningún problema: la verdad nos hace libres -la libertad nos hace verdaderos, dicen otros. Esta es también la respuesta del Islam. Las culturas tienen sus altibajos; Gibbon, irónicamente, consideraba que el Cristianismo había sido el causante de la caída del imperio Romano. Puesto que el imperio americano es ostensiblemente sólo cristiano, su eventual decadencia y caída tendrá que atribuirse a un culpable distinto. Los chinos y los indios trabajan más duro que nosotros, mientras que los europeos se escaquean cada vez más del trabajo. Era la oculta tenacidad del cristianismo una especie de ética del trabajo, heredada de la dura existencia de Judea? Todavía se identifica capitalismo y protestantismo, y las ideas puritanas impregnan nuestra economía de mercado. El liderazgo comercial de los EEUU es una extraña y pragmática mezcla entre el Jesús americano y Maquiavelo.

Jack Miles, en su libro "Dios: una biografía", argumenta que Yahvé se retira al cielo después del libro de Job. Esta retirada explica la ansiedad característica que marca la narración Hebrea; la pregunta de la Tanakh es: Actuará Yahvé? La respuesta implícita en última instancia es que no, que nos ha abandonado, quizá porque está atrapado en las contradicciones de su propio carácter y personalidad. Los sabios del Talmud no coincidirían con dicha interpretación, aunque la comunidad judía posterior al holocausto se enfrenta a ese enigma. El Holocausto llevado a cabo por los romanos, cuyo primer climax fue la caída de Jerusalem y la destrucción del Templo de Yahvé, y el segundo, la devastación aún mayor de la rebelión de Bar Kochba (Hijo de la estrella), tuvo como resultado el surgimiento y persistencia del Judaísmo Rabínico. Un residuo de esa fe sigue intentando sobrevivir, aunque pocos de sus seguidores se atreven a preguntarse: es posible seguir confiando en una Alianza que Yahvé, en la práctica, ha abandonado? Si uno ha perdido a sus abuelos en los campos de exterminio Alemanes, va a confiar en un Yahvé que o bien es impotente o bien indiferente? Después de todo el Gnosticismo Judío se originó en aquel primer holocausto llevado a cabo por los romanos.