viernes, 14 de agosto de 2009

EL SANTUARIO DEL DESIERTO

EL SANTUARIO DEL DESIERTO

La Biblia nos dice que en el desierto, los Israelitas tenían una tienda como santuario, el cual ha venido a ser conocido en la literatura Cristiana, mediante la influencia de la Vulgata, como el Tabernáculo. Esta Tienda es llamada en hebreo el “´ohel mô `ed”, la Tienda de la Re-unión, o, del Encuentro, o, de la cita. De hecho era el lugar donde Yahvé hablaba con Moisés “cara a cara” (Ex. 33:11), o “boca a boca” (Núm. 12:8). Estos texto pertenecen a la tradición más antigua, la que enfatiza el papel de la Tienda en los oráculos: todo el que quería “consultar a Yahvé” iba a la Tienda, donde Moisés ejercía como intermediario ante Dios (Ex. 33:7). La tradición Sacerdotal mantuvo el nombre, con el mismo significado: la Tienda de la Re-unión era el lugar donde Yahvé “se encontraba” con Moisés y el pueblo de Israel (Ex. 29:42-43; 30:36). Esta tradición prefiere llamarla el habitáculo, la morada, “mishkan”, que parece ser un término originalmente usado par designar la residencia temporal de un nómada (cf. El muy antiguo texto en Núm. 24:5, y el verbo correspondiente en Jue. 8:11; cf. También 2 Sam. 7:6), por ejemplo, una tienda. La tradición Sacerdotal eligió esta palabra arcaíca para expresar la manera en la que el Dios que reside en el cielo habita en la tierra. Haciendo así, estaban preparando el terreno para la doctrina Judía acerca de la Shekinah, y San Juan también recordó como “la Palabra….puso su morada entre nosotros” (Jn. 1:14).

De todas formas, en la tradición Sacerdotal, la presencia divina en la Tienda aparece como más estable que en la tradición Elohística. Esta última relata como la presencia de Yahvé se revelaba mediante el descenso de una nube que cubría la entrada de la tienda, y Moisés hablaba con Dios dentro de la nube (Ex. 33:9): de nuevo (Num. 12:4-10), dice que la nube descendía sobre la tienda cuando Yahvé llegaba, y la dejaba cuando Yahvé se marchaba: ambos relatos sugieren visitas más bien que una residencia permanente. De acuerdo con la tradición Sacerdotal, la nube cubría el habitáculo tan pronto éste era establecido, pues Yahvé tomaba posesión de su santuario (Ex. 40:34-35); después, aparentemente permanecía sobre el habitáculo todo el tiempo, manteniendo la columna de nube y la columna de fuego que había guiado a los Israelitas durante el Éxodo: indicaba donde y durante cuanto tiempo había de establecer el campamento, y cuando era el momento de partir (Núm. 9:15-23; Ex. 40:36-38). Las dos tradiciones no están de acuedo acerca de la posición de la Tienda: de acuerdo con Ex. 33:7-11 y Núm. 11:24-30 (Elohísta), estuvo fuera del campamento, mientras que Núm. 2:2, 17 dice que estuvo en el medio del campamento. Ex. 25:8 añade que Yahvé vivía ahí en el medio de su pueblo, y Núm. 5:3 pone esto como la razón por la que los Israelitas debían tener mucho cuidado con todo lo referente a la pureza de su campamento (texto Sacerdotal).

Los textos más antiguos no dan ninguna indicación de cual era la apariencia de la Tienda, como era establecida, o de qué estaba compuesta. La tradición Sacerdotal, por otro lado, ofrece una larga descripción de la Tienda cuando Yahvé ordena su construcción (Ex.26) y cuando Moisés lleva a cabo las ordenanzas (Ex. 36:8-38). Esta descripción es muy difícil de comprender, y difícil de ver como los varios elementos que menciona eran combinados. La Tienda estaba hecha de armazones de madera que unidos hacían un edifico rectangular de unos 30 por 10 codos, y 10 codos de alto: su entrada miraba al este. La construcción parecía haber sido cubierto con cintas de materiales finos, cosidas juntas para hacer dos grandes piezas, que eran unidas juntas con ganchos y broches: estaban bordadas con las figuras de Querubines. A continuación bandas o tiras de piel de cabra eran extendidas “como una tienda sobre el habitáculo”: eran bastante más anchas y largas que las anteriores de los primeros materiales y caían a los lados del la Tienda. finalmente, toda la construcción estaba cubierta con pieles de carneros, teñidas de rojo, y después por unas suaves cubiertas de cuero. Había una cortina a la entrada del Habitáculo, y un costoso velo que marcaba la división entre el Santo y el Santo de los Santos. Detrás del velo, y el Santo de los Santos, estaba el Arca: en el Santo, estaba el candelabro y la mesa con los panes de la proposición. El altar con la pila para las abluciones , estaba fuera de la entrada de la Tienda (Ex. 40:30). Alrededor del Habitáculo había un patio abierto de unos 100 por 50 codos, cuyos límites eran un cercado con postes de bronce y una cortina de varillas de plata de las que caían hacia abajo cortinas de lino hasta el suelo (Ex. 27:9-19).

Es obvio que parte de esta descripción es mera idealización: el santuario del desierto es concebido como un templo transportable, exactamente la mitad de grande que el templo de Jerusalem, que sirvió de modelo para esta re-construcción. Sin embargo, no todo lo que hay en la descripción estaba ahí, y la noción de un santuario “prefabricado” colisiona con la idea –tan firmemente arraigada en la tradición que los autores de esta descripción no pudieron completamente eliminarla- que el habitáculo era una Tienda.

Esta tradición encaja excelentemente con el uso Árabe, antiguo y moderno. Las tribus Beduinas tienen una pequeña tienda, una especie de palanquín o litera, que llaman “utfa, merkab, o abu-Dhur”. Cuando la tribu muda el campamento, siempre la toman con ellos y es el último objeto que toman cuando se mueven. Es llevada sobre un camello. En combate, la hija del sheik u otra bella joven tenían por costumbre montar sobre este para dar ánimos a los combatientes. Es considerada bendecida y con poderes sobrenaturales, y algunas veces un sacrificio se ofrecía a la “utfa” o a la divinidad que se pensaba la habitaba. Hay una analogíaa evidente con el Arca de la Alianza y su papel en las primeras guerras de Israel, y también con la Tienda, el santuario viajero durante los años del desierto. A partir del siglo XIII en adelante, las caravanas que hacían el peregrinaje hacia la Meca desde Damasco o el Cairo eran lideradas por un camello que llevaba un “mahmal”, un pequeña tienda con forma cúbica que contenía una copia del Corán. A pesar de la aprente semejanza, no obstante, no es del todo cierto que el “mahmal” estuviese relacionado con la “utfa” de las tribus Beduinas: y por otro lado, es bastante cierto que la moderna “utfa” es una continuación de la institución pre-Islámica, la “qubba”. Ésta era una pequeña tienda sagrada de cuero rojo en la que el ídolo de piedra perteneciente a la tribu era llevado. Era transportado sobre un camello en las procesiones religiosas y en combate, y las jóvenes muchachas la cuidaban. En el campamento, estaba situada al lado de la tienda del sheik, y los varones venía ahí en busca de oráculos. Aquí percibimos el papel de la Tienda del desierto dando oráculos (Ex. 33:7), e incluso el color, rojo, de las pieles de carnero que la cubría (Ex. 26:14). Es más, incluso las mujeres que cuidaban la “qubba” recuerdan las mujeres que “estaban al servicio” en la entrada de la Tienda de la Re-unión, de acuerdo con el enigmático texto de Ex. 38:8.

Esta “qubba” de los Árabes pre-Islámicos tenía antecedentes Semíticos. Diodoro de Sicilia (XX, 65, I) nos cuenta que en un campamento Cartaginés se establecía una tienda sagrada cerca del tienda del jefe. Pequeñas estatuas de tierra cocida originarias de Siria representan a las mujeres (diosas o asistentes en el culto) montando a camello en una litera cubierta por una especie de caseta. Un bajo relieve de Palmira, del primer siglo a.C., muestra una procesión religiosa en la cual un camello lleva una pequeña tienda que todavía tiene trazas de pintura roja, y hay otros textos de Palmira que contienen la palabra “qubba”. En la biblia, la palabra “qubbah” ocurre sólo una vez, en Núm. 25:8, y puede significar tienda, o parte de una tienda: la Tienda de la Re-unión es mencionada en el mismo pasaje (versículo 6), pero no está claro que conexión, si hay alguna, tiene con esta “qubbah”.

Es razonable sugerir una hipótesis que encaje con la evidencia de los textos y afirmar que los antepasados de los Israelitas, durante su vida nómada, tenían un santuario portable, y que este santuario era una tienda, como el lugar donde ellos vivían. Parece normal que este santuario desapareciera cuando se establecieron en Canán. La Tienda de la Re-unión estuvo en los llanos de Moab, la última estación antes de la entrada en la Tierra Prometida (Núm. 25:6), esta es la última mención indisputable de aquella. La tradición que habla de la Tienda en Silo cuando Josué (Jos. 18:1; 19:51) es tardía, y en Salm. 78:60 (un Salmo tardío) la “mishkan” y la Tienda de Silo son expresiones poéticas. Además, el santuario que albergaba el Arca en Silo hacia finales del periodo de los Jueces era un edificio (1 Sam. 1:7,9; 3:15). La tienda bajo la cual David se dice puso el Arca en Jerusalem (2 Sam. 6:17) es evidente que tiene la función de recordar el santuario del desierto, pero ya no se es la Tienda de la Re-union, aunque así sea llamado por un glosador en 1 Rey. 8:4. La misma ansiedad en conectar el nuevo culto con el antiguo inspiró al Cronista cuando pretendía que la Tienda de la Re-unión estuvo en un alto de Gibeon cuando David y Salomón (1 Cro. 16:39; 21:29; 2 Cro. 1:3-6).

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