domingo, 25 de septiembre de 2011

EL JESÚS APOCALÍPTICO

EL JESÚS APOCALÍPTICO

Marcos 13:22, donde Jesús dice que ni los ángeles del cielo ni el Hijo saben el día de la consumación, ha de ser uno de los “pilares fundamentales para una buena comprensión de la verdadera vida de Jesús”, dice P.W. Schmiedel, dado que los Cristianos no iban a atribuir ignorancia a Jesús, su Señor. Este argumento vale la pena, pues los escritos Patrísticos luchan en vano para evadir el pleno sentido de esta cita (1). Autoridades textuales omiten en Mat. 24:36 y Marcos 13:32 “ni el hijo”. Lucas pone la frase entera. Pero aunque Marcos y Mateo la transmiten, el último no hace ninguna modificación. Además, Pablo (en 1 Cor. 15:28) y Juan (en 14:28) subordinan “el Hijo” al Padre, de la misma manera que otros pueden no haber tenido dificultades con la idea que el Padre sabía cosas que el hijo no. Que decisión hay que tomar?(2).

Docenas de fuentes antiguas nos cuentan lo que supuestamente dijo Jesús. Pero qué fue lo que realmente dijo, lo que realmente hizo? Los autores reunen lo que pueden y se inventan lo que no pueden reunir, a menudo cosechando donde su fundador no sembró. El resultado es que la historia se mezcal con el mito(3). No hay nada más común que poner palabras en boca de nuestra autoridad religiosa(4). Esto es verdad en la religión nativa de Jesús, el Judaísmo, donde la legislación del Pentateuco es atribuida a Moisés, lo mismo que con la abundancia de escritos intertestamentales pseudo epigráficos aún existentes. No hay duda que la tradición de Jesús no nos ofrece una información precisa, que está plagada con exageraciones y leyendas. Es pues necesario encontrar alguna forma para, a través de las diversas tradiciones, adivinar lo que verdaderamente se remonta a Jesús.

La coherencia, por ejemplo, es algo sujetivo. Dos cosas que encajan juntas según un exegeta pueden parecerle irreconciliables a otro. La consistencia, pues, está más bien en el ojo del observador. Incluso los más reflexivos no son “ni perfectamente racionales ni perfectamente irracionales sino imperfectamente ambos(5). Si Jesús era, como muchos mantienen, un profeta escatológico que vivió en el imaginativo mundo de los Apocalipsis, no se ha de esperar mucha consistencia de él, puesto que la irracionalidad esencial de lo apocalíptico es manifiesta en la historia de los movimientos mesiánicos y milenarios(6).

Pasajes de fuentes tempranas varias muestran que los primeros seguidores de Jesús pensaban que el climax escatológico estaba muy cerca. También se sabe que, en el periodo anterior a la Pascua, Jesús estuvo muy de cerca asociado con Juan el Bautista, cuyo discurso público, si se ha de creer los Sinópticos, hacía frecuente alusión al juicio escatológico, concebido como inminente(7). Jesús, de hecho, fue bautizado por Juan. Obviamente, hubo de haber una significativa continuidad ideológica entre los dos. Como muchos han señalado, reconstruir un Jesús que no tenía una fuerte orientación escatológica conlleva una tremenda discontinuidad no sólo entre él y los que seguían su causa, sino entre él y Juan el Bautista, o sea, discontinuidad con el movimiento del cual él procedía así como con el movimiento que de él surgió.

Los Evangelios canónicos, la tradición en Hechos, y las cartas de Pablo concuerdan en que al menos varios seguidores pre-Pascuales de Jesús, muy pronto después de su crucifixión, declararon que “Dios había resucitado a Jesús de entre los muertos(8), reivindicándole mediante “la resurrección de los muertos” (Hechos 4:2) (9). El testimonio combinado sobre estos temas no es puesto en duda por nadie, podemos pues preguntarnos por qué hacían esta afirmación. La mejor explicación es que varios individuos con influencia tuvieron su experiencia pos-Pascual (cualquiera que ésta fuese) basados en ciertas categorías y expectativas establecidas con anterioridad, que ya con anterioridad, debido a las enseñanzas de Jesús , suponían una resurrección general como algo inminente. Por esto es que la “resurrección” era la principal categoría mediante la que interpretaba la vindicación de Jesús(10).

Según Marcos 15:33, cuando Jesús falleció hubo una extraña oscuridad (comparar con Amos 8:9-10). Según Mateo 27:51-53 hubo también un terremoto (comparar con Zacarías 14:5) y una resurrección de los muertos (comparar con Ezequiel 37; Zac. 14:4-5). Según el Evangelio de Juan, la muerte de Jesús fue “el juicio del Mundo” (12:31) y destruyó el reino de Satán (16:11). Según Pablo, Jesús es los “primeros frutos de aquellos que han muerto” (1 Cor. 15:20). Una metáfora que asume que la cosecha escatológica está teniendo lugar, que la resurrección de Jesús es sólo el comienzo de la resurrección general de los muertos. Dado el múltiple testimonio en Pablo, los Sinópticos, y Juan, el habito de asociar el final de Jesús con temas escatológicos debe ser una costumbre muy temprana.

Qué explica esta costumbre? La mejor respuesta es que, mientras Jesús estuvo vivo, sus seguidores –Luc. 19:11- “suponían que el reino de Dios aparecería inmediatamente(11). Esperaban un sufrimiento escatológico seguido de una vindicación escatológica, tribulación seguida de resurrección. Por lo tanto, cuando Jesús fue visto vivo después de la crucifixión , sus seguidores, en lugar de abandonar sus expectativas escatológicas, hicieron lo que cualquiera haría: correlacionar las expectativas con las circunstancias. Por ello creyeron que con el final de Jesús había comenzado el fin de los tiempos, y por ello los primeros Cristianos asocian la muerte y resurrección de Jesús con lo que parecen ser eventos escatológicos.

El mundo Romano del siglo I estaba “dominado por la profecía escatológica”, y los escritos apocalípticos del Judaísmo que compartían “el espíritu escatológico” del periodo imperial Romano(12), nos pone en contacto con un tipo de escatología bien conocida en tiempos de Jesús(13). Los textos sagrados no sólo contenían material apocalíptico. Por ejemplo: Isaías 24-27, Daniel, Zacarías 9-14, etc., sino también porciones de 1 Enoc, Oráculos de la Sibilina Judíos, y el Testamento de Moisés(14) estaban en circulación en tiempos de Jesús; y las décadas después de Jesús vieron la aparición de 4 Esdras, 2 Baruc, y el Apocalípsis de Abraham. Fue en esta época cuando aparecieron los Rollos del Mar Muerto, tan cargados con expectativas escatológicas. Josefo enfatiza la popularidad de Daniel (Ant. 10.268) (15). Por otro lado, los Cristianos han interpretado a menudo las “setentas semanas de los años” como el cumplimiento de los tiempos de Jesús (ej. Tertuliano, Adv. Jud. 8; Jerónimo, Comm. Dan. En 9:24-27) hacían lo mismo algunos Judíos antes del Cristianismo?(16).

Algunos textos del Nuevo Testamento comparan a Jesús con algunos de sus contemporáneos (Marc. 6:14; Marc. 8:28; Hech. 5:35-39), Juan Bautista, Teudas, y Judas el Galileo tenían expectativas escatológicas o esperanzas de una restauración Judía. Juan proclamaba que el final estaba cerca y era visto como profeta. Teudas afirmaba ser un profeta, actuaba como un Moisés, y era visto como una amenaza por los Romanos, Judas el Galileo, según Josefo, Ant. 18:5, deseaba la independencia para el pueblo Judío con la ayuda de Dios.

La conclusión es que Jesús fue un profeta escatológico y si se diera el caso que se atribuyeran a Jesús dichos que sugiriesen otra conclusión, la inferencia correcta no sería que Jesús no era un profeta escatológico sino que la tradición de los dichos no es confiable, pues lo más seguro es que los Cristianos hubiesen eliminado los elementos escatológicos en ordena proteger a Jesús de ser visto como falso profeta.

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1. Ambrosio, De fid. 5:16; Atanasio, C.A. v. 1-3:42-50; Basileo, Ep. 2.36; Crisostomo, Hom. Sobre Mateo 77:2; Casiodoro, Exp. Sal. 9:39).
2. Robert J. Miller, “Se puede liberar al Jesús histórico de la Ortodoxia? Una crítica de la búsqueda de Jesús” de Ben Witherington, “The Journal of higher Criticism 4 (1997), p. 129, señala que es “creíble que los primeros Cristianos pueden haber inventado esta frase como forma de explicar por qué Jesús no había sido más preciso en sus predicciones, o como manera de asegurarse su credibilidad, en el caso que el Fin se retrasase”.
3. The Biographical Process: Studies in the History and Psychology of Religion”, ed. Frank E. Reynolds and Donald Capps –The Hague: Mouton, 1967, y Geo Widengren, “Prolegomena: The Value of Source-Criticism as Illustrated by the Biographical Dates of the Great Founders” en “Historia Religionum: Handbook for the History of Religions, Volume 1:Religions of the Past, ed. C. Jouco Bleeker y Geo Widengren- Leiden: E.J. Brill, 1969, pp. 1-22.
4. Ilya Gershevitch, “Zoroaster´s Own Contribution”, Journal of Near Eastern Studies, 23, 1964, pp. 12-33, y Annemarie Schimmel, “And Muhammad is his Messenger: The Veneration of the Prophet in Islamic Piety- Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1985.
5. David Hackett, “Historian´s Fallacies: Toward a Logic of Historical Thought” – New York: Harper&Row, 1970 – p. 214.
6. Contradicciones que los críticos encuentran en algunos de los antiguos Apocalipsis Judíos, contradicciones que han sido la base de dudosas teorías – ver el análisis de G.H. Box de 4 Esdras y el análisis de R.H. Charles “Revelation”, en “The Apocrypha and Pseudepigrapha of the Old Testament” – 2 Vol. – Oxford. Clarendon 1913 -. Ver también Jack T. Sanders, “The Criterion of Coherence and Randomness of Charisma: Proing through some Aporias in the Jesus Tradition; NTS 44 – 1988, pp. 1-25.
7. Aunque se puede argumentar que no hay por qué seguir los Evangelios sino a Josefo, cuyo Juan no es un profeta apocalíptico sino un reformador social (Ant. 18:116-19). Josefo, no obstante, trató de devaluar el fervor escatológico del Judaísmo. De hecho, su retrato de los Esenios no incluye nada acerca de la restauración de Israel, dualismo cósmico, o espectativa mesiánica. Solo tenemos noticia de todo esto gracias a los Royos del Mar Muerto, presumiblemente escritos por los Esenios. Josefo, en tanto que historiador a las órdenes de Roma, nunca quiso tratar estos temas que implicaban una actitud revolucionaria anti-Romana, para no perder su puesto como historiador oficial.
8. Para este fórmula y su antguedad ver W.Kramer, “Christ, Lord, Son of God”, SBT 50 – London:SCM 1966 – pp. 19-44.
9. Sobre la expresión pre-Paulina relaciondad en Rom. 1:4 ver H.W. Bartsch, “Zur Vorpaulinischen Bekenntnisformel im Eingang des Romerbriefes” – TZ 2.3 – 1967 – pp. 329-39.
10. Paula Fredriksen, “What you See Is What you Get”: “Context and Content in Current Research on the Historical Jesus”. Theology Today 42/1 – 1955, p. 94: “La experiencia de la resurrección de Jesús por los Dizzypulo señala indiscutiblemente a los orígenes del movimiento Cristiano en la esperanza escatológica del Judaísmo del siglo I – La resurrección de los muertos, la vindicación de los Justos; que los Discípulos eligiesen permanecer en Jerusalem en lugar de regresar a Galilea sugiere que aún esperaban que algo sucediera muy pronto.
11. Puede que sea la redacción de Lucas, pero Marc. 10:37 presupone la misma expectativa de parte de los discípulos de Jesús. Comparar Hech. 1:6).
12. Helmut Koester, “Jesus: The Victim”, JBL 111 -1992-, pp. 10-11.
13. S.E. Robinson, “Apocalypticism in The Time of Hillel and Jesus” en “Hillel and Jesus: Comparisons of Two Major Religious Leaders”, ed. James H. Charlesworth and Loren L. Johns –Minneapolis: Fortress, 1997, pp. 121-36.
14. El Testamento de Moisés 7:1 dice que “pronto llegará el fin de los tiempos”, después de los eventos del capítulo 6, que se refieren a Herodes el Grande.
15. Muchos han entendido el cuarto reino de Daniel 2 como referencia al Imperio Romano, que será gobernado por el Dios del cielo (2:36-45; ver Josefo, Ant. 10.276; 4 Esdras 12:10.
16. Ver William Adler, “The Apocalyptic Survey of History Adapted by Christianity: Daniel´s Prophecy of 70 Weeks”, en “The Jewish Apocalyptic Heritage in Early Christianity”, ed. James C. VanderKam and William Adler, CRINT 111/4 –Assen: Van Gorcum/Minneapolis: Fortress, 1996, pp. 201-38.

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