lunes, 7 de noviembre de 2011

LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS

LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS
Los movimientos milenaristas cuando imaginan el futuro paradisiaco, regularmente esperan el retorno de los antepasados, y en las fuentes Judías el Juicio Final está a menudo relacionado con la resurrección de los muertos. Esto deshace el mal que supone la muerte y restaura el sentido que la muerte se lleva consigo. En Dan. 12:2, los muertos resucitan y precisamente en orden a heredar la vida eterna o el eterno sufrimiento, depende. En 4 Esdras 7:31-44, inmediatamente después que la tierra vuelve a la vida a aquellos que duermen en ella, el Altísimo se sienta en el trono del juicio. Jesús quizá visionaba algo similar.

Marc. 12:18-27 refleja el pensamiento de Jesús, Q 11:31-32, “La reina del sur se levantará en el juicio…….”, y “La gente de Nínive se levantarán en el juicio………”. El tiempo verbal está en futuro, el uso de “en el juicio”, y el significado natural de “se levantarán” cuando es seguido por “en el juicio”, la asociación escatológica de “esta generación” en otros versículos de la tradición de Jesús(1), la idea que la última generación será especialmente mala(2) y la reunión de gente de diferentes épocas y lugares deja poca duda que Q 11:31-32 visualiza la resurrección al final del juicio. Pero quién compuso estos dichos?

Bultmann señala correctamente que “si uno considera el dicho en sí mismo, no hay necesidad de tomarlo como una formulación de la comunidad(3). Continua diciendo que Q 11:31-32 tiene un paralelo con Q 10:13-15 (los ayes contra Corazaín, Betsaida, y Cafarnaún), y afirma que, dado que esta última es una formulación de la comunidad, la anterior también lo es. Un problema con este razonamiento es que, aunque los paralelos son lo suficientemente reales, Q 10:13-15 no es una formulación de la comunidad(4).

Norman Perrin, al contrario de Bultmann, pensaba que Jesús era el autor de Q 11:31-32.

A este respetable argumento se puede añadir que en ninguna otra parte en el Cristianismo temprano oímos nada acerca de la Reina del Sur, y los Ninivitas no son mencionados en ningún otro lugar excepto en 1 Clemente 7:7.

También, invirtiendo el punto de Bultmann, se puede observar el fuerte lazo de unión intertextual entre Q 11:31-32 y los ayes de Q. 10:13-14. Ambas citas se refieren a un par gentil del pasado (Tiro y Sidón en Q 10:13-14; y la Reina del Sur y los Ninivitas en Q 11:31-32. Se refieren las citas a su arrepentimiento y respuesta positiva. Contrastan implícitamente este arrepentimiento Gentil con el fallo de la audiencia de Jesús. Finalmente, mencionan el Juicio Final (Q 10:13-14 “Habrá menos rigor en el juicio”; Q 11:31-32 “Se levantarán en el Juicio).

A pesar de este consenso, no parece que una cita esté modelada de acuerdo con la otra. Se puede inferir que una misma persona es el autor de ambas. Dado que Q 10:13-14 probablemente fuese un dicho de Jesús, se puede poner boca abajo el razonamiento de Bultmann y afirmar que Q 11:31-32 también lo es.

Al menos un texto de Marcos y otro de Q nos informan que Jesús, como los Fariseos y al contrario de los Saduceos, esperaba la resurrección de los muertos. El hecho que los seguidores de Jesús, justo después de su muerte, afirmasen que Dios lo había resucitado de entre los muertos es una prueba más.

Las antiguas fuentes Judías no son unánimes acerca de quien sería resucitado. Algunas pensaban que sólo los justos lo serían(5). Pero, probablemente bajo influencia Iraní, una resurrección universal aparece en Orac. Sibilina 4: 179-90; y 4 Esd. 7:32. El mismo punto de vista es expresado en Ju. 5:28-29 (atribuido a Jesús) y Hech. 24:15(6). Qué pensaba Jesús?

En Luc. 14:12-14, Jesús dice que, cuando uno dé una cena, no ha de invitar a sus amigos o familiares sino a los pobres, tarados, cojos, y ciegos quienes no podrán corresponderte, y así “serás recompensado en la resurrección de los justos”. Esto podría significar que los malos no serán resucitados. Pero es posible que Lucas no lo entienda así, porque en otro texto presenta a Pablo expresando “que habrá una resurrección tanto de los justos como de los injustos” (Hech. 24:15). Es posible que se creyese en una “resurrección de la vida” y también se hablase de “la resurrección de los condenados” (Juan 5:29). Además de esto, no se puede asignar con confianza Luc. 14:12-14 a Jesús(7).

Más prometedora es Q 12:5 en la versión de Mateo, que se refiere a Dios “quien puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (10:28), Q conserva el texto mejor que la versión Helenizada de Lucas (“que, después que ha matado el cuerpo tiene poder para echarlo al infierno)(8). También se piensa que este dicho viene de Jesús(9). Si es así, se puede creer no solo que, respecto a Jesús, la resurrección fue inequívocamente corporal sino que también mantenía el punto de vista que se le atribuye en Ju. 5:28-29, o sea, que habrá una resurrección de los justos y los injustos. Porque la destrucción del cuerpo en el infierno asume que la persona ha sido resucitada de entre los muertos, condenada en el juicio, y después echada corporalmente en el lugar de castigo.

Esta inferencia es confirmada por Q 11:31-32: “La Reina del Mediodía se levantará en el juicio…….”, y “la gente de Nínive se levantará en el juicio…….” Esto parece indicar que no solo los justos Gentiles serán resucitados sino también la “generación” impía que ha fallado en responder apropiadamente a Jesús. Esta generación es resucitada para ser condenada.

La tradición de Jesús ofrece algunos datos de cómo Jesús concebía el estado de resucitado. Marc. 9:43-48 donde dice que es mejor entrar manco, cojo, o con un solo ojo en la vida que ser enviado al infierno, puede implicar que el cuerpo será resucitado exactamente tal y como fue enterrado(10). O sea, si se ha cortado un miembro, este faltará en la resurrección. Este tipo de pensamiento aparece en Eccl. Rab. 1:4: la gente resucita tal y como fue enterrada, así el ciego será ciego, el cojo será cojo, etc. (11). La antigüedad de esta creencia es confirmada por 2 Bar. 50:2 “Porque la tierra restaurará los muertos, (que ahora recibe en orden a conservarlos). No hará cambios en su forma, sino que como los recibió, los restaurará, y como Yo los entregué a esta, así esta los resucitará”.

De todas maneras, si Jesús esperaba que los cuerpos resucitasen tal como habían fallecido se puede asumir, a la vista de Marc. 12:18-27, que profetiza que los santos serán “como los ángeles del cielo”, que no esperaba una reasunción de la existencia mundana(12). Aunque los autores de 2 Baruch y Eclesiastés Rabbah imaginaron que los cuerpos saldrían de sus sepulcros tal y como a estos llegaron, también suponían que, poco después de la resurrección, los justos serían salvados y transformados. Esta convicción era probablemente común. Uno recuerda no solo 2 Macab. 7:10-11, donde un mártir profesa su creencia que aunque su lengua y manos son amputadas, Dios se las restaurará de nuevo, sino también la pared de la sinagoga de Dura-Europos, donde se describen partes del cuerpo siendo reunidas en la resurrección. Estos textos están en línea con las interpretaciones posteriores Judías de Ezequiel 37: la antigua visión de los huesos siendo reunidos era entendida como descripción de la restauración literal de los cuerpos humanos todos perfectos en la resurrección(13). Se puede asociar esta convicción con Jesús.

Que la esperanza de Jesús en la resurrección no nos dice nada acerca de su punto de vista sobre el llamado “estado interino”, -el periodo entre la muerte y la resurrección. Dada su esperanza que la resurrección tendría lugar pronto, quizá igual que algunos de los conversos de Pablo en Tesalónica, no reflexionó mucho sobre este tema. Por otro lado, muchos Judíos que creían en la resurrección también creían en un estado interino bendecido(14), y la posibilidad que Jesús compartiera esta creencia es suscitada en Luc. 16:19-31, en el relato del hombre rico y Lázaro. Aunque no sea adecuado sacar muchas conclusiones de una parábola como esta, uno se pregunta, si Jesús relató esta historia, cuan extraña le era la noción de una existencia fuera del cuerpo.


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1. E. Lövestam, “Jesus and this Genaration, a New Testament Study” CBNT 25 (Stockholm, Almqvist & Wicksell, 1955.
2. 2 Tim. 3:1-5; Oraculo Sibilina 4:152-61; m. Sota 9:15; y Lactantius, Div. Inst. 7:18. La idea que la maldad aumenta a medida que se acerca la edad de oro es común en la historia de las religiones. Aparece en las fuentes Iranias, “Jamasp Namak”, 62, 68, 69, y Zand i Wahman Yast 4:21 (Durante el tiempo de mayor maldad un pájaro obtendrá mayor reverencia que un religiosa en Iran”), así como en los Oráculos de Hystaspes según Lactantius, Div. Inst 7:15. Ver Mircea Eliade, “El Mito del Eterno Retorno”, o “Cosmos e Historia” – Princeton: Bollingen, 1971, pp. 112-30.
3. Bultmann, “History”, p. 113.
4. Becker, “Jesus von Nazaret”, pp. 78-80, y Davies and Allison, “Matthew, vol. 2, pp. 270-71.
5. Salmos de Salomón 3; 1 Enoc 83-89; 2 Bar. 30:1-5.
6. También presupone Mat. 5:29-30, donde se habla de “todo tu cuerpo” será arrojado al infierno.
7. J. Jermías, “Die Sprache des Lukasevangeliums”, Meyerk (Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1980, pp. 238-39.
8. Comparar Joachim Grilka, “Das Matthäusevangelium 1. Teil, HTKNT 1/1 –Freiburg: Herder, 1986, pp. 384-85.
9. Ulrichluz, “Das Evangelium nach Matthäus (Mat. 8-17), KENT ½ - Neukirchen Vluyn: Neukirchener, 1990, p.124.
10. Aunque hay dudas sobre la autenticidad de este texto.
11. Atribuida a R. Levi y R. Jacob of Gebal in the name of R. Hanina.
12. Comparar Jacques Schlosser, “Die Vollendung des Heils in der Sicht Jesu”, en Weltgericht und Weltvollendu ng: Zukun ftsbilder im Neuen Testament”, ed. Hans-Josef Klauck, QD 150 –Freiburg: Herder, 1994-, pp. 74-78.
13. Harald Riesenfeld, “The Resurrection in Ezekiel XXXVII and in the Dura-Europos Paintings”, Uppsala Universitets Arsskrift 11 –Uppsala: Almqvist & Wiksell, 1948.
14. 2 Macab. 7:9 y 36; 1 Enoc. 22:1-14; 60:8 y 62:15; 4 Esdras 7:32, 76-101.

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