martes, 11 de diciembre de 2012

PEDRO V


EL CONFLICTO CON PABLO EN ANTIOQUIA
Las comunidades establecidas fuera de Judá vinieron a estar cada vez más mezcladas, en  ellas los Cristianos Gentiles se convirtieron en la mayoría, aunque el poder de liderazgo permaneció en manos de los Judíos-Cristianos durante un largo periodo de tiempo(1). El desacuerdo en Antioquia entre Pedro (y Bernabé), por un lado, y Pablo, en el otro, a menudo subestimado en lo que concierne a los profundos efectos que causó (Gál. 2:11-21), demuestra la imposibilidad de mantener el acuerdo detallado en Gál. 2:7-9, que proponía separar las zonas de actividad misionera en las comunidades fuera de la Palestina Judía; demasiados problemas, como el de sentarse a la mesa con los Gentiles y el peligro que esto conllevaba, comer carne que había sido ofrecida a los ídolos, libaciones con vino, y otros “alimentos impuros”, eran los temas que aún permanecieron sin resolver en el Concilio Apostólico. Al menos, para los Judíos Cristianos en Eretz Israel que aún permanecían estrictamente fieles a la ley, el acuerdo al que se llegó en Jerusalem era muy difícil de aceptar sin clarificaciones posteriores.

La ruptura entre los dos misioneros principales, que tuvo lugar como resultado del conflicto en Antioquia, puede ser fechada probablemente unos años después del Concilio Apostólico, entre el “segundo” y “tercer viaje misionero”, cerca del 52/53, que Lucas narra en Hechos 18:22-23, con enigmática brevedad justo antes del “tercer” viaje, donde trata una, aparentemente sin importancia, estancia en Antioquia. En lo que a su labor en general se refiere, guarda silencio acerca de este desacuerdo. Al menos respecto a la segunda parte de la historia de su misión Cristiana temprana, sabe mucho más de lo que cuenta y omite cualquier cosa que pueda desagradar a su excelente Teófilo. Que esta disputa entre Pedro y Pablo podía tener un efecto negativo sobre el anciano lector se puede detectar en la manera como el más importante crítico se divierte con la confrontación, en la medida que se mofa de Pablo tal y como está descrito en Gál. 2:11ff. [La conducta de Pedro tenía ciertamente una justificación. También Pablo actuará de igual manera en otras circunstancias: Hech. 16:3; 21:26; 1 Cor.8:13; Rom. 14:21]. Porfirio se refiere al “infantil enfrentamiento”, y como a Pablo “le quemaba la envidia por el éxito de Pedro…. escribiendo jactanciosamente”. La filosofía Gentil de Macario Magnes(o) y Julián el Apóstata tomó el otro partido, criticando a Pedro por este conflicto y por su moralidad cuestionable(2).

El hecho que Bernabé se separe de Pablo (Hechos 15:39) muestra que había cierta tensión entre los dos, que habían sido compañeros de misión, y puede explicar, entre otras cosas, por qué éste también se unió a Pedro y a los otros Judíos-Cristianos en Antioquia, según Gál. 2:13. Y que Pablo, en su –supuesto- tercer viaje misionero, no tenía ya más a nadie de Jerusalem junto a él como ayudante misionero, y por qué Lucas y las Cartas de Pablo nunca describen ningún otro contacto con Antioquia, lo que hace muy probable que este conflicto tuviese lugar más bien tarde.

El problema con la descripción del conflicto en Gálatas 2:11ff. es que es sólo la versión Paulina de la historia –se podría decir: la parte unilateral y exagerada de la historia- y es precisamente en éste punto donde la exégesis Protestante golpea a Pedro, no sólo respecto a su teología, sino a su moral también, de manera que aunque hubiera tenido razones para justificar su actitud no podría defenderse a sí mismo. No hay por qué sugerir que esta conducta fue simplemente “cobardía”, incluso cuando el verbo (ípéstellen) (Gal. 2:12), “se recató/retrajo”, pueda ser interpretado polémicamente en el sentido de “retirarse cobardemente”(3). Que Pablo reaccionase de manera tan brusca describiendo la conducta de Pedro como “reprensible”(2:11) es comprensible. De acuerdo con la manera de pensar de Pablo, con esta conducta, Pedro se habría “condenado” a sí mismo. Se podría temer que los Cristianos Gentiles, aún no firmes en la fe, pudiesen haberse turbado debido a la separación exigida por los mensajeros de Santiago respecto a la celebración Eucarística, celebrada como comida real(4). Y en consonancia con ésta separación, se les podría haber exigido a éstos Cristianos Gentiles que observasen las prescripciones legales Judías como serían la circuncisión, leyes sobre la pureza, y leyes sobre la comida como “necesarias para la salvación” o al menos “recomendadas respecto a la salvación”. De esta manera, “la justificación por la fe en Cristo sólo”(5) quedaría cuestionada.

La acusación de hipocresía por parte de Pablo contra Pedro y los Cristianos-Judíos de Antioquia(6), incluyendo a Bernabé(7), de que se habían rendido a las exigencias de los mensajeros de Jerusalem, está basada, según él, en el hecho que habían hecho esto por miedo a aquellos que vinieron(8), lo que involucraba ir contra sus propias convicciones de fe, y que los Cristianos Gentiles, que eran en su mayoría aquellos que antes habían estado entre los Temerosos de Dios, se extraviasen atribuyendo a las “obras de la ley” cierto sentido de “importancia para la salvación”. Según su punto de vista, esto sugería “coerción”, lo que conllevaba, al mismo tiempo, la confusión de las consciencias de los Cristianos Gentiles de Antioquia. Por esta razón Pablo, bien furioso contra Pedro, lo acusa de querer cambiar de repente la manera como estaba practicando el compartir la mesa, por tanto “forzando” así a los Cristianos Gentiles a “vivir según la costumbre Judía”(9). En esencia, Pedro estaba efectivamente escondiéndose en cuanto comenzó a erigir de nuevo los muros que tanta labor le habían causado a Pablo para derribarlos, lo cual, dice Pablo, haría de Pedro un transgresor (Gál. 2:18: “parabáten”) de la ley, y Cristo sería tenido como “promotor del pecado” (2:17: ámartías diákonos). Cuando la realidad era que la salvífica muerte de Cristo significaba que la ley de una vez por todas perdía su significado como camino de salvación: “…Por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios: con Cristo estoy crucificado”. Por esta razón no hay por qué suavizar el ataque de Pablo contra Pedro y los Cristianos-Judíos y hablar de una mera “reprimenda”, como hace O. Cullmann(10). Según Gál. 2:3-5, respecto al disputado punto de conflicto concerniente al significado de la salvación en el Concilio Apostólico en Jerusalem, Pablo no cedió en ningún momento prohibiendo así la circuncisión de Tito. Las dos veces que es usado el término “anatema” en los primeros versículos de la Carta a los Gálatas (1:8-8) muestra claramente que no estaba dispuesto a ceder en nada en este tema en el futuro ni a moderar su posición.

Pero era la intención de Pedro, Bernabé, y los demás Cristianos-Judíos restaurar la circuncisión y la observancia de toda la ley ritual para los Cristianos-Gentiles de cualquier manera y en cualquier forma? Para los Cristianos-Judíos, que participaban en la comunidad con Pedro como cabeza enfocaban la situación desde una perspectiva muy distinta. Desde su punto de vista también deben haber tenido buenas razones para semejante conducta. Para ellos se trataba de la introducción de tiempos separados para las comidas –incluso en el Concilio Apostólicoel ámbito misionero” para los “Judíos” y “Gentiles” estaba claramente delimitado- se puede suponer que esto es debido a una medida de respeto según la comprensión ritual de la pureza para los  visitantes en Jerusalem, y, al mismo tiempo, debido a la situación a la que se enfrentaban los Cristianos-Judíos en Jerusalem y en toda Judea, cada vez más difícil y opresiva; habrían entendido sus acciones básicamente en sentido de un acto de amor fraterno respecto a la otra comunidad temprana y sus difíciles circunstancias, que Pablo mismo había articulado con suma claridad no hacía tanto tiempo, en la primera carta que de él tenemos, 1 Tesalonicenses 2:14-15(11). Uno podría decir, paradójicamente, que el observar comidas separadas era ventajoso para la conservación de la relación comunal de la iglesia entre Jerusalem y Antioquia, que estaba siendo amenazada por la persecución en Jerusalem, lo que significa a la vez entre los Cristianos-Judíos-Palestinos y los Cristianos-Gentiles-de-Antioquia. Éstos no quería forzar a los Cristianos-Judíos invitados de la Ciudad Santa a negar su identidad Judía en la Antioquia Gentil. Pablo mismo dijo de sí mismo unos años después, dados los requerimientos del servicio misionero: “Con los Judíos me he hecho judío para ganar a los judíos; con los que están bajo la Ley, como quien está bajo la Ley –aun sin estarlo- para ganar a los que están bajo ella….. Me he hecho todo a todos para salvar a toda costa a algunos”(12). Al comienzo del llamado segundo viaje, justo después del Concilio Apostólico aunque antes del conflicto en Antioquia, él mismo circuncidó a Timoteo, nacido de un matrimonio mixto de madre Judía y padre Gentil en Listra, en orden a mantener abierta la posibilidad para él poder predicar en la Sinagoga(13).

En contraste, debido a este incidente Pedro y Bernabé nunca más fueron “predicadores de la circuncisión” (cf. Gál. 5:11). No sabemos, en conexión con este conflicto, si hubo un sólo Cristiano Gentil en Antioquia que se dejase circuncidar. Pablo habla solo en 2:11ff. acerca de la duda respecto a “comer juntos” y en general acerca de la necesidad de “vivir como un Judío”. No menciona nada acerca de la circuncisión. Aquellos que estaban creando problemas en la provincia de Galacia tenían sin duda poco en común con Pedro y Bernabé. Es posible que se tratara de un grupo de Cristianos Judíos radicales. Después que Pablo, debido al conflicto en el “tercer viaje”, hubo partido hacia el norte y hubo atravesado los Montes Tauros (Hechos 18:23), es posible que este grupo quizá llegase después de él, como ciudadanos de Jerusalem, impresionando y confundiendo a las comunidades en el sur de Galacia(14).

Desde el punto de vista de Pedro, Bernabé, y la gente de Antioquia, el tema se desarrolló de manera diferente: debido a la resolución del conflicto que tuvo lugar posteriormente, a instigación de Santiago, mediante un Decreto Apostólico, la palabra “circuncisión” no volvió a ser mencionada más(15), ni la observancia de los mandamientos de la Torah, solamente el requerimiento de no comer la carne de animales ofrecidos a los ídolos, delitos sexuales(porneía), beber sangre(16), y, lo que es lo mismo, comer carne de animales que habían sido estrangulados, o sea, sacrificados impropiamente. Estas limitaciones ciertamente tratan con el tema del respeto hacia la identidad Judía cuando Cristianos Judíos y Gentiles compartían mesa, piedra esta de tropiezo que llevó a la división en Antioquia. Parece que fue restablecida de nuevo mediante el decreto(17). Pablo no menciona esto, lo cual tiene sentido, dado que a él no le afectaba. Aunque su disgusto acerca del horrible ejemplo de “porneía” (inmoralidad) y sus instrucciones acerca del comer carne ofrecida a los ídolos en Corinto(18) muestra que estos problemas no eran desconocidos allí. Uno puede suponer que Cefas/Pedro, o sus mensajeros, pueden haber informado a los Corintios acerca de lo ocurrido. Es ciertamente sorprendente que Pablo prohíba categóricamente, en dos cartas a los Corintios, una siguiendo de cerca a la otra, cualquier relación con pecadores, incluyendo la Eucarística(19).

La profunda división resultante de la dramática y pública disputa entre Pedro y Pablo es algo difícil de expresar profundamente. Pablo acusó a Pedro y aquellos que le seguían, ante toda la comunidad, de cobarde hipocresía y de traición a la “verdad del Evangelio”(20). A los ojos del contingente de la comunidad de Cristianos-Judíos, sin embargo, Pablo se aisló a sí mismo al ser un destructor de la paz tan agresivo y legalista. El contingente de Cristianos Gentiles no era aún lo suficientemente fuerte como para jugar un papel independiente. Pablo no dice nada que sugiera que los Cristianos Gentiles se aliaron con él o le defendieron. No sabemos tampoco si o cómo Pedro y Bernabé (la autoridad reconocida en Jerusalem como exitoso misionero de los Gentiles) plausiblemente le darían una respuesta acerca de este tema. Pero por encima de todo, Pablo no dice palabra de que los dos, junto con los Cristianos Judíos de Antioquia, reconociesen su falta y prometieran cambiar. No hace nada sino describir el escándalo, lo que ha de significar que la herida permaneció abierta. Los resultados fueron aparentes en la misma Antioquia, en Galacia, en el Decreto Apostólico, y finalmente incluso en Corinto.

La ruptura entre Pablo y la comunidad de Antioquia que resultó, con la que Pablo había compartido desde casi una década, incluso aunque no se quedó allí todo este tiempo, se puede ver en que –con excepción de 1 Tesalonicenses(21) menciona a Antioquia una sola vez después del conflicto, que es la descripción de la disputa descrita en Gál. 2:11, aunque en ningún otro pasaje(22) mientras en sus Cartas auténticas Jerusalem/Hierosolyma es mencionada diez veces(23). Los puentes con Antioquia quedaron aparentemente rotos, aunque en contraste ni pudo, ni quiso, romper la conexión con Jerusalem(24). Era ésta la ciudad de las promesas proféticas de los eventos de salvación, que se estaban cumpliendo en ese tiempo; es donde Jesús fue crucificado y resucitó de entre los muertos. Era ahí donde su retorno había sido anticipado, y fue desde ahí donde el evangelio se expandió a todo el mundo (Rom. 15:19). Además, el apóstol tenía que realizar la colecta para ellos(25). La conexión con los Cristianos Judíosprimera comunidad” en la ciudad santa se mantuvo externamente como garantía, al menos hasta la Guerra Judía en el 66 d.C., por la unidad de la iglesia.

Como ya se ha dicho, parece ser que la razón por la que Pedro dio marcha atrás cuando llegaron los mensajeros de Santiago fue posiblemente debido al compromiso de mantener la unidad entre las comunidades misioneras fuera de Eretz Israel y la misma Jerusalem, que estaban bajo amenaza. Tenía que tener en cuenta la agudización de las tendencias nacionalistas por parte de los Zelotes en el Judaísmo Palestino desde los 40 en adelante(26), situación que se hacía cada vez más peligrosa, que incluía el aumento de la persecución de los Cristianos Judíos en Jerusalem, una situación que empeoró grandemente en los diez años siguientes hasta llegar el punto de apedrear a Santiago y otros líderes Cristianos Judíos por “violar la Ley”(27). Al evitar compartir mesa con los incircuncisos, los Cristianos Judíos en Antioquia evitaban aparecer como “impuros” oponentes de la Torah o, incluso peor, como “apóstatas” a los ojos de los residentes de Jerusalem. Por esta razón, los Gentiles estaban obligados a vivir de acuerdo con las pocas y “necesarias” reglas básicas y practicar el compartir la mesa según el Decreto Apostólico(28).                                 
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1.    La mayoría de los autores del Nuevo Testamento son aún Cristianos Judíos, como ocurre con los tres evangelistas Marcos, Mateo, y Juan. Lucas era probablemente un Temeroso-de-Dios. La única importancia del Cristianismo Gentil en el periodo temprano ha sido siempre exagerada. Los líderes en la comunidad en Antioquia, en Hechos 13:1ff., eran todos Judíos.
2.    Lucas informa en Hechos 15:37-39, sin embargo, acerca de la ruptura entre Pablo y Bernabé antes del segundo viaje. Esté es en cierta medida un preludio al posterior conflicto y muestra la intensidad de los desacuerdos, con la dura fórmula: “Se produjo entonces una tirantez tal que acabaron por separarse el uno del otro”[Hec. 15:39; cf. 1 Cor. 13:5, y Hech. 17:16]. No hay ningún otro pasaje donde Lucas caracterice tan agudamente un desacuerdo en la hermandad; cf., igualmente, Hechos 6:1; 11:1-3; 15:7. Lucas ni siquiera menciona la colecta para Jerusalem en Hechos 21:18ff., aunque habla de esta en Hechos 24:17, en el discurso de Pablo en el que se defiende a sí mismo, como “limosna a los de mi nación”. Parece ser que no fue aceptada por Santiago; en su lugar, Pablo, parece ser que con esta suma quiso redimir a los Cristianos-Judíos-Naziritas, en Hachos 21:23ff., en orden a demostrar que no era ningún apóstata. Lucas no dice nada más acerca del contacto del prisionero con la comunidad de Jerusalem después de su encarcelamiento. Parece que el procedimiento contra Pablo fue una carga pesada para ellos. Cf., sin embargo, el apoyo dado por (su propia [gente, amigos]) en 24:23, aunque no está claro a quien se refiere con “sus amigos” en la Gentil Sidón, 27:3. Referente a Porfirio, ver A. v. Harnack, “Porphyrius Gegen die Christen” APAW (Berlin, 1916), nº 1, frg. 21B, p. 54. Idem, “Kritik des Neuen Testaments von einem griechischen Philosophen des 3. Jahrhunderts”, TU 37/4 (Leipzig, 1911), 56f., lineas 25ff. (III, 22): “Concierne a una (gran y amplia condena)”. Referente a Julian y su burla de Pedro, debido a que Pedro había sido juzgado por Pablo como “hipócrita”, ver “Juliani Imperatoris librorum contra Christianos quae supersunt”, ed. K.J. Neumann (Leipzig, 1880), 222, 17ff., y, sobre esto, J.G. Cook, “Interpretation”, 158-59, 315-16.  
3.    Ver BDAG, 1041; cf., en la mitad de la discusión, Hab. 2:4(LXX) = Heb. 10:38.
4.    Parece ser que, externamente, esto conservó la antigua forma de la diaria “fracción del pan”, como en la comunidad original.
5.    Gal. 2:16no se justifica por las obras de la ley sino sólo por la fe en Jesucristo”. Cf., Rom. 3:28 y, la posición contrastante de aquellos que eran oponentes de Pablo: “el hombre es justificado por las obras y no por la fe solamente”, Sant. 2:24.
6.    Según Hechos 13:1 aún tenían un grupo líder compuesto de “profetas y maestros”.
7.    Gál. 2:13Los demás Judíos lo imitaron en esta actitud hipócrita, y hasta el mismo Bernabé se dejó arrastrar por ella”.
8.    Gál. 2:12Por miedo a los partidarios de la circuncisión
9.    Gál. 2:14Por qué obligas a los Gentiles a comportarse como Judíos”?
10.  Gál. 2:19. Las afirmaciones básicas de Pablo han de ser entendidas a la luz de textos como Gál. 3:13-14; 4:4-5; 2 Cor. 5:14-15, 20; Rom. 3:20-31; 8:3ff. En lo referente a “reprimenda”, ver O. Cullmann, Petrus, 35, 58-59.
11.  Ver A.M. Schwemer, “Verfolger”, 170ff. Cf. Gál. 4:29 igualmente.
12.  Primera Cor. 9:20, 22b; cf. 19-23. En 1 Corintios, donde Pablo trata con una situación completamente diferente, la circuncisión juega un papel secundario; se convierte en una adiafora, en un tema de indiferencia: 7:18ff.; en contraste, cf. Otras opiniones en Gál. 5:6 y 6:12-15
13.  Hechos 16:1-3. La historicidad de este incidente ha sido equivocadamente puesta en duda. No hay por qué convertir a Lucas en un piadoso contador de historias. Según la ley, Timoteo era Judío y Pablo, que había sido enviado a las sinagogas de la Diáspora, se habría imposibilitado la entrada a sí mismo como apóstata si no le hubiera circuncidado. En 1 Cor. 7:18ff. trata el tema en sentido de unas palabras pastorales de advertencia y no en el sentido fundacional que usa en la Carta a los Gálatas, que pudo haber escrito no mucho tiempo después. La cuestión abierta seguía siendo si las parejas casada Cristiano-Judías habían de circuncidar a sus hijos en las comunidades misioneras Paulinas en orden a no renunciar a su membresía externa del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento.
14.  Referente a la legal y ritualista forma de piedad de la población en la Anatolia interior, donde el Judaísmo se había expandido desde el siglo tercero/segundo a.C., ver C.E. Arnold, “No salgo de mi asombro al ver qué pronto habéis abandonado” (Gál. 1:6): Paul and Anatolian Folk Belief”, NTS 51 (2005): 429-49. La llamada a aceptar obligaciones legales puede haber caído aquí en terreno bien abonado para los Cristianos Gentiles también.
15.  Hechos 15:23-29; cf. 19-21; 16:4; 21:25. Referente a la complicada transmisión del texto, ver B.M. Metzger, “Textual Commentary” (London, 1971), 429-35. Según Lucas, el decreto está basado en una sugerencia de Santiago. Lo repite cuando Pablo visita Jerusalem. Referente a la comprensión de este difícil texto, ver C.K. Barrett, “The Acts of the Apostles”, vol. 2 (Edinburgh, 1998), 730-36. La cuestión de las leyes dadas después de Noé, Str-B 3:37-38, no ha de ser relacionada directamente con el decreto; en contraste, los requerimientos de Levítico 17 y 18 referentes a los no-Israelitas en el país de Israel, que fueron aplicados posteriormente a los prosélitos, pueden haber jugado un cierto, aunque no decisivo, papel. El Hebreo “ger”, que originalmente tenía el significado “ciudadano protegido, extranjero”, es traducido por los LXX como (prosé Litos) prosélito. El Codex D y unos cuantos otros testimonios Occidentales dejan fuera (y de todo lo estrangulado), lo que posteriormente vino a ser destructivo y lo reemplaza a veces con la Regla de Oro en su forma negativa (positiva: Lucas 6:31 = Mat. 7:12). Aquí los requerimientos rituales primarios son convertidos en pronunciamientos éticos. También no está claro si Lucas transmitió el decreto entero en su forma original. Las Seudo-Clementinas, Hom. 7.8.1 (GCS 42, ed. B. Rehm, 120), ofrece una expandida declaración que está conectada con 1 Cor. 10:21 igualmente; cf., 8.19.1 (129). W.G. Kümmel, “Die älteste Form des Aposteldekrets”, en Heilsgeschechen und Geschichte. Gesammelte Aufsätze, 1933-1964, ed. E. Grässer (Marburg, 1965), 278-88, ve que “hacer posible el menor número de requerimientos….. de manera que los Judíos Cristianos que exigen el cumplimiento de la ley puedesen tener contacto con los Cristianos Gentiles en la misma comunidad” (287); H. Lietzmann, Kleine Schriften II, TU 68 (Berlin, 1958), 297, sugiere que ésta es una “respuesta autoritativa de Jerusalem” que Pabló conocía y que usa en 1 Cor. 8-10, con “maestría” (298). El decreto pude haber sido llevado por Pedro a Corinto y puede haber ocasionado la carta que incluía la pregunta de los Corintios mencionada en 1 Cor. 8:1.    
16.  Hechos 15:19, 28; 21:25; cf., en contraste, Gál. 5:3-4. Ver también, R. Deines, “Das Aposteldekret –Halacha für Heidenchristen oder christliche Rücksichtname auf jüdische Tabus”? en Jewish Identity in the Greco-Roman World, ed. J. Frey, D.R. Schwartz, and S. Gripentrog, AGJU (Leiden, 2007), 323-95. Deines no ve ningún remanente de exigencias Halakicas de la Torah de Moisés; más bien, en esencia, esas son las órdenes básicas del Creador, válidas para todos los seres humanos. Sigue siendo una cuestión abierta cómo Pedro las entendía. El compartir la sangre estaba prohibido, dado que la sangre era la que llevaba la vida (Lev. 17:11-12; cf. Gén. 9:5).
17.  Hechos 15:20, 29: (abstenerse de sangre) no se refiere a derramar sangre sino que ha de ser entendido en el contexto de prohibiciones de alimentos.
18.  Primera Cor. 5:1-5, 8-10. Sobre esto, ver el comprensivo estudio de V. Gäckle, Die Starken und die Schwachen un Corinth und Rom, WUNT 2/200 (Tübingen, 2005), que no le da importancia al conflicto en Antioquia ni al Decreto Apostólico para la situación en Corinto.
19.  Primer Cor. 5:9-13. Ya en una carta anterior, no disponible actualmente, había prohibido contacto con lo “inmoral” en la comunidad (5:9). La práctica de (comer con) era también una cuestión de disputa en Antioquia (Gál. 2:12).
20.  Gál. 2:14: (No actuaban de acuerdo con la verdad del Evangelio), la verdad que Pablo, según 2:5, había con tanto éxito defendido en Jerusalem.
21.  Primera de Tesalonicenses fue escrita en Corinto cerca del 50 d.C., durante el llamado segundo viaje. El Jerusalemita Silvano/Silas es aún el compañero de viaje de Pablo, 1 Tes. 1:1; 2 Cor. 1:19; 1 Pe. 5:12; cf. Hechos 15:22, 27, 40, etc. No está presente durante el tercer viaje.
22.  Incluso en Gál. 2:1 no menciona que fue a Jerusalem desde Antioquia con Bernabé; nos enteramos de esto a través de Lucas, en Hechos 15:1ff.
23.  Jerusalem: 1 Cor. 16:3; Gál. 4:25-26; Rom. 15:19, 25-26,31; Hierosolima: Gál. 1:17-18; 2:1.
24.  Gál. 2:2b; Rom. 15:19, 25-26.
25.  Gál. 2:10; cf., 1 Cor. 16:1f; 2 Cor. 8-9; Rom. 15:25ff., 31; Hechos 24:17.
26.  A los líderes de los Zelotes se les dio un fuerte impulso especialmente cuando César Calígula (37-41 d.C.) tomó control del templo, lo que llevó a los Judíos al borde de la guerra con Roma; además, estaba la políticamente desagradable vuelta de Judea al estatus de provincia Romana después de la temprana muerte de Agripa I a comienzos del 44 y el envío de procuradores ineptos. Su “celo por la ley” influenció a los Cristianos Judíos (Hechos 21:28ff.) durante algún tiempo. Santiago tuvo la difícil tarea de tratar de encontrar una postura intermedia. La comunidad original existía bajo presión desde varias direcciones. Desde que tuvo lugar la crucifixión de Jesús, sus principales oponentes eran los que ostentaban el liderazgo en la familia del sumo sacerdote y los Saduceos; a este respecto, especialmente el clan de Anas era su principal oponente. Anas II (hijo de Anas, el que aparece en el relato de la Pasión) hizo apedrear a Santiago y a otros Judíos en el 62. El grupo líder de los Saduceos, tan amenazado por los fanáticos nacionalistas, fervientes religiosos, terminó distanciándose, al menos en cierta medida, del liderazgo Romano durante las dos décadas anteriores a la Guerra Judía y se acercó a los Zelotes, quienes mantenían una posición de rechazo contra todos los extranjeros. Para la comunidad original, que estaba bajo presión desde tantas direcciones diferentes, la única opción, cuando la Guerra Judía estalló en el 66, fue huir a la ciudad Gentil de Pella en el valle del Jordán; ver Eusebio, Hist. Eccl. 3.5.3. Estas tensiones pueden también ser observadas en los miedos expresados por Pablo en Rom. 15:30-31 y en la manera como es descrito su arresto en Hechos 21:27ff
27.  Josefo, Ant. 20.200ff.
28.  Hechos 15:28: (no imponeros otras cargas más que las indispensables). Contra la demanda en 15:5, el mandamiento en 15:20, 29 ofrece, en cualquier caso, “una moderación” decisiva (H. Lietzmann, Kleine Schriften II, 296). Por otro lado, para Pablo, “que no era persona de términos medios y respuestas comedidas”, el “mandamiento acerca de la carne kosher…. Era “ley”, y ésta había sido superada por Cristo”. Lo dice claramente en 1 Cor. 10:25-26, cuando usa la cita del Salm. 24:1. Resolvió el problema en 1 Cor. 8-10 y en Romanos 14, concentrándose en la “carne ofrecida a los ídolos” de manera completamente diferente. Sobre esto, ver V. Gäckle, “Die Starken”. 














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