domingo, 14 de diciembre de 2008

EGIPTO, LA CONTIENDA ENTRE HORUS Y SETH

LA CONTIENDA ENTRE HORUS Y SETH

Si tenemos la impresión que la narrativa de Horus niño en la tercera sección del mito de Osiris consistía de mitos relativamente independientes que no derivaban su significado del contexto del mito de Osiris, sino más bien de su icono subyacente de la madre divina y su hijo, en el caso de esta sección, la independencia de sus mitos de contiendas es un hecho demostrado. En esta sección, los siguientes están más bien entrelazados.

El icono de los dos antagonistas fraternales en cuya lucha y subsiguiente reconciliación la idea del ámbito Egipcio como “una unidad dual” o “dualidad unida” es personificad. Los rivales Horus y Seth son llamados hermanos, aunque son tío y sobrino y el gobierno sobre Egipto es el motivo de la contienda. En la primera tradición Osiris no es mencionado, Seth no es un criminal, y Hours no es un vengador. Su conflicto no tiene otro motivo que el antagonismo entre el Norte y el Sur, o el Egipto superior y el inferior, que puede tener un fundamento histórico (el Egipto superior en tanto que una sociedad nómada; el Egipto inferior como una sociedad agrícola, sedentaria), aunque quizás surja meramente de las oposiciones típicas del pensamiento Egipcio. En este conflicto, en el cual Seth le saca un ojo a Horus y Horus corta los testículos de Seth, no hay más que un preludio que se supone explica la presente condición: la globalidad del gobierno del faraón y la paz (interior) de las esferas gobernadas que son expresadas en este icono de hermanos en conflicto y después reconciliados como resultado de una unión y reconciliación. El conflicto está siempre en el pasado, el presente es caracterizado por el equilibrio de los opuestos reconciliados y la unidad de las partes. Aquí Seth no es en realidad conquistado, dejado solo, o vetado. Más bien la oposición es trascendida en una más alta unidad en la cual los dos hermanos en conflicto encuentran su justicia y lugar. En esta evidentemente muy antigua concepción, Horus y Seth son incorporados en el rey.

En la segunda tradición, el acento del conflicto de Horus y Seth está en conexión con el mito de Osiris. Seth es un asesino, Horus un vengador; Seth es poderoso pero en el mal, Horus es débil pero tiene el bien de su lado. No puede haber equilibrio, ni reconciliación. Aunque la confrontación física también juega cierto papel en la narrativa perteneciente a esta segunda tradición, es simplemente porque Seth es un dios violento. Pero es crítico que aquí, el conflicto asemeja al carácter de un caso legal que es realizado en Heliopolis, en el Salón de Geb o “Casa del Noble”, antes que las dos Eneadas como panel de magistrados con Geb (o Atom) como Jefe de la Justicia y Toth como escribano de la corte. El conflicto apunta hacia un resultado en el cual uno de los “dos señores” es definitivamente excluido de la realeza (del gobierno)

Esta clara separación de motivos y división en dos ciclos míticos que fueron originalmente independientes el uno del otro es una construcción teórica. En realidad, el texto mezcla esos complejos de motivos de varias maneras. El cambio de significado que el mito de la batalla de Horus y Seth experimenta en el marco del mito de Osiris no invalida la constelación original. Ambas, la “constelación de la unión de los dos países” y la “constelación de vengar la muerte del padre” coexistían en la tradición Egipcia y se interpenetraban la una a la otra. El juicio de Horus y Seth sobre la sucesión al trono vino a ser el arquetipo del Juicio de los Muertos y la “justificación” mediante la cual cada persona fallecida esperaba triunfar sobre la muerte. La batalla entre los hermanos Horus y Seth –en el sentido de la primera tradición- está ligada –en el sentido de la segunda tradición- con el pleito mítico de Horus sobre la sucesión al trono, y este último es representado como el arquetipo de un juicio en el cual el fallecido prevalecerá sobre sus enemigos y obtendrá la “justificación”. Este era el origen del concepto de juicio de los muertos, en el cual cada uno de ellos estaba obligado a responder ante el tribunal de Osiris en el “Salón de las Verdades”.

El juicio pronunciado sobre Horus en este pleito –“verdadera voz”, o sea, que tenía razón- era una adición obligatoria al nombre de cada persona fallecida desde el Reino Medio en adelante. Igual que Horus es su juicio junto a Seth, cada fallecido había de salir “justificado” del examen que decidía su destino después de la muerte. El juicio sobre la sucesión al trono constituía el preludio mítico a cuya luz la situación presente, el “ahora” de la llegada de los fallecidos al ámbito de los muertos, era explicada, no obstante el hecho que ésta había sido acerca del gobierno de Egipto y no acerca de la vida eterna.

Una versión del mito que el rey Shabaka de la vigésimo quinta dinastía (700 a.C.) había copiado en piedra de un papiro roído por los gusanos que era el original, también cae en este contexto de función política. Las opiniones difieren en dos milenios respecto a la época del original; algunos estudiosos lo fechan al comienzo de la historia de Egipto, y otros en el viejo Reino, aunque recientemente, algunos lo fechan en el periodo de los Ramsés o en el mismo reinado de Shabaka. La dificultad en fechar el texto habla de permanente relevancia del mito:

(Geb, el príncipe coronado de los dioses, ordena)
Que la Eneada se reuna.
Separó a Horus y Seth
Y prohibió que continuaran peleándose,
Poniendo a Seth como rey del Egipto Superior en el sur
Tan lejos como el lugar en que había nacido, en Sw
Y Geb puso a Horus como rey del bajo Egipto en el norte
Tan lejos como el lugar donde se ahogó, en Psst-twy.
Así, Horus estuvo en un lugar y Seth en el otro.
Se reconciliaron respecto a los dos países en Ayan;
Esta es la frontera de los paises.
Pero a Geb le pesaba que la parte de Horus fuese igual que la parte de Seth.
Así, Geb le dio su herencia a Horus,
Porque era el hijo de su hijo, su primogénito
Geb dijo a al Eneada, “he decidido que Horus es el heredero del trono, el solo….
Entonces Horus fue (el Rey) del país.
…..
Ocurrió que juncos y papiros fueron llevados a la doble puerta del templo de Ptah:
Esto significa que Horus y Seth, que estaban en paz el uno con el otro
Juraron amistad que no contenderían a ningún lugar al que fueran.

Esta versión combina las dos tradiciones, la batalle entre los hermanos que termina en reconciliación y el caso legal que termina en un juicio, de tal manera que al principio, los hermanos reconciliados gobernaron juntos sobre la porción de su herencia, y después Geb revisa su decisión e instala a Horus como único heredero del ámbito unificado. Pero aunque el juicio revisado excluye a Seth del gobierno, el texto concluye enfatizando de nuevo la reconciliación. Para los egipcios esos dos aspectos no les parecían mutuamente excluyentes, sino más bien, igualmente importantes: el aspecto del antagonismo reconciliado representado por el primer juicio, y el aspecto del gobierno solamente individual proclamado por el segundo juicio.

Los estudiosos tienden a ver en este mito reminiscencias históricas del tiempo de la unificación de los dos países, cuando, después que el alto y bajo Egipto se oponían mutuamente como reinos rivales, el Alto Egipto venció primero sobre el delta y después, con el establecimiento del reino unido con sede en Menfis, la cultura del Bajo Egipto estableció el trono debido a su más alto nivel de civilización. Pero esta diferenciación es muy estrecha. La realidad histórica de este mito seguro que no se basa en los episodios de acción individual, sino más bien en el sistema axiológico que se encuentra en su narrativa. Valores tales como la superación de antagonismos, el equilibrio de los opuestos, la reconciliación y unidad de los partidos contendientes, integración de las partes, al realización de un todo omniabarcante, la consolidación del gobierno en una sola mano, etc., fueron una evidencia relevante para los Egipcios de todos periodos. Toda la historia Egipcia está caracterizada por el repetido esfuerzo para realizar y mantener la unidad del “reino dual” contra su tendencia natural al colapso. El caso legal entre Horus y Seth era un arquetipo mítico de una realidad histórica siempre presente, una que había asumido una relevancia especial en el periodo en que fue copiado el texto en piedra. Los reyes de la 25 dinastía venían de Napata en la cuarta catarata, habían dejado su tierra Nubia en invadido Egipto con el fin de reunir en una sola mano el gobierno que estaba dividido en una multitud de principados. Su política estaba motivada por los mismos valores de reconciliación, unión, centralización que se desarrolla en el mito del juicio entre Horus y Seth.

De todos los mitos en el ciclo de Osiris, el complejo de mitos acerca de Horus y Seth era el más extenso. Estamos familiarizados con las creencias mortuorias y la propaganda oficial de la realeza como las áreas en las que fueron usadas esas historias. Pero también las encontramos en el mundo diario, recitaciones mágicas usadas para curaciones, en calendarios que citan un evento mítico cada día del año y así lo consideran bueno o malo, y finalmente en una obra de literatura popular del periodo de los Ramsés, el Papiro Chester Beattey I. Este texto el cual es la antítesis del estilo hierático arcaizante de la teología Menfita de Shabaka nos cuenta la historia al estilo Offenback. Las subidas y bajadas de un procedimiento desplegado de manera burlesca y aparentemente satírico en el cual la corporación divina, que es tendenciosa, sin principio, y constantemente cambiando de parecer es incapaz de llegar a una decisión.

La primera parte del texto tiene lugar ante la corte; ambas partes hacen su petición, Horus por el derecho del legítimo heredero, Seth por el derecho del más fuerte. La opinión de la diosa Neith y la de Ram de Mendes, ausentes y no miembros de la eneada Helipolitana, son puestas por escrito. Cuando la opinión de la Eneada se vuelve a favor de Seth, Isis protesta, pero Seth tiene éxito en su petición de otra sesión más en una isla e Isis es excluida de la participación. La segunda parte relata como Isis obtiene acceso a la isla mediante un engaño y, transformada en una bella doncella, causa que el amoroso Seth pronuncie su propio juicio sin ponerlo por escrito. Con esto, el tema parece estar decidido, y Horus es coronado con la Corona Blanca. Seth no acepta el juicio, sin embargo –el juicio sigue, ahora en la forma de una competición que es el tópico de la tercer parte. Primero, Horus y Seth luchan el uno contra el otro en forma de hipopótamo; Isis toma su arpón pero no puede matar a Seth, porque este se dirige a ella como hermana. Horus está furioso por este acto de gracia y decapita a Isis. Huye al desierto, donde Seth lo encuentra y le saca un ojo. Pero la herida es inmediatamente sanada y continua la trama. La siguiente competición en la cual Seth trata de involucrar a Horus es de naturaleza homosexual. Este episodio ya está atestiguado en un papiro del Reino Medio. El perdedor es aquel que es penetrado por el semen del otro. De nuevo, Isis tiene éxito en embaucar a Seth. Siguendo su consejo, Horus se las apaña para capturar el semen de Seth en sus manos, las cuales Isis corta y las reemplaza por unas nuevas. Coloca el semen de Horus, que obtiene con la ayuda de un lubricante, en hojas de una lechuga pertenecientes a Seth. Cuando Seth presume de su violación de Horus ante la Eneada, resulta que era él el que estaba impregnado. De nuevo, por enésima vez, otro juicio es realizado: Horus está lo justo, Seth en lo injusto, y de nuevo el veredicto no tiene fuerza. Porque Seth no lo acepta. Finalmente una competición en barco es propuesta. El vencedor es de nuevo Horus, que construye un barco de madera recubierto con yeso, mientras Seth construye un barco de piedra que se hunde inmediatamente; y de nuevo la victoria no le da el triunfo a Horus. Como “ultima ratio”, una carta es enviada Osiris en el mundo subterráneo –como si no hubiera la menor duda acerca de su opinión.

De hecho la respuesta de Osiris marca el punto crucial. Osiris primero apela a la gratitud de los dioses hacia él, porque él creó el grano para las ofrendas. No tiene éxito con este argumento. En una segunda carta, introduce una amenaza: su poder como dios de la muerte, al cual todos los vivientes, mortales, y deidades, están sujetos. Esta baza de triunfo inmediatamente derrota el ardid. Incluso Seth no tiene poder contra esta y reconoce que Horus está en lo justo. Es el poder del más fuerte el que al final prevalece, o mejor: sub specie mortis, el caso justo demuestra ser el más fuerte. La afirmación del más fuerte físicamente siguió convenciendo mientras que las deidades se imaginasen ellas mismas inmortales. Cuando se les recuerda su mortalidad, estas, Seth incluido, retornan inmediatamente al principio del Maat, el único que hace posible vencer la muerte. Solo el título legal de Horus puede resistir al argumento de la muerte. Pero Seth es compensado, en cuanto el dios Sol lo toma en su barca como su asistente en la batalla diaria contra Apofis.

En esta versión del Papiro Chester Beatty I, encontramos el mito de los contendientes Horus y Seth no como “escritura sagrada”, sino como una pieza de literatura popular. El texto trata de reunir un número de episodios circulando en tradición oral y, en parte, escrita en forma de narrativa continua. Es cuestionable si y en que sentido estamos tratando con un fenómeno religioso. La narrativa hace uso del material mítico de la misma manera que otras obras de la literatura popular hacen uso de motivos fabulosos o históricos. En la historia de la religión y en la etnología, hay una distinción entre historias “sagradas” o “verdaderas” que pueden sólo ser relatadas bajo circunstancias restringidas y otras historias que pueden ser relatadas en cualquier lugar y tiempo. El texto del Papiro de Chester Beatty I cae en la segunda categoría. Pero no hay que olvidar que el mismo material también era relatado como historia sagrada, como en la Teología Menfita, y en un drama representado en los festivales religiosos en el templo de Edfu, y en series de ritos exorcistas atestiguados en el periodo tardío. A pesar de su secularización en el periodo de los Ramses, el mito de los contendientes Horus y Seth no perdió su influencia y atracción religiosa; al contrario, parece haber devenido más predominante durante el periodo tardío. De todas maneras, su carácter fue alterado decisivamente en estas últimas formas. En las versiones más antiguas siempre había un consenso, con un Seth agradable y compensado al final, mientras que en las versiones más tardías, era castigado, aniquilado, y explícitamente condenado. Seth encarnaba lo que era extranjero, lo que en el curso de siglos de gobierno extranjero era representado más explícitamente como malo. Uno de los motes de Seth era “el medo”. Con este cambio de significado, el mito despliega su continua vitalidad, cuya realidad no ha de ser buscada en algún único evento en el pasado distante, sino que más bien era alimentado por experiencias contemporáneas y puesto en conformidad con una experiencia alterada del presente.

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