jueves, 10 de julio de 2014

GENESIS 1: FUE LA LUZ CREADA?

GÉNESIS: FUE LA LUZ DEL PRIMER DÍA EN GÉNESIS 1:3 CREADA?
A primera vista, esta cuestión no vale la pena plantearla(1). La respuesta parece obvia; por supuesto, que la luz fue creada. Después de todo este es el primer acto de creación el primer día en Génesis 1:3: “Y dijo Dios, “hágase la luz”, y la luz fue”. Sin embargo este tema es algo más sutil. Involucra echar un vistazo a cómo era entendida esta luz entre los comentaristas antiguos y modernos así como en otros textos antiguos. Vamos a explorar estas autoridades para descubrir el importante y profundo significado que la luz tenía para el antiguo Israel. Como resultado, veremos también lo que significa en Génesis 1:3 y que implicaba para su autor.

La mayoría de los estudiosos y lectores modernos asumen generalmente que la luz en este versículo es “creada”, como en otras partes de la creación que se desarrollan a lo largo de los días siguientes. Algunos antiguos comentaristas así mismo veían la luz como creada. Jubileos 2:2-3 considera la luz como una de las “siete grandes obras del primer día”, junto a los cielos, la tierra, las aguas, los espíritus asistentes, el vacío, y las tinieblas. Al entender las aguas así como las tinieblas y la luz como creadas, Jubileos sigue la visión expresada en Isaías 45:6-7. En este pasaje, Dios dice: “Yo soy Yahvé, no hay ningún otro. Yo modelo la luz y creo la tiniebla, yo hago la dicha y creo la desgracia, yo soy Yahvé, el que hago todo esto”. Este pasaje sitúa la luz así como las tinieblas dentro de la actividad creadora. Jubileos 2:2-3 extiende este punto de vista incluyendo las aguas y el vacío entre las obras de la creación divina y no los presenta como existentes antes del comienzo de la creación. Jubileos, pues, presenta una visión más fuerte de los primeros elementos primordiales de la creación como creados que la de Isaías 45:6-7 o Génesis 1.

Quizá se debería leer la evidencia de Génesis 1:3 como lo hacen estas fuentes. Ver la luz como creada parece, como muchos han afirmado, la implicación obvia de Génesis 1. La luz puede ser entendida como creada, dado que pertenece al orden de la creación de seis días, como está enfatizado en Génesis 1:1. A diferencia de los elementos primordiales nombrados en el versículo 2, la luz es el sujeto de la acción divina en el proceso de la creación, específicamente en forma de discurso divino. O sea, quizá no era necesario en Génesis 1 mencionar que Dios  hizo” la luz, especialmente dado que los versículos 4-5 claramente entienden luz y tinieblas como resultado de la creación en el primer día. Además, Génesis 2:1-2 y 2:4 presuponen que el esfuerzo divino desde el día primero hasta el sexto constituye la obra de la creación. Por lo tanto la luz del primer día puede parece una creación no menos tangible que las obras de los días dos hasta el sexto.

Pero hay ahí un problema con esta asunción, incluso cuando se toma en cuenta Isaías 45:6-7; Isaías 45:6-7 representa las tinieblas como creadas, lo opuesto a como las tinieblas son representadas en Génesis 1. Aquí hay que pararse, pues si el Segundo Isaías mantiene una visión diferente de las tinieblas, quizá hubiese tenido también una diferente visión de la luz De hecho, varios estudiosos argumentan que el autor de Isaías 45:6-7 conocía el texto de Génesis 1:3 y quiso diferir en este punto. Para M. Weinfeld y B. Sommer, Isaías 45:6-7 constituye una polémica contra Génesis 1:1-3, mientras que para M. Fishbane, representa una interpretación de este. Tanto Isaías 45:6-7 como Génesis 1:2 estaban considerando cómo comprender la creación primordial, y tomaron puntos de vista diferentes acerca de las tinieblas y la luz. Por qué harían esto?

Los dos textos ofrecen diferentes visiones sobre la creación quizá para transmitir diferentes puntos de vista acerca del Creador a sus audiencias. El Segundo Isaías estaba promoviendo una visión del absoluto control de Dios sobre la realidad como manera de consolar a un Israel que había pasado por terribles eventos; este esfuerzo por confortar es la nota que suena al comienzo del Segundo Isaías (Isaías 40:1-2). Al atribuir la creación de todas las cosas a Dios, Isaías 45:6-7 está diciendo a Israel que Dios tiene control sobre las cosas y por lo tanto Dios es verdaderamente lo suficientemente poderoso como para controlar el curso de la historia humana, incluyendo la situación de Israel en el exilio. En comparación, el relato de la creación de Génesis 1 ofrece un mensaje diferente de esperanza acerca del Creador para Israel en la época en que fue puesto por escrito. Resalta la luz dentro de las tinieblas anticipando lo que le ocurrirá en el futuro a Israel. Señala hacia una luz divina que será percibida y recibida por Israel, no importa cuán terrible sean sus circunstancias. Esta luz divina emergente de las tinieblas también expresa que Dios es a la vez conocible y no-conocible para los seres humanos. En la luz divina de Génesis 1 tenemos una afirmación fuerte de la presencia de Dios: De hecho, Dios ha otorgado parte del elemento del Ser Divino al mundo.

En contraste con Isaías 45:6-7 y el libro de los Jubileos, otros comentaristas antiguos apoyan la lectura de la luz divina en Génesis 1:3 como primordial, no creada. Por ejemplo, 4 Esdras, una obra conservada en varios idiomas que quizá esté basada en un original Arameo o Hebreo (datada ca. 100 d.C.), ofrece un testimonio importante de esta idea. En 4 Esdras 6:40, la figura de Esdras es presentada diciéndole a Dios: “Entonces ordenaste que un rayo de “luz” saliera de tus tesoros, de manera que pudiera aparecer tu obra”. Otro ejemplo es 2 Enoch, que sobrevive solamente en Eslavo y cuya fecha es ampliamente debatida. En su versión más larga muestra a Dios hablando en primera persona(25:3): “Yo estaba en la gran “luz”, y así fue cómo nació la luz de la luz. De ahí nació entonces un gran periodo, y reveló toda la creación que yo había pensado crear”. Otros pasajes de este periodo también muestran este punto de vista, aunque menos explícitamente.

La idea de la luz divina de Génesis 1 está algunas veces conectada con la palabra/verbo divino/en el periodo Greco-Romano, por ejemplo en la obra del filósofo Judío Filón de Alejandría. La luz divina también aparece en el retrato de Jesús como verbo divino en el evangelio de Juan 1:4-5 en el Nuevo Testamento:

Lo que se hizo en ella era la vida, y la vida era la luz de los hombres; y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron”.
                                                                          
Aquí Jesús es la luz del mundo que sigue en tanto que capacidad como palabra, como está bien anunciado en las primeras palabras del Evangelio de Juan (1:1): “En el principio existía la Palabra(Logos)”. Para Juan, Jesús era esta Palabra. Estas palabras evocan la apertura en Génesis 1, y la descripción de la luz a cargo de Juan trae a la mente la luz del primer día en Génesis 1. Igual que Filón, Juan ve la luz del Génesis 1:3 no como creada; es la propia luz de Dios. Lo que es también interesante acerca de estas descripciones de la luz divina es su relación con la palabra (logos), la cual denota en la filosofía Griega “razón, ley exhibida en el proceso-del-mundo”, o más específicamente para la filosofía Estoica “el orden divino”. El logos era muy importante en la filosofía Griega de este periodo y no es sorpresa el verlo aparecer tanto en Filón como en Juan. Lo sorprende es que ambos relatos conectan la palabra con la luz: La luz es la imagen perceptible de la palabra pronunciada por Dios. Para Juan, la luz viene de la palabra, entendida como figura de Jesús. La luz pre-existente llega al ámbito creado perceptible a través de la palabra.

La imagen de la luz divina en el prólogo de Juan resuena en el Credo Niceno en su referencia a Dios el Padre y Dios el Hijo: “Luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado no creado…” En esta declaración del Credo, la tradición Cristiana conserva la noción que la luz no fue creada. Para la tradición Judía, esta idea de la luz era una lectura estándar. La gran obra medieval Judía, el Zohar, ofrece una extenso comentario bíblico sobre los cinco libros de la Torah. El comentario que abre el Génesis 1 dice: “En la iniciación, la decisión del Rey hizo un trazo en el fulgor superior, una lámpara de centelleo”. El centelleo, la luz es la luz de Dios. El comentario se hace más explícito en el versículo 3: “Y hubo luz –luz que ya era”. Ya en el mismo comienzo de la actividad creadora de Dios, el Zohar intima la luz de Dios siguiendo Génesis Rabbah 1:15. Esta tradición de entender la luz da lugar a cuestionar el consenso moderno de los estudiosos cuando asumen que la luz en Génesis 1:3 fue creada.

Algunas razones para ver la luz como Dios mismo se manifiestan cuando echamos un vistazo más de cerca al contexto bíblico de la luz en la creación. Para empezar, Génesis 1 nunca afirma que Dios “creó” la luz. Dice simplemente : “… Y Dios dijo,Sea la luz(yehi), y la luz fue”. Ningún verbo “hacer” aparece antes de la creación del firmamento en el versículo 7. Si el escritor deseaba expresar que la luz fue creada, podría haber sido más explícito. De hecho, el autor hizo exactamente esto en Génesis 1:7 y 16. En estos versículos, la expresión, “que sea” (yehi) es seguida por el relato narrativo de estos actos creadores, “y Dios hizo” (Walla `as ´elohim). Los estudiosos señalan que el autor sacerdotal de Génesis 1 eligió sus palabras cuidadosamente y deliberadamente. En su comentario del Génesis, Gerhard von Rad expresó este sentido del capítulo: “Génesis 1 es doctrina Sacerdotal, de hecho contiene la esencia del conocimiento Sacerdotal en forma muy concentrada….. Nada de lo ahí escrito es por casualidad”. William Brown, en “Structure, Role and Ideology”, 249,  comenta de manera similar: “Ningún otro texto está tan densamente estructurado en la Biblia Hebrea; cada palabra parece reflejar una intensa reflexión”. Se puede esperar que Génesis 1:3 dice lo que piensa, y que la luz no fue creada sino que fue más precisamente “hablada”.

Esta aproximación respondería a la cuestión que el versículo 3 suscita para muchos lectores modernos: cómo puede haber luz el día primero, en los versículos 3-5, cuando las fuentes de luz, o sea el sol y la luna (llamadas “ los dos luceros mayores”), no son creados hasta el día cuarto, en los versículos 14-19?. Sin embargo, la pregunta queda respondida cuando se reconoce la luz del día primero como la propia luz de Dios, que los “dos luceros mayores” se pensaba reflejaban. La luz divina de Génesis 1:3 explicaría cómo pudo haber luz antes de la creación del sol y la luna, y también explicaría de dónde procede la luz original.

Se puede pues concluir que Dios no hizo la luz. Al mismo tiempo, hay que tener cuidado. Esta conclusión puesto que está basada en lo que falta en Génesis 1:3. Hay que buscar más evidencia que corrobore todo esto(1). Uno se podría basar en un contexto más amplio en Génesis 1. Siguiendo a Benno Jacob, Martin Buber, y Franz Rosenzweig, muchos estudiosos han señalado los paralelos verbales específicos entre Génesis 1 (Génesis 1:31-2:3) y Éxodo 39-40. Sobre esta base han propuesto una relación literaria entre estos dos pasajes. Ver los paralelos:

Éxod. 39:43: “Moisés inspeccionó todo el trabajo y comprobó que lo habían llevado a cabo. Lo habían hecho tal como había mandado Yahvé. Y Moisés los bendijo”.
Gén. 1:31: “Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien”.
Gén. 2:3: “Después bendijo Dios el día séptimo y lo santificó; porque en él puso fin Dios a toda la obra creadora que había hecho”.
Éxod. 40:33b: “Así acabó Moisés los trabajos”.
Gén. 2:2a: “El séptimo día Dios dio por concluida la labor que había hecho”.
Éxod. 39:32a: “Quedó así rematada toda la obra de la Morada y de la Tienda del Encuentro”.
Gén. 2:1: “Concluyéronse, pues, el cielo y la tierra con todo su aparato”.

Estas conexiones verbales enlazan el relato del Tabernáculo en Éxodo 39-40 con la creación en Génesis 1:31-2:3. En adición a los lazos específicos en el vocabulario de los dos pasajes, también muestran una semejanza conceptual general. Ambos describen la construcción de un espacio sagrado, la creación de Dios en Génesis 1 y la creación del Tabernáculo para la gloria de Dios en Éxodo 39-40. En esta comparación , la luz divina (´or) en Génesis 1:3 corresponde a la “gloria” divina en Éxodo 40 (o quizá mejor, “esplendor” o “dignidad”, en Hebreo, kabod). La gloria en Éxodo 39-40 no es creada; más bien, es de Dios. Esto, también, parece ser el caso para la luz de Génesis 1:3. Esta comparación es además instructiva para el sentido de la luz en Génesis 1. En Éxodo 40:34, la gloria de Dios entra en el Tabernáculo, mientras que la luz de Dios está en la creación.

Un número de otros pasajes bíblicos también sugieren que la luz en Génesis 1:3 no es creada. El pasaje más relevante para interpretar la luz en Génesis 1:3 es el comienzo del Salmo 104 (cf. 2 Sam. 23:4; Ecles. 12:2; Isa. 30:26). Este Salmo es particularmente importante a la hora de tratar con Génesis 1. Estos dos textos siguen el mismo formato cuando describen la creación. La apertura de la creación en Génesis 1:3 corresponde al Salmo 104:1-2:

Vestido de esplendor y majestad(labesh),
Te arropa la luz (´or) como manto,                                         
Como una tienda extiendes el cielo.

Este pasaje presenta a Dios envuelto en gloria y majestad, una imagen que apenas es excepcional (por ejemplo, Salmo 93:1, o el tono sarcástico de este motivo en Job 40:10).  El Salmo 104:1-2 elabora esta imagen gloriosa de Dios caracterizando la “luz” como vestimenta divina. El Salmo finaliza esta presentación inicial de la creación divina usando la imagen de una tienda que es desplegada. Esta imagen se encuentra en otras referencias a la creación (ver como el verbo “desplegar” hace referencia a la creación en Isaías 42:5 y 44:24 así como en Job 9:8 y 26:7. Ver Norman Habel, “He Who Stretches out the Heavens”, CBQ 34, 417-30). La imagen de la tienda es una manera de expresar la creación de los cielos, se corresponde con la imagen del firmamento en Génesis 1, entendida como una fina bóveda en forma de concha o modelada en metal(2). La amplia mayoría de estudiosos aceptan la comparación de la luz en Génesis 1:3 y Salmo 104:1-2.

Otro texto sugiere este punto de vista de la luz en Génesis 1:3. Isaías 60:19 describe la inversión del orden de la creación:

El sol ya no será tu luz (´or) de día,
Ni la luna te alumbrará (´wr) de noche,
Pues Yahvé será tu luz (´or) eterna,
Tu Dios te servirá de esplendor.
                                                                           
En este pasaje, Dios es anunciado como luz de Israel en el futuro. Como señala el estudioso Israelí Yair Zakovitch, la imagen del futuro final(Endzeit) en Isaías 60:19 invierte el orden del comienzo–tiempo(Urzeit). Promete la luz divina en Génesis 1:3 y no la luz del sol y la luna en Géneis 1:14. Ambos pasajes reflejan la noción de la luz al comienzo de la creación como la propia luz de Dios. Este pasaje data del periodo pos-exílico temprano y no está muy lejos en el tiempo de Génesis 1.

Zacarías 14:6-7 muestra un tema similar (ver también: Isa.24:23 y Apoc. 21:23 y 22:5) que merece ser mencionado en vista a su texto. La Biblia de Jerusalem traduce: “Aquel día no habrá frío ni hielo. Será un día continuo –conocido sólo de Yahvé- ni día ni noche, pues al atardecer seguirá habiendo luz”. Sugiriendo una reversión a la luz primordial, este pasaje se hace eco de Isaías 60:19, y también de Génesis 1 de manera fuerte (como sugieren los términos en rojo). Zacarías 14:7 usa la expresión, “yom ´ehad”(traducido como “día continuo”), la misma expresión empleada para el final del “día primero” en Génesis 1:5. También usa las mismas palabras que en Génesis 1:5 para día y noche e igualmente la tarde. Con estos términos en común, parece que Génesis 1:5, con la luz del día primero, está haciendo referencia deliberada a Zacarías 14:7. Zacarías 14:6-7 promete la luz de Dios “en aquel día”, como en el comienzo en Génesis 1. En ambos casos, parece estar caracterizada por una luz divina. Esto encajaría con la presentación de la luz divina en el libro sacerdotal de Ezequiel, no sólo en la visión celestial del capítulo 1, sino también posteriormente en la visión del retorno de la divina presencia a Jerusalem en el capítulo 43. Como sugiere la descripción de la luz divina en Ezequiel 1-3, la luz de Dios quizá era pensada como localizada en el palacio celestial arriba en el firmamento.

Para la noción de la luz en la creación, se pueden citar algunos otros textos fuera de la Biblia. En la literatura Mesopotamia, la luz pertenece al cielo, mientras la tierra estaba oscurecida. Un texto Sumerio de Nippur expresa el cuadro de la realidad primordial de esta manera. “An, hizo el cielo resplandeciente, la tierra estaba oscura, el mundo inferior era invisible”. Como se sabe, el Enuma Elish ha sido a menudo comparado con Génesis 1. En su comentario sobre el Génesis, el Asiriólogo Ephraim Speiser, enumeró lo que afirmaba era las correspondencias entre Génesis 1 y el Enuma Elish. Estas incluyen lo que él llamaba “Luz Creada” en Génesis 1 y “Luz emanando de los dioses” en la narrativa Babilonia(3). Para una comparación con Génesis 1, hay que señalar que en el Enuma Elish, esta luz es anterior a la creación. De hecho, es la luz de los dioses. Aparece en la presentación del Enuma Elish del dios Marduk en la tablilla I, líneas 101-104(4).

101 El hijo UTU(el sol), el hijo UTU(el sol),
102 El hijo, el sol, la luz de los dioses!
103 Llevaba (sobre su cuerpo)(lbsh) las áureas de diez dioses, las tenía también alrededor de su cabeza,
104 Cincuenta miedos están a él ligados(5).

En estas líneas Marduk aparece en luz teofánica. Es llamado “el sol” y “luz del sol” así como “áurea”.

Esta presentación de Marduk se compara con los pasajes bíblicos sobre la aparición de Dios. Se puede señalar en particular el uso del mismo verbo “vestir(*lbsh), tanto en el Enuma Elish I, línea 103 como en el Salmo 104:2(6). Hay que señalar que esta luz de Marduk aparece en el relato antes de su creación del mundo. Es sólo después de su victoria sobre Tiamat que crea el universo, que incluye las estancias celestiales de las otras deidades asociadas con los cuerpos astrales (comparar con los luceros del alba en Job 38:7). Las descripciones de Marduk representan la luz divina del dios antes de la creación. Esto encaja con la presentación con la luz divina pre-existente no sólo en el Salmo 104, sino también en Génesis 1:3(7).

Como sugieren los textos tratados, la luz al comienzo de la creación era conocida en el antiguo Israel como luz divina inherente que precedía a la creación. Esto, a su vez, sugiere la posibilidad de esta visión respecto a la luz en Génesis 1:3. A pesar de las posibles objeciones, el peso de la evidencia favorece esta visión. La luz era un resplandor divino primordial hecho perceptible en el mundo creado. El compositor de Génesis 1 permitió que un número de elementos primordiales anteriores a la creación encajaran en la creación (por ejemplo, las tinieblas, las aguas del abismo, y las aguas en el versículo 2). La luz en versículo 3 parece también ser uno de estos no-creados componentes.

En el caso de Génesis 1, el “ámbito luminoso” divino expresa un sentido profundo de la presencia de Dios en el mundo, y al mismo tiempo también señala a la última imposibilidad de conocer a Dios. Podemos ver la luz de Dios, pero es tan tenue que no podemos ver a Dios cara a cara. Más bien, para Génesis 1, vemos la luz de Dios a través de todo lo que Dios ha creado. Se puede observar este punto respecto a la luz en Génesis 1 de manera más clara, cuando examinamos los actos divinos de ver, separar, y discurso en el primer día.                              
                         
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Referencias:                                                               
1.    Hay otro aspecto de Gén. 1 que señala que la luz no fue creada. En los versículos 9 y 11, donde Dios habla y sigue un acto creativo sin ningún verbo “hacer”, este acto creativo está basado un aspecto de la realidad ya presente en el universo. En estas dos instancias, ambos actos tienen lugar el día tercero. En este versículo las aguas ya existen. Comparar la acumulación de las aguas por Enki en la composición Sumeria, “Pájaro y Pez” (Clifford, “Creation Accounts, 39), donde la creación de la tierra seca procede no de una acto de creación divina, sino de la recolección de las aguas. En el versículo 11, “Dijo Dios: Produzca la tierra vegetación…. Y así fue”. De nuevo la creación involucra un componente de realidad ya en existencia, en este caso la tierra, y no hay acto de creación divina. Dado que estos dos casos de creación involucran solamente el acto del discurso divino, sus narraciones están muy cerca de lo que puede ser visto con la luz del día primero. Sugieren que así como las aguas y la tierra existen antes del días tercero, así también la luz existe con anterioridad a la creación del día primero. Visto desde esta perspectiva, la luz en el contexto inmediato de Génesis 1 aparece como no creada.  
2.    Esta idea aparece en Job 37:18: “Podrías tender como él(Dios) el firmamento, duro como espejo de metal fundido?” La asociación con metal es sugerida por el Fenicio mrq´(KAI 38:1) hecho de oro, quizá una taza o plato; ver DNSWI 969; y Charles R. Krahmalkov, “Phoenician-Punic Dictionary”, OLA 90, 313. Para especulaciones acerca de esta idea de un domo cósmico en la cosmología Mesopotamia, ver las notas críticas de Wilfred Lambert, “The Pair Lahmu-Lahamu in Cosmology”, Or 54, 202. Comparar la discusión de Esharra en el Enuma Elish IV 143-146, tal como es entendida por Alisdair Livingstone, “Mystical and Mythological Explanatory Works of Assyrian and Babylonian Scholars”(Oxford: Clarendon, 1986) 80-81. Observar que el cielo inferior está hecho de jaspe con estrellas en él, según VAT 8917, línea 33; ver Livingstone, “Mystical and Mythological”, 82-83, 86.
3.    Speiser, “Genesis 10”. Speiser adoptó esta lista de correspondencias de Alexander Heidel, “The Babilonian Genesis: The Story of Creation”(Chicago/London: The University of Chicago Press, 1951/Amazon.com formato Kindle). Ver también, “Creation Accounts”, 140.
4.    101:mari UTU mari UTU/ 102:mari shamshi shamshi sha ili/ 103:labish melammi eshret ili shaqish etpur/ 104:pulhatu hashshasina elishu kamra. Para la cuarta línea, ver CAD K:113 sub kamaru lc. (cf. Jean Bottéro and Samuel Noah Kramer, “Lorsque les dieux faisaient l´homme. Mythologie mésopotamienne”(Paris: Gallimard, 1989) 609.
5.    Traducción de Benjamin Foster, “Epic of Creation (1.111)”, en COS 1.392; cf. ANET 62.
6.    Comparar la misma raíz en Isa. 59:17 y 63:1 y en Salmo 93:1.
7.    Antes de concluir, habría que señalar que en Ugarítico, la luz está representada como divinidad. Un lista de dioses y diosas Ugaríticos empareja “luz”(nr) divina con “gloria” o “resplandor”(kbd) divino KTU 1.123.16. En línea 21 del mismo texto, “kbd” es seguido de “d´il”, lo que puede significar “kbd del dios”; ver Pardee, “Ritual and Cult”, 151-52, que deja “kbd” sin traducir; ver también Pardee, “Les Textes rituels”, 1.694, 702. Ver también DUL 426-27. Esta luz era conocida como divina fuera de la Biblia tanto en las fuentes Mesopotamias como en Ugarit. Cf. La luz como uno de los hijos en la genealogía divina en “La Historia Fenicia” de Filón de Biblos, citado en Eusebio “Praep. Ev. 1.10.9”. Ver Attridge & Pdem. “Philo, 40-41”.     






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