MONTEÍSMO JUDÍO Y TEOLOGÍA CRISTIANA
“En el principio era la palabra”
se lee en el versículo de apertura del Evangelio de Juan, “y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”.
En el contexto del evangelio, está claro que la Palabra es identificada con
Jesús de Nazaret, el predicador carismático que fue crucificado por los Romanos
unos 60 años antes que fuese escrito el evangelio. El evangelio de Juan es
excepcional en el Nuevo Testamento por lo explícito de la afirmación que Jesús
era divino. No obstante, esto es tanto la culminación de una tendencia dentro
del Judaísmo como un buen indicador del curso que tomaría la teología Cristiana
en los siglos siguientes. Este desarrollo acentuaría el lapsus entre el
emergente Cristianismo y el Judaísmo.
De acuerdo con los relatos, a finales del siglo primero d.C.
el monoteísmo estricto era uno de los pilares del Judaísmo(1).
Juan se esfuerza en demostrar cuan inaceptable era para los
Judíos la afirmación de divinidad de Jesús: “Por
eso, los judíos trataban con mayor empeño de matarle, porque no sólo
quebrantaba el sábado, sino que llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose a sí
mismo igual a Dios” (Jn. 5:18). Este evangelio es atribuido
tradicionalmente a uno de los discípulos de Jesús. Aunque esta afirmación es
problemática, el movimiento Cristiano se hubo originado en el corazón del
Judaísmo poco más de medio siglo antes. Pero, en la opinión de un especialista
moderno, la versión sobre un Jesús divino es tan elevada que los observantes
Judíos a comienzos del siglo primero d.C. –incluyendo los primeros apóstoles-
no podrían haber creído en semejante personaje(2).
La cuestión es, cómo fue posible para los Judíos del siglo primero d.C. aceptar
a este hombre Jesús como Hijo de Dios pre-existente
y aún creer, como seguramente hicieron, que no estaban violando el monoteísmo
tradicional Judío? Cómo tuvo lugar este desarrollo?
ERA MONOTEÍSTA EL JUDAÍSMO?
Le monoteísmo Judío, que dio nacimiento al movimiento
Cristiano, no estaba tan claramente delimitado ni era tan simple como
generalmente se ha creído. Varios tipos de casi divinos personajes aparecen en
los textos Judíos del periodo Heleno que exigen una calificación de la idea de
monoteísmo. Consideremos tres categorías de estos personajes –ángeles o
semidioses, seres humanos exaltados y la figura más abstracta de la Sabiduría y
la Palabra (Logos)(3).
FIGURAS ANGÉLICAS
El último libro de la Biblia Hebrea contiene un pasaje que
tuvo gran significado para los primeros Cristianos. En el Libro de Daniel, el
visionario ve que “había tronos donde se sentó un Anciano, su ropa era blanca
como la nieve, y sus cabellos como lana pura; su trono, llamas de fuego…..
(Dan. 7:9). El Anciano es el Dios de Israel, aunque algunos de sus rasgos, como
sus blancos cabellos, son reminiscentes del antiguo dios Cananeo El. Los
antiguos rabinos se sentían turbados por el término “tronos” al plural, lo que
indica que al menos otras figuras iban a ser entronadas. Es más, una segunda
figura aparece unos versículos más adelante:
Yo seguía mirando, y en la
visión nocturna
Vi venir sobre las nubes del
cielo
Alguien parecido a un hijo de hombre,
Que se dirigió hacia el anciano
Y fue presentado ante él.
Le dieron poder,
Honor y reino,
Y todos los pueblos, naciones y
lenguas le servían
Su poder es eterno
Y nunca pasará,
Y su reino no será destruido.(Dan. 7:13-14).
Los teólogos monoteístas interpretan comúnmente al “uno como un hijo de hombre” como símbolo para
Israel(4). Este personaje refleja de hecho a
Israel en cierto sentido, aunque la manera en la que es presentado no puede ser
puesta de lado fácilmente(5). En otras partes de
la Biblia Hebrea, la figura cabalgando sobre las nubes es siempre el Señor, el
Dios de Israel(a). La imaginería de Daniel
tiene su fondo en la mitología Cananea, en la que el dios Ba´al cabalga sobre
las nubes y es distinto del venerable de barba blanca El. En la visión de
Daniel, la segunda figura celestial, el que cabalga sobre las nubes, es muy
plausiblemente identificado como el arcángel Miguel, que es introducido como “el príncipe de Israel” en el libro (Daniel 10:13). La mitología Cananea es así
transformada, no está completamente muerta(6).
En la tradición del Judaísmo posterior, este texto de Daniel vino a ser
controversial porque ofrecía una base para la idea que hay “dos poderes en el cielo”(7).
Los Rabinos rechazaron esta idea como herética, aunque fue mantenida por alguno
Judíos –igual que Cristianos.
El “uno como un hijo del hombre”
en Daniel es lo que se podría llamar un super-ángel. Este tipo de figura
aparece regularmente en los textos Judíos cerca del cambio de era(8). Consideremos el siguiente pasaje del Salmo 82 en el Rollo fragmentario de Melquisedek
de la Cueva 11 en Qumran: “Elohim (Dios) se alza en la asamblea divina, para juzgar
en medio de los dioses”. El Rollo ofrece una glosa sobre el pasaje
citado: “Su interpretación concierne a Belial y los
espíritus de su grupo(quienes) se rebelaron volviéndose contra los preceptos de
Dios….. y Melquisedek vengará la venganza de los juicios de Dios”(9). El Elohim que se alza en juicio en el Concilio
Divino es aquí identificado como Melquisedek (la identificación es
probablemente incluso más explícita en un posterior pasaje fragmentado). Otro
texto, el Testamento de Amram, cuenta que Melquisedek era uno de los nombres de
un ángel que era también conocido como Miguel y Príncipe de la Luz; este buen
ángel era emparejado con el ángel malo Melquiresha,
también conocido como Belial o Príncipe de
las Tinieblas(10). Tanto Miguel como el Príncipe
de la Luz aparecen en otros Rollos de Qumran, el más notable el Rollo de la
Guerra. Lo que es sorprendente acerca de Melquisedek en el texto de la Cueva 11 es que es identificado como un Elohim, un
dios. Aunque, de hecho, este uso no es excepcional. El gran estudioso Judío
Yigael Yadin señaló hace 40 años que los seres que llamamos ángeles son
llamados elim,
dioses, en el Rollo de la Guerra(11), y el mismo uso se puede encontrar en las Canciones del Sacrificio del Sabbath, un texto
temprano místico también encontrado en Qumran(12).
Dada la apariencia de estas simi-divinas figuras en los
textos Judíos, el término “monoteísmo” no es completamente oportuno como
descripción de las creencias Judías en este periodo pre-Cristiano. Aunque no es
completamente inapropiado tampoco. Esos textos siempre distinguen claramente
entre el Dios supremo y su lugarteniente angélico. En el Rollo de la Guerra de Qumran, por ejemplo, un
pasaje acerca del Príncipe de la Luz es seguido inmediatamente por una cuestión
dirigida a Dios: “Qué ángel o príncipe puede compararse
con tu socorro?”(columna 12). También es verdad que estos ángeles
principales no son adorados normalmente, aunque el tema del culto no es tan
fácil como se supone algunas veces. Al “uno como un
hijo del hombre” en Daniel le es dado dominio y gloria y reinado, y todo
los pueblos le sirven. Si esto constituye culto o no parece que es una cuestión
de definición.
El “uno como un hijo del hombre”
pasó por cierto desarrollo en la tradición Judía, bastante apartada de la
adaptación de esta imaginería en el Cristianismo(13).
En las Similitudes de Enoch(b), una obra de incierto origen aunque es
claramente Judía que data probablemente del siglo primero d.C., el visionario
ve a “uno que tenía una cabeza de los días, y su
cabeza era blanca como la lana, y con él había otro cuya cara tenía apariencia
de hombre y su faz era llena de gracia, como la de los santos ángeles”(1 Enoch 46:1). El último personaje es
posteriormente referida como “el Hijo del Hombre”.
Se ha dicho de este personaje que “su nombre fue
nombrado” antes del sol y las estrellas. Está oculto con Dios, sólo par
revelarse en el Juicio. Posteriormente, en la escena del Juicio, esta figura
es, como Dios, sentado en un trono de gloria, y a los reyes de la tierra se les
ordena que lo adoren(1 Enoch 60-62).
Finalmente, al final de las Similitudes, Enoch es elevado a lo alto en la
presencia de este Hijo del Hombre; es recibido por un ángel, que le dice, “tú eres el Hijo del Hombre nacido para la justicia”(1 Enoch 71-41). Si esto significa o no que Enoch
mismo es identificado con el mismo Hijo del Hombre que ha visto en sus visiones
es algo que está en disputa. El pasaje también puede ser traducidos como “tú eres un hijo del hombre [o sea, un ser humano]que
tiene justicia”. También es posible que este pasaje sea una adición
posterior al texto, que trata de oponerse a la afirmación Cristiana que Jesús
era el Hijo del Hombre identificando a este personaje con el profeta Judío
Enoch. En cualquier caso, este texto no-Cristiano
ofrece una intrigante ejemplo de la exaltación de un ser humano al ámbito
celestial.
Esta tradición del super-ángel alcanzó su punto culminante
varios siglos más tarde, en otro texto Judío conocido 3 Enoch o Sefer Hekalot(14). Un personaje conocido como Metatron, Príncipe de la Divina Presencia, es “llamado por el nombre del Creador con setenta nombres… [y
es] más grande que todos los príncipes, más exaltado que todos los ángeles, más
amado que todos los ministros, …..” etc. (III
Enoch 4:1). A Metatron le es dado un trono como un trono de gloria(III Enoch 10:1) y es incluso llamado “el YHWH menor” (III Enoch
12:5). Cuando Aher, uno de los cuatro sabios famoso por
haber ascendido al Paraíso a comienzos del siglo segundo d.C., ve a Metatron
sentado como un rey con ángeles ministrándole como siervos, Aher
declara, “Hay de hecho dos poderes en el cielo!”(III Enoch 16:3). Debido a esto, se nos dice, que
Metatron es destronado y le son dado 60 latigazos de fuego.
El castigo de metatron sugiere que había cierta controversia
acerca de su exaltado estatus en la época en que fue escrito III Enoch. Aunque la tradición que afirmaba que
tenía un trono en el cielo no pudo ser suprimida completamente. Metatron es aún
identificado con Enoch, hijo de Jared, que fue elevado al cielo antes del
diluvio(Gén. 5:24). Evidentemente, Metatron
es un posterior desarrollo del personaje del Hijo del Hombre en las Similitudes de Enoch, que hubo alcanzado un rango
aún más exaltado en los siglos siguientes.
SERES HUMANOS EXALTADOS
El caso de Enoch nos lleva a un segundo tipo de ser divino
bajo el Dios Altísimo: el ser humano exaltado. En Daniel 12, a los Mártires justos de la época de
los Macabeos se les promete que brillarán como el resplandor del firmamento y
serán como las estrellas para siempre. En 1 Enoch
104, esta imaginería es aclarada: “Brillaréis
como las luminarias del cielo…..y la puerta del cielo se abrirá ante
vosotros….. disfrutareis de una gran alegría, como los ángeles en el cielo………. Seréis
compañeros de las huestes de los cielos”.
En el lenguaje de la literatura apocalíptica, las estrellas
son las huestes de los cielos. Cuando los justos fallecidos sean como las
estrellas, vendrán a ser como los ángeles; en el mundo Heleno convertirse en una estrella era como convertirse en un
dios. Encontramos un reflejo de esta manera de pensar en un texto de sabiduría
Judío atribuido al poeta gnómico Griego Focílides. El autor expresa la
esperanza “que los restos de los ya pasados pronto
vengan a la luz de nuevo fuera de la tierra, y posteriormente se conviertan en
dioses”. Esto no significa, bien entendido, que los justos fallecidos
estén a la par con el Dios Altísimo(o con los dioses Olímpicos) o que el culto
halla de ser dirigido a ellos(aunque a los muertos
se les ha rendido culto en muchas culturas). Pero esto no indica que la
línea que separaba lo divino de lo humano en al antiguo Judaísmo no era tan
absoluta como se supone algunas veces.
Algunos seres humanos exaltados eran más importantes que
otros. En el siglo segundo a.C., un Judío Alejandrino llamado Ezequiel escribió
una tragedia Griega sobre el Éxodo. En la obra, Moisés sueña:
“Soñé que en la cima del monte
Sinaí
había como un gran trono
que se elevaba hasta la entrada
del cielo
donde se sentaba un hombre noble
que llevaba una corona y
con su mano izquierda agarraba
un cetro.
Con su mano derecha me hizo
señas para que
me acercara y permanecí de pie
ante el trono.
Me dio el cetro y me ordenó que
me sentara
en el gran trono. Me dio la
corona real,
y él mismo dejó el trono.
veía yo toda la tierra
tanto por debajo de la tierra
y por encima de los cielos,
una hueste de estrellas cayó
de rodillas ante mi……..
Asustado me desperté de mi sueño”(16).
El personaje en el Monte Sinaí que cede su trono a Moisés
sólo puede ser Dios. Si Moisés se sienta en el trono de Dios, entonces éste es,
en cierto sentido, concebido como divino. Aunque el sueño es parte de una obra
literaria, hay poca duda que refleja tradiciones más amplias acerca de Moisés.
Estas tradiciones son también aparentes en la “Vida
de Moisés” cerca del siglo primero d.C. en la obra de Filón, también un
Judío alejandrino. En Éxodo 7:1, Dios le
dice a Moisés: “Te he hecho como un Dios para el
Faraón”. Filón escribe igualmente que “Moisés
fue nombrado dios y rey de toda la nación”(Vida
de Moisés 1.55-58)(17). Se ha sugerido
que “dios” en este pasaje es un equivalente
alegórico para “rey”(18), aunque la elección del término “dios” difícilmente puede ser
accidental. Aunque Filón insiste en que aquello “que
es verdaderamente Dios es uno”, también reconoce otras entidades
divinas, como el Logos, que existía bajo Dios.
Otro caso de divinización cualificada se refiere al Mesías
davídico. La noción que el rey Davídico era el hijo de Dios está bien
establecida en la Biblia Hebrea en 2 Samuel 7:14
y en Salmo 2:7. Era pues natural que el rey
mesiánico por venir fuese visto también como Hijo de Dios. El Florilegio de
Qumran (4Q174) interpreta explícitamente 2 Samuel 7:14 en el sentido de un mesianismo
futuro: “Yo seré para él un padre y él será para mí
un hijo. Es la Rama de David, que surgirá………. en el fin de los tiempos”.
Un texto fragmentado Arameo (4Q246),
conocido popularmente como “El Texto del Hijo de
Dios”, predice la venida de un personaje que será llamado “Hijo de Dios” e “Hijo del
Altísimo”; este personaje es probablemente el mesías Davídico, aunque
algunos estudiosos disputan esta interpretación(19).
Decir que el rey era el hijo de Dios no implica necesariamente divinización.
Israel es llamado, colectivamente, hijo de Dios en el Libro del Éxodo y de nuevo en Oseas,
y el “hombre justo” es identificado como hijo
de Dios en la Sabiduría de Salomón, un texto
Hebreo del siglo primero d.C. procedente de Alejandría. Hay otras tradiciones,
no obstante, que sugieren un estatus más exaltado para el rey mesiánico.
Rabí Akiba, se dice,
explicó el plural de los “tronos” en Daniel 7:9 como “uno
para Dios, otro para David”(20). En los
Salmos, tradicionalmente atribuidos a David, parece haber una clara fórmula
para la entronización del Mesías: “Dijo el Señor a
mi Señor, siéntate a mi diestra”(Salm. 110:1).
De hecho la primera interpretación mesiánica de este texto se encuentra en el
Nuevo Testamento (Marc. 12:35-37; Hechos 2:34-36).
En las Similitudes de Enoch, el Hijo del
Hombre es también llamado “mesías”, aunque no
parece tener una misión terrenal. Otro apocalíptico Judío, 4 Esdras, escrito a
finales del siglo primero d.C., interpreta el “hijo del hombre” de la visión de
Daniel como un personaje que surge del mar sobre una nube, se establece sobre
una colina y derrota a los Gentiles a la manera del mesías Davídico. Este
personaje es también llamado por Dios “mi hijo”.
Las Similitudes de 4 Esdras son el
testimonio de una tendencia a concebir a un casi divino mesías en los textos
Judíos del siglo primero d.C.
Un ejemplo final de humanidad
exaltada involucra un muy fragmentado textos de Qumran (4Q491), en el cual el que habla afirma tener “un poderoso trono en la congregación de los dioses”
y haber sido “incluido con los dioses (elim)(21). No se está seguro quién puede ser el que habla;
algunas sugerencias lo sitúan entre el Maestro de
Justicia(c), algún maestro sectario
posterior y el Sumo Sacerdote mesiánico. Parece claro, no obstante, que el que
habla no es un ángel u otra criatura celestial sino un ser humano exaltado. No
es inusual en los himnos de Qumran que el himnista afirme que disfruta de la
compañía de las huestes celestiales, aunque este texto parece afirmar un más
alto grado de exaltación. De nuevo, nos encontramos con un ser humano que
podría ser incluido entre los “elim” o dioses. Incluso en una comunidad
conservadora Judía como Qumran, esta idea no era tabú.
SABIDURÍA Y LOGOS
La tercera categoría del ser o
entidad-casi-divino es la personificación de la Sabiduría, que fue
identificada con el concepto filosófico Griego de Logos(palabra
o razón) en el periodo Heleno. Según Proverbios
8:22, “Dios creó [el personaje femenino de
la Sabiduría] al comienzo de su obra, fue el primero de sus actos”, y
ella le acompañó en la obra de la creación del mundo. En el Libro de Ben Sira,
escrito a comienzos del siglo segundo a.C., la Sabiduría cada vez más se parece
al Creador: “Yo salí de la boca del Altísimo y,
como niebla, cubrí la tierra. Yo puse mi tienda en las alturas y mi trono era
una columna de nubes. Yo sola recorrí la bóveda del cielo y me paseé por la
profundidad del abismo”(Ben Sira 24:3-5).
Según la Sabiduría de Salomón, escrito en Alejandría a comienzos de la era, la
Sabiduría sacó a Israel de Egipto y mantiene juntas todas las cosas. La
afirmación de Ben Sira que la Sabiduría salió de la boca de Dios apunta a la
identificación de la Sabiduría con la Palabra, que es hecha explícita en la Sabiduría de Salomón.
La Palabra, o Logos, tenía otro tipo de connotaciones en la
filosofía Griega. Los Estoicos concebían el Logos como un dios inmanente –el
principio de racionalidad en el mundo- una especie de alma-del-mundo.
(También puede ser llamada Espíritu o Pneuma, entendida como una substancia
material fina). El filósofo Judíos Filón adaptó este concepto del Logos a la
teología Judía que reconoce a un Dios creador trascendente(22). Para Filón, el Logos es “la
razón divina, lo que gobierna y dirige todo”(Sobre el Querubín 36) ésta está
al borde de lo que separa al Creador de la criatura(Quién es el Heredero de los Bienes Divinos
2-5). Aunque también se dice que el Logos es un dios. En sus “Cuestiones sobre el Génesis”, Filón pregunta: Por
qué [la Escritura] dice, como si se refiriese a otro dios, “A la imagen de Dios Él hizo al hombre” y no “A Su propia imagen”? Este oráculo fue dado por
Dios. “Pues nada mortal puede ser hecho a semejanza
del Altísimo y padre del universo, sino sólo a la del segundo Dios, que es el
Logos”. Aquí Filón sin complejos llama al Logos “segundo Dios”, y no es este el único pasaje en el que le otorga el
título de Dios al Logos(23), aunque algunas
veces también se refiere a este como un ángel o como el primogénito de Dios.
Cree Filón pues en dos Dioses? Trata este tema
explícitamente en su tratado “Sobre los Sueños”
1.227-229, donde comenta sobre un pasaje en la Biblia Griega que lee “Yo soy el Dios que se te apareció a ti en el lugar de
Dios” (Gén. 31:13). Filón escribe:
“No dejes de notar el lenguaje usado, más bien investiga
cuidadosamente si hay dos Dioses; pues leemos “Yo soy el Dios que se apareció a
ti”, no “en lugar mío” sino “en lugar de Dios”, como si fuese el de otro. Qué
habría que decir? El verdadero Dios es uno, pero aquellos que son llamados por
analogía son más de uno….”(24).
Filón no parece ver impropio el uso de “Dios” como
designación del Logos(25), aunque distingue
claramente entre el Dios supremo y la deidad intermediaria.
Era pues el Judaísmo monoteísta
en el periodo Heleno? La evidencia que acabamos de revisar viene de dos
ámbitos en el Judaísmo, los círculos apocalípticos en Palestina, incluyendo,
aunque no limitado, a la secta del Mar Muerto, y el Judaísmo Alejandrino
Helenizado de Filón. No todos los Judíos comparten estas ideas y creencias,
aunque, son, no obstante, indiscutiblemente Judías.
En esta literatura, la supremacía del Dios Altísimo nunca es
cuestionada, aunque hay considerable espacio para seres inferiores que pueden
ser llamados “dioses”, theoi o elim. Además, tanto los autores de
la literatura apocalíptica como Filón resaltan a un preeminente ser divino o
angélico bajo el dominio de Dios –un súper-ángel
llamado con varios nombres en los textos apocalípticos e identificado como el
Logos por Filón.
Se ha dicho a menudo que la práctica del monoteísmo queda
expresada en el culto Judío, el cual estaba reservado para el Dios Altísimo y
no se extendía a divinidades inferiores o ángeles. Es ciertamente verdad que el
culto sacrificial oficial en Jerusalem era monoteísta, y ninguna evidencia
indica que se le rindiese culto a cualquier otro ser aparte del Dios de Israel
en los servicios de las sinagogas. Hay alguna
evidencia, sin embargo, de la veneración de ángeles(26). Los autores Cristianos
como Clemente de Alejandría y Orígenes afirmaban que los Judíos adoraban a los
ángeles. Presumiblemente, las prohibiciones no habrían sido necesarias
si la práctica hubiese sido desconocida. Hay también alguna evidencia de la
práctica de invocar a los ángeles durante la oración, especialmente en el
contexto de lo mágico. Nada de esto implica que hubiese un culto público
organizado a los ángeles o que las autoridades religiosas aprobaran semejantes
actividades.
Más significativa es la especie de honor otorgado al “uno como un hijo de hombre”, en Daniel 7, a quien le es dado “poder, honor y reino y todos los pueblos, naciones y
lenguas le servían”(Dan. 7:14). De
manera similar, en las Similitudes de Enoch se nos dice que “Todos los que habitan sobre la tierra se prosternarán y
lo adorarán; alabarán, bendecirán y celebrarán con canciones” ante este
Hijo del Hombre(1 Enoch 48:5). El pasaje
continúa afirmando que bendecirán, alabarán con Salmos el nombre del Señor de
los Espíritus –por lo tanto hay cierta duda sobre si el culto es dirigido al
Hijo del Hombre o al Señor Dios. Según “el Texto
acerca del Hijo de Dios” de Qumran, cuando la guerra cese sobre la
tierra, todas las ciudades rendirán homenaje sea al “Hijo
de Dios” o al “pueblo de Dios”.
Aunque el homenaje en este pasaje involucra sumisión política, el culto en el
mundo antiguo era considerado a menudo como análogo a la sumisión a un gran
rey.
Tanto los pasajes sobre el “Hijo
del Hombre” y el “Texto del Hijo de Dios”
son escatológicos: describen el futuro; no implican que hubiese, en realidad,
un culto de, sea del “Hijo del Hombre”, sea
del “Hijo de Dios”. Aunque sí que sugieren
que alguna forma de veneración u homenaje podría ser dirigido a estas figuras
en el futuro escatológico(27). Cada uno de estos
personajes, sin duda, puede ser entendido como agente o representante de Dios,
por lo tanto este homenaje a ellos ofrecido es últimamente otorgado a Dios.
Aunque esos pasajes también muestran que la idea de venerar al agente de Dios,
al menos en el futuro escatológico, no era impensable en un contexto Judío.
ERA MONOTEÍSTA EL CRISTIANISMO?
La veneración de Jesús por sus seguidores del siglo primero
d.C. no ha de sorprender a la luz de la mencionada evidencia. Aquellos que
creyeron que Jesús era un hombre justo que fue injustamente ejecutado creerían
naturalmente que fue exaltado al cielo después de su muerte. Pero había más en
el caso de Jesús. Fue crucificado como Rey de los
Judíos, lo que significa que era visto por los Romanos como un aspirante
a Mesías y, presumiblemente, por algunos de sus seguidores como rey mesiánico.
En Lucas 24:19, los discípulos hablan “de Jesús Nazareno, un profeta poderoso en obras y
palabras a los ojos de Dios y de todo el pueblo: cómo nuestros sumos sacerdotes
y magistrados lo condenaron a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos
que iba a ser él quien liberaría a Israel”. Su
perplejidad ante la muerte de Jesús es aliviada por la creencia que había
resucitado de entre los muertos.
Cualquiera sea la naturaleza de la experiencia de la
resurrección, es innegable que la creencia en esta surgió muy pronto después de
la muerte de Jesús. La resurrección era tenida como una confirmación que Jesús
era sin duda el Mesías, incluso cuando no había restaurado el reino de Israel,
como algunos habían esperado. Según Pablo, “Jesús
fue declarado (o constituido?) Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de
santidad, por su resurrección de entre los muertos”(Rom. 1:4). Aunque Jesús no finalizó su tarea como
Mesías, esta anomalía fue explicada apelando a Daniel
7: Jesús era el “uno como un hijo de hombre”
que vendría de nuevo sobre las nubes del cielo. Como Las
Similitudes de Enoch, el evangelio de Mateo se imagina al Hijo del
Hombre, Jesús, sentado en un trono de gloria presidiendo el Juicio Final(ver Mat. 25:31). En los Evangelios, se dice que Jesús
se refirió a sí mismo como Hijo del Hombre que vendría sobre las nubes del
cielo, aunque es más probable que fuese identificado como tal por los
discípulos después de su muerte, cuando ya no estaba presente sobre la tierra.
Según el Evangelio de Juan, la afirmación que Jesús era Hijo
de Dios era blasfemia para sus contemporáneos Judíos: “Nosotros
tenemos una Ley y, según esa Ley, debe morir, porque se tiene por Hijo de Dios”(Juan 19:7). A pesar de esta afirmación, el
atribuirse ser hijo de Dios no era inherentemente blasfemo en un contexto
Judío. En La Sabiduría de Salomón, es el
hombre justo el que reclama ser hijo de Dios y se siente orgulloso de que Dios
sea su padre(Sabiduría de Salomón 2:13, 16).
Afirmar ser el hijo de Dios, en un contexto Judío, no era afirmar que se era
igual a Dios. Ni era blasfemo afirmar que alguien era el Mesías, el prometido
heredero del linaje Davídico. Según la tradición Judía, el gran Rabino Akiba proclamó al revolucionario Bar Kokhba (Hijo de la Estrella) como Mesías, casi
un siglo después de Jesús. El Rabino Akiba se equivocó, pero no fue considerado
hereje. Algunos Judíos creían aparentemente que el Hijo del Hombre, y
posteriormente el exaltado Metatrón era el
patriarca humano Enoch exaltado al cielo.
Incluso la afirmación extrema del Evangelio de Juan que la Palabra era Dios
podía ser defendida en un contexto Judío apelando a la distinción de Filón
entre el uso analógico de “Dios” sin el artículo, que podía referirse al Logos, y “el Dios”,
con el artículo, que estaba reservado para
el Altísimo(aunque no está para nada claro
que el autor del evangelio de Juan intentara semejante distinción).
No obstante, la afirmación en el Evangelio de Juan que “El Padre y yo somos uno” no tiene paralelo en el
Judaísmo(28). A finales del siglo primero d.C.,
la exaltación de Jesús hubo alcanzado un punto donde era muy difícil reconciliarla
con la comprensión Judía del monoteísmo.
La comprensión apocalíptica de Jesús llega a su punto máximo
en el Nuevo Testamento en el Libro del Apocalipsis. En este, Juan ve a “uno como un Hijo de Hombre, vestido con una túnica talar
y ceñido al talle con un cinturón de oro. Su cabeza y sus cabellos eran
blancos, como la lana blanca, igual que la nieve; sus ojos se asemejaban a
llamas de fuego”(Apoc. 1:13-14). El
personaje en cuestión, Jesús, combina atributos tanto del “uno como un hijo de hombre” como del “Anciano” de Daniel 7(29). Se ha hecho difícil distinguirlo del Dios de
Israel(30).
En parte, la tendencia a identificar a Jesús con el Dios de
Israel comenzó con los primeros Cristianos tratando de reclamar para Jesús todo
lo que los Judíos aplicaban a una figura intermediaria(31).
Pero esto llegó más lejos; Jesús era el Hijo de Dios en sentido único, y esta
afirmación estuvo expresada en idioma Heleno en relatos de su nacimiento de una
virgen. Apocalipsis 12 relaciona un
fragmento de un mito Judío en el cual el arcángel
Miguel lucha con un dragón en el cielo, una variante del mito del combate muy conocido en el Medio Oriente.
En Apocalipsis, sin embargo, se nos dice que es por la “sangre del Cordero”(la crucifixión de Jesús) que el dragón es
derrotado(Apoc. 12:11)(32). Miguel pelea en la batalla, aunque es Jesús el
que obtiene la victoria. De igual manera, la Epístola a los Hebreos se esfuerza
en insistir que es Jesús es superior a los ángeles: “A qué ángel dijo alguna
vez “Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoy”?(Heb. 1:5). Hebreos llega incluso a aplicar a Jesús
la afirmación en Salmo 110:4, “Tú eres por siempre sacerdote, según el orden de
Melquisedec” (Heb. 5:6), aunque Jesús
de Nazaret no es en absoluto un sacerdote. Si el Judaísmo Heleno veneraba el
Logos, o la Palabra, como “un segundo Dios”,
el Evangelio de Juan mejora esto afirmando que Jesús
es la Palabra(El Verbo) y la Palabra es Dios(d).
Esta proliferación de títulos y afirmaciones honoríficas
realizadas a favor de Jesús por los primeros Cristianos va de la mano con la
veneración, o culto, a Jesús en la Iglesia temprana. Pablo declaró que “al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos,
en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es el
Señor para gloria de Dios Padre”(Filipenses
2:10-11). En Apocalipsis encontramos la misma bendición dirigida al
Cordero (Cristo) como “Al que está sentado en el
trono y al Cordero, alabanza, honor, gloria y poder por los siglos de los
siglos”(Apoc. 5:13). Ahora, el Apocalipsis
rechaza de lleno el culto a los ángeles; y Juan es criticado dos veces por
postrarse ante un ángel (Apoc. 19:10, 22:9)(33). Aunque Cristo tiene muchos rasgos angélicos
en el Apocalipsis (especialmente si el “Hijo del
Hombre” en Apoc. 14:14 es identificado
con Cristo)(34). Además, el homenaje a
Cristo en Apocalipsis es reminiscente del homenaje al súper-angélico Hijo del Hombre en Daniel
7: Poder, honor y reino y todos los pueblos,
naciones y lenguas le servían.
La noción que había un segundo ser divino bajo Dios no era
intrínsicamente incompatible con el Judaísmo, aunque la creencia que Jesús de
Nazaret era este ser parecía absurda para muchos Judíos. Lo que era incompatible con el Judaísmo era la idea que
este segundo ser divino era igual a Dios. De ahí el argumento atribuido
a los Judíos en el Evangelio de Juan: según la Ley Judía, Jesús debía morir,
pues se hizo a sí mismo igual a Dios. Es más, en el Evangelio de Juan, se dice
que Jesús afirma sin rodeos que “el Padre y yo somos uno”(Jn.
10:30). Aunque esta fórmula muestra algo de lo peculiar de la confesión
Cristiana. Jesús no es “un segundo Dios”
como el Logos de Filón; es uno con el Padre, de manera que aquellos que dan
culto a ambos Padre e Hijo puede decir que están dando culto a un solo Dios.
Eventualmente, la teología Cristiana se complicará aún más
con la doctrina del Espíritu Santo, que también tiene sus raíces en el Nuevo
Testamento e incluso en el Cristianismo pre-Cristiano. En los siglos
siguientes, los teólogos Cristianos trabajaron duro para hacer aceptables
fórmulas que hicieran posible afirmar la divinidad de Jesús y del Espíritu,
manteniendo aún la unidad de Dios. A lo largo del camino, varias fórmulas
fueron rechazadas como herejes. En el siglo segundo d.C., Justino Mártir, siguiendo los pasos de Filón, se
refiere al Logos como “otro Dios” después
del Padre, y añade que el Logos era otro “en
número, no en voluntad”, y propuso la analogía de una antorcha encendida
por otra sugiriendo diferentes manifestaciones de la misma entidad divina(35). Esta postura llevó a la controversia
Monárquica acerca de la unidad de Dios. Los monárquicos adoptaron la posición
que el Padre y el Hijo son uno y el mismo, dos aspectos del mismo ser(e). Un siglo y medio después, un presbítero
Alejandrino llamado Arrio encendió una de las grandes controversias de la
antigüedad Cristiana enseñando, en la tradición de Filón, que el Logos era parte del orden creado y por lo tanto no era
Dios en el mismo sentido que el Padre. El Concilio de Nicea, convocado
por el emperador Constantino en el 325 d.C., condenó el Arrianismo como
herejía, y adoptó el credo que el Hijo “es
consustancial (homoousios), con el Padre” y que el Espíritu “procede del Padre y del Hijo”(36). Incluso los que firmaron el decreto en aquella
época comprendieron esas fórmulas de diferentes maneras, y la controversia
continuó durante varios siglos.
En la teología tradicional Cristiana, la doctrina de la
Trinidad es un misterio, que entraña una admisión que no es completamente
compatible con la lógica y comprensión racional. Los no Cristianos y muchos
Cristianos que no están interesados en el razonamiento metafísico, pueden ser
perdonados por pensar que en esto hay cierta equivocación, haciendo posible que
la Cristiandad mantenga posiciones contradictorias sin admitirlo. Sea como sea,
el Cristianismo nunca ha dudado en afirmar que es una religión monoteísta. Como
quiera que las diferentes personas de la Trinidad sean definidas, éstas han de
ser entendidas dentro de la global unidad de Dios. La
noción que Dios es tres así como uno entraña una considerable calificación del
monoteísmo.
Tanto el Judaísmo como el Cristianismo están dedicados al
monoteísmo, la creencia que al final sólo hay un Dios. Además, la ruptura entre
Cristianismo y Judaísmo, particularmente en sus comprensiones de las doctrinas
monoteístas, no era tan aguda o completa como se asume normalmente. Los
Evangelios Sinópticos pueden ser reconciliados bastante fácilmente con la
comprensión Judía del monoteísmo. La teología de Justino Mártir y Orígenes, en
el Cristianismo del siglo segundo d.C, no está muy lejos de la de Filón,
excepto en que el Logos es presentado como encarnado en la persona de Jesús.
Esta era, sin duda, una considerable diferencia, aunque la diferencia está en
la evaluación de una persona histórica específica más bien que en la estructura
teológica del monoteísmo o diteísmo. Filón, por ejemplo, habló de los
patriarcas como “empsychoi nomoi”, o “las leyes de Dios encarnadas”(37). Sólo gradualmente la comprensión Cristiana de Cristo
y el Espíritu evolucionó hasta el punto donde era incompatible con la
comprensión Judía del monoteísmo, y este proceso quedó finalizado en el siglo
cuarto d.C. Incluso el Credo de Nicea(325 d.C.) comienza con la confesión,
“Creo en Dios”. A pesar de las anomalías lógicas de la Trinidad, esta confesión
es repetida aún hoy día en las Iglesias Cristianas.
------------------------
a.
Algunos antiguos intérpretes leen este texto de
manera que el “Anciano” y “uno como un hijo de hombre” son lo mismo. Esta
lectura se encuentra en algunos manuscritos de la Biblia Griega, aunque es
incompatible con el texto Masorético.
b.
Los Capítulos 37-71 de 1 Enoch son llamados las Similitudes
o “parábolas” de Enoch.
c.
El Maestro de Justicia es tomado por muchos
estudiosos como alguien que fue líder de la comunidad de Qumran que produjo los
Rollos del Mar Muerto.
d.
Dado que tanto el Logos como el Daniélico hijo
del hombre eran pensados como pre-existentes Judíos ya en el siglo primero d.C.(o
sea, que habían sido creados antes del resto del mundo), Jesús se creía era
pre-existente, también. En el Evangelio de Juan, no se dice que el Logos fue
creado: era simplemente en el comienzo. Eventualmente, la doctrina Cristiana
estableció la afirmación que Jesús fue “engendrado, no creado”.
e.
Esta posición vino a ser conocida como “Patripasianismo”(La doctrina que el Padre
sufre)porque implica que Dios el Padre murió en la cruz y como “Modalismo” porque veía al Padre, Hijo y Espíritu
como modos del mismo ser.
1.
James D. G. Dunn, “The
Partings of the Ways Between Christianity and Judaism and Their Significance
for the Character of Christianity” (Philadelphia: Trinity Press
International, 1991), pp. 19-21.
2.
P. Maurice Casey, “From
Jewish Prophet to Gentile God: The Origins and Development of New Testament
Christology” (Louisville, KY: Westminster John Knox, 1991), p. 159.
3.
Comparar Larry W. Hurtado, “One God, One Lord: Early Christian Devotion and Ancient
Jewish Monotheism”(Philadelphia: Fortress, 1988). Hurtado distingue “atributos divinos personalizados”(incluyendo la
Sabiduría), patriarcas y ángeles principales exaltados. Ver también Casey, “From Jewish Prophet to Gentile God”, pp.78-96;
Dunn, “Christology in the Making”(Philadelphia:
Westminster, 1980); Martin Hengel, “The Son of God”(Philadelphia:
Fortress, 1976).
4.
Dunn, “Christology
in the Making”, p. 74; Casey, “Son of Man:
The Interpretation and Influence of Daniel 7”(London: SPCK, 1979), PP.7-50.
5.
Para un tratamiento completo del tema, ver John
J. Collins, “Daniel”, Hermeneia(Minneapolis:
Fortress, 1993), pp. 304-310.
6.
Sobre la continuidad entre ángeles y dioses
paganos, ver Paula Hayman, “Monotheism – A Misused
Word in Jewish Studies?” Journal of Jewish Studies 42 (1991), pp. 1-15.
7.
Alan F. Segal, “Two
Powers in Heaven”(Leiden: Brill, 1977), p. 36. Muy buen libro,
recomendado.
8.
Christopher Rowland, “The
Open Heaven”(New York: Crossroad, 1982), pp. 94-113.
9.
Ver Paul J. Kobelski, “Melchizedek
and Melchiresha”(Washington: Catholic Biblical Association”, 1981),
pp.3-23.
10.
Kobelski, “Melchizedek”,
pp. 24-36.
11.
Yigael Yadin, “The
Scroll of the War of the Sons of Light Against the Sons of Darkness”(Oxford:
Oxford University Press, 1962), p. 230.
12.
Carol A. Newsom, “Songs
of the Sabbath Sacrifice: A Critical Edition”(Atlanta: Scholars Press,
1985), p. 23.
13.
Collins, “The Son of
Man in First Century Judaism”, (New Testament Studies 38(1992), pp.
448-466.
14.
Ver Philip Alexander, “3(Hebrew
Apocalypse of) Enoch”, in The Old Testament Pseudepigrapha, ed. James H.
Charlesworth, 2 vols. (New York: Doubleday, 1983), vol. 1, pp. 223-315.
15.
Pieter W. Van der Horst, “The Sentences of Pseudo-Phocylides”(Leiden: Brill,
1978), p. 185.
16.
Carl R. Holladay, “Fragments
from Hellenistic-Jewish Authors”, vol. 2, Poets (Atlanta: Scholars
Preses, 1989), pp. 363-365.
17.
Wayne A. Meeks, “Moses
as God and King”, in Religions in Antiquity, ed. Jacob
Neusner(Leiden: Brill, 1968), pp. 354-371.
18.
Holladay, “Theios
Aner in Hellenistic Judaism”(Missoula, MT: Scholars Press, 1977), p.
125.
19.
Ver Collins, “The
Scepter and the Star” (New York: Doubleday, 1995), pp. 154-172.
20.
Hagiga 14a ; Sanhedrin 38b.
21.
Collins, “The
Scepter and the Star”, pp. 136-153.
22.
David Winston, “Logos
and Mystical Theology in Philo and Alexandria”(Cincinnati: Hebrew Union
College Press, 1985).
23.
Comparar con Som 1.230-233; ver también Segal, “Two Powers in Heaven”, p. 163.
24.
Segal, “Two Powers
in Heaven”, p. 159. El texto Hebreo tiene: “Yo
soy el dios Betel”(normalmente traducido como “el
Dios de Betel”).
25.
Francis Henry Colson, en la librería clásica de
Loeb, traduce la frase “en katachresei” como
“indebido/inadecuado/impropio”, aunque la referencia es claramente para el uso
analógico.
26.
Hurtado, “One God,
One Lord”, pp. 28-34; Hayman, “Monotheism –A
misused Word in Jewish Studies?” pp. 6-7.
27.
El significado de los personajes escatológicos
en este contexto es señalado por P.A. Rainbow, “Jewish
Monotheism as the Matrix for New Testament Christology: A Review Article”,
Novum
Testamentum 33 (1991), p. 88. El fallo en señalar el nuevo contexto
creado por la escatología es un defecto en el, por otro lado, gran libro de
Hurtado.
28.
La conclusión de Marinus de Jonge (“Monotheism and Christology”, en Early Christian
Thought in Its Jewish Context, ed. John Barclay and John Sweet [Cambridge, UG:
Cambridge University Press, 1996]) que la relación de Jesús con el Padre en el
Evangelio de Juan “no llevó de ninguna manera a su identificación”
es difícil de justificar.
29.
Ver Adela Yarbro Collins, “The Son of Man Tradition in the Book of Revelation”,
The Messiah, ed. Charlesworth (Minneapolis: Fortress, 1992), pp. 536-568.
30.
En Apocalipsis 14:14,
sin embargo, el “uno como un hijo de hombre”
aparece como uno dentro de una serie de ángeles. No está claro si el “Hijo del Hombre” en este pasaje ha de ser
identificado con Jesús.
31.
Para un completo relato, ver Dunn, “The Parting of the Ways”, pp. 183-229.
32.
Ver Adela Yarbro Collins, “The Combat Myth in th eBook of Revelation”(Missoula,
MT: Scholars Press, 1976), pp. 101-114.
33.
Richard Bauckham, “The
Climax of Prophecy. Studies on th eBook of Revelation”(Edimburgh: Clark,
1993)pp. 118-149.
34.
Jesus aparece como séptima figura con seis ángeles
en Hermas, “Similitudes” 13:6-9(mediados del
siglo dos d.C.), de tal manera como para sugerir que él es el principal de los
siete arcángeles.
35.
Henry Chadwick, “The
Early Church”(Harmondsworth, UK: Penguin, 1967), pp.85-86.
36.
Para un sumario de las controversias y textos
ilustrativos, ver William G. Rush, “The Trinitarian
Controversy”(Philadelphia: Fortress, 1980); y Richard A. Norris, “The Christological Controversy”(Philadelphia:
Fortress, 1980).
37.
Erwin R. Goodenough, “By
Light, Light: The Mystic Gospel of Hellenistic Judaism”(New Haven: Yale,
1935), pp. 121-234.
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