LOS ÁNGELES
Los ángeles son esencias anímicas. Esto significa que no son
formaciones independientes del poder, sino poderes que se liberan de otro poder
y aparecen como figura. Los dioses pueden enviar seres angélicos, pero también
hombres. La idea de ángel está en íntima conexión con la de alma externa. Los ángeles
son poderes idos hacia fuera.
Ya el nombre mismo (angelos, mal´ak) indica que han sido enviados. Se habla del ángel de la
guarda, pero raras veces nos damos cuenta de que lo que cuida no es un ángel
enviado por dios, sino el propio poder del niño enviado hacia fuera. De ahí las
palabras de Jesús: “Mirad no tengáis en poco a alguno de estos pequeños; porque
os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre la faz de mi Padre que está
en los cielos!(1)(Mat. 18:10). Los seres no
están encerrados en sí mismos como podría pensar un científico. Cada ser no
sólo tiene relaciones con el mundo, sino que un pedazo de sí mismo está en ese
mundo. O sea, el medioambiente aún no es tal. Es posible tener la vida no sólo
en el cuerpo, o en un alma que se considere inmaterial, sino también afuera. Se
podrían recordar ciertos fetiches como el Árbol de la Vida. El poder que ejerce
el ser humano en el mundo no se considera una simple acción centrada en el yo,
sino que se enfrenta al hombre como figura.
Los himnos babilonios conocen a un dios propio y una diosa
propia que no desempeñan papel alguno en el panteón, pero que ruegan por su
posesor y que son necesarias para su felicidad(2).
Un enfermo padece cuando están ausentes. Aquí, los ángeles son casi dioses. En
Egipto, en donde el ka constituye la
condición de la vida y la garantía de seguridad, el ángel siguió siendo alma(3). En el Irán, cada cosa tiene su fravashi, concepto que tiene una
relación más íntima con el objeto de su protección que la que se expresa en la
denominación de espíritu protector. La fravashi
es el poder de un muerto o un vivo o el de un ser cualquiera que, empero,
hace vida independiente. También los dioses tienen una fravashi. Como parte de su posesor, la fravashi no tiene una existencia independiente(4). Las fravashi
son un ejemplo muy ilustrativo de cómo en la región primitiva se
entrecruzan las ideas: alma, muertos, ángel, espíritu protector, con estos y
otros nombres pueden designarse; no hay mucho que hacer a partir de teorías
generales.
En la fe popular judía existe la misma concepción: la
doncella Rode cree ver a Pedro, pero los demás no la creen y piensan: es, sin
duda, su ángel(5). También el Talmud conoce
ángeles de la guarda(6). En la leyenda del
emperador Jovianiano, en las Gesta
Romanorum, el ángel de la guarda se se presenta como doble del emperador.
En las antiguas creencias germánicas la Fylgja
es portadora del poder de un hombre a quien se aparece en sueños como
animal o bajo figura de mujer y le avisa la muerte(7).
Los ángeles de Dios son las potencias enviadas por éste. En
Persia, hogar de los ángeles, los Amesha
Spenta son las energías de Ahura-Mazda enviads hacia fuera. Sus nombres
designan sus propiedades: Vohu Mana, la
buena intención(buen pensamiento), Xathra
Vairya, el señorío divino, Ameratat, la
inmortalidad, etc. Bajo el influjo del zoroastrismo, fuertemente ético y
espiritual, algo de abstracto se adhirió a estos seres angélicos. Pero que aquí
no dominó la ideología teórica de la especulación cristiana acerca de las
propiedades de dios, se desprende de su antigua descripción como “dominadores
que sólo actúan por medio de su mirada, los sublimes superpotentes, los fuertes(8): esto no es abstracción en el sentido que se suele
dar al término, sino potencia que no ha llegado plenamente a formarse porque
todavía está muy ligada al poder principal. Porque la acción de Mazda se
desarrolla en virtud de estas energías separadas de él: reina con el “buen
pensamiento”(Vohu Mana), en virtud
del “señorío divino” (Xathra Vairya)
y en congruencia con “la brillante justicia”(Asha)(9). Empero, más tarde se
delinea cada vez con mayor nitidez la figura de estos ángles: Vohu Mana se convierte en el portero del
Paraíso; el cielo de Ahura-Mazda en la corte de un príncipe oriental, rodeado
por su diván. De esta forma, la angeología
pasó al judaísmo y al Islam. Sin embargo, también allí los ángeles siguen
siendo propiedades concretas de Dios: Uriel,
el brillo de dios, Rafael, la
salud de dios, etc.(10). Sin embargo, no puede
dudarse que todos estos poderes angélicos fueron originalmente revelaciones
independientes de un poder (i.e., dioses) y sólo más tarde fueron unidos como
mensajeros a una figura divina. En Persia, esto está muy claro: Asha es el orden universal como poder,
que ya hemos conocido. Los ángeles son, realmente, más antiguos que los dioses.
La fe Judía en los ángeles, anterior a Persia, ofrece
también una demostración heterogénea que se liga con el mal´ak Yahve. No es propiamemnte servidor de Yahvé sino su alma
externa, idéntica a él, pero figura pos sí. En el Genesis 48:16, se emplea sencillamente “ángel” como otra expresión para
el dios que guió a Jacob(11). No es necesario
pensar en el temor a la encarnación de Yahvé que debió haber llevado a la idea
de ángel. Tampoco el mal´ak es un
“debilitamiento”. Es Yahvé mismo o, más bien, un fragmento de voluntad poderosa
que ha recibido figura. Sólo más tarde se transforma en mensajero.
Y mientras más se transforma el ángel en mensajero, tanto
más se aparta de la idea de poder y alma. Poder y voluntad se desvanecen, sólo
queda –desde luego en forma imponente- la figra. En Grecia, Iris y Hermes son
mensajeros semejantes. Hermes como el Angelus
bonus del culto a Sebacio (Cumont, Anges)
está ligado, muy libremente, con el alma por su carácter de psicopompo. Los
cuervos de Odín son también propiedades (Hugin,
pensamiento, y Mugin, memoria) y
al propio tiempo external souls. Júpiter
puede enviar a su águila exactamente en la misma forma en que los magos o las
brujas a sus animales anímicos(12).
Así los ángeles se transforman en seres intermedios, en
poderes de rango siubordinado. Para los Judíos, según Pablo, son los mediadores
de la Ley como ingredientes de la promesa de Dios(13).
A María le anuncian que el salvador ha de nacer de ella, a los pastores el “el
gran gozo” del milagro ya sucedido y a las mujeres y los discípulos la
resurrección. En el Cristianismo, su tarea es alabar a Dios por toda la
eternidad(14). En el Islam, su comida es “honor
de Alá” y su bebida “Ala es santo”.
En las religiones que conocen a Dios como voluntad personal,
los ángeles siguen siendo servidores, su tarea sigue siendo anunciar o realizar
la voluntad de Dios. Puede haber ángeles rebeldes caídos e incluso malvados.
Pero todos dependen de la voluntad soberana que los determina a fin de cuentas.
Sus figuras pueden ser las de la naturaleza, pero es la naturaleza dominada,
regida por la voluntad de Dios. Esto se expresa de la más bella manera en San Juan I:51: “Veréis el cielo abierto
y los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre”. El
poder del ángel tiene siempre alguien que lo lleva.
Pero también puede volver a hacerse “poder”. Así, por
ejemplo, en la religión astral de la época helenística, que resuena aún en el
Nuevo Testamento. Los “dioses visibles” (Cumont) que intentan obstaculizar la
ascensión del alma son poderes que pugnan entre sí y que, frente al hombre,
representan una inexorable necesidad. Ángeles y demonios serán invocados como nomina barbara en los encantamientos(15).
Pero el poder no llevado por nadie puede valorarse de otro
modo y también en este sentido hay ángeles buenos y malos. Las “fuerzas
celestes que suben y descienden” en el monólogo de Fausto con el ejemplo
clásico de esto. En las ideas de Fechner, la creencia en los ángeles tuvo una
apoteosis tardía teñida de dinamismo. Los poderes –genuinamente goethianos- no
están muertos, sino que son seres vivos. La tierra (como en el helenismo) es
“un ángel que asciende al cielo rico, fresco y floreciente y, al propio tiempo,
firme y dueño de si, volviendo su vívido rostro hacia el cielo y llevándome
consigo a este”(16). Ni siquiera falta el psicopompo.
Buenos o malos, estos ángeles han perdido su carácter anímico y son poderes sin
relación con un portador, es decir, ya no son propiamente ángeles, sino
demonios.
Porque la creencia en los ángeles se remonta a la doble vivencia de la figura, unas veces in actu, como poder informe propio o
extraño, y otras idealiter como poder
suelto, formado. Así como el hombre se experimenta dos veces a sí mismo, una
como sí mismo –y no puede imaginarse nada con ello- y otra como
doble-alma-ángel, así también experimenta dos veces a Dios: una, como poder y
voluntad irrepresentables, otra, como presencia formada(17). La creencia en los ángeles es igualmente importante en la idea
de la revelación que en la modalidad de la concepción de Dios.
No es un azar que algo de la idea del ángel se haya adherido
al pensamiento central cristiano: Cristo se llamó un ángel; en El Pastor de Hermes se usan, unas tras
otras, de manera inextricable, las expresiones “hijo de Dios”, “espíritu
santo”, “arcángel Miguel” y “ángel soberbio” o “sacratísimo”. Justino llama al
Cristo celeste unas veces “ángel del gran consejo”, “hijo de Dios”, ángel
mensajero de Dios, “señor de las fuerzas” ( o sea, de los ángeles) y
“sabiduría”(también una idea del ángel). La Ascensión
de Isaías habla del “ángel del espíritu santo”(Van der Leeuw, Zielen en Engelen, 228). El espíritu
santo tiene la figura de una paloma, de una verdadera alma externa. El Logos encuentra su prototipo en “Ossa Dios
Aggelos”(18), pero el verbo era la finalidad de
la misión. Todo esto no puede sorprender por cuanto la esencia de la
anunciación cristiana es una comunicación de Dios mediante una figura que es de
la misma esencia que Él, o sea, una doble-vivencia
de Dios. Y tampoco es casual que en la cumbre del culto Cristiano se cante
la gran loa eucarística de los hombres y los ángeles; los poderes tienen ahora la tarea única de alabar a Dios,
que ha tomado forma.
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1.
Mat. 18:10
2.
A. H. Edelkoort, Het zondebesef in de babylonische boetepsalmen, 1918, 138. A. M.
Blackman, Journal of Egypt. Arch. III,
1916, 239.
3.
G, van der Leeuw, “External soul, Schutzgeist
und der ägyptische Ka”, Zeitschr, 1018,
56. También G. Van der Leeuw, Deus et
homo, 1953, 14.
4.
N. Söderblom, Les Fravashis, 1899, 32. H. Lommel, Zarathustra, 1930, acuña la hermosa expresión Heilküre (salvadoras) para las fravashis.
5.
Hechos de los Apóstoles 12:15.
6.
A. Kohut, Über
die jüdische Angelologie und Dämonologie, 1866, 19.
7.
Cf. Hugo Gering, Vollständiges Wörterbuch zu den Liedern der Edda, 1903, 300. En
Islandia se creía, en el tiempo de transición anterior a la introducción del
Cristianismo, en una especie de forma intermedia entre la valquiria Fylgia y
los cinco ángeles de dios que protegen a todo hombre, ver A. Otrik, Nordisches Geistesleben, 1925, 97.
8.
E. Lehmann, Zarathustra,
en bogo m Perserne gamle Tro, 1989-1902, 138.
9.
Ibid., 67.
10.
Kohut, 25.
11.
Cf. Exódo 23:21,
en donde el nombre, es decir, la esencia de Yahvé está en el ángel que camina
delante de los Israelitas.
12.
H. Hubert y M. Mauss, “Esquisse d´une théorie
générale de la magie”, Anne sociologique,
7, 78.
13.
Gálatas 3:19.
14.
Apocalipsis
7:11.
15.
E. Peterson, Rh
Museum, N. F., 75, “Engel und Dämonennamen”.
16.
G. Th. Fechner, Über die Seelenfrage, 1861, 170.
17.
Van der Leeuw, Psychologie und Religionsgeschichte, 11.
18.
Iliada, II,
93.
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