viernes, 16 de agosto de 2019

REVOLUCIONARIOS MILENARISTAS Y ANARQUISTAS MÍSTICOS, III

REVOLUCIONARIOS MILENARISTAS Y ANARQUISTAS MÍSTICOS, III

LOS FLAGELANTES REVOLUCIONARIOS

Fue solamente en zonas limitadas de los Países Bajos donde el movimiento de los flagelantes en 1349 estuvo controlado por el clero. En otras partes de los Países Bajos y toda Alemania acabó siendo una búsqueda militante y sangrienta del Milenio.

El momento era tan propicio debido a la gran expansión e intensidad de las expectativas escatológicas. No es coincidencia que en esos años se desarrollaran y realizaran las más famosas publicaciones sobre el Anticristo Germano. Ya en el 1348 la gente interpretaba los terremotos en Carintia e Italia como esas “mesiánicas aflicciones” que tendrían lugar en los Último Días; la sorprendente catástrofe de la Peste Negra vino a ser interpretada en el mismo sentido. De hecho la experiencia de abrumadora inseguridad, desorientación y ansiedad tuvo como efecto de aumentar la expectativa escatológica entre las masas. Las procesiones de flagelantes tuvieron lugar en un ambiente de cambio dramático del mundo en los Últimos Días que se estaban desarrollando ahora con todo su terror y exaltación:
La Plaga influenció a la gente común y acabó con muchos,

La tierra tembló. El pueblo Judío es quemado,

Una extraña multitud de hombres desnudos se golpean a sí mismos.

Y más allá de la tribulación está, por supuesto, el Milenio. Multitudes vivían en la expectativa de la venida de un mesías guerrero, el mismo que más tarde fascinó a los Revolucionarios del Alto Rhin. Precisamente en el año 1348 John de Winterthur señala cuán ansiosamente la gente común esperaba la resurrección del Emperador Frederico que masacraría al clero y obligaría a los ricos a abrazar a los pobres. Era también en este año de 1348 que un “gran astrólogo” se suponía predijo no sólo la plaga sino también la venida del emperador que acabaría y juzgaría al Papa y a sus cardenales, expulsaría al rey de Francia y establecería su propio dominio sobre todos los países.

Muchos de lo flagelantes vivían en un mundo de fantasía milenaria. Un cronista contemporáneo informa que las procesiones de 1349, cada una de una duración de 33 1/2días, eran vistas como sólo el comienzo; el movimiento se suponía duraría 33 ½ años, durante los cuales la Cristiandad sería salva. El desarrollo de estas fantasías se correspondía con un cambio en la composición social de las procesiones de los flagelantes. El movimiento siempre había estado compuesto por campesinos y artesanos; pero aunque al comienzo los nobles y ricos también tomaban parte, posteriormente estos abandonaron y el tono del movimiento vino a estar compuesto por una masa de nuevos reclutas procedentes de los márgenes de la sociedad –vagabundos, arruinados, fuera de la ley y criminales de todo tipo. Al mismo tiempo el liderazgo pasó a manos de un número de profetas, que eran clérigos disidentes o apóstatas. Cuando el Papa finalmente decidió promulgar una Bula contra los flagelantes dejó bien claro que veía a la mayoría como simple gente que habían sido descarriados por herejes que sabían muy bien lo que estaban haciendo. También añadió que esos herejes incluían a monjes y frailes y que estos debían ser arrestados inmediatamente. Otro cronista de los Países Bajos también expresó el punto de vista según el cual el movimiento estaba organizado, con el propósito de destruir al clero y a la Iglesia, por monjes apóstatas Alemanes. Lo que yacía detrás de estas acusaciones lo demuestra los sucesos en Breslau –una ciudad donde los flagelantes reconocieron abiertamente sus creencias Joaquinitas (Joaquín de Fiore). El líder en esta ciudad era un diácono que incitaba a sus seguidores a atacar al clero y que acabó quemado vivo como hereje.

Los flagelantes Germanos en particular acabaron siendo enemigos acérrimos de la Iglesia y no sólo condenaban al clero sino que repudiaban absolutamente la autoridad sobrenatural del clero. Negaban que el sacramento de la Eucaristía tuviera significado alguno; y se negaban a reverencia la Hostia cuando esta era elevada. Interrumpían los servicios religiosos, diciendo que solamente sus ceremonias e himnos tenía valor. Se basaban en que mientras los eclesiásticos se basaban solamente en la Biblia y la tradición, ellos habían sido educados directamente por el Espíritu Santo que los había enviado al mundo. Algunas veces los flagelantes incitaban a la población para que apedreara al clero. El Papa se quejaba de que en cuanto tenían la oportunidad esos penitentes se apropiaban de las propiedades de la Iglesia para su propia fraternidad; y un cronista Francés dijo que el movimiento de los flagelantes quería destruir la Iglesia, tomando sus posesiones y matando al clero.

Como es usual los Judíos también lo pasaron mal al igual que el clero aunque a un nivel más grande que este. En la gran masacre de Judíos Europeos que acompañó a la Peste Negra –la más grande después de la masacre del siglo XX- los flagelantes jugaron un papel muy importante. Las primeras matanzas de Judíos fueron realizadas por una muchedumbre convencida de que los Judíos habían causado la plaga envenenando los pozos da agua. Acabó en 1349, quizá porque el pueblo se dio cuenta de que la plaga también atacaba a los Judíos igual que a los Cristianos. Cuatro meses más tarde una segunda ola de masacres tuvo lugar debido a la propaganda de los flagelantes. Cuando las autoridades protegían a los Judías estas hordas fanáticas exigían su masacre. Cuando en Julio de 1349, los flagelantes entraron en Frankfort marcharon directamente al barrio Judío donde la población se unió a ellos y exterminaron a la comunidad entera. Las autoridades quedaron tan perturbadas por el suceso que sacaron de la ciudad a los flagelantes y reforzaron las entradas a la ciudad para impedir su regreso. Un mes más tarde tuvieron lugar masacres en Colonia y Mainz. Durante la ceremonia de los flagelantes en Mainz la muchedumbre de espectadores de pronto salió corriendo hacia el barrio Judío, resultando en la masacre total de la mayor comunidad Judía de Alemania. En Colonia una banda de flagelantes que había estado durante un tiempo acampada fuera de la ciudad entró en esta y consiguiendo reunir a una gran muchedumbre “de gente que no tenía nada que perder”. Contra la volunta del Concejo de la ciudad y de los burgueses ricos esta horda atacó a los Judíos matando a muchos de ellos. En Bruselas también los flagelantes, apoyándose en el rumor del envenenamiento de las aguas, realizaron una masacre en la que toda la comunidad de unos 600 judíos fue masacrada, a pesar de los esfuerzos del Duque de Brabant para protegerlos. A lo largo de los Países Bajos los flagelantes, ayudados por las masas de pobres, quemaron y ahogaron a todos los Judíos que encontraron, pues pensaban que esto complacía a Dios. Las fuentes son escasas y es imposible decir cuantas masacres tuvieron lugar durante la segunda mitad de 1349; aunque sí que fueron numerosas. Las masacres de 1348-9 completaron la deterioración de la posición de los Judíos que había comenzado en 1096. A lo largo del resto de la Edad Media las comunidades judías en Alemania eran pocas y pobres y, además, condenadas a la segregación del gueto.

Intentaron también los flagelantes acabar con otro Enemigo tradicional como eran los personificados por los Divos? Querían ellos, como otras hordas inspiradas escatológicamente, exterminar a los ricos y privilegiados? Sin duda alguna estas hordas querían –como los Pastoureaux- ser temidas por los “grandes”.

En la segunda mitad de 1349 el movimiento de los flagelantes vino a ser una fuerza tan anárquica como la de los dos levantamientos de los Pastoureauxy movilizó contra ellos mismos la misma coalición del poder eclesiástico y secular. Príncipes y Obispos consultaron a la Sorbonne. La Sorbonne consultó a su vez al Papa en Avignon aunque también le envió a uno de sus doctores, el monje Flamenco Jean du Fayt, quien había profundamente estudiado el movimiento. Cuando la plaga hubo alcanzado el sur de Francia, en Mayo del año precedente, Clemente VI instituyó él mismo flagelaciones públicas en las que participaron mucha gente de ambos sexos. Posteriormente se dio cuenta del peligro de tales actuaciones; una banda de flagelantes que llegó a Avignon desde Basilea (Suiza) fue rechazada. Así, du Fayt exigió una respuesta inmediata; en Octubre, 1349, el Papa promulgó una Bula contra los flagelantes. Había, pues, que suprimir la secta; los maestros del error habían de ser arrestados y si fuese necesario quemados vivos en la hoguera

El efecto de la Bula fue inmediato. Arzobispos y Obispos en Alemania y los Países Bajos prohibieron las procesiones de los flagelantes. Muchos párrocos, capellanes y canónigos fueron apartados y excomulgados, e hicieron peregrinaje a Avignon para ser absueltos. Las autoridades seculares cooperaron entusiasmadas a la hora de reprimir el movimiento. Se sabe de flagelantes que fueron decapitados por orden de un conde y de muchos que fueron ahorcados en Westphalia. A instancias del arzobispo las autoridades urbanas en Tréveris los exterminaron. De todas formas el movimiento permanecía en algunos lugares. La ciudad de Tournai hubo de renovar la prohibición periódicamente hasta el 1351, el Obispo de Utrecht aún perseguía a los flagelantes en 1353, el Arzobispo de Colonia hubo de reprimirlos en 1353 y de nuevo en 1357. A partir de ahí nunca se volvió a oír nada sobre los flagelantes.

Situados en el contexto de la escatología popular medieval el relato del movimiento flagelante del 1349 hace surgir una pregunta obvia: había en algún lugar en Alemania, alguien que se autoproclamara mesías y que tratara mediante el movimiento de los flagelantes dar lugar a una situación en la que pudiese asumir el papel de salvador escatológico? Desafortunadamente las fuentes disponibles no ofrecen respuesta. Se puede señalar a un pequeño movimiento flagelantes que apareció en Italia que apareció unos años antes y había escapado al control eclesiástico. En este caso el líder era un laico, Domenico Savi de Ascoli, quien, después de pasar muchos años como eremita, afirmaba haberse convertido en el Hijo de Dios; por lo cual fue quemado vivo en la hoguera como hereje. Esto, por supuesto, no establece la existencia en 1349 de un personaje similar en Alemania, sólo lo hace probable. Por otro lado hay abundante información concerniente a un mesías flagelante llamado Konrad Schmid –una verdadera contraparte del Italiano hereje y al mismo tiempo un pseudo Frederick- quien en 1360 dirigió el movimiento que bajo la presión de la persecución se había convertido en una secta clandestina en las ciudades del centro y sur de Alemania.

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