lunes, 13 de enero de 2020

LOS HIJOS DE DIOS Y LAS HIJAS DE LOS HOMBRES, PARTE I

GENESIS 6: 1-4

Génesis 6:1-4, es una extraña historia de los hijos de Dios y las hijas de los hombres. Una corta narrativa de apenas cuatro versículos. Sin embargo, ha dado lugar a un elevado número de cuestiones en disputa.

IDENTIDAD DE LOS HIJOS DE DIOS
Un tema sobre el que hay bastante, aunque no universal, acuerdo es la identidad de los hijos de Dios. Actualmente se mantiene que estos denotan la corte celestial de Dios, los que antes eran originalmente vistos como dioses, pero posteriormente con el surgimiento del monoteísmo absoluto, vinieron a ser vistos como ángeles. El argumento básico a favor de esto es que esto es lo que claramente significa “hijos de Dios” (benê ha´e lohîm) y frases comparables en toda la Biblia Hebrea. Esta comprensión es coherente con con dos otros elementos en el relato: primero, e hecho que los humanos estaban aparentemente en peligro de convertirse en inmortales como consecuencia de estos casamientos (Gén. 6:3); segundo, el hecho que los gigantes Nephilim eran originalmente considerados como seres descendientes de las uniones entre los hijos de Dios y las hijas de los hombres, aunque Gén 6:4 rechace este concepto. 

Además, esta comprensión esta en linea con las más tempranas interpretaciones en I Enoch 6:11 y Jub. 5:1 donde los hijos de Dios son descritos como ángeles. El punto de vista de que los hijos de Dios eran jueces o nobles, frecuentemente encontrado en los rabinos desde Simeon v. Yohai (140 d.C) en adelante, era una manera clara de evitar  la interpretación angélica, que era vista como ofensiva(1). Lo mismo es verdad respecto al punto de vista encontrado en los Padres de la Iglesia desde Julio Africano (comienzos del siglo d.C.) en adelante, que afirma que los hijos de Dios eran los descendientes de Set, quien había tenido relaciones sexuales con los descendientes de Caín(2). Esta interpretación siguió siendo mantenida por muchos estudiosos Católicos del Antiguo Testamento has el siglo veinte, pero fallaba a la hora de hacer justicia al contraste entre los hijos de Dios y las hijas de los hombres(3). Más recientemente, Lyle Eslinger ha propuesto la idea inversa de que los hijos de Dios eran descendientes de Caín y que eran las hijas de los hombre las descendientes de Set(4). Sin embargo, la misma objeción se aplica, y no se puede encontrar razón adicional plausible para explicar por qué los descendientes de Caín serían llamados “los hijos de Dios”. De nuevo, Sven Fockner ha afirmado recientemente que los “hijos de Dios” son los seguidores humanos de Dios y las hijas de los hombres son las hijas del resto de la humanidad, que es la de los no creyentes, pero esto no se corresponde con el significado de “hijos de Dios” en otras partes del Antiguo Testamento(5). A lo largo del curso del siglo veinte, la minoría de estudiosos que han objetado la interpretación divina/angelical tienden a suponer que los hijos de Dios eran reyes o héroes(6). Pero aunque el rey David pueda ser llamado “hijo de Dios”(Salm. 2:7), no aparece en ninguna parte del Antiguo Testamento ningún rey no-Israelita con este título, el plural “hijos de Dios” es usado solamente para referirse a los dioses y posteriormente a los ángeles. 

Aparte de Gén. 6:2-4, hay dos otras referencias donde encontramos la expresión bene ha´elohîm, en Job 1:6 y 2:1, y beelohîm aparece en Job 38:7 y era esta la lectura original en Deut. 32:8. Habría que traducir esta expresión como “hijos de Dios”, como se ha venido haciendo, o más bien como “hijos de (los) dioses? En cuando a Deut. 32:8, el texto original lee que el Altísimo dividió a las naciones según el número de los beelohîm (4QDeutj bny´lwhym, LXX; MT tiene “hijos de Israel”)(7). El número era setenta, pues sabemos que se consideraba que había setenta naciones (Gén. 10), y con el surgir del monoteísmo absoluto los setenta dioses de las naciones se convirtieron en los setenta ángeles de las naciones en I En. 89:59, 90:22-25 y en el Targum Pseudo-Jonatan sobre Deut. 32:8. Se puede completamente afirmar que este concepto deriva del concepto Cananita de los hijos de El (bn´il), un término usado para los dioses bien atestiguado para los dioses en los textos Ugaríticos. No sólo son los términos virtualmente idénticos, sino que incluso los hijos de El son también setenta deidades, en la épica de Baal (KTU 1.4.VI.46) son llamados los setenta hijos de Athirat (consorte de El). Aquí los hijos de El eran vistos como los descendientes “biológicos” de el y Athirat (cf. Athirat como “progenitora de los dioses” [qnyt ´ilm] y “madre de los dioses” [´um´ilm] y El como “padre de los hijos de El” [´ab bn ´il] en Ugarit). Se puede tener confianza en que en su origen la expresión Israelita era “hijos de Dios” y que se refería a deidades que tenían a Dios como padre, en lugar del significado “los hijos de los dioses”, o sea, seres que pertenecían a la categoría de dios por analogía con la expresión “los hijos de los profetas”. También se puede confiar en que al final del periodo bíblico el término significaba de manera similar “hijos de Dios”. Las tres últimas referencias en el Antiguo Testamento en Job 1.6., 2.1 y 38:7 datan del periodo pos-etílico cuando el monoteísmo absoluto quedó completado, por lo tanto “hijos de (los) dioses” parece poco probable aquí, los LXX traduce uniformemente esas y comparable frases con las expresiones que incluían “Dios” en el singular. Probablemente habría que entender igualmente Gén. 6:2, 4 como refiriéndose a a “los hijos de Dios”, implicando que esos dioses tienen a Dios como padre. También hay que señalar que el Salmo 82:6, usa la expresión variante “hijos del Altísimo (Elyon) para con los dioses. Sin duda alguna esto no puede referirse a “aquellos que pertenecen a la categoría del Altísimo”, pues solamente un sólo dios puede ser el Altísimo. Tiene más sentido si la referencia es para con los dioses que tienen como padre al Altísimo. 

Sin embargo, hay que señalar que en dos o tres lugares en el Antiguo Testamento encontramos la expresión “hijos de dioses” (Salmos 29:1; 89:7; posiblemente también Salmo 58:2), que presumiblemente significa “seres que pertenecen a la categoría de dios”. Sin embargo, la analogía de la expresión comparable “hijos de los profetas” demuestra que incluso este término puede incluir subordinación así como clasificación(8). Así pues, 1 Samuel 10:12 indica que los hijos de los profetas tienen un “padre”, y cuando Elías es llevado al cielo, Elíseo dice, “Padre Mío, Padre Mío!”….. Las mismas palabras son pronunciada cuando muere de Eliseo (2 Reyes 13:14). Así, los “hijos de los dioses”, pueden también haber sido considerados como teniendo a Dios como padre, y lo mismo puede darse para con los bene ha´elohîm, aunque tradujésemos esta expresión como “hijos de (los) dioses” en lugar de “hijos de Dios”. 

Las Hijas de los Hombres como tobot: Moralmente Buenas y Bien Parecidas?

Aunque la identidad de los hijos de Dios ha sido debatida durante los últimos doscientos años, un tema importante surgido recientemente es el significado de la palabra tobot usado para describir a las hijas de los hombres. Las antiguas Versiones traducían la palabra “bellas” o “atractivas”, y aún se acepta “ampliamente” en las traducciones modernas. Semejante comprensión parece natural, dado que el texto afirma que los hijos de Dios vieron que las mujeres estaban bien, antes de tomarlas como esposas. “Estaban bien” entendido como atractivas. Sin embargo, tanto Ellen van Wolde como Carol Kaminski han argumentado que hay que entender tobot en su sentido literal de “buenas” en lugar de “atractivas” o “bellas”, en Génesis 6:2(9). Van Wolde simplemente afirma que es equivocado suponer que las mujeres eran atractivas en oposición a buenas. Kaminski, no obstante, va más allá y argumenta que los la falta fundamental de los hijos de Dios fue pensar que las hijas de los hombres eran (estaban) buenas cuando en realidad no lo eran, como muestra el consiguiente castigo de la humanidad por parte de Dios. Mantiene que toba no significa “atractiva” o “bella”, sino solamente cuando es seguida de mar´eh o to´ar. En respuesta a esto, se puede argumentar que aunque tob o tobâ a lo largo de toda la Biblia básicamente significa bueno, la naturaleza de esta bondad varía según el contexto, y en el contexto de los hijos de Dios viendo a las mujeres antes de elegirlas como esposas es mucho más natural asumir que el sentido es el de atractivas en lugar del de bondad moral. Quizá la mejor manera de preservar el matiz de la palabra Hebrea es traducirla como “bien parecidas”. Un ejemplo similar de toba con significado de atractiva cuando es usado para las mujeres aparece en Jueces 15:2,  donde el padre de la primera esposa de Sansón, “Como pensé que ya no la querías, se la di a tu compañero. No es más “mejor parecida”(toba) su hermana menor que ella?” Es poco probable que toba signifique “moralmente buena” aquí(NRSV).


Los Nephilim y su Relación con las Uniones Sexuales

En Génesis 6:4 está claro que los Nephilim han de ser entendidos como los gigantes. Esto surge de Números 13:33, donde aparecen como los habitantes originales de Canán, en contraste de los cuales los Israelitas parecían como saltamontes. La alta estatura de los habitantes anteriores a los Israelitas de Canán también está atestiguada en Amos 2:9, donde se dice de los Amorreos que su “estatura era similar a la de los cedros, y que eran tan fuertes como las encinas”; igualmente Deut. 2:10, 20-21; 3:11. Es completamente natural que la unión de dioses (o ángeles) y humanos pueda ser entendida como la causa de la creación de los gigantes. Esto, de hechos, está explícitamente afirmado en los posteriores libros I Enoch y Jubileos. Muchos estudiosos creen que este es el caso en Génesis 6. Sin embargo, si se presta atención al texto bíblico se puede observar que J se ha distanciado de semejante comprensión. Génesis 6:4 dice que “Los Nephilim estaban en la tierra ya en aquellos días —y también posteriormente— cuando los hijos de Dios iban a encontrarse con las hijas de los hombres…..”(10) . Esto deja bastantemente claro que los Nephilim ya existían en tiempos de esas uniones(11). Así pues la existencia de los Nephilim era anterior a las uniones con las hijas de los hombres y no el resultado de las uniones con estas. Es más, si J hubiese tenido la intención de decirnos que los Nephilim eran los descendientes de las uniones, sin duda que lo habría parafraseado de manera diferente para dejarlo bine claro. Una vez garantizado que los Nephilim no eran los descendientes de los hijos de Dios y las hijas de los hombres en nuestro texto, en contraste al mito subyacente, qué hacer con las palabras “Estos fueron los héroes (gibborim) de la antigüedad, hombres famosos”? Son estos los mismos que los Nephilim o hay que verlos como descendientes de los hijos de Dios y las hijas de los hombres? Todo depende de cómo entendemos el ambiguo “Estos/Esos” (hem). En el mito subyacente ambos son el caso; no había diferencia. En el texto tal como lo tenemos actualmente, sin embargo, es más natural igualar a los héroes (hombres poderosos) con los Nephilim, de manera que no sean entendidos como descendientes de las uniones sexuales a las que son referidos. Sabemos que los Nephilim eran vistos como gigantes (Núm. 13:33), por lo tanto tiene sentido que se les describa como “los héroes (hombres poderosos) de la antigüedad, hombres famosos (de renombre)”. Si los héroes eran los hijos de las relaciones sexuales, pero distintos a los Nephilim, los Nephilim serían citados lacónicamente en Gén. 6:4 sin ninguna otra explicación, lo que sería bastante extraño. 

Es probable que también se aluda a los Nephilim en Ezequiel 32:27, donde leemos acerca de la presencia del Seol “de los héroes (gibborim) caídos de antaño”, lenguaje reminiscente de Gén. 6:4. No obstante todo esto es incierto y aunque lo tengamos en mente no deberíamos corregir nopelîm por nepilîm, dado que la referencia a “aquellos caídos”  nopelîm es un refrán constante en este pasaje (Ezequiel 32:22, 23, 24; cf. 32:20). Sin embargo, este pasaje da a entender que el término Nephilim, “caídos”, era un nombre dado retrospectivamente para denotar a los gigantes porque habían caído y ya no existían. El término Cananita para gigante, Rephaim, parece haber surgido de manera similar, dado que se originó como término para los muertos. 
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  1. P.S. Alexander, The Targumim and Early Exegesis of “Sons of God” in Genesis 6, JJS 23 (1972), pp. 60-71, donde se afirma que la más antigua interpretación se encontraba originalmente en Targum Pseudo-Jonathan (hoy día un texto parcialmente corrupto) estando esto confirmado en el margen del Targum Neofiti, mientras que la visión posterior de que los hijos de Dios eran jueces o nobles se encuentra en los Targums Neofiti y Onqelos respectivamente. 
  2. Ver F. Dexinger, “Jüdische-Christliche Nachgeschichte von Gen. 6:1-4, en S. Kreuzer and K. Luthi (eds.), Zur Aktualität des Alten Testaments: Festschrift für Georg Sauer zum 65. Geburtstag (Frankfurt: Peter Lang, 1992)d, pp. 155-75. Ver también L. R. Wickham, “The Sons of God and Daughters of Men: Genesis vi 2 in Early Christian Exegesis” en. A.S. van der Woude (ed.), Language and Meaning: Studies in Hebrew Language and biblical Exegesis (OTS, 19; Leiden Brill, 1974), pp. 135-47.
  3. J. Scharbert, “Traditions und Redaktionsgeschichte von Gen 6:1-4”, BZ NF 11(1967), PP. 66-78; L. Ruppert, Genesis I. Gen. 1:1-11,26 (FzB, 70; Würzburg: Echter Verlag, 1992), pp. 272-79. Scharriert y Ruppert restringen este significado  a la forma final del texto y garantizan que los “hijos de Dios” tenían un significado politeísta en el Vorlage del texto. 
  4. L. Eslinger, “A Contextual Identification of the bene ha ´elohim y beneath ha ´adam en Genesis 6:1-4, JSOT 13 (1979), pp. 65-73.
  5. S. Fockner, “Reopening the Discussion: Another Contextual Look at the Sons of God”, JSOT 32 (2008), PP. 435-56 (448-51). 
  6. F. Dexinger, Sturz der Göttersöhne oder Engel vor der Sintflut? Versuch eines Neuverständnisses von Genesis 6: 2-4 unter Berücksichtigung der religionsvergleichenden und exegesegeschichtlichen Methode (Wiener Beiträge zur Theologie.
  7. Para 4QDeutj, el fragmento donde aparece bny´lwhym, ver E. Ulrich, Qumran Cave 4, IX. Deuteronomy, Joshoua, Judges, Kings (DJD, 14; Oxford: Clarendon Press, 1995), p. 90, y la placa XXIII, col. XII.34. Actualmente se ha aceptado universalmente que el TM refleja un intento de evitar el tono politeísta del original.
  8. G. Cooke, “The Sons of (the) God(s)”, ZAW 76 NF 35 (1964), pp. 22-47(24).
  9. E. Van Wolde, Words become Words: Semantics Studies of Genesis 1-11 (Biblnt, 6; Leiden: Brill, 1994), pp. 73-74; edam, Stories of the Beginning: Genesis 1-11 and Other Creation Stories (trans. J. Bowden; London: SCM Press, 1996), p. 113; C. M. Kaminski, “Beautiful Women of “False Judgment?”: Interpreting Genesis 6:2 in the Context of the Primaeval History, JSOT 32 (2008). 
  10. Generalmente se acepta que sher significa “cuando”. Está bien atestiguado que sher significa “cuando” cuando ocurre después de expresiones concernientes al tiempo y esto es particularmente común que se dé después de yôm, “día”. El paralelo más cercano a esto se encuentra en 1 Reyes 22:25, donde tenemos bayyôm hahû´ sher, “en aquel día cuando”, paralelo con bayyamîm hahem´sher, “en aquellos días cuando”, en Gén. 6:4.
  11. Ver G. von Rad, Das erste Buch Mose: Genesis ATD, 2:4; Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 5ª ed, 1963), p. 94, ET Genesis (trans. J.H. Marks; OTL; London: SCM Press, 2ª ed, 1963), p. 111; B.S. Childs, Myth and Reality in the Old Testament (SBT, 27; London: SCM Press, 2ª ed, 1962), pp. 56-58.



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