domingo, 8 de agosto de 2021

TÓTEM Y TABÚ

TÓTEM Y TABÚ 

La ciudad de Berna tiene a un oso desde tiempos inmemorables. El nombre de Berna viene de Oso, en alemán Bär. Esta relacionado con la diosa Artio. Artio es un nombre Celta muy parecido al nombre griego del oso, arktos. Artio era entonces una diosa osina. En la Biblia los animales no hablan sino por excepción (la burra de Balam/la serpiente del Génesis). En los Evangelios aparece la paloma, ave sagrada en Siria. El animal totem, considerado protector del clan es inviolable. El totem estaba protegido por un tabú. Las consecuencias de este hecho se dejan sentir en la domesticación de los animales y de las plantas, o sea, de la vida agrícola. El totem es sagrado. En calidad de tal se le considera depósito de fuerzas y de santidad. Vivir a su lado, bajo su protección, es ya saludable. Excepcionalmente en un principio y para santificarse, los individuos de un clan se permitieron matar y comieron ceremoniosamente su totem. Es lícito pensar que la comunión, tal como ha sido practicada y comprendida durante toda la Edad Media, es una supervivencia de aquellas superstición muy antigua que consiste en fortalecerse y santificarse comiendo un ser divino. Si el cristianismo primitivo, con sus prácticas de teofagia (comer-un-dios), demuestra que esta idea de manducación del dios no era nueva y es una expresión de los más hondos instintos religiosos de la humanidad. También está la idea de que había que abstenerse de comer ciertos totems. El animal o vegetal del que había que abstenerse se considera unas veces sagrado, otras inmundo. Pero en realidad no es ni una cosa ni otra, es tabú. La vaca es tabú en la India, el puerco entre los musulmanes y los Judíos, el perro en casi toda Europa, el haba lo era en Grecia, en las sectas de los Pitagóricos y de los orfícos. En el siglo XVIII, los filósofos propagaron la falsa idea de que estas prohibiciones estaban relacionadas con la higiene. Nada hay más absurdo que explicar las leyes y prácticas religiosas de un pasado por consideraciones sacadas de la ciencia moderna. La explicación higiénica de una prohibición de alimento debe considerarse como señal de ignorancia. Se dice, por ejemplo, que los judíos observan el sábado porque Moisés, supo que el hombre tenía necesidad de un día de descanso. Pero Moisés ni hizo sino codificar un antiguo tabú, según el cual, un día de la semana era considerado nefasto, impropio para el trabajo útil y productivo -el sábado está relacionado con el planeta Saturno -Cronos, en la mitología Griega, el cuál devora a sus hijos. Si el hebreo prehistórico no trabaja el sábado, es porque el sábado es un mal día, como ocurre hoy día de aquellos que no quieren viajar el día 13 o en viernes, porque son malos días. Por qué los cristianos de le Edad Media y los de las Iglesias griega y romana comen pescado el viernes? Esta costumbre no se debe al día de la semana en este caso. El pescado es un antiguo totem sirio. Entre las tribus Sirias algunas se abstenían de ciertos pescados, que es lo que ocurría a los judíos; otras mantenían peces sagrados en los estanques, y los comían para santificarse. Los primeros Cristianos realizaron esta práctica y llegaron a identificar a Cristo con un pez muy grande: “Somos pecececillos, decía Tertuliano, que nacemos en las aguas del bautismo”. El sistema de los tabús y de los totems explican muchas cosas en las religiones y las mitologías, pero no hay que creer que lo explican todo. La idea, cara para el siglo XVIII, del salvaje libre y emancipado de toda sujeción de J.J. Rousseau, es irreconciliable con los datos más elementales de la etnografía. El salvaje libre de Rousseau no es verdadero salvaje; es un filósofo que se ha desnudado.

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