JUAN BAUTISTA EN EL EVANGELIO DE
MARCOS
El comienzo de Marcos está muy comprimido. Cubre el periodo
desde la aparición de Juan hasta el comienzo del ministerio de Jesús de manera
tal que todo el complejo de eventos es un solo movimiento, el comienzo del Evangelio.
Marxsen(1) afirma que todo el Evangelio de
Marcos ha de ser comprendido desde el final hacia atrás; es la resurrección la
que da sentido a la pasión, es la pasión la que da nuevo significado a las
curaciones, exorcismos y parábolas, es el ministerio el que señala hacia el
bautismo de Jesús como su fuente. Igualmente cada detalle en la narrativa
introductoria apunta hacia atrás. El bautismo de Jesús (1:9-11) señala hacia atrás la profecía de Juan sobre la venida
del Mesías y el bautismo del Espíritu Santo(1:4-8),
y la venida de Juan señala hacia atrás las profecías del Antiguo Testamento las
cuales anticipan la salvación futura(1:2-3).
Por lo tanto Marcos 1:1 está no sólo como
introducción al sujeto sino más como un resumen de su contenido entero: en
todos esos eventos –Profecías del Antiguo Testamento, la misión de Juan, el
bautismo de Jesús- se puede observar el comienzo de la buena nueva de
Jesucristo.
Así Marcos deja claro desde el comienzo que las tradiciones
del Bautista están completamente supeditadas a las tradiciones de Jesús. Juan
no tiene en sí mismo significado, puesto que todas las declaraciones acerca de
él son en realidad Cristológicas(2). Cuando
Marcos comienza a decir quién es Juan lo hace en términos de una cita compuesta
de Mal. 3:1; Éxod.
23:20 e Isa. 40:3, pasajes que evocan
la imagen del precursor Elías(Mal. 4:5)(3). Marcos casi nada dice de la predicación o
actividad de Juan Bautista. Más bien menciona la dieta y vestimenta de Juan(1:6). Por qué estos detalles con tan poca importancia?
Porque éstos construye progresivamente la confirmación del papel de Juan como
precursor. Su vestimenta es como la del profeta Elías(2
Reyes 1:8; Zac. 13:4)(4), su dieta la de
los antiguos Nazareos. “Todo” el pueblo le oía y se arrepentía. El lector
atento no puede pasar por alto el punto de Marcos: Juan es el profeta del fin
de los tiempos, el mensajero escatológico de Malaquías; es Elías que había de “venir y restaurar todas las cosas”(Marcos 9:11). La alusión es a Malaquías 4:5, que afirma que Elías vendrá justo
antes del fin para “restaurar [LXX –apokatastesei]
los corazones de los padres a los hijos”, etc. En el Judaísmo esta
restauración vino a ser concebida como un arrepentimiento en masa de todo
Israel(5). Si “todos”
se han arrepentido a las palabras de Juan, no es él el Elías que había de
venir?(6).
El propósito de Marcos es por lo tanto clarificado sobre la
base de 9:11. “Juan es el “comienzo” de la buena nueva de Jesucristo” porque
Elías ha de venir “primero” para restaurar
todas las cosas. Por lo tanto ni lo que dice ni lo que hace es tan importante
como lo que él “es”. El mismo hecho de su
aparición es un evento escatológico de primera magnitud, y sólo puede
significar una cosa: el fin está cerca. Por eso Marcos reduce el mensaje de
Juan a casi dos frases, ambas “anticipan”
algo a venir. La declaración es indiscutiblemente clara: Juan es el precursor del Mesías(1:7), y su bautismo una preparación para el futuro
bautismo mesiánico(1:8)(7).
Así como la venida de Jesús está marcada por la cita en Isa. 42:1(Marc. 1:11),
igualmente la venida de Juan es explicada por la Escritura. Desde el punto de
vista de transición 1:4 está ligado a 1:3 por la frase idéntica(έν τή έρήμω) en ambos
versículos. Marxsen trata de demostrar que esta frase no estaba en la tradición
que Marcos recibió y que él añadió esto para adaptar Juan a la imagen requerida
por Isaías 40:3(8).
La objeción a la que se agarra Marxsen es que “Jordán”
y “desierto” son incompatibles. Lucas siente
que esto es verdad, dado que separa las dos zonas; Juan deja el desierto y va a
la región del Jordán después de su llamada(Luc. 3:2),
igual que Jesús posteriormente “volvió del Jordán y
se fue el desierto para ser tentado”(4:1).
Aunque Lucas no sabe nada acerca de la región del Jordán. Asume, como lo han
hecho muchos, que los valles del río son fértiles y por lo tanto no pueden ser
designados como lugar “árido” o “desierto”. El valle del Jordán, sin embargo, es una
excepción. R.W. Funk ha demostrado que el valle del bajo Jordán era llamado “desierto” tanto en los periodos del Antiguo como
del Nuevo Testamento, έρημος usado en este
último para ambos “árido” y “desierto”(cf. Isa.
40:3, donde los dos términos Hebreos son usados de manera sinónima)(9). En Mat. 11:7
Jesús pregunta refiriéndose a Juan, “Qué salisteis
a ver en el desierto? Una caña agitada por el viento?” Las cañas (κάλαμοι) sólo crecen en las orillas de los ríos. O
de nuevo, en Juan 11:54 la ciudad de Efraín
se dice que está “cerca del desierto”. Efraín estaba probablemente a unos seis
kilómetros al norte de Bethel en el sito de la actual et-Taiyibeh, en la cima
del lado occidental del valle del Jordán unos quince kilómetros al noroeste de
Jericó. El “desierto” y la región del Jordán son idénticos.
Sería más exacto decir, entonces, que Marcos “conservó” la tradición del desierto que encontró
en sus fuentes porque ayudaba a su propósito teológico, o mejor, que este
propósito teológico fue él mismo “creado”
por este elemento en la tradición. Dado que Juan “estaba”
en el desierto la cita de Isaías deviene relevante. En al menos este caso la
tradición histórica ha determinado el curso que ha seguido la
prueba-de-la-profecía en la escritura, y no al revés.
Así como Juan proporciona la historia de Jesús, también hay
una historia detrás de Juan: el Antiguo Testamento. Este es aparentemente el
significado de 1:2-3. El “comienzo” no es el punto de partida para el
Evangelio de Marcos sino más bien el punto más temprano en el que los hechos
presentes pueden ser rastreados en orden a desplegar su significado(10). Los eventos agrupados alrededor del comienzo
aparecen bajo la fórmula “como está escrito”,
una frase común a casi todos los relatos en el Nuevo Testamento. Con una sola
cita todo el Antiguo Testamento es llamado a dar testimonio del Evangelio que
por fin ha llegado al mundo. Todo el Evangelio de Marcos es por lo tanto un “kerigma” expandido. Resurrección, muerte,
sufrimiento, ministerio todo lleva hacia atrás, al precursor, y a través de
Juan hasta las profecías del Antiguo Testamento devienen parte del “comienzo del Evangelio de Jesucristo”.
James M. Robinson señala que mientras el “comienzo del evangelio” es anunciado en v.1, la “predicación
del evangelio” es mencionada sólo en los vv.
14-15, cuando Juan ya estaba en prisión. Es aún más remarcable que la
buena nueva es introducida (v.2) mediante
una profecía de lo que “ocurrirá”: “κατασκευασει”, mientras las buenas nuevas
resumidas en los labios de Jesús consisten en un anuncio de lo que “ha” ocurrido: “πεπλήρωται”,
“ήγγικεν”. Robinson concluye que el cambio
de tiempo verbal indica que “los tiempos se han
mudado, el reino está ahora cerca porque se ha movido desde una vaga distancia
a una posición cercana”(11). Este cambio
no es entre el tiempo de Juan y el de Jesús, sino entre el tiempo de la
profecía (AT) y el del cumplimiento (Juan Bautista). Es con Juan que “comienza” el evangelio(12).
Pero al mismo tiempo Juan no pertenece completamente al
tiempo del cumplimiento, pues su mensaje tal y como lo registra Marcos es
completamente profético. Juan es distinguido desde los tiempo del Antiguo
Testamento en términos de cumplimiento(1:2) aunque
de los de Jesús los está en términos de anticipación(1:7).
El mensajero de la victoria no es el vencedor. La manera deliberada en la que
Marcos distingue el ministerio de Juan tanto del Judaísmo previo(1:1ff.) como del ministerio de Jesús(1:14ff.) indica que está trabajando con una clara
concepción del significado de Juan. Pero aunque Marcos no ha inventado esta
distinción; está ésta tan generalizada en las fuentes que hay que concluir que
ya tenía cierta importancia teológica para la iglesia temprana(13). La distinción de Juan del Judaísmo está
atestiguada en Hechos 1:22; Mat. 11:7-10(Q); Luc.
1; 3:1f.; Mat. 3:2; Igna. Smir. 1:1, etc. La distinción del ministerio
de Juan del de Jesús es evidente en Hechos 10:37 y
Luc. 3:1-20, todas parten de Marcos, y en Marc.
2:18f.; Mat. 11:2-6, 11b(Q); 3:14f. Ambos motivos aparece uno al lado de
otro en Hechos 13:24f.; 19:3f.; y Mat. 11:11.
Esta dual distinción está en su forma más simple en Marcos. Estableciendo el
ministerio de Juan aparte tanto del periodo del AT como del ministerio de
Jesús, Marcos revela la función de Juan. Es el profetizado (1:2f.)preparador del camino del Señor(1:9-13)(14). Pero,
a pesar de la distinción de sus funciones, los tres –AT, Juan y Jesús-
participan en el evento llamado por Marcos “el
comienzo del evangelio”.
Que quiere significar Marcos con el término “Evangelio”? Marxsen ha demostrado que el término “evangelio” no es común a las tradiciones
Sinópticas sino que ha sido introducido por Marcos(15).
En Marcos 8:35 y 10:29 Marcos usa la frase “por mi y por el evangelio”. En ambos contextos
Marcos está hablando de la situación de la perseguida iglesia Romana(16); el que sufre por el Evangelio también sufre por
Cristo. Aparentemente Marcos distingue aquí entre Jesús y el Evangelio, pero en
1:1 el evangelio “es”
Jesucristo. Si, como ha demostrado Marxsen, “evangelio”
en 1:1 resume todo el mensaje de Marcos,
entonces se le ha de dar al evangelio una definición completa. Es el “todo de la actividad salvadora de Dios vista desde el
punto de vista de su cumplimiento en el acontecimiento de Jesucristo”(17). Detrás de los ministerios de Jesús, Juan, incluso
el Antiguo Testamento, está el propósito salvador de Dios.
Pero Marcos apenas hace justicia a la rica herencia
profética de Israel con su breve cita en 1:2f.
No intenta para nada relacionar esta buena nueva con la historia de Israel. Más
bien el Antiguo Testamento gira solamente entorno al presente acto de salvación
mediante una ligera referencia, referencia que deja bien claro el significado de
estos actos. Marcos está completamente preocupado con Jesús y con el futuro. Su
punto de vista es prospectivo en lugar de retrospectivo(18). Por consiguiente puede comenzar “in
medias res” sin relato alguno del nacimiento o la preparación de Jesús.
Se contenta con decir que en un mundo que no conocía la buena nueva, la buena
nueva de Jesucristo ha llegado.
Marcos tiene una visión de la historia, no obstante. T.A
Burkill encuentra cuatro periodos en la realización histórica del Plan de
salvación de Dios:
(1)
El periodo de preparación –hasta el
encarcelamiento de Juan.
(2)
El periodo del ministerio de Jesús en la tierra,
caracterizado por el sufrimiento y la oscuridad.
(3)
El periodo después de la resurrección, en el que
el evangelio de Cristo es proclamado abiertamente.
(4)
El periodo del cumplimiento escatológico,
inaugurado gloriosamente por el Hijo del hombre y su “aún
esperada parousia”(19).
Este esquema aunque no deja de ser una simplificación, es
aún básicamente correcto. La amplitud de miras del primer periodo indica su
carácter provisional. Los posteriores Evangelistas fijarían los límites de
manera más precisa. Hay que señalar, sin embargo, que es Jesucristo quien
otorga unidad y significado al esquema completo. Esos periodos no son épocas de
la historia del mundo; son más bien episodios en la manifestación de Jesucristo
al mundo. Hay solamente dos épocas reales, A.C. y D.C.(20).
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1
W. Marxsen, “Der
Evangelist Markus”(1956), p. 11. E. Haenchen prefiere llamar este
enfoque “Kompositionsgeschichte”(“la
historia de la composición)(Der Weg Jesu: Eine
Erklärung des Markus-Evangelims und der kanonischen Parallelen), 1966,
p. 24.
2
Marxsen, “Der
Evangelist Markus”, p. 19. Marcos no está interesado en la pura
historicidad en su presentación de Juan de lo que lo está el Cuarto Evangelista
(Ernst Lohmeyer, “Zur evangelischen Überlieferung
von Johannes der Täufer”, JBL, LI, 1932, p. 302), aunque es algo más
restringido.
3
J. A. T. Robinson (“Eliah,
John and Jesus: An Essay in Detection”, NTS, IV, 1957-8, p. 267)
argumenta que Marcos 1:2 ha sido interpolado
en Marcos influenciado por Mateo 11:10 y Lucas 7:27. Está claro si se hace un examen de los
paralelos que Marcos 1:2 está mucho más
cerca en la forma de sus hermanos Sinópticos que de Mal.
3:1 o Éxod. 23:20. Hay que señalar
que ni Mateos ni Lucas emplean la cita de Malaquías en el relato del bautismo
aunque sí que usan la cita de Isa. 40:3 que
sigue; (a)es posible que a sus copias de Marcos
les faltase la referencia a Malaquías; (b)Marcos
introdujo las citas mediante “como está escrito en Isaías el profeta”; si
hubiera habido alguna objeción al pedigrí de su cita podría haber dicho “como está escrito”. El hecho que esta forma está
más cerca de Mat. 11:10 sugiere que los tres
Evangelistas recibieron el pasaje mediante la mediación de las colecciones de “testimonio” Cristiano, pues la forma de Mateo ha
de ser también tenida en cuenta. Los pasajes del Antiguo Testamento son tan
similares que no hay que sorprenderse de una posible confusión. Adolf Schaltter
llega a sugerir que Mal. 3:1 está basado en Isa. 40:3 (Johannes
der Täufer, 1956[1880], p. 17) Debarim Rabbah conecta el mensajero de
Malaquías con la predicción en Isa. 40:4(cf.
E.A. Abbott, “From Letter to Spirit”, 1903,
p. 211 n.4) En fin, el argumento más decisivo a favor del texto tal y como está
es que Marcos 1:2 encaja en la concepción y propósito de Marcos perfectamente,
y que no hay evidencia textual que una copia de Marcos hay jamás existido sin
el versículo 2.
4
C.K. Barrett(The
Gospel According to St. John, 1960, p. 144) prefiere como lectura
original de Marcos 1:6 la variante en D.,
que omite “y un cinturón de cuero a sus lomos”.
El razonamiento de Barrett es que esta adición identifica a Juan con Elías y es
por lo tanto secundaria. Aunque el texto de D está notablemente corrupto en Marcos 1, y alusiones a Elías aparecen también en Marcos 1:1-8.
5
Se puede hablar virtualmente de una “doctrina” Judía de la necesidad de un arrepentimiento
final. “Si guardas(plural) la Ley, espera a Elías (Mal.
3:24)”(Sifre Deut. 41). “Israel realizará el gran arrepentimiento cuando Elías
bendita sea su memoria venga, como está escrito en (Mal. 3:24)”(Pirque R.
Eliezer 43[25]). Estas referencias están basadas en tradiciones
tempranas.(Cf. Strack-Billerbeck, “Kommentar zum NT”,
1928, I, 598; C. Montefiore, “Rabbinic Conceptions
of Repentance”, “Jewish Quarterly Review”, XVI, 1903-4, 209-57; G.F.
Moore, “Judaism, 1932, I, 520”.
6
Marcos posiblemente tiene en mente la misma
concepción “que los escribas” tenían de
Elías(9:11)como Trifón en “Dial. cum Trypho 8,4”(cf. 49:1): “El Cristo –si de hecho ha nacido y existe- es desconocido
y ni siquiera se conoce a sí mismo, y no tiene poder, hasta que Elías venga
para ungirle y hacerlo manifiesto a todos”. La Mekilta
sobre Exod. 16:33 refleja una visión paralela a la de Trifón en la cual
Elías ha de restaurar tres cosas: la jarra de maná, el frasco de agua para las
lustraciones, y el frasco de aceite para ungir(G.F. Moore, “Judaism, II, 359”). La idea de un Mesías
desconocido era corriente en varias formas durante el siglo I. Es presupuesta
por la pregunta que, según está escrito, Juan hizo a Jesús desde la cárcel(Mat. 22:2/Luc. 7:19), y está abiertamente
confirmada en Juan 7:27 (cuando el Cristo venga, nadie sabrá de dónde viene).
Y en Hechos 10:38 el bautismo de Jesús es
descrito como una unción con el Espíritu Santo. Con algunas de estas
concepciones en mente Marcos puede haber reducido la descripción de Juan en 1:1-8 a un ligero atisbo de su identidad como Elías.
Después en 1:9-11 Juan unge a Jesús, que es
de hecho desconocido y quizá inconsciente de su vocación.
7
Marcos no conserva señal alguna de la
predicación del juicio de Juan. Incluso la referencia al bautismo “con fuego”
falta en 1:8. El mensaje de Juan es visto completamente desde el punto de vista de la redención
experimentada en Jesucristo; el juicio espera ahora la “parousia”(Marc. 13:27).
8
Marxsen, “Der
Evangelist Markus”, pp. 20-2, 26-29, siguiendo K.L. Schmidt, “Der Rahmen der Geschichte Jesus”(1919), pp. 18. La
sugerencia fue planteada con anterioridad por W. Brandt, “Die jüdischen Baptismen”(1910), p. 71. Cf. También
R. Bultmann, “The History of the Synoptic Tradition”,
traducida por John Marsh (1936), p. 246, aunque éste acepta que 1:4 y 6 “no son de carácter editorial” y probablemente ya
estaban en la tradición pre-Marcos.
9
“El Desierto”, JBL, LXXVIII(1959), pp. 205-14;
También C.C. McCown, “The Scene of John´s Ministry”,
JBL, LIX(1940), pp. 113-31; W.H. Brownlee, “John
the Baptist”, en “The Scrolls and the New
Testament”, ed. K. Stendahl (1957), p. 34; y respecto a la referencia
geográfica en, Hans Conzelmann, “The Theology of St
Luke” Lucas, Tr. Por G. Buswell(1960), pp. 18.
10
Marxsen, “Der
Evangelist Markus”, pp. 24.
11
“The Problem of
History in Mark”(1957), pp. 23.
12
Robinson señala la buena nueva comienza a
ocurrir(v.4, Juan predica un bautismo de
arrepentimiento para el perdón de los pecados) antes de ser proclamada como
tal(1:14). Este hecho indica que el
contenido del Evangelio no es “una abstracta verdad no-histórica que, al ser
eterna, no tiene comienzo salvo el comienzo igual a su descubrimiento o
proclamación”; más bien el Evangelio consiste en un evento total que puede
comenzar a ocurrir incluso antes de ser proclamado que ha comenzado.
13
Ibid. P. 22.
14
Ibid. Pp. 22f.
15
“Der Evangelist
Markus”, pp. 77-83. Esto es especialmente verdad en 1:1 y 1:14f. En 8:35,
10:29 y 13:9 f. Marcos ha añadido la referencia “por el evangelio” donde su fuente solamente tenía “por mi”. Marcos 14:9
es problemático, aunque la palabra “evangelio”
aquí también es de Marcos. Aparentemente Mateo encuentra εύαγγέλιον solamente en Marcos, nunca en sus
fuentes. Lucas usa el verbo pero nunca el nombre. Marcos probablemente adaptó
el término basado en la predicación temprana Cristiana como palabra clave para
describir esta predicación.
16
Esto está más claro en 8:34,
donde Marcos tiene “la multitud/la gente”
junto con “sus discípulos”, i.e. la
obligación de tomar la cruz es aplicable a todos los Cristianos, no solo a los
líderes de la iglesia.
17
Jesús predica el evangelio de Dios(1:14). Cf. La manera en la que evento y persona
están relacionados por John Knox en “Jesus, Lord y
Christ”, (1958), pp. 193-276. El “acontecimiento
de Jesucristo aquí incluye a Juan”.
18
T. A. Burkill, “St.
Mark´s Philosophy of History”, NTS, III, 2(1956-7), p. 145.
19
Ibid. Pp. 142 ff.
20
Cf. Cullmann, “Christ
and Time”, trad. F. Filson (1950), pp. 17 ff. La visión de Marcos de la
historia dista mucho de ser un desarrollo “Heilsgeschichte” dado que falla a la
hora de tratar la época “A.C.”.
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