EL DÍSCIPULO AMADO
Un particular vínculo entre los seguidores de J. Bautista y
la comunidad tardía puede haber estado centrado en el Díscipulo Amado(1), este misterioso personaje que sólo aparece en el
cuarto Evangelio y es el héroe de la comunidad. La tesis que es meramente
ficticio o sólo una figura ideal es bastante improbable. Significaría que el
autor de Juan 21:20-23 fue engañado o era un
mentiroso, pues informa de aflicción cuando falleció el Discípulo Amado. El
discípulo fue idealizado, sin duda. En la historia de la comunidad tardía
cuando los Cristianos seguidores de Juan eran claramente diferentes a los
grupos de Cristianos que se asociaban con recuerdos de los Doce(ej. Con la
memoria de Pedro), el poseer el testimonio del Discípulo Amado capacitó a los
Cristianos de Juan para defender su particular visión de la cristología y
eclesiología. La superioridad del Discípulo Amado en relación a Simón Pedro en
el cuarto Evangelio ilustra esto. Por lo tanto semejante descripción habría
sido contraproducente si el Discípulo Amado hubiera sido un mero símbolo
imaginativo o si nunca hubiera estado con Jesús, pues la defensa de la
comunidad se habría desmoronado(2). Es más, el
autor de I Juan apela a la tradición de la presencia ocular (1:1-3) como necesaria para corregir abusos dentro
de la comunidad y para refutar a aquellos que indiscriminadamente apelan al
espíritu(4:1). El autor de la epístola no
fue él mismo testigo ocular, aunque su comunidad es consciente de sus raíces en
la tradición del testimonio ocular –una conciencia que apoya la tesis que el
Discípulo Amado formaba parte de los seguidores de Jesús. D. Moody Smith(3) dice: “Si la comunidad
de Juan que produjo el Evangelio se veía a sí misma en continuidad tradicional
con Jesús, estamos en la posición de percibir en el “nosotros” de los prólogos
del Evangelio y las Epístolas, no el testimonio ocular apostólico per se, sino una comunidad que se veía a ella misma como
heredera de una tradición basada en algún testimonio histórico de Jesús”.
Se podría sugerir que el cuadro Juánico deviene más
comprensible si el Discípulo amado, al igual que algunos de los discípulos
nombrados en Juan 1:35-51, habían sido
discípulo de Juan el Bautista, quizá el Discípulo no mencionado en 1:35-40(un pasaje que menciona a dos discípulos e
identifica sólo a uno de ellos como Andrés). Así el Discípulo Amado habría
tenido antecedente similares al de algunos prominentes miembros de los Doce,
igual como la comunidad de Juan en la primera etapa de su existencia consistía
de Judíos Cristianos que compartían las mismas perspectivas que marcaron el
comienzo de comunidades que surgirían de los Doce. La propuesta identificación
del Discípulo Amado con el Discípulo en 1:35-40
ha sido debatida y rechazada a menudo basándose en que en otras partes, cuando
el Cuarto Evangelio habla del héroe de la comunidad, lo identifica claramente
como “el Discípulo que Jesús amaba”(4), y esta clarificación no se encuentra en 1:35-40. La objeción pierde su fuerza si se
considera que el no-nombrado discípulo del cap. 1
aún no era el Discípulo Amado porque al comienzo de la historia del Evangelio
aún no había llegado a entender a Jesús completamente –un desarrollo
cristológico que pondría una distancia entre él y los otros discípulos
nombrados en el cap. 1 y lo llevaría de manera única más cerca de Jesús.
Consonante con la teoría que el Evangelio nos da una visión del crecimiento
eclesial de la comunidad de Juan, es que el discípulo hace su aparición por
nombre sólo en “la hora”(13:1)que había
amado a los suyos que estaban en el mundo, “los amó
hasta el final”. Esto no significa que el Disípulo no estuviera presente
durante el ministerio, sino que había realizado su identidad en un contexto
cristológico. Durante su vida, sea en el periodo durante el ministerio de Jesús
o en periodo pos-resurreccional, el Discípulo Amado vivió siguiendo el mismo
crecimiento en la percepción cristológica que el de la comunidad de Juan, y fue
su crecimiento lo que hizo posible para la comunidad identificarle como aquél a
quien Jesús amaba particularmente(5).
Al presentar el Discípulo Amado en oposición a Pedro, el
Cuarto Evangelio da la impresión que era alguien fuera del grupo de los más
conocidos discípulos, un grupo que habría incluido a Juan hijo de Zebedeo, si
se tiene en cuenta Hechos 3:1; 4:13; 8:14(6). La evidencia externa (finales del siglo segundo)
que identifica al Discípulo Amado con Juan es un paso más en una dirección ya
visible en el NT, hacia la simplificación de los orígenes Cristianos
reduciéndolo a los Doce Apóstoles. Cullmann puede estar en lo cierto en su
teoría que no podemos conocer el nombre del Discípulo Amado(7), aunque se pueda sospechar: “Que fue discípulo de Juan Bautista. Comenzó a seguir a
Jesús en Judea cuando Jesús estaba cerca de Juan Bautista. Compartió la vida de
su maestro durante la última estancia de Jesús en Jerusalem. Era conocido del
Sumo Sacerdote. Su conexión con Jesús era diferente a la de Pedro, el
representante de los doce”(8).
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1.
(41)Una teoría nueva reciente es la de H. Thyen:
“El Discípulo Amado era el presbítero en Juan II-III, no fue un testigo directo
del ministerio de Jesús sino que tuvo el papel particular de distinguir la
verdadera interpretación de la falsa”. Todos los pasajes del Discípulo Amado en
Juan fueron añadidos por el redactor como parte de la lucha contra Diótrefes en
III Juan 9-10 –un traidor que sólo el
Discípulo Amado puede discernir(Juan. 13:21-30).
Ver su, “Entwicklungen innerhalb der johanneischen
Theologie und Kirche im Spiegel von Joh. 21 un der Lieblingsjünger Texte des
Evangeliums”, en “L´Evangile de Jean:
Sources, rédaction, théologie”(BETL 44; Ed. M. de Jonge; Gembloux:
Duculot, 1977), pp. 259-99.
2.
No se trata de afirmar que cada evento que
involucra al Discípulo Amado es histórico. R. Schnackenburg, “On the Origino f the Fourth Gospel”, Perspective
II(1970- también titulado “Jesus and Man´s Hope”,
I)239-40, ha argumentado que el Discípulo Amado, aunque fue compañero histórico
de Jesús, no “estuvo presente” en la Última Cena.
No hay certeza sobre esto, aunque Juan le ha resaltado tan claramente que su
importancia en las escenas del Evangelio va más allá de la que habría tenido a
la vista de un observador desde fuera durante el ministerio. Por supuesto que
para el evangelista esta es una cuestión de percepción, no de engaño.
3.
“Johannine
Christianity”, p.236. Para el “nosotros”
de los dos prólogos, comparar Juan 1:14 y I Juan
1:1-3.
4.
Ver 13:23-26; 19:25-27; 20:2-10; 21:7,20-23, 24.
5.
Culpepper, “Johannine
School”, p. 265: “El fundador de la escuela
de Juan es probablemente el Discípulo Amado…… el papel del DA es la llave del
carácter de la comunidad”. R. Schanckenburg, “Das
Johannesevangelium”(HTKNT 4/3; Freiburg: Herder, 1975)III, 449-64,
mantiene que el DA es la autoridad detrás del Evangelio en cuyo espíritu el
Evangelio fue escrito aunque no tuvo parte inmediata en la composición de la
obra. Más bien es el representante de la tradición suprema y testimonio para la
comunidad.
6.
Dado que los cuatro primeros de los Doce (Pedro,
Andrés, Santiago y Juan) aparecen de manera más prominente en la tradición
Sinóptica, el relativo silencio del Cuarto Evangelio(solo 21:2) acerca de los hijos de Zebedeo, Santiago y
Juan, sigue siendo un misterio.
7.
Otras estimaciones de su identidad (Lázaro, Juan
Marcos) ayudan poco a la hora de reconstruir la historia de Juan. La única
importante cuestión es si o no era un discípulo ampliamente conocido.
8.
Johannine Circle, n. 318. Seguramente Cullmann
está equivocado al identificar al DA como el evangelista.
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