JUAN BAUTISTA EN Q
Hasta qué punto la llamada tradición “Q” sobre la que se basan Mateo y Lucas refleja ya
una interpretación desarrollada del papel de Juan en la historia redentora?
Aparentemente Q contenía una colección de dichos concernientes a la relación
entre Jesús y el Bautista (Mat. 11:2-11, 16-19;
Lucas 7:18-19, 22-8, 31-5), así como un bloque sobre las enseñanzas de
Juan(Mat. 3:7-10, 11-12; Lucas 3:7-9, 16-17).
Si se consideran otros materiales de la doble tradición como Mat. 11:12-13/Lucas
16:16 y Mat. 21:32/Lucas 7:29f., surge una perspectiva teológica
consistente. Muchas de estas tradiciones son de alto valor en tanto que “ipsissima verba” de Jesús. Aunque su efecto
acumulativo es poner de relieve el significado de Juan para la crisis escatológica
creada por la presencia de Jesús.
En primer lugar, la colección Q
presenta dichos que ayudan a “crear” esta
crisis colocando sobre los hombres el requerimiento absoluto de Dios en la hora
última. Y es en la predicación de Juan en Q
que este requerimiento se escucha por vez primera: “huir
de la ira inminente….. Dad fruto…….. no presumáis……. La paja la quemará con
fuego que no se apaga”(Mat. 3:7-12)(1). La urgencia de esta crisis es tan extrema que
incluso Juan es juzgado por esta (Mat. 11:2-6)
y es encontrado insuficiente (11:11). Sin
embargo, la proclamación de Juan participa de la actividad de Dios; desde la
perspectiva de Q, Juan está haciendo
precisamente lo que Dios desea, hasta tal punto que el rechazo de la misión de
Juan equivale al rechazo de Jesús y al mismo propósito de Dios mismo (Mat. 21:32/Luc. 7:29f.)!
En segundo lugar, Q
conserva dichos que ilustran el papel de Juan en esta crisis. Es más que un
profeta: es el mensajero de Dios que anuncia la inminente llegada del que había
de venir (Mat. 3:11-12; 11:9-10)(2). Aunque la forma como Juan servía a Dios era de
muchas maneras opuesta a la de Jesús, Juan está completamente dentro de la
voluntad de Dios; cada uno cumpliendo su propio papel en el propósito redentor
de Dios(Mat. 11:16-19). Así se puede ver en
la doble tradición un esquematismo escatológico en el cual Juan “inicia” la crisis mesiánica como predicador del
juicio y del arrepentimiento(Mat. 11:12). No
hay “periodo preparatorio”, ni “entre tiempos”. La predicación de arrepentimiento
de Juan es ya parte del Reino de Dios y revela su nueva calidad de amplitud
universal, en lo que es dirigida a los “recolectores
de impuestos y prostitutas” (Mat. 21:32)(3). Es con Juan, según Q,
que el radicalismo decisivo de la predicación del reino comienza, dado que
lanza el reino completamente abierto a los desheredados espiritualmente(4).
La alarma causada por el ministerio de Juan a los “fuera de la ley” y “los
pobres” está reflejada en Mat. 11:12f./Luc.
16:16. La forma del dicho de Mateo se enmarca en el contexto de un grupo
de dichos acerca de Juan el Bautista, el de Lucas en una discusión acerca de la
Ley. Ninguno de los dos contextos parecen ser originales. La forma del dicho de
Mateo es la más difícil y es probablemente más antigua. La historia del dicho
muestra que se está tratando con un tradición verdaderamente primitiva, ya
ininteligible en la época de los Evangelista. El paralelismo de βιάξεται y άρπάξουσιν
en Mat. 11:12 seguramente denota una acto de
violencia en sentido negativo. Kümmel, sugiere la traducción: “desde la aparición del Bautista hasta el momento presente
el Reino de Dios está siendo violentamente asaltado y los hombres violentos
desean robarlo”(5). Esta parece ser la
lectura propia. Pero qué significa?
F.W. Danker(6) entiende el pasaje como un “logion oposición”, o sea, una queja de los Fariseos contra los
eventos iniciados por Juan, los cuales Jesús invierte como testimonio del éxito
de Juan. Los Fariseos murmuran indignados: “el
reino de la Ley y el orden han llegado a su fin”. Esto sucede desde que
apareció Juan. El reino de Dios ha sido públicamente proclamado y popularizado,
con el resultado que no sólo los justos, sino “todo
el mundo” incluyendo publicanos y pecadores, lo toman por la fuerza.
Esta es la objeción básica de los Fariseos. Jesús acepta esto: “Y es verdad (según la objeción pronunciada) que desde
Juan Bautista el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos
(publicanos y pecadores) lo toman por la fuerza”.
Sea cual sea la interpretación, sin embargo, lo que es
remarcable acerca de este dicho es lo que nos dice de Juan Bautista. El
escenario es de conflicto entre Jesús y los Fariseos, aunque la fuente del
conflicto no es Jesús sino Juan. Es la antigua cuestión de la autoridad de
Juan(cf. Marcos 11:28-33). La versión de
Lucas revela su comprensión de “la Ley y los
profetas” como pertenecientes a una fase distinta en la historia de la
redención(7). Mateo mantiene su énfasis
característico en las Escrituras como proféticas: “Todos
los profetas y la Ley profetizaron hasta Juan”. Detrás de ambas
versiones yace la noción que Juan ha, de alguna manera, sido el instrumento de
Dios en la inauguración del reino de Dios, esto en virtud de su indiscriminada
oferta del bautismo a todos los que se arrepientan, incluso a los recolectores
de impuestos y prostitutas. Es poco probable que la iglesia, involucrada como
estaba en afirmar la superioridad de Jesús sobre Juan, hubiese creado un pasaje
que acredita a Juan con el acto decisivo en el cambio de era, o que hubiera
retratado a Jesús como mero sucesor de Juan. Aparentemente se puede trazar esta
concepción escatológica del papel de Juan en la predicación del reino a cargo
de Jesús e, indirectamente, mediante su murmullo y queja, a los mismos
fariseos.
La interpretación de Mateo
11:12f./Lucas 16:16 encuentra confirmación en el material de Q en Mat. 11:16-19/Lucas 7:31-5.
“Porque vino Juan, que no comía
ni bebía , y dicen: “Está endemoniado”. Viene el Hijo del hombre, que come y
bebe, y dicen: “ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y
pecadores”.
“Esta generación” es
descrita como niños malintencionados que ven a Juan Bautista como un asceta
fanático y a Jesús como un derrochador. Jesús no corrige este juicio, se limita
a mencionarlo. Aunque implica un juicio contra ellos por haber visto aunque no
percibido. Qué es lo que no percibieron? Que el mensaje de arrepentimiento de
Juan es la última advertencia de Dios antes del juicio, y que la “licencia” y el “no
estar dentro de la Ley” de Jesús es la señal de que el reino mesiánico
ha comenzado(8). El sentido de la parábola y su
aplicación está en la afirmación que con Juan y Jesús, cada uno a su manera, el
reino de Dios se ha hecho una realidad entre los hombres. Los pobres y los
pecadores reconocían esto demostrando así ser “hijos
de la sabiduría”(Luc. 7:35); los
Fariseos y los Escribas negaron a Juan y rechazaron a Jesús mostrando así estar
ciegos ante las señales escatológicas ante sus ojos(9).
El hecho que Jesús conciba su trabajo en unidad con Juan a pesar de sus
diferencias indica que tenía en mente un papel muy definido para Juan. Es “más que un profeta”: es el heraldo del reino de
Dios(Mat. 11:9)(10).
Hasta el negativismo de Juan participa en la buena nueva, pues con Juan las
puertas del reino se abran de par en par a todos los que se sometan al juicio
de Dios y entren.
LIMITACIONES A LA ESTIMA DE JUAN
Al lado de estas elevadas valoraciones de Juan hay dos
pasajes en Q que ponen limitación a la estima a otorgar a Juan. La autenticidad
de ambos pasajes ha sido puesta en duda. El primero es Mat.
11:2-6/Lucas 7:18-23, el relato de la
delegación de Juan el Bautista a Jesús. Kraeling argumenta(11) que la pregunta hecha por Juan es una
imposibilidad, pues el Por Venir trascendente (el
Mesías) que él esperaba que destruiría al malvado en el fuego que no se apaga
difícilmente sería evocado por la figura de Jesús. Kraeling busca un
escenario en la vida de la iglesia que explique el desarrollo de la narrativa.
Lo encuentra en un periodo temprano de fraternización entre Cristianos y
discípulos de Juan, cuando las líneas de comunicación aún estaban abiertas y
los dos grupos se veían comprometidos en una causa común. Esos Cristianos, la
mayoría anteriormente discípulos de Juan, buscaban justificar su fe en Jesús
como Mesías, tanto para ellos mismos como para los que aún seguían las
enseñanzas de Juan, apelando al poder de Jesús como cumplimiento de las
promesas de las Escrituras concernientes al que está “Por
Venir”(Isa. 35:5; 61:1)(12). La ausencia de una posterior respuesta de Juan
indica lo que los partidos de ambos lados sabían era un hecho, que Juan “no” aceptó a Jesús como “el que Había de Venir”.
Pero la adaptabilidad de la narrativa sugiere la convicción de la iglesia,
posteriormente hecha explícita en el Cuarto Evangelio, que hace que si Juan
hubiera vivido el tiempo suficiente como para ver y oír lo que los Cristianos
habían visto y oído, habría sin duda reconocido en el poder de las obras de
Jesús las señales indicadoras del Día mesiánico(13).
Si el relato de la delegación de Juan a Jesús fuese esencialmente histórico(14), su modificación para uso apologético con la
comunidad del Bautista habría procedido en la misma línea de la arriba
sugerida(15).
En cualquier caso la tradición de Q revela una situación en
la cual la iglesia está trabajando para definir la relación de Juan con el
Reino de los Cielos. Aparentemente la adulación de Juan a cargo de Jesús en los
versículos que siguen (Mat. 11:7-9[Q]) vino
a ser molesta para la iglesia. Mat. 11:2-6
aplica el antídoto. El juicio implícito en v.6
es que Juan se sintió “ofendido” por Jesús.
Juan es por lo tanto excluido del Reino de los Cielos, a pesar de la alta
estima de Jesús hacia él, dado que nunca alcanzó la fe en Jesús como Mesías.
La necesidad de clarificar la relación de Juan con el reino
de los cielos también llevó a la modificación de Mat.
11:11(=Lucas 7:28). Aparentemente el logion original sobrevive solamente en 11:11a –“En verdad os
digo que entre los nacidos de mujer, no ha aparecido uno mayor que Juan el Bautista”;
a lo que la iglesia ha añadido la calificación en 11:11b
–sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él. Si 11:11a hubiera quedado sin calificar, la
afirmación de la Iglesia que Jesús era el Cristo quedaría invalidada. Por lo
tanto la iglesia ajustó la perspectiva escatológica de Jesús y excluyó a Juan
del tiempo de la realización del Reino. Juan puede ser más grande que nadie en
“esta generación” o cualquier otra, dado que mediante su trabajo se enfrentó la
crisis escatológica del juicio y salvación. Sin embargo, incluso el último de
los discípulos de Jesús es mayor que Juan, porque ya participa del tiempo
mesiánico que él solamente pudo esperar(16).
Aquí de nuevo el hecho histórico que Juan fuese asesinado antes
de tener la oportunidad de entrar de lleno en los eventos del ministerio de
Jesús es puesto como juicio teológico sobre él. Negándose a suprimir la alta
estima de Jesús hacia Juan, una estima que Jesús había ya definido en su
ministerio escatológicamente, la iglesia simplemente compensó el entusiasmo de
Jesús con calificaciones que dejaron claro su percepción de la distinción
fundamental entre aún esperando “al que ha de venir” y aceptando a Jesús como
Mesías. Las implicaciones apologéticas/polémicas del pasaje son obvias.
En fin, se puede ver a la iglesia comprometida en maniobras
evangélicas con el remanente de los discípulos de Juan aún no absorbidos por la
iglesia. El hecho sorprendente no es que la iglesia ha creado o modificado
materiales para su uso, sino que permitiese que los dichos de Jesús acerca de
Juan sobrevivieran, molestos como eran para la iglesia en su situación
apologética.
Resumiendo, hay en Q y los dichos relacionados una doble
visión de Juan. Por un lado se puede ver la concepción de Jesús que Juan era la
señal escatológica de que el Reino de los Cielos estaba cerca; por el otro se
puede ver a la iglesia, bastante molesta, buscando circunscribir el papel de
Juan y la estima a él debida. Los intentos de la iglesia en subordinar a Juan
sólo sirven para elevar la impresión que Juan era el agente mediante el cual
Jesús percibió la cercanía del Reino de los Cielos. Incluso al comienzo de la
tradición, Juan es evaluado completamente en términos de su relación con el
Evangelio y el reino de Dios.
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1.
(1)Bultmann (“The
History of the Synoptic Tradition”, p. 117)cree que Mat. 3:7-10/Luc. 3:7-9 y Luc.
3:10-14 son palabras de Jesús puestas en boca de Juan con el deseo de
tener algún registro de la predicación de arrepentimiento de Juan. La iglesia
no parece haber sugerido que el mero arrepentimiento sería suficiente para la
salvación aparte de creer en Jesús como el Cristo (Percy, “Die Botschaft Jesus”, 1953, p. 9.
2.
T.W. Manson, siguiendo a J. Weiss y A. Merx,
cree que Lucas 7:27 es una interpolación en
el texto de Lucas debido a la influencia del Evangelio de Mateo (The Sayings of Jesus”, 1949, p. 69). La evidencia
para este punto de vista es demasiado escasa. Conzelmann, “The Theology of St. Luke”(1960), pp. 158 n. 5 y
167 n.1, piensa que Lucas 7:27 es una
variante de Q, igualmente aparentemente lo hace Bultmann, “The History of the Synoptic Tradition”, p. 165. Si
esto es así, entonces Q podría estar dando testimonio de la creencia que Jesús
tenía a Juan como “el cumplimiento de la predicción
de Malaquías de un profeta-Mesías, y que él (Jesús) estaba ahora buscando
momentáneamente el reino de Dios y al Hijo del Hombre, de cuya venida Juan
había sido el heraldo y precursor escogido por Dios”(John Knox, “The Prophet in the New Testament Christology”, “Lux in Lumine: Essays to Honor W. Norman Pittenger”,
ed. Por R.A. Norris, Jr., 1966, p. 26).
3.
F. Mussner, “Der
nicht erkannte Kairos”(Mat. 11:16-19 = Luc.
7:31-5), Biblica, Xi(1959), 609 n. I.
4.
Lohmeyer, “Johannes
der Täufer”, pp. 53-6, fue el primero en reconocer el radicalismo
implícito en el ministerio de Juan a “los pobres”.
Entre sus conversos había recolectores de impuestos (Lucas
3:12; 7:29; Mat. 21:32), prostitutas (Mat.
21:32) y soldados (Lucas 3:14). Estos
pasajes revelan la misma tendencia reflejada en la hipérbole frecuentemente
recurrente que “todo” el pueblo iba a oírle(Marcos 1:5; 11:32; Mat. 3:5; Lucas 3:3; 7:29; Hechos
13:24). Hasta Josefo refleja esta tradición: “todos
iban a Juan”(Antig. XVIII, 5, 2).
Aparentemente mediante el rito del bautismo Juan había encontrado un medio
mediante el cual la gente común y otros “pecadores”,
quienes debido a su laxitud respecto a las exigencias de la Ley eran vistos
como ritual y moralmente “impuros”, podían ser regenerados aparte de una
meticulosa observación de la Ley. Juan ha de ser acreditado con el inicio del
ministerio a “los pobres”, una acción que
los evangelistas ven como señal escatológica en relación a Jesús(Lucas 4:18 = Isa. 61:1; Lucas 14:13,20; Lucas 7:22/Mat.
11:5). La petición de Juan a las multitudes para que compartieran con
los pobres que no tienen nada(Lucas 3:11)
también refleja esta preocupación por los pobres. Llega incluso a describir al
que ha de venir como un campesino, un hombre de la tierra (cortando árboles,
recogiendo cosechas) en lugar de cómo un rey. Así, ya en su ministerio Juan
había ya efectuado esta ruptura entre el pueblo y sus líderes que
caracterizaría posteriormente el ministerio de Jesús(ibid).
5.
“Promise and Fulfilment”,
trad. Por D.M. Barton(1957), p. 123; cf. E. Käsemann, “Essays
on New Testament Themes”, Trad. Por W.J. Montague(1964), pp. 42f.; G.
Schrenck, “βιάξομαι”, TWNT,I,611.
6.
Lucas 16, 16 –“Un
logion de oposición”, JBL, LXXVII(1958), pp. 231-43.
7.
Hans Conzelmann, “The
Theology of St Luke”(1960), pp. 157ff.
8.
F. Mussner, “Der
nicht erkannte Kairos”, Biblica, XL (1959), 599-602. La unidad de Mat. 11:16-19 ha sido puesta en duda por Bultmann,
“The History of the Synoptic Tradition”, pp.
172, 199, que ve los vv. 16-17 como una
parábola auténtica de Jesús a la que se han añadido los vv. 18-19 como interpretación de la iglesia Helena. Bultmann
mantiene que la aplicación original de la parábola es irrecuperable, aunque no
incluía referencia alguna a Juan. Es probablemente verdad que la iglesia
modificó la forma del pasaje con el paso del tiempo (ήλθεν
y ό υίος τού άνθρώπου parecen términos
técnicos); por otro lado, hay que señalar el presente verbal de λέγουσιν y έχει.
Cualquiera que sea la historia de la transmisión es difícil concebir a la
iglesia llamando a Jesús “glotón y borracho”
armando así a sus oponentes, o creando un paralelismo de igualdad entre Juan y
Jesús cuando todos los demás trataban de subordinar a Juan.
9.
Cullmann, “Peter”,
pp. 21f., recuerda mediante una comparación con Mat.
16:17 con Juan 1:42 y 21:15f., que “Jonás” puede servir como forma de abreviación de Johanan (Juan) es posible que “la señal de Jonás” (Lucas
11:29-30/Mat. 12:38-41) es una alusión deliberadamente velada al mensaje
de arrepentimiento de Juan(cf. Kraeling, “John the
Baptist”, pp. 136f., considera que la forma de Lucas es una dicho
auténtico de Jesús). Mediante este juego de palabras, Juan es certificado como
profeta en la tradición de Jonás, cuya misión era predicar el arrepentimiento
prior a una acción de Dios anticipada como juicio aunque recibida como gracia.
Este pasaje sería así un testimonio más de la gran solidaridad entre Juan y
Jesús, que fundamenta el significado de todo su ministerio en esta simple señal
escatológica: “El mensaje de arrepentimiento de
Juan”.
10.
Adolf Schlatter, “Das
Evangelium nach Matthäus”, p. 175: “Juan no
sólo profetizó; él mismo fue profetizado. Le dio a la gente no solo esperanza
para el futuro, con él comenzó el cumplimiento de esta esperanza”.
11.
John the Baptist,
pp. 128-31. Cf. También Bultmann, “The History of
the Synoptic Tradition”, pp. 23f.; M. Goguel, “Jean-Baptiste”,
pp. 63-5; y E Lohmeyer, “Johannes der Täufer”,
p. 18.
12.
Kraeling, “John the
Baptist”, pp. 172 ff. y 130.
13.
Bultmann, “The
History of the Synoptic Tradition”, p. 24, suscita la vaga posibilidad
que los discípulos de Juan hubieran reivindicado para su maestro el
cumplimiento de Isa. 35:5f.: “Que había en circulación relatos de los milagros de Juan
es bastante creíble, pues la afirmación que no realizó ninguno (Juan 10:41) es
obviamente polémica. No implica Marcos 6:14 que los informes de los milagros de Juan Bautista eran
corrientes?” Fridrichsen, “Le Problème du
Miracle” (1925), pp. 66-9, está probablemente más cerca de la verdad
cuando dice que la tensión reflejada aquí entre la iglesia y el Bautista surge,
no porque Juan sea declarado Mesías o hacedor de milagros por sus discípulos,
sino porque los discípulos de Juan creían que el mesías sería alguien
completamente diferenta a Jesús.
14.
Como argumenta Dibelius, “Johannes der Täufer”, p. 18; también W.G. Kümmel,
“Promise and Fulfilment”, pp. 109 ff. (“……. El Bautista de ninguna manera aparece aquí dando
testimonio de Cristo, sino como alguien que pregunta partiendo de la
incertidumbre, lo que contradice la tendencia de la temprana Iglesia a hacer de
él un testigo……”).
15.
Ejemplos de esta modificación son el uso que
hace Mateo de “Cristo” en 11:2, o el
emparejamiento que realiza Lucas de los discípulos de Juan y la adición de 7:21.
16.
Cullmann, “ό όπίσω
μου έρχόμενος”, In “The Early Church”(1956),
p. 180, tiene en cuenta la sugerencia de Franz Dibelius que “el último” en Mat.
11:11b se refería originalmente a Jesús y no a los Cristianos en
general, “ό μικρότερος” que deriva del
Arameo y significa y significa “joven” así
como “menor”. El superlativo Griego surge
aquí de una mala comprensión; el comparativo está en paralelo con “μείβων” en 11:11ª.
El punto es que el “más joven” (término rabínico para discípulo) y por lo tanto
“menor” de los dos se ha convertido en más grande que su maestro: “el menor
(i.e. Jesús como discípulo de Juan) es más grande que él (i.e. Juan) en el
reino de los cielos” (Cf. También Cullmann “The
Christology of the New Testament”, pp. 24, 32). Mat.
11:11 sería pues equivalente a Mat. 3:11.
Cualquiera que sea el sentido original del pasaje, no obstante, su significado
en Q es obvio.
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