GNOSIS: EPÍSTOLA A LOS COLOCENSES
Hay una cierta asimilación y reinterpretación de ideas
gnósticas, en algunas de las cartas post-Paulinas, que derivan, en parte, de la
escuela de Pablo. Las interconectadas cartas a los Colosenses (cerca del 80 d.C.) y a los Efesios (hacia finales del siglo I d.C.) son bien conocidas. En
la primera hay una controversia con una Gnosis Judeo-Cristiana en la que,
además del papal que juega Cristo en tanto que redentor, hay también
referencias a doctrinas acerca de los poderes cósmicos y seres angélicos(1). Esos “elementos”
han de ser tratados con especial consideración, obviamente porque pueden
influenciar el camino del alma; aquí juegan un papel importante las funciones
rituales-cultuales. El autor de la epístola enfatiza en respuesta la total importancia
cosmológica de Cristo como “imagen del Dios
invisible” y mediador de la creación que está por encima de todos los
poderes y él sólo garantiza la salvación. Mediante el bautismo el Cristiano
comparte la victoria de Cristo sobre los poderes, pues el cuerpo de Cristo
clavado en la cruz es idéntico con el hombre antiguo bajo el poder de los
poderes terrenos y sobrenaturales a los que Cristo “ha
anulado” con su resurrección. Aquí, claramente, las ideas gnóstica son
cristianizadas.
EPÍSTOLA A LOS EFESIOS
Un proceso similar tiene lugar en la epístola a los Efesios(2), donde las imágenes gnósticas aparecen insertas en
la doctrina de la Iglesia: la pareja (syzgy) Cristo e Iglesia(3), Cristo como hombre cósmico(4), y cabeza de la Iglesia(5).
EPÍSTOLA A LOS HEBREOS
En la epístola a los Hebreos(ca. 80/90 d.C.), las
tradiciones gnósticas también parecen haber estado activas(6).
EPÍSTOLAS PASTORALES
Las dos cartas a Timoteo y la carta a Tito –las cuales se
remontan al comienzo del siglo dos y fueron quizá escritas en Éfeso, discuten
la herejía gnóstica, que llaman explícitamente Gnosis(7),
con menor intensidad, aunque insisten más en una separación estricta; la Gnosis
es pensado como algo que no sirve para nada(8).
El terreno está aquí siendo preparado para la posterior polémica contra los
herejes: la falsa enseñanza es contrastada con las verdadera, la doctrina sana,
cuyo abandono significa apostasía de la verdad, razón y conciencia(9). Los herejes son impostores, mentirosos y
avariciosos(10), contra quienes Pablo, como
escritor ficticio de las cartas, ya había advertido(11),
y son expulsados de la comunidad después de haber sido amonestados dos veces(12). El proceso de separación de ortodoxia y herejía,
Iglesia y secta, comienza a hacerse sentir; la Iglesia Católica temprana se
declara. Poco se sabe de las ideas de las herejías rechazadas; parece ser una
extraña mezcla de doctrinas gnósticas y piedad Judía, una forma Judeo-Cristiana
de Gnosis. Los mitos (i.e. fábulas) y las genealogías tienen un papel(13), en el sentido de las especulaciones
sobre el pleroma gnóstico e interpretaciones de la Ley(14). Uno se gloria en el conocimiento superior(15) y exige prácticas ascéticas como, por ejemplo,
abstinencia del casamiento y el consumo de algunas comidas(16). La resurrección ya ha tenido lugar(17), como conviene a los espirituales. Las mujeres eran
aparentemente muy activas en las comunidades gnósticas(18).
Vienen a la mente los eventos en Corinto, y también la “filosofía” a la que se resistieron en Colosos puede haber
tenido conexiones con la Gnosis como está postulado en las Epístolas Pastorales.
IGNACIO DE ANTIOQUIA
Las cartas de Ignacio de Antioquia
siguen la línea de las epístolas pastorales (mártir bajo Adriano [117-138] en
Roma) oponiéndose en algunos pasajes a los errores gnósticos(docetismo, la negación de la resurrección), y al
mismo tiempo indica la existencia de gnósticos en Éfeso(19) y en las ciudades de Asia Menor, Magnesia(20), Tralles(21) y
Esmirna(22). La base del argumento es una
concepción estricta de la unidad de la Iglesia centrada en el episcopado. “Si alguien sigue a otro que ha creado un cisma, no
heredará el reino de Dios”(23). Por lo
tanto, “los hijos de la luz de la verdad”
han de rechazar “la división y las falsas doctrinas”(24). Por otro lado, Ignacio no está libre de rasgos
gnósticos en su Cristología y doctrina de la Iglesia(25).
POLICARPIO
Policarpio de Esmirna(mártir cerca
del 156), realiza una polémica similar en su carta a la congregación de Filipo,
apuntando a esos gnósticos que niegan la
resurrección y a los docetistas(26).
EPÍSTOLA
DE JUDAS
La breve carta de Judas se vuelve
contra los libertinos herejes gnósticos que entran en la comunidad(cuál
comunidad no se sabe) y causan divisiones, fue escrita casi en el mismo tiempo
que las Epístolas Pastorales. Ellos, en tanto que poseedores del Espíritu, desprecian
a los poderes angélicos y “realizan pomposos
discursos”. En lugar de espirituales han de ser llamados “psíquicos”;
son “soñadores” y “murmuradores”. Se les acusa de
corrupción de la carne e intemperancia, incluso en las fiestas de amor
(agape), lo que indica que eran anti-nómicos representantes de la Gnosis.
Tampoco aquí no se ofrece
refutación en detalle, aunque se hace referencia a las sentencias del Antiguo
Testamento que amenazan a los herejes(quizá por invertir la tradición bíblica
usada por ellos). Mantenerse firme en la fe
transmitida y rechazar a los oponentes son los principales expedientes de la
polémica.
SEGUNDA
EPÍSTOLA DE PEDRO
El último libro del Nuevo
Testamento, la Segunda Epístola de Pedro, la
cual se remonta a mediados del siglo dos y presupone la formación de las
grandes escuelas Gnósticas, es, a este respecto, dependiente de Judas. Por esta
razón, el autor escribe la epístola de Judas en el segundo capítulo y argumenta
de manera similar, usando la ficción de la predicción del apóstol Pedro en
referencia a la penetración de los “falsos profetas”
en la Iglesia. La ocasión concreta para esto fue sin duda el retraso de la
venida de Cristo(27) y el abandono por parte de
la Gnosis de la enseñanza escatológica.
LA
REVELACIÓN DE JUAN
En esta conexión las “Cartas a las
Siete Iglesias” insertas en el Apocalipsis de Juan(28)
son también importantes, pues en ellas es atacada de manera similar una
tendencia libertina-gnóstica que se extendió en las congregaciones de Asia
Menor, Pérgamo, Tiatira y Éfeso, hacia finales del siglo primero(el Apocalipsis
puede ser datado en el año 95). A este grupo se le llama por vez primera “Nicolaítas”(29). En
Tiatira son liderados por una profetisa y maestra llamada Jezebel(30). A
cerca de su enseñanza muy poco se dice: afirman “conocer
las profundidades de Satán”(31), e
identifican su origen con “la enseñanza de Balaam”(32), que conocemos del contacto de los gnósticos con
el Antiguo Testamento. En la práctica están a favor del libertinaje; participan
de las comidas paganas(sacrificios a los ídolos) y “fornican”(33). Los Padres de la Iglesia, comenzando con Ireneo,
incluyen a los Nicolaítas en su catálogo de herejías y, a falta de un
conocimiento detallado(ya formaban parte del pasado), a ellos atribuyeron todo
tipo de enseñanza gnóstica. Relacionan su nombre con el del diácono Nicolás de Antioquia, el que aparece en los Hechos
de los Apóstoles(34), lo que puede ser cierto,
dado que esos gnósticos pueden haber apelado a él, como otros apelaron a otros
famosos Cristianos tempranos(ej. Santiago, Felipe). Clemente de Alejandría
conoce las tradiciones apócrifas de Nicolás las cuales, no obstante, sus
seguidores falsificaron en una dirección libertina(35).
EL
EVANGELIO DE JUAN
Escritos
supuestamente por el apóstol Juan son: el Cuarto Evangelio, y las tres
epístolas. El primero se originó probablemente cerca del 100 d.C. en Siria, las
epístolas en la misma región aunque algo más tarde, a comienzos del siglo
segundo. Hay un cierto carácter gnóstico en el Evangelio de Juan. No sólo es el
redentor Cristo descrito según el modelo de la mitología redentora gnóstica,
sino que hay otros rasgos que tienen un fondo gnóstico(36).
El pensamiento dualista impregna la presentación: luz y tinieblas, verdad y
mentira, “arriba” y “abajo”, Dios y el diablo, o el mundo (cosmos), son opuestos
unos de otros. El mundo está subordinado al príncipe de este mundo, el diablo(37). Ante el enviado celestial que revela al Dios
verdadero, la humanidad está dividida en dos: aquellos que conocen a Dios y
vienen de Él, y aquellos que no le conocen y son, en consecuencia, del mundo, o
del diablo, una referencia ante todo a los Judíos(un
rasgo anti-Judío). El conocimiento sinónimo
de la fe, forma parte de esto (aunque la palabra Gnosis, sin embargo, no
es mencionada). Las ideas escatológicas son espiritualizadas, o realizadas: el
redentor trae el juicio, la separación, o la “krisis”.
La resurrección tiene lugar en el acto de fe(38).
Libertad del mundo significa libertad del pecado(39).
El autor original no tiene mucho interés en los sacramentos, ni en el concepto
de Iglesia. La comunidad está formada por el
redentor reuniendo a “los suyos”(sus discípulos)(40); éstos ya viven en el mundo escatológicamente. Sin duda, el
Evangelio de Juan no representa un dualismo cosmológico radical, dado que se
apoya en la creación del mundo por Dios, o Su “Palabra”(logos);
también está ausente la idea del destino del alma, el gobierno de los arcontes,
y el pleroma, así como la idea de una salvación substancial, aunque todo esto
pertenece al ámbito de la Gnosis, como han revelado los nuevos textos de varias
maneras. Juan ya tenía una comprensión de la Gnosis que había pasado por un
proceso de reflexión y había sido adaptada a la tradición Cristiana, que había
ampliamente desmitologizado y convertido en historia la mitología. Si tras esto
se esconde o no una polémica directa contra otras tenencias gnósticas es un
tema que permanece abierto. Esta cuestión quizá se pueda responder de mejor
manera en referencia a las Epístolas de Juan, pues en ellas esta polémica puede
ser fácilmente reconocida, y en ellas los intereses eclesiásticos son más
prominentes(al menos que esto haya sido causado por una redacción posterior)(41)
LAS EPÍSTOLAS DE JUAN
De lo que aquí
se trata es menos de un conflicto entre Cristianismo y Gnosis, que de una
disputa entre la Gnosis Cristiana-eclesiástica y la Gnosis
radical-mitológica(como de hecho ocurre posteriormente entre Clemente de
Alejandría y los Gnósticos). El punto de vista defendido por E. Käsemann, que en el autor (o autores)de los escritos de Juan hay un
hereje que ha encontrado un lugar como testigo Cristiano dentro del Nuevo
Testamento está, bajo estas circunstancias, completamente justificado.
El autor, desconocido, (designado como el presbítero en la segunda y tercera
Epístola de Juan) “es un Cristiano gnóstico que
poseía la inimaginable valentía para escribir un evangelio del Cristo por él
experimentado, dirigiéndose al mundo de la Gnosis”(42).
Además, hay un
ciclo de textos gnósticos que, en estilo y lenguaje, están muy de cerca
relacionados con Juan. Hay, por un lado, las Odas de Salomón en Siriaco, que
fueron escritas en el siglo segundo, y por otro está la literatura Mandea que
en sus partes más antiguas se remonta, sin duda, al mismo periodo. Juan
presupone un medio (Greco-Semita) bilingüe, o fue compuesto originalmente en
Arameo-Siriaco.
PLURALIDAD DE LOS SISTEMAS GNÓSTICOS
Mirando hacia
atrás sobre la contribución a la historia de la Gnosis temprana extraída de la
literatura temprana Cristiana, encontramos una gran variedad, lo cual no deja construir
correlaciones en orden a presentar equivocadamente un frente unido de la Gnosis
que trataba de subvertir al Cristianismo. Una cierta pluralidad, adaptada a la
situación y localización, parece haber existido desde el comienzo. A pesar de
esto, esencialmente los mismos temas cosmológicos, soteriológicos(Cristología),
escatológicos y éticos son tratados, también los encontramos en las fuentes
originales gnósticas. Desafortunadamente, aún no se ha podido trazar, mediante
un análisis más de cerca de los textos de Nag Hammadi, relaciones con el
fenómeno del siglo primero que iluminen la historia de la tradición. Sólo se
pueden hacer conjeturas. La evidencia posiblemente se pueda derivar de las
tradiciones y sistemas que aparecen en el Apócrifo
de Juan, la Exégesis del Alma, el Apocalipsis de Adán, la Hipóstasis de los
Arcontes y la Sofía de Jesucristo, o la Carta de Eugnostos(43), las cuales, al menos en sus partes constituyentes
básicas, se remontan al comienzo del siglo segundo, y en parte incluso al siglo
primero.
LA RELACIÓN CON EL CRISTIANISMO JUDÍO
Las relaciones
que existieron entre el Cristianismo Judío y la Gnosis no han sido muy
mencionadas. Quizá se pueda concluir que en el terreno misionero del
Cristianismo temprano competían entre sí varios grupos y partidos. A estos
pertenecían, además del Gnóstico-Judío
(Simón el Mago), también Cristianos Judíos(Judaizantes)
–grupos gnósticos, estos últimos se encontraban especialmente en el campo de la
misión Paulina. Es interesante observar como algunos textos Coptos apelan y
reclaman explícitamente como suya una autoridad Judeo-Cristiana como Santiago,
hermano de Jesús y líder de la comunidad de Jerusalem, como hacen los dos Apocalipsis de Santiago(44)
y la Carta apócrifa de Santiago(45). Además, se sabe desde hace un tiempo que las “Seudo-Clementinas” están influenciadas por ideas
gnósticas, y que en parte derivan de grupos Judeo-Cristianos en los límites de
Palestina que fueron tomados y expulsados por la Gran Iglesia. También están
los Elkasitas en la misma región que fueron muy importantes para el
Maniqueísmo. El mundo de las sectas baptistas Judías al este del Jordán estuvo
expuesto a influencias gnósticas(46). El
fenómeno más evidente en esta conexión es el Mandeismo, aún existente.
EL PROBLEMA DE UN “SISTEMA GNÓSTICO ORIGINAL”
Se ha tratado
repetidas veces ver si es posible reconstruir partiendo de los sistemas
gnósticos individuales un sistema “original”,
el cual pudiese ser considerado el más antiguo tipo de visión del mundo
gnóstica, del que el resto de los posteriores sistemas se habrían desarrollado,
sea mediante elaboración o transformación. H.M. Schenke(47), por ejemplo, postuló el siguiente sistema: el “Dios desconocido” es
con Sophia (como consorte divina) en la “Ogdóada”,
i.e. el octavo cielo; Sophia trae a la existencia sin su esposo un aborto, el
Demiurgo, cuya morada es la “Hebdomada”,
i.e. el séptimo cielo; éste trae a la existencia seis ángeles, o arcontes,
completando de esta manera el número de planetas; estos, a su vez, crean de la
materia el mundo y el hombre; pero dado que este último no puede vivir ni
permanecer erecto, el Dios supremo envía (mediante Sophia) el alma, o espíritu,
al cuerpo humano; ahora el hombre sí puede permanecer erecto, conoce el mundo
como una falsa creación de los arcontes y conoce, al mismo tiempo, al verdadero
Dios del que desciende en su ser interior. Pero esta construcción sólo se
aplica a una parte de la tradición gnóstica, o sea a la Sirio-Egipcia, más
específicamente la Barbelo-gnóstica, y procede de la hipótesis completamente
teórica “según la cual en principio lo complicado
deriva de lo simple”(48). Es, por
supuesto, posible derivar los sistemas de escuelas y sectas individuales uno
del otro pero, dado el estado actual de las investigaciones, es aún demasiado
pronto como para proponer un sistema común “original”.
Esto también presupondría un originador y fundador de la Gnosis al que no
conocemos aún ni podemos postular. No afectado por esto se da el hecho que la
Gnosis como un todo tiene ciertos pensamientos básicos en común que
caracterizan su esencia y estaban desde el comienzo en las mentes de los
primeros gnósticos. Estas ideas básicas fueron elaboradas relativamente pronto,
i.e. al menos en el siglo I d.C., en sistemas
teológicos, en el sentido de doctrinas que fueron capaces de crear
escuelas, y como marco ideológico,
preponderantemente en la forma de interpretaciones de tradiciones (Judías)
antiguas, que fueron desarrolladas a lo largo del tiempo, sin haber estado en
contacto unas con otras. Además los teólogos gnósticos eran a menudo
individualistas.
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1.
Colo. 2.
2.
Ver P. Pokorny, “Der
Epheserbrief und die Gnosis”; K.M. Fischer, “Epheserbrief”,
173ff.
3.
Efes. 5:25-32.
4.
Efes. 1:10; 2:14-18; 4:8-11.
5.
Efes. 4:3; 12:5,23
6.
Heb. 1:5; 2:18; 3:7; 4:10; 5:14; 10:20.
7.
1 Tim. 6:20.
8.
2 Tim. 2:16; Tit. 3:9; 1 Tim. 1:4.
9.
1 Tim. 1:19; 6:5; 4:2; ; 2 Tim. 2:18; 3:8; Tit.
1:15.
10.
1 Tim. 4:2; 6:5; 2 Tim. 3:13.
11.
1 Tim. 4:1; 2 Tim. 4:3.
12.
2 Tit. 3:10.
13.
1 Tim. 1:4;4:7; Tit. 3:9.
14.
Tit. 3:9.
15.
Tit. 1:14; 1 Tim. 6:20.
16.
1 Tim. 4:3; 5:23; Tit. 1:14f.
17.
2 Tim. 2:18.
18.
1 Tim. 2:9-15.
19.
Ignacio, Efes. 17:19.
20.
Ignacio, Magn. 11.
21.
Ignacio, Trall. 9f.
22.
Ignacio, Esmir. 1-3:7
23.
Ignacio, Fil. 3:3.
24.
Ignacio, Fil. 2:1.
25.
Ignacio, Ef. 17:19. H. Schlier,
“Religionsgeschichtliche Untersuchungen”.
26.
Policarpio, Fil. 7:1.
27.
2 Ped. 3.
28.
Apoc. 2-3.
29.
Apoc. 2:6-15.
30.
Apoc. 2:20.
31.
Apoc. 2:24.
32.
Apoc. 2:14.
33.
Apco. 2:14, 20-23.
34.
Hechos 6:5; Ireneo Adv. Her. I 26:3.
35.
Clemente de Alejandría, Strom. II 118; III 25:5
– 26:2.
36.
R. Bultmann, “Das Evangelium des Johannes”,
Göttingen 1941, 1964; E. Käsemann, “Exegetische Versuche und Besinnungen”,
Göttingen 1964, I 168-187; II. 155-180.etc.
37.
Juan 12:31; 14:30; 16:11; cf. 8:23 y 8:44.
38.
Juan 5:24f.; 11:25f.
39.
Juan 8:31-36.
40.
Juan 13:1f.; 17:21f.
41.
Cf. I Juan 2:18-27; 3:9; 4:1-6, 5:1-5.
42.
Käsemann, “Exegetische Versuche” I 178.
43.
NHC II I. II 6, V 5, II 4, III 3, III 4.
44.
NHC v 3:4.
45.
NHC I 2.
46.
Cambridge History of Judaism, vol. 2 y “Antike
Baptisten (SBSAW).
47.
En “Kairos
7” (1965) 123. Reimpreso en Rudolph: “Gnosis und Gnostizismus 599”); J.
Leipoldt/W. Grundmann, “Umwelt des Urchristentums I 413.
48.
H.C. Puech en 1933/34 “Où en est le problème du
gnosticisme”?, reimprso en “En quête de la Gnose”, vol I, 143-183(cita de la
página 151).
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