LOS GRANDES SISTEMAS GNÓSTICOS DEL
SIGLO SEGUNDO
EXPANSIÓN DE LA GNOSIS
La expansión de las sectas gnósticas desde mediados del
siglo primero desde Palestina-Siria hacia el Oeste alcanzó su punto máximo en
el siglo segundo, estableciéndose a lo largo de las costas de Asia Menor y
Grecia a finales del siglo primero, también alcanzó, probablemente ya en las
dos primeras décadas del siglo segundo, Egipto, i.e. Alejandría primero, y un
poco más tarde (cerca del 130) también la metrópolis del imperio, Roma. De esta
manera las dos ciudades más importantes de la época también se convirtieron en
centros Gnósticos. Las escuelas que surgieron aquí son, al mismo tiempo, las
escuelas líderes del siglo segundo. Desafortunadamente, la evidencia de la que
disponemos es muy fragmentada, por lo que es imposible ofrecer un cuadro
completo de la historia de la Gnosis en los siglos segundo y tercero. No
obstante, la mayoría de toda la literatura gnóstica que nos ha llegado, incluyendo
los textos de Nag Hammadi, datan de esta
fecha. Las sectas a menudo mencionadas por los heresiológos, por ejemplo, los Ofitas, los Nassenos,
los Cainitas, los Setianos
y los Peratas, pertenecen a este periodo;
surgen en esta época o, en su mayor parte, alcanzaron su punto más alto.
Especialmente tres teólogos gnósticos determinaron el perfil de la Gnosis en el
siglo segundo: Basilides, Marción, y Valentín.
BASILIDES (en Griego:
Basileides)
Es el representante más importante de una Gnosis Cristiana
que se vio conscientemente a sí mismo como tal, y quiso ser un teólogo
Cristiano. Hegel en sus clases sobre la historia de la filosofía, lo describe
como uno de los más distinguidos gnósticos. Desafortunadamente, no se sabe casi
nada de su vida, ni siquiera el año de su nacimiento y muerte. Ejerció en
Alejandría bajo los emperadores Adriano y Antonino Pius (117-161 d.C.). No
sabemos si vino de Egipto, o quizá del Este (Siria). Los Padres de la Iglesia
le consideraban un discípulo de Menandro de Antioquia, lo que es poco probable.
Su estancia en Persia (como predicador) es también muy poco probable, pertenece
al ámbito de la leyenda. De su obra literaria se conocen, a parte de algunos
fragmentos, solo los títulos. Orígenes le atribuye la composición de un
evangelio, aparentemente una recensión gnóstica de los evangelios de la
Iglesia. A esto añadió una exégesis (Exegetika) en 24 libros, de la que
Clemente de Alejandría ha conservado algunos extractos. Además compuso para su
congregación salmos, u odas. El valor que Basilides atribuía a la “tradición apostólica” (paralela a la labor de la
Iglesia) está atestiguado en informes según los cuales afirmaba haber tenido
por maestro al intérprete de Pedro, Glaucias, o, como se dice en otras partes,
que había recibido “palabras secretas” del
Salvador mediante el Apóstol Matías(1). Otras
autoridades a las que apelaba eran los profetas Barcabbas
y Barcofo(hijos de Noé?) que nos son
desconocidos. Estos “y algunos otros que nunca
existieron(Basilides) los crea para sí e inventa bárbaros nombres para ellos y
así asombrar a aquellos que eran por estas cosas influenciados”, como
escribe Eusebio(2), refiriéndose a la “Refutación de Basilides” por Agrippa Castor, la
cual se ha perdido.
ENSEÑANZA DE BASILIDES
En cuanto a la enseñanza misma no es nada fácil entenderla,
dado que hay, aparte de unos cuantos fragmentos auténticos, dos completamente
diferentes informes acerca de esta(3). Mientras
un grupo de fuentes citadas por Ireneo(4),
presenta un sistema dualista relacionado con la tradición gnóstica temprana, Hipólito(5) presenta un sistema de doctrina esencialmente
monista, fuertemente Greco-filosófico. Las diferentes explicaciones para estas
variaciones aún no han llegado a ofrecer una solución satisfactoria.
Probablemente ninguno de los dos relatos heresiológicos, como ocurre a menudo,
es idéntico respecto al sistema original. Ireneo trata de describirlo con
rasgos Valentinianos; Hipólito quiere relacionar toda la enseñanza gnóstica con
la filosofía Griega y no tiene muchos escrúpulos en el uso de sus fuentes
(atribuye la “Apophasis Megalé” a Simón el
Mago). Se puede asumir que Basilides no presenta sus enseñanzas
sistemáticamente(no menciona ninguna obra adecuada), la comunica solamente
oralmente a sus discípulos mediante la exégesis bíblica. No es
sorprendente que la escuela
posterior realizara interpretaciones y transformaciones diferentes. Quizá se
pueda asumir que la Gnosis de Basilides, como la Maniquea, tenía diferentes
facetas, i.e. estaba por un lado, en deuda con la tradición gnóstica más
antigua y, por el otro, se había adaptado a la filosofía tardía Griega y la
teología Cristiana. La formación de una escuela reforzó esta tendencia, como se
puede también observar en el Valentinianismo. Los fragmentos que han
sobrevivido no encajan en ninguna de las dos descripciones del sistema; tratan
también más con problemas éticos prácticos. Sin embargo, muestran un fondo
dualista, en parte claramente anti-cósmico, del sistema que contenía comienzos
ascéticos y libertinos: un caos inicial y una mezcla pusieron en moción la
génesis del mundo y trajeron el alma al cuerpo, donde ha de permanecer hasta la
salvación final, dado que comparte la pecaminosidad universal del mundo(de la
que ni siquiera el Jesús terreno está exento). El sufrimiento del alma(también
el martirio) es aquí un castigo por la ignorancia y la transgresiones que
surgen de esto. El sucesor de Basílides, su hijo Isidoro, enfatiza además la
falta de homogeneidad del alma: puede tener apéndices que permanecen abiertos
al deseo del mal. Los gnósticos (espirituales) son una “selección” alienada del mundo, dado que tienen una constitución
sobrenatural. Basilides prefiere la expresión “fe”
a “Gnosis”, aunque quiere decir lo mismo
cuando la toma significando “comprensión”(noesis),
que no está basada en la prueba y la libre decisión sino en la “elección sobrenatural”, y es así “dado por naturaleza”. La fe es por lo tanto “un estado de ser, no libertad, una naturaleza y
substancia, una eterna belleza de una súbita creación”. Los problemas
éticos que aparecen en esta doctrina de la predestinación ocuparon en gran
manera a la escuela de Basilides.
Los pocos textos auténticos no hacen referencia a la
especulación mitológica; más bien han de ser obtenidos de las fuentes ya
mencionadas. Como Ireneo ha probablemente conservado correctamente, Basilides
enseñó una emanación de seres y ángeles del Padre no-engendrado: primero seis poderes espirituales que formaban el Pleroma:
“mente”(nous) o Cristo, “palabra/verbo”(logos), “prudencia”
(Phronesis), “sabiduría”(Sophia) y “poder”(dynamis). Del último par 365 poderes
angélicos tienen su origen en una secuencia descendente ininterrumpida, cada
uno creando un “cielo” según el modelo del
precedente. Esas 365 esferas celestiales corresponden al año del mundo o eón, entendido aquí espacialmente,
que al mismo tiempo simboliza la distancia entre Dios y creador. La clase más
baja de ángeles crearon el mundo y el hombre. Su líder es el Dios de los Judíos
que aparentemente también es llamado “Abrasax”(o
“Abraxas”), un nombre que tiene como base el
valor númerico 365, según el número de cielos, aunque probablemente tuvo su
origen como paráfrasis secreta del nombre del Dios Judío Yahweh escrito con
cuatro (Hebreo: arba = abra)consonantes(tetragrama).
En orden a liberar a los hombres de la tiranía del Dios de los Judíos y creador
del mundo, el Dios supremo envió a su Cristo-Nous que apareció en Jesús, aunque
antes de la crucifixión cambió funciones con Simón de Cyrene de manera que no
fue crucificado y pudo regresar irreconocido a su Padre. En este proceso de
salvación, los hombres en tanto que tal no importan sino sólo sus almas(no se
dice nada más respecto al descenso del alma); el cuerpo es transitorio y la
obra del poder demiúrgico.
LA REINTERPRETACIÓN MONISTA DEL
SISTEMA
La reinterpretación monista del sistema de Basilides lee
diferente aunque es similar en las ideas fundamentales, dado que todo habla a
favor del punto de vista que en la Gnosis un proceso inverso, i.e. una
posterior interpretación dualista tardía de un sistema o doctrina originalmente
fuertemente monista, es impensable. El inefable, “no-existente”
Dios produjo sin volición una “semilla-del-mundo”(similar
al huevo cósmico) de la que todo lo que existe procede según un orden
predestinado(como si surgiera de la semilla de un árbol de mostaza), o sea en
un movimiento hacia arriba, pues la semilla está aparentemente “abajo” (sobre la semilla del caos?), mientras Dios
está “arriba”. La emanación da lugar a tres
“hijos”: el primero, el más ligero, acelera
de una vez hacia Dios, el segundo, más grueso, sólo puede llegar ahí con la
ayuda del Espíritu Santo, y el tercero ha de permanecer debajo y necesita
purificación y salvación (corresponde al “alma”,
i.e. el elemento del mundo físico). De la semilla-del-mundo también procede el
gobernante de la esfera de las estrellas fijas(la ogdada)
y el gobernante de los planetas(la hebdomada)
que son descritos en términos del culto Griego al cosmos. La salvación consiste
en llevar de vuelta los elementos divinos que, en forma del tercer origen,
están aún en el mundo inferior. Para realizar esto, este sistema, también, usa
el evento de Cristo, aunque bastante transformado: el “evangelio”
(que aquí representa al Cristo celestial) viaja como un rayo de luz a través de
los mundos intermedios, instruyéndoles, hasta que alcanza nuestro mundo donde
ilumina a Jesús. Su destino sigue externamente (en el cuerpo) el curso de los
evangelios, aunque inicia mediante una “separación
de las especies” la escatológica “restauración
de todas las cosas”, llevando de vuelta al tercer hijo que fue dejado
atrás en el mundo espiritual sobre el cosmos. Cuando esto ocurre, la Gracia se
apropia de la “creación”, i.e. Dios expande
la “ignorancia”-inocencia- primordial sobre
esta, “de manera que todo permanece de acuerdo a su
naturaleza y nada se rebela contra su naturaleza”. El anterior orden
espacial de las cosas es restaurado. Este sistema de un dotado seguidor de
Basilides(en Roma?) que había recibido una educación Platónica también ha
conservado el rasgo “trágico” típico de la
Gnosis: lo “ajeno al mundo”(lo no mundano)es,
sin culpa, muy de cerca ligado al mundo inferior, el cual está estrictamente
separado del espiritual mundo superior, y necesita ser liberado.
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1.
(Hech. 1:23).
2.
Eusebio, Eccles. Hist. IV 7:6-8 (Loeb Classical
Library).
3.
La mejor presentación de las fuentes traducidas
es la de W. Foerster, “Gnosis I”, PP. 80-110(ET 59-83). Cf. También R. Haardt,
“Gnosis”, pp. 41-54.
4.
Ireneo, “Adv. Haer. I 24:3-7.
5.
Hipólito, “Refutatio VII 20-27.
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