LA GNOSIS Y PLATÓN
El mito gnóstico trabaja con la hipóstasis. Las hipóstasis
resultan de la “deificación/personalización” de conceptos abastractos, la
elaboración de partes divinas o poderes en entidades activas, o la postulación
y sistematización de entidades generadoras abstractas que funcionan como “arkhai”, constituyentes, o gobernadores de nuestro
cosmos y su ontología consiste en la multiplicación de hipóstasis o eones que
forman el llamado Pleroma o Plenitud.
Es característico de algunos sistemas gnósticos,
especialmente el de Valentino, operar con una realidad tripartita que es
típicamente Platónica. Los gnósticos se refieren a esta como espíritu, alma y
materia presente tanto en el universo, tanto el visible como el invisible, y
como componente de los seres humanos. Platón se refirió a esto definiendo tres
almas en el hombre, racional, irracional (animal), y vegetativa (planta), y
acerca del Mundo de las Ideas, Alma del Mundo, y el Mundo mismo, que es una
sombra del Mundo de las Ideas. Lo que es absolutamente y eternamente, simple y
completo, es el espíritu.
Tertuliano capta bien los elementos esenciales del
gnosticismo, para él se trata de un sincretismo declinante como el de la
espiritualidad natural popular. Es una sobrestimación espiritual e idealista
del ser que confunde los límites fijados que separan a las criaturas de la
deidad; y es al mismo tiempo la hostilidad “nihilista” contra el Dios de la
realidad que ha creado el mundo y se ha revelado concretamente en la carne.
EONES
Los “Eones” representan
tanto implicaciones espaciales como el poder demoniaco del Universo o (como en
la Pistis Sofia) el ámbito de la oscuridad/tinieblas en su enormidad.
PECADO ORIGINAL
Una inclinación culpable
del Alma (como entidad mítica) hacia los ámbitos más bajos, con varias
motivaciones como curiosidad, vanidad, deseo sensual, es el equivalente
Gnóstico del Pecado Original. La Caída es pre-cósmica, y una de sus
consecuencias es el mundo, otra la condición y destino de las almas
individuales en el mundo. El Alma una vez que se volvió hacia la materia se
enamoró de esta y arde en deseo de experimentar los placeres del cuerpo. Así
nació el mundo. A partir de este momento el Alma se olvidó de sí misma. Olvidó
su lugar original, su verdadero centro, su ser eterno.
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