EL MONOTEÍSMO DE AKHENATEN Y EL DE
LA BIBLIA HEBREA
Monoteísmo, politeísmo y henoteísmo son construcciones de la
tradición Judeo-Cristiana. Manifiestan una mentalidad bastante diferente de la
del hombre antiguo. Estos conceptos, junto con categorías peyorativas como
bárbaros, paganos e idólatras, reflejan una racionalización de la historia que
nos parece natural pero que no era característica de las antiguas culturas. El
uso de estos términos asume un periodo de ignorancia seguido de un periodo de
revelación. La revelación es siempre pensada teniendo lugar en un muy remoto
pasado. Cómo lo Sobrenatural opera en el presente, mucho después de la
revelación, nunca es tratado verdaderamente.
Para los antiguos, la situación era bastante diferente. Para
ellos, lo Sobrenatural nunca deja de interaccionar con la comunidad humana y el
cosmos. No había gran revelación. Si alguna vez hubo una ruptura entre el
tiempo pasado y el presente, esta estuvo caracterizad por la creación misma:
caos primero, orden después.
Nunca se le habría ocurrido a un antiguo Egipcio postular
los Sobrenatural como una monada –una emanación unitaria e intelectualmente
superior. Mucho menos se le habría ocurrido suponer que su salvación eterna
dependía del reconocimiento de semejante monada. Un hombre podía elegir adorar
a este dios o al otro; otro podía mantener, por la razón que fuera, que otros
dioses no existían. Pero esto no era importante para un antiguo Egipcio.
Un antiguo Egipcio habría objetado solamente cuando algún
beligerante proselitista amenazara las vidas del pueblo, quizá destruyendo los
templos antiguos y sus tierras, prohibiendo el culto ordinario. Pero incluso
entonces, su objeción no tendría nada que ver con cuanto dioses eran adorados.
Esto puede ser ilustrado con el caso del faraón Akhenaton
(1352-1336 a.C.), quien, en los tiempos modernos, ha sido llamado el primer
monoteísta. Después de la muerte de Akhenaton, los Egipcios volvieron
inmediatamente a sus antiguas normas religiosas. Akhenaton fue etiquetado como
“rebelde” y “nefasto” por haber arruinado el sistema socioeconómico e
interrumpido el gobierno del estado. Pero nadie le llamó monoteísta y
ciertamente ningún peyorativo le fue aplicado por seguir a un único dios.
Los Egipcios, como la mayoría de los antiguos,
experimentaban lo sobrenatural como pluralidad infinita. Esto influenciaba sus
vidas de manera multiforme, desde los beneficioso hasta lo maligno. Consistía
de voluntades innumerables y personalidades.
Desde los tiempos prehistóricos tardíos, esta infinita
pluralidad, este Sobrenatural, se traducía en una serie de dioses, poderes del
cielo y la tierra, y “numina” –todo primeramente organizado a nivel parroquial
como una lista de dioses de la ciudad y posteriormente como dioses que operaban
en un dominio más amplio. Los listos escritores de sátiras y epigramáticos
Romanos como Juvenal y Marcial podían mofarse de la miríada de dioses animales
y “huertos” que los “demenciales Egipcios” adoraban, aunque los Egipcios
simplemente estaban reconociendo que lo Sobrenatural –comoquiera fuese
percibido- intervenía en los asuntos de la humanidad.
Con la llegada del sofisticado estado faraónico en el tercer
milenio a.C., el panteón de dioses vino a estar altamente centralizado y
estrechamente jerarquizado. Las nociones de jerarquía y subordinación fueron
introducidas. Las relaciones familiares y las funciones específicamente
asignadas se insinuaban ellas mismas en el mundo de lo divino.
Que un poder pre-eminente debía dominar el mundo de los
humanos y convertirse en Rey de los Dioses era algo que se debía esperar. Que
podía unirse con el poder solar y el ctónico para convertirse en la trina
esencia de todo lo que existe –el sol, el poder latente del mundo subterráneo y
la tierra- es de interés considerable en la evolución de la especulación humana
acerca de los grandes imponderables. Aunque esto no es monoteísmo!
Un desconocido sacerdote Menfita, en un remoto periodo de la
historia, percibió los miles de dioses del panteón Egipcio como avatares
inmediatos de un Uno subyacente. Este Uno estaba “en todo cuerpo, de todas las
cosas vivientes, animándolas pensando y enunciando (Su) voluntad”. Esta es una
ruptura mucho más profunda con el pasado, un verdadero salto cuántico por así
decirlo; pero tampoco es monoteísmo.
El monoteísmo no apareció
mediante la amalgamación y el sincretismo sino más bien mediante la
aniquilación de los otros dioses. Las otras divinas entidades no son
simplemente subidas abordo e integradas en el panteón; son tiradas fueraborda y
dejadas para que se ahoguen. Si son reconocidas, es sólo mediante una especie
de desacralización que las reduce al estatus de demonios insistiendo en que
nunca fueron otra cosa. Han de ser destruidas y borradas. Sus devoto son
atacados, y si no pueden ser masacrados como los profetas de Ba´al, son
ridiculizados y vilipendiados.
Más importante aún, la salvación viene sólo mediante un
incondicional sometimiento a lo Sobrenatural, que no necesita explicar sus
acciones o revelarse, excepto a un único individuo.
No hay que extrañarse que los tres grandes monoteísmos
conocidos se regocijen con himnos cargados con jerga militar. Tampoco hay que
sorprenderse que los Egipcios, cuando se vieron enfrentados por el vindicativo,
inidentificable Dios Juedeo-Cristiano, lo rechazaran y declararan la
religiosidad –o irreligiosidad- de sus fanáticos seguidores como “ateísmo”.
Anterior al periodo Greco-Romano, el único nativo Egipcio
que se conoce por haber promocionado un “dios-uno” fue el Faraón Amenophis IV,
conocido como Akhenaton. La línea beligerante se muestra en su trato para con
Amon, el principal dios del panteón Egipcio. El que Akhenaton no se aventurase
en una campaña de proselitismo forzado muestra sólo que no sintió la necesidad:
el gran Rebaño le seguiría ciegamente dado que él era su Todo. Y cuando se
dieron cuenta de la locura que suponía el programa de Akhenaton, ya estaba
muerto.
Akhenaton, segundo hijo de Amenophis III y su esposa real
Tiye, nació sea a finales del siglo 15 o a comienzos del 14 a.C. Eran tiempos
idílicos para Egipto y su imperio. Amenophis III reinaba en esplendor imperial
sobre todas las tierras entre Karoy en Sudán y el Eufrates en Mesopotamia, una
zona hoy ocupada toda o en partes por siete estados modernos. La corte de
Amenophis era conocida por su lujo; su reinado dio lugar a una élite
aristocrática como nunca había visto Egipto. Amenophis III estaba orgulloso de
que sus nombramientos para el servicio civil procedían “de la élite principal y
de los mejores de todo el país”. Según una inscripción en el Tercer Pilar del
Templo de Amon en Karnak, Akhenaton se congratulaba: “No nombré a nadie que no
tuviese un respetable linaje desde generaciones”. El arte que favoreció estaba
cargado con un simbolismo expresivo de su dios. Se llamaba a sí mismo “el
Brillante disco solar” –un verdadero Luís XIV, “el rey sol”. Los ingresos
procedentes del imperio hicieron de Egipto la nación más rica de la tierra, un
lugar donde “el oro es tan abundante como el polvo”.
Akhenaton sucedió a su padre y gobernó durante 17 pacíficos
años. A pesar de la prosperidad de reino, después de su muerte hubo una
destrucción general y ocultamiento de sus monumentos a medida que el pueblo
volvió a sus antiguas tradiciones. Hasta hace poco ha habido poco material
arqueológico o textual que ofreciera información acerca del reinado del faraón
o del hombre mismo.
Actualmente Akhenaton está gradualmente saliendo a la luz
gracias a la recuperación de pequeños trozos de evidencia. Tres proyectos en
particular. Como resultado de esto se pueden hacer algunas generalizaciones:
Primera, no hay evidencia de ninguna corregencia de
Akhenaton y su padre. En el pasado se había promovido dicha corregencia para
explicar, más bien de forma simplista, los pocos memoriales dedicados a
Amenophis III en Tel el-Amarna.
Segunda, no hay evidencia de influencia extranjera en el
programa revolucionario de un-diosismo. Incluso aunque su abuelo era Nubio,
Akhenaton fue educado en la capital Egipcia de Tebas. No hay razón para creer
que su esposa, Nefertiti, no fuese sino Egipcia. De sus mentores mencionados en
los registros, su tío sirvió como sacerdote del dios sol, Aten; el visir de su
padre era un aristócrata Egipcio; y su tutor de la infancia fue un lacayo de la
corte que vino a ser posteriormente su copero. O sea, todos los ingredientes de
su “culto” al disco solar –la exaltación de Aton como supremo y único dios- se
pueden encontrar en tierra Egipcia.
Tercero, aunque Akhenaton afirmó que Tebas y su gente no
congeniaban con él, celebró, sin embargo, un jubileo alguna vez durante sus
cinco años de reinado allí. En Egipto, los festivales de los jubileos,
celebrados desde la Primera Dinastía(3100-3000 a.C.), buscaban reafirmar la
legitimidad del reino del rey; tanto los dioses como los dignatarios humanos de
todas las partes del reino eran invitados al festival y se reunían en un gran
complejo de edificios erigidos especialmente para esta ocasión. En conexión con
este jubileo, Akhenaton erigió cuatro grandes “templos del sol” en Tebas. La
albañilería de los templos Tebanos de Akhenaton fue reciclada por generaciones
posteriores; entre el 15 y el 20 por ciento de los relieves decorativos aún
existen en uso secundario. En contraste, menos de un uno por ciento del material
de inscripciones original ha sobrevivido en Amarna(Akhetaton), que fue la
capital de Akhenatón desde su quinto año en adelante. Es por lo tanto el
periodo más temprano del reinado de Akhenaton, sus años Tebanos, los que
ofrecen la mejor evidencia de las nuevas ideas que rondaban en su cerebro.
Cuarto, la
decisión de Akhenaton de concentrar su culto en el divino disco-Solar(Aton) no
puede ser separada, al menos en el tiempo, de su decisión de cambiar el estilo
del arte Egipcio. Durante un breve periodo al comienzo de su reinado, tanto Aton
y el faraón mismo eran descritos con el atuendo tradicional; incluso Amon pudo
retener su lugar tradicional en la divina iconografía. Akhenaton modificó
pronto el canon artístico, sin embargo, para acomodar al disco-Solar y su
relación con él mismo. Sobretodo, Akhenaton se hizo representar de tal manera
que, incluso por los ancianos, no era considerada digna de halago: Su cráneo
parecía malformado, chupado de cara y una cabeza pesada sobre un largo cuello;
y delgadas piernas soportando su torso curiosamente femenino.
Parece que la llave para abrir los misterios de su reinado
está en la capacidad de comprender esta peculiar imagen. Las interpretaciones
han sido varias y, a veces, exageradas; algunos le consideran una mujer
disfrazada, otros le describen como un eunuco traído de vuelta de Sudán. Otra
interpretación es que Akhenaton sufría una enfermedad congénita; el principal
candidato ha sido el síndrome de Froehlich- pero esto trae más problemas de los
que resuelve. La sugerencia más reciente es que Akhenaton sufría el síndrome de
Marfan. Los defectos oculares, cardiovasculares y musculares de este síndrome
comparan a Akhenaton con un T. Pero esta sugerencia crea más problemas de los
que resuelve. En particular el síndrome de Froehlich resulta invariablemente en
temprana esterilidad y reducida inteligencia; Akhenaton no era estéril (sabemos
que tuvo al menos seis hijas) ni mentalmente retrasado.
Una escuela de pensamiento ha rechazado las causas físicas a
favor de una interpretación simbólica: Akhenaton decretó que había de ser así
descrito simplemente para transmitir la idea de sí mismo como figura andrógina
o hermafrodita de la fertilidad –simbolizando el estatus del faraón como padre
y madre de toda la humanidad. De hecho, precisamente esta clase de figura
andrógina existe en el arte Egipcio, antes y después de Akhenaton, y para este
mismo propósito. Si Akhenaton hubiera querido describirse a sí mismo como padre
andrógino de todos, seguramente se habría apropiado de la imaginería
tradicional. Pero las imágenes de Akhenaton no se asemejan en nada a esas otras
descripciones, sugiriendo que Akhenaton quería decir otra cosa.
Quinto y final, el nuevo programa de Akhenaton involucraba
el culto de un dios (el disco-Solar Aton), cuyas expresiones gráficas y
verbales eran iconoclastas. O sea, el uso tradicional de un ubicuo, complejo
simbolismo y extendida metáfora para describir lo Sobrenatural fue abandonado;
incluso en las artes decorativas menores, las imágenes cargadas de simbolismo
politeísta fueron abandonadas.
Algunos de los que han negado el un-diosismo de Akhenaton
han señalado al uso ocasional en sus inscripciones reales de la palabra “dioses”,
así como de los nombres divinos Hathor, Shu, Re, y Horus, junto con Aton. Pero
este argumento es engañoso. La mayoría, si no todas, las referencias a estos
otros dioses ocurren muy temprano en el reinado de Akheneton, cuando la
experimentación era abundante, incluso en el propio pensamiento del rey. En
este periodo, los escultores y sacerdotes trataban de entender las directivas
del rey, por lo que eran de esperar interpretaciones tangenciales. Las referencias
a Hathor y a “los dioses” se encuentran en descripciones preparadas para el
jubileo, que Akhenaton celebró en su tercer año y que estuvo centrado
clásicamente en un cónclave de todos los dioses de Egipto. Que las referencias
son excepcionales se puede ver en el hecho que Akhenaton hizo lo mejor que pudo
para eliminar completamente a los dioses del ritual en todas partes: la gran
cantidad de santuarios, antes llenos con los “numina” del alto y bajo Egipto,
fueron sustituidos por el disco-Solar solamente; el himno a Hathor fue expurgado
para eliminar todo el simbolismo de odio de los dioses. Finalmente, los nombres
solares Re-harakh Te y Shu aparecen más bien enteramente en el nuevo nombre
didáctico que Akenhaton dio a su nuevo dios, y aquí han sido metamorfoseados de
nombres a nombres comunes significando “sol” y “luz”: “Larga vida al Sol-Horus
del Horizonte, aquel que se regocija en el horizonte en su nombre de
“Luz-que-es-en-el-disco-Solar”.
El texto más revelador acerca de la naturaleza del nuevo dios
de Akhenaton y su motivación para presentarlo forma parte hoy de la décima
columna en Karnak. Aunque esta columna fue erigida por el Faraón Haremhab una
generación después de la muerte de Akhenaton, incluye mampostería reciclada de
un portal construido por el hereje y desmantelado después. Dónde estuvo situada
el portal originalmente no está claro, aunque el estilo de su decoración
sugiere que fue puesto al comienzo del reinado de Akhenaton, antes de
introducir su revolucionario arte. Dos bloques pertenecen claramente a una
larga inscripción escrita en columnas. Aunque 14 columnas se han conservado
parcialmente, ni la primera ni la última aparecen en los bloques. Como
resultado, no se ha conservado ninguna frase completa sea en la columna o de
columna a columna. No obstante, se puede discernir una progresión en
pensamiento y contenido.
Es bastante sorprendente, el texto comienza con Akhenaton
declamando que todos los demás dioses han fracasado y “cesado” de ser
efectivos. Pero las siguientes columnas del texto van más allá, celebrando a
otro dios que no ha “cesado”. Este es un dios “que él mismo dio nacimiento a sí
mismo, y nadie conoce el misterio de[……]. El va donde le place y no saben [su]
i[r]”. Akhenaton describe a su nuevo adoptado dios como absolutamente único, localizado
en el cielo. Numerosas viñetas también grabadas en el portal desmantelado de Akhenaton,
dejan claro que el dios en cuestión es Ra, el Horizonte-Horus, o el gran dios
sol. Este dios es misterioso, celestial y auto-engendrado, y su creación es
exaltada.
La inscripción del décimo pilar no sólo demuestra que Akhenaton
adoraba a un dios sino que apoyaba la existencia de un solo dios. La columna 13
de la inscripción nos da una nueva versión de una fórmula que le gusta bastante
a Akhenaton: “Cuan inigualable es este dios”! Columnas 8-11 enfatizan la nueva
inefable cualidad del nuevo dios y sugiere la especial relación de Akhenaton
con la deidad –que Akhenaton reiterará una y otra vez en referencias al
disco-Solar como “su padre” y a él mismo como el “verdadero hijo del
disco-Solar” la intimidad de esta relación es a menudo ilustrada gráficamente:
los rayos de luz del disco-Solar terminan en forma de manos humanas que
acarician y protegen al hijo amado, Akhenaton, y su esposa, Nefertity.
Dada la naturaleza altamente fragmentario del texto, no
obstante, varios problemas permanecen. Nos gustaría saber qué implica el uso
del verbo 3bw (traducido arriba como “casado”) cuando es aplicado a los dioses
en su santuario. Significa esto, por ejemplo, que el disco-Solar ha arrojado
fuera a todos los demás dioses del panteón Egipcio? O significa que esos dioses
eran creación del disco-Solar en primer lugar? O sugiere Akhenaton que los
otros dioses nunca existieron realmente? Otra cuestión: Es sólo coincidencia
que el sobrenombre más frecuente de Amenophis III, el padre de Akhenaton, fuese
“el brillante disco-Solar”? Quizá haya ahí más de lo que se percibe a primera
vista –o sea, quizá Akhenaton combina el disco-Solar con su fallecido padre de manera
que aún no entendemos. También, nos gustaría saber si el texto representa una
oración privada o un mensaje público a la corte de Akehanton, en el cual el
faraón instruye a sus sujetos acerca de la naturaleza y poder del nuevo dios.
Los miembros del círculo del rey en Amarna nos dicen en sus biografías cuán
maravillosa era la “enseñanza” del rey y como todos se unían a esta. Es la
presente inscripción un ejemplo de esta enseñanza?
La exaltación que hace Akhenaton del disco-Solar como
supremo, auto-engendrado y omnipotente nos lleva a esperar intolerancia hacia
elementos que no encajaran en su pensamiento. De hecho es así. Su intento de
destrucción de Amon –borrando el nombre del dios y su imagen- es bien conocido.
Menos lo es el hecho que Akhenaton envió al sumo-sacerdote de Amon a trabajar
en las canteras. Aunque no hay evidencia de que Akhenaton se movilizó
activamente para cerrar los templos de Amon, sí que dirigió los ingresos de
esos templos a sus nuevos
santuarios dedicados al disco-Solar. Su tutor de la adolescencia, copero
y jefe de la alimentación, Parennefer, amenazó a aquellos que se negaran a
cumplir con el programa. Una inscripción en la tumba de Parennefer en Tebas
dice: “Ahora el Sol sabe cual es el siervo que es diligente respecto a las
ofrendas. El siervo que no es diligente respecto a las ofrendas del disco-Solar
se expone a sí mismo a tu (el rey) poder; pues los impuestos de grano de los
otros dioses son medidos meramente en pequeñas cantidades, pero par el
disco-Solar son medidos en superabundancia”.
Akhenaton era claramente monoteísta. Todos los
bien-conocidos ingredientes están presentes: revelación-cum-enseñanza, iconoclasta
beligerante, negación de la pluralidad de los Sobrenatural, la anatematización
de los otros “dioses”, la purga de las formas de expresión religiosa. Él creía
en un solo y universal dios, Aton, que había creado el mundo y que aún afectaba
al mundo con Su activa presencia. Pero la religión de Akhanaton no llegó muy
lejos; promulgó su creencia en el supremo disco-Solar construyendo templos y
componiendo himnos –y desfigurando a los “falsos” dioses- esto fue todo.
Antes de que la abundante evidencia arqueológica de Tebas y Tel
el-Amarna estuviese disponible, muchas infundadas ideas convirtieron a Akhenaton
en un maestro humano del verdadero Dios, mentor de Moisés, un personaje tipo
Cristo, un filósofo adelantado a su tiempo. Aunque estas imaginarias criaturas
están desapareciendo a medida que la realidad histórica surge gradualmente. Hay
poca o ninguna evidencia para apoyar la noción que Akhenatón fuese el
progenitor del monoteísmo que encontramos en la Biblia. El monoteísmo de la
Biblia Hebrea y del Nuevo Testamento tuvo su propio y separado desarrollo –que
comenzó más de medio milenio después de la muerte del faraón.
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