EL GÉNERO DEL MITO DEL COMBATE
En Génesis 1, la creación
es presentada como un serie de diferenciaciones, cada una más pequeña que la
anterior, hasta que nuestro mundo es, por así decirlo, modelado de lo
sin-forma, el cósmico “tohu wa-bohu”. Dios
crea el Orden partiendo del Cao y el sentido de la confusión –un proceso de
mucha importancia para las comunidades humanas desde la creación del Génesis
hasta hoy. Además, para comparar las grandes cosas con las pequeñas, los
estudiosos modernos realizan un proceso similar cuando se acercan a los
confusos, aunque siempre fascinantes textos que hasta nosotros han llegado
desde el antiguo Oriente Medio. Para darles sentido se requiere igualmente
diferenciación: separar las clases similares del todo, y formar categorías de
modelos semejantes.
El género del “mito del combate”
es de este tipo de categoría, en la cual los estudiosos sitúan aquellas
antiguas historias que comparten la misma trama básica de la batalla entre dos
adversarios sobrenaturales(1). En términos rudimentarios,
estos mitos narran la lucha de un dios con un monstruo enemigo que amenaza el
orden y la vida del cosmos. El campeón “guerrero
divino” es invariablemente el dios de la tormenta, mientras que su
adversario destructivo típicamente toma la forma de un dragón o monstruo
marino. Después de una lucha por el dominio donde el dragón obtiene la
victoria, el guerrero divino vence a su enemigo, asegurando el orden y la
fertilidad en el cosmos. Por ello le es garantizado la realeza y, su triunfo
celebrado festivamente, el dios-de-la-tormenta se dirige hacia su recién
construido palacio(i.e. Templo)para ser coronado rey.
Versiones de este mito está atestiguadas en los textos a lo
largo del cercano Oriente, Egipto, Sumeria, Babilonia, Ugarit, Hurro-Hititas, Asirios,
e Israelitas(A). En el Oeste, sus variaciones
aparecen en relatos Griegos como la batalla de Zeus con Tifón, y de Apolo con
Pitón(2); más al Este, subyace en el relato de
la batalla de Indra con Vritra(3). Este
testimonio a lo largo de tan amplia zona geográfica, tiempo, y cultura sugiere
que, para muchos pueblos antiguos, el mito mantuvo una importancia
considerable. Sin embargo, para apreciar este significado hay que comprender el
mito de manera más completa.
EL MITO HEBREO DEL COMBATE
En tanto que reino del antiguo Oriente Medio, Israel tenía
su propio mito del combate y las tradiciones cultuales asociadas. En la versión
Hebrea, Yahvé es el guerrero dios-de-la-tormenta que subyuga la Mar y su Dragón
asociado; hay incluso evidencia de que, como Baal, también él luchó contra la
Muerte.
Para la historia del Yahvismo –desde el antiguo culto
Israelita hasta el Judaísmo del Segundo Templo y posteriormente- la importancia
del mito del combate y la descripción de Yahvé como guerrero divino no es para
nada exagerada. Es más, Theodore Hiebert
resume este tan duradero significado:
“Esta comprensión de Dios como
guerrero está fundada en los orígenes de la religión bíblica. La imagen del
guerrero divino domina la poesía más antigua Israelita, permanece como caracterización
frecuente de Dios a lo largo del periodo bíblico, y obtiene una nueva
prominencia en la literatura apocalíptica tanto de las comunidades Judías como
Cristianas”(4).
Comprender la evolución de esta concepción de mito antiguo a
marco apocalíptico crucial es necesaria para una apreciación de su papel último
en el Evangelio de Marcos. Sin embargo,
consideraciones de progresión narrativa se hacen más difícil a medida que nos
movemos en el materia Hebreo dado que, como Andrew Angel ha señalado, los rasgos del mito del combate se encuentran mayormente
fuera del contexto de la narrativa estricta en los textos Hebreos.
“Una definición [del mito Hebreo
del combate] mediante la trama es muy difícil dado que la tradición usa
imágenes frecuentemente aunque nunca las sitúa dentro de una narrativa
conectada…. Por ejemplo, el uso de la imagen del Chaoskampf en Isa. 17:12-13 difícilmente puede ser considerada
un relato, la narrativa es parcial incluso donde los elementos del relato están
presentes”, ej. Salm. 18:4-15(5).
Además, los indicios que obtenemos en el mito Hebreo del
combate de los Profetas y Salmos, por ejemplo, asumen la historia en lugar de
narrarla. Por esta razón hay que poner de lado el esquema narrativo en este
capítulo, y en su lugar confiar primariamente en el conocimiento deducido de la
previa investigación del género del mito del combate, particularmente sus temas
e imaginería comunes.
YAHVÉ VS. EL MAR (YAM)
Como en Baal, el principal enemigo de Yahvé en el mito del
combate Hebreo es Yam, el Mar furioso. En tanto que representante del Caos, la
Mar ha de ser derrotada si se quiere asegurar el orden y la fertilidad en el
cosmos. Leemos, en diseminadas alusiones en los Salmos y los Profetas, cómo el
dios-de-la-tormenta Israelita lucha contra el enemigo-caos:
“Arde tu cólera, Yahvé, contra
los ríos,
contra el mar tu furor,
cuando montas tus caballos,
tus carros victoriosos?
Desnudas y aprestas tu arco,
llenas tu aljaba de saetas*”
(*)Texto corregido, según un ms griego; el hebreo es
ininteligible(lit.: “Los juramentos son las saetas
de la palabra”).
“…Surcas el mar con tus
caballos,
entre el estrépito de aguas
caudalosas”.(Hab. 3:8-9a, 15)
El conflicto de Yahvé con la Mar/Río es claramente análogo
al enemigo de Baal Príncipe Mar/Río Juez – ambos “Yam(m)
y “Nahar” en las lenguas Semitas, ambos son
frecuentemente destacados en paralelismos poéticos(3).
Aquí el sometimiento del enemigo-caos es atestiguado, particularmente
reminiscente de cómo Marduk sometió a la Mar primordial después de lanzarle sus
rayos-flechas.
De nuevo, el bramido del trueno que acompaña a estos rayos
era entendido como “la poderosa voz” del
dios de la tormenta, y así el arma principal para la batalla de Yahvé es
descrita a menudo simplemente como su voz, bramido, su “reprimenda”(Hebreo g´r):
“Inclinó los cielos y bajó,
con espeso nublado a sus pies;
volaba a lomos de un querubín,
sostenido por las alas del
viento.
Se puso como tienda un cerco de
tinieblas,
De aguas oscuras y espesos
nubarrones;
El brillo de su presencia
despedía
Granizo y ascuas de fuego.
Tronó Yahvé desde el cielo,
Lanzó el Altísimo su voz;
Disparó sus saetas y los
dispersó,
La cantidad de rayos los
desbarató.
El fondo del mar quedó a la
vista,
Los cimientos del orbe
aparecieron,
A causa de tu bramido, Yahvé,
Al resollar el aliento de tu
nariz”(Salm. 18:10-16).
Aquí, además de la dispersión de las aguas furiosas del Mar,
encontramos caracterizaciones antropomórficas de las armas del
dios-de-la-tormenta: Sus rayos como saetas y su trueno/bramido como Su voz de
rechazo. Ante su bramido la Mar recula y revela los fundamentos de su creación.
Encontramos ejemplos similares de Yahvé “increpando” a las
aguas-del-caos en Salmo 106:9, Isaías 17:13 y 50:2,
y Nahun 1:14. Todos relacionan la idea
básica de que ante su “bramido”(i.e. su poderosa voz, el trueno de sus rayos)
la Mar, como enemigo derrotado, se retira y retrocede a sus límites debidos. Así
el orden es establecido y las aguas caóticas son contenidas. Otro Salmo
describe todos esos aspectos juntos:
“…Levantas sobre las aguas tus
moradas;
te sirven las nubes de carroza,
te deslizas sobre las alas del
viento
…Sobre sus bases posaste la
tierra,
inconmovible para siempre jamás.
La cubriste con el abismo como
si fuera un ropaje;
Sobre los montes persistían las
aguas;
A tu bramido emprendieron la
huida;
Huyen al escuchar tu trueno.
…Les pusiste un límite
infranqueable,
para que no vuelvan a anegar la
tierra.” (Salm. 104:3, 5-7, 9).
Aquí Yahvé no es otro sino el dios de la tormenta en su
carro en las nubes que somete la mar Caótica imponiendo el orden. Es más, como
en otros mitos del combate, su derrota del Mar está intrínsicamente ligada a la
cosmogonía de la creación. Ninurta creó sistemas de regadío e impidió que las
aguas permanecieran en las montañas; Marduk creó el cielo y la tierra de los
restos del Mar (Tiamat). Igualmente Yahvé retuvo las aguas para que no
inundaran las cimas de las montañas y estableció un ordenado y diferenciado
cosmos.
Aunque mayormente prevalente en los Salmos, las referencias a
esta batalla cósmica se pueden encontrar en otros lugares en la Biblia Hebrea.
En términos poéticos, el autor de Job hace uso de la disputa de Yahvé con el
Mar cuando reflexiona sobre el enorme poder de Yahvé y la futilidad de luchar
contra él –como lo intentó el Mar, aunque fracasó:
“Si alguno quisiera discutir con
él,
de mil argumentos no podría
rebatirle
ni uno solo.
Dios es grande en poder y
sabiduría,
Quién podría hacerle frente y
salir bien
Librado?
…..Sin ayuda de nadie extendió
el cielo
y aplastó al monstruo del mar”
(Job 9:3-4, 8).
Encontramos el sometimiento del Mar y su conexión con la
Creación. En otros lugares, sintiendo que Dios disputa con él, Job se lamenta:
“Soy acaso un monstruo del mar
para que me vigiles?”
Si peco, qué perjuicio te causo?(Job. 7:12, 20).
Este Dragón al que se refiere Job es otro enemigo que Yahvé
derrota en sus batallas contra la Mar y las fuerzas del Caos.
YAHVÉ VS. EL DRAGÓN
Como Baal y los demás dioses-de-la-tormenta, Yahvé batalla
contra los ayudantes del jefe del enemigo-caos. Así el dragón del mar con siete
cabezas Lotán(Litan) del Ciclo de Baal reaparece, con su nombre ligeramente
modificado, como el dragón del mar con muchas cabezas Leviatán:
“Desde tiempos antiguos, tú eres
mi rey.
Tú, oh Dios, alcanzaste muchas
victorias
en medio de la tierra:
dividiste el mar con tu poder,
rompiste la cabeza a los
monstruos del mar,
aplastaste las cabezas del
monstruo Leviatán
y lo diste por comida a las
fieras del desierto.
Tú hiciste brotar fuentes y
ríos,
Y secaste los ríos inagotables.
Tuyos son el día y la noche;
tú afirmaste la luna y el sol;
tú marcaste los límites del
mundo;
tú hiciste el verano y el
invierno”. (Salm. 74:12-17).
Aquí, el interés temático con la realiza y la regularidad
agrícola están presentes, mientras que, respecto a los motivos, encontramos el desmembramiento/división
del enemigo Mar. De hecho, la relación del combate y la cosmogonía está
particularmente marcada en la tradición Hebrea. Despuéss que Yahvé hubo
aplastado las cabezas de los dragones en el tiempo primordial (Cf. Marduk y
Baal aplastando las cabezas de sus draconianos enemigos del Mar), estableció
los objetos celestiales, los límites de la Tierra, y las estaciones. Quizá en
la similaridad más fascinante, sin embargo, Yahvé arroja el cadáver del
Leviatán en el desierto para que sirva de comida –igual como Anat echó al
Dragón/Yamm en el desierto, así como el cuerpo de Mot (que fue comido por los
pájaros). Así encontramos este argumento presenten en la tradición Hebrea
igualmente, en la cual el monstruo-caos derrotado es dividido, y su cuerpo
sirve como alimento en un lugar desierto.
Un descripción amplia de Leviatán aparece en Job 41. Aquí,
Yahvé presume ante Job de su conquista del monstruo marino:
“Y a Leviatán, lo pescarás con
un anzuelo?
Podrás atarle la lengua con una
cuerda?
Podrás pasarle un cordel por las
narices
o atravesarle con un gancho la
quijada?
Jugarás con él como un pajarito?
Lo atarás como un juguete de tus
hijas?
Si llegas a ponerle la mano
encima,
te dará tal batalla que no la
olvidarás,
y nunca volverás a hacerlo”
(vv. 1-2,5,8).
De nuevo encontramos el motivo vinculante del atado,
cuando el mismo Yahvé presume de haber atrapado Leviatán –incluso amordazando
al Dragón como Anat amordazó a Tunnan. Yahvé alardea de lo mismo en otras
partes (ver Salm. 68:23)(B).
Así, similar a los mitos de combate Cananitas, Yahvé
“amordaza” al Dragón/Mar en el curso de la batalla.
Otros pasajes hablan de destruir a Rahab, cuyo nombre
significa “bulliciosa”, y como John Day observa, “un término apto para la
personificación del mar furioso”(7). Rahab es
ciertamente un monstruo-del-caos, lo que puede ser de hecho otro nombre para
Leviatán(8). El Salmo
89 enlaza el dominio sobre el mar, el aplastamiento de Rahab, y la
Creación.
“Tú dominas el mar embravecido
y aquietas sus olas encrespadas;
aplastaste al monstruo
marino(Rahab)
como si fuera un cadáver;
dispersaste a tus enemigos
con la fuerza de tu brazo.
El cielo y la tierra son tuyos;
tú formaste el mundo y todo lo
que
hay en él”.
De manera similar, Job medita sobre la implacable furia de
Yahvé considerando su propia grave situación.
“Si Dios se enoja, no se calma
fácilmente;
a sus pies quedan humillados los
aliados
de Rahab.
Cómo, pues, encontraré palabras
para contradecir a Dios?”
Este pensamiento se hace eco del motivo del “aplastamiento”:
los aliados del dragón-mar Rahab yacen en sumisión bajo los pies de Yahvé como
enemigos derrotados por el guerrero divino enfadado. Así Ninurta aplastó a los
aliados de Azag, Baal a los de Yamm, y Marduk a los de Tiamat.
Yahvé vs. Muerte (Mot/Sheol)
Es debatible si hay alguna mención explícita en la Biblia
Hebrea de alguna batalla entre Yahvé y la Muerte (en Hebreo, “Mot”). Sin
embargo, dada la continuidad tradicional con los mitos Cananitas de Baal vs. el
Mar/Río y el Dragón, la existencia de este mito es bastante plausible. Además,
la investigación de esta hipótesis lleva a la intrigante y sugerente evidencia
que este mito existió de hecho, e incluso persistió durante siglos en la tradición
a pesar de su casi ausencia en los textos canónicos.
Incluso en los textos canónicos Hebreos la personificación
de la Muerte como agente pernicioso sobrenatural trasciende a menudo la mera
expresión poética. Es más, los antiguos Israelitas compartían claramente muchas
concepciones míticas de la Muerte y del mundo subterráneo con la tradición
Cananita(9). Así, por ejemplo, el Salmo 49:14
habla de hombres ignorante en estos términos:
“Como ovejas son llevado sal
Seol,
los pastorea la Muerte,
van derechos a la tumba.
Su imagen se desvanece,
El Seol es su mansión”.
Esta idea de la Muerte como pastor puede relacionarse con
una tradición atestiguada en los textos Ugaríticos. En KTU 1.6.ii.21-23, la
muerte presume de tomar a Baal como un niño en su boca y de llevarlo como un
cordero(10).
Como ilustra el pasaje, la Muerte es a menudo identificada
con el Sheol, el mundo subterráneo, y de hecho las dos parecen ser a menudo
sinónimos esenciales. El Sheol es así una especie de perífrasis para
Muerte/Mot, como el paralelismo poético de Habakkuk
2:5 sugiere(11):
“…. Los hombres orgullosos
desean el poder,
lo buscan sin descanso y siempre
quieren más,
aun cuando el poder es
traicionero.
Abren su boca como el sepulcro
Y son insaciables como la muerte
;
Por
eso se lanzan a conquistar
Nación tras nación”.
Este versículo ejemplifica la más notable continuidad
Israelita respecto a la concepción Cananita de Muerte: su rapaz apetito. En los
textos Ugaríticos la Muerte es caracterizada por su insaciable apetito, incluso
llega a tragarse al mismo Baal. Lo mismo es verdad respecto a la Muerte en las
concepciones antiguas Israelitas. Proverbios 27:20
dice, “la muerte, el sepulcro y la codicia del
hombre Jamás quedan satisfechos”.
El Sheol es incluso descrito como el que traga, cuyo consumo
lleva al muerto al “sepulcro”(Sheol).
“Como se traga la muerte a
quienes caen en el sepulcro”(Prov. 1:12).
Igualmente Isaías 5:14:
“Ensancha su garganta el Sheol,
dilata su boca sin medida,
para tragar a su nobleza y a su
pleba,
todo su bullicio y su alegría”.
Viendo que la Muerte era a menudo entendida como agente
sobrenatural con las mismas características que el dios Cananita, algunos
estudiosos ha propuesto la existencia de un mito del combate entre Yahvé y
Muerte similar al combate entre Baal y Muerte. Evidencia más tardía respecto a
la batalla entre Yahvé y Muerte se encuentra en el libro de (Isaías 25:4-8). Aquí el profeta parece tomar del
mito del combate agrícola Levantino –entre el fecundo otoño del
dios-de-la-tormenta y el estéril,
abrasador verano de Mot. Como bien ha señalado Mark Smith, “tanto los conflictos entre Baal-Yamm y Baal-Mot están
relacionados con las lluvias de otoño”(12)
y
“cada parte importante del ciclo
de (Baal) usa la imaginería del periodo de intercambio del otoño….. Este
periodo es testigo de la alternancia de los vientos del este llamado Sirocco
con los vientos traedores de lluvia procedentes del Mar Mediterráneo hasta que
finalmente los vientos del oeste superan a los del este”(13).
Aquí este intercambio estacional se convierte en una
metáfora de la salvación de Yahvé para con su pueblo: las nubes de lluvia del
dios-tormenta vencen al calor opresivo del verano, i.e. la Muerte. A esta
metáfora le sigue la imagen de la fiesta. La fiesta de la abundancia de Yahvé
en la ciudadela de Jerusalem trae a la mente una fiesta de la cosecha o de los
primeros frutos. Como ya se ha mencionado esta fiesta posiblemente proveyó el
contexto cultual para los mitos del combate Ugaríticos –incluyendo la batalla
de Baal contra la Muerte- y los mitos del combate Israelitas también.
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(A)
Ver Ninurta vs.
Azag; Ninurta vs. Anzu(Sumer-Akad); El Dios de la Tormenta vs. la
Serpiente(Periodo Hitita Antiguo); Marduk vs. Tiamat(Babilonia); Baal vs. el
Mar [Yamm] (Ugarit); Baal/Anat vs. el Dragón (Ugarit).
(B)
Para esta
traducción, ver Mitchell Dahoo, “Psalms” (Garden City: Doubleday, 1966), 131.
Aunque esta lectura es discutida, muchos estudiosos traducen este pasaje
igualmente.
------------------------------
1.
Otras designaciones para el género son
utilizadas algunas veces, como “el mito del
Chaoskampf” (Lucha contra el Caos)o el “mito del conflicto”. Otras
designaciones menos comunes también tienen lugar.
2.
Joseph Fontenrose, “Python”:
A Study of Delphic Myth and Its Origins”(Berkeley: University of California
Press, 1959). Cf. Carolina López-Ruiz, “When the
Gods Were Born: Greek Cosmogonies and the Near East” (Cambridge: Harvard
University Press, 2010), 84-129.
3.
Fontenros, “Python”,
194-209.
4.
(cap.2-1)ABD, “Warrior, Divine”, 876.
5.
Andrew R. Angel, “Chaos and the Son of Man: The
Hebrew Chaoskampf Tradition in the Period 515 BCE to 200 CE”, Library of Second
Temple Studies(London: T & T Clark, 2006), 25n. 177.
6.
Frank Moore Cross, “Canaanite Myth and Hebrew
Epic: Essays in the History of the Religion of Israel”(Cambridge: Harvard
University Press, 1973), 140.
7.
God´s Conflict,
6.
8.
Ibid, 6, 39.
9.
Para una más amplia comparación, ver “Yahweh and the
Gods and Goddesses of Canaan”, Journal for the Study of the Old
Testament. Supplement Series(Sheffield: Sheffield Academic Press, 2002), pp.
185-225.
10.
Ibid., 186.
11.
Wakeman, “God´s
Battle with the MOnster”, 107.
12.
M. Smith, “The
Ugaritic Baal Cycle” Vol. 1,63.
13.
ibid., p. 97.
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