GNOSIS, SUS ORÍGENES, EL DEMIURGO
Desde después de la Segunda Guerra Mundial, la teoría del
origen Judío del Gnosticismo ha sido reafirmada en referencia a los textos de
Nag Hammadi(1). Pero esta teoría no es
indiscutible. H. Jonas, seguidor de la “religionsgeschichtliche
Schule”, encontraba la esencia y origen del Gnosticismo en una
pre-Cristiana “Erlösungsmysterium” de derivación Babilonia o Irania(2). Mantenía que el Gnosticismo muestra un
“antagonismo hacia el pueblo Judío como un todo, una especie de antisemitismo
metafísico, que precisamente las fuentes más pródigas en el uso de temas Judíos
(al mismo tiempo las más arcaicas) demuestran”(3).
Si esto es correcto, sería difícil explicar cómo el Gnosticismo puedo haberse
desarrollado partiendo del Judaísmo.
Jonas cita la figura del demiurgo como primer testimonio de
su tesis, dado que el demiurgo “a menudo es una caricatura reconocible del Dios
del Antiguo Testamento”, “una parodia del Creador Bíblico”(4). Jonas tiene razón respecto a que el demiurgo “es
un símbolo gnóstico del primer orden. En su concepción general refleja el
desagrado gnóstico hacia el mundo….”(5). La
oposición entre el Dios más alto y el demiurgo es la correlación
teológica-metafísica respecto al dualismo anti-cósmico del Gnosticismo(6). El “lugar” del demiurgo puede ser tomado por una
pluralidad de poderes (ej., el colectivo de los “Siete”); aunque la ausencia
total de cualquier símbolo para una causa inferior o degradada del mundo, o de
su orden particular, o de su materia, haría dudar el aceptar la doctrina como
gnóstica(7).
La figura del demiurgo presenta el más grande obstáculo a la
teoría del origen Judío del Gnosticismo. Pero parece ser que el tema verdadero
es este: “la mayoría de los gnósticos estaban contre el Dios Judío que creó el
mundo y dio la Ley. Es posible que esta doctrina sea de origen Judío? Incluso
aquellos que aceptan que muchos puntos de vista Gnósticos han de derivar del
Judaísmo, parecen haber evitado este tema(8).
La afirmación que el Gnosticismo muestra un “antisemitismo”
o un “antagonismo contra el pueblo Judío” no es veraz. Los errados y ciegos en
la literatura Gnóstica no son los Judíos, hay relativamente poca polémica
contra el pueblo Judío en los textos Gnósticos comparado con lo que encontramos
en la literatura Cristiana(9). Es más, el
Cristianismo comenzó como una secta Judía, por lo tanto la crítica del Judaísmo
y los Judíos no excluye un origen Judío. Además, los Cristianos también tenían
la Biblia Judía como libro sagrado y adoraban al mismo Dios que los Judíos;
pero seguramente había Cristianos Gnósticos, y por analogía, la posibilidad de
la existencia de un Gnosticismo Judío hostil a las tradiciones ancestrales no
ha de ser excluida(10). G. Scholem ha sugerido
que el Gnosticismo, “o al menos algunos de sus impulsos básicos, fue una
rebelión, en parte quizá de origen Judío, contra el Judaísmo anti-mítico, un
erupción tardía de fuerzas subterráneas, que estaban tanto más impregnadas de
mito para ser camufladas en la filosofía. En el siglo segundo de nuestra era,
el Judaísmo Clásico Rabínico prohibió esta forma de herejía….”(11).
W.C. van Unnik está equivocado cuando dice que los Gnósticos
no apreciaban la Ley ni veneraban a Moisés(12).
Según un relato, Simón el Mago, la supuesta primera fuente del Gnosticismo,
veneraba la Torah; incluso Ireneo, el primero en ofrecer conocimiento
substancial acerca de las enseñanzas de Simón, no dice que el hereje hiciera
alguna detracción de la ley de Moisés. Cerinto, otro Gnóstico del siglo primero
d.C., apoyaba la práctica de la circuncisión y observaba el Sabbath, ambos
prescritos en la Torah.
Los Gnósticos no sólo conservaron la creencia en Moisés como
revelador de Dios; también continuaron la tradición pseudoepigráfica según la
cual los Adamitas y los ante y pos diluvianos patriarcas eran transmisores de
los divinos misterios. A. Böhlig y otros han señalado que los apócrifos y
pseudoepígrafos del Antiguo Testamento proveyeron a los Gnósticos con muchos
temas(13), igual hicieron otras fuentes Judías.
Así, el misticismo Hekaloth o Merkaba, describiendo el mundo del trono del
carro visto por vez primera por Ezekiel, es uno de los ingredientes que han
sido usados para construir el mito en la Hipóstasis de los Arcontes y Sobre el Origen
del Mundo, ambos en el Codex II de la librería de Nag Hammadi(14). La parte más recóndita de este misticismo o
esoterismo era la visión de la Kabod, que tenía “una semejanza a la apariencia
del hombre”(Ez. 1:126), Ya M. Gaster observó
que Marcos, uno de los pupilos de Valentino, cuando ofreció una fantástica
descripción del “Cuerpo de Verdad”(ver Iren.
I.xiv.3), era dependiente de tradiciones Judías acerca de la “Medida del
Cuerpo”, el cuerpo enorme de la Kabod, la Gloria de Dios(15). G. Quispel argumenta que la Gloria es el modelo
del Antropos Gnóstico, el Hombre celestial(16).
Esas adopciones y adaptaciones a cargo de los Gnósticos no
han sido mal usadas, y lo mismo se puede decir para con otras apropiaciones
Gnósticas de tradiciones Judías. O. Betz y otros, que objetan la derivación de
la Sofía Gnóstica de la Sabiduría Judía, que aparece en el libro de Proverbios
y la literatura apócrifa, pasan por alto el hecho que no toda forma Gnóstica de
Sofía es negativa (que el carácter ambivalente de la Sabiduría no está ausente
de la tradición sapiencial Judía)(17). Como
Jonas mismo ha admitido, incluso el demiurgo no es siempre presentado como
totalmente malo(18). Según algunos Gnósticos, el
demiurgo está enfrentado a Satán(19). Cerinto y
Justino el Gnóstico no enseñan que haya ninguna animosidad entre Dios y el
demiurgo. Según Justino, el demiurgo es incluso el factotum para la salvación de los hombres.
F. Chr. Baur, también vio la filosofía Alejandrina de la
religión como la cuna del Gnosticismo, y afirmaba que el concepto Gnóstico del
demiurgo derivaba del Platonismo, que era la madre de la filosofía Judía
Alejandrina de la religión(20). La
identificación del demiurgo con el Dios de los Judíos expresaba la baja estima
de los Gnósticos de la religión del Antiguo Testamento con su manera poco
sofisticada de presentar ideas.
Aunque los primeros Gnósticos no identificaron al demiurgo
con el Dios del Antiguo Testamento; le adjudicaron la creación a uno o más
ángeles. Los primeros Gnósticos no fueron filósofos, aunque trataron de idear
una teodicea y proteger al Dios trascendente. Lo hicieron adjudicándole la
creación del mundo imperfecto y los rasgos antropomórficos de su autor y
gobernante a una dios inferior, un ángel. El demiurgo Platónico fue un modelo
importante para esta construcción, aunque los primeros Gnósticos que eran
Judíos que no menospreciaban su Biblia –tenían su propio modelo en la figura
del Ángel del Señor. En muchos textos bíblicos, el concepto de Angel del Sñor
ha sido introducido en orden a separar a Dios de del mundo y rebajar el
antropomorfismo de la fuente más antigua.
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1.
Antes de la publicación de los textos de Nag
Hammadi, el único académico que enseño que el Gnosticismo era de origen Judío
fue E. Peterson; ver, ej., Art. “Gnosis”, en
EC, VI, 1951, col. 857 ff., especialmente
cols. 880 f.
2.
Para la adesión de Jonas a la escuela de la
historia de la religiones, ver su declaración en “Gnosis
und spätantiker Geist, I”(Die mythologische Gnosis) (FRLANT, 51), 3rd
ed. Con Ergänzungsheft, Göttingen,
1964, p. 24, n. 1.
3.
“Delimitation of the
Gonostic Phenomenon –Typological and Historical”, en OG, p. 102 (=GG, p. 642). Sobre la base
de de textos diferentes, K.W. Tröger quiere distinguir entre “actitud
anti-Judía”, “concepción anti-Judía”, “topos anti-Judío”, etc. (“Gnosis und Judentum”, en AT-F-G, p. 163). Afirma
que el topoi anti-Judío no ha de ser
visto automáticamente como polémicas anti-Judías, dado que esos topoi vinieron a ser material
tradicional temprano en el
Gnosticismo. Tröger, p. 164, ofrece más referencias del uso Gnóstico de
mitología polémica contra la Iglesia Católica.
4.
“Delimitation”,
p. 96 y p. 97(=GG, p. 634 y p. 635).
5.
Ibid., p. 96(=GG, p. 634).
6.
El dualismo anti-cósmico es la característica
fundamental del Gnosticismo; ver K. Rudolph, “Die
Gnosis”, Göttingen, 1978, pp. 65, 67.
7.
Jonas, “Delimitation”, p. 96(=GG, p. 634).
8.
“The Origins of the
Gnostic Demiurge”, en P. Granfield & J.A. Jungmann, ed., Kyriakon
(Festschrift Johannes Quasten), Münster Westf., 1970, p. 271.
9.
Cp. W.C. van Unnik, “Gnosis
und Judentum”, en Gnosis, p. 85.
10.
Tröger cita el Mandeismo como ejemplo de
sentimiento anti-Judío de “todo los movimientos Gnósticos”(p. 163), y esto
muestra cuan insignificante es la presencia de elementos anti-Judíos en la
discusión de si había o no un Gnosticismo Judío, dado que la literatura Mandea
contiene aún más polémica contra los Cristianos que contra los Judíos.
11.
“On the Kabbalah and Its Symbolism”, New York,
1965. En la discusión del escrito del Profesor Robert M. Grant en el coloquio
de Messina, Jean Cardinal Danielou mantuvo la opinión que la actitud
anti-cósmica del Gnosticismo fue el resultado de una revuelta interna Judía;
ver OG,
p. 157.
12.
(14)op. cit., pp.
80, 82
13.
(19)ver Böhlig, “Religionsgeschichtliche Probleme aus der Schrift ohne
Titel des Codex II von Nag Hammadi”, WZUH, Ges. Sprachw. Reihe, X, 1961,
pp. 1325 ff.(=Mysterion und Wahrheit (AGSU, VI), Liden, 1968, pp. 119ff.); “Der
jüdische und judenchristliche Hintergrund in gnostischen Texten von Nag
Hammadi”, en OG, pp. 109 ff.; cp. B. Gärtner, “Die rätselhaften Termini
Nazoräer und Iskariot” (HS, IV), Uppsala, 1957, pp. 31ff.(acerca de los
Mandeos).
14.
(20)I. Gurenwald,
“Jewish Merkavah Mysticism and Gnosticism”,
en J. Dan & F. talmage, ed., “Studies in Jewish
Mysticism” (Proceedings of the Regional Conferences held at the
University of California, Los Angeles, and McGill University in April, 1978),
Cambridge, Mass., 1982, pp. 41 ff., ha mostrado que hay una cercana
concordancia entre la descripción de la Merkaba en esas obras y en el
misticismo Judío.
15.
(21)ver “Das Shiur Komah”,
en sus “Studies and Texts, II” London, 1927,
pp. 1330 ff., especialmente p.
1344.
16.
(22)Ver Hermetism
and the New Testament, especialmente Pablo”, en W. Haase, ed., ANRW, II.22
(Religion: Gnostizismus und Verwandtes), forthcoming; “Ezekiel
1:26 en Jewish Mysticism and Gnosis”, VigChr, 34, 1980, pp. I ff.
17.
(23)Ver Betz, “Was am Anfang geschah (Das jüdische Erbe in den
neugefundenen koptischgnostischen Schriften)”, en O. Betz, et al., ed., Abraham unser Vater (Festschrift für O.
Michel) (AGSU, V), LEIDEN, 1963, P. 40. Acerca de Sofía, ver el artículo sobre
Helena en RAC por el profesor Gilles
Quispel.
18.
(24)”… Tratamos
con un principio no completamente malo, sino más bien inferior y degenerado,
como la causa y esencia de la creación” (The Gnostic Religion, 2nd ed., Boston,
1963, reimpreso 1967, p. 132); “… sobre todo en un
rango de mitos gnósticos, su imagen varía, y hay versiones más suaves en las
que aparece más como extraviado que como malo, abierto a ser corregido y con
remordimientos, hasta la redención final”(“Delimitation”, p. 96 (=GG, p. 634)).
19.
(25)No es
correcto y sin reservas que el “Gnosticismo
distinga …. en sus sistemas al dios altísimo ….. de manera tan aguda como sea
posible del creador inferior del mundo” (Schöpfer und Schöpfung in der
Gnosis”, en AT-F-G, P. 44).
20.
(31)Das Christentum
und die christliche Kirche der drei resten Jahrhunderte, 2da ed.,
Tübingen, 1860, p. 185 (= GG, p.
183). Baur, p. 183 (= GG, p. 9),
habla expresamente del Gnosticismo Cristiano como un desarrollo de la filosofía
Alejandrina de la religión. En su más temprano Die christliche Gnosis,
Tübingen, 1835, Baur admite que Judíos educados en la dialéctica con “la
religión pagana y filosofía” desarrollaron ideas Gnósticas en un intento de
trascender las barreras nacionalistas. En este libro también enfatiza la
herencia Oriental en el Gnosticismo. H. Graetz, Gnosticismus und Judenthum, Krotoschin,
1846, pensaba que el Gnosticismo era metafísica especulativa Helenística que
también penetró el Judáismo. Cp. M. Joël, Blicke in die Religionsgeschichte zu Anfang des zweiten
chrislichen Jahrhunderts, I, Breslau, 1880, pp. 103. M. Friedländer,
a quien se la ha otorgado el honor de ser el primero en mantener que el
Gnosticismo se originó en el Judaísmo, encontró a los primeros Gnósticos en los
Judíos antimonios de Alejandría; ver especialmente Der vorchristliche jüdische Gnosticismus,
Göttingen, 1898. Cp. Pearson, sin embargo, pensaba que es más probable que el
Gnosticismo surgiera en Palestina, ver “Friedländer Revisited. Alexandrian Judaism and Gnostic
Origins”, SPh, 2, 1973, pp. 23 ff. Señala correctamente que es
imposible distinguir entre Judaísmo “Helenístico” y “Palestino”, dado que la
Helenización era un factor fuerte en la misma Palestina. Esto también debilita
la teoría de R. McL. Wilson, “The Gnostic Problem”, 2da. Ed., London, 1964m
oo, 173 , que piensa que el Judaísmo de la Diáspora fue el medio mediante el
cual la filosofía Griega y otros elementos entraron en el Gnosticismo. Dice,
pues, que la fuente del Gnosticismo es una “especulación
Judía de carácter más o menos ortodoxo” (“Gnostic Origins”, VigChr, 9,
1955, p. 211); cp. Problem, pp. 176
216. Pero Wilson parece haber llamado este fenómeno “pre-Gnosticismo” o
“proto-Gnosticism”, dado que define el Gnosticismo como una asimilación del
Cristianismo y pensamiento contemporáneo” (Problem, p. VII), y “la acomodación del
Cristianismo y la cultura Helena”(ibid., p. 265); ver también Problem,
pp. 7 f. Esto es similar al punto
de vista de Baur en “Christentum”. En otros lugares Wilson habla
del Gnosticismo como elemento en el Helenismo, presumiblemente excluyendo el
Cristianismo; ver Problem, pp. 103, 118, 151, 172. Ve el Gnosticismo y el
Cristianismo como fenómenos paralelos; ver ibid.,
pp. 64ff., 261 ff. Llega a decir que “El Gnosticismo no es Cristiano, sino una
fase del paganismo”(ibid., p. 265).
Una interacción del punto de vista de Baur en Gnosis es realizado por P.
Pokorny, “Der
Ursprung der Gnosis”, Kairos, 9, 1967, pp. 94.(=GG, 749ff.), que
piensa que el Gnosticismo se originó cuando el Judaísmo Alejandrino se encontró
con una corriente espiritual y sincrética que hizo uso de la forma alegórica de
interpretar los textos sagrados. Ver también J. Ménard, “Les origines de la
glose”, RSR, 43, 1968, pp. 24ff., especialmente pp. 36 ff.
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