LOS ÁRBOLES
Qué significado tiene el árbol como símbolo? Aunque sería
muy largo entrar en detalles se pueden exponer algunas interpretaciones. Todas
las culturas tenían un árbol como símbolo en su tradición. Los Celtas tuvieron
el Roble, los Escandinavos el Fresno y el árbol cósmico Yggdrasill, que tiene
sus raíces en el centro de la tierra, donde está el infierno (Völuspa, 19;
Grimnismal, 31); en la India el Ficus, etc. En las asociaciones mitológicas
entre dioses y árboles están las de Attis =Pino; Osiris, el Cedro; Jupiter la Encina….etc.
Un árbol, según M. Eliade, representa, en un sentido amplio, la vida en el
cosmos, su densidad, crecimiento, generación y re-generación; vida continua
como equivalente a la inmortalidad. Según Eliade, este concepto de “vida sin
muerte” es traducido ontológicamente como “realidad absoluta”. Por lo tanto el
árbol deviene esta realidad como centro del mundo, árbol cósmico, etc. Otro
simbolismo, derivado de su verticalidad, es como “axis mundi” que va desde el
mundo subterráneo(las raíces) al cielo, y también está relacionado con la
escalera y la montaña. En el Cristianismo el árbol está relacionado con la Cruz
y algunas veces con el Árbol de la Vida. Hay muchas otras interpretaciones pero
sería muy largo entrar en ellas.
En lo que concierne a la historia del Génesis, el autor J
(Yahvista), según los indicios en el relato de Adán y Eva, está claro que el
autor ha combinado y adaptado tradiciones literarias que existían desde mucho
antes de su época. Si uno compara la narrativa del Génesis 2-3 con textos
similares en el Cercano Oriente es posible formar una idea general del tipo de
fuentes utilizadas por el autor de J y el significado temprano de esos
materiales. Aunque no se ha podido encontrar un texto antiguo paralelo con
todos los rasgos de Gén. 2-3. Este texto parece más bien reflejar una variedad
de temas mitológicos que originalmente pertenecían a diferentes fuentes. En la
Épica de Gilgamesh uno encuentra algunos sorprendentes paralelos el relato de
Adán y Eva. Tanto Adán y Eva como Enkidu son creados de la arcilla y puestos en
una situación de armonía con el mundo natural. Enkidu corre desnudo con las
gacelas y no sabe nada de sexo; Adán está desnudo en la presencia de una mujer,
aunque, infantil, no experimenta la vergüenza. Ambos, Adán y Enkidu son “iniciados” en una nueva forma de vida
por una mujer: Enkidu tiene relaciones con la prostituta del templo; Adán toma
y come el fruto que le da Eva. Después de esta iniciación se le dice a Enkidu,
“Sabio eres, O Enkidu, como un dios eres”. A Eva se le dice que como resultado
de comer el fruto prohibido, “se abrirán tus ojos; serás como los dios(es)
conociendo el bien y el mal”. Como resultado tanto Enkidu como Adán
experimentan una “caída” de la existencia bendecida de la simplicidad infantil
y vienen a formar parte del “mundo real” de los adultos donde la
responsabilidad, el dolor, las dificultades han de ser soportadas, y finalmente
la realidad de la muerte enfrentada. Finalmente, hay una interesante similitud
en que la prostituta viste a Enkidu antes de alejarlo de su hogar en la estepa,
y como Yahvé hace vestidos para Adán y Eva cuando los expulsa del Jardín del
Edén.
La comparación sugiere que la experiencia sexual puede haber
sido más prominente en la forma pre-J de la tradición. En el relato sobre
Enkidu, la iniciación es específicamente sexual en naturaleza. Esto da lugar a
la posibilidad que el fruto prohibido del árbol del “conocimiento del bien y
del mal” simbolizara experiencia sexual. De hecho, el verbo “conocer” usado en
este punto tiene lugar muy frecuentemente en la Biblia en referencia a la
relación sexual. Antes de la experiencia prohibida, por ejemplo, el hombre y la
mujer están desnudos y no sienten vergüenza. O sea, son como niños no
conscientes de su sexualidad. El simbolismo sexual puede también estar indicado
por la presencia de la serpiente que tiene lugar como símbolo fálico en el
antiguo Oriente Medio y en otras partes del mundo. Finalmente, los castigos que
caen sobre la mujer están relacionados con su deseo sexual y su papel como
madre (Gén. 3:16). Mientras el castigo que cae sobre el hombre no es tan
directamente sexual, involucra el papel del varón adulto en ganar el pan, un
papel que el hombre joven asume cuando madura sexualmente.
Podría ser que en una forma temprana el relato de Adán y Eva
tratara con la transformación por la que todo ser humano pasa cuando
experimenta el sexo, dejando atrás la infancia y entrando en la edad adulta. Es
muy importante señalar que esta etapa temprana del mito, la experiencia de
iniciación no era vista como un pecado. Es cuando el autor J se hace cargo del
relato que hace de esto un pecado y sus consecuencias. No esta la única manera
como J modificó el relato. Parece que J no entendió el acto simbolizado en el
comer del fruto del árbol del conocimiento como iniciación sexual. Se puede
observar esto en Gén. 2:23-24 donde la sexualidad es afirmada de manera
positiva antes de la escena de la tentación. Así, en la forma que J da al
relato el acto involucrado es un pecado que resulta en una “caída”, aunque este
acto no es ya identificado con la introducción a la experiencia sexual.
Génesis 2-3 contiene otros temas además de los que
encontramos en el relato de Enkidu. Sobretodo el concepto de cierta comida que
al comerla da lugar a la inmortalidad. Este tema se encuentra en el mito de
Adapa y en la épica de Gilgamesh. Ambos textos están de acuerdo con Gén. 3 en
que algo desafortunado ocurrió que hizo imposible que los seres humanos
pudiesen comer esta comida maravillosa. Como resultado la muerte es nuestro
destino inevitable. Otra idea es que el ser humano está hecho de arcilla aunque
contiene un elemento divino. Esta visión se encuentra en la Épica de Atrahasis
así como en Génesis 2. En ambos textos el ser humano fue creado en orden a
realizar trabajos agrícolas. En Atrahasis este trabajo es para beneficio de los
dioses, mientras que el Dios bíblico no es dependiente del trabajo de las
criaturas sino que siembra un jardín en beneficio de los seres humanos.
Por lo tanto, el significado que el autor de J intenta
transmitir mediante el relato de A y E es que queremos actuar
independientemente de Dios, mediante nuestra propia iniciativa, y al actuar así
atraemos sobre nosotros todo tipo de problemas que limitan el potencia para una
vida completa. La antítesis de A y E es Abraham que “hizo como Dios le había
ordenado”. Por lo tanto, mirando este contra-ejemplo de Abraham la naturaleza
esencial del pecado de A y E es bastante simple: desobediencia. Tiendo a pensar
que las tradiciones Cristianas que han identificado la relación sexual con el
“pecado original” confunden aspectos derivados de dos etapas muy distintas
cuando tratan con estas tradiciones.
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