GNOSTICISMO
GNOSIS PRE-CRISTIANA
La experiencia de la gnosis era muy estimada a comienzos de
nuestra era en varios círculos religiosos y filosóficos de la civilización
Greco-Romana. Es una palabra clave en los manuscritos Judíos de la secta Esenia
encontrados en Qumran. En el canónico Evangelio
de Juan, Jesús es citado diciendo en la Última Cena: “Ésta es la vida
eterna: que te conozcan a ti el único Dios verdadero y al que tú has enviado,
Jesucristo”(Juan 17:3). Ni siquiera la filosofía prevalente de la época, el
llamdo Platonismo Medio, estuvo exento de la influencia de este movimiento
general. El Platonismo Medio era principalmente religioso y trasmundano; distinguía ente el
razonamiento discursivo y la intuición y enseñaba la afinidad del alma con la
divinidad, basando estas enseñanzas en la tradición oral de las escuelas
Platónicas. Los escritos de Hermes Trismegisto (identificado con el dios
Egipcio Thoth) reflejan la misma atmósfera. Los dieciocho tratados de los
cuales el Poimandres y Ascelepio son los más importantes, se
originaron en la sabiduría proverbial del antiguo Egipto. Un dicho en una
colección Armenia recientemente descubierta atribuido a Hermes Trismegisto es:
“El que se conoce a sí mismo, conoce el Todo”. El autor del Poimandres expresa el mismo punto de
vista: “Que el hombre espiritual se conozca a sí mismo, y entonces conocerá que
es inmortal y que el Eros es el origen de la muerte, y conocerá el Todo”. En
orden a ilustrar este dicho el autor relata la historia de un ser divino, el
Antropos (Hombre), se enamora del mundo (inferior) de la naturaleza y cae así
en un cuerpo material. La mayoría de los tratados Herméticos toman un dicho y
lo explican de esta manera. También preservan el impacto de la mitología
Egipcia. Los antiguos Egipcios hablaban libremente acerca de la conducta
homo-sexual de sus dioses. La explícita imaginería sexual de la mitología
Egipcia fue adoptada en una oración Hermética que se dirigía a la esposa de
Dios así: “Te conocemos, vientre impregnado por el falo del Padre”.
La idea de emanación también era prominente en la religión
Egipcia. El mito Egipcio describe al Nilo como lágrimas del dios Ra. Este
concepto también se encuentra en la literatura hermética. Por otro lado, los
mismos escritos muestran la influencia de la filosofía Griega; había una
escuela Platónica de Eudoxo en Alejandría. Y el impacto del libro del Génesis y
del misticismo Judío son obvios. Las influencias Cristianas están completamente
ausentes del llamado Corpus Hermeticum. Estos
tratados en este grupo de obras fueron escritos aproximadamente a comienzos de la
era Cristiana en Alejandría. Parecen ser escrituras de una escuela de místicos,
una especie de logia que practicaba sacramentos espiritualizados tales como “el
baño del renacimiento”, una comida sacra, y el beso de la paz.
GNOSTICISMO
El Gnosticismo es definido como una religión por derecho
propio, cuyos mitos afirman que el Dios Desconocido no es el creador (demiurgo,
YHWH); que el mundo es un error, la consecuencia de una caída y la separación
dentro de la deidad; y que el hombre, el hombre espiritual, está alienado del
mundo natural y la deidad y se hace consciente de su Yo más profundo cuando oye
la palabra de la revelación. No es el pecado o la culpa, sino la inconsciencia,
la causa del mal.
En cuanto a su origen, la hipótesis apoyada por Richard Reitzenstein,
Geo Widengren, y Rudolf Bultmann que el Gnosticismo es de origen Iraní ha sido
abandonada; el supuesto misterio Iranio del “salvador salvado” ha sido
demostrada falsa. Actualmente, muchos estudiosos se inclinan a creer que el
Gnosticismo está construido sobre un fundamento Judío Heleno y puede ser
identificado en centros como Alejandría, que tenía una amplia población Judía.
Las polémicas en los escritos del filósofo Judío Filón, que ere un oponente de
las herejías locales, dejan claro que conocía a grupos Judíos que habían ya
formulado ciertos elementos básicos del Gnosticismo, aunque un sistema
consistente no existía aún en tiempos pre-Cristianos.
EL HOMBRE DIVINO
El profeta Ezequiel dice en el primer capítulo del libro
bíblico que lleva su nombre que en el 593 a.C., cuando vivía en Babilonia,
contempló la Gloria de Dios, la cual no le abandonaría ni siquiera en el
exilio. Esta figura, a la vez Luz y Hombre, es descrita teniendo una forma como
la apariencia de Adán, o el “Hombre” (Ezequiel 1:26). Esta visión vino a ser
una imagen fundamental del misticismo Judío. Ya en el siglo segundo a.C., el
dramaturgo Judío Alejandrino Ezequiel Tragicus alude a la misma figura en su
drama Griego Exodo, conservado
fragmentariamente en el Praeparatio
evangelica (9:29) del obispo Cristiano Eusebio. En la obra, Moisés en un
sueño contempla un trono en la cima del Monte Sinaí. Sobre este trono está
sentado un Hombre (en Griego, ho phos)
con una corona en su cabeza y un cetro en su mano izquierda. Con su mano
derecha llama a Moisés hacia el trono, le regala una corona, y le invita a
sentarse a su lado en un trono adyacente. Así es Moisés entronizado a la
derecha de Dios. Un pasaje paralelo se encuentra en el Judaísmo Palestino:
según el padre fundador “Aquiva” ben Yosef (comienzos del siglo dos a.C.), hay
dos tronos en el cielo, ono para Dios y uno para David (Talmud Babilonio, Hag. 14a). Esta es la más antigua
referencia al Adam Qadmon, que más tarde vendría a ser la figura central de la
literatura Cabalística. Algo más tarde en el Libro de Daniel, escrito poco después del 168 a.C., esta misma
figura es llamada Hijo del Hombre (i.e., “Hombre divino”). La misma figura se
encuentra en los Evangelios. En el Cuarto Evangelio, el Hijo del Hombre se
refiere a al Gloria de Dios, que desciende del Cielo, toca la tierra por un
momento, es encarnada en el hombre Jesús, y eventualmente retorna al ámbito
celestial. En las cartas de Pablo, la Gloria es llamada el último Adán
(comparable con la kavod de
Ezequiel), que viene del cielo y ha de distinguirse del primer Adán del Génesis
1 y 2, que es de la tierra. En el mundo Heleno este Hombre divino es
identificado con la idea Platónica del hombre.
Platón mismo nunca dijo que exista algo como una “idea del
hombre”. En el diálogo del Parménides
ridiculiza el concepto de un eidos
anthropos (130c). Probablemente este pasaje refleja un debate de los
Platonistas entre ellos mismos y con otras escuelas. Parece que los Escépticos
negaban la idea del hombre como existencia separada dado que el hombre empírico
y su idea tendrían algo en común, y esto requeriría una nueva idea, el “tercer
hombre”. En varias fuentes Plátonicas, sin embargo, la idea del hombre se supone
existe. El traductor de Ezequiel en la Septuaginta identifica la figura del
Hombre divino con la idea Platónica cuando traduce la frase demut kemar´eh adam (Ezequiel 1:26) como
homoioma hos eidos anthropou, una
cita helenizante de Platón.
La misma figura se encuentra en el Hermético Poimandres, claramente influenciado por
los Judíos Alejandrinos. Este escrito relata cómo Dios generó un hijo al que
entregó todas las criaturas. Este hijo es andrógino, igualmente Phos (Hombre,
Adán, Luz) y Zoe (Eva, Vida). Este ser, que aún es distinguido del Logos
desciende en orden a crear pero se enamora de la naturaleza y asume un cuerpo
material. Es por esto que los seres humanos son mortales e inmortales. Y por
ello el cuerpo humano tiene la forma del Hombre original. Este punto de vista
es muy Judío y tiene paralelos en la literatura rabínica: no el alma sino el
cuerpo humano fue creado según la imagen y semejanza de Dios.
La siguiente etapa se alcanza en la obra de Filón. Este
nunca cita a Ezequiel 1:26 donde la Gloria de Dios se asemeja a la forma de un
hombre, y, sin embargo, debe haber estado familiarizado con las especulaciones
místicas acerca de esta figura divina. Filón llama logos al “Hombre según su
imagen [de Dios]” o también “Hombre de Dios” e identifica el logos con la idea
del hombre: incorpóreo y ni masculino ni femenino. Pero polemiza contra el
concepto de que este Hombre celestial era andrógino: “Dios hizo al hombre”,
dice, “lo hizo según la imagen de Dios. Masculino y femenino los hizo [o sea,
no “él” sino:] ellos” (Quién es el
Heredero 164). Es obvio que antes de Filón debe haber habido pensadores
Judíos que afirmaban que el Hombre celestial era andrógino. En estos círculos
se originaron el modelo del Antropos de la gnosis,
el cual encontramos en la doctrina de Saturnino (Antioquia, 150). En este
sistema, la figura femenina está completamente ausente. Nuestro mundo se dice
fue creado por siete ángeles, los siete planetas. Entonces el Dios Desconocido
manifestó su brillante imagen, la Gloria del Hombre celestial. Los ángeles de
la creación trataron de impedir a este Antropos aunque no pudieron; regresó al
cielo de una vez. Entonces los ángeles dieron forma a un cuerpo humano en la
semejanza del Hombre celestial. Pero esta criatura no pudo permanecer erecto y
cayó sobre la tierra como un gusano. El Adán celeste, tuvo compasión del Adán
terreno, envió una chispa de vida, el Espíritu, que lo elevó y lo hizo vivir.
Es esta chispa la que después de la muerte se dirige a su hogar espiritual,
mientras que el cuerpo se disuelve en sus elementos constitutivos.
Variaciones del mito de Saturnino se encuentran en algunos
escritos de Nag Hammadi. Valentino (ca. 150) alude a este mito cuando, en un
fragmento conservado, afirma que el Adán del Génesis inspiró temor a los
ángeles que lo crearon porque había sido modelado según el Antropos
pre-existente. Mani (216-217) se refiere a la misma historia cuando relata que
en el principio el Hombre Primordial fue enviado a combatir contra los poderes
de las tinieblas. Este Arcantropos es dominado y forzado a abandonar “la
Doncella que es su alma” inserta en la materia. El proceso entero del mundo es
necesario para dar forma al Hombre Perfecto de manera que el estado original de
la androginia (varón y doncella al mismo tiempo) sea restaurado. Todas estas
especulaciones presuponen al dios Hombre de Ezequiel 1:26. Además, es posible
que Pablo estuviera familiarizado con el mismo concepto cuando dijo que Cristo
era el poder (dinamis) y la sabiduría
(Sophia) de Dios (1 Cor. 1:24).
SOPHIA
En la Sabiduría de Salomón, parte de la Biblia Católica
Romana, escrita en Alejandría aproximadamente a comienzos de nuestra Era, la
sabiduría personificada, llamada Sofía, es entendida como un espíritu santo o
el Espíritu Santo, que penetra el Todo. También es referida como el fluir de la
gloria de Dios, una emanación de luz eterna, y un espejo inmaculado de la
actividad de Dios. Es descrita como la amada tanto de los sabios como de Dios,
incluso como la esposa del Señor(Sabiduría 8:3).
En El Trueno, la Mente
Perfecta, del mismo periodo, Sophia se manifiesta como la sabiduría de los
Griegos y la gnosis de los bárbaros,
el santo y la ramera, el novio y la novia. Ella introduce estas sorprendentes y
paradójicas revelaciones con un “Yo soy”.
Según las inscripciones del siglo octavo a.C. encontradas
cerca de Hebrón y en el Negev, el Dios de Israel tenía una esposa extranjera,
la diosa Cananea Ashera. Y en el siglo quinto antes a.C., los soldados Judíos
estacionados en Elefantina, Egipto veneraban a otra diosa de la fertilidad
pagana llamada Anat Yahu, la esposa del Señor. Los profetas y sacerdotes en
Judea hicieron todo lo que pudieron para representar a Yahvé como
exclusivamente masculino y borrar todo rasgo del matriarcado primordial. Pero
Sabiduría sobrevivió como Hokhmah, especialmente en Alejandría.
Esta es la base del modelo de Sophia de la gnosis, que encuentra expresión en la
enseñanza del famoso Simón el Samaritano, que se vio atraído, aunque fue
rechazado, hacia el Cristianismo(Hechos 8). Los Samaritanos, los últimos
sobrevivientes de las diez tribus del norte de Israel, eran y son Judíos heterodoxos
que mantenían la Ley aunque rechazaban el resto de la Biblia. Transmitían una
cierta tradición referente a Sabiduría, la esposa del Señor, también llamada
Espíritu Santo y primer idea de Dios, la madre de todo. Descendió a las
regiones inferiores y dio nacimiento a los ángeles que crearon el mundo fue
creado. Fue detenida por esos poderes mundanos para que no pudiera regresar a
su lugar de origen. Se vio incluso encarnada y reencarnada en cuerpos humanos,
como el de Helena de Troya en el mito. Finalmente vino a establecerse como
ramera en un burdel de Tiro en Fenicia, donde Simón “el gran poder” de Dios, la
encontró y redimió. En el Apócrifo de
Juan así como en la escuela de Valentino, este modelo de Sophia ha sido
combinado con el modelo del Antropos. Ambos tienen un origen pre-Cristiano.
EL DIOS DESCONOCIDO Y EL DEMIURGO
Los rabinos de los primeros siglos d.C. se quejan repetidas
veces de los herejes (minim) que
enseñaban la existencia de dos dioses. Maestros Judíos disidentes creían que
Dios tenía un representante, de nombre Jao (abreviación de YHVH), también
llamado Jaoel. Según este punto de vista, Jaoel se sentaba en un trono contiguo
al trono de Dios y era por lo tanto llamado Metatrón (una palabra tomada del
Griego). En realidad Jaoel no es sino un ángel, el ángel más importante, el que
es llamado el ángel del Señor en la Biblia Hebrea. Algunos disidentes Judíos
llamados Magarianos decían que todos los antropomorfismos en el Antiguo
Testamento se aplicaban no solo a Dios mismo sino a su ángel también, del que
se dice que ha creado el mundo. En una fuente Samaritana (Judía-heterodoxa9 llamada
Malef, que es tardía aunque transmite
tradiciones tempranas, se afirma que el ángel del Señor formó el cuerpo de Adán
del polvo de la tierra y que Dios le dio el aliento de vida.
Estos puntos de vista deben haber sido conocidos por Filón
de Alejandría, pues polemiza contra ellos. Pero al mismo tiempo llama el Logos,
que es instrumental en la creación, tanto como “un segundo dios” y “arcángel”
por un lado y “Señor” (YHWH) y “Nombre” (YHWH) por el otro. Los Gnósticos
Judíos como Simón y Cerinto afirman que el demiurgo (identificado con YHWH)era
de hecho este ángel del Señor, que aún no se había rebelado contra Dios. En el Apócrifo de Juan el ángel es llamado Saklas
(“loco” en Arameo)porque no sabe que hay un Dios más grande que él. Valentino, Marción,
y Apeles, quienes estaban familiarizados con el mito del Apócrifo de Juan, todos mantenían que el demiurgo era un ángel.
Esto es un concepto típico Judío. Un no-Judío enfrentado al sufrimiento en el
misterio del mundo, habría dicho que el relato del Génesis era un simple mito
sin verdad alguna; ni le habría interesado para nada el origen de la Ley Judía.
Sólo aquellos que habían sido criados para creer cada palabra de la Biblia y
aferrarse a la fe que Dios es uno, y que por lo tanto no encontraban razón
alguna para rebelarse contra su herencia, se habrían inclinado hacia la
solución gnóstica: Dios es uno y la Biblia revela la verdad, aunque
antropomorfismos como la artesanía de un obrero y legislador personal han de
ser atribuidos a un ángel subordinado.
EL DIOS DENTRO
El libro del Génesis relata que Dios insufló el aliento de
vida en la nariz de Adán, transformándole en un ser viviente (Génesis 2:7).
Ya en algunos pasajes del Antiguo
Testamento (Job. 34:13-15, Salm. 104:29-30), este aliento es identificado con
el espíritu de Dios. Lo que está especialmente claro en los Rollos del Mar
Muerto: “Yo, criatura de polvo, he conocido mediante el espíritu, que Tú me has
dado”. Los Judíos Alejandrinos han integrado y amplificado este concepto.
Estaban familiarizados con la filosofía Griega y sabían que los Orficos,
Platón, y los Estoicos consideraban el alma human como parte de la divinidad.
Estuvieron influenciados por el Estoico Posidonio (ca. 100 a.C.), según quien “el
daimon en nosotros (el espíritu) es semejante y de la misma naturaleza que el Daimon
(Dios)que impregna el Todo”. Los más antiguos traductores de la Septuaginta
tradujeron “aliento” (Hebreo: neshamah)
en Génesis 2:7 como “espíritu”(Griego: peneuma).
Esta variante es manifestada por la Versión Antigua Latina (spiritus) traducida de la Septuaginta.
Filón polemiza contra esta traducción porque deifica al hombre pecador (Interpretación Alegórica I,42). Pero la
Sabiduría de Salomón Alejandrina, aún incluida en la Biblia Católica, declara
explícitamente que el pneuma incorruptible de Dios está en todas las cosas
(12:1). La mayoría de los Gnósticos conservaron esta tendenciosa traducción
haciéndola la base de sus especulaciones mitológicas. Le capacitaba explicar
decir cómo es que el Espíritu duerme en el hombre y cómo se le puede hacer
consciente. Como ocurre en Valentino y Mani. Poca gente es consciente de que esto
mitologuemas presuponen un consenso de casi todos los filósofos Griegos y tiene
un fundamento bíblico.
GNOSTICISMO JUDÍO
Los temas tratados arriba son los elementos básicos que
contribuyeron al surgimiento del Gnosticismo Judío cuyo mito está contenido en
el “Apócrifo de Juan” y otros
escritos relacionados encontrados en Nag Hammadi. El padre de la iglesia Ireneo
atribuyó esta doctrina a los gnostikoi,
con este nombre no está designando lo que los estudiosos modernos llaman
“Gnósticos” sino sólo a los adherentes de una secta específica. Es erróneo llamarlos
Setianos (descendientes de Set, el hijo de Adán), como hacen algunos
estudiosos. A pesar de su nombre, el Apócrifo
de Juan (Juan es supuestamente un discípulo de Jesús) no contiene elementos
Cristianos aparte del prólogo y algunas interpolaciones menores. Su contenido
puede ser resumido como sigue: del Dios Desconocido (que existe más allá del
pensamiento y nombre) y su esposa (que es su contraparte y espejo) surgió el
mundo espiritual. la última de las entidades espirituales, Sophia, vino a ser
inmoral y dio lugar a un monstruo, el demiurgo. Este organizó el zodiaco y los
siete planetas. Proclamó: “Soy un dios celoso, aparte de mí no hay otro”.
Entonces se oyó una voz, diciéndole que por encima de él existía el Dios
Desconocido y su esposa. A continuación, el “primer Hombre con forma de hombre”
se manifestó él mismo a los ángeles inferiores. Es la Gloria de Ezequiel 1:26.
Su reflejo aparece en las aguas del Caos(cf. El espejo del Antropos en el Poimandres). Entonces los ángeles
inferiores crearon el cuerpo de Adán según la imagen que habían visto, una
imitación del Hombre, que sirve claramente como arquetipo ideal respecto al
cuerpo del hombre. Durante mucho tiempo el cuerpo de Adán no pudo moverse, pues
los siete ángeles planetarios eran incapaces de levantarlo. Entonces Sophia
hizo que el demiurgo insuflara el pneuma
que de ella había heredado en la cara de su criatura. Así comienza una larga
lucha entre la redentora Sofía y el malicioso demiurgo, la lucha a favor y
contra el despertar de la conciencia espiritual humana.
Escrito en Alejandría a comienzos de la era Cristiana, el
mito del Apócrifo de Juan, un escrito
fundamental y seminal, combina el modelo del Antropos y el modelo de Sophia. Es
muy complicado y confuso pero tuvo mucha influencia en el Oriente Medio, donde
sobreviven aún hoy día tantos remanentes de las grandes religiones. En 1980,
por ejemplo, había 420 Samaritanos y 30.000 Nestorianos. Aún hoy día, unos 15.000
Mandeos (término Arameo para Gnósticos) viven en Irak e Irán. Su religión se
basa en abluciones en agua corriente y una misa funeraria. Cuando un Mandeo
fallece, un sacerdote realiza un rito complicado en orden a devolver el alma a
su residencia celestial, donde recibirá un cuerpo espiritual. De esta manera,
se cree, el fallecido es integrado en el llamado Adán Secreto, la Gloria, el
cuerpo divino de Dios. Este nombre confirma que, junto al Antropos del Poimandres y el Adán Kadmon del
posterior misticismo Judío, la figura divina y celestial deriva últimamente de
la visión del profeta Ezequiel. En la tradición Mandea Sophia aparece en forma
degradada como criatura humilde y degradada llamada Espíritu Santo. La creación
del mundo es atribuida a un demiurgo inferior, Ptahil, un seudónimo del ángel
Gabriel (que según los Mandeos y Magarianos, es el ángel que creó el mundo).
El apóstol Pablo (o uno de sus pupilos) afirma que Cristo,
que para él es el segundo Adán, es “Cabeza suprema de la Iglesia, que es su
cuerpo”(Efesios 1:22-23). El Cristiano es integrado en su cuerpo mediante el
bautismo. Las especulaciones Mandeas sobre el Secreto de Adán pueden elucidar
lo que Pablo entiende por esto. Al definir su visión de la iglesia como cuerpo
místico de Cristo, el apóstol puede estar reflejando cierta familiaridad con
especulaciones semejantes Judías y Helenas sobre la kavod como cuerpo de Dios. De hecho, está claro que según los
versículos de Ezequiel Trágico que ideas semejantes circulaban en Alejandría
mucho antes del comienzo de nuestra era. Salierona la superficie en Palestina
hacia finales del siglo primero d.C. en círculos Fariseos que transmitían
tradiciones esotéricas secretas sobre le viaje místico del sabio a lo largo de
siete lugares celestiales para contemplar al dios hombre sobre el trono de
Dios. El autor de Shi´ur Qoma, la
“Medida del Cuerpo” de Dios, informa de la enorme dimensión de los miembros de
la Gloria. Los Órficos enseñaban que el cosmos era de hecho un cuerpo divino.
Ya en los comienzos del Egipto Heleno especulaciones similares surgieron; estas
fueron el origen de especulaciones remarcables sobre de los rabinos Palestinos
referentes al cuerpo místico de Dios. Estas especulaciones llevaron finalmente
al Zohar. No es coincidencia que la
Gloria sea llamada Geradamas (Arca-Adán) en algunos escritos de Nag Hammadi,
Adam Qadmaia en las fuentes Mandeas, y Adam Qadmon en el Gnosticismo Medieval
Judío.
En el siglo noveno varios grupos de Gnósticos Islamistas
surgieron en el sur de Irak, donde otras sectas gnósticas habían encontrado
refugio durante la Antigüedad tardía y donde los Mandeos aún continúan viviendo
hoy día. Los Gnósticos Islámicos mejor conocidos son los Ismaelitas, de los que
el Aga Khan es líder religioso. Los temas mitológicos centrales de su religión
son (1)los ciclos de siete profetas; (2)el trono y las letras; (3)Kuni, el
principio creativo, que es femenino (una remitologización típica de una
religión monoteísta del Padre); (4)la Pentada superior; (5)la infatuación del
demiurgo inferior; (6)los siete planetas y los doce signos del zodiaco; (7)el
Adán divino; (8)la caída y ascenso del alma.
Desde el descubrimiento de los códices de Nag Hammadi se ha
establecido que estos temas se pueden entender mejor como transposiciones a la
terminología Islámica de los mitologuemas Gnósticos del Apócrifo de Juan y documentos semejantes del Gnosticismo Judío.
LA GNOSIS CRISTIANA
Según una tradición fiable, Bernabé, un misionero de la
congregación de Jerusalem, fue el primero en llevar el evangelio a Alejandría,
un viaje relativamente fácil. El Cristianismo Egipcio es Judío en su origen, no
gentil, y los grandes Gnósticos Egipcios parecen haber sido de origen Judío.
Los adherentes de Basílides decían: “Ya no somos más Judíos ni Cristianos”. Los
seguidores de Valentino afirmaban: “Cuando éramos Hebreos, estábamos
huérfanos”. Basílides y Valentino proclamaron un Dios más allá del Dios del
Antiguo Testamento, ambos estaban familiarizados con el mito del Apócrifo de Juan, el cual
cristianizaron. El caso de Marción es similar: estaba tan bien informado sobre
la Biblia Hebrea y sus fallos que su padre, un obispo, puede muy bien haber
sido Judío. A través de un cierto Cerdo, Marción vino a conocer un ya existente
sistema gnóstico. Aquellos que rechazaban el dios del Antiguo Testamento
obviamente no mantenían la fe Judía, aunque étnicamente pertenecieran al pueblo
Judío. Tanto Valentino como Marción fueron a Roma y fueron excomulgados entre
el 140 y el 150. Basílides, quien permaneció en Alejandría, siguó siendo un
respetado maestro hasta su muerte. Los Cristianos en Alejandría estaban
divididos entre varias sinagogas y no podían permitirse ser tolerantes, pues un
obispo monárquico no existía aún y su fe era pluriforme. Basílides, Valentino y
Marción eran Cristocéntricos y se dejaron influenciar por el Evangelio de Juan
y las cartas de Pablo.
DESARROLLOS POSTERIORES
Los estudiosos siempre admiten que Origenes (ca. 180-254),
el gran dogmático de la iglesia Griega, tuvo mucho en común con los
Valentinianos: los espíritus desciende de la presencia de Dios y devienen almas
antes de la creación del mundo; el mundo purifica el alma; Jesús trae no sólo
la redención a los fieles sino también la gnosis a los pneumáticos. Pero
mientras Valentino se dice enseñó la física de la predestinación (la enseñanza
que mantenía que el hombre espiritual era salvo por naturaleza), Orígenes, al
contrario, afirmaba la voluntad libre. El Tratado
Tripartita socavó esta posición apologética. Aquí el mal no es más una
trágica neurosis que le aconteció a Sophia sino una libre decisión. Además,
este escrito es ampliamente optimista: todo es para lo mejor en el mejor de los
mundos posibles, y la providencia educa a la humanidad hacia la realización de
la consciencia completa, como en la soteriología de Orígenes. Algunas teorías
llevaban de la visión trágica de Valentino a la optimista de Heraclión, y de
Heraclión a Orígenes había sólo un paso.
Los Valentinianos de Cartago hablaban Latín, mientras los
Cristianos en Roma hablaban Griego. Al traducir sus términos técnicos del
Griego, los Valentinianos acuñaron términos equivalentes en Latín, como infinito, consubstancial, trinidad, persona,
y substancia. Estos términos fueron
eventualmente adoptados por la Iglesia Católica Romana. Si alguna vez hubo una
comunidad que creara un lenguaje especial, esta fue la escuela de Valentino en
Cartago.
MANI
El Gnosticismo vino a ser una religión mundial cuando Mani
(216-277) fundó su iglesia Cristiana alternativa, la cual existió durante más
de mil años con adherentes en países desde el Océanos Atlántico al Pacífico.
Desde sus cuatro años hasta los veinticinco Mani fue educado en una comunidad
Judeo-Cristiana de Baptistas, seguidores del profeta Elkai(ca. 100). Ahí
aprendió, primero, que Jesús era “el verdadero profeta”, una manifestación de
la gloria de Dios(kavod) que fue
primero encarnada en Adán, después se reveló a loa patriarcas del Antiguo
Testamento, y se encarnó finalmente en el Mesías, Jesús. Segundo, también
aprendió que el bautismo y las abluciones eran necesarias para la salvación y,
tercero, que Dios era el origen del mal dado que Satán era la mano izquierda de
Dios. Mani modificó la primera creencia, identificándos a sí mismo como el
sello de los profetas, que incluían a Buda y Zaratustra en el Este y a Jesús en
el Oeste. La segunda creencia la rechazó, de hecho, no admitió sacramento
alguno. Contra la tercera creencia él, a ser un minusválido, se rebeló con
todas sus fuerzas. El Mal, según Mani, no se originó en el mundo de la luz sino
que tenía su fuente en un principio diferente, el mundo de las tinieblas, la
materia, y la concupiscencia.
Influenciado por el ascetismo de los Encratistas de los
Cristianos Arameos de Asia, Mani rechazó el matrimonio y el consumo de alcohol
y carne, y designó entre sus seguidores una clase superior de elegidos que
vivían según el Sermón de la Montaña y una clase inferior de oyentes que podían
tener esposas o concubinas y practicar el control de la natalidad. Aunque la
experiencia religiosa principal de Mani estaba enmarcada en el espíritu de
Valentino. El fundamento de su mito principal, el encuentro con su “gemelo” o
Yo trascendente, es gnósticos, muy en el espíritu de Valentino: “Yo lo reconocí
y entendí que era mi Yo del que había sido separado”. Mani encontró su Yo
espiritual a la edad de doce años y una segunda vez a la edad de veinticinco.
Se sentía constantemente acompañado por su gemelo, y cuando murió como mártir
en prisión estaba contemplando a este familiar. El encuentro con su gemelo es
central en la vida de cada Maniqueo. El misterio de la conjunción, el
matrimonio sagrado del Ego y el Yo, es de esta manera democratizado. Para
ilustrar este proceso, Mani relató un mito que tiene su origen en los
movimientos gnósticos tempranos. Para Mani el mundo es en verdad creado por el
Espíritu Viviente, una manifestación de Dios, y no por un demiurgo inferior.
Pero una escisión dentro de la deidad tuvo lugar cuando el Hombre arquetípico
perdió en su lucha contra las Tinieblas, fue derrotado, y abandonó su alma como
chispa de luz dispersa en el mundo material y la humanidad. El hombre fue así
contaminado por la concupiscencia y la fuerza mala del mundo de las tinieblas.
Todo el sistema del mundo está diseñado para salvar estos elementos de luz y
restaurar al hombre como Hombre Perfecto en su pureza e integridad original.
Agustín (354-430) fue un oyente Maniqueo durante más de
nueva años antes de convertirse en Padre la iglesia Católica Romana. Durante
este periodo escribió un tratado (perdido), Sobre
la Belleza y la Armonía, en el que afirmaba que la mente asexual estaba
relacionada con un elemento completamente alienado de ira y concupiscencia.
Como cazador de herejías mantuvo posteriormente que la concupiscencia no fue
creada por Dios sino que fue más bien consecuencia de la Caída. La afirmación
que el instinto reproductivo no forma parte de la naturaleza humana tiene sin
lugar a dudas tonos Maniqueos.
LA EDAD MEDIA
El Maniqueísmo desapareció completamente en Occidente y no
dejó sucesores: el término “Maniqueísmo Medieval” es un término inapropiado.
Pero el Cristianismo durante la Edad Media tanto en Europa Occidental como la
Oriental no era ortodoxo monolíticamente. El Gnosticismo floreció en este
periodo. Libros como el Montaillou de
Emmanuel Le Roy Ladurie y The Name of the
Rose de Umberto Eco llamaron la atención del gran público interesado en la
existencia de las sectas dualistas como es el caso con los Cátaros en el sur de
Francia y norte de Italia y los Bogomilos (o Amigos de Dios) en Yugoslavia y
Bulgaria; sus puntos de vista asemejan a los de los antiguos Gnósticos. De
hecho, su afiliación con el antiguo Gnosticismo, aunque algo complicada, estaba
bien establecida.
Los Paulicianos eran sectarios Armenios que, aún
persistiendo en tiempos modernos, reaparecieron en 1837 en el pueblo de Arh´wela
(en la Armenia Rusa), con su libro sagrado, la Llave de la Verdad (del siglo octavo). Existen dos versiones de su
doctrina. Según una de ellas, Jesús fue adoptado como Hijo de Dios. Según la
segunda, hay dos dioses; uno es el Padre en los cielos, el otro es el creador
de este mundo. Esto se puede explicar como sigue: el Cristianismo fue
introducido en Armenia desde Edesa en fecha temprana, y Edesa de debía su
Cristología (adopcionista) a Addai, el misionero Judío Cristiano de Jerusalem.
Cuando el Catolicismo fue establecido como religión del Estado en el 302 por
Gregorio el Iluminador, el resto de los Cristianos en Armenia fueron considerados
herejes. Los Marcionitas y Gnóstios se refugiaron en las regiones montañosas
marginales. Se unieron con los adopcionistas convirtiéndose en una secta, los
Paulicianos, un grupo tipo guerrero. Los emperadores de Bizancio deportaron a
algunos de ellos a los Balkanes, especialmente a Bulgaria. Fue ahí que se
originó la secta de los Bogomilos, caracterizada por la creencia que el diablo
(Satanael) había creado y gobierna este mundo. Su influencia se extendió hacia
el Oeste, y desde comienzos del siglo once dio lugar a la iglesia de los
Cátaros, que se hizo fuerte en el sur de Francia y norte de Italia. El
Gnosticismo nunca fue completamente suprimido sino que sobrevivió en la Edad
Media.
LA GNOSIS MODERNA
La gnosis en los tiempos modernos, fundada por el zapatero Jakob
Boehme (1600), se generó espontáneamente como resultado de experiencia directa.
Difiere del antiguo Gnosticismo en lo que deriva no sólo la luz sino también
las tinieblas (no solo el bien sino también el mal) del ámbito del ser.
Inspirada por Boehme está la influyente gnosis del poeta y artista Inglés
William Blake(1757-1827), el único gnóstico auténtico de todo el mundo
Anglo-Sajón. Es en la escuela de Boehme donde tiene sus raíces el estudio por
parte de los estudiosos del Gnosticismo, comenzando con la Impartial History of the Churches and Heretics (1699) de Gottfried
Arnold. Una obra donde todos los herejes, incluyendo los Gnósticos, están
representados como verdaderos Cristianos.
Desde entonces el estudio del Gnosticismo fue aceptado como
tema académico en Alemania, aunque sólo en Alemania. En su juventud Goethe leyó
el libro de Arnold concibiendo así su propio sistema Gnóstico, como informa su
autobiografía. Hacia el final de su vida Goethe recordaba el amor de su juventud
cuando escribió el final de su Fausto,
la hierofanta de lo “Eterno femenino”, una versión de la Sophia Gnóstica, la
manifestación exclusiva de la deidad. Johann Lorenz von Mosheim y otros grandes
historiadores también tomaron muy en serio la Gnosis. August Neander, alienado
con la reacción conservadora contra la Ilustración llamada el Gran Despertar
Renovador(Erweckungsbewegung), escribió su Evolución
Genética de los Sistemas Gnósticos Más Importantes (Genetic Evolution of the Most Important Gnostic Systems) en 1818.
Ferdinand Christian Baur, un Hegeliano prominente, publicó su monumental Gnosis Cristiana (Christian Gnosis) en 1835, donde defiende la tesis que la gnosis
era una filosofía religiosa cuya contraparte moderna es el Idealismo de
Schelling, Schleiermacher, y Hegel, todos basados en la visión de Boehme. Según
Baur, incluso el idealismo Germano era una forma de Gnosis. Pero cuando “el
pueblo y los poetas” devinieron bajo la influencia de Bismarck, una nación de
mercaderes y obreros industriales, esta maravillosa empatía, este fantástico
sentir la Gnosis, desaparecieron.
Adolf von Harnack (1858-1930), el ideólogo del imperio de
Wilhelm, definió en Gnosticism como la profunda, la ortodoxia como la crónica,
Helenización (i.e. racionalización) y por lo tanto alienación del Cristianismo.
A veces resulta difícil apreciar la experiencia que hay detrás de los símbolos
gnósticos. Wilhelm Bousset, en su Main
Problems of Gnosis (1907), describió esta religión como un museo de viejos
fósiles Hindúes, Iranios y Babilonios. La misma simplista opinión llevó a Tichard
Reitzenstein, Geo Widengren, y Rudolf Bultmann a postular un misterio Iraní de
salvación que nunca existió pero que suponían explicaba el Gnosticismo,
Maniqueísmo, y Cristianismo.
Fueron necesarios el Existencialismo y la Psicología para
redescubrir los abismales sentimientos que inspiraron el movimiento gnóstico. Hans
Jonas (The Gnostic Religion), 1958
describió estos sentimientos como pavor, alienación, y aversión hacia toda
existencia en-el-mundo, como si los Gnósticos fuesen seguidores de Heidegger.
En la misma línea están los escritos de Kurt Rudolph, experto en Mandeísmo.
Bajo la influencia de K.G. Jung, (Quispel, Henri-Charles Puech
y Károl Kerényi) han interpretado los símbolos gnósticos como expresiones
místicas (i.e. proyecciones) de experiencias personales. El Católico-Romano
converso Erik Peterson sugirió que los orígenes del Gnosticismo no eran Iraníes
ni Griegos sino Judíos. Los escritos Gnósticos de Nag Hammadi han dado la razón
a Jung y Peterson. Al menos los orígenes, desarrollo, y metas de esta filosofía
perenne han salido a la luz.
--------------------------------------------------------------------------------
1
Hans Jonas, The
Gnostic Religion.
2
E.H Pagels, The
Gnostic Gospels.
3
J. van Oort, “Agustine and Mani on
concupiscentia sexuales”
4
J. van Oort, “Agustine on sexual concupiscence
and original sin”, Studia Patristica
XXII, Leuven 1989, 382-386.
5
G. Quispel, Gnostic
Studies, 2 vols.
6
J.M. Robinson et al, The Nag Hammadi Library in English, San Francisco 1977.
7
K. Rudolph, Gnosis,
San Francisco 1983.
No hay comentarios:
Publicar un comentario