miércoles, 21 de enero de 2009

CRISTIANISMO, COMIENZOS

CRISTIANISMO, COMIENZOS

Lo que importan en la experiencia religiosa involucra mucho más de lo que creemos (o de lo que hacemos para creer). Qué fue lo que atrajo a la gente pagana para incorporarse al Cristianismo? Muchos llegaban enfermos, o en desesperación, o no tenían dinero. En Roma, los enfermos que frecuentaban los templos de Ascelepio, el dios Griego de la medicina pagaban después de consultar al sacerdote acerca de los ejercicios, baños, hierbas, medicinas. Los sacerdotes también arreglaban a los visitantes para que pasaran la noche durmiendo en el templo, donde el dios se decía visitaba a sus suplicantes en sueños. Similarmente, aquellos que deseaban entrar en los misterios de Isis, buscando su protección y bendición en esta vida, y vida eterna en el más allá, eran cargados con elevados honorarios y gastos para comprar la ropa ritual, las ofrendas, y el todo lo demás.
Ireneo, el líder de un importante grupo Cristiano en la Galia provinciana del siglo II, escribió que muchos de los nuevos incorporados asistían a los mítines esperando que ocurrieran milagros, y algunos los encontraron: “sanamos a los enfermos mediante la imposición de las manos, y expulsamos los demonios”, las energías destructivas que causan inestabilidad mental y angustia emocional. “Los Cristianos no cobraban dinero por esto”, e Ireneo no conocía límites a lo que el espíritu podía hacer: “Incluso resucitamos a los muertos, muchos de los cuales todavía están entre nosotros, completamente sanos.”
Aún sin milagros, aquellos necesitados podía encontrar inmediatamente ayuda practica dentro del Cristianismo. Tertuliano, un predicador Cristiano del siglo II, escribe que, al contrario de los miembros de otros clubs y sociedades que hacían recolectas de dinero para pagar las ceremonias y fiestas, los miembros de la familia Cristiana contribuían con dinero voluntario para un fondo común para apoyar a los huérfanos abandonados en las calles y en los basureros. Los Cristianos también contribuían con comida, medicinas, y acompañaban a los prisioneros forzados a trabajar en las minas, o que estaban simplemente en la cárcel. Algunos Cristianos compraban féretros y sepulcros para enterrar a los pobres y criminales, cuyos cuerpos serían arrojados fuera de la muralla de la ciudad.
NO HAY NI COMPRA NI VENTA DE NINGÚN TIPO RESPECTO A LO QUE PERTENECE A DIOS. Si cierto día alguien quiere hacer un regalo, puede hacerlo, pero solo si quiere hacerlo, pues no hay compulsión; todo es voluntario.
Semejante generosidad atrajo a muchedumbres a los grupos Cristianos, a pesar de los riesgos. Galeno, el más famoso médico, que atendía a la misma familia del emperador Marco Aurelio, sobrevivió a lo que la gente llamó más tarde la plaga de Galeno escapando a otro país hasta que la plaga acabó.
Pero los Cristianos estaban convencidos que el poder de Dios estaba con ellos para curar o aliviar el sufrimiento. Sorprendían a los paganos cuando cuidaban a los enfermos y moribundos. Hasta Galeno estaba impresionado:
Pues esos que se llaman Cristianos…. Su desprecio hacia la muerte es obvio, pues lo vemos cada día, y también su auto-control en temas sexuales… también incluyen gente con mucha autodisciplina en temas de comida y bebida, y en la búsqueda de la justicia, han alcanzado un nivel no inferior al de los filósofos genuinos.
Por qué actuaban los Cristianos en tan extraordinaria manera? Decían que su fuerza venía de sus encuentros con lo divino. Pero este era un poder muy distinto del de los dioses cuyos templos poblaban las calles de las ciudades del imperio y cuyas imágenes adornaban los teatros, los baños públicos. Júpiter y Diana, Isis y Mitra, requerían de sus fieles devoción, derramar el vino, haciendo sacrificios, y contribuyendo con dinero para los sacerdotes del templo. Tales dioses eran entendidos como actuando como seres humanos, para su propio interés. Pero los judíos y cristianos creían que su Dios, quien había creado la raza humana, amaba a los humanos y pedía amor a cambio. Jesús, sucintamente, enumeró la enseñanza Judia cuando dijo, “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, mente y alma; y amarás a tu vecino como a ti mismo. Lo que Dios requiere es que los seres humanos se amen mutuamente y se ayuden –incluso, o especialmente al más necesitado. Estas convicciones vinieron a ser el fundamento básico de una nueva estructura radical.
Tertuliano también dice que los de afuera ridiculizan a los Cristianos “porque se llaman unos a otros hermano y hermana”. Cuando Tertuliano escribe su “Defensa de los Cristianos”, dice que los miembros de “La Familia de Dios” también creen que la familia humana como un todo está interrelacionada. Así, dice, “somos tus hermanos y hermanas también por la ley de nuestra madre común, la naturaleza”, aunque también afirma.
Quizá es más apropiado llamar hermano y hermana a aquellos que han conocido a Dios como su padre, y quienes, desde el mismo vientre de la común ignorancia, han agonizado hacia la clara luz de la verdad.
El proceso del nacimiento agonizante al que se refiere es el bautismo, porque para unirse a la familia de Dios uno ha de morir –simbólicamente- y llegar a ser una nueva persona. El apóstol Pablo dijo que quien quiera sea sumergido en las aguas bautismales, como en las aguas de la muerte, muere a su anterior personalidad.
Tertuliano describe como las familias no-Cristiana rechazaban a aquellos que se unían a esta secta ilícita:
El marido echa fuera de la casa a su esposa; el padre …. Deshereda al hijo; el maestro le manda al esclavo que se vaya de su presencia; es una gran ofensa para cualquiera el ser reformado por esto odiado nombre (Cristiano).
Por qué una gran ofensa? Porque a los ojos de los familiares, los conversos se estaban uniendo a un culto de criminales –una elección que podía ser un suicidio para el converso, y desastrosa para la familia que dejaba atrás. El senador Romano Tácito, quien despreciaba a los Cristianos por sus supersticiones, seguro que estaba de acuerdo en que la opinión pública que reflejaba Tertuliano, cuando dijo que, para los de afuera, la conversión hacía del iniciado “un enemigo del bien público; de los dioses; y de la moral pública,” de todo lo que los patriotas y religiosos Romanos tenían como sagrado.
Para unirse a “la peculiar sociedad Cristiana”, un candidato tenia que repudiar a su familia, junto con sus valores y prácticas. Justino el Mártir, llamado “el filósofo”, bautizado en Roma alrededor del 140, decía que había llegado a verse a sí mismo como alguien “criado en malos hábitos y malas costumbres aceptando valores distorsionados y adorado a demonios como dioses. Contaba como él y otros habían dejado la promiscuidad, la magia, la arrogancia, la riqueza y el odio racial.
Todo iniciado, decía Justino, que “haya sido convencido, y esté de acuerdo con nuestras enseñanzas”, prometerá vivir como una persona transformada. Habiendo cambiado su mente acerca del pasado, el candidato podía recibir el baño “bautismal” que limpia su polución. Varios grupos interpretaban el bautismo de manera diferente; y aquellos que comían pan y bebían vino para celebrar “La Cena del Señor” no podían confinar el significado de su culto a una única interpretación.
Una de las fuentes más tempranas, por ejemplo, “La Enseñanza de los Doce Apóstoles a los Gentiles”, muestra que los miembros de ciertos grupos tempranos de seguidores de Jesús no se pensaban a ellos mismos como Cristianos –como separados de los Judíos, sino como pueblo de Dios- lo que significa para algunos Judíos que reverenciaban a Jesús como el gran intérprete de la ley de Dios, la Torah. Escrito en Siria unos diez anos antes del evangelio del Nuevo Testamento de Mateo y Lucas, este escrito conocido como la Didache, comienza con un sumario de la Ley de Dios. La Didache cita otros dichos que Mateo y Lucas citan posteriormente atribuyéndolos a Jesús:
Bendicen a los que te maldicen; ora por tus enemigos… ama a los que te odian… si alguien te golpea en la mejilla derecha ponle también la izquierda….
La Didache enseña acerca de lo que demanda el “camino de la vida”, mezclando los diez mandamientos con los conocidos dichos de Jesús en el sermón de la montaña. Como muchos otros judíos piadosos, el autor amplía estos dichos con advertencias morales contra la cultura pagana, incluido el sexo con ninos, ninos esclavos, aborto, y sacrificios de ninos:
No matarás, no cometerás adulterio…..
El autor después de advertir que no se siga el camino de muerte –el camino de los ricos, quienes ignoran a los pobres y oprimen al pobre injustamente— el autor, como Jesús, en el evangelio de Mateo, amonesta a los fieles para que sean perfectos. Pero, al contrario que Mateo, la Didache explica que “ser perfecto” sugiere, es “llevar el yugo del Señor” --- o sea, obedecer la Ley Divina. También, al contrario de Mateo, este seguidor anónimo de Jesús añade, más prácticamente, “si no puedes ser perfecto, haz lo que puedas”.
El historiador J. Draper sugiere que una versión temprana de la Didache revela a un grupo de seguidores de Jesús que aún participaban en la vida de la comunidad Judía en su ciudad en Siria. Cuando los miembros de este grupo bautizaban a nuevos seguidores, entendieron el bautismo como lo entendía los Judíos y aún lo entienden: “como un bano que purifica a los de afuera” –o sea, a los Gentiles- que buscan admisión en el pueblo de Dios, Israel. El punto de este manual –la Didache- temprano, era demostrar como los no-judíos podían llegar a ser parte del pueblo de Dios; o sea, ofrecerles, como promete el título. “la enseñanza de los doce Apóstoles a los Gentiles. La Didache provee, para los Gentiles, una exposición de la manera de vida establecida en las Escrituras Hebreas tal y como Jesús la interpretaba, y después muestra como los Gentiles deseosos de seguir este camino podían ser bautizados, de manera que ellos, también, pudiesen compartir la bendición del Reino de Dios.
Finalmente, la Didache ensena como el iniciado, que ayuna y ora antes de ser bautizado, habrá aprendido como compartir esta simple comida de pan y vino le une a la familia humana reunida para adorar a “Dios, nuestro Padre”, y con Jesús, su siervo (o hijo según la palabra Griega “pais”). Y “compartiendo el pan” juntos, su pueblo celebran la manera como Dios ha reunido a gente antes dispersa, y los ha unido como uno:
…De la misma manera que este pan que partimos, estaba esparcido por las altas colinas, y ha sido juntado, te suplicamos, que de todas las extremidades de la tierra, reunas a ti Iglesia en tu reino, porque te pertenece la gloria y el poder (que ejerces) por Jesucristo, en los siglos de los siglos.»
Aquellos que oraban esta oración al unisón terminaban con una llamada –en antiguo Arameo, que aún invocan algunos Crisianos hoy día- para la inminente venida del Senor: Maran atha! Amén. De acuerdo con Draper, estos eran Judíos que seguían a Jesús como “Siervo de Dios” y creían que su Venida restauraría a Israel al final de los tiempos.
Veinte anos más tarde de la muerte de Jesús, Pablo declaró que Jesús mismo instituyó esta cena. Pablo, como los evangelios de Marcos, Mateo Y Lucas, dice como:
Jesús, la noche en que fue traicionado, partió pan y lo dio a comer a sus discípulos, y dijo, tomad porque este es mi cuerpo. Y tomando la copa, después de dar gracias le dio a beber… diciendo, “esta es mi sangre”.
Tertuliano satiriza la reacción de los paganos ante esta práctica. “Somos acusados de mantener un ritual sagrado en el cual matamos a un nino y nos lo comemos”. A pesar de su sarcasmo, Tertuliano no puede negar el hecho chocante de que el “misterio” Cristiano invita a los iniciados a comer carne humana –aunque sólo sea simbólicamente. Les repugnaba a los paganos el hecho de instruir a los fieles a beber vino como si fuese sangre humana, no digamos los devotos Judíos, a quienes la misma definición de comida kosher (puro/a) requería que estuviese limpiada de toda sangre y por lo tanto disgustaba esta práctica de los seguidores de Jesús.
Pero, al mismo tiempo, muchos Judíos y Gentiles reconocían en la Eucaristía un culto de adoración típico y anciano. Justino Mártir, el filósofo, se preocupaba que los paganos despreciarían esos rituales acusando que los Cristianos simplemente estaban copiando –como de hecho ocurrió- a los que seguían la Religión de los Misterios y lo que hacían en sus cultos. Justino admite que los sacerdotes que presidían los diferentes templos de “los diablos” –los dioses de Grecia, Roma, Egipto, y Asia Menor—pedían a sus iniciados “un bano” como el bautismo, y que los sacerdotes del dios Persa Mitra y del Griego Dioniso, “realizaban lo mismo ritos que Jesús, supuestamente, hizo –incluso comer la carne y beber la sangre de su dios en sus banquetes sagrados. Pero Justino insiste que esas supuestas similitudes eran en realidad “imitaciones” del culto cristiano --gran mentira, pues estos cultos son muy anteriores a la aparición del Cristianismo; lo contrario es verdad: El Cristianismo copio de ellos-- inspirado por los demonios que esperan “enganar y seducir a la humanidad” haciendo pensar que los cultos Cristianos no son diferente de los cultos de los Misterios. Justino se habría preocupado mucho más si hubiese visto que, desde el siglo cuarto en adelante, los Cristianos celebraría una nueva fiesta –la Natividad de Jesús- en Diciembre 25, el día del nacimiento de dios sol Mitra, cuando tenía lugar el solsticio de invierno, cuando el sol renace y los días son más largos, --fiesta de origen Mitraíco.
Pero, de acuerdo con la tradición Hebrea, el problema más práctico era: Si Jesús era el Mesías de Dios; como es que tuvo un final tan miserable? Pablo, que solía hacer malabarismos con los conceptos adaptándolos a su gusto y creencia por encima de la evidencia de los hechos, reconcilia la crucifixión con su creencia en la misión divina de Jesús. Décadas después de su muerte, los seguidores de Jesús en Jerusalem invocaron la tradición religiosa para sugerir que, así como se sacrifica un animal y es ofrecido en el Templo, así Jesús había muerto como una ofrenda o sacrificio. Algunos sugerían que aquellos que se benefician de este sacrifico humano deben apropiarse de estos beneficios comiendo “simbólicamente” la víctima del sacrificio. Situando el drama de la muerte de Jesús en el centro de su comida sagrada, sus seguidores transformaron lo que otros veían como una catástrofe total –lo que Pablo llama escándalo- en una paradoja religiosa: en la profundidad de la humana derrota ellos afirmaban encontrar la victoria de Dios.
Visto de esta forma, la muerte de Jesús y su pasión, no eran un desastre, sino que era vista como liberación de Israel. Marcos dice que los seguidores de Jesús no actuaron cobardemente ante la captura de Jesús, más bien, dice Marcos, Jesús deliberadamente aceptó la muerte porque reconocía que era “necesaria” –necesaria para qué?-
Marcos mira hacia atrás, hacia la alianza con Moisés, recordando como Moisés esparció la sangre del toro sacrificado sobre la gente, diciendo: “he aquí la sangre de la alianza que el Señor ha hecho con vosotros.” Marcos sugiere que Jesús se anticipa derramando lo que él llama “mi sangre de la alianza”. Pero Pablo que sentía, a pesar de ser un exFariseo, pavor hacia la Ley de Moisés, mira hacia la nueva –y mejor- alianza profetizada por Jeremías 31:31-34:
Van a llegar días –oráculo de Yahvé- en que yo pactaré con la casa de Israel (y con la casa de Judá) una nueva alianza; no como la alianza que yo pacté con sus padres, cuando los toé de la mano para sacarlos de Egipto…..
Pablo, pues, describe a Jesús cuando ofrece el vino a sus discípulos con las palabras “esta copa es el nuevo convenio en mi sangre”.
Nadie sabe si Jesús dijo alguna vez estas palabras. Algunos historiadores dicen que habría dicho algo parecido; otros sugieren que sus seguidores en orden a tratar con la catástrofe que tuvo lugar comenzaron a reformular la última cena con esas –supuestas- poderosas palabras de Jesús. Sea como sea, la tradición Judía sugiere la asociación con el sacrificio que Pablo, Marcos, Mateo y Lucas incorporan a las varias versiones de la historia de Jesús. Implicaban estos que así como La Pascua recuerda como Dios liberó a Israel mediante Moisés, así aquellos que celebren esta Pascua han de recordar como Dios está ahora liberando a su pueblo a través de Jesús.
El autor del evangelio de Juan ofrece una cronología diferente de los últimos días de Jesús, aunque Juan, igual que los otros evangelistas y Pablo, intenta conectar la muerte de Jesús con la Pascua. Pero Juan escribe que “antes de la fiesta de la Pascua”, Jesús compartió una comida con sus discípulos por última vez, una comida que, obviamente, no celebraba la Pascual. Juan dice que al final de la comida Jesús lavó los pies de sus discípulos, pero Juan no narra la historia de la última cena, que según los relatos de Pablo, y los tres evangelistas ha configurado el culto Cristiano –basada en los misterios de Mitra. Aunque Juan omite la historia de la Última Cena, sí dice que Jesús enseñó a sus seguidores que había de comer su carne y beber su sangre –una sugerencia, decía, que ofendía a los Judíos, incluyendo a muchos de los discípulos de Jesús (Juan 6:35-60).
A pesar de estas imágenes salvajes, cada versión de esta última cena, sea de Pablo, Marcos, Mateo, Lucas, es interpretada como una fiesta por la muerte de Jesús, pero con mirando hacia delante con esperanza. Pablo dice que “dondequiera comas este pan y bebas esta copa, estarás proclamando la muerte del Señor, hasta que regrese.”
Muchos Cristianos preferían estas poderosas imágenes respecto a la más inocua interpretación de la Didache; las generaciones posteriores eligieron incluir en el Nuevo Testamento las versiones de la historia que hablan de comer la carne y beber la sangre, morir y volver a la vida. Ahora bien, durante los siglos en que la crucifixión era considerada como un horrible suceso, los seguidores de Jesús no pintaban cruces –mucho menos tenían crucifijos- en las paredes de las catacumbas Romanas como símbolo de esperanza. En su lugar, describían a Jesús como alguien que, liberado de la destrucción, libera a los demás. Como Daniel liberado de los leones, o Jonás del vientre de la ballena, o Lázaro, liberado de la muerte. El Apocalipsis de Pedro, uno de los llamados evangeliso Gnósticos descubierto en Nag Hammadi, dice que Jesús “estaba contento y riendo en la cruz”, un ser de luz radiante.
La historia de la muerte de Jesús, vino a ser para sus seguidores como la historia del Exodo lo es/ha sido para muchos millones de Judíos. Una historia de sus luchas, victorias, sufrimientos y esperanzas. Marcos abre su evangelio narrando el bautismo de Jesús, así como todo nuevo aspirante a Cristiano debía ser bautizado, sumergido en el agua para “renacer de nuevo” en la familia de Dios. Y así como la historia de Marcos concluye con lo “que ocurrió la noche que Jesús fue traicionado”, así, aquellos que habían sido bautizados se reunirían todas las semanas para celebrar la comida sagrada, lo que Jesús dijo e hizo aquella noche. Esta correspondencia ayuda, sin lugar a dudas, pues el hecho que el evangelio de Marcos –la versión más simple de la historia más tarde amplificada por Mateo y Lucas—vino a ser la base o fundamento para el canon del Nuevo Testamento. Así como el Exodo sirve como línea histórica para el ritual de la Pascua, así la historia de Marcos sirve como línea histórica para los rituales Cristianos del bautismo y la comida sagrada. Recibir el bautismo y reunirse cada semana –o incluso cada día- para compartir la “cena del Señor”, aquellos que participaban revivían la historia de la vida, muerte y resurrección de Jesús.
Estas reuniones celebraban casamientos, nacimientos, o, simplemente, como decía Pablo, la comunión, se refleja en este culto un espectro tan variado como la experiencia de la gente que asistía a ellos. Muchos encontraban consuelo, otros arrepentimiento, otros el confort de que sus sufrimientos eran conocidos por Dios. Cuando Pablo habla del cuerpo de Cristo, se está refiriendo al “cuerpo” colectivo de los creyentes –la unión de todos aquellos que estaban “bautizados” en un cuerpo, Judíos y Griegos, esclavos y libres, y todos bebían del mismo espíritu.
Es a partir del siglo cuarto cuando la mayoría de las iglesias requerían de aquellos que se unían a esta comunión profesar un paquete de creencias acerca de Dios y Jesús –creencias formuladas los obispos del siglo IV en el credo Cristiano. Algunos no tuvieron dificultad en aceptar esto. Muchos otros hubieron de reflexionar en lo que el Credo significaba, así como en lo que creían (qué significa que Jesús es le único hijo de Dios, o que hemos de creer que una santa Iglesia Católica?). Cualquiera con buen oído para la poesía puede oír el Credo como un sonoro poema en alabanza a Dios y Jesús. Sin embargo, este Credo vino a ser parte de la tradición, pues Constantino, el emperador, estaba convencido que formular –e imponer- semejante Credo serviría para unificar y estandarizar los grupos rivales y sus líderes durante el problemático siglo IV.
Los trescientos años anteriores al Credo, diversos grupos Cristianos aceptaban a los nuevos creyentes de diferentes maneras. Los grupos representados por la Didache requerían a aquellos que se les unían, seguir “la manera de vida” enseñada por Moisés y Jesús, “el Hijo de Dios”. Justino Mártir, el filósofo, hoy visto como uno de los Padres de la Iglesia, estaba interesado en la creencia, sobre todo, que los dioses paganos eran falsos y que uno solamente debía reconocer un Dios verdadero junto con Jesús, su Hijo. Pero lo más importante era compartir y practicar los valores del pueblo de Dios. Justino decía, “bautizamos a aquellos que no solo aceptan la enseñanza de Jesús, sino que son capaces de vivir de acuerdo a esta. Lo que sostenía a los Cristianos, más que la creencia, eran las “historias” del nacimiento de Jesús y su bautismo, sus enseñanzas, y su muerte y resurrección. Es más, el descubrimiento de los evangelios Gnósticos en Nag Hammadi ha revelado un espectro mucho más amplio de grupos Cristianos de lo que se creía anteriormente a este descubrimiento.
La Historia del Cristianismo a la luz del descubrimiento de Nag Hammadi, “refuta” la tendencia en identificar al Cristianismo con un solo, autorizado conjunto de creencias junto con la convicción que sólo la creencia Cristiana ofrece acceso a Dios

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