domingo, 28 de diciembre de 2014

EL EVANGELIO DE JUAN

JUAN, ANTES DEL EVANGELIO
A pesar de la diversidad hay un significativo acuerdo sobre al menos dos etapas en el desarrollo de Juan. En el periodo temprano la comunidad de Juan consistía de Judíos cuya creencia en Jesús involucraba una cristología relativamente débil(1). Posteriormente apareció una cristología más alta que llevó a la comunidad de Juan a un conflicto con los Judíos que la veían como blasfema, y esta fricción empujó al grupo de Juan hacia afirmaciones aún más fuertes. Estas dos etapas del desarrollo de Juan forman parte de la reconstrucción de la historia anterior al Evangelio, junto con una tercera etapa que comprende la entrada de un gran número de Gentiles.

ORIGEN DEL GRUPO CON UNA CRISTOLOGÍA DÉBIL                                 
Ya en el primer capítulo de Juan hay remarcables diferencias respecto a la imagen Sinóptica del ministerio de Jesús. Los cuatro Evangelios muestran respeto hacia Juan el Bautista, pero el Cuarto Evangelio le atribuye un conocimiento de la pre-existencia de Jesús(1:15,30). Dado que la Cristología exaltada de la pre-existencia nunca aparece en labios de Jesús en los otros Evangelios, su aparición en la proclamación de J. El Bautista es seguramente el resultado de la teología de Juan(2). Una segunda diferencia involucra a los primeros discípulos. Los tres Evangelios Sinópticos tiene a Pedro, Andrés, Santiago, y Juan como los primeros llamados al ministerio, en Juan 1:35-51 el orden de los caracteres aparece diferente: Andrés, Pedro, Felipe, y Natanael. Aunque marcadamente diferente es la comprensión que tienen los discípulos de Jesús como aparece por la colección de títulos que le otorgan en tres días (Rabí, Mesías, del que hablan la Ley y los Profetas, Hijo de Dios, Rey de Israel). En contraste, en Marcos ningún seguidor de Jesús confiesa que es el Hijo de Dios antes de su muerte, y en Mat. 16:16-17 Pedro aparece como depositario de la revelación divina dado que en la mitad del ministerio reconoce a Jesús como Hijo de Dios. Lo que es más sorprendente, sin embargo, que el fácil acceso a los títulos cristológicos al comienzo de ministerio en Juan es la indicación que Jesús ve esos títulos inadecuados y promete una comprensión mayor –verán eventualmente que es en donde tiene lugar el encuentro entre el cielo y la tierra(1:50-51)(3). Cuando el Cuarto Evangelio es leído como la historia de la comunidad de Juan, qué es lo que dice el primer capítulo acerca de los orígenes de Juan?

ORÍGENES DEL GRUPO CRISTIANO DE JUAN
J.L. Martyn detecta en 1:35-51 que la comunidad de Juan comenzó entre los Judíos que se acercaron a Jesús y con relativa poca dificultad lo aceptaron como el Mesías que esperaban. Es muy posible que esto sea correcto, y además desafía las reconstrucciones de la historia de Juan que situaba sus orígenes entre Judíos heterodoxos, entre Gentiles, o entre Gnósticos. El hecho que algunos de los mismos primeros discípulos sean “dramatis personae” tanto en los Sinópticos como en Juan y que los títulos que otorgan a Jesús en Juan sean títulos que son conocidos por los Sinópticos, Hechos, y Pablo significa que los orígenes de la comunidad de Juan no fueron diferentes de los orígenes de otras iglesias Judías, especialmente de aquellas iglesias que posteriormente se asociarían con la memoria de los Doce. Lucas/Hechos es particularmente insistente sobre el lugar de los Doce Apóstoles en los orígenes de la iglesia, y por ello es interesante comparar la afirmación en Juan 1:45, “Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en la Ley…”, con la afirmación posterior a la resurrección en Lucas 24:44: “Lo ocurrido confirma las palabras que os dije cuando todavía estaba con vosotros…. Todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí”. Finalmente la comunidad Cristiana de Juan siguió su propio camino, aunque los comienzos no fueron excepcionales.

La misma impresión se obtiene de un análisis de los relatos de los milagros(señales) y discursos que forman parte del ministerio público. En el caso de las señales milagrosas en los capítulos 4,5,6,9 y 11, se puede reconocer que el milagro subyacente es del mismo tipo de los que se encuentran en los Evangelios Sinópticos: la curación de los enfermos, los cojos, y ciegos, la multiplicación de los panes, y la resurrección de un muerto(4). La diferente forma final de la narrativa de Juan no deriva del milagro sino de la expansión que hace Juan del milagro mediante el diálogo teológico interpretativo. Igualmente, C. H .Dodd(5) ha mostrado que incrustrados en los muy distintos discursos de Juan están los dichos de Jesús bastante parecidos a los que se encuentran en los Evangelios Sinópticos. Lo que es diferente es el desarrollo de esos dichos a manos del cuarto evangelista. Por ejemplo, no hay nada parecido en los Sinópticos a Juan 6:53-58, el dicho de apertura en Juan 6:51, “Y el pan que yo le voy a dar es mi carne…..”, se asemeja a las palabras de Jesús sobre el pan en Lucas 22:19, “Este es mi cuerpo que se entrega por vosotros…” El dicho de Jesús en Juan 3:5, “El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios”, asemeja al dicho en Mat. 18:3, “Si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de Dios”.

Eventualmente en la historia de Juan los milagros y dichos al estilo Sinóptico están ahora unidos en una sola escena y discurso, esto sugiere que hubo una continuidad entre los orígenes de Juan y el posterior desarrollo de la comunidad. Los textos sagrados de la tradición de la comunidad original se convirtieron en fuente de reflexión y expandieron la enseñanza en un periodo posterior a medida que la comunidad se desplazaba hacia una cristología más elevada y la promesa de “cosas superiores”. Un catalizador externo puede haber dado lugar a este movimiento; aunque todos los indicios están contra una verdadera interrupción. La tendencia de algunos estudioso, especialmente en Alemania, a ver una oposición entre el evangelista de Juan y sus fuentes, y también de fases antitéticas de la vida comunitaria en el periodo anterior al Evangelio, está equivocada. El material que viene desde los orígenes de la comunidad fue incluido porque se estuvo de acuerdo con este, y las nuevas ideas de Juan fueron entendidas (correcta o incorrectamente) como la verdadera interpretación del material original.

Juan usa el concepto de Paráclito para justificar la audacia de la proclamación de su teología. Si hay nueva visión que va más allá del ministerio en el cuarto Evangelio, Jesús la predijo y envió el Paráclito, el Espíritu de Verdad, para guiar a la comunidad precisamente en esta dirección (16:12-13). Aunque el Paráclito es representado no como diciendo algo nuevo sino simplemente interpretando lo que viene de Jesús(16:13-15; 14:26). El cuadro final del Evangelio de un Jesús pre-existente ciertamente va más allá de lo que Andrés quiso decir cuando aclamó a Jesús como el Mesías (Cristo) en 1:41, y más allá de lo que Natanael quiso decir cuando aclamó a Jesús como Hijo de Dios en 1:49. Pero, al final del Evangelio (20:31), el evangelista se siente plenamente satisfecho de haber mantenido esos términos para describir al Jesús de su exaltada cristología: “Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre”(6).

La continuidad con los orígenes también es sugerida en la manera como el cuarto Evangelio retrata a Juan Bautista. Se puede sugerir que cuando el Evangelio fue escrito la comunidad de Juan estaba involucrada en una disputa con los seguidores de Juan Bautista que rechazaban a Jesús afirmando que su maestro era el Mesías o al menos el “enviado de Dios”. Por esta razón el cuarto Evangelio sale de su camino para excluir semejante equivocada interpretación y engrandecimiento del papel de Juan Bautista(1:20: “Yo no soy el Mesías”; 3:28: “Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de él  -tipo de afirmación que no aparece en la tradición Sinóptica). Aunque el cuarto Evangelio no toma el camino fácil de la polémica rechazando a Juan Bautista. Al contrario, éste fue enviado por Dios(1:6 –terminología usada por el mismo Jesús), y todo lo que dijo acerca de Jesús era verdad(10:41). Es más, es el único en el primer capítulo en comprender a Jesús según el estándar de Juan, dado que no usa para Jesús los títulos tradicionales de la predicación temprana Cristiana, como hacen los discípulos, sino que reconoce la pre-existencia de Jesús(1:15,30). Esto es históricamente explicable si alguno de los primeros Cristianos seguidores de Juan viniesen de las filas del movimiento de Juan Bautista, como lo eran algunos de los autores de la tradición representada en los Evangelios Sinópticos(7). Un sentido de continuidad con sus orígenes llevaría a la comunidad de Juan, tan tarde como el tiempos en que el Evangelio estaba siendo redactado incluso a pesar del conflicto con otros seguidores de Juan Bautista, a proclamar que su peculiar exaltada comprensión de Jesús estaba en completa armonía con el testimonio dado por Juan Bautista(8), hasta el punto que hace hablar a Juan Bautista como un Cristiano seguidor de Juan.

Se han reconocido paralelos entre el cuarto Evangelio y el pensamiento de los Esenios que vivieron en el asentamiento de Qumran en el Mar Muerto. A pesar de las exageradas afirmaciones de lo contrario, no hay evidencia convincente que el escritor de Juan conociera la literatura de Qumran. Más bien la relación es indirecta, y se explica mejor si hubo una conversión en la comunidad de Juan de Judíos que tenían ideas como las de los Rollos del Mar Muerto(un dualismo de luz/tinieblas, verdad/falsedad; y un príncipe angélico de luz o espíritu de verdad que enfrenta a los hijos de luz contra los de las tinieblas; la Ley como agua de la vida). Posteriormente, en la segunda etapa del desarrollo de Juan cuando surge la alta cristología de la pre-existencia, Jesús pudo haber sido interpretado a la luz de estas ideas como la luz celestial que desciende de arriba, sus seguidores como los hijos de la luz, y su Espíritu como Espíritu de Verdad. Los Judíos que llevaron estas ideas a la tradición de Juan pueden haber sido seguidores de Juan Bautista, cuyo ministerio les llevó cerca geográficamente del asentamiento en Qumran en un tiempo en el que florecía, y cuya predicación tuvo importantes rasgos comunes con el pensamiento y prácticas en Qumran.                       
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1.     Por Cristología “débil” se entiende la aplicación a Jesús de títulos derivados del AT o de expectativas intertestamentarias (ej. Mesías, Profeta, siervo, Señor, Hijo de Dios)- títulos que no implican por ellos mismos divinidad. (“Hijo de Dios” significando representante divino, era una designación de los reyes; ver 2 Samuel 7:14; Señor no significa nada más que “maestro”). “Alta” Cristología involucra una apreciación de Jesús que lo lleva a la esfera de la divinidad, como está expresado, por ejemplo, en un uso más exaltado de Señor e Hijo de Dios, así como la designación “Dios”. Se trata de indicar fluidez y falta de demarcaciones exactas.
2.     No es que Juan haya inventado dichos acerca de Jesús poniéndolos en boca de J. Bautista. Se trata de un proceso más complicado que involucra la re-interpretación de los dichos tradicionales de J. Bautista.
3.     Hay una sutil mezcla de historia y teología en Juan. El Cuarto Evangelio es claramente menos histórico y más teológico que los Sinópticos al atribuir toda esta cristología a los primeros días del ministerio de Jesús, aunque el Cuarto Evangelios quizá sea más factual históricamente hablando cuando describe a los primeros seguidores de Jesús como anteriores discípulos de J. Bautista y en haberlos llamado en el Jordán en lugar de en Galilea.
4.     Martyn cree que los Judíos conversos que estuvieron en los orígenes de Juan reunieron relatos de milagros y los usaron de manera apologética para hacer creyentes. Las reconstrucciones de las colecciones de milagros pre-Juan y pre-Sinópticos tienen muchas similitudes. Ver R.T. Fortna, “The Gospel of Signs”(SNTSMS 11; Cambridge Univ., 1970); W. Nicol, “The Semeia in the Fourth Gospel”(NovTSup 32; Leiden: Brill, 1972).
5.     Historical Tradition in the Fourth Gospel”(Cambridge Univ. 1963).
6.     El autor de la primera Epístola mantiene que lo que es proclamado en esta época es lo que fue “desde el comienzo”(I Juan 1:1-2).
7.      ver W. Wink, “John the Baptist in the Gospel Tradition”(NTSMS 7; Cambridge Univ. 1968). Hay que señalar la insinuación en Hechos 1:21-22 donde Pedro trata a los Doce (once) como el grupo que estuvo con Jesús “desde el bautismo de Juan”.

8.     (40)D.M. Smith, Jr., “The Milieu of the Johannine Miracle Source” in Jews, Greeks, and Christians(W.D. Davies Festschrift; ed. R. Hamerton-Kelly and R. Scroggs; Leiden: Brill, 1976) pp. 164-80, defiende la asociación que realiza Bultmann entre la colección de milagros tempranos pre-Juan con Cristianos que siendo seguidores de J. Bautista se habían convertido y que usaron esto como tratado misionero para convertir aún a más seguidores. En el mismo volumen, J.L. Martyn, “Hemos encontrado a Elías”,p. 210, propone que el autor de la colección anterior a Juan la escribió para los Judíos que podían ser conversos potenciales, permitiéndoles así contemplar una cadena de Judíos, expectantes como ellos, buscando descubrir el cumplimiento de su esperanza mesiánica no en el Bautista, sino más bien en Jesús de Nazaret”.

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