JESÚS Y LOS DOCE DISCÍPULOS
La evidencia más temprana de la tradición que había un grupo
especial de seguidores de Jesús llamados “los doce” es I
Cor. 15:5, “Se apareció a Cefas y luego a
los Doce”. Esto se ha interpretado como que se apareció a Cefas sólo,
después a los doce como grupo(incluido Cefas)(1).
Algunos manuscritos corrigen el número a “once”, sin duda con un ojo en la
tradición de la muerte de Judas(2), aunque es
precisamente esto lo que confirma la lectura de “doce”. Los escribas,
conscientes de esta tradición no habrían corregido “once” por “doce”, por eso
la noción de “doce” es una parte fija de una tradición pre-Paulina. La segunda
evidencia firme es Mat. 19:28, “Os sentareis también vosotros en doce tronos para juzgar
a las doce tribus de Israel”.
El razonamiento que permite considerar el dicho acerca de “los doce” en Mat.
19:28 se remite al mismo Jesús y es el mismo que permite un claro juicio
sobre I Cor. 15:5: es poco probable
que, después de la traición de
Judas, la iglesia hiciera que Jesús le incluyera como uno de aquellos que se
sentaría en un trono juzgando a Israel. Si la traición es un hecho histórico,
es poco probable que la iglesia se hubiera movido de “traición de uno de los
doce”(un hecho) a “aparición a los doce”(I Cor.
15:5), a “traición de un discípulo”(los cuatro Evangelios y Hechos), y
después a la creación de un dicho de Jesús que “entroniza” al traidor. Se puede
observar, pues, que una vez el relato de la traición de Judas quedó
establecido, el número doce no habría sido introducido en Mat. 19:28, al igual que la Iglesia no habría
inventado la aparición a los doce(I Cor. 15:5).
Pero no es también posible que el número doce y la traición
de uno de ellos sean invenciones, con la tradición de los doce creada primero?
Se podría argumentar con Vielhauer: “No había circulo de los doce alrededor de
Jesús. Un discípulo le traicionó. La iglesia, vivía fuera de cualquier
expectativa escatológica, primero estableció el número doce para los discípulos
(I Cor. 15:5) y, por otro motivo teológico,
creó la leyenda de la traición(3).
Como es el caso con la mayoría de las hipótesis
especulativas, este punto de vista no puede ser demostrado erróneo. Se puede
aceptar la probabilidad solamente, y en este caso el grado de convicción de la
hipótesis depende de la fuerza del motivo teológico para la creación de la
leyenda de la traición de uno de los doce. La traición argumenta decisivamente
a favor de la autenticidad de los doce al menos que la traición misma se
inauténtica. Vielhauer propuso que la creación de la leyenda de la traición a
cargo de la iglesia estaba basada en Salm. 41:9-10(Heb. 41:10; LXX 40:10), que menciona la traición
de un compañero de mesa. Este versículo es mencionado en Marc. 14:18(4). Es
cierto que la iglesia, en general, estaba interesada en encontrar conexiones
entre la pasión de Jesús y las profecías bíblicas y puede muy bien haber creado
algunas tradiciones acerca de lo primero en orden a aumentar el número de
resonancias con las Escrituras. Aunque este caso particular es bastante débil.
La iglesia, tal como está representada en Mat.
26:20-25 y Lucas 22:21-23, que no
siguen al Salmo, no parece haber estado muy interesada en la conexión. Es
especialmente sorprendente que Mateo, quien mejor representa la tendencia a
crear concordancias entre la vida y enseñanza de Jesús y la Biblia, no llame la
atención sobre esta. Marcos, de hecho, no le pone cuidado, y ni siquiera se
puede hablar de una cita real. Sin embargo, el tema del pasaje como un todo (Marc. 14:17-21) puede razonablemente ser
interpretado como enfatizando, de acuerdo con el Salmo, que es un compañero de
mesa quien traiciona a Jesús. Pero aún garantizando esto, todavía es difícil
ver que el interés en conectar “comida” con “traición” de acuerdo con el Salmo
podría haber llevado a la afirmación que uno de los doce, en lugar de cualquier
otro discípulo de menor rango, traicionó a Jesús. La propuesta de Vielhauer
requiere que pensemos que la presencia de los “Doce” en la cena final(Marc. 14:17) es una invención, al igual que la
traición. Esta doble invención era, no obstante, una situación embarazosa para
la iglesia, y parece poco probable. Además, el punto de vista de Vielhauer no
tiene en cuenta el dicho en Mat. 19:28. Él
lo ve como inauténtico, aunque no dice por qué la iglesia habría inventado un
dicho que supone la continuidad de la existencia de los doce.
Esta situación embarazosa fue tratada de manera diferente
por los evangelistas. Los Cristianos posteriores hubieron de explicar que Jesús
ya sabía, quizá con anterioridad al evento, que Judas le iba a entregar(Mat. 26:25; Juan 6:64, 71)(5). Mateo también reduce las apariciones después de la resurrección
a once discípulos(28:16), mientras Lucas
atribuye la participación de Judas en el grupo de los doce a la necesidad de
cumplir la Escritura(Hech. 1:16-20). La
acción de Judas es conforme a la profecía en Mat.
26:15(citando a Zac. 11:12), y la
reminiscencia del Salmo 41 en Marc. 14:18 probablemente muestra la misma
tendencia: un hecho es explicado citando la Escritura, no inventado en base a
esta. Quizá es debido a lo embarazoso del tema de la traición que Lucas omite
la palabra “doce” antes de “tronos” en su paralelo a Mat.
19:28(Os sentéis sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel, Luc. 22:30). Goguel ve esta lectura como poniendo
en duda Mat. 19:28, constituyendo por lo
tanto una objeción al uso del dicho de las “doce tribus” para apoyar la
tradición de los “doce”(6), aunque es mejor
atribuir esto a la obra editorial de Lucas. Él y Mateo trataron lo embarazoso
de la traición de Judas de manera diferente, Mateo atribuyendo conocimiento
previo a Jesús y restringiendo el número de aquellos que vieron la
resurrección, Lucas simplemente borrando la parte perjudicial del dicho que
presupone la continuación de los doce alrededor de Jesús.
Quizá la más simple y probable explicación de las
tradiciones acerca de los doce y Judas es que la iglesia se vio enfrentada a
dos hechos: la existencia de los doce como grupo(I
Cor. 15:5; Mat. 19:28) y la traición de uno de ellos. El resto de las
referencias a Judas, incluyendo el eco en el Salmo
41 en Marcos 14:17-21, se pueden
explicar como intentos de acomodar estos dos
hechos y tratar el embarazo causado por la traición de Judas. No sería
conveniente suponer que la atribución de un papel inferior a Juan Bautista
indica que no hubo conexión en absoluto entre el Bautista y Jesús, por lo que
no habría que suponer que las explicaciones teológicas/bíblicas de la traición
de Judas signifiquen que no hubo traición de uno de los doce(7).
Aunque muchos incluyen la existencia de los doce entre uno
de los hechos más indiscutibles acerca de Jesús, hay que reconocer que de toda
la lista es el tema más débil. El hecho que causa más dudas acerca de la
llamada de Jesús a los doce es que la lista de nombres no es idéntica (Mat. 10:2-4; Marc. 3:16-19; Luc. 6:14-16; Hechos 1:13)(8). Esto da lugar a la pregunta de si hubo o no doce
discípulos identificables. Pero hay que señalar que la variación en las listas
no es explicable como una adición posterior. Por qué habría la iglesia de
inventar el número doce y producir posteriormente una lista de nombres que no
concuerdan? Las diferencias (aparecen al final de las listas) parecen señalar
más bien al hecho que la concepción de los doce estaba más firmemente anclada
que el recuerdo de quienes eran. Como bien señalan Gaston y Meye, el desacuerdo
en los nombres de algunas de las figuras menores cuenta a favor, más que en
contra, de la existencia del grupo, cuyo número era doce, durante el ministerio
de Jesús(9).
Habría que recordar que Pablo, citando la tradición
establecida, usó el número doce, si la traición es histórica, cuando no podrían
haber sido doce. Vielhauer tomó la referencia a los doce en I Cor. 15:5 y la historia de la traición de uno de
los doce como totalmente contradictoria. Buscó la solución en una complicada
teoría de invención Cristiana: “La iglesia creó
“doce” en la lista de apariciones en la resurrección y posteriormente la
leyenda de la traición de uno de ellos”. Estaba en lo correcto al ver
detrás del número en I Cor. 15 un símbolo
importante. Parece ser, no obstante, que el símbolo era importante para Jesús y
no fue creado después de la resurrección. Las variaciones en los nombres
señalan en la misma dirección. Fue Jesús quien mencionó por vez primera que
eran doce, y la iglesia la que posteriormente trato de componer una liste de
ellos.
Hay aquí una historicidad curiosa: “La
historicidad de un símbolo”. En el periodo más temprano (manifiesto en I Cor. 15:5)no fueron contados los miembros. Que
esto fue durante algún tiempo antes de comenzar a ser contados queda claro por
la lista de nombres. “Doce” es un número fijo que señala a un grupo, y fue
precisamente el número que fue recordado, fuese o no estrictamente aplicable,
incluso aunque creó dificultades. Los doce fueron nombrados con este título
fuesen o no doce.
El uso de un número simbólico por el mismo Jesús gana a toda
evidencia. Ambas dificultades –la aparente contradicción entre I Cor. 15:5 y la traición, y las variaciones en
las listas de nombres- quedan explicadas si el mismo Jesús utilizó “doce”
simbólicamente. El número no era una creación posterior, ni lo era la traición
de uno que, bajo todos los puntos de vista, pertenecía al circulo interno. La
iglesia siguió a Jesús cuando mencionaba a los doce incluso si no había doce(I Cor. 15:5). Una rama de esto conservó un dicho
que predecía el futuro de los doce(Mat. 19:28)
y buscó maneras de evitar el embarazo que creó la traición(que si fue prevista
por Jesús; o que cumplía la Escritura; ver la omisión de los doce en Lucas 22:30). Todo esto muestra la lucha de la
iglesia por acomodar un número que era irradicable.
Parece bastante razonable pensar que Jesús usó el número
“doce” simbólicamente, sin que nadie en su época o posteriormente contara doce
en realidad. Los números simbólicos han de ser pensados por alguien, y pueden o
no estar fundamentados en una precisa enumeración(cf. Mat.
1:1-7). Es más probable que Jesús hiciera uso de este número que este
fuese inventado por la iglesia para tener después dificultades a la hora de
integrarlo o nombrar a los doce.
El número doce indica un concepto que es muy antiguo y que
probablemente se remonta a Jesús. Otra información acerca de los discípulos –su
llamada, sus historias anteriores(10), una lista
precisa de nombres(si es que hubo, durante la vida de Jesús, un grupo
invariable de doce) y su actividad como seguidores de Jesús- no pueden ser recuperados. Casi todos
dicen que no representaban una comunidad cerrada(11),
lo que demuestra que los argumentos de los primeros estudiosos, como Goguel y
Guignebert, dirigidos mayormente contra la idea de un apostolado(12), no fueron del todo inefectivos. Va más allá de
toda evidencia decir que entre los doce había representantes de los diferentes
movimientos en el Judaísmo(Fariseos, recolectores de impuestos, zelotes,
Gelileos Helenizados, etc.)(13). No se sabe qué
actividades realizaban. Los apóstoles posteriormente predicaban y realizaron
milagros(14), lo que no se puede afirmar decir
con certeza de los discípulos en tiempos de Jesús(15).
En particular, aparte de lo que se sabe de la naturaleza simbólica del número
doce, no sabemos el propósito de Jesús al llamarlos. Marcos 3:14 dice que
fueron ellos los que eligieron estar con él, lo que ha sido tomado
recientemente como la exposición de un hecho(16).
Aunque Marcos no puede saber lo que Jesús tenía en mente. La llamada de los
primeros discípulos, tan convincentemente presentada en los sinópticos (Mat.
4:18-22//Marc. 1:16-20; Luc. 5:1-11), tiene un fin edificante para la iglesia(17) y no ofrece ningún tipo de conocimiento acerca de
cómo Jesús reunió alrededor de sí un pequeño grupo de seguidores, al menos
algunos de ellos le siguieron profesando devoción después de su muerte.
La cuestión de lo que Jesús tenía en mente a la hora de
reunir un grupo especial de doce muestra una vez más la dificultad de recuperar
información histórica sobre la base de una exégesis precisa de pasajes
individuales en los Evangelios sinópticos. Mat.
19:28 si es auténtico, confirmaría que Jesús buscaba la restauración de
Israel. La restauración también incluye “juicio”.
Se está de acuerdo en que los doce simbolizan la inclusión de todo Israel en el
futuro Reino. El hecho es que el número doce, aparte de los detalles de cualquier
dicho individual, señala a “todo Israel”. Todo lo que habría de conocerse es el
hecho que Jesús pensó, y enseñó a sus seguidores a pensar, que eran “doce”(18). No hay por qué pensar que se mencionaba siempre a
los mismos individuos, ni que el número de los seguidores de Jesús en ningún
momento sumaban doce. No hay por qué pensar que envío a doce en misión
especial, o que los doce se sentarían un día a juzgar a las doce tribus de
Israel. Cuanto más se sepa más precisa será la comprensión, aunque se puede ver
claramente que Jesús hizo encajar su obra en la expectativa escatológica Judía
si sólo sabemos que “pensó” que había doce junto a él.
Habría que considerar dos argumentos más que intentan
especificar el papel de los doce en la obra y pensamiento de Jesús. O´Neil
argumenta que Jesús les dio autoridad(19), y
Jeremias que los envió con la admonición de no trabajar(20). En ambos casos, de manera bastante correcta, la evidencia de
Pablo es importante en el argumento. O´Neil entiende II
Cor. 2:10 como afirmando que Pablo puede perdonar los pecados “en la persona de Cristo” (en prosopoi Christou), y relaciona esto con el dicho
acerca de “atar y desatar” en Mat. 16:19(21).
También señala I Cor. 9:12-15 y Gál. 1:17; 2:2(22). El primer pasaje trata con los “derechos” o “autoridad”(exousia) de los apóstoles, el otro indica que
incluso Pablo otorgaba a Pedro una especie de primacía. Estos puntos están
correlacionados con Mat. 16:19 y 18:18, y
juntos apoyan el punto de vista que Jesús mismo le dio autoridad a los doce.
Jeremías combina I Cor. 9:14
con Mat. 6:25-33 para concluir que los
discípulos fueron enviados con la prohibición de no realizar trabajo alguno
excepto llevar el mensaje(cf. Mat. 10:10)(23).
Está más allá de cualquier duda, como Gál. 1-2; I Cor. 9:5; I Cor. 15:5 demuestran, que
Pedro ocupó un lugar prominente en el primer movimiento Cristiano. Precisamente
lo que esto nos dice acerca del punto de vista de Jesús respecto a Pedro tiene
una interpretación complicada debido al papel de Santiago, tanto en I Cor. 15 como en Gál.
2. Parece que, si Jesús le otorgó autoridad a Pedro, no lo hizo de una
manera tan inequívoca como para que no pudiese ser compartida con Santiago. Los
hermanos del Señor también complican la cuestión del derecho a no trabajar,
dado que Pablo les asigna el mismo privilegio que a los apóstoles(I Cor. 9:5). Los hermanos del Señor quedan
enfáticamente excluidos de los seguidores de Jesús en los relatos evangélicos(Marc. 3:31-35; cf.6:3). Además, los privilegiados
según Pablo son, además de los hermanos del Señor, los apóstoles, no los doce.
Los doce, aparentemente con Pedro a la cabeza, son distinguidos de los
apóstoles, posiblemente con Santiago a la cabeza, en I
Cor. 15:5-7. Gál. 1:19 también pone a
Santiago entre los apóstoles, también Pablo consideró a Bernabé como apóstol(I Cor. 9:6). Es posible, aunque no cierto, que
Andrónico y Junia cuenten como apóstoles(Rom. 16:7)(24). Resumiendo, la evidencia de Pablo abre numerosas
líneas de investigación, aunque no trata con los “doce”,
o con los seguidores de Jesús de manera más general, de manera que se pueda
ampliar lo poco que se sabe. Puede ser que Jesús le diese autoridad a los doce
y les dijese que sólo necesitaban trabajar para el Evangelio, y que en Pablo
estos derechos se hayan expandido más allá del círculo original, para incluir a
los otros apóstoles y hermanos del Señor; pero aquí uno se mueve más allá de
una certeza razonable hacia un “puede ser”.
Por lo tanto, aunque no tengamos una evidencia completamente firme que nos
permita decir más acerca de lo que pensaba Jesús de los doce y su tarea. Lo que
parece virtualmente cierto es que la concepción de “los
doce” se remonta a Jesús mismo(aunque sus compañeros más cercanos en un
momento dado no fuesen precisamente doce). Su uso del concepto “doce” señala hacia su comprensión de su propia
misión. Estaba involucrado en una tarea que incluía la restauración de
Israel.
------------------------
1.
Ver también I Cor.
9:5 es nombrado junto a los Apóstoles y hermanos del Señor. Recibe una
mención separada, aunque es uno de los Apóstoles. Ver C. K. Barrett, “Cephas and Corinth”, Essays
on Paul, 1982, pp. 30.
2.
Mat. 27:3-10;
Hechos 1:18. Los relatos son legendarios,
aunque la traición y la deserción son históricos.
3.
Phillip Vielhauer, “Gottesreich
und Menschensohn in der Verkündigung Jesu, Festschrift für Gunther Dehn”,
1957, pp. 62-4. Para una crítica de Vielhauer, Robert Meye, “Jesus and the Twelve”, 1968, pp. 206.
4.
Vielhauer, “Gottesreich
und Menschensohn”, p. 63.
5.
Cf. Jeremias, “Proclamation”,
p. 234.
6.
Gogel, “Jesus”,
pp. 340. Jeremias (Proclamation, p. 232 n.3) propone que Lucas simplemente ha
abreviado el dicho.
7.
Ver también, Meye, “Jesus
and the Twelve”, pp. 192-209; Trautmann, “Zeichenhafte
Handlungen”, p. 168 y notas; Dunn, “Spirit”,
p. 25. La mayoría de estudiosos está a favor de la historicidad básica de los
doce como discípulos elegidos por Jesús.
8.
En estas listas Mateo y Marcos tienen a un Tadeo
y Lucas y Hechos a un tal Judas hijo de Santiago. Juan no tiene ninguna lista
de nombres, aunque sí llama a los discípulos “los doce”(Jn.6:67; 20:24). En Juan 1:40-51
encontramos los nombres Andrés, Simón(Pedro), Felipe y Natanael. El último
nombre no está en las otras listas. En Juan 20:24
Tomás es uno de los doce.
9.
Gaston, “No Stone on
Another”, p. 417: “El hecho que las varias
listas en los Evangelios no estén de acuerdo es una prueba de la institución de
los Doce no por la iglesia sino por Jesús”. Igualmente Meye, “Jesus and the Twelve”, pp. 200.
10.
Puede ser que, como expone Juan 1:25-40, algunos
de los discípulos de Jesús eran originalmente discípulos de Juan Bautista. Cf.
Raymond Brown, “The Gospel According to John”,
1966, p.77.
11.
Kümmel, “Theology”,
pp. 37; Bornkamm, “Jesus of Nazareth”, p.
150; Dunn, “Spirit”, p.81.
12.
Especialmente Guignebert, “Jesus”, pp. 219-23; Goguel, “Jesus”, pp. 340.
13.
H. Schürmann, “Symbolhandlungen
Jesus als eschatologsche Erfüllumngszeichen”, “Das
Geheimmis Jesu. Versuche zur Jesusfrage”, 1972, p.89; Pesch, “Anspruch”.
14.
II Cor. 12:12;
Hech. 3:5-7.
15.
Como hace Trocmé, “Jesus”,
pp. 37.
16.
Schweizer, “Jesus”,
p. 41. Schweizer convierte la falta de evidencia para un programa más ambicioso
en el argumento que Jesús no tenía en mente nada particular.
17.
Goguel, “Jesus”,
p. 335; Guignebert, “Jesus”, pp. 217.
18.
Moule, “Birth”,
p. 54: “El mismo número doce da testimonio de la
conciencia de Israel que tenía Jesús”. Ver también H. Schüman, “Der Jüngerkreis Jesu als Zeichen für Israel”, Das
Geheimnis Jesu, 1972, pp. 126-53; “Die
Symbolhandlungen Jesu als eschatologische Erfüllungszeichen”, esp. Pp.
89.
19.
O´Neil, “Messiah”,
pp. 90-3.
20.
Jeremias, “Proclamation”,
pp. 236.
21.
O´Neil, p. 90, cita también a Mat. 18:18(atar/desatar) y Juan. 20:23.
22.
Ibid., p. 92.
23.
Jeremias, loc. Cit.
24.
Sobre “apóstol” en Pablo, ver la excelente
investigación de K.H. Rengstorf, “Apostolos”,
TDNT I, PP. 407-47.
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