miércoles, 10 de diciembre de 2014

JESÚS Y LOS DOCE

JESÚS Y LOS DOCE DISCÍPULOS
La evidencia más temprana de la tradición que había un grupo especial de seguidores de Jesús llamados “los doce” es I Cor. 15:5, “Se apareció a Cefas y luego a los Doce”. Esto se ha interpretado como que se apareció a Cefas sólo, después a los doce como grupo(incluido Cefas)(1). Algunos manuscritos corrigen el número a “once”, sin duda con un ojo en la tradición de la muerte de Judas(2), aunque es precisamente esto lo que confirma la lectura de “doce”. Los escribas, conscientes de esta tradición no habrían corregido “once” por “doce”, por eso la noción de “doce” es una parte fija de una tradición pre-Paulina. La segunda evidencia firme es Mat. 19:28, “Os sentareis también vosotros en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel”.

El razonamiento que permite considerar el dicho acerca de “los doce” en Mat. 19:28 se remite al mismo Jesús y es el mismo que permite un claro juicio sobre I Cor. 15:5: es poco probable que,  después de la traición de Judas, la iglesia hiciera que Jesús le incluyera como uno de aquellos que se sentaría en un trono juzgando a Israel. Si la traición es un hecho histórico, es poco probable que la iglesia se hubiera movido de “traición de uno de los doce”(un hecho) a “aparición a los doce”(I Cor. 15:5), a “traición de un discípulo”(los cuatro Evangelios y Hechos), y después a la creación de un dicho de Jesús que “entroniza” al traidor. Se puede observar, pues, que una vez el relato de la traición de Judas quedó establecido, el número doce no habría sido introducido en Mat. 19:28, al igual que la Iglesia no habría inventado la aparición a los doce(I Cor. 15:5).

Pero no es también posible que el número doce y la traición de uno de ellos sean invenciones, con la tradición de los doce creada primero? Se podría argumentar con Vielhauer: “No había circulo de los doce alrededor de Jesús. Un discípulo le traicionó. La iglesia, vivía fuera de cualquier expectativa escatológica, primero estableció el número doce para los discípulos (I Cor. 15:5) y, por otro motivo teológico, creó la leyenda de la traición(3).

Como es el caso con la mayoría de las hipótesis especulativas, este punto de vista no puede ser demostrado erróneo. Se puede aceptar la probabilidad solamente, y en este caso el grado de convicción de la hipótesis depende de la fuerza del motivo teológico para la creación de la leyenda de la traición de uno de los doce. La traición argumenta decisivamente a favor de la autenticidad de los doce al menos que la traición misma se inauténtica. Vielhauer propuso que la creación de la leyenda de la traición a cargo de la iglesia estaba basada en Salm. 41:9-10(Heb. 41:10; LXX 40:10), que menciona la traición de un compañero de mesa. Este versículo es mencionado en Marc. 14:18(4). Es cierto que la iglesia, en general, estaba interesada en encontrar conexiones entre la pasión de Jesús y las profecías bíblicas y puede muy bien haber creado algunas tradiciones acerca de lo primero en orden a aumentar el número de resonancias con las Escrituras. Aunque este caso particular es bastante débil. La iglesia, tal como está representada en Mat. 26:20-25 y Lucas 22:21-23, que no siguen al Salmo, no parece haber estado muy interesada en la conexión. Es especialmente sorprendente que Mateo, quien mejor representa la tendencia a crear concordancias entre la vida y enseñanza de Jesús y la Biblia, no llame la atención sobre esta. Marcos, de hecho, no le pone cuidado, y ni siquiera se puede hablar de una cita real. Sin embargo, el tema del pasaje como un todo (Marc. 14:17-21) puede razonablemente ser interpretado como enfatizando, de acuerdo con el Salmo, que es un compañero de mesa quien traiciona a Jesús. Pero aún garantizando esto, todavía es difícil ver que el interés en conectar “comida” con “traición” de acuerdo con el Salmo podría haber llevado a la afirmación que uno de los doce, en lugar de cualquier otro discípulo de menor rango, traicionó a Jesús. La propuesta de Vielhauer requiere que pensemos que la presencia de los “Doce” en la cena final(Marc. 14:17) es una invención, al igual que la traición. Esta doble invención era, no obstante, una situación embarazosa para la iglesia, y parece poco probable. Además, el punto de vista de Vielhauer no tiene en cuenta el dicho en Mat. 19:28. Él lo ve como inauténtico, aunque no dice por qué la iglesia habría inventado un dicho que supone la continuidad de la existencia de los doce.

Esta situación embarazosa fue tratada de manera diferente por los evangelistas. Los Cristianos posteriores hubieron de explicar que Jesús ya sabía, quizá con anterioridad al evento, que Judas le iba a entregar(Mat. 26:25; Juan 6:64, 71)(5). Mateo también reduce las apariciones después de la resurrección a once discípulos(28:16), mientras Lucas atribuye la participación de Judas en el grupo de los doce a la necesidad de cumplir la Escritura(Hech. 1:16-20). La acción de Judas es conforme a la profecía en Mat. 26:15(citando a Zac. 11:12), y la reminiscencia del Salmo 41 en Marc. 14:18 probablemente muestra la misma tendencia: un hecho es explicado citando la Escritura, no inventado en base a esta. Quizá es debido a lo embarazoso del tema de la traición que Lucas omite la palabra “doce” antes de “tronos” en su paralelo a Mat. 19:28(Os sentéis sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel, Luc. 22:30). Goguel ve esta lectura como poniendo en duda Mat. 19:28, constituyendo por lo tanto una objeción al uso del dicho de las “doce tribus” para apoyar la tradición de los “doce”(6), aunque es mejor atribuir esto a la obra editorial de Lucas. Él y Mateo trataron lo embarazoso de la traición de Judas de manera diferente, Mateo atribuyendo conocimiento previo a Jesús y restringiendo el número de aquellos que vieron la resurrección, Lucas simplemente borrando la parte perjudicial del dicho que presupone la continuación de los doce alrededor de Jesús.

Quizá la más simple y probable explicación de las tradiciones acerca de los doce y Judas es que la iglesia se vio enfrentada a dos hechos: la existencia de los doce como grupo(I Cor. 15:5; Mat. 19:28) y la traición de uno de ellos. El resto de las referencias a Judas, incluyendo el eco en el Salmo 41 en Marcos 14:17-21, se pueden explicar como intentos de acomodar estos dos hechos y tratar el embarazo causado por la traición de Judas. No sería conveniente suponer que la atribución de un papel inferior a Juan Bautista indica que no hubo conexión en absoluto entre el Bautista y Jesús, por lo que no habría que suponer que las explicaciones teológicas/bíblicas de la traición de Judas signifiquen que no hubo traición de uno de los doce(7).

Aunque muchos incluyen la existencia de los doce entre uno de los hechos más indiscutibles acerca de Jesús, hay que reconocer que de toda la lista es el tema más débil. El hecho que causa más dudas acerca de la llamada de Jesús a los doce es que la lista de nombres no es idéntica (Mat. 10:2-4; Marc. 3:16-19; Luc. 6:14-16; Hechos 1:13)(8). Esto da lugar a la pregunta de si hubo o no doce discípulos identificables. Pero hay que señalar que la variación en las listas no es explicable como una adición posterior. Por qué habría la iglesia de inventar el número doce y producir posteriormente una lista de nombres que no concuerdan? Las diferencias (aparecen al final de las listas) parecen señalar más bien al hecho que la concepción de los doce estaba más firmemente anclada que el recuerdo de quienes eran. Como bien señalan Gaston y Meye, el desacuerdo en los nombres de algunas de las figuras menores cuenta a favor, más que en contra, de la existencia del grupo, cuyo número era doce, durante el ministerio de Jesús(9).

Habría que recordar que Pablo, citando la tradición establecida, usó el número doce, si la traición es histórica, cuando no podrían haber sido doce. Vielhauer tomó la referencia a los doce en I Cor. 15:5 y la historia de la traición de uno de los doce como totalmente contradictoria. Buscó la solución en una complicada teoría de invención Cristiana: “La iglesia creó “doce” en la lista de apariciones en la resurrección y posteriormente la leyenda de la traición de uno de ellos”. Estaba en lo correcto al ver detrás del número en I Cor. 15 un símbolo importante. Parece ser, no obstante, que el símbolo era importante para Jesús y no fue creado después de la resurrección. Las variaciones en los nombres señalan en la misma dirección. Fue Jesús quien mencionó por vez primera que eran doce, y la iglesia la que posteriormente trato de componer una liste de ellos.

Hay aquí una historicidad curiosa: “La historicidad de un símbolo”. En el periodo más temprano (manifiesto en I Cor. 15:5)no fueron contados los miembros. Que esto fue durante algún tiempo antes de comenzar a ser contados queda claro por la lista de nombres. “Doce” es un número fijo que señala a un grupo, y fue precisamente el número que fue recordado, fuese o no estrictamente aplicable, incluso aunque creó dificultades. Los doce fueron nombrados con este título fuesen o no doce.

El uso de un número simbólico por el mismo Jesús gana a toda evidencia. Ambas dificultades –la aparente contradicción entre I Cor. 15:5 y la traición, y las variaciones en las listas de nombres- quedan explicadas si el mismo Jesús utilizó “doce” simbólicamente. El número no era una creación posterior, ni lo era la traición de uno que, bajo todos los puntos de vista, pertenecía al circulo interno. La iglesia siguió a Jesús cuando mencionaba a los doce incluso si no había doce(I Cor. 15:5). Una rama de esto conservó un dicho que predecía el futuro de los doce(Mat. 19:28) y buscó maneras de evitar el embarazo que creó la traición(que si fue prevista por Jesús; o que cumplía la Escritura; ver la omisión de los doce en Lucas 22:30). Todo esto muestra la lucha de la iglesia por acomodar un número que era irradicable.

Parece bastante razonable pensar que Jesús usó el número “doce” simbólicamente, sin que nadie en su época o posteriormente contara doce en realidad. Los números simbólicos han de ser pensados por alguien, y pueden o no estar fundamentados en una precisa enumeración(cf. Mat. 1:1-7). Es más probable que Jesús hiciera uso de este número que este fuese inventado por la iglesia para tener después dificultades a la hora de integrarlo o nombrar a los doce.

El número doce indica un concepto que es muy antiguo y que probablemente se remonta a Jesús. Otra información acerca de los discípulos –su llamada, sus historias anteriores(10), una lista precisa de nombres(si es que hubo, durante la vida de Jesús, un grupo invariable de doce) y su actividad como seguidores de Jesús-  no pueden ser recuperados. Casi todos dicen que no representaban una comunidad cerrada(11), lo que demuestra que los argumentos de los primeros estudiosos, como Goguel y Guignebert, dirigidos mayormente contra la idea de un apostolado(12), no fueron del todo inefectivos. Va más allá de toda evidencia decir que entre los doce había representantes de los diferentes movimientos en el Judaísmo(Fariseos, recolectores de impuestos, zelotes, Gelileos Helenizados, etc.)(13). No se sabe qué actividades realizaban. Los apóstoles posteriormente predicaban y realizaron milagros(14), lo que no se puede afirmar decir con certeza de los discípulos en tiempos de Jesús(15). En particular, aparte de lo que se sabe de la naturaleza simbólica del número doce, no sabemos el propósito de Jesús al llamarlos. Marcos 3:14 dice que fueron ellos los que eligieron estar con él, lo que ha sido tomado recientemente como la exposición de un hecho(16). Aunque Marcos no puede saber lo que Jesús tenía en mente. La llamada de los primeros discípulos, tan convincentemente presentada en los sinópticos (Mat. 4:18-22//Marc. 1:16-20; Luc. 5:1-11), tiene un fin edificante para la iglesia(17) y no ofrece ningún tipo de conocimiento acerca de cómo Jesús reunió alrededor de sí un pequeño grupo de seguidores, al menos algunos de ellos le siguieron profesando devoción después de su muerte.

La cuestión de lo que Jesús tenía en mente a la hora de reunir un grupo especial de doce muestra una vez más la dificultad de recuperar información histórica sobre la base de una exégesis precisa de pasajes individuales en los Evangelios sinópticos. Mat. 19:28 si es auténtico, confirmaría que Jesús buscaba la restauración de Israel. La restauración también incluye “juicio”. Se está de acuerdo en que los doce simbolizan la inclusión de todo Israel en el futuro Reino. El hecho es que el número doce, aparte de los detalles de cualquier dicho individual, señala a “todo Israel”. Todo lo que habría de conocerse es el hecho que Jesús pensó, y enseñó a sus seguidores a pensar, que eran “doce”(18). No hay por qué pensar que se mencionaba siempre a los mismos individuos, ni que el número de los seguidores de Jesús en ningún momento sumaban doce. No hay por qué pensar que envío a doce en misión especial, o que los doce se sentarían un día a juzgar a las doce tribus de Israel. Cuanto más se sepa más precisa será la comprensión, aunque se puede ver claramente que Jesús hizo encajar su obra en la expectativa escatológica Judía si sólo sabemos que “pensó” que había doce junto a él.

Habría que considerar dos argumentos más que intentan especificar el papel de los doce en la obra y pensamiento de Jesús. O´Neil argumenta que Jesús les dio autoridad(19), y Jeremias que los envió con la admonición de no trabajar(20). En ambos casos, de manera bastante correcta, la evidencia de Pablo es importante en el argumento. O´Neil entiende II Cor. 2:10 como afirmando que Pablo puede perdonar los pecados “en la persona de Cristo” (en prosopoi Christou), y relaciona esto con el dicho acerca de “atar y desatar” en Mat. 16:19(21). También señala I Cor. 9:12-15 y Gál. 1:17; 2:2(22). El primer pasaje trata con los “derechos” o “autoridad”(exousia) de los apóstoles, el otro indica que incluso Pablo otorgaba a Pedro una especie de primacía. Estos puntos están correlacionados con Mat. 16:19 y 18:18, y juntos apoyan el punto de vista que Jesús mismo le dio autoridad a los doce.

Jeremías combina I Cor. 9:14 con Mat. 6:25-33 para concluir que los discípulos fueron enviados con la prohibición de no realizar trabajo alguno excepto llevar el mensaje(cf. Mat. 10:10)(23).

Está más allá de cualquier duda, como Gál. 1-2; I Cor. 9:5; I Cor. 15:5 demuestran, que Pedro ocupó un lugar prominente en el primer movimiento Cristiano. Precisamente lo que esto nos dice acerca del punto de vista de Jesús respecto a Pedro tiene una interpretación complicada debido al papel de Santiago, tanto en I Cor. 15 como en Gál. 2. Parece que, si Jesús le otorgó autoridad a Pedro, no lo hizo de una manera tan inequívoca como para que no pudiese ser compartida con Santiago. Los hermanos del Señor también complican la cuestión del derecho a no trabajar, dado que Pablo les asigna el mismo privilegio que a los apóstoles(I Cor. 9:5). Los hermanos del Señor quedan enfáticamente excluidos de los seguidores de Jesús en los relatos evangélicos(Marc. 3:31-35; cf.6:3). Además, los privilegiados según Pablo son, además de los hermanos del Señor, los apóstoles, no los doce. Los doce, aparentemente con Pedro a la cabeza, son distinguidos de los apóstoles, posiblemente con Santiago a la cabeza, en I Cor. 15:5-7. Gál. 1:19 también pone a Santiago entre los apóstoles, también Pablo consideró a Bernabé como apóstol(I Cor. 9:6). Es posible, aunque no cierto, que Andrónico y Junia cuenten como apóstoles(Rom. 16:7)(24). Resumiendo, la evidencia de Pablo abre numerosas líneas de investigación, aunque no trata con los “doce”, o con los seguidores de Jesús de manera más general, de manera que se pueda ampliar lo poco que se sabe. Puede ser que Jesús le diese autoridad a los doce y les dijese que sólo necesitaban trabajar para el Evangelio, y que en Pablo estos derechos se hayan expandido más allá del círculo original, para incluir a los otros apóstoles y hermanos del Señor; pero aquí uno se mueve más allá de una certeza razonable hacia un “puede ser”. Por lo tanto, aunque no tengamos una evidencia completamente firme que nos permita decir más acerca de lo que pensaba Jesús de los doce y su tarea. Lo que parece virtualmente cierto es que la concepción de “los doce” se remonta a Jesús mismo(aunque sus compañeros más cercanos en un momento dado no fuesen precisamente doce). Su uso del concepto “doce” señala hacia su comprensión de su propia misión. Estaba involucrado en una tarea que incluía la restauración de Israel.                                                          
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1.     Ver también I Cor. 9:5 es nombrado junto a los Apóstoles y hermanos del Señor. Recibe una mención separada, aunque es uno de los Apóstoles. Ver C. K. Barrett, “Cephas and Corinth”, Essays on Paul, 1982, pp. 30.
2.     Mat. 27:3-10; Hechos 1:18. Los relatos son legendarios, aunque la traición y la deserción son históricos.
3.     Phillip Vielhauer, “Gottesreich und Menschensohn in der Verkündigung Jesu, Festschrift für Gunther Dehn”, 1957, pp. 62-4. Para una crítica de Vielhauer, Robert Meye, “Jesus and the Twelve”, 1968, pp. 206.
4.     Vielhauer, “Gottesreich und Menschensohn”, p. 63.
5.     Cf. Jeremias, “Proclamation”, p. 234.
6.     Gogel, “Jesus”, pp. 340. Jeremias (Proclamation, p. 232 n.3) propone que Lucas simplemente ha abreviado el dicho.
7.     Ver también, Meye, “Jesus and the Twelve”, pp. 192-209; Trautmann, “Zeichenhafte Handlungen”, p. 168 y notas; Dunn, “Spirit”, p. 25. La mayoría de estudiosos está a favor de la historicidad básica de los doce como discípulos elegidos por Jesús.
8.     En estas listas Mateo y Marcos tienen a un Tadeo y Lucas y Hechos a un tal Judas hijo de Santiago. Juan no tiene ninguna lista de nombres, aunque sí llama a los discípulos “los doce”(Jn.6:67; 20:24). En Juan 1:40-51 encontramos los nombres Andrés, Simón(Pedro), Felipe y Natanael. El último nombre no está en las otras listas. En Juan 20:24 Tomás es uno de los doce.
9.     Gaston, “No Stone on Another”, p. 417: “El hecho que las varias listas en los Evangelios no estén de acuerdo es una prueba de la institución de los Doce no por la iglesia sino por Jesús”. Igualmente Meye, “Jesus and the Twelve”, pp. 200.
10.   Puede ser que, como expone Juan 1:25-40, algunos de los discípulos de Jesús eran originalmente discípulos de Juan Bautista. Cf. Raymond Brown, “The Gospel According to John”, 1966, p.77.
11.   Kümmel, “Theology”, pp. 37; Bornkamm, “Jesus of Nazareth”, p. 150; Dunn, “Spirit”, p.81.
12.   Especialmente Guignebert, “Jesus”, pp. 219-23; Goguel, “Jesus”, pp. 340.
13.   H. Schürmann, “Symbolhandlungen Jesus als eschatologsche Erfüllumngszeichen”, “Das Geheimmis Jesu. Versuche zur Jesusfrage”, 1972, p.89; Pesch, “Anspruch”.
14.   II Cor. 12:12; Hech. 3:5-7.
15.   Como hace Trocmé, “Jesus”, pp. 37.
16.   Schweizer, “Jesus”, p. 41. Schweizer convierte la falta de evidencia para un programa más ambicioso en el argumento que Jesús no tenía en mente nada particular. 
17.   Goguel, “Jesus”, p. 335; Guignebert, “Jesus”, pp. 217.
18.   Moule, “Birth”, p. 54: “El mismo número doce da testimonio de la conciencia de Israel que tenía Jesús”. Ver también H. Schüman, “Der Jüngerkreis Jesu als Zeichen für Israel”, Das Geheimnis Jesu, 1972, pp. 126-53; “Die Symbolhandlungen Jesu als eschatologische Erfüllungszeichen”, esp. Pp. 89.
19.   O´Neil, “Messiah”, pp. 90-3.
20.   Jeremias, “Proclamation”, pp. 236.
21.   O´Neil, p. 90, cita también a Mat. 18:18(atar/desatar) y Juan. 20:23.
22.   Ibid., p. 92.
23.   Jeremias, loc. Cit.

24.   Sobre “apóstol” en Pablo, ver la excelente investigación de K.H. Rengstorf, “Apostolos”, TDNT I, PP. 407-47. 

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