jueves, 3 de diciembre de 2015

JESÚS DIOS II

CRISTOLOGÍA CRISTIANA TEMPRANA

Un aspecto esencial de esta tesis es que los Cristianos construyeron un Jesús divino con rasgos específicos de las deidades de la cultura Greco-Romana. Es importante dejar esto bien claro dado que en estudios recientes se ha hecho énfasis en comprender la divinidad de Jesús desde un único punto de vista Judío.

En su muy a menudo citado estudio, “Judaism and Hellenism”, Martin Hengel demuestra con impresionantes detalles que “todo el Judaísmo desde mediados del siglo tercero a.C. ha de ser llamado en sentido estricto “Judaísmo Helenístico”(1). Como bien expresó en un libro posterior: “Al haber estado más de trescientos años de historia bajo la influencia de la cultura Griega el Judaísmo Palestino también puede ser descrito como Judaísmo Helenístico, el término Helenístico tal y como era usado corrientemente no sirve ya más para realizar cualquier diferenciación con sentido en términos de la historia de las religiones dentro de la historia del Cristianismo temprano”(2). Hengel señala naturalmente distintivos Judíos en el periodo imperial temprano (ej., centrado en la Torah y el fervor apocalíptico). Demuestra convincentemente, sin embargo, que Palestina había sido, desde hacía tiempo, tocada por el “espíritu” (Geist) de la civilización Helena casi en todos los niveles: económico, político, cultural, literario, filosófico y teológico(3).

Pero es sorprendente que después de todo esto, Hengel en su “The Son of God” presente uno de los intentos más cándidos de aislar la cristología temprana Cristiana de toda influencia Greco-Romana. Niega la influencia de hombres deificados populares (por ejemplo, Heracles que tuvo una muerte violenta), los emperadores deificados (Octavio enviado al mundo como Mercurio[Horacio, Od. 1.2.41-52]), hombres divinos (Pitágoras encarnado como Apolo Hiperbóreo), redentores gnósticos preexistentes, y dioses que aparecen disfrazados de humanos- o sea, virtualmente cualquier análogo Helenístico que encontró(4). La ironía de esta situación es solamente apreciada cuando uno se da cuenta que para Hengel, la cristología más temprana surge del medioambiente Judeo-Palestino –exactamente el medioambiente que Hengel afirmó estaba radicalmente impregnado por los modos de pensamiento Helenístico. Se nos pide que creamos que, a pesar del hecho que Palestina (por no mencionar otros centros de la Cristiandad) fue helenizada siglos antes que tuviese lugar el movimiento Cristiano, virtualmente ninguna idea o historia teológica afectó el desarrollo de la cristología temprana.

Al aislar la cristología de las formas Helenísticas de pensamiento, Hengel reinstauró una antigua apologética distinción entre verdad Judeo-Cristiana y mito Griego. En orden a distinguir la historia de Jesús de los “mitos” Greco-Romanos(5), Hengel reconstruyó lo que él llamaba una “conexión de tradición interior Cristiano-Judía firmemente conjunta (einem festgefügten innerchristlich-jüdischer Traditionszusammenhang)” centrado en los temas de un mediador demiúrgico, mediador (notablemente, la figura de la Sabiduría) que es enviado al mundo(6). Las fuentes directas de esta cristología, creía Hengel, sólo podían ser Judías –un término ahora implícitamente usado para excluir lo que es “Helenístico” o Griego(7).

En fin, aunque muchos estudiosos se han esforzado en hacer comprensible la divinidad de Jesús en términos del Judaísmo antiguo, en el proceso no han tenido en cuenta el más amplio medioambiente (Greco-Romano) y así cuestiones más amplias que ayudan a comprender (por adaptar el título de uno de los libros de L.W. Hurtado) “How on Earth did Jesus became a God”. Hurtado está en lo correcto cuando se opone a un modelo evolutivo de la deificación de Jesús que tuvo lugar relativamente tarde como resultado de un incremento de las mayorías Gentiles en las tempranas comunidades Cristianas. Él asocia esta teoría con Bousset, un representante de la “antigua” Escuela de la Historia de las Religiones(8) Desgraciadamente, Hurtado parece seguir implícitamente a Bousset al asociar una mayoría Gentil con el aumento de Helenización.

(9)Es este punto de vista (una gradual helenización del Cristianismo mediante el influjo de Gentiles) que en los años recientes ha sido demostrado como equivocado(10). El Cristianismo nació de una madre Judía ya helenizada(11). El fenómeno sociocultural de helenización no fue algo que se infiltró posteriormente como cuerpo extraño después que el Cristianismo dejó de ser un movimiento Judío(12). En tiempos del mismo Jesús, los Judíos Palestinos había ya adoptado y adaptado completamente las ideas Griegas(incluyendo las teológicas) a un nivel tal que en muchos casos lo que parece ser una noción distintamente “Judía” es de hecho un híbrido cultural Greco-Judío(13).

Las llamadas ideas Judías acerca de la divinidad ya habían sido helenizadas cuando surgió el Cristianismo, por lo que aislar mentalmente una cristología temprana Judía de una helenística es equivocado. Si unimos a esto la inconsistencia de Hengel quien usó extraordinariamente descripciones tardías del numina Judío (ej. La figura de Enoc-Metatrón en el Sefer Hekhalot o 3 Enoc) para aclarar la cristología temprana, mientras que excluía rigurosamente las primeras fuentes Greco-Romanas de incluso a finales del siglo primero por motivos cronológicos(14).

TESIS
En un esfuerzo por equilibrar la unilateralidad de los actuales estudiosos cuando tratan con la temprana Cristología, propondremos que el Cristianismo temprano usó y adaptó de hecho concepciones Helenísticas ampliamente difundidas acerca de la divinidad en orden a comprender y describir el estatus divino de Jesús. Las concepciones Greco-Romanas de la divinidad eran percibidas por Judíos y Cristianos como apropiadas para sus propias tradiciones.

Para ser claro, el antiguo Judaísmo fue la matriz primaria del Cristianismo temprano, aunque no se trata aquí de jugar el juego de suma-cero donde el triunfo de los Griegos significa que los Judíos perdieron, y viceversa. Los estudiosos de épocas pasadas –por sus propias razones políticas- destacaron la influencia Greco-Romana en detrimento del pensamiento Judío(15). Actualmente la mayoría de estudiosos apoyan la idea que el Cristianismo fue una fe sincrética(H. Gunkel) o una especie de religión de los misterios Griega(R. Reitzenstein)(16). La historia indica que el Cristianismo surgió del Judaísmo y del Judaísmo recibió su sello más directo y decisivo. Sin embargo, el antiguo Judaísmo(s) (implícita o explícitamente visto separado del mundo Greco-Romano) no ha de ser tratado como la única matriz que informa la promoción literaria de Jesús al estatus divino. El antiguo Judaísmo era una religión Mediterránea que mantenía una conversación y negociación activa con corrientes religiosas más amplias de su época. Si el Judaísmo del siglo primero era obviamente una religión distintiva, muchos Judíos compartían puntos de vista sobre la deidad sorprendentemente similares a otros pueblos Mediterráneos de la época(17). Fueron estas generalizadas nociones culturales sobre la deidad de las que los Cristianos tempranos se apropiaron y adaptaron para describir la identidad divina de su señor.

Argumentamos no que los primeros Cristianos copiaran su cristología divina de la teología Helenística, sino que ciertas concepciones de la deidad pasaron a formar parte de la “precomprensión” de la cultura Helenística –una cultura en la que Judíos y Cristianos ya participaban. Los antiguos Judíos y Cristianos, incluso cuando asumían una postura opuesta hacia la dominante cultura Helenística, estaban inmersos en el mundo de las ideas de la οίκουμένη. Ninguna barrera epistemológica los había aislado de las asunciones cosmológicas, antropológicas y teológicas de su época –muchas de las cuales eran tomadas como dadas por sentado(18). Estas asunciones no formaban tanto el contenido del pensamiento de los pueblos del antiguo Mediterráneo como su estructura. Eran el telar en el que la urdimbre y la trama del pensamiento estaban entrelazados; formaban un conjunto dado de normas que daba forma a cómo el mundo y los dioses eran percibidos. Una de estas asunciones era la noción que un mortal, un ser humano podía en ocasiones ser promovido a la inmortalidad de “los fuertes” llamados “dioses”. Incluso cuando los casos de deificación eran raros, las tradiciones de deificación no lo eran. Eran el material de la épica heroica, canciones líricas, antigua mitología, himnos cultuales, novelas Helenísticas, y teatro popular a lo largo del siglo primero en el mundo Mediterráneo(19). Estos discursos formaban parte de la corriente principal, de la cultura urbana a la que la mayoría de los primeros Cristianos pertenecían. Si los Cristianos estaban socializados en un medioambiente predominantemente Greco-Romano, no hay que sorprenderse que emplearan y adaptaran rasgos comunes de las deidades y hombres deificados para exaltar a su señor al estatus divino.

Hay que reconocer, no obstante, que la singularidad de Jesús formaba parte de la realidad del discurso y experiencia de los primeros Cristianos(20). Singularidad, en este sentido, es una expresión de valor. Partiendo de la devoción a Jesús, los primeros Cristianos describieron su divinidad como única y por lo tanto superior a la de cualquier competidor. Este deseo de “subir un nivel” sobre los rivales forma parte de la dinámica de una religión misionera que busca expandir su influencia en un mercado religioso variado(21). En tanto que vigorosos competidores que veían la verdad como un juego de suma cero, los Cristianos como Justino Mártir algunas veces construían puentes de conceptual similitud con sus oponentes, reordenando los bloques para crear barreras de supuesta superioridad. Por utilizar una analogía económica, los Cristianos modificaron el diseño de muchos productos competitivos en el mercado (i.e., otros individuos divinos y deificados), y –después de un más riguroso y amplio anuncio- presentaron esas ideas religiosas modificadas bajo su propia marca. Mucho antes de los derechos de autor, esta asimilación competitiva era muy común y efectiva en el mercado de las ideas. Nadie en el antiguo mundo Mediterráneo podía afirmar estar en posesión del significado de deidad. Con relativa facilidad, los Cristianos pudieron explotar acuerdos básicos sobre las nociones de divinidad para presentar la divinidad superior y exclusiva de Jesús(22). En suma, la observación emic(émica) de que los Cristianos percibían la divinidad de Jesús como única no anula el punto “etic”(ético) que deificaron a Jesús en su literatura.                                                 
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1.     Das gesamte Judentum ab etwa der Mitte des 3.Jh.s. v.Chr. müsste im strengen Sinne als “hellenistisches Judentum” bezeichnet werden”(Hengel, Judentum und Hellenismus: Studien zu ihrer Begegnung unter besonderer Berücksichtigung Palästinas bis zur Mitte des 2.Jh. v.Chr. WUNT 10; 3d. Ed. [Tübingen: Mohr Siebeck, 1988], P 193.
2.     Hengel, “The Hellenization of Judaea in the First Century alter Christ” (London: SCM, 1989), p. 53.
3.     La temprana helenización del Judaísmo (y por lo tanto del Cristianismo) ya había sido propuesta por Otto Pfleiderer (Das Urchristenthum: Seine Schriften und Lehren, in geschichtlichem Zusammenhang beschrieben [Berlin: G. Reimer, 1887], iv-v) y Paul Wendland (“Die hellenistische-römische Kultur in ihren Beziehungen zum Judentum und Christentum”, Handbuch um Neuen Testament I/2, 2ªed. [Tübingen: Mohr Siebeck, 1912]). Wendland sugiere dos etapas de Helenización Cristiana: una temprana (siglo primero) basada en conceptos comunes de religión popular (demonología, milagros, y mundo espiritual), y una helenización tardía (comienzos a mediados del siglo dos)basada en la integración consciente de la filosofía, retórica, y cultura literaria Griega(p. 212-40).   
4.     Hengel, “Der Sohn Gottes: Die Entstehung der Christologie und die jüdisch-hellenistische”, (Tübingen: Mohr Siebeck, 1977), p. 35-67).
5.     Ibid., P. 114(tradición relacionada), p. 119 (distinción de los “mitos”).
6.     En “Judentum und Hellenismus”, Hengel argumenta que la Sabiduría demiúrgica personificada(que aparece en Prov. 8; Sirac 24, etc.) es un producto de la influencia Semítica temprana y “oriental”, así como una interpretación tardía Helenística”(275-307).
7.     Hengel, “Sohn Gottes”, p. 67.
8.     Hurtado, “How on Earth did Jesus Become a God?”. Para una descripción de la (antigua) Escuela de Historia de las Religiones, ver Gerd Lüdemann y Martin Schröder, “Die religionsgeschichtliche Schule in Göttingen: Eine Dokumentation” (Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1987); Lüdemann, “Die Religionsgeschichtliche Schule und die Neutestamentliche Wissenschaft”, en “Die Religionsgeschichtliche Schule: Facetten eines theologischen Umbruchs”, ed. Gerd Lüdemann(Frankfurt am Main: Peter Lang, 1996), p. 9-22; Gerald Seelig, “Religionsgeschichtliche Methode in Vergangenheit und Gegenwart: Studien zur GEschichte und Methode des religionsgeschichtlichen Vergleichs in der neutestamentlichen Wissenschaft”(Leipzig: Evangelische Verlagsanstalt, 2001); William Baird, “History of New Testament Research”, vol. 2, From Jonathan Edwards to Rudolf Bultmann”(Minneapolis: Fortress Press, 2003), p. 238-53.  
9.     En “One Lord, One God”, por ejemplo, Hurtado se ve capacitado para pasar por alto las tradiciones Greco-Romanas porque el Cristianismo temprano estaba “dominado por Judíos y funcionaba como secta del Judaísmo antiguo”. Asume, aparentemente, que es solamente apropiado examinar las tradiciones Greco-Romanas cuando las iglesias tempranas devinieron gradualmente Gentiles. Las mismas asunciones aparecen en el prefacio a la segunda edición de “One Lord, One God”.
10.   Ademas de “Judentum und Hellenismus” de Hengel, ver su más corto estudio “The Hellenization of Judaea”. Estudios posteriores incluyen: David L. Balch, Everett Ferguson, y Wayne A. Meeks, eds., “Greeks, Romans, and Christians: Essays in Honor of Abraham J. Malherbe”(Minneapolis: Fortress Press, 1990); John J. Collins and Gregory Sterling, “Hellenism in the Land of Israel”(Notre Dame, IN: University of Notre Dame Press, 2001), p. 343.
11.   Comparar Hurtado, quien rechaza un Judaísmo “corrompido o paganizado” antes de la era Cristiana(prefacio a la segunda edición de “One Lord, One God”).
12.   Philip Alexander, “Hellenism and Hellenization as Problematic Historiographical Categories”, en Paul Beyond, p. 63-80, esp. 69; Antonio Piñero, “On the Hellenization of Christianity” en Flores Florentino: Dead Sea Scrolls and Other Early Jewish Studies”, ed. Anthony Hilhorst et al.(Leiden: Brill, 2007), p. 667-83, esp. 682-83; Luther H. Martin en “The Hellenisation of Judaeo-Christian FaithReligion and Theology, p. 12(2005): 1-19, esp. 13.
13.   Sobre la cultura Helena y su expansión en el antiguo Mediterráneo, ver Momigliano, “Alien Wisdom: The Limits of Hellenization”(Cambridge: Canbridge University Press, 19759; Jonathan A. Goldstein, “Semites, Iranians, Greeks, and Romans: Studies in their Interactions”(Atlanta: Scholars Press, 1990); Yaacov Shavit, “Athens in Jerusalem: Classical Antiquity and Hellenism in the Making of the Modern Secular Jew”, trad. Chaya Naor and Niki Werner (London: Littman Library of Jewish Civilization, 1997);
14.   Hengel, Sohn Gottes, p. 73-76(Metratron), 45, 50, 53-4(exclusión cronológica de las fuentes Greco-Romanas). Posteriores ejemplos y justificaciones en Smith, “Drudgery”, p. 43-6. 
15.   Gerdmar, “Judaism-Hellenism Dichotomy”, p. 16-17. Ver también Susannah Hescherl, “Jewish Studies as Counterhistory”, en Insider/Outsider: American Jewish & Multiculturalism, ed. D. Biale et al. (Berkeley: University of California Press, 1998), p. 101-15. Señala que en la Academia Americana del siglo veinte, “el Judaísmo fue presentado como un esfuerzo para no socavar el Cristianismo y contribuir a su comprensión y reforzar su hegemonía”, p. 103.
16.   H. Gunkel, “Zum religionsgeschichtlichen Verständnis des Neuen Testaments” (Göttingen: Vandenhoeck and Ruprecht 1903). Para Gunkel “la influencia de las religiones extranjeras” llegó a través del Judaísmo(durch das Judentum), y el Judaísmo mismo estaba “determinado fuertemente sincréticamente” (seht stark synkretistisch gestimmt gewesen). La definición y correctivos para la categoría del “sincretismo” la ofrece Henning Paulsen, “Synkretismus im Urchristentum und im Neuen Testament”, en “Zur Literatur und Geschichte des frühem Christentums: Gesammelte Aufsätze”, ed. Ute E. Eisen, WUNT 99(Tübingen: Mohr Siebeck, 1997), p. 301-9.
17.   Litwa, “We Are Being Transformed”, p. 50-56.
18.   George H. van Kooten, “Christianity in the Graeco-Roman World: Socio-Political, Philosophical, and Religious Interactions Up to the Edict of Milan(CE 313)”, en The Routledge Companion  to Early Christian Thought(ed. D. Jaffrey Bingham; London: Routledge, 2010), p. 3-37.
19.   Para un estudio de la deificación en el mundo Greco-Romano, ver Litwa, “We Are Being Transformed”, 58-85.
20.   Para la importancia de la experiencia en el Cristianismo temprano, ver Luke Timothy Johnson, “Religious Experience in Early Christianity: A Missing Dimension in New Testament Studies” (Minneapolis: Fortress Press, 1998).
21.   Para la naturaleza competitiva del Cristianismo, ver Leif E. Vaage, ed., “Religious Rivalries in the Early Roman Empire and the Rise of Christianity” (Waterloo, Ont.: Wilfrid Laurier University Press, 2006); van Kooten, “Christianity in the Graeco-Roman World”, 21-24.

22.   Para el modelo económico de religión, ver Rodney Stark, “Economics of Religion”, en “The Blackwell Companinon to the Study of Religion”, ed. Robert A. Segal (Malden, MA: Blackwell, 2006), 47-67.    

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