sábado, 2 de abril de 2016

TEODICEA

La principal tendencia en los escritores bíblicos cuando se enfrentan al mal inmerecido no es explicarlo sino invocar a Dios para que lo destruya. Esta es la diferencia significativa entre el pensamiento bíblico y el filosófico (Jer. 12:1-13). La respuesta a la cuestión del sufrimiento del inocente es una renovación por parte del Dios de justicia. La cuestión no es un ejercicio intelectual sino una indirecta con la intención de estimular al Dios justo para que actúe después de un largo reposo. Es más liturgia que filosofía.

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