sábado, 27 de agosto de 2011

JESUS Y LOS EVANGELIOS

JESÚS Y LOS EVANGELIOS
CAPÍTULO II
Curso de Verano, 2011.

Misterio/Eleusis/Kleos-Demeter-Persefone: la cueva al mundo
Subterráneo/muerte y resurrección.

El tipo de culto en Eleusis dio lugar a otros nuevos misterios que llegaron a la órbita religiosa del mundo Greco-Romano procedentes de las antiguas culturas que habían sido conquistadas –Egipto, Mesopotamia, y Anatolia.



Dioniso: dios que muere y resucita; también Orfeo.


Mito y religión cambian con el tiempo y la cultura. También los misterios marcan un tipo particular de apropiación de los mitos hacia un nuevo sentido del beneficio personal. Las reformulaciones de las leyendas es la llave para el nuevo significado, el cual es visto en la interacción entre mito y ritual. Contar y re-contar la historia se convierte en un volver a crear sus símbolos míticos y poderes, que a su vez son apropiados por los devotos humanos mediante el ritual que emplea símbolos similares –esto se aplica a la formación del Cristianismo. Participando en el ritual los devotos ratifican y participan en su realidad y poder. La llave para comprender esto es el contexto y combinación de historias, rituales y acciones, y elementos simbólicos empleados. Por lo tanto, el formar y reformar escenas individuales y ciclos completos vendrá a ser un importante proceso a la hora de describir a Jesús.

TRADICIÓN ORAL COMO ORIGEN DE LOS EVANGELIOS
Fue mediante ésta que la historia de Jesús fue transmitida los primeros años del Cristianismo. Se puede ver este proceso en la etapa temprana, en las cartas de Pablo (I Cor. 14:26).

Una observación clave en los más recientes estudios es que gran parte de la tradición oral estaba siendo formada, o quizá, modificada en tiempos de Pablo. Como está descrito en Filón de Alejandría (Sobre la Vida Contemplativa, 80). Primero se realizaba una exposición oral de las escrituras en la que el predicador solía imprimir sus propios pensamientos. Seguían las actuaciones individuales con cánticos de himnos, después se compartía una comida sagrada (Filón, Sobre la Vida Contemplativa 81-82). Esta descripción de Filón es un relato sobre los Terapeutas, filósofos ascetas Judíos. Unos siglos después, Tertuliano hizo una observación similar acerca de las Reuniones de los Cristianos (Tertuliano, Apología 39:17-18).

La tradición oral y los evangelios, “Q”. La tradición oral cesa cuando es puesta por escrito. El movimiento desde la tradición oral a la escrita, se piensa, acabó con la tradición dinámica oral. Los relatos históricos oral o preformativos (ritual) era el medio ordinario de producción literaria en el mundo Greco-Romano. Era una cultura oral.


La presentación oral de esas historias involucraba una actividad de composición que establecía el nivel para tener continuidad en la forma narrativa.

Si nos situamos en el Imperio Romano, la literatura era producida típicamente en forma escrita. A finales del siglo I d.C., hay un considerable aumento del intercambio y comercio de libros, al menos entre aristócratas Griegos y Romanos e intelectuales. Es en el siglo III d.C. cuando se comienza a observar un significativo aumento de copias de los libros Cristianos que incluían las primeras colecciones de los Evangelios. Esto no significa que el imperio Romano se había convertido en una cultura de escritura/lectura en lugar de una cultura oral. La mayoría de estos textos eran leídos en voz alta. Al mismo tiempo la noción de texto sagrado fuese Judío o los libros de la Sibilina, ocupaba un lugar especial en la cultura donde el objeto físico era en sí mismo también un símbolo importante.

La lectura de la mayor parte de los textos escritos se realizaba en voz alta, en parte porque la calidad “aural” de las palabras se entendía debía ser oída. Muy a menudo un esclavo entrenado leía los textos mientras que su amo/a escuchaba; la audición era el medio mediante el cual el texto entraba en la mente y alma para cultivar el conocimiento, ofrecer entretenimiento, o evocar un pathos. Plinio el Joven invitaba a sus amigos a banquetes o a su cuarto para realizar lecturas orales de su poesía, aunque no se sentía muy feliz cuando era criticado durante esas sesiones. Recitales de poetas, filósofos, o sátiros era a menudo un entretenimiento en los banquetes Romanos.

Eusebio, el historiador de la Iglesia, informa que Orígenes de Alejandría, componía varias obras a la vez caminando en su cuarto mientras dictaba sucesivamente a diferentes escribas. También hay evidencia que sugieren que algunos bosquejos de obras fueron editadas con posterioridad por escribas o el mismo autor en forma escrita. Pero el punto clave es que primero fueron dadas de manera oral, y que eran oídas por los “lectores”, fuese en recitales privados o públicos.


QUÉ TIPO DE MEMORIA? Una memoria construida que refuerza la identidad de la comunidad. La memoria es a la vez, construida y mantenida. Las reconstrucciones de un pasado compartido no sólo nos informan, sino más bien nos forman. Crean un modelo para entender el mundo y una guía para actuar en él.

LOS PRIMEROS ESCRITOS acerca de Jesús son los de Pablo. Unos 25 años antes del evangelio de Marcos. El tema curioso es que Pablo nunca menciona ninguno de los milagros de Jesús. Ni parece conocer ninguna narrativa referente a su nacimiento; su único comentario al respecto es que Jesús fue “nacido de mujer” (Gál. 4:4), o sea, que era humano.

TRADICIÓN DE LA MUERTE Y RESURRECCIÓN (1 Cor. 15:3-7), Frases tales como “por nuestros pecados” y “de acuerdo con las escrituras” son comentarios editoriales adicionales. Aunque es posible que esos comentarios interpretativos ya fuesen parte de la tradición oral, también es posible que fuesen añadidos por el mismo Pablo. Estas elaboraciones editoriales son una de las maneras en que las historias o relatos son formados y re-formados. Lo que puede haber comenzado como una glosa interpretativa se convierte en un componente narrativo. Lo que quizá sea un indicador importante que la frase “de acuerdo con las escrituras” fuese ya parte de la tradición oral antes de Pablo es que Pablo normalmente usaba el término “como está escrito”. También ocurre con la frase “al tercer día”. Hay que observar que es “al tercer día”, no “después de tres días”, como se encuentra en algunos evangelios posteriores. Al menos en uno de los relatos tardíos como son Lucas-Hechos (Hech. 2:25-31), donde se atribuye este concepto de tres días a una directa interpretación de las escrituras relacionando la resurrección de Jesús con la promesa: “No dejarás a tu amigo ver la fosa (corrupción en los LXX). La frase “al tercer día” implica que Jesús fuer resucitado de entre los muertos antes de su descomposición física, al menos como se entendía según la antigua medicina.


QUE CRISTO MURIÓ POR NUESTROS PECADOS es una alusión a Isaías 53:4-6. Cuándo estas ideas fueron introducidas en la tradición oral es incierto. La tradición oral continuó siendo fluida e interactiva a medida que se movía hacia áreas Judías de lengua Griega. En la tradición de Pablo no hay ninguna referencia a la resurrección en sí misma, ni a la tumba vacía que encuentran las mujeres (Marc. 16:1-8; Mat. 28:1-8; Luc. 24:1-12), ni a la ascensión (Luc. 24:50-53; Hech. 1:9-11). Estos episodios, como la persona de Judas son adiciones posteriores a la historia.

JUDAS Y LA ÚLTIMA CENA. Parece que Pablo no sabe nade de Judas. No lo menciona y su referencia a una aparición a “Cephas y los doce (1 Cor. 15:5) incluye a Judas. Al menos esto no sugiere que Pablo conocía una tradición en la cual uno de los “doce” fue cómplice en la ejecución de Jesús. Pablo hace referencia a que es Dios quien entrega a Jesús (Rom. 8:32), en otra que es Jesús mismo quien se entrega (Gál. 2:20). La tradición oral de Pablo de la Última Cena y la Pasión no incluye la escena de la “traición”. Sí muestra un lazo importante entre la Última Cena y la secuencia de la muerte-y-resurrección.

PABLO ESPERA EL RETORNO DE JESÚS QUE ESTÁ EN EL CIELO. Iguala la resurrección con el “ser designado Hijo de Dios”.

TRADICIÓN ORAL/NARRATIVA
Durante los cuarenta años anteriores a la composición del primer evangelio (Marcos), la tradición oral de la muerte de Jesús jugó un papel central en la vida comunal de los seguidores de Jesús. Parece que esos episodios eran relatados y re-relatados de varias maneras de comunidad en comunidad. Cuando esto pasó al contexto del mundo Greco-parlante parece haber sufrido algunos cambios importantes, igualmente aumentaron los elementos rituales en el culto asociados con la Cena del Señor como conmemoración de la muerte de Jesús. La confesión y proclamación iban juntas, de la mano, pare reforzar las creencias e identidad de las primeras comunidades.

Por otro lado, en tiempos de Pablo, en el 50 d.C., no parece haber una narrativa cohesiva o relato dramático de la muerte de Jesús. Tampoco existía una vida completa de Jesús. En las cartas de Pablo no se menciona la narrativa del nacimiento, el ministerio en Galilea, o una extensa enseñanza de Jesús. No hay aún parábolas, ni historias de milagros, ni Judas, ni entrada triunfal, ni Getsemani, ni traición, ni juicio, ni María Magdalena. Todos esos elementos tan familiares en la tradición tardía, tendrían que esperar mayores desarrollos en la narrativa. Al mismo tiempo, la dinámica de los relatos orales en contextos vivientes continuó promoviendo las diversas tradiciones acerca de Jesús elaborándolas en escritos representativos.

Las primeras tradiciones orales acerca de Jesús eran breves, esquemáticas afirmaciones acerca de la Última Cena y su muerte, entierro, resurrección, y apariciones. Lo que llamamos la narrativa de la Pasión sale de estas tempranas tradiciones. Aquí es donde el arte del narrador sale a relucir poniéndolas todas juntas. En el proceso, surgen nuevas cuestiones, y han de realizarse nuevos cambios en el relato. Nuevos componentes, como la historia de Judas o la “ascensión” llenan los huecos en la historia o resuelven diferencias entre versiones tempranas de la tradición oral. En otros casos, mirar en las escrituras Hebreas ofrece una manera de darle cuerpo a la narrativa y al mismo tiempo un sentido de guía divina a los eventos. Hay, pues, agendas apologéticas que dirigen la narrativa en ciertas direcciones. En cada caso también hay un efecto dominó, dado que cualquier cambio particular requiere otros ajustes o elaboraciones paras suavizar el sentido de la historia y propiciar el drama.

Una elaboración de este tipo puede observarse en el Evangelio de Lucas, que contiene un juicio adicional ante Herodes Antipas (Luc. 23:6-16). Tiene lugar en el interludio en el juicio de Jesús ante Pilatos: al oír que era Galileo (23:5), Pilatos busca evitar el caso enviando Jesús a Antipas, hijo de Herodes el Grande y tetrarca de Galilea (2:6-7).

La historia del juicio ante Herodes Antipas es una clara adición en la narrativa de la Pasión de Lucas. No aparece en ninguno de los otros Evangelios Canónicos. Entonces de dónde viene la historia? El autor de Lucas-Hechos nos da la pista en el proceso en el cual pasajes de las escrituras Hebreas, como el Salmo 2, pueden ofrecer la ocasión para la adición de estos nuevos elementos escriturales. Ocurre en Hechos 4, donde los primeros seguidores de Jesús en Jerusalem son presentados reflexionando sobre la muerte de Jesús. Este episodio es el paralelo narrativo en Hechos para la escena del juicio en Lucas; juntos forman un doblete integrado para facilitar la innovaciones interpretativas del autor. La historia en Hechos 4:13-22 dice que Pedro y Juan fueron encarcelados por las autoridades Judías. Cuando fueron liberados se les ordenó que dejaran de proclamar la historia de Jesús. Cuando retornaron para reunirse con los otros seguidores de Jesús (4:23-30), la comunidad entera rompió espontáneamente en oración a Dios, en la que unánimemente ofrecieron esta particular interpretación de cómo las “palabras de David” habían sido cumplidas en la persona de Jesús en tanto que Mesías (Cristo).

Así, la narrativa de Lucas exhibe un continuado proceso de reflexión dentro de las iglesias mediante estas dramáticas innovaciones. Muestra como los Salmos y otras escrituras fueron comprendidas para explicar lo que le había ocurrido a Jesús y por qué. Después, los mismos componentes eran narrativizados en la historia de los Evangelios como una manera de encarnar escenas dramáticamente. En este particular caso, se trata de una creación substancial de Lucas. En otras palabras, muestra al autor del Evangelio de Lucas dándole continuidad a patrones de adaptación oral en un periodo posterior en la evolución dramática de la narrativa a medida que nuevos episodios eran insertados en la historia. Entonces comienzan a crear interconexiones literarias y nuevas relaciones causa-y-efecto dentro de la trama de la vida y muerte de Jesús. En este proceso, el drama de la Pasión crece y cambia.

Este tipo de uso de los Salmos y otros supuestos pasajes “proféticos” parecen ser usados como “textos prueba”. Por “textos prueba” entiendo la práctica de seleccionar pasajes de las escrituras Judías, normalmente en Griego, para apuntalar una historia particular o interpretación de Jesús en los Evangelios, incluso aunque el pasaje no tuviese el mismo significado o implicación en su contexto original. De lo que se trataba era de obtener nuevos detalles para ayudar a dar forma a la narrativa; al mismo tiempo servían como validaciones para nuevas maneras de relatar la historia.

LOS DOS BANDIDOS
En Marcos y Mateo los dos bandidos se mofan de Jesús. En Lucas –solo en Lucas- el primer bandido se mofa de Jesús, el otro, después de afirmar la inocencia de Jesús y pedir ser recordado, recibe al final una bendición. Mateo y Lucas siguen básicamente la misma línea de episodios que se encuentran en Marcos, hay cambios notables en cada uno que encajan con las distintivas necesidades narrativas y fines teológicos de cada autor. En Mateo, tenemos la única adición de Pilatos “lavándose las manos” como símbolo de su incertidumbre. El cambio de Lucas respecto a los dos criminales refleja el tema peculiar de este Evangelio de hace que los otros caracteres pronuncien la inocencia de Jesús de manera más directa.

JUDAS
Otro buen ejemplo es la historia de Judas, la cual no aparece en la tradición Paulina en absoluto. La historia básica de que Judas fue el que entregó a Jesús a las autoridades aparece en los cuatro Evangelios, pero con algunas diferencias. Las dos variaciones más importantes son la motivación de Judas y lo que le ocurrió después de entregar a Jesús. En Marcos, Judas parece acercarse a los sacerdotes por propia voluntad, pero sin ninguna expectativa de recompensa. Sólo entonces le ofrecen dinero (14:10-11). Algunos estudiosos argumentan que la motivación de Judas tal y como está descrita en Marcos era para forzar a que Jesús mostrase su poder en tanto que Mesías. En lugar de un “traidor”, era un muy celoso discípulo con tendencias revolucionarias que creía que Jesús realizaría un nuevo reino. A parte del comentario críptico en la Última Cena (14:21), el autor de Marcos no menciona lo que le ocurrió a Judas.

La estructura de la narrativa de Mateo también es equilibrada: las dos escenas que involucran a Judas (26:14-16; 27:3-10) flanquean los eventos centrales de la Última Cena y el arresto. La escena añadida de la muerte de Judas interrumpe el fluir de la narrativa, como se ve en Marcos, en la coyuntura donde Jesús es llevado ante Pilatos. También refleja eventos posteriores a la envolvente narrativa, incluyendo la compra de un campo con el dinero de sangre, donde Judas fue enterrado. Un comentario editorial del autor también delata una posterior perspectiva desde la que la historia es relatada: “Por esta razón ese campo se llamó “Campo de Sangre”, hasta hoy” (27:8). La historia refleja pues desarrollos posteriores en la tradición.

Finalmente, la historia termina con la cita del cumplimiento de otra profecía (27:9-10), esta vez atribuida a Jeremías. En realidad esta ostensible cita une más o menos tres pasajes diferentes de Zacarías y Jeremías para ensamblar todos los componentes narrativos. Aunque no lo parezca dentro de la narrativa, la historia de la muerte de Judas llena un lapsus básico en la historia y es satisfactorio narrativamente, al menos en Mateos.

El autor de Lucas narra la historia de Judas de manera completamente diferente. Comienza con una motivación diabólica cuando “Satán entró en Judas” para incitarle en su acción (22:3). En la escena del arresto, el Jesús de Lucas comenta en un discurso directo el hecho que Judas estuviera ahí para identificarlo ante las autoridades con un beso (22:48). El beso también tiene lugar en Marcos y Mateo. Pero en Marcos y Mateo, el intento de identificar a Jesús con un beso es descrito como un plan de Judas, que habla en diálogo directo. En el jardín es descrito como acercándose y besando a Jesús.

En Lucas, falta el primer plan de Judas. En su lugar, cuando Judas se acerca a Jesús con intención de besarle, Jesús le llama la atención preguntándole, “Judas, con un beso entregas al Hijo del Hombre”? de nuevo la acción cambia con el diálogo, pero ahora es Jesús el que habla. Un beso debe ser un signo de amor y amistosa afectividad. El sentido irónico y la traición parecen aumentar aún más. La escena del arresto en Lucas también termina con la adición de una frase, las palabras finales de Jesús a las autoridades que van a arrestarle, “Pero ésta es vuestra hora y el poder de las tinieblas” (22:53). Así, tanto Judas como las autoridades Judías son retratadas actuando bajo la influencia directa de Satán.

El Judas de Lucas no se arrepiente. Al mantener la influencia Satánica, el autor concluye la historia citando pasajes de dos salmos (Salm. 68:25 y 108:8 en los Setenta) completamente distintos que son los que mejor reflejan el destino de Judas y su eventual remplazo entre los doce. El Judas de Lucas va más allá del carácter lastimoso descrito en Mateo.

Finalmente, en el evangelio de Juan, Judas deviene el tesorero entre los discípulos (12:1-8), otra pista de su carácter negativo. No tiene conversación directa o interacción con Jesús durante el arresto debido a su demoníaca persona (18:1-11). Aquí también tenemos una cita de la Escritura, aunque es una profecía diferente (Isa. 40:3) que se dice está cumplida en Juan 13:18. El destino de Judas no es descrito en el evangelio de Juan, aunque quizá algo parecido a la versión de Lucas puede estar en el trasfondo.

La progresión va como sigue: el papel de Judas es introducido en una etapa tardía de la evolución de la historia para relatar el arresto de Jesús la misma noche de la Última Cena. Entonces, en versiones posteriores de los Evangelios su carácter cambia de un equivocado idealista (Marcos), a un amigo desleal (Mateo), a una persona diabólica (Lucas), y finalmente a un antagonista demoniaco (Juan). El desarrollo de cada escena varía con la descripción para crear la caracterización y ofrecer un fin que encaje. En cada uno, un diferente conjunto de textos es presentado para mostrar que estaba siendo “cumplida” la escritura. Una técnica dramática clave para el relato de historias involucra transformar la acción o los gestos en un discurso directo en la forma de diálogo ostensiblemente pronunciado por el carácter principal. El diálogo no sólo hace la historia más vívida y dramática, también ayuda a proyectar una impresión particular del carácter en cuestión transmitiendo elementos sutiles de tono o intención. Es difícil discernir cuando se trata de citas reales y cuando de instrumentos narrativos.

SEGÚN LAS ESCRITURAS

Un rasgo del proceso de creación de estas fluyentes narrativas, como se ha visto en el caso de Judas y el juicio ante Antipas (que de los cuatro Evangelios sólo aparece en Lucas 23:6-16), involucra el uso de pasajes de los Salmos y otras escrituras para explicar o dar forma a un episodio particular. Ya funcionaba en los sumarios de tradición oral de Pablo, en conjunción con el indicador temporal “al tercer día” (1 Cor. 15:4). La historia es refractada a lo largo de las escrituras Judías; antiguos héroes ofrecen imágenes potentes y detalles narrativos, como Moisés, David, Elías, y Eliseo, y otros sirvieron como modelos de fe enfrentando pruebas. Ya se ve en la tradición Judía en las crónicas de la revuelta de los Macabeos cuando el padre de Judas, Matatías, es comparado con Pineas, el celoso nieto de Aarón (1 Mac. 1:26, aludiendo a Núm. 25:7-8). Es posible que el Judas de Marcos evocase a un fallido Matatías?

El proceso de alusión a la escritura queda claramente de manifiesto en la escena de la crucifixión. Aunque todas las fuentes –ya evidentes en Pablo- están de acuerdo que Jesús fue ejecutado mediante la crucifixión, ninguna da detalle alguno del procedimiento o secuencia específica de la acción de situar a Jesús en la cruz. Pablo dice sólo que Jesús fue “crucificado” o murió “en la cruz” sin más información. Igualmente los Evangelios.

Lo que más sorprende es la falta de detalles respecto al proceso de la crucifixión de Jesús en términos físicos. Algunas veces el criminal era clavado en los pies y las manos; en otras, las menos eran atadas con cuerdas. Las más tempranas representaciones de la crucifixión de Jesús muestran la práctica del uso de cuerdas solamente para los brazos; solo mucho más tarde surgen los retratos tradicionales en el arte Cristiano.

A la hora de tratar con antiguas sensibilidades, los “detalles más brutales” como es el caso de la ejecución eran dejados a cargo de la imaginación. Se puede ver en los Evangelios, a medida que la escena de la crucifixión es elaborada mediante alusiones a los Salmos, específicamente Salmos 22 y 69, que reflejan la experiencia del justo que sufre. Elementos clave en la escena de la crucifixión se toman de estos Salmos; incluyen cuando ofrecen algo de beber a Jesús, dividir sus vestidos, y ser objeto de mofa por parte de los curiosos. Incluso el ser clavado de pies y manos puede venir del Salmo 22:16 (21:17, LXX). Lo más importante, no obstante, viene de las palabras de desesperación de Jesús en la cruz: “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”? (Marcos 15:34), que es una cita directa del Salmo 22:1. En Marcos expresa la desesperación de Jesús en el momento de su muerte, aparece mucho más humano. Dejada como está, la escena de Marcos termina de manera curiosa que depende del uso por parte del autor de la ironía dramática para establecer posteriormente la escena de la tumba vacía. Algunos de los autores de los Evangelios posteriores al de Marcos parecen haber encontrado la ironía de Marcos como algo desagradable, dado que estas particulares palabras de Jesús son eliminadas de Lucas y Juan.

MILAGROS
La creencia en los milagros era común a la visión mágica del mundo que dominaba las antiguas culturas. El hacedor de milagros, o mago, era uno que sabía como relacionarse y controlar los poderes sobrenaturales mediante encantaciones, conocimiento especial, palabras mágicas, etc. Incluso la oración era vista como capaz de operar mediante esos mecanismos mágicos.

El relato de milagros tomó su forma testimonial en relación a la gran tradición mágica. En la tradición Judía se pueden relacionar con esta tradición milagrosa las historias de Moisés o Elías y Eliseo. Algunos de los relatos de milagros de Jesús en los Evangelios parecen replicas muy similares de las tradiciones de éstos personajes. La historia del Jesús resucitando al hijo de la viuda de Nain (Luc. 7:11-17) tiene fuertes similitudes con Eliseo cuando resucita al hijo de la mujer Sunamita (2 Rey. 4:18-37), que a su vez tiene una gran similitud con Elías cuando éste resucita al hijo de la viuda de Serepta (1 Rey. 17:17-24). Se podría decir que este particular milagro parece funcionar como una especie de descripción de la obra de un profeta Judío, al menos tal como está reflejado en el Evangelio de Lucas.

Respecto a las curaciones, Hanina ben Dosa, contemporáneo de Jesús es frecuentemente mencionado como realizador de milagros en la Misnah y el Talmud. Muchos rasgos de sus curaciones son similares a los motivos que encontramos en las curaciones de Jesús, como por ejemplo la sanación en Juan 4:43-54.

PARÁBOLAS
Igual que con las historias de milagros, parece que las enseñanzas de Jesús – dichos- se desarrollaron y circularon separadamente antes que los Evangelios fuesen puestos por escrito. Hay dos cortas parábolas en el Evangelio de Marcos que tratan de un tema similar acerca de “semillas”. También se ha argumentado que las parábolas de las semillas derivan de una tradición oral más antigua, aunque Marcos le ha añadido un diálogo adicional. De estas, la parábola de la semilla de mostaza (4:30-32) se piensa es auténtica de Jesús por algunos estudiosos; no obstante, se está generalmente de acuerdo que el “sumario” concluyente (4:33-34) y otras partes del capítulo forman parte del entramado creado por el autor de Marcos en lugar de derivar de la tradición pre-Marcana.

Al mostrar a Jesús enseñando en parábolas (igual que como hacedor de milagros), es proyectado en el papel de los antiguos profetas. Como Elías y Eliseo, quienes realizaban igualmente milagros. Otros, como Isaías o Jeremías, son mejor conocidos por su feroz crítica de la sociedad Israelita. Sus enseñanzas vinieron a ser la parte central de las escrituras Judías.

Por otro lado, los filósofos Griegos y moralistas, como Esopo, también usaron metáforas y fábulas. Así, la imagen de Jesús como maestro –así como la conservación de sus enseñanzas como dichos e historias- estuvo fuertemente influenciada por dos tradiciones culturales, una más Judía, la otra más Greco-Romana. El Evangelio de Mateos se centra más en la imagen profética, mientras que el Evangelio de Lucas se centra más en la filosófica.

Algunos patrones del discurso asociado con las enseñanzas de Jesús en los Evangelios estuvieron derivados del estilo de los oráculos proféticos Judíos. Estos incluyen formulas introductorias como: “el que tenga oídos para oír, que oiga” (Mc. 8:38). Algunas metáforas fueron usadas por los profetas como manera de dramatizar la “palabra de Dios” transmitida por el profeta. Una es la metáfora de Israel como esposa de Dios. A su vez, llevó también a la metáfora de la esposa infiel o “la interpreta como la prostituta”, como símbolo de apostasía. Fue usada repetidas veces como llamada al arrepentimiento por Oseas a finales del siglo VIII a.C. (Os. 2:2-12) y por Jeremías y Ezequiel en el siglo VI a.C. (Jer. 3:1-10; Ezeq. 16:30-35).

El maestro como crítico religioso o social derivaba de la tradición profética Judía, que había tan profundamente reformado la teología Israelita justo en el periodo antes y después de Babilonia (586-538 a.C.). A su vez, estos escritos proféticos fueron posteriormente reinterpretados con el surgir de la visión apocalíptica del mundo que se dio en llamar “hija de la profecía en un nuevo idioma”. Lo que esto significa es que lo apocalíptico, aunque a menudo confundido con o llamado profecía, es en realidad, un medio nuevo de interpretación. Asume que las obras o episodios de la “revelación” divina continúan y tienen relevancia respecto a nuevas situaciones. Además, facilita la transformación de las profecías y oráculos de las primeras figuras, como Isaías o Jeremías, dirigidas a la gente de su tiempo, en predicciones futuras referentes a una época escatológica. Entre esas ideas comunes estaba la expectativa de un nuevo líder religioso para Israel, un “profeta” como Moisés (Deut. 18:15) o un Elías de los últimos días (Mal. 3:1-4; 4:4-5). Esas imágenes fueron aplicadas a Jesús y Juan el Bautista en los Evangelios (Mat. 11:13; 17:9-13; Marc. 6:14; Luc. 1:17).

Lo análogo en la cultura Greco-Romana era el sabio o filósofo, según el modelo de Sócrates, Pitágoras, o Diógenes. Igual que el profeta en el antiguo Israel, el filósofo era a menudo un crítico de los males sociales, anunciando ideas nuevas, o exigiendo una reforma. En algunos casos, los filósofos también fueron perseguidos o asesinados al criticar el poder establecido, o las creencias y prácticas. En contraste con los profetas, no obstante, el sabio enfatizaba la mejora del individuo y de la sociedad como un todo, no importando el coste personal. Pero también se asumía que no todo el mundo podía llegar a ser sabio. Consecuentemente, las escuelas filosóficas que seguían a estos sabios constituían algo así como una tradición esotérica, no muy distinta de las diversas sectas dentro del Judaísmo. Es más, el término “secta” (Griego, hairesis) era usado para designar a esas escuelas filosóficas. A su vez, Josefo describe las diferentes sectas dentro del Judaísmo como “escuelas” o “filosofías”, imitando el modelo Griego.

La imagen del sabio impregnaba las culturas Greco-Romana y Judía, en parte mediante el desarrollo de la tradición de sabiduría. el sabio era a menudo descrito viajando y examinando a los demás en orden a criticarlos y obtener su mejora. Pitágoras era visto como alguien que poseía una visión mística especial, posteriormente atribuida a su estatus en tanto que hombre divino. Sócrates era entendido como alguien dirigido por una fuerza divina –llamada “daimon o genio”- para instruir y criticar a los demás.

Por supuesto que la crítica no era siempre bien recibida, y esto hacía que el sabio entrara en conflicto con los demás.

SABIDURÍA

Los Proverbios y aforismos representan unas de las formas más comunes de enseñanzas en el mundo antiguo. Normalmente tratan con aspectos de la vida diaria y cómo vivir noblemente y éticamente en el mundo. La copia cros-cultural de ideas básicas tiene lugar frecuentemente. En el caso de Sirach, su obra está también relacionada con las tradiciones Helena y Egipcia. Como resultado de todo esto muchos de los mismos proverbios tienen lugar en diferentes obras; algunas veces modificados o usados en diferentes configuraciones dentro de cada texto.

HAZ A LOS DEMÁS LO QUE QUIERAS QUE A TI TE HAGAN, quizá el más famoso aforismo de Jesús dentro de los Evangelios, lo que muchos llaman la regla de oro (Luc. 6:31; Mat. 7:12) –no aparece en Marcos ni en Juan. Es un aforismo que ya aparece un siglo antes en la “Epístola de Aristeas” 270, y en su forma negativa en Tobías 4:15. También aparece en Enoch 61:1, a finales del siglo I a.C. y también en las enseñanzas de Hillel, un antiguo contemporáneo de Jesús y una de las figuras más reverenciadas entre los Fariseos. Estos dichos tendían a viajar independientemente como unidades aisladas por tema o tipo. Otro ejemplo sería Mateo 7:2. Se puede observar como el significado básico de los aforismos varía según el contexto en el que son insertos. Pueden ser modificados o combinados con otros dichos de diferente tipo para crear nuevo sentido. El mismo Clemente leía y citaba a Musonio, y se re-apropió de los aforismos de Sócrates para hacerlos dichos de Jesús, aunque esto nunca apareciera en los Evangelios.

Algo parecido ocurre en otros escritos Cristianos, incluyendo los Evangelios y Hechos. Pablo dice: “.. Hay que tener presentes las palabras del Señor Jesús, cuando dijo: Mayor felicidad hay en dar que en recibir” (Hech. 20:35). Una idea similar ocurre con Sirach 4:31. El paralelo más cercano a este dicho se encuentra en Tucídides, que atribuye al rey Persa el dicho “Es mejor dar que recibir”. El moralista Griego Plutarco, que vivió a finales del siglo I d.C. contemporáneo con la composición de Lucas-Hechos, también atribuye esta cita al rey Persa Artajerjes. La única diferencia es que en Hechos ha sido convertida en una beatitud mediante la adición de “es más bienaventurado (Makarion), y este cambio puede contar para su atribución a Jesús. Así, los aforismos, como otra clase de dichos, son altamente maleables en forma y contenido, y su significado puede cambiar en virtud del contexto literario en el que son insertados.


SABIDURÍA/APOCALIPTICISMO
Mientras que los aforismos de la Sabiduría se centran en general en truismos para una vida moral, los dichos apocalípticos contienen a menudo un tono enjuiciador o más ominoso, basado en la idea de lo que pueda ocurrir si uno falla en seguir ciertas prescripciones. Un buen ejemplo es el Sermón de la Montaña: “Por sus frutos los conoceréis. Acaso se recogen uvas de los espinos…..”?(Mat. 7:16-20).

Los dichos apocalípticos contienen característicamente este tipo de perspectiva que mira al futuro, a lo que puede ocurrir, sea como promesa de premio o amenaza de castigo. En este sentido son completamente consistentes con la cualidad dualística de la visión del mundo apocalíptica, con su énfasis en la época mala presente y la transformación venidera. A menudo poseen una dimensión escatológica que falta generalmente en las formas más comunes de la sabiduría proverbial. El “dar buenos frutos”, con su tono apocalíptico, tiene lugar solo en el evangelio de Mateo.

Aunque las versiones de Meteos y Lucas derivan claramente de una tradición oral común, su tono y significado cambia dramáticamente basado en diferentes cambios sutiles de las palabras en cada uno de los dos autores. Ambas versiones están basadas en ideas apocalípticas, paro la de Mateo ha sido tomada en línea con la dirección moral que gobierna la vida de cada uno. La versión lucana parece tratar más acerca de cómo corregir los particulares males de la sociedad. Cual de las dos versiones es la que puede tener más relación directa con Jesús es un tema de debate, pero la mayoría de los estudiosos tienden a ver la forma lucana como más original. La forma mateana ha sido adaptada a un contexto más social y literario.

LA NATIVIDAD
Todos los Evangelios Canónicos contienen una narrativa de la Pasión, milagros, y dichos, pero solo dos de ellos, Mateo y Lucas, contienen narrativas del nacimiento. Ni Marcos ni Juan, el primero y el último de los cuatro, mencionan nada acerca del nacimiento de Jesús. Esta omisión puede parecer chocante a la mentalidad moderna, dado que en todas las biografías se suelen mencionar datos referentes al nacimiento del personaje descrito. Pero los Evangelios no pertenecen al moderno género de “biografía”. En las antiguas biografías (vidas), las narrativas referentes al nacimiento del personaje se añadían posteriormente a la redacción para embellecerla. Especialmente famosas son figuras tales como Alejandro Magno, César Augusto… que vinieron a ser figuras míticas.

En contraste con otros elementos en los Evangelios, no hay una tradición “oral” subyacente al nacimiento de Jesús. Algunos estudiosos han afirmado que hay ciertas tradiciones tempranas o versiones de tradiciones detrás de las narrativas del nacimiento en Mateo y Lucas; no obstante, cada una es específicamente funcional respecto a su evangelio solamente. O sea, no constituyen un terreno común de tradición oral en la que se fundamentó el posterior Evangelio. Ni se observan rasgos extensos de tradición acerca de la infancia de Jesús en Pablo o Marcos.

Por ejemplo, solo dos comentarios en las cartas Paulinas tienen significado para posteriores narrativas de la infancia. La primera tiene que ver con el linaje Davídico de Jesús (Rom. 1:3-4). Esta formulación puede que tenga raíces pre-Paulinas, pero se ve que ha sido adaptada por Pablo, y predicada en el “Hijo de Dios” título característico de las tradiciones mesiánicas Judías.

La segunda es una afirmación del estatus acerca de la nacionalidad Judía de Jesús (Gál. 4:4-5). La mayoría de los comentaristas están de acuerdo en que la frase, “nacido de mujer” era una manera común de referirse a los humanos en las escrituras Judías. El comentario nada dice acerca de la madre de Jesús o de un estado pre-existente.

Ni siquiera está claro que Pablo estuviese al corriente de nada respecto a la madre de Jesús, aunque conocía a Santiago, el hermano de Jesús, personalmente (Gál. 1:19; 2:9). Hay que suponer que el interés por el nacimiento de Jesús, infancia, y familia aún no se había convertido en tópico de interés, mucho menos en una historia, entre los primeros seguidores de Jesús de veinte o treinta años después de su muerte.

Este hecho está bien atestiguado en el flojo tratamiento dado a la madre de Jesús y su familia en el Evangelio de Marcos, escrito unos veinte años después de Pablo. La madre y familiares de Jesús son mencionados tres veces, pero su padre ninguna. En el primero de los dos casos, la madre de Jesús y sus familiares no son llamados por sus nombres, y son presentados en oposición a Jesús y sus ministerio. De hecho, piensan que Jesús se había vuelto loco (Mark. 3:19-21).

En general, la imagen que ofrece Marcos de la madre de Jesús es generalmente más negativa. Una afirmación igualmente negativa referente a su familia la encontramos en Juan 7:5 “Ni siquiera sus hermanos creían en él”.

Estos retratos están en fuerte contraste con la piadosa María de Lucas en su narrativa del nacimiento, quien acepta su papel (1:38), ensalza a Dios (1:46-56), y “guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón” (2:19; 2:52). Es más, la narrativa Lucana (en 11:14-16) borra el pasaje de la “locura” de Marcos 3:19-21 y elimina toda mención de su familia en su versión re-masterizada del rechazo en el episodio en Nazaret (4:16-31). Estos cambios narrativos ayudan a apoyar un cuadro más positivo generado en la narrativa del nacimiento Lucana. Probablemente, ambos cuadros son creaciones posteriores de los respectivos autores de los Evangelios.

ELEMENTOS QUE FALTAN

Otro rasgo sorprendente de las narrativas de la natividad en lo que no es mencionado. Para la mayoría de la gente la familiaridad con la historia de la natividad procede de la tradición de la iglesia o de expresiones populares durante las Navidades –como los magos, los pastores, el pesebre, etc. Como resultado de esto, la gente es inconsciente de que las dos versiones de Mateo y Lucas son muy distintas y mutuamente contradictorias. Por ejemplo, no hay pastores, pesebre, censo, o viaje a Belén en el Evangelio de Mateo. En el Evangelio de Lucas no hay magos, muerte de los niños inocentes, ni huida a Egipto. Está claro que la versión popular es una mezcla de las dos narrativas como manera de suavizar las contradicciones.

Faltan otros muchos elementos. No se dice nada acerca de la edad de María o José y nada acerca de su vida familiar o procedencia familiar. No se nos dice ninguna fecha o año. No se nos dice cuán pronto llegaron los magos o cuantos magos (tres o cuatro?) había. Tampoco son identificados como reyes, ni son nombrados. Muchos de estos elementos son adiciones legendarias superpuestas en los Evangelios de siglos posteriores que proliferaron en el arte Cristiano Medieval y su literatura.

Un buen ejemplo de los añadidos son el establo y los animales, que aparecen en la narrativa Lucana. El establo en tanto que recinto para animales es pues una inferencia y puede estar relacionado con Isaías 1:3 “El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su amo……….” La idea que era una cueva usada como establo para las ovejas surge de las leyendas asociadas con la Iglesia de la Natividad construida en Belén por Helena Augusta, la madre del emperador Constantino, en el 324 d.C.. A su vez, la cueva está relacionada con Justino Mártir (mitad del siglo II d.C.) basada en el uso de Isaías 33:16 como profecía mesiánica. La palabra cueva solo se da en este versículo en la versión de los Setenta.

En las tradiciones Occidentales más tardías la cueva desaparece porque la palabra no aparece en el Latín de la Vulgata en Isaías 33:16, que a su vez está basada más directamente en el Hebreo. Por esta razón, la tradición iconográfica Occidental tiende a presentar el “pesebre” como un establo en lugar de una cueva.

Los animales aparecen por vez primera en el arte Cristiano en el siglo IV d.C. Son, normalmente, un buey y un asno, y algunas veces una oveja. La oveja puede ser inferida de los pastores mencionados en Lucas, facilitados por una suposición imaginativa acerca del “establo”. En particular se sugirió que se trataba del establo perteneciente a estos pastores que estaban en el campo (Luc. 2:8) en esta época del año. El buey y el asno no son mencionados en la narrativa de Lucas. Aparentemente vienen de esfuerzos posteriores de los comentadores patrísticos, incluyendo a Orígenes y Agustín, en usar Isaías 1:3 como una predicción mesiánica.

Una vez más vemos que se utilizan las escrituras Hebreas como fuente para crear lazos “proféticos” con la historia. Eventualmente, esos nuevos elementos son re-leídos de vuelta en la historia: la virgen María embarazada debe haber montado el asno en su camino hacia Belén y en la huida a Egipto.

No hay referencia a una fecha específica para el nacimiento de Jesús en las narrativas del canon. La fecha usual está situada típicamente entre el 7 y el 4 a.C. Esta conclusión está basada en el hecho que el evangelio de Mateo (2:1) y Lucas (1:5, 26) sitúan ambos el nacimiento de Jesús durante el reinado de Herodes el Grande, que murió en Marzo del 4 a.C. A pesar de numerosos esfuerzos para bajar esta fecha basándose en fenómenos astronómicos –usando la “estrella” asociada con la visita de los Magos (Mat. 2:2-10)- no hay solución satisfactoria. Además, la historia de Mateo del retorno de Egipto (2:19-22) da la impresión que el nacimiento ocurrió en algún momento –quizá unos años- antes de la muerte de Herodes. En el Evangelio de Mateo, José y María llevan al niño Jesús a Egipto, para regresar después de la muerte de Herodes, durante el reinado de su hijo Arquelao. Arquelao gobernó Judea del 4 a.C. al 6 d.C.

En cuanto a la época del año, los pastores en el campo en Lucas (2:8) sugieren una fecha en la primavera o quizá otoño, pero no más precisa. En los primeros siglos la especulación iba del 28 de Marzo al 6 de Enero y el 25 de Diciembre. La Epifania, como es llamada en la tradición Ortodoxa (Enero 5-6), celebraba originalmente el nacimiento de Jesús y su bautismo. En la iglesia Romana el 25 de Diciembre fue la fecha elegida para celebrar el nacimiento de Jesús, mientras que la Epifania (Enero 6) se usó para conmemorar la visita de los magos, interrelacionando de nuevo las dos narrativas. El 25 de Diciembre era el solsticio de invierno según el calendario Romano y también el aniversario de Mitra. La fecha venía bien porque ayudaba a “cristianizar” el ciclo de fiestas estacionales Romano, y en parte porque estaba basada en un cálculo de nueve meses a partir de la anunciación de María, celebrada entonces el 25 de Marzo. En el calendario Romano, el 25 de Marzo señalaba el equinoccio de primavera y una de la celebraciones Romanas del año nuevo. Este nuevo calendario Cristiano Occidental de días santos estuvo siendo aplicado en Roma desde el 354 a.C.

ALGUNAS COMPARACIONES
Hay una gran disparidad entre las narrativas de la natividad de Mateo y Lucas, una de las principales es su extensión. La de Mateo solo tiene 31 versículos en total, y la porción que describe la anunciación y nacimiento tiene solo 8 versículos. Lucas tiene 150 versículos, 84 dedicados a la anunciación y nacimiento. En parte esta disparidad es debida al hecho que la narrativa de Lucas también incorpora la anunciación y nacimiento de Juan el Bautista como narrativa paralela. Aún así, el relato de Lucas sobre la anunciación y nacimiento de Jesús solo es dos veces más largo que todo el relato de Mateo desde el principio al fin. La versión de Lucas está mucho más elaborada y es más dramática, con más diálogo y largos soliloquios a cargo de los caracteres principales (Zacarías, María, y Elizabet). En profundo contraste, el relato de Mateo tiene poco diálogo directo, y ninguno a cargo de los personajes principales.

Algunos estudiosos dicen que parte del material adicional en Lucas estaba basado en una fuente separada acerca de Juan; sin embargo, el paralelismo en las dos narrativas señala una amplia actividad compositora de Lucas. El autor de Lucas hace primos a Juan y Jesús, dado que sus madres, Elizabet y María, son parientes (1:36). Esto hace de María (como Elizabet) una descendiente de Aaron y por lo tanto de la tribu de Levi (y no de descendencia Davídica). No hay referencia alguna a esta relación en los otros Evangelios Canónicos, especialmente en el de Mateo. El Evangelio de Juan (1:33) enfatiza el hecho que Juan no conocía a Jesús hasta el bautismo. La relación familiar entre ellos dos no tiene lugar en otros textos tempranos Cristianos. Parece que esta idea la crea Lucas, y con ella la narrativa de la natividad toma inmediatamente una nueva forma.

La narrativa de Mateo centra toda la acción en José, mientras que María a penas es mencionada (1:20-21; 2:11). Ella no tiene un papel activo en el drama (cf. 2:14,19). José tiene un papel menor en la narrativa Lucana (2:4-5), y el grueso de la acción se centra en María (cf. 2:48-49). La narrativa de Mateo opera mediante una serie de breves afirmaciones acerca de los sueños en los que José es informado por los ángeles acerca de lo que ha de hacer en cada ocasión. En cada caso, el resultado es interpretado (por el narrador) como cumplimiento de la profecía. El relato de Lucas tiene visitaciones del ángel Gabriel, que conversa con Zacarías (1:10-20) y María (1:26-38). En ambos episodios, el discurso del ángel está plagado de frases tomadas de las escrituras Hebreas, pero en Griego, que sirven como indicaciones “proféticas” de lo que tendrá lugar. En el Evangelio de Lucas es el papel de los caracteres dentro del relato, notablemente el ángel Gabriel, el que ofrece todas las interpretaciones sacadas de las Escrituras. En contraste, en el Evangelio de Mateo el uso del “cumplimiento profético” es asignado por el autor. Cada Evangelio es, pues, distinto tanto en la estrategia narrativa como en el uso que hace el narrador para transmitir la información.

Hay también contradicciones a nivel narrativo, como son las diferencias en las genealogías. La de Mateo tiene lugar al comienzo de la narrativa (1:1-17) y contiene 42 generaciones de Abraham a Jesús, todas usan la fórmula “A era el padre de B”. Las 42 generaciones están divididas en tres grupos de 14 iguales (1:17). La genealogía Lucana tiene lugar después del bautismo (3:23-38) y sirve como corte entre la narrativa de la natividad y el comienzo del ministerio de Jesús. Se lee en orden inverso, de Jesús, hacia atrás, a Abraham, usando la fórmula “Y era el hijo de X”. Contiene 77 generaciones, 56 de las cuales están representadas en el mismo periodo en la genealogía de Mateo; muchos de los nombres en esta sección no cuadran. El nombre del padre de José (el “abuelo” de Jesús) es Jacob en Mateo (1:16), Elí en Lucas (3:23).

La visita de los Magos es única de Mateo, mientras que el coro angélico y la visita de los pastores es única de Lucas. Los Magos juegan un papel importante en el drama que concierne a Herodes y el sacrificio de los niños inocentes. Esta amenaza lleva a la huida a Egipto (2:13-23). En Lucas no hay referencia a ninguna amenaza de Herodes, y poco después del nacimiento de Jesús y su circuncisión, sus padres lo llevan al Templo en Jerusalem (2:21-38). Este evento no tendría sentido en la narrativa de Mateo y parece ser una invención de Lucas.

Un buen ejemplo de los problemas entre las dos narrativas es la “casa” mencionada en Mateo 2:11 contra el “pesebre” mencionado en Lucas 2:7. La mayoría de las escenas del belén muestran a los magos en el establo. Pero Mateo 2:11 dice claramente que cuando los magos llegaron “entraron en la casa”. Qué casa era? Varias explicaciones y ficciones han sido formuladas a lo largo de los siglos en un esfuerzo por armonizar las divergencias entre las dos historias.

Una de las más comunes es que José y María llegaron a Belén después de viajar desde Nazaret, no encontraron habitación en la posada, y el niño nació en un establo, donde lo visitaron los pastores. Después llegaron los Magos, pero con anterioridad alguien había tenido lástima de la pareja y les había dado alojamiento en su casa. En fin, cuando tratamos de armonizar los dos relatos no dejan de surgir nuevos problemas. Cuanto tardaron en mudarse a esta casa? Tuvo lugar la visita de los Magos antes o después de la circuncisión de Jesús? Etc.

Como única referencia a una localización física para la narrativa de la natividad en Mateo, la casa (2:11) puede ser entendida como la casa de la familia de José (y su esposa) en Belén. Esto apoya la afirmación de Mateo acerca del linaje Davídico de José. Es narrativamente consistente con las previas afirmaciones de cómo José había sido informado en un sueño, tomando a María como esposa aún cuando estaba embarazada (1:20). Esta afirmación presupone la condición anterior de Mateo (1:18), donde afirma que María estaba embarazada “antes de que comenzaran a vivir juntos”. La solución a esta trama se da en Mateo 1:24; “la tomó como esposa” significa que la llevó a su casa de acuerdo con la práctica Judía. La continuación de este relato aclara que ella vivía con él como esposa aunque no tuvieron relaciones sexuales hasta que dio a luz a Jesús (1:25).

O sea, la narrativa de Mateo hace explícito que Nazaret no fue su lugar de residencia hasta después de su regreso de Egipto. El relato de Mateo, pues, se mueve de Belén a Egipto, después regresa a Judea y después a Nazaret. En contraste, la narrativa de Lucas fluye desde Nazaret a Belén y de ahí a Jerusalem para regresar después a Nazaret, todo en un corto periodo de tiempo. En el itinerario de Lucas no hay visita de los Magos, ni matanza de niños, ni huida a Egipto. En el itinerario de Mateo no hay censo, ni viaje a Belén, ni nacimiento en el establo.