jueves, 28 de abril de 2016

EVANGELIO DE JUAN: CALENDARIO LITÚRGICO

EVANGELIO DE JUAN: CALENDARIO LITÚRGICO
El núcleo textual de la primera gran sección del cuarto evangelio está compuesto por un heterogéneo conjunto de episodios que pertenecen a cronologías diferentes. Esta sería la sección que, en pos del modelo marcano, habría sido creada por el primer autor que emprendió la tarea de redactar una “biografía” de Jesús, dando lugar así al núcleo narrativo del cuarto evangelio. La primera redacción de la sección biográfica de Juan es posterior a Marcos, por lo que su composición habría de ser situada a fines de los años 70 como fecha más temprana(1).

Esta primera labor redaccional sería obra del primer –y auténtico- evangelista joánico: el autor que creó la narración del calendario litúrgico. De su mano, los materiales de su tradición adquirieron no solo una indiscutible eficacia teológica, sino también una contextura histórica muy aceptable al quedar conectados a un espacio (Galilea, Samaria, Judea, Jerusalem, el Templo) y a un tiempo marcado por la sacralidad de las festividades Judías. Y lo que es más, su narración constituye el más dramático de los relatos de Jesús: sus sucesivas visitas a Jerusalem van a ir creando una densa atmósfera de oscuras premoniciones que culminarán en la última Pascua.

A parte de los sucesivos hitos temporales que jalonan la misión de Jesús, la más evidente de la intervenciones del primer evangelista joánico es el desplazamiento del episodio de la expulsión de los mercaderes del Templo al comienzo de la primera sección. Ubicado, con toda lógica, por los sinópticos en vísperas de la muerte de Jesús (Mc. 11:15-16), el episodio fue transferido por el autor al inicio de la predicación Jesús en el Templo. El relato daba cuenta en términos simbólicos de su misión a través de la purificación del espacio sagrado con que inaugura su estancia en Jerusalem.

En el desplazamiento el evangelista establecía una clara frontera entre el auténtico comienzo de su relato (la aparición de Jesús en el Templo) y la “prehistoria galilea” del Maestro. Dejando a un lado el prólogo o el milagro de las bodas de Caná que pertenecen a estadios compositivos posteriores, el núcleo narrativo previo a la primera Pascua(el testimonio de Juan el Bautista, llamamiento de los primeros discípulos)corresponde al grupo de tradiciones heredadas, al viejo relato fundacional ya presente en el texto de Marcos. Nuestro evangelista decidió marginarlo de su discurso: la gran misión de Jesús no se iba a desarrollar en los caminos polvorientos, en las sinagogas pueblerinas de Galilea, sino en el impresionante y sagrado escenario de la ciudad santa. De la misma manera, los episodios galileos que aparecen en los sinópticos  -la multiplicación de los panes y los peces (Jn. 6:1-13; Mc. 6:32-44), Jesús camina sobre las aguas (Jn. 6:16-21; Mc. 6:45-52))- son situados en un difuso tiempo, unos días antes de la Pascua (Jn. 6:4). La idea apunta a que el primer Evangelio de Juan fue compuesto deliberadamente como una alternativa narrativa y doctrinalmente diferenciada del modelo marcano. La triple Pascua que vive Jesús en el Evangelio de Juan no es sino un artificio literario que le permite al evangelista distribuir el tiempo en dos períodos bien marcados: el tiempo prepascual de la vieja narración sinóptica y un tiempo pascual, solo conocido por él, en el que se manifiesta la dóxa de forma más evidente. El recurso le servía de marco literario para ir graduando a lo largo del tiempo la progresiva inquina de los judíos contra Jesús.       
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1.     Barrett(2003, p. 195), es un hecho que el autor del cuarto Evangelio conoce a Marcos. Es como si Juan hubiera sido construido como alternativa a Marcos.

martes, 26 de abril de 2016

EL DISCIPULO AMADO: CREANDO UNA IDENTIDAD

El discípulo amado solo parece en la segunda sección del evangelio, o sea, la constituida por materiales anteriores a la propia configuración del texto como tal evangelio. En su proceso de autoidentificación, esta comunidad habría enriquecido el texto de la pasión y la resurrección heredó de la tradición común mediante la inclusión de un personaje desconocido por los sinópticos, el "discípulo amado". No todavía como autor del texto, sino como figura legendaria de su comunidad, su fundador casi con seguridad. La tradición posterior lo identificó con la figura del apóstol Juan, debido a que su nombre jamás aparece citado en el texto; y es de suponer que le grupo atribuiría su fundación a un personaje de prestigio de la primitiva Iglesia (cf. Gál. 2:9; Hech. 4; 8:14). Ahora bien, aceptar que no es inverosímil que la comunidad que hay detrás del cuarto evangelio asumiera en su memoria una hipotética leyenda que vinculara sus orígenes a un ignoto discípulo del Señor, no implica, en absoluto, asumir que, efectivamente, sea este personaje el autor del texto. En cualquier caso, es evidente que, fuera quien fuera, este era considerado, muy posiblemente, el fundador de la comunidad(1).

Esta es la prueba más evidente de que el "discípulo amado" era el legendario fundador del grupo joánico: es él y no Pedro quien reconoce al resucitado(2). Está claro que la singularización de la aparición del resucitado es un claro indicio del prestigio y la posición de preeminencia que poseen los miembros de la primera comunidad cristiana (I Cor. 15:3-8)(3). Este es un recurso ficcional(4) creado para dar cuenta, en última instancia de la propia singularidad, de la identidad, de una comunidad que se sintió "amada" por Cristo y, por tanto, depositaria de sus bendiciones y su honda predicación, desconocida por el resto de los cristianos. Su particular vínculo con Jesús era símbolo de la preeminencia que se atribuía la propia comunidad. Así se refleja en el simbólico episodio de la "última cena".

Obsérvese cómo su cercanía a Jesús se presenta de forma que es este el que hace de portavoz del Maestro ante el mismo Pedro. En efecto, resulta muy significativo que este segundo discípulo casi siempre aparezca junto a Pedro, el discípulo por excelencia de la tradición sinóptica:

Jn. 13:23-26: El discípulo hace de portavoz de Jesús ante Pedro en la cena.
Jn. 18:2516: Pedro yel discípulo van a casa del Sumo Sacerdote; entra el discípulo.
Jn. 20:3-10: Pedro y el discípulo corren al sepulcro: el discípulo se adelanta.
Jn. 21:4-7: El discípulo, y no Pedro, reconoce a Jesús resucitado.
Jn. 21:23-24: Jesús realiza profecías sobre el fin del discípulo y de Pedro.

Esta vinculación del "discípulo amado" a la figura de Pedro presupone, de un lado, la existencia previa de un acervo de leyendas petrinas que el autor del evangelio no podía obviar; pero, sobre todo, la existencia de una comunidad que, aun respetando en lo substancial el caudal de tradiciones recibidas, se atribuyó a sí misma una singularidad específica de la que es expresión la forja del personaje. Frente a comunidades de tradición petrina, ellos eran la "otra iglesia" de Jesús. Sin embargo, no es esta la única función que posee el personaje en el relato. Su presencia también llega a justificar la aparición en el texto joánico de episodios no conocidos por sus destinatarios(Jn. 19:33-35).

Semejante observación apunta a que el fragmento corresponde a un estadio posterior de la composición del texto. Sus destinatarios, familiarizados acaso con el material sinóptico, nada saben del episodio de la lanzada y algún redactor posterior -obsérvese que aquí ya no aparece asociado Pedro- decide utilizar al viejo personaje comunitario como testigo ocular autorizado para autentificar el relato. De ahí solo hay un paso para atribuirle la autoría del propio texto, cosa que realizó uno de los últimos escribas que intervinieron en la composición de la obra, quien, por supuesto, escribía en un momento en el que daba por ocurrida su muerte(Jn. 21:23-24).

El artificio solo cobra sentido en un ámbito que ha superado en buena medida la oralidad. O de otra manera, la atribución del texto a un personaje concreto del entorno de Jesús habla de una composición en fecha tardía, al menos posterior a Marcos y Mateo, obras en las que aún se percibe la necesidad de un testigo, al estilo de Lucas (1:2), que certifique en términos probatorios la verdad del evangelio. Así, esta figura fue utilizada por dos redactores distintos: por su creador, un miembro de la comunidad joánica, y por el interpolado lugano:

a. El primitivo redactor joánico:

Jn. 13:23-26: El discípulo hace de portavoz de Jesús ante Pedo en la cena.
Jn. 18:15-16: Pedro y el discípulo van a casa del Sumo Sacerdote: entra el discípulo.
Jn. 21:4-7: El discípulo, y no Pedro, reconoce a Jesús resucitado.
Jn. 21:23-24: Jesús realiza profecías sobre el fin del discípulo y de Pedro.

b. El interpolados lucano:

Jn. 19:25-27: El discípulo y la madre de Jesús al pie de la cruz.
Jn. 20:3-10: Pedro y el discípulo corren al sepulcro.

Dejando a un lado las menciones tardías al "discípulo amado" resulta evidente que su figura es resultado de una intervención muy temprana sobre los relatos heredados, los más antiguos del cristianismo. Una comunidad de Cristianos sintió la necesidad de diferenciarse e incluso proclamar su superioridad respecto a otros cristianos a los que Jesús "quería menos". Y para ello no hallaron otro expediente que intervenir en el único texto que tenían a disposición, el de la Pasión, creando una figura que diera cuenta de tal singularidad. Esta idea presupone que en el momento en el que se forja la figura del "discípulo amado" esta comunidad se hallaba próxima a algún otro grupo cristiano del que necesitaba diferenciarse.

Hay que recalcar que este primer relato de la pasión no era todavía un auténtico evangelio. Habría que esperar a una fase posterior para que esta comunidad diera cuenta en un relato evangélico de su experiencia de fe y su memoria de Jesús.
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1. Jn. 21:4-7.
2. La única alusión directa de los textos canónicos a una aparición específica a Pedro se halla en I Cor. 15:5, aunque Lucas incurre en la incoherencia de mencionar una aparición a Pedro que no ha relatado. "Es verdad! El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!" (Luc. 24:34). Sin embargo, se trata de una tradición que es muy antigua, como demuestra el que Mat. 14:29-31 singularice su presencia en una de las apariciones del ciclo galileo. En los Sinópticos éstas están integradas en la sección biográfica, frente a Juan, que las ubica en su lugar originario, lo mismo que el Evangelio de Pedro (frag. gr. de Akhmim 14:3).
3. Pablo (I Cor. 15:5) conoce la aparición a Santiago. Según Jerónimo, era descrita con detalle por el Evangelio de los Hebreos,  texto en el que Pedro aparece entre los demás discípulos asumiendo el papel del incrédulo al que se le invita a tocar el cuerpo de Jesús: "Cuando se dirigió a Pedro y a los que con él estaban, les dijo: Palpad y ved que no soy un fantasma sin cuerpo". (Hier. Ver. Ilustr. 16).
4. Bultmann (1971, p. 521), la figura del "discípulo amado" posee un carácter simbólico, en la medida en que representa al cristianismo gentil, interpretación basada en la escena del discípulo y la madre de  Jesús al pie de la cruz(Jn. 19:25-27), en la que la madre representaría al cristianismo judío y el discípulo al cristianismo gentil. De hecho, la imagen sería paralela a la del "tronco injerto" que usa Pablo (Rom. 11:16) para representar ambos grupos. Es una interpretación brillante aunque parece poco acertada dado que, precisamente, esta escena correspondería, no a este estrato redaccional, sino al del interpolados lugano. Por otra parte, Sanders (1957, pp. 72-82) lo identifica con Lázaro. Otros, como Barrett (2003, p. 179) o Schnackenburg (1980, pp. 145-149)... etc.

lunes, 25 de abril de 2016

EL EVANGELIO DE JUAN, CONFIGURACIÓN

Obsérvese cómo la distribución geográfica de los diversos episodios no es en absoluto arbitraria. Esta obedece a un propósito teológico muy claro: al ubicar los episodios galileos precisamente en un tiempo prepascual, se establece una clara reparación de lo que es la actividad de Jesús: de un lado, una misión galilea de carácter preparatorio y, de otro, la misión central de Jesús que se desarrolla en Jerusalem y con arreglo al calendario festivo Judío, todo lo cual culmina en la última Pascua. 

Todo ello yuxtapuesto mediante procedimientos redacciones sumamente esquemáticos con el fin de proporcionarles una mínima coherencia narrativa. En contraste con la antigüedad de los materiales comunes con los sinópticos, los discursos presentan una elaboración teológica muy superior; y funcionan en ocasiones como exégesis que iluminan el sentido profundo de aquellos. Ejemplo de ello es el "discurso del pan de la vida"(Jn. 6:22-59), que comenta en términos eucarísticos un episodio sinóptico (Mac. 6:34-44) que nada tenía de eucarístico en su origen. Igual que el diálogo con Nicodemo (Jn. 3:1-36), que aparece incrustado en el ciclo dedicado a Juan el Bautista para ofrecer una lectura teológica sobre el bautismo. 

Se podría formular una hipótesis sobre el proceso de composición de cuatro fases:

1.             A semejanza de los sinópticos, la primera redacción de Juan constaba de dos secciones: una, sobre la predicación y milagros de Jesús; y otra, sobre la pasión y la resurrección. Este esquema básico revela que, a pesar de las amplias diferencias entre Juan y los sinópticos,  el evangelio de Juan fue construido sobre el armazón genérico que estos le suministraban.  O sea,  Marcos como género presupone a Juan desde su propio origen.  El autor de Juan suministró un marco narrativo temporal de corte litúrgico, que por supuesto tenía sus propias connotaciones teológicas y reflejaba la experiencia de su comunidad.  En cuanto a la segunda sección, la diferencia fundamental entre Juan y los sinópticos  es que en esta tiene lugar la aparición de un misterioso “discípulo amado”, que es desconocido por el resto de la tradición evangélica. El hecho de que solo aparezca en esta sección induce a pensar que, probablemente, su presencia se debe a una intervención anterior a la creación de la sección biográfica. Se como sea, este proceso hubo de producirse necesariamente en el seno de la propia comunidad joánica.
2.             Posteriormente, el texto fue enriquecido sucesivamente con interpolaciones narrativas de diversa índole. En particular, materiales de origen específicamente lucano, cuya incorporación al texto evidencia que fueron añadidos en un contexto muy diferente al originario. Bastaría con señalar lo mal que cuadra la perspectiva universalista lucana(1) con lo que tenía que ser la más restrictiva de quien organizó la vida de Jesús en torno al calendario festivo judío, como revela el hecho de que nuestro evangelio carece de la más mínima  indicación de la presencia de gentiles en su comunidad.
3.             A pesar de que por sus contenidos difería grandemente de los sinópticos, el texto ya tenía un aspecto que lo asemejaba al resto de lo sevangelios; y solo en ese momento recibió su configuración de definitiva, ya que fue completado con una colección de discursos que se apartan grandemente del estilo sentencioso y vivaz de lo sinópticos. Estos discursos están sembrados a lo largo de todo el evangelio, confiriéndole una uniformidad estilística que induce a percibir  el texto como una obra de estilo unitario.
4.             Este proceso de continua intervención sobre el texto por parte de los sucesivos redactores –no solo interpolaciones, sino  seguramente también supresiones, de las que nunca sabremos- creó una serie de discrepancias, incoherencias internas y errores dramáticos, que un editor (o editores) trataron de solventar de forma algo torpe.
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1.    Fitzmyer (1986, pp. 108-111)

viernes, 22 de abril de 2016

EVANGELIO DE JUAN, CONFIGURACIÓN

La configuración del evangelio se debió de producir mediante la agregación de estratos textuales en sucesivas operaciones que tenían diferentes propósitos en cada caso.

Está ampliamente aceptado que los relatos evangélicos partieron de un núcleo textual previo configurado por el relato de la pasión y los diversos episodios de la resurrección, tal como demuestra el simple hecho de la uniformidad básica subyacente a los sinópticos y a Juan. Sobre este núcleo originario se fueron añadiendo sucesivamente los episodios de la predicación y milagros de Jesús con el colofón final de los relatos de su nacimiento e infancia.

Este sería el esquema:
-Orígenes y predicación de Jesús (Ju. 1-11): desarrollo autónomo de cada comunidad.
-Unción, entrada en Jerusalem, juicio, pasión y resurrección (12-21): fondo común previo.

Estas dos secciones coinciden a grandes rasgos con las propuestas por Bultmann, Dodd, Fenton o Brown.

En contraste con el sencillo esquema de los sinópticos, en los que la predicación de Jesús se realiza en Galilea en un solo año que culmina con la subida a Jerusalem, en este evangelio la actividad de Jesús es eminentemente jerosolimintana. Dejando a un lado el himno-prólogo, la predicación y los milagros se realizan en la ciudad santa a lo largo del calendario ritual judío en tres Pascuas sucesivas:

1. El tiempo pre-pascual (en Galilea):

a. El testimonio de Juan el Bautista (Ju. 1:19-34).
b. Llamamiento a los discípulos (Ju. 1:35-51).
c. Las Bodas de Canán(Ju. 2:1-11).

2. Primera Pascua (primavera):

a. Jesús sube a Jerusalem a la Pascua. Purificación del Templo (Ju. 2:!3-22).
b. Entrevista con Nicodemo (Ju. 3:1-21).
c. Predicación en Judea. Último testimonio del Bautista (Ju. 3:22-36).
d. Jesús predica en Samaria (Ju. 1-42).
e. Jesús regresa a Galilea. Curación del hijo del funcionario (Ju. 4:43-54).

3. Una fiesta en Jerusalem (sin datación):

a. Curación del paralítico en la piscina de Betesda (Ju. 5:1-18).
b. Discurso de Jesús sobre la obra del hijo (Ju. 5:19-47).

4. Días previos a la Pascua (en Galilea) (primavera):

a. Multiplicación de los panes y los peces (Ju. 6:1-15).
b. Jesús camina sobre las aguas (Ju. 6:16-20).
c. Discurso en la sinagoga de Cafarnaún (Ju. 6:22-66); confesión de Pedro (Ju. 6:67-71).

5. La fiesta de las Tiendas (septiembre-octubre):

a. Diversas prédicas y discusiones de Jesús en el Templo(Ju. 7:14-53).
b. La mujer adúltera (Ju. 8:1-11).
c. Discurso de Jesús en el Templo (Ju. 8:12-59).
d. Curación de un ciego en Jerusalem (Ju. 9:1-41).
e. Discurso del buen pastor (Ju. 10:1-21).

6. La fiesta de la dedicación (invierno):

a. Los Judíos deciden matar a Jesús (Ju. 10:22-42).
b. La resurrección de Lázaro (Ju. 11:1-54).

7. La última Pascua (primavera).

La distribución geográfica de los diversos episodios no es en absoluto arbitraria. Obedece a un propósito teológico muy claro: al ubicar los episodios galileos precisamente en un tiempo prepascual, se establece una clara repartición de lo que es la actividad de Jesús: de un lado, una misión Galilea de carácter preparatorio y, de otro, la misión central de Jesús que se desarrolla en Jerusalem y con arreglo al calendario festivo judío, todo lo cual culmina en la última y dramática Pascua.


jueves, 21 de abril de 2016

EL EVANGELIO DE JUAN, LAS PARÁBOLAS


El teólogo autor de las grandes secciones discursivas no estaba dispuesto a renunciar al conjunto de elementos doctrinales que le suministraban las parábolas. Simplemente las eliminó y las sustituyó con discursos que las reinterpretaban con sentido alegórico. O de otra manera, la conocida fórmula sinóptica “el reino de Dios es como…” quedaba transformada en una nueva fórmula “Yo soy….”. En rigor, con esta transformación estamos asistiendo de alguna manera a un paso de la teología narrativa de los sinópticos a la teología previa a la especulación, que se desarrollará plenamente con Ireneo y, sobre todo, Orígenes. Así, y solo por citar dos ejemplos, es muy verosímil que la parábola-discurso del “buen pastor” esté basada en la parábola de la oveja perdida de Lucas 15:3-6 o que el “discurso de la vid”(Ju. 15:1-8) esté basado en la parábola sinóptica de la siega (Mat. 13:24-30). De ahí que sea muy verosímil que el primer Evangelio de Juan tuviera parábolas como los demás. Simplemente, desaparecieron anegadas por el material exegético de los nuevos discursos.

miércoles, 20 de abril de 2016

EL EVANGELIO DE JUAN COMO MENSAJE ESPECIAL

Da la impresión que el grupo que se halla tras los discursos en el evangelio de Juan se considera depositario de un mensaje especial, solo accesible para ellos mismos, los escogidos (Ju. 20:31). En contraste con la perspectiva legalista de Mateo, en donde el resucitado les da a los discípulos la consigna de enseñar "a guardar todo lo que os he mandado"(Mat. 28:19), la salvación en estos discursos no es resultado ni del cumplimiento de preceptos determinados, ni tampoco del arrepentimiento como en Lucas. Solo de la fe, que aquí se identifica con el conocer, por más que el texto evangélico evite con cuidado la palabra gnosis. Por otra parte, es preciso enfatizar que este conjunto de autores del evangelio de Juan se mueve en un paradigma mental muy distinto del de los escritores sinópticos que los precedieron, en la medida en que son ya, de hecho, auténticos teólogos. El escritor sinóptico es un autor teológico. Sin embargo, su producción teológica funciona de una manera radicalmente distinta a la de los autores de los discursos joánicos. En efecto, la teología del episodio sinóptico opera según lo que podríamos llamar un "sistema horizontal": los relatos sinópticos no son sino  la cristalización final de un largo proceso de oralidad en el que los diversos misioneros cristianos narraban ese conjunto de relatos tradicionales compuesto de logia, discusiones, parábolas y milagros que acabarán por forjar el género evangélico.

Todos estos materiales no solo adquirían las inevitables variantes y particularidades debidas a la idiosincrasia específica del predicador. Lo más importante es que solo cobraba auténtico sentido en el marco concreto y específico del auditorio que lo recibía. Esto es, lo que en un contexto determinado podía tener un significado, en otro podía adquirir otro distinto, todo ello con arreglo al universo de expectativas, inquietudes, condiciones sociales y demás factores que conformaban los grupos a los que se dirigía la predicación. Y no de diferente forma sigue operando el autor sinóptico, por más consciente que sea de que la escritura está fosilizando el sentido de lo que hasta el momento había sido material muy fluido. En él, la palabra, el relato, sigue siendo la piedra angular viva y perdurable de su experiencia religiosa, en la medida en que, a través de ella, comunica sensaciones y vivencias más que conceptos y especulaciones abstractas. Tal es la razón por la que se sigue sirviendo del cauce formal del relato mítico, que por definición sigue abierto a una infinita poligamia propia del género.

En contraste, los autores de los discursos operan desde un plano diferente y producen lo que podríamos llamar "teología vertical". El sentido de las palabras que ponen en boca de Jesús ya no depende de la situación vivencial concreta que opera en el marco de la predicación, sino de la comprensión correcta de los conceptos expuestos (Ju. 16:25). La sencilla predicación del Jesús de los sinópticos queda, de repente, reinterpretada a la luz de un supuesto desvelamiento que pone de relieve aspectos trascendentes y metafísicos poco accesibles para los legos. Es, más bien, una operación de desvelado intelectualizante que permite acceder a planos de realidad inasequibles a las técnicas exegéticas de los sinópticos. El autor sinóptico, a pesar de que, en ocasiones, explica el sentido profundo de algunos relatos -en particular de las parábolas-, sigue manteniendo el relato y, junto a él, la exégesis. Ejemplo de ello es el apéndice de Marcos a la parábola del sembrador: "El sembrador siembra la Palabra. Los que están a lo largo del camino......."(Mc. 4:10-15). El texto joánico prescinde de todo referente narrativo primario y construye un conjunto de discursos autopredicatorios lanzados hacia una especulación abstracta que, al carecer de referentes narrativos concretos, queda formulada en términos dogmáticos e incontrovertibles.

viernes, 8 de abril de 2016

EL EVANGELIO DE JUAN/COMENTARIO

Si Dios había permitido que los Romanos destruyeran el Templo, ello sólo se podía deber a que este ya había cesado en su función como mecanismo de regulación sacrificial del cosmos. La cruz y la resurrección habían cerrado su ciclo.

Uno de los elementos en el Evangelio de Juan es la práctica ausencia en su texto de los "Doce". Los doce apóstoles son válidos como grupo, no como individuos. No conocemos ni los nombres ni la identidad completa de los Doce, ya que las listas no coinciden.

Es de suponer que la entrada de Jesús en Jerusalem no acabara tan solo con su vida. Seguramente, también habrían sido ajusticiados algunos de sus seguidores como evidencia la triple crucifixión de la tradición. Tampoco es creíble que todos los discípulos Galileos en bloque hubieran aceptado la resurrección de Jesús y hubieran acabado instalándose en Jerusalem para dirigir la incipiente comunidad Cristiana. Lo que ocurrió fue que algunos discípulos galileos supervivientes, comandados por Pedro, el iniciador de las visiones, habrían aceptado su relato y acudido a Jerusalem. Ellos habrían sido los dirigentes de una pequeña comunidad apocalíptica que esperaba el cumplimiento de las profecías de Daniel. La permanente intimidad que Jesús mantiene en los Sinópticos con el grupo de los discípulos, en Juan a penas son una sombra.

LA FUENTE Q/Adolf von HARNACK/ Karl Barth

Harnack hablaba de la conexión estrecha, incluso equivalencia, entre amor a Dios y amor al prójimo, que constituye "el corazón  del Evangelio". Lo que Harnack exaltaba como evangelio, las sentencias del mensaje de Jesús (Mat. 12:28-34) eran para Barth "Ley", frente a la cual apelaba al "Evangelio" de Dios, que da vida solamente después de la muerte, es decir, en una relación dialéctica con la muerte. La consecuencia derivada de la clasificación de Jesús como Judío, propuesta por Wellhausen y Bultmann desde la perspectiva de la "Historia de las Religiones", fue interpretada teológicamente como la dialéctica entre Ley y Evangelio; en este sentido, Q, por definición, no es Evangelio, sino Ley.

miércoles, 6 de abril de 2016

ERASMO

La forma como Erasmo lee la Escritura es plenamente solidaria de su Cristianismo, como un "hecho abierto", una conversión constante y sincera, un apetito de plenitud nunca saciado por completo en la tierra. No puede haber entonces un normativismo rígido con que cerrar la convivencia. No hay leyes para la ciudad de Dios. La ciudad es en realidad territorio del hombre, de su duda y su tentativa, su esfuerzo y su coherencia. Erasmo sigue en sus anotaciones el camino de la exégesis, no de la "utopia" autónoma. Contiene sus afirmaciones en el terreno de la duda -se refugiaba en la ironía-, en el campo estricto de la intuición y la honestidad, dejando aquellas cuestiones que no pueden resolverse con seguridad honradamente abiertas. Está más interesado en mover el corazón de los fieles con el texto evangélico, en su pureza nuevamente traducida, que un satisfacer delirios de gran legislador que ha conseguido descifrar en la palabra de Dios las ocultas claves para la creación de la comunidad perfecta de Cristo en una ciudad habitada por hombres. Erasmo se contiene, porque conoce que el hombre está lleno del espíritu de origen divino, pero también fabricado de barro, de materia, de imperfecciones.

Calvino asume un proyecto radicalmente distinto. Se manifiesta como un firme defensor de la propiedad privada, del trabajo y de la responsabilidad individual. Su cita preferida 2 Tes. 3:10, "Quien se niega a trabajar que no coma". O sea, el bien y la felicidad nacen en esa actividad humana que es el trabajo. El individuo, según Calvino, es responsable ante Dios.

Lejos ya de la tradición Medieval que contempla el monacato como la plantación por excelencia de la Ciudad de Dios en la Tierra, se plantea una comunidad de iguales ante Dios, pero de desiguales socialmente. Delinea en sus comentarios las directrices maestras de lo que será su obra de ingeniería social, la creación del Reino de Dios en la tierra, en la ciudad de Ginebra. Y la más mínima desviación ponía en el camino a la hoguera.

La evangelización es un proceso siempre abierto, un proceso de Imitación de Cristo que cada creyente ha de protagonizar día a día, en una continua conversión. Que es además el resultado de libre voluntad individual, no de una sociedad absurdamente perfecta que obligue coercitivamente a la virtud. Pretenderlo es caer en la soberbia, involuntariamente ridícula, de un ufano reformador social pretendidamente bendecido por los Evangelios.

En la sociedad abierta y sus enemigos, Popper Karl no hace ver esa línea constante de los grandes megalómanos diseñadores de sociedades cerradas, con Platón como primer fundador, Calvino como férreo iluminado y los totalitarismo inspirados en Marx o de raigambre fascista, auténticos azotes del siglo XX.

martes, 5 de abril de 2016

JESÚS Y SU PREDICACIÓN

La práctica totalidad de la predicación y la actividad de Jesús se centra sobre sí mismo como objeto simbólico y trascendente en el Evangelio de Juan. Es su propia vida la que en sí misma da cuenta de lo que en los Sinópticos era predicación, proceso que se verifica en la efectiva transformación del centro de gravedad del mensaje doctrinal. Como dijo A. Loisy, Jesús había predicado el Reino de Dios, pero le salió la Iglesia, más preocupada por Cristo que por el Reino de Dios. De hecho, el objetivo fundamental del Evangelio es el de profundizar en el misterio de Cristo, tanto en los aspectos de su preexistencia como en los relativos al significado espiritual de su misión. A diferencia de las narraciones sinópticas, más o menos apegadas todavía al fondo doctrinal judaico heredado del propio Jesús, el Evangelio de Juan manifiesta un auténtico cambio de paradigma mental tal como evidencian los relatos de los hechos de Jesús, que más que tales, son manifestaciones simbólicas de su nueva misión espiritual; y, sobre todo, su propia autopredicación, que reinterpreta las predicaciones sinópticas con arreglo a novedosas y desconocidas claves hermenéuticas.

UTOPIA

Los mitos de corte utópico aspiran a devolver al hombre al estado inicial de subordinación a la figura paterna, ya que, si bien tal regreso devuelve al hombre a un estado carente de autonomía, sin embargo, se presenta como una posible opción que permite sobrellevar la angustia que producen los inevitables conflictos que genera el mundo emancipado; sin Dios.

EL CAOS Y LA NADA

Bar Qappara y el Caos:
Si Bar Qappara piensa que el "tohû wabohu" es primordial o creado no está claro. Así como el rey hizo su palacio aunque no el drenaje, ni la basura sobre la que está fundado, igualmente Dios creó el mundo y no el caos que es su substrato. Alternativamente, aunque menos probable, podría ser que Bar Qappara vea tanto el mundo como su antecedente caos como obra de Dios. De las dos manera se puede concluir que la creación es un positivo que está en oposición al negativo Caos. El mundo es bueno, el caos que reemplaza o suprime es malo. En ambas lecturas, el punto de la exégesis de Bar Qappara de Gén. 1:1-7 es que Dios no creó el mundo bueno de la nada, sino de un maligno substrato.

Si uno iguala la "nada" de la que Dios creó el mundo con el vacío, como implica la tradicional traducción del Inglés de "tohû wabohû", entonces la creencia en un "caos" primordial no-creado es obviamente una negación de la doctrina de la creación de la nada. Parece ser que esta más bien abstracta concepción de "nada" es identificada con el desorden, injusticia, enfermedad -algo negativo. No era una privación de ser (como el mal es una privación del bien en algunas teodiceas), sino una fuerza real, activa, excepto que su carga era enteramente negativa. Cuando el orden emerge donde antes había reinado el desorden, cuando la justicia sustituye a la opresión, ésta es la creación de la nada.

Parece más probable que identifican "nada" con cosas como el desorden, injusticia, subyugación, enfermedad, muerte. Para ellos "nada" era algo -algo negativo. El Dios de Israel es mejor comprendido en relación que en términos filosóficos. La fe de Israel afirmaba de tal manera la soberanía de Yahvé, que creían que éste era la fuente única del bien y del mal.

lunes, 4 de abril de 2016

TEODICEA I

Los que buscan una teodicea en el libro de Job se equivocan como los amigos que tratan de reconfortarlo. Dios no ofrece ninguna justificación intelectual a Job respecto a su sufrimiento, aunque finalmente rompe su silencio y acaba con el sufrimiento de Job. Lo que el sufriente quiere no es una explicación sino una prescripción, algo que él pueda hacer para reactivar a Dios después de esta penosa quietud y argumentar el "lado benevolente" de Dios a expensas de su malevolencia, convirtiendo la furia en favor. La prescripción que funciona es la total sumisión al misterio e incomprensibilidad de la deidad.

sábado, 2 de abril de 2016

TEODICEA

La principal tendencia en los escritores bíblicos cuando se enfrentan al mal inmerecido no es explicarlo sino invocar a Dios para que lo destruya. Esta es la diferencia significativa entre el pensamiento bíblico y el filosófico (Jer. 12:1-13). La respuesta a la cuestión del sufrimiento del inocente es una renovación por parte del Dios de justicia. La cuestión no es un ejercicio intelectual sino una indirecta con la intención de estimular al Dios justo para que actúe después de un largo reposo. Es más liturgia que filosofía.

DUALISMO

DUALISMO
La Iglesia Católica a lo largo de la historia ha gastado sus energías en promover la ortodoxia en lugar de la moralidad, y la Inquisición fue una desgracia fatal para la Iglesia. Aún cuando predicaba la paz, la Iglesia fomentó guerras religiosas en el siglo dieciséis en Francia y la Guerra de los Treinta Años en Alemania. Jugó un papel mínimo en el progreso de la moral moderna –abolición de la esclavitud. Permitiendo así a los filósofos tomar el liderazgo de los movimientos humanistas que han aliviado los males de nuestro tiempo.

La iglesia no se dignó a modificar sus doctrinas ante las que sonríen los filósofo, pues las masas desean una religión rica en milagros, misterios, y mitos. Tales cambios ofenderían y desilusionaría a los millones de seguidores cuyas esperanzas fueron ligadas a las imaginaciones inspiradoras y consoladoras. No hay reconciliación entre la filosofía y la religión excepto en el reconocimiento de los filósofos que no han encontrado sustituto para la función moral de la iglesia, y el reconocimiento eclesiástico de la libertad religiosa e intelectual.

Apoya la historia la creencia en Dios? Si por Dios se entiende no una creativa vitalidad de la naturaleza sino un Ser supremo inteligente y benevolente, la respuesta es no. La historia sigue siendo en el fondo, no una restauración, pues no hay nada que restaurar dado que nuestra naturaleza tal y como la tenemos ahora es nuestra naturaleza original. No se entiende qué hace pensar a algunos que hubo un estado pristino de la condición humana en los comienzos cuando el avance científico demuestra lo contrario. O que Adán y Evan son históricos personajes, cuando sólo forman parte de la narrativa de un mito. O que el relato del jardín del Edén es histórico y la caída tuvo connotaciones ontológicas en el estado de Adán y Eva. Cómo se puede entender el paso de un estado pristino a uno de total degradación? Cuál es el origen de la fuerza o impulso (Yezer Hara en el Judaísmo Rabínico) que supuestamente causó esta caída? La caída, pues, suponiendo que tuviese lugar, no sería debida a la libertad, ni a la desobediencia. Hay que retroceder un poco más: Dónde se origina esta fuerza o impulso hacia el mal? Lucifer-Satán es una creación de Dios, un ser resultante, no el origen del mal.  

La historia sigue siendo en el fondo una selección de los individuos y grupos más aptos en una lucha donde la bondad recibe pocos favores, la desgracia abunda, y el desafío final es cómo sobrevivir. Añade a esto los crímenes, guerras, y crueldades del hombre, los terremotos, tornados, pestilencias, etc. y otros “actos de Dios” que asolan periódicamente a la raza humana y la vida animal, y la evidencia total sugiere sea un Dios ciego o una imparcial fatalidad, con escenas adicionales aparentemente accidentales a las que subjetivamente le otorgamos orden, esplendor, belleza, o sublimidad. Si la historia hubiese de apoyar una teología esta sería un dualismo como el Zoroastriano o el Maniqueo.    


En algunas de las ramas de la Gnosis -especialmente en el Mandeísmo y Maniqueísmo -hay dos principios básicos (coeternos?) que existen desde el comienzo, descritos mitológicamente como el reino de la luz y el reino de la oscuridad, que entran en contacto mutuo casi por accidente  y ponen en moción la funesta historia, en otros sistemas un gradual declive partiendo del dios altísimo(el Dios desconocido) es la causa del origen del mal y poderes oscuros.