martes, 27 de septiembre de 2011

JESÚS: RIGORISMO Y MILAGROS

JESÚS: RIGORISMO Y MILAGROS
La tradición acerca del Jesús del siglo I, obviamente, no es una colección de relatos disparatados o no relacionados con éste. La tradición acerca de Jesús parece estar en línea con la conclusión que Jesús era un profeta escatológico que esperaba un inminente establecimiento del reino de Dios.

Los temas de Dios como Padre y su especial interés en los desafortunados si conservan una memoria histórica, nos dicen que Jesús, el profeta escatológico, era, como Buda, un maestro de la compasión. El estatus de Dios como Padre aparece, en varios de sus dichos, particularmente asociado con el cuidado hacia los humanos(1) y las exigencias de amor hacia los demás, en especial hacia los marginados, se relacionan con la caridad divina. Se puede observar en el Padre Nuestro, una manera de hacer que las cosas en la tierra se asemejen a las cosas en el cielo.

Por otro lado parece que Jesús era un rigorista moral. Su énfasis en la “intención”, su insistencia en servir a Dios en lugar de Mammon, y sus exigencias a ciertos individuos para que le siguieran inmediatamente e incondicionalmente indican que, fuera lo que fuese lo que enseñaba acerca de la comprensión, hacía también peticiones muy difíciles a algunas personas. Parece ser que su radicalismo moral, como dice Albert Schweitzer, estaba relacionado con su creencia en el fin inminente. Además, parece ser que no sólo la prohibición de divorcio sino también la crítica de las riquezas y su llamada a liberarse de preocupaciones estaban relacionadas con la creencia programática en la restauración escatológica del paraíso (Marc. 10-6-9) (2).

En lo que concierne a la autenticidad de los relatos acerca de Jesús, por un lado, las tradiciones que se originan en Jesús fueron reformuladas, traducidas, modificadas mediante añadidos, y le fue otorgado nuevo significado mediante contextos secundarios. Por otro lado, las producciones de la comunidad deben haber evolucionado en parte de y en cercana conexión con otros materiales que ya formaban parte de la tradición. Las categorías de “auténtico” y “no auténtico” pueden dar lugar a equivocaciones(3). En la mayoría de los casos estamos tratando con una mezcla de productos, y las contribuciones de Jesús y las tradiciones están inextricablemente mezcladas.

Un ejemplo: Marcos 1:9-11 narra el bautismo de Jesús. Dice: (a)Juan bautiza a Jesús; (b)se abren los cielos y el Espíritu desciende en forma de paloma; y (c) y se oye una voz que dice que Jesús es el hijo amado. Normalmente se entiende (a)como hecho histórico y (b) y (c) como interpretaciones Cristianas de dicho hecho

De manera similar después del relato bautismal, Marcos nos dice que Jesús marchó a Galilea proclamando las buenas nuevas de Dios, diciendo: “El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca; arrepentíos y creed en las buenas nuevas” (1:14:15). Qué hacemos con este relato? Muchos afirman que es una mera redacción de Marcos. Pero los que creen que Jesús enseño en Galilea, y que pensaba que había llegado el fin de Satán(4), y proclamaba la inminencia del reino de Dios; que llamaba al arrepentimiento y asociaba su ministerio con las profecías del Deutero-Isaías(5), ven en Marcos 1:14-15 un sumario de la proclamación de Jesús.

También la narrativa de las Tentaciones en Q 4:1-13, es considerada por la mayoría de los estudiosos como no-histórica, una ficción “haggádica” resultado de la reflexión sobre las escrituras. Pero quien quiera que compusiese este relato lo hizo con el conocimiento que Jesús era (a) un hacedor de milagros, que (b)algunas veces se negaba a ofrecer señales, (c)que se pensaba a sí mismo como victorioso sobre las fuerzas demoníacas, (d)anunciando en las escrituras, que (e)tenía una gran fe en Dios, y (f)era una persona del espíritu. Así que lo que parece que es Q 4:1-13 es una ilustración del hecho obvio que la ficción histórica nos puede instruir acerca de la historia(6).

Jesús estaba interesado en la tradición profética y en la interpretación de la Torá(7). Su pensamiento estaba centrado en la culminación de la historia de Israel y su discurso estaba dominado por la esperanza de la salvación y la amenaza del Juicio. Su énfasis en el arrepentimiento era una urgente llamada a la reforma espiritual que era ampliamente esperada para que tuviese lugar la llegada del Día del Señor(8). En suma, Jesús era un profeta Judío que exigía arrepentimiento ante la crisis escatológica e interpretaba su propia persona y ministerio en términos del cumplimiento de las Escrituras. Su principal objetivo, en tanto que actor en el drama cósmico era “la restauración escatológica de Israel(9).

Jesús, como Francisco de Asís, era un hombre santo popular, sin duda en camino de convertirse en leyenda de su tiempo. en tanto que hacedor de milagros con un mensaje apocalíptico que generaba entusiasmo iba a convertirse en el centro de historias tanto verdaderas como apócrifas.

Etienne Trocmé afirma que los relatos de milagros “se originaron y fueron trasmitidos durante un tiempo” no en un medioambiente Cristiano sino en “la sociedad que formaba los pueblos del Noreste de Galilea o en la zona inmediata alrededor del lago Tiberiades. Los contadores de historias en los mercados y durante las tardes de invierno tenían una amplia audiencia para sus narrativas que aunque sin pretensiones literarias, eran sensacionalistas, como para no dejar indiferente a la audiencia(10). La teoríaa de Trocmé que afirma que Marcos fue el primero que insertó estos relatos acerca de milagros en la tradición Cristiana no tiene fundamento alguno, aunque sí es cierto que la mayoría de estos relatos no dicen nada acerca del Reino de Dios, el arrepentimiento, o algo escatológico; sólo en uno encontramos la petición de seguir a Jesús (Marc. 10:52).

Más recientemente, G. Theissen ha afirmado que la mayoría de los relatos de milagros eran originalmente narrados por gente interesada más que nada en las curaciones de Jesús y exorcismos, no en sus declaraciones religiosas(11). Esta hipótesis explica el carácter popular de estos relatos y la relativa escasez de temas específicamente Cristianos. También son congruentes con los relatos Cristianos en los que forasteros saben acerca de o comentan los milagros de Jesús(12). La hipótesis de Theissen debería probablemente ser aceptada.

Una vez que el origen popular, no-Cristiano del conjunto de las historias es considerado plausible, lo que sigue es un pedigree pre-Pascual. No tiene sentido suponer que los contadores de historias fuera de la Iglesia comenzasen a entretener a la gente con los milagros de Jesús una vez que hubo fallecido o después que unos cuantos comenzasena proclamar su resurrección de entre los muertos. La mayoría de las historias pueden haber llegado a la existencia y pueden haber sido re-contadas con anticipación a la llegada de Jesús a un pueblo en particular o justo después de partir de este.

La tradición pre-Pascual de Jesús no consiste solamente en un folclore popular descontrolado. Un grupo especial de misioneros itinerantes estaba junto a Jesús(13), y mucha de la tradición original debe haber funcionado como consejo y aliento para ellos en particular. El discurso misionero en Q 10:2-16 (comparar con Marc. 6:6-13), el énfasis sobre el cuidado en Q 12:22-31, el Padre Nuestro en Q 11:2-4, los relatos de las llamadas en Marc. 1:16-20; 2:13-14; y Q 9:57-60, yla exhortación a la fe en Q 12:2-12 son posiblemente ejemplos de complejos que conservan las exigencias y la guía de Jesús hacia aquellos que había elegido como “pescadores de hombres” (Marc. 1:17; comparar con Jer. 16:16).

Estos itinerantes pre-Pascuales, según Q 10:9, proclamaban el reino de Dios y su inminencia (10:9). No se nos dice más allá de esto qué otra cosa predicaban. Pero se puede imaginar que su mensaje diferiría poco del de Jesús.

Si la tradición de Jesús consistía “durante un tiempo” en una tradición folclórica popular con muchos relatos de milagros por un lado y temas dirigidos y usados por misioneros itinerantes por otro, las cosas cambiarían con la muerte de Jesús y la proclamación de su resurrección de entre los muertos. Aunque los misioneros continuaron viviendo y recordando las palabras de Jesús, el contenido de su buena nueva cambio. El anunciante se convirtió en anunciado, y el anuncio del Reino quedó eclipsado por el anuncio de la vindicación y exaltación de Jesús. En esta situación alterada se necesitaban nuevos materiales, y los antiguos requerían una enmienda.

La muerte de Jesús llevó a la creación de nuevas tradiciones. Así como los Budistas poco después de la desaparición de buda, copilaron un relato de su viaje final y partida(14), igualmente los seguidores de Jesús, haciendo uso de la Biblia Hebrea(15) y tradiciones Judías acerca del sufrimiento de los Justos(16) hicieron lo mismo. El resultado fue la recitación de la institución de la Cena del Señor y la narrativa de la Pasión pre-Marcana(17) que fueron usadas presumiblemente en las primitivas liturgias Cristianas(18).

La situación pos-Pascual era diferente en el sentido que la comunidad centrada en Jesús se convirtió en un número de diferentes comunidades con varios líderes, incluyendo escribas y maestros(19). La comunidad pos-Pascual, además de conservar las antiguas tradiciones y crear nuevas, también puso juntas cosas que antes estaban separadas cuando unió las tradiciones misioneras de los itinerantes(20).
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1. Marc. 14:35-36; Luc. 12:32.
2. Jürgen Sauer, “Ruckkehr und Vollendung des Heils: Eine Untersuchung zu den ethischen Radikalismen Jesus”, Theorie und Forschung 133/Philosophie und Theologie 9 – Regensburg: S. Roderer, 1991-. Sauer relaciona la comprensión que Jesús tenía del Sabbath y su enseñanza acerca del ayuno con la escatología.
3. Comparar Dahl, “Crucified Messiah”, p. 67: El que la historicidad de las palabras individuales o episodios sea incierta es de menor importancia. El hecho que la palabra o ocurrencia encontrase lugar dentro de la tradición acerca de Jesús indica que estaba de acuerdo con la imagen principal/total tal y como existía dentro del circulo de los discípulos.
4. Para Marc. 1:15 ver Joel Marcus, “The Time Has Been Fulfilled”, en “Apocalyptic and the New Testament: Essays in Honor of J. Louis Martyn, ed. Joerl Marcus y Masion L. Soards, JSNTSS 24-Sheffield: JSOT, 1989, pp. 49-86-.
5. Ver Bruce D. Chilton, “God in Strength: Jessus´s Announcement of the Kingdom, SNTU B/1 –Freistadt: F. Plöchl, 1979, pp. 92-95.
6. The Temptations of Jesus”, “Authenticating the Deeds of Jesus”, ed. Bruce Chilton and Craig A. Evans –Leiden: E.J. Brill, 1998.
7. Alusiones a: Génesis (Marc. 10:2-12), Éxodo (Marc. 12:18-27), Salmos (Q 9:58), Isaías (Q 6:20-23; 7:22-30; Marc. 10:45), Daniel (Marc. 10:45), Miqueas (Q 12:51-53), y Malaquías (Marc. 9:9-11). Ver Bruce Chilton y Craig A. Evans, “Jesus and Israel´s Scriptures”, “Studying the Historical Jesus: Evaluationsof the State of current Research, NTTS 19, Ed. Bruce Chilton and Craig A. Evans –Leiden: E.J. Brill, 1994, pp. 281-335.
8. Ver Deut. 4:30-31; Os. 3:4-5; Hech. 3:19-21.
9. Meyer, “Aims”, p. 239.
10. Etienne Trocmé, “Jesus as Seen by His Contemporaries”, Philadelphia: Westminster, 1973, p. 104.
11. The Gospels in Context: Social and Political History in the Synoptic Tradition” –Philadelphia: Fortress, 1991, pp. 97-112.
12. Q 7:3; Marc. 1:28, 45; 3:8; 5:14, 19-20, 27; 6:2, 14; 7:25, 36. Aunque estas notas puedan ser meras redacciones, como podría haber sido la realidad histórica de otra manera? Un hacedor de milagros genera historias.
13. Hengel, “Charismatic Leader”, pp. 71-80; Meyer, “Aims”, pp. 153-54.
14. Reynolds, “The Many Lives of Buddha”, pp. 48-51.
15. D.J. Moo, “The Old Testament in the Gospel Passion Narratives” –Sheffield: Almond, 1983.
16. George W.E. Nickelsburg, “The Genre and Function of the Markan Passion Narrative”, HTR 73 -1980-, pp. 153-84; Lother Ruppert, “Jesus als der leidende Gerechter? Der Weg Jesus im Lichte eines alt und Zwischentestamentlichen Motivs”, SBS 59 –Stuttgart: Kathalisches Bibelwerk.
17. Aunque la extensión de la narrativa de la Pasión pre-Marcana y su evolución son tópicos legítimamente debatibles, la duda de su existencia es excesiva; ver Theissen, “Context”, pp. 166-69. Éste sitúa plausiblemente el origen de la narrativa de la Pasión en la Jerusalem de los 40.
18. No sabemos nada acerca del formato de los primeros cultos Cristianos. Pero uno se pregunta si la “tradición oral informalmente controlada” que Kenneth E. Bailey encuentró en los pueblos del Cercano Oriente moderno podría estar relacionada con los re-latos de la Pasión de Jesús; ver su artículo, “Informal Controlled Oral Tradition and the Synoptic Gospels”, Asian Journal of Theology 5 -1991, pp. 35-54.
19. Comparar Mat. 13:52; 23:34. Sobre la existencia de “escuelas” en la iglesia temprana ver C.K. Barrett, “School, Coventicle, and Church in the New Testament”, en Wissenschaft und Kirche: Festschrift für Eduard Lohse, ed. K. Aland and S. Meurer -Bielefeld: Luther, 1989.
20. Bernd Kollmann, “Jesus und die Christen als Wundertater”, FRLANT 170 –Gottingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1996.

domingo, 25 de septiembre de 2011

EL JESÚS APOCALÍPTICO

EL JESÚS APOCALÍPTICO

Marcos 13:22, donde Jesús dice que ni los ángeles del cielo ni el Hijo saben el día de la consumación, ha de ser uno de los “pilares fundamentales para una buena comprensión de la verdadera vida de Jesús”, dice P.W. Schmiedel, dado que los Cristianos no iban a atribuir ignorancia a Jesús, su Señor. Este argumento vale la pena, pues los escritos Patrísticos luchan en vano para evadir el pleno sentido de esta cita (1). Autoridades textuales omiten en Mat. 24:36 y Marcos 13:32 “ni el hijo”. Lucas pone la frase entera. Pero aunque Marcos y Mateo la transmiten, el último no hace ninguna modificación. Además, Pablo (en 1 Cor. 15:28) y Juan (en 14:28) subordinan “el Hijo” al Padre, de la misma manera que otros pueden no haber tenido dificultades con la idea que el Padre sabía cosas que el hijo no. Que decisión hay que tomar?(2).

Docenas de fuentes antiguas nos cuentan lo que supuestamente dijo Jesús. Pero qué fue lo que realmente dijo, lo que realmente hizo? Los autores reunen lo que pueden y se inventan lo que no pueden reunir, a menudo cosechando donde su fundador no sembró. El resultado es que la historia se mezcal con el mito(3). No hay nada más común que poner palabras en boca de nuestra autoridad religiosa(4). Esto es verdad en la religión nativa de Jesús, el Judaísmo, donde la legislación del Pentateuco es atribuida a Moisés, lo mismo que con la abundancia de escritos intertestamentales pseudo epigráficos aún existentes. No hay duda que la tradición de Jesús no nos ofrece una información precisa, que está plagada con exageraciones y leyendas. Es pues necesario encontrar alguna forma para, a través de las diversas tradiciones, adivinar lo que verdaderamente se remonta a Jesús.

La coherencia, por ejemplo, es algo sujetivo. Dos cosas que encajan juntas según un exegeta pueden parecerle irreconciliables a otro. La consistencia, pues, está más bien en el ojo del observador. Incluso los más reflexivos no son “ni perfectamente racionales ni perfectamente irracionales sino imperfectamente ambos(5). Si Jesús era, como muchos mantienen, un profeta escatológico que vivió en el imaginativo mundo de los Apocalipsis, no se ha de esperar mucha consistencia de él, puesto que la irracionalidad esencial de lo apocalíptico es manifiesta en la historia de los movimientos mesiánicos y milenarios(6).

Pasajes de fuentes tempranas varias muestran que los primeros seguidores de Jesús pensaban que el climax escatológico estaba muy cerca. También se sabe que, en el periodo anterior a la Pascua, Jesús estuvo muy de cerca asociado con Juan el Bautista, cuyo discurso público, si se ha de creer los Sinópticos, hacía frecuente alusión al juicio escatológico, concebido como inminente(7). Jesús, de hecho, fue bautizado por Juan. Obviamente, hubo de haber una significativa continuidad ideológica entre los dos. Como muchos han señalado, reconstruir un Jesús que no tenía una fuerte orientación escatológica conlleva una tremenda discontinuidad no sólo entre él y los que seguían su causa, sino entre él y Juan el Bautista, o sea, discontinuidad con el movimiento del cual él procedía así como con el movimiento que de él surgió.

Los Evangelios canónicos, la tradición en Hechos, y las cartas de Pablo concuerdan en que al menos varios seguidores pre-Pascuales de Jesús, muy pronto después de su crucifixión, declararon que “Dios había resucitado a Jesús de entre los muertos(8), reivindicándole mediante “la resurrección de los muertos” (Hechos 4:2) (9). El testimonio combinado sobre estos temas no es puesto en duda por nadie, podemos pues preguntarnos por qué hacían esta afirmación. La mejor explicación es que varios individuos con influencia tuvieron su experiencia pos-Pascual (cualquiera que ésta fuese) basados en ciertas categorías y expectativas establecidas con anterioridad, que ya con anterioridad, debido a las enseñanzas de Jesús , suponían una resurrección general como algo inminente. Por esto es que la “resurrección” era la principal categoría mediante la que interpretaba la vindicación de Jesús(10).

Según Marcos 15:33, cuando Jesús falleció hubo una extraña oscuridad (comparar con Amos 8:9-10). Según Mateo 27:51-53 hubo también un terremoto (comparar con Zacarías 14:5) y una resurrección de los muertos (comparar con Ezequiel 37; Zac. 14:4-5). Según el Evangelio de Juan, la muerte de Jesús fue “el juicio del Mundo” (12:31) y destruyó el reino de Satán (16:11). Según Pablo, Jesús es los “primeros frutos de aquellos que han muerto” (1 Cor. 15:20). Una metáfora que asume que la cosecha escatológica está teniendo lugar, que la resurrección de Jesús es sólo el comienzo de la resurrección general de los muertos. Dado el múltiple testimonio en Pablo, los Sinópticos, y Juan, el habito de asociar el final de Jesús con temas escatológicos debe ser una costumbre muy temprana.

Qué explica esta costumbre? La mejor respuesta es que, mientras Jesús estuvo vivo, sus seguidores –Luc. 19:11- “suponían que el reino de Dios aparecería inmediatamente(11). Esperaban un sufrimiento escatológico seguido de una vindicación escatológica, tribulación seguida de resurrección. Por lo tanto, cuando Jesús fue visto vivo después de la crucifixión , sus seguidores, en lugar de abandonar sus expectativas escatológicas, hicieron lo que cualquiera haría: correlacionar las expectativas con las circunstancias. Por ello creyeron que con el final de Jesús había comenzado el fin de los tiempos, y por ello los primeros Cristianos asocian la muerte y resurrección de Jesús con lo que parecen ser eventos escatológicos.

El mundo Romano del siglo I estaba “dominado por la profecía escatológica”, y los escritos apocalípticos del Judaísmo que compartían “el espíritu escatológico” del periodo imperial Romano(12), nos pone en contacto con un tipo de escatología bien conocida en tiempos de Jesús(13). Los textos sagrados no sólo contenían material apocalíptico. Por ejemplo: Isaías 24-27, Daniel, Zacarías 9-14, etc., sino también porciones de 1 Enoc, Oráculos de la Sibilina Judíos, y el Testamento de Moisés(14) estaban en circulación en tiempos de Jesús; y las décadas después de Jesús vieron la aparición de 4 Esdras, 2 Baruc, y el Apocalípsis de Abraham. Fue en esta época cuando aparecieron los Rollos del Mar Muerto, tan cargados con expectativas escatológicas. Josefo enfatiza la popularidad de Daniel (Ant. 10.268) (15). Por otro lado, los Cristianos han interpretado a menudo las “setentas semanas de los años” como el cumplimiento de los tiempos de Jesús (ej. Tertuliano, Adv. Jud. 8; Jerónimo, Comm. Dan. En 9:24-27) hacían lo mismo algunos Judíos antes del Cristianismo?(16).

Algunos textos del Nuevo Testamento comparan a Jesús con algunos de sus contemporáneos (Marc. 6:14; Marc. 8:28; Hech. 5:35-39), Juan Bautista, Teudas, y Judas el Galileo tenían expectativas escatológicas o esperanzas de una restauración Judía. Juan proclamaba que el final estaba cerca y era visto como profeta. Teudas afirmaba ser un profeta, actuaba como un Moisés, y era visto como una amenaza por los Romanos, Judas el Galileo, según Josefo, Ant. 18:5, deseaba la independencia para el pueblo Judío con la ayuda de Dios.

La conclusión es que Jesús fue un profeta escatológico y si se diera el caso que se atribuyeran a Jesús dichos que sugiriesen otra conclusión, la inferencia correcta no sería que Jesús no era un profeta escatológico sino que la tradición de los dichos no es confiable, pues lo más seguro es que los Cristianos hubiesen eliminado los elementos escatológicos en ordena proteger a Jesús de ser visto como falso profeta.

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1. Ambrosio, De fid. 5:16; Atanasio, C.A. v. 1-3:42-50; Basileo, Ep. 2.36; Crisostomo, Hom. Sobre Mateo 77:2; Casiodoro, Exp. Sal. 9:39).
2. Robert J. Miller, “Se puede liberar al Jesús histórico de la Ortodoxia? Una crítica de la búsqueda de Jesús” de Ben Witherington, “The Journal of higher Criticism 4 (1997), p. 129, señala que es “creíble que los primeros Cristianos pueden haber inventado esta frase como forma de explicar por qué Jesús no había sido más preciso en sus predicciones, o como manera de asegurarse su credibilidad, en el caso que el Fin se retrasase”.
3. The Biographical Process: Studies in the History and Psychology of Religion”, ed. Frank E. Reynolds and Donald Capps –The Hague: Mouton, 1967, y Geo Widengren, “Prolegomena: The Value of Source-Criticism as Illustrated by the Biographical Dates of the Great Founders” en “Historia Religionum: Handbook for the History of Religions, Volume 1:Religions of the Past, ed. C. Jouco Bleeker y Geo Widengren- Leiden: E.J. Brill, 1969, pp. 1-22.
4. Ilya Gershevitch, “Zoroaster´s Own Contribution”, Journal of Near Eastern Studies, 23, 1964, pp. 12-33, y Annemarie Schimmel, “And Muhammad is his Messenger: The Veneration of the Prophet in Islamic Piety- Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1985.
5. David Hackett, “Historian´s Fallacies: Toward a Logic of Historical Thought” – New York: Harper&Row, 1970 – p. 214.
6. Contradicciones que los críticos encuentran en algunos de los antiguos Apocalipsis Judíos, contradicciones que han sido la base de dudosas teorías – ver el análisis de G.H. Box de 4 Esdras y el análisis de R.H. Charles “Revelation”, en “The Apocrypha and Pseudepigrapha of the Old Testament” – 2 Vol. – Oxford. Clarendon 1913 -. Ver también Jack T. Sanders, “The Criterion of Coherence and Randomness of Charisma: Proing through some Aporias in the Jesus Tradition; NTS 44 – 1988, pp. 1-25.
7. Aunque se puede argumentar que no hay por qué seguir los Evangelios sino a Josefo, cuyo Juan no es un profeta apocalíptico sino un reformador social (Ant. 18:116-19). Josefo, no obstante, trató de devaluar el fervor escatológico del Judaísmo. De hecho, su retrato de los Esenios no incluye nada acerca de la restauración de Israel, dualismo cósmico, o espectativa mesiánica. Solo tenemos noticia de todo esto gracias a los Royos del Mar Muerto, presumiblemente escritos por los Esenios. Josefo, en tanto que historiador a las órdenes de Roma, nunca quiso tratar estos temas que implicaban una actitud revolucionaria anti-Romana, para no perder su puesto como historiador oficial.
8. Para este fórmula y su antguedad ver W.Kramer, “Christ, Lord, Son of God”, SBT 50 – London:SCM 1966 – pp. 19-44.
9. Sobre la expresión pre-Paulina relaciondad en Rom. 1:4 ver H.W. Bartsch, “Zur Vorpaulinischen Bekenntnisformel im Eingang des Romerbriefes” – TZ 2.3 – 1967 – pp. 329-39.
10. Paula Fredriksen, “What you See Is What you Get”: “Context and Content in Current Research on the Historical Jesus”. Theology Today 42/1 – 1955, p. 94: “La experiencia de la resurrección de Jesús por los Dizzypulo señala indiscutiblemente a los orígenes del movimiento Cristiano en la esperanza escatológica del Judaísmo del siglo I – La resurrección de los muertos, la vindicación de los Justos; que los Discípulos eligiesen permanecer en Jerusalem en lugar de regresar a Galilea sugiere que aún esperaban que algo sucediera muy pronto.
11. Puede que sea la redacción de Lucas, pero Marc. 10:37 presupone la misma expectativa de parte de los discípulos de Jesús. Comparar Hech. 1:6).
12. Helmut Koester, “Jesus: The Victim”, JBL 111 -1992-, pp. 10-11.
13. S.E. Robinson, “Apocalypticism in The Time of Hillel and Jesus” en “Hillel and Jesus: Comparisons of Two Major Religious Leaders”, ed. James H. Charlesworth and Loren L. Johns –Minneapolis: Fortress, 1997, pp. 121-36.
14. El Testamento de Moisés 7:1 dice que “pronto llegará el fin de los tiempos”, después de los eventos del capítulo 6, que se refieren a Herodes el Grande.
15. Muchos han entendido el cuarto reino de Daniel 2 como referencia al Imperio Romano, que será gobernado por el Dios del cielo (2:36-45; ver Josefo, Ant. 10.276; 4 Esdras 12:10.
16. Ver William Adler, “The Apocalyptic Survey of History Adapted by Christianity: Daniel´s Prophecy of 70 Weeks”, en “The Jewish Apocalyptic Heritage in Early Christianity”, ed. James C. VanderKam and William Adler, CRINT 111/4 –Assen: Van Gorcum/Minneapolis: Fortress, 1996, pp. 201-38.