EL TEMA DE LA NARRATIVA DEL EDÉN
Uno
de los temas más importantes en lo que se refiere a la Narrativa del Edén es:
“el conocimiento del narrador y sus caracteres, respectivamente. Primero, uno
de los ejemplos más aclaradores es el relato de la anunciación divina a Abraham
y Sara(Gén. 18:9-15). El divino visitante, “el Señor”, dice a Abraham que
volverá “a su debido tiempo” y que Sarah tendrá entonces un hijo. Abraham y
Sarah son ambos ancianos, y “a Sarah se le había retirado la costumbre de las
mujeres”(Gén. 18:12-14).
Sternberg
señala correctamente que esta escena opera a dos niveles de conciencia: Hay un
nivel superior, habitado por el narrador, el visitador divino (“El Señor”), y
el lector, los tres lo conocen todo: la identidad y edad de los principales
caracteres, el nacimiento destinado de Isaac y el escepticismo de Sarah. Hay,
también, un nivel inferior: el punto de vista restringido de Sarah. El relato
“vindica la ceguera humana respecto a la gloria de la divina omnisciencia”(1).
El
narrador bíblico es generalmente omnisciente. Tiene libre acceso a las mentes y
corazones de los dramatis personae, incluso
a los pensamientos del mismo Dios. Disfruta el libre movimiento en el tiempo
(narrando el pasado, presente y futuro sin problema) y libre movimiento en el
espacio (puede seguir conversaciones secretas y moverse entre el cielo y la
tierra(2).
Es
obvio que hay que distinguir entre el nivel de conocimiento del narrador y el
nivel de conocimiento de sus caracteres –una obviedad, aunque importante. Para
comenzar, hay un número de indicaciones de que el narrador es omniscientec. Sabe cuales son las condiciones en la
tierra antes de la creación de la primera pareja humana. Sabe que Dios plantó
un jardín y sobre los dos Árboles especiales. Conoce la geografía de los cuatro
ríos que fluyen desde el Edén. Conoce la técnicas divinas para la creación del
hombre, etc. No hay duda que el narrador es omnisciente. Los estudiosos que
niegan esto tienden a pasar por alto la posibilidad que el narrador pueda ser
omnisciente aunque no necesariamente omnicomunicativo(3)
y que los caracteres conozcan mucho menos que el narrador.
Entonces,
qué ocurre con Dios? Se ha sugerido
que en la narrativa bíblica el narrador tiende a unirse con Dios(4). Difícil es estar de acuerdo con esto, pues, al
menos, en la Narrativa del Edén, da la impresión que Dios es “narrado”; es uno
de los caracteres en la narrativa. Al decir esto se limita la perspectiva a los
aspectos narrativos del texto, sin adoptar una perspectiva metafísica –perspectiva
que sería muy diferente. A nivel narrativo, el narrado es el maestro del
relato.
Si
“Dios” –el carácter narrado- es omnisciente o no es una cuestión que invita a
varias respuestas. Se podría señalar, por ejemplo, que los animales no fueron
una ayuda para el hombre tal y como Dios había esperado. Además, Dios interroga
al hombre y a la mujer, una circunstancia que puede ser tomada como indicio de
desconocimiento.
Sin
embargo, parece ser que la Narrativa del Edén se presenta como un “nivel
superior” del relato, un nivel habitado por el narrador, Dios y el lector.
Difícilmente puede uno imaginarse que el narrador no entendía a Dios como
omnisciente. Los signos que indiquen lo contrario han de ser entendidos como
rasgos necesarios para el desarrollo de la narrativa.
Hay,
sin embargo, también un “nivel inferior” habitado por los dos caracteres humanos. Aunque este tema nunca se ha planteado,
la cuestión reside en si hay una diferencia entre la omnisciencia del narrador
y el conocimiento de los dos caracteres, la primera pareja humana. Se puede
decir que la omnisciencia (del narrador y de Dios) es puesta en contraste con
la ignorancia humana.
La
investigación ha encontrado un número de señales del supuestamente carácter
compuesto del texto, “el problema de un árbol/dos árboles es el más obvio”(5). El texto parece oscilar entre la narrativa de “un
árbol” y la versión de dos-árboles.
En
2:9 –con “en el medio del jardín” situado entre dos objetos, los dos árboles
que Dios plantó- tenemos un caso de “coordinación escindida”(A. Michel), al ser
entendidos ambos árboles compartiendo la posición en “el medio del jardín”. Hay
dos puntos interesantes en esto:
1. El narrador enlaza primero
la frase “en el medio” con el árbol de la vida mientras Dios lo está plantando(2:9).
Posteriormente usa las palabras de la mujer para conectar la misma frase con el
árbol del conocimiento, cuyo fruto prohibido pronto comería(3:3).
2. El árbol de la vida
desaparece del relato después de 2:9 para reaparecer sólo al final de (3:22,
24). El cuerpo principal del texto parece girar entorno a un único árbol, el
árbol del conocimiento.
Un
análisis de la narrativa ayuda a entender el sentido de estas dos observaciones.
Cuando centramos la búsqueda en los caracteres, encontramos que la omnisciencia
del narrador está en profundo contraste con el restringido conocimiento de los
humanos (y la serpiente). Nada indica que el hombre tenía idea alguna de que
había dos árboles plantados cuado fue
informado de la prohibición divina de comer de un árbol, el árbol del conocimiento (2:16-17). Además, no hay
indicios que indique que la mujer tuviese conocimiento alguno de los dos
árboles cuando habló con la serpiente sobre el árbol del conocimiento como
prohibido a los humanos (3:3, cf. Vv. 4-6). El lector comparte el conocimiento
privilegiado de Dios y el narrador –conocimiento que es negado a los
principales caracteres, los primeros humanos: también hay un árbol de la
vida(2:9).
En
su estrategia literaria, el narrador hace que Dios plante dos árboles y prepare
una prueba –una prueba de obediencia. Dios le niega un árbol a los humanos. El
lector puede inferir que el resultado de esta prueba de alguna manera decide el
acceso humano al otro árbol –el árbol de la vida. Es interesante señalar que no hay señal alguna de que el hombre y la
mujer supieran nada acerca de la existencia de un árbol de la vida. Aparentemente
no sabían que estaban sufriendo una
prueba y que la obediencia al mandamiento sería premiada con el don de comer
del árbol de la vida.
Hasta
aquí, es esta una conclusión basada en el silencio. En este punto, pues, se
podría introducir la siguiente interpretación como sugerencia tentativa. A nivel
de la superficie del texto, la frase “en el medio del jardín” en 2:9 es válida
para ambos árboles; la mujer no comete una “falta”
real en 3:3. A un nivel más profundo, no obstante, el poeta juega sutilmente
con la variante entre 2:9 (árbol de la vida en el medio) y 3:3 (árbol del
conocimiento en el medio). Cuando la mujer usa la expresión “en el medio del jardín”(3:3),
crea un doble sentido(double entendre).
El referente lingüístico en su
crucial afirmación es el árbol del conocimiento; esto queda claro por lo que
sigue inmediatamente. Al mismo tiempo, ella alude
sin advertirlo al árbol de la vida, que encontramos en el comienzo y en el fin
del texto. O, para ser más exacto: el narrador hace esta alusión importante: el
árbol de la vida estaba, como puede recordar el lector –y tanto Dios como el
narrador sabían- plantado “en el medio del jardín”(2:9).
El
en cierto sentido uso ambiguo de “en el medio del jardín” tiene perfecto
sentido a nivel de la narración. Mediante esta sutileza literaria, que no es de
ninguna manera debida a ningún carácter compuesto del texto, el narrador
recuerda al lector que la pareja humana está pasando por una prueba divina sin
ser consciente que al comer del fruto de uno de los árboles les será negado el
fruto del otro. Los humanos no captan el punto de que, más allá de la
prohibición (la prueba) en el presente, pueda haber una bendición en el futuro.
Además,
la sutil construcción puede incluso contener cierta ironía. En retórica, la
ironía consiste en decir lo opuesto de lo que uno quiere decir, o realizar una
afirmación que invita a una interpretación diferente del significado superficial
de las palabras. Una clase especial de ironía es la ironía situacional o
dramática, “cuando el lector se da cuenta de la disparidad entre los hechos de
una situación y la comprensión que de esta tienen los caracteres”, por citar a
David Lodge(6). La ironía situacional se da
cuando la audiencia o el lector ven un significado que no se corresponde con la
intención del narrador.
Lo
que tenemos en las palabras de la mujer es, de hecho, un caso de ironía
situacional:
Respondió la mujer a la
serpiente: Podemos comer del fruto de los árboles del jardín. Mas del fruto del
árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo
toquéis, so pena de muerte. (Gén. 3:2-3).
La
mujer se refiere al árbol del conocimiento, que de hecho era el árbol
prohibido. Pero la manera como se expresa invita al lector a entender la
declaración como alusión tácita al árbol de la vida. Esta comprensión es
inintencionada por parte de la mujer, aunque es probablemente intencionada por
parte del narrador. Esto ilustra la tesis de Roland Barthes de que el código de
la ironía es un código de citas en las que el texto, de manera engañosa, borra
los entre comillas que han de enmarcar una cita(7).
Así
pues, todo el proceso está basado en una profunda ironía. En su deseo ilícito
del fruto del árbol prohibido, la pareja humana es llevada por su fundamental
ignorancia –acerca de la existencia del árbol de la vida y de su don potencial
de la inmortalidad. Al final de la historia los humanos se encuentran con el
querubín guardando el acceso al árbol.
En
previas investigaciones ha habido especulaciones acerca del libre acceso al
árbol de la vida antes del acto de desobediencia. Según Engnell, esto se da por
hecho(8). También, Stordalen considera todo esto
como un relato “donde los humanos en parte tenían al comienzo menos
conocimiento aunque libre acceso al Árbol de la Vida”(9).
Y Hallo mantiene que el Dios de la Narrativa del Edén quería que Adán y Eva
comieran del árbol de la vida. Los humanos, pues, eligieron concientemente la
muerte en lugar de la vida(10).
Si
este análisis es correcto, entonces el árbol de la vida estaba ahí desde el
comienzo aunque era desconocido por la pareja humana. Iba a ser el premio por
obedecer el divino mandamiento. Es comprensible que no se diga nada sobre comer
del Árbol de la Vida es completamente comprensible, dado que, presumiblemente,
comer es un acto consciente. Se puede concluir que no comieron de este árbol,
ni antes ni después del acto de desobediencia. Además –y esto es importante-
3:22 demuestra que no habían comido del árbol de la vida.
Así
pues, las observaciones acerca del conocimiento del narrador y el conocimiento
de los caracteres tienen fundamental importancia. Franz Delitzsch dijo en su
comentario sobre el Génesis: “De hecho, la narrativa afirma la existencia del
árbol de la vida desde el principio, pero nada se le dice a los humanos sobre
este. Solamente un árbol, el árbol del conocimiento, les es conocido. El árbol
de la vida no está presente en su conocimiento y es, por así decirlo,
desenmascarado solo después de la caída”(11).
Por
qué, entonces, hay dos árboles pero una sola prohibición? Y, por qué, no es
prohibido el Árbol de la Vida? La respuesta es: la trama es acerca de una
prueba divina de los primeros humanos. No comer del árbol prohibido es la
prueba: obedecer la prohibición o no? El fruto del otro árbol, el árbol de la
vida, es el premio si se supera la prueba. También está claro por que los
humanos no comen del Árbol de la Vida: simplemente porque no conocen su existencia.
Y por qué la narrativa solo trata con el árbol del conocimiento? La respuesta
es porque la trama está centrada en la prueba, y todo el cuerpo del texto es
acerca de esta prueba, en la que el árbol del conocimiento es traído al primer
plano. Otra pregunta es: cuales son las implicaciones de la aparente
“equivocación” de la mujer cuando se refiere al árbol del conocimiento como
situado “en el medio del jardín”? La respuesta es que se trata de un elemento
consciente en la estrategia literaria del narrador, una sutileza que abre los
ojos del lector a la ironía de la situación.
Resumiendo:
La trama es acerca de la prueba divina de obediencia a Dios por parte de la
pareja humana. Respetarán la línea de demarcación entre el mundo de los humanos
y el divino?; el Árbol de la Vida es el premio potencial (de la obediencia). La
prueba divina es el sujeto de la narrativa. Esta prueba se desarrolla en un
conflicto entre Dios y su creación humana. Debajo de la superficie hay también
un conflicto entre la serpiente y Dios. Si, en realidad, hay un conflicto entre
la “vida” y el “conocimiento”, este no es el principal, el conflicto básico en
el texto. Esto parece aparente por el hecho que no hay “equilibrio” entre los
dos árboles. Al contrario: un árbol es la prueba; el otro el premio.
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1.
Sternberg 1987:118
2.
Sternberg 1987:84. Alter 1981:155-77 sobre la
narración y el conocimiento.
3.
Sternberg 1987:190.
4.
Sternberg 1987:131: La Biblia “introduce una
nueva perspectiva desasociando a Dios de los caracteres alineándole con el
narrador.
5.
Greenstein 2002: 233; aunque éste no se implica
en una teoría de desarrollo textual detrás de la narrativa actual.
6.
Lodge 1992: 179. Sobre la ironía ver el artículo
de Harris 1992: 178-83 con la bibliografía.
7.
Barthes 1970: sección XXI, pp. 51-52.
8.
Engnell 1955: 116.
9.
Stordalen 2000: 241-42.
10.
Hallo 2004: 272.
11.
Franz Delitzsch 1887: 81.