martes, 18 de febrero de 2014

EL DESARROLLO DE LA RELIGIÓN ISRAELITA

EL DESARROLLO DE LA RELIGIÓN ISRAELITA
En el trabajo de diferenciar lo que es arcaico de lo que no lo es es importante aislar la poesía arcaica usando una serie de tipologías. Las secuencias tipológicas son usadas para datar los escritos, cerámica, usos gramaticales, cánones prosódicos y mecanismos retóricos, pronunciación, formas artísticas y estilos musicales, arquitectura, maneras en el vestir, etc. Las tipologías usadas en el análisis de la poesía arcaica incluyen la fecha del uso lingüístico, vocabulario, morfología, sintaxis, estilos de pronunciación, estilos prosódicos, y cánones, y los rasgos mitológicos y religiosos.

Las inscripciones extrabíblicas Cananeas y Hebreas ofrecen el fundamento para una descripción tipológica de la poesía Hebrea en la Biblia, controlando el procedimiento más subjetivo del análisis de la literatura bíblica y desarrollando sus tipologías solamente sobre la base de una evidencia interna. La poesía particularmente se presta a este procedimiento porque su estructura métrica y fórmulas establecidas resisten, en cierta medida, la presión de la modernización que da forma a la prosa menos estructurada.

Más subjetiva, pero menos importante, es la tipología histórica de las ideas, particularmente las ideas religiosas. En la poesía arcaica  bíblica uno encuentra rastros de mitología pura. En el Salmo 29, un himno a Baal revisado, Yahvé es celebrado como dios de la tormenta cuya voz es el trueno y cuyos rayos destrozan los cedros del Líbano. Su rugido “hace brincar como novillo al (Monte) Líbano, al (Monte) Sirión como cría de búfalo”(Salm. 29:6). La poesía arcaica se deleita relatando la teofanía (o manifestación visible) del dios de la tormenta como Guerrero Divino que marcha a la guerra o regresa victorioso a su templo(o montaña). En los oráculos de los profetas rapsodas –como es el caso de Isaías o Jeremías- este lenguaje es visto como poco sofisticado y peligroso, y es característicamente remplazado por las revelaciones mediante la palabra, audición o visión del concilio divino de Yahvé. En lugar del trueno tenemos la palabra, el juicio.

Un suave sonido o voz sería una contradicción. El término Hebreo ha de ser traducido como “un sonido silencioso”. Y el significado es que Yahvé, cuya Teofanía vio Elías, pasó sin sonido perceptible. Como oposición a su aparición en medio de la tormenta. Yahvé pasa en silencio, aunque felizmente conversa con Elías. El relato en 1 Reyes 19 del peregrinaje de Elías al Monte Sinaí (para escapar de la ira de Jezebel) es de lo más interesante. Tiene lugar en el momento culminante de una batalla en la cual el Yahvismo parecía iba a ser superado por el Ba`alismo, o sea, por el sofisticado politeísmo de la corte Fenicia. Elías va a la montaña, a la misma cueva desde donde Moisés vio la espalda de Yahvé cuando éste pasó recitando los nombres de Yahvé.

Elías es retratado como un nuevo Moisés que busca una repetición de la antigua revelación a Moisés en el Sinaí, aunque esta vez en forma de tormenta, terremoto y fuego. O sea, mediante el lenguaje de la teofanía de la tormenta, manifestación característica de Baal. En 1 Reyes 19 hay un viento y un terremoto y fuego, aunque la narrativa nos repite constantemente que Yahvé no está en el terremoto, Yahvé no está en el fuego. Pasa imperceptiblemente, y habla con Elías, dándole una nueva vocación.

En la literatura profética del siglo noveno a.C. hasta el Exilio en Babilonia en el siglo sexto a.C., el lenguaje de la revelación usando la imaginería de la tormenta es raro o falta. Vuelve en forma barroca en lo Apocalíptico (un especie de profecía tardía). Ver, por ejemplo, la visión del carro en la tormenta en la introducción del libro de Ezequiel. La teofanía de la tormenta es esencialmente el modo de revelación de Baal. En contraste, el modo de revelación de ´El es la palabra, el decreto del Concilio Divino.

En el vigor del temprano Yahvismo, adoptar el lenguaje de la teofanía de la tormenta era aceptable. En la era de los profetas, el lenguaje de ´El se consideraba mejor.

Otro tema importante muy debatido hoy día es si hubo o no algún tipo de conflicto durante el establecimiento de los Israelitas en la zona montañosa de Canán. Mucho se está discutiendo hoy sobre la historicidad o no historicidad de los relatos de la conquista como es el caso con la conquista de Jericó y Ai. En el caso de Jericó y Ai (significa la ruina), no estaban ocupadas en el periodo de la conquista/establecimiento. Pueden haber habido algunas escaramuzas en uno de estos dos lugares, aunque no existían grandes ciudades fortificadas, sólo sus ruinas. También hay problemas en Transjordania, Heshbon, capital de uno de los reinos Amoritas destruidos por Israel (según la tradición bíblica), que parece haber sido fundado después de la entrada de Israel en esta zona. Se fecha generalmente esta entrada en tiempos de Ramsés II (1279-1212 a.C.) o en tiempos de Merneptah (1212-1202 a.C.). Evidencia de nuevas cerámicas para la datación de jarras con borde –una indicación de los primeros Israelitas- sugieren una fecha no posterior a Ramses II para el comienzo del establecimiento.

La Estela de Merneptah data del 1207. O sea del quinto año de Merneptah y en esta fecha Israel ya estaba establecido en el país según la Estela de Merneptah. La Estela de Merneptah es importante, aunque hay que leer el texto con perspectiva crítica(1). La mayor parte de la estela contiene himnos, acerca de la derrota de varios grupos de Libios. El himno final, o estrofa, en la que se nombra a Israel, describe las conquistas de Merneptah que van desde Hatti (imperio Hitita), Libia y los Pueblos del Mar hasta Canán. Se afirma al final del himno “que todo país está pacificado, todos están subyugados”, lo que justifica la observación de John Wilson de que el texto es una “eulogio poético de un faraón universalmente victorioso”. La estela está escrita en poesía paralela. Israel aparece en el cuarteto:

Ascalón está deportada, Gezer está tomada,
Yanoam parece como si no hubiese existido jamás,
ysyriar (Israel)3 está derribado y yermo, no tiene semilla4

Alrededor de este cuarteto, en una construcción circular, están las líneas:

Canaán está despojada…….., Siria se ha convertido en una viuda para Egipto.

Es interesante, el nombre para Canán es masculino; el otro para Hurru (Siria) es femenino. Sin duda este es un artilugio consciente del poeta. Israel, aparece en Egipcio con el signo determinativo para el nombre de un pueblo, no de un lugar o estado, está en paralelo con Askelón y Gezer, y más cercano a Yano`am, los tres están marcados con el determinativo para ciudades-estado. Esto sugiere la escala de importancia otorgada a Israel.

Además, el faraón Merneptah añade a su titularidad oficial el título “Conquistador de Gezer”, sugiriendo con énfasis que de la lista de entidades en Canán, Gezer era prominente. Se puede concluir que el Israel de la estela era un pequeño pueblo, quizá aldeanos o pastores que vivían en la zona central montañosa, aunque no las 12 tribus completas de la liga del Canán más grande. La estela, además, dice que dejó a Israel destruido, sin semilla.

Estamos en el 1207, a finales del siglo XIII a.C. A comienzos de la Edad de Hierro. Por ello cuando se dice que Israel estaba en el país, que significado tiene esto? Jacob/Israel es el epónimo antepasado elegido para encabezar las genealogías de las tribus. Pero no es obvio, o incluso creíble, dado el texto de la estela, suponer que el Israel de la estela es idéntico a la confederación Israelita como se desarrolló a finales de los siglos 12 y 11. El nombre propio de la liga temprana era el Pueblo de Yahvé (`am yahweh). La primera referencia a la confederación completa se da posiblemente a finales del siglo XII (en la canción de Débora, Jueces 5). Es, por ahora, muy difícil saber cuál era el Israel mencionado en la Estela de Merneptah. Quizá una tribu particular? Quizá un grupo de tribus o clanes, quizá –por especular- un grupo en la zona de Siquem, acerca del cual tenemos tradiciones cultuales muy tempranas que se remontan al siglo XII.

Lo más posible es que este grupo estuviese relacionado con lo que posteriormente vino a ser la liga de las 12 tribus, aunque no hay evidencia firme. Tampoco hay certeza de que este Israel y el grupo Madianita –el grupo de Moisés, que tan marcada huella dejó en la religión temprana Israelita, estuviesen unidos ya. No hay suficientes datos para decidir este tema. De todas formas se puede aceptar que hubo una liga de doce tribus. Doce era un número redondo, y hay documentación de ligas de 12 tribus tanto en Grecia como en el sur de Siria. Se pueden arreglar siempre las tribus y clanes para que formen 12 jugando con los números. Por ejemplo, es Levi una de las 12? Y las medias tribus de Manases y Efraim(hijos de José), en lugar de José? El número 12 también parece haber configurado las ligas de Ismael, Edom y Seír (Génesis 25:13-16, 36:10-19, 36:20-30, respectivamente).

Se podría sugerir que la Estela de Merneptah parece indicar que había un Israel en Canán quizá ya en el 1250, aunque la cerámica asociada con los tempranos elementos de Israel quizá comience tan pronto como la segunda mitad del siglo 13. Aunque la Estela de Merneptah nos dice solamente que cerca del 1207, un grupo de gente, establecida en aldeas o nómadas, no constituyentes de un estado- llamado Israel fue derrotado.

De todas maneras uno nunca puede estar seguro con las fechas de una generación de cerámicas. Actualmente hay evidencia de la existencia de jarras de cerámica con borde circular tan temprano como el siglo 13. Aunque la mayor parte de la evidencia referente a la fundación de esas aldeas es el Hierro I, comienzos del siglo 12, al menos según el punto de vista de los especialistas en cerámica. Aquí parece haber un problema. Si la Estela de Merneptah habla de un pueblo llamado Israel, que debe haberse desarrollado obviamente antes que Merneptah oyese hablar de él y se preocupase con derrotarlos. Por lo tanto Israel debe haber estado en el país más o menos cerca del 1230 a.C. Esto no se puede rechazar no más, pero uno ha de preguntarse por el tamaño de este Israel de la estela y por su relación con la liga de las 12 tribus. Si los pueblos en la zona montañosa no surgen hasta el 1800 a.C., entonces tenemos un cierto desfase? No necesariamente, pues basado en Stager y Finkelstein, estas aldeas aparecieron al comienzo de la Edad de Hierro. Algunos escenarios se pueden adaptar para acomodar la fecha.

Digamos que la zona de Siquem, lugar de los `Apiru, elementos tribales de ascendencia patriarcal se consolidaron en una alianza de `El-berit (`El de la alianza) (Jueces 9:46; cf. Josué 24 y los ritos en Siquem). Los clanes de la alianza pueden haber sido nombrados con los epítetos patriarcales Jacob/Israel. Una etiología cultual patriarcal tienen a Jacob/Israel comprando una parcela de terreno en Siquem donde establece un altar “a ´El, dios de Israel” (i.e., de Jacob)(Génesis 33:20).

Las tradiciones del culto en Siquem registradas en la Biblia, en las cuales la ley era recitada y se realizaba una ceremonia de renovación de la alianza en intérvalos, debe haber sido muy temprana dado que Siquem fue destruida en la segunda mitad del siglo 12. Este Israel puede no haber tenido nada que ver con otros grupos de clanes que llegaron al país desde el este –por ejemplo, el grupo de Moisés, devotos de Yahvé, el ´El del sur –hasta un tiempo después. Este grupo de Moisés es descrito entrando a Canán desde Rubén y desplazándose a lo que sería llamado Judá, siguiendo el camino de Gigal. Otros grupos de tribus en el norte, en Gilead y en el sur pueden haberse unido (mediante el mecanismo de la realización de la alianza) a la confederación, completando la liga de las 12 tribus de la tradición.

Cuánto tiempo llevó ese proceso no se sabe. Cuánto conflicto y lucha hubo a medida que la liga avanzó a las partes deshabitadas de la zona montañosa central tampoco se sabe. Se sabe que la expansión quedó completada en tiempos de Saúl, probablemente a finales del siglo 12. O sea, un proceso que comenzó despacio aceleró rápidamente  durante el siglo 12. Por supuesto que gran parte de toda esta reconstrucción de esta época es bastante especulativa. Pero el menos estas especulaciones tratan de comprender los pequeños datos que poseemos del momento e interpretarlos parsimoniosamente.

Regresando al tema de Jericó y Aí, ciudades que no existían a finales del siglo 13, cuando se supone que la conquista tuvo lugar, hay que preguntarse qué hacer con estas historias. Hay en ellas alguna historicidad? Seguramente que la conquista de Jericó y el gran bastión de Aí no fue obra de los Israelitas invasores. Estas ciudades fueron destruidas antes (en diferentes épocas). En el relato de la caída de Jericó hay, además, mucho relato folclórico y ornamentación literaria. La historia de Rahab la prostituta es una obra maestra de literatura oral (Jos. 2). Pero aunque hay un gran número de detalles que encajan con la localización de Jericó, época del año, etc. y que se pueda pensar que lo que está conservado en este relato es una victoria real que ha sido elaborada en una épica que atribuye una causa divina a una victoria que, de hecho, tiene causas naturales, hay dos temas aquí: (1) Si hay algún tipo de realidad histórica detrás de la historia de la conquista de Jericó, y (2) si uno puede explicar causas divinas como causas naturales. Esto último no nos concierne aquí, aunque es difícil de entender por qué los literalistas y fundamentalistas quieren explicar los milagros divinos buscándoles explicaciones naturales o científicas. Quitar a Dios de en medio para conservar la historicidad de una narrativa folclórica es como robar a Pedro para pagarle a Pablo.

La primera cuestión es más seria. Los detalles del color local estaban disponibles para cualquier narrador de cuentos que hubiera visitado Jericó. Jericó había sido objeto de una tremenda destrucción con anterioridad y permanecía en impresionantes ruinas. Uno se inclina a pensar que una tradición épica pre-Israelita cantaba la destrucción de Jericó y que los posteriores cantantes Israelitas, compusieron una épica de la llegada de Israel al país, y añadieron la leyenda popular de Jericó al complejo oral de narrativas en su repertorio. Estas expansiones de la narrativa épica son características del proceso de creación y transmisión de la épica y no tienen por qué causar sorpresa.

En cuanto a la conquista de Canán, hubo bastantes turbulencias en este periodo y la destrucción de muchos lugares. Es difícil en cualquier caso singular estar seguro quién era el agente de la destrucción. Merneptah y los Pueblos del Mar estaban ocupados en el sur y a lo largo de la costa. Pero es posible otorgarle crédito al consistente testimonio de la poesía temprana Hebrea de que Yahvé guió a Israel en guerras santas y no tratar de rastrear la conquista en los registros arqueológicos.

Hay destrucciones suficientes para acomodar a todas las partes. La velocidad de la formación de la liga habría requerido acción militar para su éxito, y el conflicto militar habría acelerado a su vez la formación de la liga. Quizá unos cientos de años. Desde Merneptah hasta el final del siglo 12 hay un siglo. En la época de la composición de la poesía temprana bíblica a finales de los siglos 12 y el 11 a.C., esos poetas asumen un grupo religioso más o menos homogéneo (hermandades o comunidades) –una liga-milicia, una organización cultual o sociedad religiosa, líderes sacerdotales y laicos.

También hay que señalar una continuidad entre la religión Israelita y la que había antes, especialmente la religión Cananea y Amorita. Hay que subrayar estas continuidades entre el Oeste Semítico y la religión Israelita en orden a refutar la pasada generación que afirmaba la novedad y singularidad de la religión Israelita. Estas afirmaciones están hoy día superadas dada una gran cantidad de evidencia nueva, textos religiosos y pruebas arqueológicas.

No existen, en realidad, innovaciones radicales o sui generis en la historia humana. Debe haber una continuidad, o de lo contrario lo nuevo sería ininteligible o inaceptable. Esto no quiere decir que no haya nada nuevo. Al contrario, hay nuevos elementos, aunque en continuidad con el pasado. El cambio exhibe continuidad, aunque sí que surgen nuevos estilos. Por poner un ejemplo, una letra, digamos un ´alep, puede cambiar de una forma a otra a lo largo de un periodo de tiempo, de manera que uno nunca reconocería la forma tardía como desarrollo de la temprana. Pero si el todo de las series tipológicas se analiza minuciosamente, la continuidad de una forma a la otra es continúa y completamente inteligible.

Uno puede hablar de revoluciones en la historia o revoluciones en las concepciones religiosas. Pero estos grandes cambios están ya preparados antes de surgir. Se pueden precipitar, pero si se conocen suficientes detalles, uno puede percibir enlaces y continuidades. Lo nuevo emergente toma el pasado consigo.

Pero qué es lo único y distinto en la religión Israelita, y cómo surgió? La religión en el Cercano Oriente, especialmente la religión Semita Occidental, tiene en su centro un ciclo de mitos acerca del establecimiento de la realeza entre los dioses. Las cosmogonías y rituales tienen dos niveles: (1) la celebración de la victoria del dios de la fertilidad y la vida y del orden sobre los ingobernables antiguos poderes del caos y la muerte, y (2) el establecimiento del reino terrenal según el modelo celestial, un intento ritual para poner al rey, la nación y el pueblo en armonía con los dioses y el estado en el orden eterno de la creación. Esta es una profunda visión estática de la realidad ideal. Esta religión está interesada en lo eterno, no en el tiempo o la historia.
                                                                         
En el corazón de la religión bíblica, por otro lado, no hay imitación de los dioses sino una celebración de eventos históricos localizados en el tiempo ordinario, eventos que, en teoría al menos, pueden ser fechados, eventos en los que personajes como Moisés juegan un papel central. Sin duda, en la Épica Israelita el héroe es un Guerrero Divino, Yahvé, el dios de los ejércitos. Este es un rasgo mitológico que ilumina la historia y le da sentido, dirección y una meta.

La memoria épica y la esperanza le dan la identidad a Israel. La vocación de Israel –una nación de esclavos, liberada mediante una redención histórica- era establecer una comunidad de justicia. En el nuevo Israel, lo ético no estaba definido por estructuras jerárquicas en una sociedad establecida en el orden creado; no encontramos justicia como equidad de acuerdo con la clase. Más bien, la justicia es definida en términos igualitarios; es redentora, libera a los esclavos, ensalza al pobre, hace justicia a la viuda y al huérfano, ama con una amistad altruista tanto al prójimo (i.e., compañero miembro de la comunidad de parientes) y al residente extranjero o cliente, “como a uno mismo”.

El sistema de posesión de la tierra trata el terreno como un usufructo (algo que puede ser usado por todos), un préstamo provisional que hace el Divino Terrateniente, y su generosidad es para que sea distribuido libremente a todos los necesitados. Renta e interés y la alienación de la tierra estaban prohibidos –al menos en los códigos de leyes ideales conservadas en los círculos Deuteronómicos y Sacerdotales en Israel.

La obligación religiosa puesta sobre los Israelitas es “hacer justicia y amar el bien”(Miqueas 6:8) aquí y ahora, no estar preocupados con los rituales y sacrificios o tratar de negociar con la Divinidad una salvación eterna e individual. Según la enseñanza profética, Israel había de construir una comunidad de responsabilidad social, de justicia, de compasión y de hermandad.

Esta comprensión de la religión –al menos en su énfasis- contrasta con las religiones que santifican un orden de parentesco divino y humano. En cierto sentido, la emergente fe de Israel busca la secularización de la religión. Para el profeta, ni la persona del rey, ni el Templo en Jerusalem, ni ninguna otra institución social es divina o sacra sino de manera provisional, y el que estas instituciones continúen existiendo depende del cumplimiento del mandamiento de “Que fluya, sí, el derecho como agua y la justicia como arroyo perenne”(Amos 5:24).

La religión de Israel es histórica. No escapa de la historia, sino que más bien mete de lleno a la comunidad en el tiempo histórico. No ofrece escape alguno de la historia, sino que más bien sumerge a la comunidad completamente en el tiempo histórico. Por otro lado, en cuanto a lo ético, los interesante es la peculiar comprensión que tiene Israel de lo ético. El monoteísmo surgió en Israel tal y como surgió en otros sitios. Entiendo por monoteísmo no el monoteísmo específico que aparece en la Biblia, sino el monoteísmo como categoría abstracta.

Si definimos el monoteísmo como afirmación teórica o filosófica de que “sólo existe un Dios”, no habremos reconocido lo que es más importante acerca del concepto que tiene Israel de su deidad. Por qué es un dios mejor que dos o ninguno? El punto de vista bíblico de Dios no es abstracto u ontológico; es existencial. Lo que es importante es la relación del devoto y la comunidad con Dios –obediencia y amor a Dios, en lugar de afirmación de su única existencia.

La “Shema” (en Deuteronomio 6) es a menudo más entendida en tanto que afirmación abstracta de la existencia de un Dios. Es normalmente traducida: “Escucha Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno”. Traducida literalmente, dice, “Escucha Israel: Yahvé es nuestro Dios, Yahvé sólo”. La substitución de “el Señor” como nombre personal del Dios Israelita (Yahvé) crea confusión. Traducir “el Señor es uno” tiene sentido en tanto que afirmación de un credo monoteísta. Pero traducirlo literalmente “Yahvé es uno” no tiene sentido. Quién iba a afirmar que existe más de un Yahvé?

Se requería de Israel que adorase sólo a un Dios y confesase su poder único y universal en el ámbito histórico. Al menos en el temprano Israel, la religión Israelita no negó sistemáticamente la existencia de otros dioses o poderes divinos. En el Salmo 82, Yahvé se alza en el concilio de los dioses y decreta la muerte de los dioses porque debido a su fracaso en juzgar a sus pueblos de manera justa, y entonces Yahvé toma el poder. Uno puede argumentar que el Salmo admite la existencia de otros dioses y afirma que Yahvé los eliminó –monoteísmo instantáneo. Es mucho más preferible el monoteísmo existencial a la hora de definir el credo Israelita.

Algunos podrían definir lo arriba descrito como una especie de Henoteísmo. Pero aunque el Henoteísmo ha sido usado históricamente para referirse a la creencia en un dios local que tiene dominio sobre su territorio –Israel o Moab o Amón. Un dios por país, por así decirlo. No es probable que Israel tuviese alguna vez semejante creencia, es más, incluso en la mitología pre-Cananea, los grandes dioses eran universales. Los mitos hablan del país o montaña como herencia de algunos de los dioses, aunque estas son sólo residencias favoritas, dichas expresiones indican que no hay límites a su poder, o normalmente, su habilidad de viajar a lo largo del cosmos(2).

La monolatría es otro término que muchos estudiosos usan –el culto a un único dios. Este término, también, puede ser muy restrictivo para definir la fe Israelita y sus prácticas. En Israel, Yahvé era creador y juez en la corte divina. Existían otros seres divinos, pero no eran importantes ; ejercían poca autoridad o tenían poca iniciativa. Aunque tuviesen un módico poder, digamos para curar o predecir el futuro, los Israelitas tenían prohibido hacer uso de estos poderes.

Desde muy temprano, lo mágico estaba prohibido. La existencia y efectividad de lo mágico no era negada o repudiada teóricamente, aunque un Israelita no debía relacionarse con esto. Es más, hay una ley que requería “no dejar con vida” a los adivinos o hechiceras (Éxod. 22:17). No se ha de tratar manipular al trascendente Dios de Israel.

En breve, Israel define a su Dios y su relación con Él en términos relacionales, existenciales. No trataron filosóficamente, hasta bastante tarde, el tema de un Dios abstracto. Si hubiera que elegir entre las dos maneras de tratar con la deidad, sería preferible la existencial en lugar de la abstracta, filosóficamente hablando. Creo que es más verdadero -o, en cualquier caso, lo que menos lleva a engaño- decir que Dios es un antiguo Judío con barba blanca a quien amo que decir que Dios es el fundamento del ser y del sentido, o decir que Dios es un nombre que denota el misterio último. Preferible es el color primitivo en la manera bíblica de describir a Dios(3).

Por otro lado, es característica de la religión de Israel una perennial tensión entre lo mítico y los histórico. La religión de Israel surgió de un pasado mitopoético bajo el impacto de ciertas experiencias históricas que estimularon la creación de un ciclo épico y sus asociados ritos de alianza de los primeros tiempos. La épica, en lugar del mito cosmogónico Cananeo, fue el rasgo principal en el drama ritual del antiguo culto Israelita. Al mismo tiempo los eventos épicos y su interpretación fueron modelados fuertemente por patrones míticos y un lenguaje heredado, de manera que adquirieron una dimensión vertical además del punto de vista horizontal. En esta tensión entre elementos míticos e históricos se hizo transparente el significado de la historia de Israel.

Por ejemplo, la Canción del mar en Éxodo 15. Este poema relata una victoria divina en el mar. El Guerrero Divino marcha con su pueblo elegido al monte de su heredad y construye su santuario, donde se revela como rey. El poema termina con el grito, “Yahvé reinará por siempre jamás”. Esta secuencia de temas es en realidad, en general, la historia de la batalla de Ba´al contra el mar (Yamm): Ba´al derrota al Mar, construye su templo como manifestación de su realeza conquistada con su victoria y es declarado rey eterno.

Pero hay, por supuesto, diferencias en el poema bíblico. Yahvé no derrota al mar sino que crea una tormenta para ahogar a los Egipcios. El mar es su herramienta, no su enemigo, y sus enemigos reales son el faraón y sus carros –enemigos humanos, históricos. Uno se pregunta, sin embargo, por qué la victoria central que define a la deidad tiene lugar en el mar. Por qué no es la victoria de la conquista? Por qué no es el don de la Tierra Prometida, que es el punto culminante de la narrativa de la antigua épica?

Seguramente es debido al mantenimiento del patrón mítico antiguo el cual ejerce su influencia. En Isaías 51:9-11, el antiguo mito resurge, por así decirlo, con la identificación de la victoria de Yahvé (o más bien del brazo de Yahvé, símbolo de su fuerza) en la batalla de la creación contra el monstruo marino, y al mismo tiempo (tiempo que deviene fluido a la manera mítica) con la apertura de un camino a través del mar para que Israel lo cruce, y (el tiempo otra vez deviene fluido)con el nuevo camino escatológico a través del desierto construido para que los redimidos del exilio marchen hacia Sión. El atuendo mítico con el que los históricos eventos están revestidos señala hacia el significado trascendental del evento en el mar y la marcha hacia el país. Son las “magnolia Dei”(maravillas de Dios), la trama de la épica Israelita en nueva forma.

Muchos estudiosos tienden a llamar la mayor parte de la narrativa bíblica mitología. Esto es algo equivocado. Por otro lado, uno duda en usar el término historia. La historia en el contexto moderno significa una descripción e interpretación de los eventos humanos usando un método científico específico. Entre las estipulaciones de este método se está de acuerdo en evitar tratar con la causa última o significado, estas tareas supuestamente son dejadas al filósofo de la historia o al teólogo o al Marxista. No se habla de hechos o victorias divinas a la hora de escribir la historia.

Al menos, el historiador puede describir las creencias de la gente acerca de estos temas. La atribución de eventos a milagros no se suele tener en cuenta en el terreno metodológico (no necesariamente en el filosófico o teológico, aunque frecuentemente los postulados del método se convierten en metafísica negativa para el practicante).

O sea, el historiador debe poner distancia entre él y las afirmaciones religiosas de una dirección divina de la historia a cargo de Yahvé. Por lo tanto usar el término histórico es equivocado a la hora de describir el género constitutivo de la narrativa bíblica. Algunas veces se usa el término histórico en lugar del de historia. Aunque es preferible usar el término épica; este término comprende los elementos tanto míticos como históricos en la Épica Hebrea.

A la pregunta de si hay un núcleo factual hay que responder que sí. Incluido en el género épico hay poemas narrativos con diferentes cantidades de hechos y memorias históricas. La épica Bíblica, creo, está más bien inclinada hacia la difusión de elementos históricos. Es importante el lado histórico? Por supuesto. Sin un núcleo histórico es difícil que la naturaleza histórica de la religión Israelita con sus particulares valores y éticas hubiese surgido del medioambiente Cananeo o, posteriormente, hubiese superado a sus rivales mitológicos y sobrevivido para llegar a ser un fundamento de la cultura Occidental. Hasta que no seamos legítimamente capaces de afirmar el esencial carácter histórico de la religión bíblica, nuestra tradición religiosa tenderá a disolverse en formas religiosas ahistóricas –Docetismo, Gnosticismo, y herejías parecidas.

Por supuesto que no es debido a esto la razón de la insistencia en un centro-núcleo histórico subyacente a la narrativa bíblica. Esta afirmación ha de estar fundamentada en el análisis histórico. Aunque el tema tiene importantes consecuencias para el Cristianismo y Judaísmo, y para la tradición Occidental, especialmente en una época en la que diversas tradiciones místicas y ahistóricas están de moda en la tradición popular bajo la errónea etiqueta del multiculturalismo.

El mundo de la épica, en el cual hay una mezcla de mito e historia, no está muy distante de nuestra experiencia. Occidente a menudo percibe su lugar en la historia en categorías épicas. Nuestra historia con sus parámetros míticos le da sentido al pasado y al futuro. Vivimos en una comunidad de memorias y expectativas épicas. Quizá esta sea la manera que los seres humanos pretenden vivir y pensar –lo que refleja la influencia de la religión bíblica.                            
------------------------   
1.     El mejor tratamiento de la estela y sus implicaciones para la ocupación del país por parte de Israel es el escrito de Lawrence E. Stager, “Merneptah, Israel and Sea Peoples: New Light on an Old Relief”, Eretz-Israel 18 (1985), pp. 56-64; ver también Frank J. Yurco, “3.200-Year-Old Picture of Israelites Found in Egypt”, BAR 15:5(1990).
2.     Algunas veces un dios puede estar limitado al mundo subterráneo, o Yamm, el mar deificado, puede estar ausente de la tierra firme. Pero aún así, Ba´al resucita de entre los muertos (del confinamiento al mundo subterráneo), y las aguas cósmicas pueden romper sus límites y dar lugar a inundaciones.
3.     El lenguaje masculino o patriarcal para describir a Dios en la Biblia ofende a algunos. Al menos habría que señalar que el dios de Israel no tiene contraparte femenina y, en contraste con los dioses en los mitos del matrimonio sagrado en el antiguo Medio Oriente, Él no tiene actividad sexual. En realidad un dios sin esposa es asexual.














domingo, 9 de febrero de 2014

ORÍGENES ISRAELITAS

ORÍGENES ISRAELITAS
El país de Madián jugó un importante papel en la historia del antiguo Israel, en los orígenes Israelitas. Los Madianitas eran Semitas Occidentales y probablemente hablaban un dialecto Semita. El papel del sacerdote de Madián es bastante más extraordinario en la tradición épica, particularmente si nos atenemos a la tradición más tardía, que define a los Madianitas como enemigos intratables. En efecto, Moisés se casó con la hija de Jethro (Éx. 2:15-22). La descendencia sacerdotal de Moisés era pues mitad Israelita, mitad Madianita de acuerdo con la tradición. También esto es extraordinario, y el hecho que esta tradición fuese conservada exige una explicación.

Aunque Madián juega un papel mayor en las tradiciones tempranas de la vida y trabajos de Moisés los Madianitas desempeñaron posteriormente un papel siniestro en otras tradiciones. En la tradición sacerdotal los Madianitas son archienemigos que llevaron a Israel a cometer horribles pecados (Núm. 25 y 31). Por otro lado, la tradición Épica hace de la judicatura Israelita una creación del sacerdote de Midián (Jethro)(Éx. 18:14-27). Y una antigua tradición dice que el sacerdote de Madián realizó sacrificios y se unió a la fiesta comunal con Aarón (mirabile dictu), y los ancianos de Israel (Éx. 18:12).

Estas raras tradiciones, quizá se pueda decir tradiciones infundadas, han dado lugar a la hipótesis Madianita. Un defensor principal de esta fue el gran historiador Alemán Eduard Meyer, cuyo “Geschichte des Altertums” (Historia de la Antigüedad) es uno de los monumentos de la antigua academia del Cercano Oriente. Los estudiosos en este campo propusieron que el dios Yahweh era una deidad Madianita, patrón de una liga Madianita con la cual elementos de Israel, incluido Moisés, estuvieron asociados en el sur y Transjordania, antes de la entrad de Israel en la Tierra Prometida. En parte, los orígenes religiosos de Israel pueden ser trazados hasta Madián. Hay nueva evidencia desde que Meyer y sus seguidores formularon la hipótesis Madianita, y creo que se puede proponer ahora una hipótesis Madianita nueva y más detallada.

Pero dónde está Madián? Madián limita con el sur de Edom y probablemente ocupaba parte de la zona que vino a ser el sur de Edom en lo que es hoy el sur de Transjordania. También incluía el noroeste de Hejaz; un país de formidables montañas y desiertos. Madián están en la frontera noroeste de lo que es hoy Arabia Saudita. Los Sauditas no han permitido excavaciones en esta zona a pesar de los esfuerzos realizados por Peter Parr y otros hace unos años representando las Escuelas Americanas de Investigación Oriental y la Escuela Británica de Arqueología.

Madián no está en el Sinaí sino que la península del Sinaí está en Madián. Aunque no se pueda categóricamente afirmar que todos los estudiosos están de acuerdo con esto, sí es cierto que el consenso mayor es que el antiguo Madián estaba situado al sur de Elat del lado Saudita. Hay que recordar que la tradición mantiene que los Madianitas controlaban las rutas al norte de Edom y Moab al igual que los Nabateos posteriormente, y que Madián en la poesía temprana Israelita está asociado con Edom, el Monte Seir y Temán.

La noción que la “montaña de Dios” llamada Sinaí y Horeb estaba localizada en lo que hoy se denomina como Península del Sinaí no tiene ninguna tradición antigua que la apoye excepto la de la época Bizantina. Es uno de los muchos lugares sagrados creados para los peregrinos en la época Bizantina en el siglo cuarto. Hay nueva evidencia que apoya que Sinaí estaba situado en la esquina noroccidental de la península Arábiga. En los finales de los sesenta y setenta cuando Israel controlaba la Península del Sinaí, especialmente en el periodo poco antes que la península fuese devuelta a Egipto, ésta fue explorada sistemática e intensamente por arqueólogos. Lo que encontraron perteneciente a los siglos 13 y 12 a.C., la época de Moisés y de la entrada de Israel en Canán, fue un vacío arqueólogico, nada, excepto lugares de minería Egipcios en Serabit el-Khadem y Timna cerca de Elat. No encontraron evidencia alguna de ningún tipo de ocupación. Ni siquiera en el lugar identificado como Kadesh-Barnea (´En Qudeirat), que no fue ocupado hasta el siglo diez a.C. como muy pronto. La fortaleza fue construida sólo en el siglo nueve.

Por otro lado, investigaciones recientes en Madián han producido sorprendentes descubrimientos de una civilización desarrollada precisamente en el periodo en cuestión, el fin de la Edad de Bronce tardía y comienzo de la Edad de Hierro, siglos 13 al 12. En Qurayyah, los arqueólogos descubrieron una ciudadela fortificada, un pueblo amurallado y amplias obras de irrigación. La cerámica característica llamada Madianita –normalmente llamada cerámica de Hejaz en los periódicos Sauditas- abarca la zona entre el norte de Hejaz hasta el sur de Transjordania y sitios cerca de Elat, notablemente Timna. Es extraordinaria su ausencia en el Sinaí. En breve, tenemos un Sinaí vacío y una vibrante cultura en Madián en esta época.

Las tradiciones Bíblicas conservan muchas tradiciones Madianitas. Al final de su vida, Moisés es descrito desplazándose al norte al distrito del Monte Nebo y Monte Peor en Transjordania. Tanto la fuente Épica como la Sacerdotal en el ciclo de Balam en el Libro de Números registran tradiciones de presencia Madianita en esta zona. Evidentemente ellos ejercieron al menos una cierta hegemonía comercial, controlando el desarrollo del nuevo comercio del incienso. En las fuentes Israelitas, esta zona de Transjordania estuvo asignada a Rubén pero fue tomada por Moab muy pronto y es a menudo llamada “los llanos de Moab” en la Biblia. Sabemos por la Estela de Mesha del siglo noveno a.C. que hubo ahí un santuario en la ciudad de Nebo. Moisés fue enterrado en este valle. Balam promulgó sus oráculos (Núm. 23:28), se nos dice, desde el monte Peor; y la notoria orgía en la que hubo unión con mujeres Madianitas(Núm. 25:1-5) está ahí localizada igualmente.

Por lo tanto el monte Nebo lo situamos en el centro del valle en un sitio de la Edad de Hierro temprana cerca del Monte Peor en lugar de su situación Bizantina en el sur. Es justo decir que se puede trazar un ciclo de cultura Madianita partiendo de la localización de la Montaña de Dios en Madián, y hacia el norte en Rubén. El Libro del Deuteronomio sitúa la segunda entrega de la Ley de Moisés (Deut. 4:44 hasta el capítulo 26) y la renovación de la alianza de las tribus en Rubén (Deut. 20-31). Se nos dice que en este mismo distrito tuvo lugar la formación de la milicia y la entrada en la Tierra Prometida comenzó (Josué 2-4): “Pueblo mío recuerda…. Y lo que ocurrió desde Sitín a Gilgal”, como nos recuerda Miqueas (Miqueas 6:5).

Pero muchos estudiosos afirman que de todas maneras la ruta del Éxodo tendría que haber atravesado el Sinaí al abandonar Egipto. Pero lo único que se puede hacer referente a esto es especular. Hay toda una montaña de papeles escritos tratando de localizar las estaciones del Éxodo en Números 33. Hay tantas opiniones como estudiosos del tema. Uno de los tratamientos más persuasivos es el de Martin Noth. Argumenta él que subyacente al documento Sacerdotal (y a la lista de estaciones en Deuteronomio 10:6-7) había una lista de estaciones de peregrinaje desde Rubén hasta Madián, suplementada secundariamente para cruzar Egipto. Los peregrinajes a la montaña del sur están reflejados en la narrativa del viaje de Elías al Sinaí. El pequeño lugar de Kuntillet `Ajrud, desde el siglo noveno a.C., es probablemente una estación de peregrinaje en el camino hacia Elat y el sur. Los textos sobre los Peregrinos mencionan a “Yahvé de Samaria”, y sobretodo a “Yahvé de Temán”, probablemente una referencia a un lugar de culto Madianita sea en Madián o en el Monte Seir.

Pero no es el desplazamiento de los Israelitas hacia Arabia Saudita la dirección opuesta en la que querían ir? Depende de cual era su meta. Muchos dirán que su meta era la Tierra Prometida, pero las cosas son bastante más complicadas. El historiador tiene grandes dificultades a la hora de separar la historia de la leyenda y tradición remodelada según los intereses literarios de los poetas y videntes. Hay alguna razón en creer que hay un núcleo histórico en la tradición donde algunos elementos de lo que posteriormente vino a ser Israel –el grupo de Moisés, podríamos llamarlo, proto-Israel- huyó de Egipto y eventualmente (una generación, o 40 años después, según la cronología Bíblica) acabó invadiendo Canán desde la zona Rubenita de Transjordania. También hay evidencia arqueológica de que elementos tribales se desplazaron desde el este al oeste cuando ocuparon la zona central montañosa de Canán. Sin duda hubo movimientos de otros grupos de gente de estirpe patriarcal hacia la zona montañosa en este mismo periodo que no pertenecían al grupo de Moisés. En la tradición Deuteronómica se nos dice que rodearon el Monte Seir muchos días(1).

No se puede uno imaginar a Israel dejando Egipto yendo en línea recta hacia la Tierra Prometida. Si la tradición de su larga estancia en el desierto tiene una base histórica, entonces hay que preguntar cómo esta tradición sobrevivió. Incluso si el grupo era pequeño, unos cientos en lugar de millones, como la tradición en Números afirma (Núm. 1:46), no podrían haber sobrevivido toda una generación en el deshabitado Sinaí –al menos que uno tome al pie de la letra la leyenda del maná procedente del cielo y las codornices(Éx. 16:4-36).

Sin duda, si el contingente Israelita procedente de Egipto sobrevivió durante largo tiempo en el desierto del sur, fue porque se dirigieron hacia una zona donde había civilización, zonas de cultivo, medios para sobrevivir. El sur de Edom y Madián cubren estas necesidades, y por lo tanto se puede suponer que se dirigieron allí. Y esto ni siquiera menciona la alianza mediante matrimonio entre la familia de Moisés y la casa sacerdotal de Madián. Que esta alianza tiene un fundamento histórico es difícil de negar –dado que era profundamente inaceptable para los muchos círculos en Israel, incluyendo la escuela Sacerdotal, que fue la que finalmente editó el Tetrateuco (Génesis, Éxodo, Levítico, y Números). Aún así fue incluida.

Los descendientes de los patriarcas, por otro lado, son más o menos gente que hablaba el lenguaje y llevaba los nombres personales que podemos llamar patriarcales o, mejor, Hebreos. Mucho se ha escrito sobre los términos Apiru y Hebreo (`ibri) y su relación. El término “`apiru” significa “cliente” o “miembro de un grupo de clientes”. Los `Apiru de hecho no tenían estatus en el orden feudal Cananeo sino que estaban con este relacionado en una variedad de funciones –en el servicio militar, como trabajadores agrícolas, etc. O, dado que no tenían estatus legal, podían convertirse en gente fuera de la ley.

Esta clase de clientes, despreciada por la nobleza Cananea antes de la aparición de Israel en Canán, devino “`Ibrim”, Hebreos, una clase o grupo –solamente posteriormente el término conllevó un tono étnico- con quien se identificó Israel y que tuvo un estatus especial en la cultura legal Israelita. Seguramente en la consolidación de la liga Israelita, siervos (“hupshu” que devinieron hombres libres, “Pozzi”, un desarrollo lingüístico parecido al de “´apiru convirtiéndose en ´ibri), clientes y esclavos fueron absorbidos en la nación, imprimiendo en Israel una conciencia de ser de origen bajo, extranjeros en la sociedad Cananea.

Los `Apiru son mencionados a menudo en inscripciones de la Edad de Bronce tardía en Siria y Egipto, y especialmente en las cartas de Amarna, correspondencia del siglo 14 a.C., principalmente entre reyes vasallos Cananeos y sus señores Egipcios. Por esas cartas sabemos que un grupo de `apiru liderados por un tal Lab´ayyu tomó la importante ciudad de Siquem y aterrorizó a los reyezuelos de los alrededores, los cuales instaban al faraón para que viniese en su ayuda.

Las cartas de Amarna revelan que el sistema feudal en Palestina estaba en plena decadencia y que elementos disidentes creaban todo tipo de problemas. Egipto bajo el faraón Akenatón estaba muy debilitado y en proceso de perder el control del imperio, el cual incluía Canán.

George Mendenhall y Norman Gottwald propusieron la teoría que Israel vino a la existencia en el país como resultado de una revolución social. Es posible que esta teoría no carezca de mérito, pero no es probable que esta explicación de (Gottwald, marxista)los orígenes de Israel sea toda la historia.

Israel también se desplazó desde el este hasta la zona montañosa de Canán, una zona muy deshabitada. Albrecht Alt, y más recientemente Israel Finkelstein, han argumentado que los elementos Israelitas, pequeños grupos de pastores nómadas, se infiltraron pacíficamente en las zonas deshabitadas en Cisjordania y poco a poco comenzaron a establecerse a lo largo del siglo 13 y comienzos del 12 a.C. Este modelo también tiene mucha validez, aunque es algo simple.

La tradición bíblica de una conquista militar sistemática general es, sin duda, exagerada, y hay algunos elementos contradictorios incluso en la tradición de la conquista tal y como la tenemos en la Biblia. Aunque no hay que creer que Israel se movió dentro del país sin conflicto alguno. Los pueblos tribales son mayormente por definición guerreros así como poseedores de pequeñas cantidades de ganado, (ovejas y cabras principalmente en este periodo). Y la rápida y agresiva formación de la liga debe haber llevado a confrontaciones militares.

Es sorprendente el hecho que, dada la amplia evidencia de destrucción en Canán al final de la Edad de Bronce y comienzos de la Edad de Hierro, algunos estudiosos se inclinen en atribuir la violencia a varios pueblos, a pesar de la falta de registros escritos, excluyendo a Israel, del cual tenemos elaborados registros escritos sobre conflictos armados. La noción de conquista, ampliamente desacreditada en estos días, igualmente también en la estereotipada, versión Deuteronómica, no carece de testimonio, tanto arqueológico como literario. Los himnos promonárquicos Israelitas, “Canciones de las Guerras de Yahvé”, dan testimonio de guerras y conquistas tempranas.

En breve, es preferible una explicación compleja de los orígenes de Israel que ninguno de los simples modelos hoy de moda. Inserta en la tradición bíblica hay evidencia histórica de una migración o incursión desde Rubén de elementos de Israel que vinieron del sur y tenían lazos con Madián, cuyo líder original era Moisés.

Pero venían de Egipto? Moisés es un nombre Egipcio (=niño, el), y la tradición temprana y tardía lo sitúan en casa del faraón. Sus descendientes, también, exhiben algunas veces nombres Egipcios. No hay razón para dudar que muchos de los que llegaron a Rubén (o los llanos de Moab, como es llamada frecuentemente en la Biblia)llegaron al norte procedentes del Edom en el sur y del norte de Madián, donde la liga Madianita floreció, y donde estaba localizada la Montaña de Dios. Eran refugiados de Egipto o, en términos tradicionales, gente patriarcal que habían sido liberadas de la esclavitud en Egipto.

En cuanto a dónde podía estar situado el Monte Sinaí es algo que no sabemos. Hay varias montañas enormes en lo que es el noroeste de Arabia Saudita. Jebel el-Lawz es la montaña más alta en Madián, más alta que cualquier montaña en la península del Sinaí. Aunque el Monte Sinaí Bíblico no tiene por qué ser la montaña más alta. Hay algunas razones para buscarla en el sur de Edom, que era tierra Madianita antes de la expansión de los Edomitas hacia el sur. La poesía arcaica en la Biblia describe a Yahvé viniendo de Edom. Por ejemplo, en Jueces 5:1-31, la más antigua de las canciones en la narrativa bíblica (finales del siglo 12 a.C.), leemos:

Cuando saliste de Seír, Yahvé,
cuando avanzaste por los campos de Edom,
tembló la tierra, gotearon los cielos,
las nubes en agua se fundieron.
Los montes se licuaron
Delante de Yahvé, el del Sinaí,
Delante de Yahvé, el Dios de Israel”(Jue. 5:4-5).

Y la bendición de Moisés, la cual es también muy antigua, dice:

Ha venido Yahvé del Sinaí.
Para ellos desde Seír se ha levantado,
Ha brillado desde el monte Parán”(Deut. 33:2).

El nombre “Seír” se refiere al distrito montañosos de Edom. Los versículos que siguen se encuentran en Habacuc 3:3-7 (uno de los himnos más primitivos en la Biblia Hebrea):

Viene Eloah de Temán,
el Santo, del monte Parán.
Su majestad cubre los cielos,
De su gloria está llena la tierra.
Su fulgor es como la luz rayos tiene que saltan de su mano……
Se planta y tiembla la tierra,
Mira y estremece a las naciones;
Se desmoronan los montes eternos,
Se hunden los collados antiguos,
Las órbitas eternas son destruidas.
En apuros veo las tiendas de Cusán,
Tiemblan los pabellones de Madián”.

Sin duda estas arcaicas canciones que localizan a Yahvé en el sureste –en Edom, Seír, Temán, Madián, Cusán- son la más confiable evidencia para localizar el Sinaí/Horeb, la montaña de Dios. La búsqueda de los orígenes y la reconstrucción de la historia partiendo del material que tenemos en la tradición oral es siempre una tarea precaria. Los cantantes de poemas narrativos siguen ciertos patrones tradicionales que incluyen elementos mitológicos. No contienen lo que podría llamarse historia en el sentido moderno del término. Aquí estamos tratando con lo épico, que no encaja fácilmente en los géneros ni de ficción ni de historia.

Cómo puede el historiador averiguar la memoria histórica válida en estas narrativas? Quizá no pueda. Aunque se puede pensar, no obstante, que las antiguas tradiciones que no tienen función social en el Israel tardío –o tradiciones que en realidad descartan la posterior ortodoxia- puedan conservar memorias históricas auténticas, memorias demasiado fijadas en la poesía arcaica para ser revisadas o suprimidas. Por ejemplo, en el Israel tardío, los Madianitas, eran enemigos de Israel según un estrato de la tradición. Solo hay que leer el relato Sacerdotal del episodio de Ba´al Peor y la guerra en la que los Madianitas fueron aniquilados por Israel(2). Moisés es descrito presenciando todo esto pasivamente, permite la orgía y la apostasía  sin reprimenda alguna, según la fuente Sacerdotal; el héroe es al Aarónida Pineas, a quien, como premio por su intervención, le es otorgado el sacerdocio eterno. Los ritos de fertilidad incluyen lo que eufemísticamente puede ser llamado matrimonio sagrado entre una mujer Madianita y un varón Israelita, ambos de linaje elevado. Pineas atraviesa con la espada a la pareja en delito flagrante.

Junto a estas tradiciones hay relatos más antiguos de los sacerdotes de Madián ayudando a Moisés en el monte Sinaí, de un descendiente de Madián guiando a Israel en el desierto, del casamiento de Moisés con una mujer Madianita, de Moisés engendrando descendientes mixtos, de Miriam blanca como la nieve cubierta de lepra por criticar el casamiento de Moisés con una mujer de piel oscura Madianita. Es más, cuando se buscan en las tradiciones JE(3), tradiciones Épicas opuestas a la fuente Sacerdotal posterior, no hay rastro de polémica contra Madián. Al contrario, en este estrato de la tradición, es Aaron quien crea el Becerro de Oro y lleva a Israel a la apostasía, idolatría y ritos orgiásticos (Éx. 32). Y son los Levitas, no los Aarónidas, los que reciben el sacerdocio eterno al pasar a la espada a tres mil participantes en este asunto.

En los relatos de la estancia en el desierto del Sinaí, hay una serie de “relatos de conflictos”, especialmente entre Moisés y sus aliados, incluyendo Madián, y, por otro lado, Aarón, Miriam y sus aliados. Los cantantes épicos Israelitas no conservaron estas tradiciones en orden a minar la reputación de Moisés. Evidentemente las tradiciones Madianitas estaban firmemente establecidas en las antiguas fuentes como para ser suprimidas u olvidadas –y de ahí que tengan probablemente un núcleo histórico.

Ni tampoco eran las tradiciones sobre Aarón tramas para manchar su dignidad y degradar su autoridad. La etiología cultual de Aarón y el becerro probablemente tiene sus raíces en las tradiciones Israelitas de los sacerdotes Aaronidas en Betel los cuales, en los siglos noveno y el octavo a.C. después de la ruptura de la monarquía unida en dos, postularon a Aarón como creador de la iconografía que adornaba su templo –el becerro, el cual, desde su punto de vista, no era menos ortodoxo que la iconografía de los Querubines en Jerusalem, la capital de Judá. La expresión “He aquí tu(s) dios(es) Israel …” aparece en Éxodo 32 y 1 Reyes 12:28 cuando Jeroboam, rey del reino del norte, estableció su culto en Dan y Betel. La leyenda concerniente a Aarón se convirtió remontando hacia atrás en polémica de la mano no de sacerdotes Aarónidas, para ser preciso, sino por parte de sacerdotes que trazaban su linaje hacia Moisés y cuyas tradiciones se encuentran en la fuente Épica Elohísta.

El relato del conflicto es inexplicable si no hubiera tenido lugar históricamente como rivalidad entre el grupo de Moisés y el de Aarón, más precisamente en la rivalidad y conflicto entre las dos casas sacerdotales de Israel, una la familia Zadokita que surge de Aarón, la otra la Musita o Levítica que afirmaba descender de Moisés.

Hay evidencia de rivalidad desde la época de David cuando eligió éste dos Sumos Sacerdotes para su santuario y culto nacional –un fenómeno remarcable que responde a una necesidad política de David en su intento de unificar su ámbito y legitimizar su nuevo santuario en Jerusalem. El Sumo Sacerdote Zadok se remonta a los Aarónidas de Hebrón, lugar de un antiguo santuario en Judá; el Sumo Sacerdote Abiatar, se remonta al antiguo sacerdocio Musita del santuario de Shiloh en el norte. Eventualmente, los Levitas de descendencia Mosaica perdieron sus derechos como sacerdotes ante el Altar en Jerusalem y vinieron a ser un clero de segunda clase sirviente.

La evidencia del amargo conflicto entre las casas sacerdotales aparece en las tradiciones Bíblicas. La tendencia sacerdotal Aarónida (los Zaodquitas), cuando acabaron de dar forma a esta masa que es la tradición Tetrateuca, no se preocuparon en suprimir las historias de conflictos, a pesar del hecho que en su tiempo los Aarónidas eran dominantes. Los relatos ya se habían convertido en parte de una tradición Épica autoritativa y bien conocida.

Las tradiciones sobre Rubén también aportan evidencia de la historia religiosa y social tempranas de Israel. Rubén desaparece de su territorio –y probablemente de cualquier papel serio en la posterior historia Israelita- en el curso del siglo 11 a.C. La dotación tribal dejó de llamarse Rubén, y vino a ser nombrada esta zona como “Llanos de Moab”. En el siglo 11 encontramos en la Bendición de Moisés (Deut. 33) la suplica: “Viva Rubén y nunca muera, aunque sean pocos sus hombres”. Aunque extrañamente, Rubén es llamado primogénito de Jacob.

Las genealogías en el antiguo Israel –y de manera más amplia entre los grupos tribales que crearon genealogías segmentadas- siempre reflejan alguna realidad sociológica o histórica. El Cronista refleja, si no perplejidad ante su posición en la genealogía, sí un claro juicio de que Rubén no era merecedor del derecho de primogenitura, y que, de hecho, esta pasó a José, aunque Judá vino a ser preeminente(4). Sin embargo, Crónicas deja claro que se han de escribir las genealogías con Rubén como primogénito. Seguramente la posición de Rubén en la genealogía es evidencia que Rubén jugó alguna vez un papel principal en la sociedad Israelita, incluso uno dominante, fuese político o religioso o ambos.

Tan importante fue el papel de Rubén que no pude ser ni erradicado ni olvidado. Siguiendo esta línea se llega a la conclusión que el ciclo de tradiciones enraizadas en los llanos de Moab, antiguo Rubén, en los cuales Moisés juega un papel dominante, y en la tradición Madianita relacionada, se fundamentan en memorias históricas, memorias épicas muy tempranas. Esto no significa que el historiador moderno haya de tratar esas memorias sin crítica como historia. Las memorias tradicionales pueden haber distorsionado o reformado el núcleo. Esto ocurre con la transmisión de la narrativa oral, incluso cuando es conservada en las fórmulas y temas de la poesía oral. Aunque al realizar esta crítica, el historiador moderno puede a menudo encontrar material importante para la historia de la religión Israelita y su sociedad.                        
------------------------                  
1.     Ver Deuteronomio 2:1. El “Mar Rojo” aquí y en Números 14:25 (igual que en 1 Reyes 9:26 y Jeremías 49:21) es sin duda una referencia al Golfo de Aqaba, como es reconocido generalmente por los estudiosos. Ver, por ejemplo, Noth, “Numbers: A Commentary” (Philadelphia: Westminster Press, 1968), p. 110.
2.     Números 25(25:6-18) y Números 31.
3.     Ver “El Poeta y la Historia”, ed. Richard E. Friedman, Harvard Semitic Studies 26 (Chico, CA: Scholars Press, 1983), pp. 13-39.
4.     1 Cro. 5:1-2.