miércoles, 19 de diciembre de 2012

PEDRO VI


PEDRO EN CORINTO
Especialmente en las dos Cartas a los Corintios, en los años 55/56 d.C., las ramificaciones de la misión-(rival) Petrina, que ahora incluían tanto a Judíos como Gentiles sin distinción, puede ser detectada claramente. Un “partido de Cefas” se desarrolló en Corinto, lo que dio lugar a “escisiones” y “disputas” mencionadas en 1 Cor. 1:11-12(1). Esta comunidad tenía conocimiento acerca de otros métodos misioneros que eran practicados en Jerusalem por los apóstoles y los hermanos de Jesús, según 1 Cor. 9:4ff., donde Cefas es mencionado específicamente por su nombre una vez más, junto con las numerosas acusaciones contra Pablo, especialmente respecto a la disputa acerca de su apostolado (1 Cor. 9:1-7). Estos hechos dejan claro que el Hombre de Roca(2) – que es mencionado después de Apolo(3), un hombre que se llevaba mucho mejor con Pablo durante el tiempo que Pablo estuvo en Efeso(4) durante un periodo de tres años- había visitado la capital Acaya(5), evento que causó problemas al apóstol de los Gentiles, lo que se puede percibir mucho mejor en su segunda Carta. El sorprendente énfasis en el valor de Pablo para poder ser un apóstol(6) y la afirmación(7) que, dado que había sido perseguidor de la iglesia, no era “digno de ser llamado apóstol”, pero que por la Gracia de Dios “había hecho más que todos ellos”, es dirigida contra los que minimizan sus pretensiones apostólicas, como eran los apóstoles (“antes que yo”) de Jerusalem, cuyo misionero más importante siempre había sido Pedro. Aquellos que ofrecieron alianza a Cefas “alardeaban” de él debido a su particular importancia y autoridad(8).

Un tema importante en esta conexión es que Pablo tuvo como norma ser autosuficiente en su modo de vida y gastos y no permitió ser mantenido por las comunidades de la misión, práctica que fue usada contra él para sugerir que no poseía autoridad apostólica completa(9). El fabricante de tiendas o el trabajador del cuero se mantenía a sí mismo en tanto que misionero, lo que no habría sido posible para alguien que hubiese sido pescador Galileo o campesino, particularmente dado que se permitían ellos mismos ir acompañados por sus esposas(10). La tensión es claramente aquí evidente, se debe a la catástrofe de Antioquia y las consiguientes heridas personales en ambos lados algo suavizadas por la frase final en 1 Cor. 15:11: “Pues bien, tanto ellos(11) como yo predicamos esto; y esto es lo que habéis creído”. Esto significa que el evangelio acerca de la muerte salvadora de Jesús y su resurrección, mediante el cual Pablo estableció la comunidad en Corinto, nos une a “todos”, a pesar de las serias diferencias, y continúa siendo el objetivo básico para la fe común(12). Pablo pone toda la tensión, “sin prejuicio” simplemente en la unidad de la iglesia que es establecida por Cristo. Para él, esto es necesario para la salvación; sin ello, habría “corrido en vano”(Gál. 2:2).

Esos conflictos reflejados en las acusaciones que ponen en cuestión el apostolado Paulino, si estaba al nivel de los otros, continúa desarrollándose en la Segunda Carta a los Corintios –esta vez con representantes de la misión de Pedro o de la misión de Antioquia, con quienes Pablo había roto, que estaban muy de cerca aliados con Pedro. La situación en Corinto era bastante diferente de la de la provincia de Galacia, a la que llegaron Cristianos Judíos radicales desde Jersualem, que ya habían causado el problema de Antioquia y que, después de cierto tiempo, viajaron más lejos aún(13) que exigían la circuncisión y obediencia a la ley de tal manera que iban incluso en contra de la resolución del Concilio Apostólico (Gál. 2:1-10). Difícilmente Pedro podría haber estado de acuerdo con éstos, incluso si fue demasiado lejos –según pensaba Pablo- cuando actuó como lo hizo con ellos en Antioquia en interés de la unidad en la iglesia y en beneficio de los Cristianos Judíos que estaban amenazados en la madre patria. Así pues, el principal punto en disputa es más claramente visible en Gálatas que en 1 y 2 Corintios. Hay que señalar, respecto a la situación posterior, que en la misma sección de 2 Corintios en la que Pablo se defiende a sí mismo más abiertamente como ofendido (se podría decir incluso dudando de sí mismo), en los capítulos 10 y 11, el perfil de los oponentes de Pablo y su mensaje permanece más bien mal definido. Esta sección no describe a algunos “heréticos” cuya enseñanza errante salta a la vista claramente; ni son los legalistas de Gálatas, los que piden la circuncisión de los Cristianos Gentiles, dado que los términos “circuncisión” y “circunciso” nunca se emplean en la segunda carta(14). Ni son los “Gnósticos” o “Docetas” (dado que no existían aún), ni tampoco los Helenistasteioi ándres”(hombres divinos), ni los libertinos.

Mas bien, esos oponentes son  Cristianos Judíos de Palestina o Siria que son –como el mismo Pablo- “siervos de Cristo”(15), lo que significa misioneros cuya conducta es distorsionada(16) de la peor manera posible por el apóstol, de manera que incluso llega a referirse a ellos como “falsos apóstoles” y dos veces como “super-apóstoles”, sin aclarar específicamente a quién tiene en mente(17). Según 2 Cor. 3:1-3 aparentemente traen “cartas de recomendación” dirigidas a los Corintios, que debían venir de autoridades conocidas por los Corintios, dado que no tendrían valor si fuese de otra manera. Pablo no puede producir ninguna carta que se pueda equiparar con esas(18). Esos emisarios son misioneros que alaban sus cualidades carismáticas particulares y que apuntan a sus poderes de persuasión, poder físico y salud, todo lo que le faltaba a Pablo, incluso si es superior a ellos respecto a la retórica literaria de sus cartas(19). Evita mencionar nombres y no ofrece detalles específicos acerca de los que enviaron a éstos misioneros, quienes a sus ojos están extraviando a los demás. Los Corintios saben muy bien lo que está ocurriendo. Sólo es aclarado su lugar de origen. Son Cristianos Judíos que son Hebreos –como el mismo Pablo (Fil. 3:5)- que aún mantienen lazos con la madre patria.

El principal punto de Pablo es que los Corintios están “oyendo predicar a un Jesús diferente”, que están adoptando un espíritu diferente –de hecho, que “se han dejado embaucar por otro evangelio”(20). La naturaleza de este “otro mensaje” no está clara (en contraste con Gál. 1:6)(21). Uno se podría preguntar acerca de si esta nueva enseñanza estaba fundamentada en una forma más marcadamente “Sinóptica” que situaba las enseñanzas y milagros de Jesús más en primera línea. En 2 Corintios 10-13 uno no encuentra ni la articulación Paulina acerca de la justificación ni, aparte de 13:4, ninguna referencia a la cruz de Cristo. Lo único claro es que los oponentes lo acusan de falta de dones carismáticos y credibilidad. Esto es similar a lo ya mencionado en 1 Cor. 9:1ff., donde su valor para ser considerado un apóstol es cuestionado además de otras severas acusaciones contra él(22). Esto tiene sentido, dado que tuvo lugar debido a su apasionado carácter, que lo llevaba algunas veces a involucrarse en duras polémicas, algo que no hay que pasar por alto(23). En respuesta a las acusaciones, lo único que puede hacer –irónicamente- es señalar su “sufrimiento apostólico” en servicio de Cristo y mostrar así que el poder del Señor (Kyrios) queda demostrado para él precisamente en su agonizante lucha y en su debilidad(24). Cuando consideramos esas fuertes diferencias de opinión, que tanto chocaron a la joven congregación Paulina, sólo tenemos la opinión de una de las partes, disgustada y sorprendida, con su particular reflexión teológica; el otro lado no puede responder, y, por lo tanto, permanece oculto para nosotros.

Una posterior reminiscencia de este desacuerdo está incluida en el testamento teológico de Pablo, compuesto poco tiempo después en Corinto como Carta a los Romanos, escrito en el invierno del 56/57 d.C., en la cual el apóstol señala acusaciones contra él realizadas en 3:8, sugiriendo que algunos individuos mantenían que Pablo enseñaba: “hagamos el mal, para que venga el bien”(25). Su condena (por Dios) en el juicio final quedará justificada(26). El juicio en 2 Cor. 11:15 contra los “diabólicos siervos del bien” también será a ellos aplicado: “su fin será conforme a sus obras”. Al mismo tiempo, queda claro en Romanos que Pablo no encuentra falta, en esta misma parte de la Carta, en Pedro, los otros apóstoles o incluso algunos que le acompañaron durante un tiempo como compañeros misioneros, como es el caso de Bernabé. Para él es como si no existieran(27). Sólo trata con su propio apostolado y el éxito de su misión, que avanzaba remarcablemente desde Jerusalem(28), incluso aunque las cartas escritas no hacía mucho tiempo a los Corintios eran muy explícitas acerca de la actividad de otros misioneros. Tampoco hace comentarios acerca de la fundación de la comunidad en Roma. Simplemente reitera que hacía tiempo quería visitarlos pero no había podido, dando a entender que la comunidad allí ya hacía tiempo que existía(29). Al mismo tiempo, la unidad de la iglesia la lleva en su corazón, como se puede observar por el arriesgado viaje que realiza a Jerusalem para entregar la colecta; sabe que su vida está amenazada y que no ha de estar muy seguro acerca de si la congregación allí aceptará el servicio de amor que les trae. A pesar de la tensa situación contra “los santos” en la región metropolitana Judía, no quiere romper su promesa, típicamente Paulina(30). Demasiada poca atención se ha prestado al creciente cisma en la posterior actividad misionera de Pablo aquí evidente. Si uno pone aparte lo dicho en Gálatas 2, donde escribe porque se ve obligado a ello y ofrece una respuesta a las actividades biográficas personales de los Gálatas a los que ha de enderezar, Pablo no puede abiertamente adentrarse en sus propias luchas personales en las comunidades nombrando a aquellos que instigaron el problema. Lucas también elige no meterse en esos conflictos.

Parece más bien una sospecha bien fundada que Pedro era el misionero oponente directo de Pablo en esos años llenos de tensión que afectaron tanto a ambos después de su enfrentamiento en Antioquia. Como ya se ha mencionado, el llamado Decreto Apostólico(31), que Lucas presenta como la decisión al final del Concilio Apostólico en Jerusalem, sería la reminiscencia de una decisión tomada algunos años después entre la gente de Antioquia y Pedro en su trato con Santiago y Jerusalem. Ésta da cuenta de una decisión acerca de exigencias elementales para la pureza necesarias en orden a restablecer el compartir la mesa, respecto a la Eucaristía, entre los Cristianos Judíos y Gentiles en Antioquia (y en otras comunidades mixtas en Siria y partes de Asia Menor), perturbadas por las objeciones de los Cristianos Judíos de Jerusalem. En Gál. 2:10 Pablo sólo menciona la petición de ayuda, para los “pobres” que allí vivían, de las autoridades de Jerusalem; según 2:6 no le habría sido exigido ningún otro requerimiento. El decreto parece haber sido promulgado un tiempo considerable después del concilio, aproximadamente 52/53 d.C., como resultado del conflicto en Antioquia, sin la participación directa de Pablo. En contraste, propone para Corinto, y posteriormente para Roma, una solución muy diferente al problema que no está ligada a una estricta prohibición de toda comida. A pesar de su libertad respecto a las constricciones legales, los “fuertes”, aliados con Pablo, actuarían según el amor debido a los escrúpulos “legales” de los “débiles” y debido a sus “conciencias”. En orden a impedir los peligros que pudiesen alcanzar a los débiles, los fuertes eran animados a abstenerse completamente de compartir comida y vino(32). La afirmación en Romanos 14:17 –“Que el Reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo”- suena a conclusión final de la batalla acerca de (comer juntos) “sinestíein” en Antioquia cuatro años antes aproximadamente, suceso acerca del cual los Cristianos Romanos habrían estado bien informados.

Si Pablo se presenta a sí mismo como “Apóstol de los Gentiles” con éxito, que se ofreció a sí mismo a las naciones cuando fue enviado, Pedro aparecía como el discípulo autoritativo de Jesús y primer líder de la comunidad original en Jerusalem, a la cabeza por encima de Pablo respecto a la “plenitud de sus tradiciones acerca de Jesús”. Como misionero, también habría considerado, como muy importante, transmitir las “palabras y acciones” de Jesús, el Mesías e Hijo de Dios, que él mismo había experimentado, a su audiencia Judía y Gentil. Es posible que la falta de decisión del apóstol de los Gentiles para usar explícitamente las tradiciones acerca de Jesús tiene que ver con esta deficiencia del antes perseguidor. En tanto que enemigo anteriormente de Jesús(33), Pablo lo conoció “sólo de manera corporal”(o, mejor dicho, lo conoció “equivocadamente”); no tuvo experiencia personal alguna con él antes de la Pascua, mientras Pedro, en contraste, le había conocido de muchas maneras. Cuando se refiere a la fundación de la comunidad, Pablo también hace referencia a los “elementos fundacionales” de la tradición de Jesús; tuvo que informar “quién era y es éste Jesús crucificado” como muestran textos como 1 Cor. 15:3ff.; las palabras de institución en 11:23ff., con una referencia a “La noche en que el Señor Jesús fue entregado”; o también Gál. 3:1; 4:4; 1 Cor. 2:2; 2 Cor. 8:9; Rom. 1:3-4; 9:5; y 15:8(34). Aunque, por ejemplo, en su parénesis en Romanos 12 y 13, frecuentemente se refiere indirectamente a tradiciones acerca de Jesús, salvo en algunas pocas excepciones no cita las palabras del Señor “expressis verbis”(35).

Respecto a la comunidad en Roma, que quizá fuese un poquito más reciente que la de Antioquia y, se puede suponer, fue también establecida por aquellos que llegaron desde Jerusalem(36), aparentemente no quería traer “las lechuzas a Atenas”. En este punto, en comparación con Pedro y “los apóstoles que le precedieron” en Jerusalem (Gál. 1:17), Pablo seguro se sentía en una posición inferior, aunque naturalmente nunca lo dijo públicamente. En contraste, era en este punto donde estaba la única fuerza del Hombre Roca, acompañado por el carisma visible de “acciones de poder” apostólicas, como las describe Lucas en Hechos y como son descritas en otras partes de los evangelios sólo cuando se habla de Jesús(37). Parece ser que ejercieron influencia decisiva entre los oponentes de Pablo en 2 Corintios.

Dicho de otra manera, no es por casualidad que, en el mismo momento en que Pablo entra en “rivalidad” con la misión de Pedro, o con aquellos que éste había enviado, como queda enfatizado en Rom. 15:19 y en 2 Cor. 12:11ff., comienza a realizar “las señales y prodigios de un apóstol”, de manera tal que aunque es “nada” –“no necesita sentarse en la última fila detrás de los super-apóstoles”, igual que los Corintios no necesitaban tampoco asumir semejante posición respecto a las “otras  comunidades”(38). Esto habría sido válido respecto al resto de las comunidades, y no sólo para aquellas que habían sido fundadas por Pablo. Podría ser que la intrigante frase “super-apóstoles”(39), después del desastroso conflicto en Antioquia, se refiera primariamente a Pedro, sus amigos en Antioquia y Jerusalem, y sus mensajeros? Es ciertamente posible que otros discípulos del círculo de los Doce pueda haber sido incluido entre los mensajeros enviados por Pedro, posiblemente su hermano Andrés. La era de los apóstoles en Jerusalem tiene su final para Lucas con el Concilio Apostólico(40). No es por casualidad que el relato de Lucas en Hechos, salvo en una excepción(41), niegue el título de apóstol a Pablo, en deferencia a Pedro y el círculo de los Doce, y se refiera a él meramente como el “decimotercer testigo”(42), haga de estos dos oponentes los más grandes hacedores de milagros después de la Pascua.

Esta tendencia de Lucas, “auctor ad Theophilum” para armonizar y reconciliar también clarifica una de los problemas más intratables en Hechos, o sea, la repentina división de la narrativa entre las actividades de Pedro y las de Pablo. Lucas asume una separación rigurosa. Deja a Pedro cuando éste pronuncia su decisivo discurso pro-Paulino en Hechos 15:7-11 y nunca más lo menciona de nuevo, ni una sola vez. Aunque Lucas deja que la decisiva sugerencia, que resuelve el conflicto tan dramáticamente(43) retratado, sea pronunciada por Santiago(44). Es él quien tiene la última palabra; por consiguiente, es él quien apoya a Pablo en Gál. 2:9 en tanto que el más importante de los tres pilares. Aparentemente, cerca del 48/49 a.C. Santiago se convirte en el personaje más importante en Jerusalem. Como tantas otras muchas veces, Lucas está aquí más cerca de la verdad de lo que muchos están dispuestos a reconocerle. El círculo de los Apóstoles desaparece con Pedro igualmente, lo que significa “el grupo para el que funciona como líder”, según Lucas. En el capítulo 15 son mencionados cinco veces más, siempre relacionados a los “ancianos”, y es con este grupo que envían la carta que contiene el Decreto Apostólico a “los hermanos en Antioquia, Siria, y Cilicia”(45). En contraste a la mención de los apóstoles, los “ancianos” se muestran de nuevo como el círculo que trabaja con Santiago durante la visita de Pablo a Jerusalem durante la Fiesta de las Semanas (Pentecostés) en el 57 d.C.(46). Los trece capítulos que siguen al concilio, Hechos 16-28, están dedicados solamente a la misión a los Gentiles. Pedro y los apóstoles desaparecen por completo.

Con cierta consciencia de lo que está haciendo, Lucas presenta a Pablo como sucesor de Pedro, aunque el “partido de Cefas” en Corinto y la ulterior expansión de la autoridad Petrina muestran que su papel fuera de Eretz Israel aumentó, no decreció. Esto significa que Lucas –injustamente en términos históricos- permite que Pedro sea puesto detrás de Pablo. Al menos la situación en Antioquia era justo lo contrario –y se puede asumir que lo era igualmente no sólo allí. Pablo ya encuentra Cristianos en Roma, aunque Lucas no dice nada acerca de cómo llegaron allí(47). Según Lucas, Pedro estableció la misión a los Gentiles al borde de la región Gentil en Cesarea(48), en la casa de Cornelio, aunque Lucas guarda total silencio acerca de cualquier viaje (misionero) y visitas a las comunidades fuera de Palestina(49). Lucas sabe mucho más acerca de lo ocurrido de lo que escribe. De esta manera llega a una clara ruptura geográfica y temporal entre la actividad de Pedro y la de Pablo. Lucas evita mencionar a Teófilo el difícil desacuerdo en Antioquia y las tensiones que persistieron durante años después, que acompañaron la misión Paulina desde ese momento y que pueden ser detectadas en sus cartas, en 1 Corintios, Gálatas, y 2 Corintios, e incluso en observaciones individuales en Romanos y Filipenses. Esos comentarios son debidos a la manera como el Hombre Roca se abrió camino en la misión Cristiano-Gentil territorio de Pablo. Esta profunda ruptura y el consiguiente silencio de Lucas respecto a ésta, que nos resulta tan irritante, sirve para realizar una comparación entre los dos misioneros más importantes y sirve para mantener la paz en la iglesia durante los años más difíciles posteriores al 70 d.C., un periodo cuando la iglesia comenzó a expandirse con éxito de nuevo(50) aunque, al mismo tiempo, era tentada y amenazada de muchas maneras(51).                              
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1.  W. Schrage, “Der erste Brie an die Korinther”, EKKNT 7/1 (Zurich, 1991), 144-45, usando la argumentación de M. Karrer, “Petrus im paulinischen Gemeindekreis”, ZNW 80 (1989): 210-31 (211ff.), subestima el papel del “Grupo de Cefas” y también la importancia de Pedro y los eventos negativos resultantes del conflicto en Antioquia. Si las divisiones y (peleas; cf. 1 Cor. 11:19: facciones) eran sin importancia y fácilmente eliminadas “quantité négligeable”, como asume Karrer, entonces por qué Pablo las menciona como primer punto de irritación al comienzo de la carta y las relaciona, de manera similar a Gálatas, con la cuestión básica acerca del significado de la Cruz de Cristo para la salvación (1 Cor. 1:13)? Y respecto a 1 Cor. 9:1-5, quién habría sido lo suficientemente influyente como para cuestionar su apostolado, sino el grupo de Cefas. El exégeta no ha de caer en el mismo error que Lucas, o sea, el de minimizar y armonizar este conflicto en el Cristianismo temprano. Entre 1 Cor. 15:5, que se refiere a Pedro como primer testigo de la resurrección, información que Pablo compartió años antes cuando estableció la comunidad de Corinto, y 15:11, con su referencia a la unidad fundacional del kerygma compartido por todos los que lo proclaman, hay una sorprendente ambivalente auto-alabanza que el apóstol ofrece en 15:9-10. Por qué pensaba Pablo que era necesario decirle esto a los Corintios? No creo que se tratase meramente de “alguna gente no descrita”, que posiblemente fueron llevados a Corinto, y fueron identificados con Pedro, sin que él estuviese involucrado directamente” (Schrage, Brie fan die Korinther, 145). Schrage olvida la confrontación en Antioquia unos años antes y su impacto en la misión Paulina. Debido a la sin igual importancia de Pedro, Pablo no puede polemizar contra él o contra Jerusalem públicamente. Ni podía ni quería romper completamente con Jerusalem, dado que el evangelio de ahí salió. Debido  a su posición como forastero, “evade”, en la medida de lo posible, una “polémica directa contra la gente y regulaciones de la comunidad original”. “La historia de esta crítica contra Pedro en Gál. 2:11-14 es relatada debido a la urgente necesidad de luchar por el alma de los Gálatas, y está construida muy cuidadosamente”, según la apta opinión de H. Lietzmann, Kleine Schriften II, 297. Gálatas, posiblemente escrita entre 1 Corintios y 2 Corintios, hace evidente que la herida está aún abierta. 
2.  También 1 Cor. 3:10ff. y Rom. 15:20: “Para no construir sobre los cimientos que otros habían puesto”, se refiere indirectamente a esto. Pablo era consciente de la particular importancia del nombre “Pétros”. Sobre esto, ver A.M. Schwemer, “Verfolger”, 185-86, y P. Vielhauer, “Paulus und die Kephaspartei in Korinth”, NTS 21 (1975): 348-49 (=Vielhauer, “Oikodome”, 177-78).
3.  Sobre la visita de Apolo, ver Hechos 18:24. La secuencia de nombres en 1 Cor. 1:12 y 3:22 puede apuntar al orden de las visitas. Apolo vino a Corinto antes que Pablo llegara a Éfeso. Estuvo más cerca del apóstol de los Gentiles que de Cefas. Hay que señalar que el nombre Cefas no aparece en 3:4-9 sino que resurge de nuevo sólo en 3:22; cf. , también 16:12: Pablo espera que una nueva visita de Apolo tendrá un efecto positivo sobre las comunidades en Corinto, aunque no hay posterior mención de Cefas. Pablo lo valora aparentemente mucho menos, a pesar de (o quizá precisamente por) su gran importancia. Los problemas en Corinto no son debidos a lo que estaba haciendo Apolo sino mucho más probablemente debido a los radicales “personajes antinómicos Paulinos”, por un lado. En contraste, Santiago, que no es un extraño para los Corintios (15:7; cf. 9:5), ya no juega papel alguno aquí, en contraste con Galacia, donde es personaje líder.
4.  Hechos 20:31 tiene a Pablo hablando de una estancia de tres años en Éfeso, según Lucas, y 19:10 informa que esta visita incluía dos años de enseñanza en la escuela de Tirano, que Pablo había arrendado. Antes de esto, habría pasado casi tres meses en discusiones en la sinagoga (19:8). Sobre el fundamento de 2 Corintios 1 y Hechos 19:23ff., uno ha de asumir que su actividad en Éfeso terminó violentamente, y es posible que hubiese sufrido un corto encarcelamiento durante el cual –posiblemente- fue escrita Filipenses. Ver 19:21-22
5.  Una estancia de Pedro en Corinto es posible según E. Meyer, “Ursprung und Anfänge des Christentums”, vol. 3 (1923; repre., Darmstadt, 1962), 44, n. 1; H. Lietzmann, “Kleine Schriften II, 289; C.K. Barrett, “Cephas and Corinth”, en “Abraham unser Vater”, FS O. Michel, ed. O. Betz et al., AGSU 5(Leiden, 1963), 1-12, y P. Vielhauer, “Kephaspartei”, 341-52 (= Vielhauer, “Oikodome”, 169-82). Vielhauer enfatiza correctamente que “el partido de Cefas jugó un papel clave en el conflicto entre los partidos en Corinto” (341-42/170). Ver “Obispo Dionisio de Corinto” en Eusebio, Hist. Eccl. 2.25.8: Pedro y Pablo (como en Roma) también “comenzaron a sembrar en nuestra ciudad de Corinto”.
6.  Primera Cor. 9:1ff.;  cf. 2 Cor. 10:1-6; 11:5; 12:11-12; Gál. 1:1.
7.  Primera Cor. 15:9-10; cf. Rom. 15:17-21.
8.  Primera Cor. 3:21-22; cf. 1:31; 2 Cor. 10:17 = Jer. 9:23-24.
9.  Primera Cor. 9:3-18; 2 Cor. 11:7ff.; 12:13.
10.Primera Cor. 9:5, 14; referente al deber de tener cuidado de los que allí estaban, ver también Lucas 10:7 = Mat. 10:10. Por otro lado, ver Fil. 4:12-18 referente a Pablo como pionero. Sobre el oficio de Pablo, ver Hechos 18:3.
11.En el punto más alto de esos (ellos, aquellos) está Cefas, como primer testigo de la resurrección, aunque los Doce y el hermano del Señor, Santiago también son incluidos. La “verdad” del “evangelio” que es constitutiva de la comunidad mencionada en 1 Cor. 15:1ff., establece la unidad de la iglesia, a pesar de todos los cismas y dificultades.
12.Cf. También Fil. 1:14-17 y 1 Cor. 3:21b-23: “Todo es vuestro: ya sea Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, el presente, el futuro….., todo es vuestro. Y  vosotros sois de Cristo, y Cristo, de Dios”. La última frase es decisiva. Las considerables tensiones entre Pablo y Cefas no afectan a esta afirmación de ninguna manera.
13.Cf. Gál. 2:12. Pablo continúa hablando en 1 Cor. 16:1 acerca de la colecta en el Sur de Galacia y en 2 Cor. 8 y 9. Es posible que los mensajeros de Jerusalem tomasen el dinero con ellos.
14.Respecto a 1 Corintios, encontramos “circunciso” dos veces en 7:18 y “circuncisión” en 7:19, aunque no dentro de un contexto de situación de conflicto agudo, sino más bien en un contexto pastoral. En Romanos “peritomé” (circuncisión) es usada catorce veces, ocho veces en Gálatas, y “circunciso” seis veces. El término “nómos” ley, no aparece en 2 Corintios; en su lugar aparece sólo “carta”, en 3:6-7, contrastada con “pneúma” espíritu. El no prestar atención a esta distinción ocasionó el error en la descripción de Pedro por F.C. Baur, seguido de H. Lietzmann, “Kleine Schriften II”, 287-91, cuando sugiere que Pedro se mostró “después de una duda inicial como un profundo Judaizante”(287) y supuestamente buscaba junto a Santiago, usando “emisarios Judíos, para Judaizar” las comunidades de la misión de Pablo. Santiago era supuestamente “el líder que dirigió el envío de esta propaganda, mientras Pedro estaba al tanto en el campo de la misión”(288). Las complicadas relaciones en el Cristianismo temprano están demasiado simplificadas aquí. En contraste, es correcta la observación que el conflicto en Antioquia resultó en “una dura ruptura entre los dos líderes de la misión Cristiana”(288). El único punto es que el tema posteriormente ya no era la cuestión acerca de la ley Judía. En un cierto nivel trataba con profundas heridas personales. Más importante, involucraba la cuestión de quién tenía la autoridad decisiva en las comunidades misioneras. En mi opinión, esto incluía el significado autoritativo de la tradición ética de Jesús, contrastada con la teología Paulina de la cruz. Si la disputa hubiera sido acerca de la validez de la ley Judía como camino de salvación, las Cartas a los Corintios habrían tenido un aspecto completamente diferente. Según Rom. 3:8, en un pasaje que vino a la existencia en Corinto  poco después de 2 Cor., alguien había acusado a Pablo de abogar a favor del libertinaje. Los agravios éticos en Corinto, que parecen estar conectados a una errónea comprensión de lo que quería decir Pablo con estar libres de la ley (1 Cor. 6:12ff.; 7:19; 10:23; cf. 3:21-23), podrían haber dado lugar a semejantes acusaciones. Parece ser que éstas también tenían que ver con una interpretación falsa de la enseñanza de Pablo acerca de la ley; sobre esto, ver las declaraciones correctivas en 1 Cor. 6:9-13; 7:19 y Gál. 5:6,13ff., 25. Las experiencias de los Corintios pueden estar detrás de todo esto igualmente. Hay un claro fundamento para la formulación de la nueva ética en Romanos 6 y 12:1ff. Lietzmann considera la posibilidad que Pedro viajase desde Corinto hasta Roma, y estuviese viviendo en Roma cuando la carta a los Romanos: “Pedro llegó allí antes que él llevando consigo su gran autoridad” (Kleine Schriften II, 290). Este tema puede permanecer abierto.    
15.Segunda Cor. 11:22. Sobre el término “Ebraioi” (Hebreos), ver M. Hengel “Kleine Schriften III”, 19-22.
16.Segunda Cor. 11:12-15. Sobre 11:14, cf. Marcos 8:33 y Mat. 16:23.
17.Segunda Corintios 11:13; 11:5; 12:11; ver el nº 40 más abajo. Apuntando en la dirección correcta tenemos a M.E. Thrall, “The Second Epistle to the Corinthians”, vol. 2, ICC (Edinburgh, 2000), 667-76, 926-45: Los mensajeros “forman parte de la misión Petrina a los Judíos (cf. 1 Cor. 9:5)”. Sobre 11:16, señala: “La misión Petrina, si quería progresar con éxito hacia el oeste, más allá de Palestina, hubo de haberse servido de miembros que hablaran Griego”(941). Thrall podría haberse referido igualmente a Antioquia como estación intermedia y a la ruptura que tuvo lugar por parte de Pablo con esta comunidad que se puso del lado de Pedro. Ver también su estudio “Super-Apóstoles, Siervos de Cristo, y Siervos de Satán”, JSNT 6 (1980): 42-57. Le sigue T.V. Smith, “Petrine Controversies”, 193-95. Ver E. Meyer, “Ursprung”, 432-59: “La Segunda Carta a los Corintios es un ejemplo viviente del conflicto entre la concepción original del Cristianismo, tal y como fue modelado por Pedro y los Doce, y la alteración forzada por Pablo. El cuadro de un desarrollo pacífico y armonioso, que Lucas se ve forzado a describir después de la horrible catástrofe de la persecución a cargo de Nerón debido a las necesidades religiosas que se desarrollaron después de este tiempo, no se corresponde con la realidad de ningún modo. Más bien, ambas partes entraron en conflicto con tremenda amargura……. El conflicto personal no pudo ser superado; una reconciliación entre Pablo y Pedro estaba completamente excluida” (459). Aunque habría llevado años para que las heridas sanasen. M. Karrer, “Petrus im paulinischen Gemeindekreis”, ZNW 80 (1989): 210-31, niega completamente que hubiese ningún conflicto (211, n.6), pasa por alto el hecho que hay situaciones altamente significativas de conflicto en el cual los nombres de los oponentes no se mencionan a propósito o son reducidos a “algunos”(tinés); 2 Cor. 3:1; 10:2, 12; Gál. 1:7; 2:12; Rom. 3:8; cf. Fil. 1:15). Semejante silencio acerca de los nombres de los oponentes se aplica a Pablo en Gálatas y Filipenses, a 1 y 2 Juan, 1 Clemente, la correspondencia de Ignacio, y los Esenios de Qumran. Es parte de la antigua polémica. Los peores opositores no son mencionados: esto queda claro en Ign., “Esmirna. 5:3: estos nombres no están escritos; de hecho, uno no ha de pensar en ellos hasta que se arrepientan; cf. 7:2. Sobre esto, cf. M. Hengel, “Johanneische Frage”, 141-42. Quién podría haber aparecido con semejante autoridad, ya que el movimiento de Jesús ya existía desde hacía aproximadamente cinco años en Corinto, para crear semejantes dificultades a Pablo, sino los emisarios de la misión Petrina?.      
18.Estas cartas de recomendación podrían venir de Pedro, quien había visitado la comunidad.
19.Segunda Cor. 10:7-11.
20.Segunda Cor. 11:4. Es posible que los mensajeros de Pedro conectasen la comunicación del Espíritu de manera especial con fenómenos extáticos, tal y como está detallado en Hechos 2; 4:31; 10:44; 11:15; cf. Joel 2:28-32 y Hechos 2:17-21, que los Corintios tenían en más alta estima.
21.Sobre esto ver M. E. Thrall, “Second Corinthians”, 667-71. En esta sección señala, “Los misioneros rivales representaban una rama de la misión Cristiana cuya política tiene cierta afinidad con el aspecto de la misión final en el Evangelio de Mateo: Mat. 28:16-20”. A esto pertenece (1) el encargo de misión mundial, ya no limitada a la misión Judía; (2) Jesús en tanto que “ser de poder y gloria”; (3) obediencia respecto a los mensajeros de Jesús, fundamentados en la Torah; (4) experiencias especiales del Espíritu; y (5) acciones demostrables de Justicia. “El principal problema en Corinto era la auto-exaltación de los oponentes, y la impresión favorable que causaron”. El resultado fue “un efecto en detrimento sobre la propia autoridad de Pablo” (669-70). Copntra E. Grässer, “Der zweite Brie fan die Korinther”, Vol. 2, “Kapitel 8,1-13,13, ÖTK 8/2 (Gütersloh, 2005), 128, que llega de nuevo a la cuestionable hipótesis Gnóstica, la naturaleza exacta de la “enseñanza errónea” que Pablo rechaza no está clara en 2 Corintios 10 y 11. La enfadada y, hasta cierto punto, polémica irónicamente amarga, con insuperable agudeza, y forma de “discurso de un loco”, no permite detectar claramente el contorno de la enseñanza del oponente.
22.Segunda Corintios 10:2: actuando “según la carne” o “estrategias carnales”; cf. 1:17; 5:16; extralimitarnos en elogios personales: 10:13, etc.
23.Segunda Corintios 11:2: “Celoso estoy de vosotros, pero con celos de Dios”; 29bQuién desfallece sin que desfallezca yo”, cf. Gál. 5:11; Filp. 3:2; 1 Cor. 16:22; 1 Tes. 2:15, y otras.
24.Sobre esto ver, ver U. Heckel, “Kraft in Schwachheit. Untersuchungen zu 2 Kor 10-13”, WUNT 2/56 (Tübingen, 1993).
25.Ver particularmente Rom. 3:5-8 y cf. 6:1; 7:7; 11:1. Su mensaje acerca la libertad respecto a la ley, que fue entendida por algunos radicales “Paulinistas” de manera perjudicial a la ética, hizo que algunos le acusaran de incitar al libertinaje.
26.240Rom. 3:8: “merecen ser condenados”; 2 Cor. 11:15: “su fin será conforme a sus obras”. Cf. 1 Cor. 3:12-15, igualmente, para el juicio acerca de aquellos que construyen, con varios niveles de calidad, sobre el fundamento que Pablo estableció, y cuya obra no supera la prueba del fuego: “aquel cuyo edificio sucumba bajo las llamas, sufrirá daño”, v. 15.
27.Dejando aparte Rom. 16:1-23. Si esos versículos están dirigidos a Roma (y no, como es menos probable, a Éfeso), se aplican especialmente a la casa de la comunidad de Prisca y Aquila (v.3) y, en versículo 7, a Andrónico y Junia (un matrimonio?); la fórmula “mis paisanos y compañeros de prisión, insignes entre los apóstoles”, es históricamente un rompecabezas sin resolver. Es la única vez que “apóstoles” (en plural) se usa en toda la carta; la palabra aparece en otra parte en la carta sólo en 1:1 y 11:13, en referencia a Pablo mismo. La conclusión-advertencia en Rom. 16:17-20 menciona a gente que trae disensiones y ofensas, en referencia a la enseñanza, y a los que extravían a sus ingenuos oyentes “con palabras lisonjeras y aduladoras seducen los corazones de los sencillos”. Aquí , igualmente, Pablo señala tensiones que espera encontrar en Roma, posiblemente en otras casas-comunidades. Son éstas las razones por las que Lucas nunca informa en Hechos 28 acerca de las otras comunidades localizadas allí, con  la excepción de v. 15? Excepto para Hechos 21:18-26, Lucas informa que la situación es similar para Pablo en Jerusalem. Una situación diferente se asume para Hechos 21:10-16 y la breve mención en Cesarea, en 24:23.
28.Rom. 15:19; sobre esto, cf. Hechos 22:17 y, contra esto, Gál. 1:15-23.
29.Rom. 1:13; 15:22.
30.Cf. Gál. 2:10; 1 Cor. 16:1, 15; 2 Cor. 8:4; 9:1, 12; Rom. 15:25-31.
31.Hechos 15:19-20, 28-29; cf. 16:4; 21:25. El hecho que, en lugar de Bernabé, Silas/Silvano acompañen a Pablo después del concilio en Jerusalem hace poco probable que la separación de Antioquia tuviese lugar antes del segundo viaje misionero (cf. 15:40-41). Tuvo lugar después de este viaje; ver Hechos 18:22-23, un texto muy corto indescifrable, que se refiere a una muy breve visita a Jerusalem y a una estancia más larga en Antioquia. Lucas escribe aquí con una lacónica brevedad sorprendente. Sabía muy bien lo que había ocurrido allí.
32.Primera Cor. 8:1-13; cf. Rom. 14:15-23. En 1 Corintios habla de “conciencia”: 1 Cor. 8:7, 10, 12; 10:25-29; en Rom. 14:1, 22-23 habla de “fe”. Sobre esto, ver V. Gäckle, “Die Starken”.
33.Hechos 9:4; 22:7; 26:14; cf. 2 Cor. 5:16-17. La referencia al “conocimiento personal” de Cristo puede estar relacionado con un “hipotético” cargo de sus oponentes.
34.Ver M. Hengel, “Das Mahl in der Nacht”, “in der Jesus ausgeliefert worde” (1 Cor. 11:23), en “Le Repas de Dieu/Das Mahl Gottes, ed. C. Grappe, WUNT 169 (Tübingen, 2004), 115-60 (118ff). Segunda Corintios 5:16 no ha de ser citado contra esta situación.
35.No es por casualidad que esto se menciona en 1 Corintios, donde batalla a favor del orden moral en la comunidad: 7:10, cf.v. 25; 9:14; cf. También 1 Tes. 4:15 y 5:2. Referente a la tradición de Jesús en la parénesis Paulina, ver la discusión a cargo de D. Wenham, “Paul: Follower of Jesus or Founder of Christianity?” (Grand Rapids, 1995).
36.Ver Hengel y Schwemer, “Paul”, 257-60. Lazos muy cercanos existían para el Judaísmo entre Jerusalem y Roma desde la captura del Templo de Jerusalem por Pompeyo en el 63 a.C., que trajo a muchos Judíos a Roma como prisioneros de guerra. La comunidad en Antioquia fue establecida cerca del 36/37 d.C., la de Roma en tiempos de Calígula (37-41).
37.Cf. Las historias de milagros que narra Lucas en Hechos 5:15-16; 9:32-43; sobre esto ver Marcos 6:7, 12-13.
38.Referente a los “señales apostólicas”, ver E. Grässer, “Der zweite Brie fan die Korinther”, 220 ff.: Pablo se presenta a sí mismo como “personaje pneumático por excelencia”(2229. Habría dicho esto en oposición a un “grupo Gnóstico opositor” que no puede ser de otra manera re-construido? Semejante grupo no existía en este tiempo aún (ver M. Hengel, “Kleine Schriften III”, 473-510). No eran los actos de poder y las señales más comunes en la comunidad original y realizados por aquellos apóstoles que habían sido enviados por Jesús?
39.Cf. 2 Cor. 11:5: “creo que no soy en nada inferior a aquellos superapóstoles” y 11:23: “ministros de Cristo? –voy a decir una locura- Yo más que ellos!”. La expresión que se refiere a los superapóstoles recuerda Gál. 2:6: su juicio demuestra que se distancia claramente (de aquellos que eran reconocidos como líderes - lo que fuesen no hacía ninguna diferencia para mi), y 2:9: “aquellos que eran considerados como columnas”.
40.Respecto a Andrés, ver Juan 12:22. Según una historia que circulaba durante el siglo segundo, el apóstol deja Jerusalem doce años después de la resurrección de Jesús. Esto puede apuntar hacia la época de persecución a cargo de Agripa (Hechos 12:1ff); Hengel y Schwemer, “Paul”, 256-57; cf. R. Riesner, “Die Frühzeit des Apostels Paulus”, WUNT 71 (Tübinben, 1994), 106, de acuerdo con A. v. Harnack.
41.Hechos 14:4, 14. Seguramente Lucas hace esta excepción muy conscientemente.
42.Sobre Pablo como “testigo”, ver Hechos 22:15; 26:16 y el estudio de C. Burchard, “Der dreizehnte Zeuge”, FRLANT 103 (Göttingen, 1970).
43.Cf. Hechos 15:1, 5, 7.
44.Hechos 15:13-21.
45.Hechos 15:22-23; cf. 16:4. Esta es la última vez que Lucas usa el colectivo “apóstol”. Esta construcción de Lucas tiene sus razones.
46.Hechos 21:18.
47.Hechos 28:14-16. Pablo no menciona en la Carta a los Romanos qué grupo estableció la comunidad y quienes eran los fundadores. Asume que ya había una larga historia de esta comunidad (Rom. 1:1-15; 15:22) aunque alaba solamente su propia actividad misionera desde Jerusalem hasta Iliria, y enfatiza que no quiere entrometerse en territorios misioneros de otros, “de manera a no construir sobre los cimientos que otros habían puesto”(Rom. 15:10-20; cf. 1 Cor. 3:11). Incluso aquí hay una alusión a la misión Petrina, con la consiguiente rivalidad ocasionada.; cf. Fil. 1:15-16, y otros pasajes igualmente.
48.La ciudad portuaria era considerada una polis Helenística desde que fue re-establecida por Herodes, cundo reemplazó la antigua Torre Fenicia de Estrato, un lugar donde los intereses Judíos y Gentiles estaban enfrentados. La ciudad era la puerta de entrada al Oeste; ver E. Schürer et al., “History”, 2:115-18. El conflicto entre Judíos y Sirios en la ciudad ocasionó el comienzo de la Guerra Judía en el 66 d.C.
49.Hechos 12:17: “salió y marchó hacia otro lugar” es expresado conscientemente por él de manera indefinida. Lucas seguramente estaba bien informado acerca de los elementos básicos del viaje realizado por Pedro. Cf. Hechos 8:14-25 y 9:32-11: 18, referente a los viajes de Pedro en la Palestina Judía.
50.Ver la última frase en Hechos 28:31 y la promesa en 1:8.
51.Cf. Hechos 5:41; 14:19; 20:29-30; cf. Lucas 21:12-19. Se podría asignar una fecha al evangelio y Hechos entre el 75 y el 85 d.C. Ver M. Hengel, “Der Lukasprolog und Seine Augenzeugen. Die Apostel, Petrus und die Frauen”, en “Memory in the Bible and Antiquity”, ed. S.C. Barton, L.T. Stuckenbruck, y B.G. Wold, WUNT 212 (Tübingen, 2007), 195-242.

martes, 11 de diciembre de 2012

PEDRO V


EL CONFLICTO CON PABLO EN ANTIOQUIA
Las comunidades establecidas fuera de Judá vinieron a estar cada vez más mezcladas, en  ellas los Cristianos Gentiles se convirtieron en la mayoría, aunque el poder de liderazgo permaneció en manos de los Judíos-Cristianos durante un largo periodo de tiempo(1). El desacuerdo en Antioquia entre Pedro (y Bernabé), por un lado, y Pablo, en el otro, a menudo subestimado en lo que concierne a los profundos efectos que causó (Gál. 2:11-21), demuestra la imposibilidad de mantener el acuerdo detallado en Gál. 2:7-9, que proponía separar las zonas de actividad misionera en las comunidades fuera de la Palestina Judía; demasiados problemas, como el de sentarse a la mesa con los Gentiles y el peligro que esto conllevaba, comer carne que había sido ofrecida a los ídolos, libaciones con vino, y otros “alimentos impuros”, eran los temas que aún permanecieron sin resolver en el Concilio Apostólico. Al menos, para los Judíos Cristianos en Eretz Israel que aún permanecían estrictamente fieles a la ley, el acuerdo al que se llegó en Jerusalem era muy difícil de aceptar sin clarificaciones posteriores.

La ruptura entre los dos misioneros principales, que tuvo lugar como resultado del conflicto en Antioquia, puede ser fechada probablemente unos años después del Concilio Apostólico, entre el “segundo” y “tercer viaje misionero”, cerca del 52/53, que Lucas narra en Hechos 18:22-23, con enigmática brevedad justo antes del “tercer” viaje, donde trata una, aparentemente sin importancia, estancia en Antioquia. En lo que a su labor en general se refiere, guarda silencio acerca de este desacuerdo. Al menos respecto a la segunda parte de la historia de su misión Cristiana temprana, sabe mucho más de lo que cuenta y omite cualquier cosa que pueda desagradar a su excelente Teófilo. Que esta disputa entre Pedro y Pablo podía tener un efecto negativo sobre el anciano lector se puede detectar en la manera como el más importante crítico se divierte con la confrontación, en la medida que se mofa de Pablo tal y como está descrito en Gál. 2:11ff. [La conducta de Pedro tenía ciertamente una justificación. También Pablo actuará de igual manera en otras circunstancias: Hech. 16:3; 21:26; 1 Cor.8:13; Rom. 14:21]. Porfirio se refiere al “infantil enfrentamiento”, y como a Pablo “le quemaba la envidia por el éxito de Pedro…. escribiendo jactanciosamente”. La filosofía Gentil de Macario Magnes(o) y Julián el Apóstata tomó el otro partido, criticando a Pedro por este conflicto y por su moralidad cuestionable(2).

El hecho que Bernabé se separe de Pablo (Hechos 15:39) muestra que había cierta tensión entre los dos, que habían sido compañeros de misión, y puede explicar, entre otras cosas, por qué éste también se unió a Pedro y a los otros Judíos-Cristianos en Antioquia, según Gál. 2:13. Y que Pablo, en su –supuesto- tercer viaje misionero, no tenía ya más a nadie de Jerusalem junto a él como ayudante misionero, y por qué Lucas y las Cartas de Pablo nunca describen ningún otro contacto con Antioquia, lo que hace muy probable que este conflicto tuviese lugar más bien tarde.

El problema con la descripción del conflicto en Gálatas 2:11ff. es que es sólo la versión Paulina de la historia –se podría decir: la parte unilateral y exagerada de la historia- y es precisamente en éste punto donde la exégesis Protestante golpea a Pedro, no sólo respecto a su teología, sino a su moral también, de manera que aunque hubiera tenido razones para justificar su actitud no podría defenderse a sí mismo. No hay por qué sugerir que esta conducta fue simplemente “cobardía”, incluso cuando el verbo (ípéstellen) (Gal. 2:12), “se recató/retrajo”, pueda ser interpretado polémicamente en el sentido de “retirarse cobardemente”(3). Que Pablo reaccionase de manera tan brusca describiendo la conducta de Pedro como “reprensible”(2:11) es comprensible. De acuerdo con la manera de pensar de Pablo, con esta conducta, Pedro se habría “condenado” a sí mismo. Se podría temer que los Cristianos Gentiles, aún no firmes en la fe, pudiesen haberse turbado debido a la separación exigida por los mensajeros de Santiago respecto a la celebración Eucarística, celebrada como comida real(4). Y en consonancia con ésta separación, se les podría haber exigido a éstos Cristianos Gentiles que observasen las prescripciones legales Judías como serían la circuncisión, leyes sobre la pureza, y leyes sobre la comida como “necesarias para la salvación” o al menos “recomendadas respecto a la salvación”. De esta manera, “la justificación por la fe en Cristo sólo”(5) quedaría cuestionada.

La acusación de hipocresía por parte de Pablo contra Pedro y los Cristianos-Judíos de Antioquia(6), incluyendo a Bernabé(7), de que se habían rendido a las exigencias de los mensajeros de Jerusalem, está basada, según él, en el hecho que habían hecho esto por miedo a aquellos que vinieron(8), lo que involucraba ir contra sus propias convicciones de fe, y que los Cristianos Gentiles, que eran en su mayoría aquellos que antes habían estado entre los Temerosos de Dios, se extraviasen atribuyendo a las “obras de la ley” cierto sentido de “importancia para la salvación”. Según su punto de vista, esto sugería “coerción”, lo que conllevaba, al mismo tiempo, la confusión de las consciencias de los Cristianos Gentiles de Antioquia. Por esta razón Pablo, bien furioso contra Pedro, lo acusa de querer cambiar de repente la manera como estaba practicando el compartir la mesa, por tanto “forzando” así a los Cristianos Gentiles a “vivir según la costumbre Judía”(9). En esencia, Pedro estaba efectivamente escondiéndose en cuanto comenzó a erigir de nuevo los muros que tanta labor le habían causado a Pablo para derribarlos, lo cual, dice Pablo, haría de Pedro un transgresor (Gál. 2:18: “parabáten”) de la ley, y Cristo sería tenido como “promotor del pecado” (2:17: ámartías diákonos). Cuando la realidad era que la salvífica muerte de Cristo significaba que la ley de una vez por todas perdía su significado como camino de salvación: “…Por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios: con Cristo estoy crucificado”. Por esta razón no hay por qué suavizar el ataque de Pablo contra Pedro y los Cristianos-Judíos y hablar de una mera “reprimenda”, como hace O. Cullmann(10). Según Gál. 2:3-5, respecto al disputado punto de conflicto concerniente al significado de la salvación en el Concilio Apostólico en Jerusalem, Pablo no cedió en ningún momento prohibiendo así la circuncisión de Tito. Las dos veces que es usado el término “anatema” en los primeros versículos de la Carta a los Gálatas (1:8-8) muestra claramente que no estaba dispuesto a ceder en nada en este tema en el futuro ni a moderar su posición.

Pero era la intención de Pedro, Bernabé, y los demás Cristianos-Judíos restaurar la circuncisión y la observancia de toda la ley ritual para los Cristianos-Gentiles de cualquier manera y en cualquier forma? Para los Cristianos-Judíos, que participaban en la comunidad con Pedro como cabeza enfocaban la situación desde una perspectiva muy distinta. Desde su punto de vista también deben haber tenido buenas razones para semejante conducta. Para ellos se trataba de la introducción de tiempos separados para las comidas –incluso en el Concilio Apostólicoel ámbito misionero” para los “Judíos” y “Gentiles” estaba claramente delimitado- se puede suponer que esto es debido a una medida de respeto según la comprensión ritual de la pureza para los  visitantes en Jerusalem, y, al mismo tiempo, debido a la situación a la que se enfrentaban los Cristianos-Judíos en Jerusalem y en toda Judea, cada vez más difícil y opresiva; habrían entendido sus acciones básicamente en sentido de un acto de amor fraterno respecto a la otra comunidad temprana y sus difíciles circunstancias, que Pablo mismo había articulado con suma claridad no hacía tanto tiempo, en la primera carta que de él tenemos, 1 Tesalonicenses 2:14-15(11). Uno podría decir, paradójicamente, que el observar comidas separadas era ventajoso para la conservación de la relación comunal de la iglesia entre Jerusalem y Antioquia, que estaba siendo amenazada por la persecución en Jerusalem, lo que significa a la vez entre los Cristianos-Judíos-Palestinos y los Cristianos-Gentiles-de-Antioquia. Éstos no quería forzar a los Cristianos-Judíos invitados de la Ciudad Santa a negar su identidad Judía en la Antioquia Gentil. Pablo mismo dijo de sí mismo unos años después, dados los requerimientos del servicio misionero: “Con los Judíos me he hecho judío para ganar a los judíos; con los que están bajo la Ley, como quien está bajo la Ley –aun sin estarlo- para ganar a los que están bajo ella….. Me he hecho todo a todos para salvar a toda costa a algunos”(12). Al comienzo del llamado segundo viaje, justo después del Concilio Apostólico aunque antes del conflicto en Antioquia, él mismo circuncidó a Timoteo, nacido de un matrimonio mixto de madre Judía y padre Gentil en Listra, en orden a mantener abierta la posibilidad para él poder predicar en la Sinagoga(13).

En contraste, debido a este incidente Pedro y Bernabé nunca más fueron “predicadores de la circuncisión” (cf. Gál. 5:11). No sabemos, en conexión con este conflicto, si hubo un sólo Cristiano Gentil en Antioquia que se dejase circuncidar. Pablo habla solo en 2:11ff. acerca de la duda respecto a “comer juntos” y en general acerca de la necesidad de “vivir como un Judío”. No menciona nada acerca de la circuncisión. Aquellos que estaban creando problemas en la provincia de Galacia tenían sin duda poco en común con Pedro y Bernabé. Es posible que se tratara de un grupo de Cristianos Judíos radicales. Después que Pablo, debido al conflicto en el “tercer viaje”, hubo partido hacia el norte y hubo atravesado los Montes Tauros (Hechos 18:23), es posible que este grupo quizá llegase después de él, como ciudadanos de Jerusalem, impresionando y confundiendo a las comunidades en el sur de Galacia(14).

Desde el punto de vista de Pedro, Bernabé, y la gente de Antioquia, el tema se desarrolló de manera diferente: debido a la resolución del conflicto que tuvo lugar posteriormente, a instigación de Santiago, mediante un Decreto Apostólico, la palabra “circuncisión” no volvió a ser mencionada más(15), ni la observancia de los mandamientos de la Torah, solamente el requerimiento de no comer la carne de animales ofrecidos a los ídolos, delitos sexuales(porneía), beber sangre(16), y, lo que es lo mismo, comer carne de animales que habían sido estrangulados, o sea, sacrificados impropiamente. Estas limitaciones ciertamente tratan con el tema del respeto hacia la identidad Judía cuando Cristianos Judíos y Gentiles compartían mesa, piedra esta de tropiezo que llevó a la división en Antioquia. Parece que fue restablecida de nuevo mediante el decreto(17). Pablo no menciona esto, lo cual tiene sentido, dado que a él no le afectaba. Aunque su disgusto acerca del horrible ejemplo de “porneía” (inmoralidad) y sus instrucciones acerca del comer carne ofrecida a los ídolos en Corinto(18) muestra que estos problemas no eran desconocidos allí. Uno puede suponer que Cefas/Pedro, o sus mensajeros, pueden haber informado a los Corintios acerca de lo ocurrido. Es ciertamente sorprendente que Pablo prohíba categóricamente, en dos cartas a los Corintios, una siguiendo de cerca a la otra, cualquier relación con pecadores, incluyendo la Eucarística(19).

La profunda división resultante de la dramática y pública disputa entre Pedro y Pablo es algo difícil de expresar profundamente. Pablo acusó a Pedro y aquellos que le seguían, ante toda la comunidad, de cobarde hipocresía y de traición a la “verdad del Evangelio”(20). A los ojos del contingente de la comunidad de Cristianos-Judíos, sin embargo, Pablo se aisló a sí mismo al ser un destructor de la paz tan agresivo y legalista. El contingente de Cristianos Gentiles no era aún lo suficientemente fuerte como para jugar un papel independiente. Pablo no dice nada que sugiera que los Cristianos Gentiles se aliaron con él o le defendieron. No sabemos tampoco si o cómo Pedro y Bernabé (la autoridad reconocida en Jerusalem como exitoso misionero de los Gentiles) plausiblemente le darían una respuesta acerca de este tema. Pero por encima de todo, Pablo no dice palabra de que los dos, junto con los Cristianos Judíos de Antioquia, reconociesen su falta y prometieran cambiar. No hace nada sino describir el escándalo, lo que ha de significar que la herida permaneció abierta. Los resultados fueron aparentes en la misma Antioquia, en Galacia, en el Decreto Apostólico, y finalmente incluso en Corinto.

La ruptura entre Pablo y la comunidad de Antioquia que resultó, con la que Pablo había compartido desde casi una década, incluso aunque no se quedó allí todo este tiempo, se puede ver en que –con excepción de 1 Tesalonicenses(21) menciona a Antioquia una sola vez después del conflicto, que es la descripción de la disputa descrita en Gál. 2:11, aunque en ningún otro pasaje(22) mientras en sus Cartas auténticas Jerusalem/Hierosolyma es mencionada diez veces(23). Los puentes con Antioquia quedaron aparentemente rotos, aunque en contraste ni pudo, ni quiso, romper la conexión con Jerusalem(24). Era ésta la ciudad de las promesas proféticas de los eventos de salvación, que se estaban cumpliendo en ese tiempo; es donde Jesús fue crucificado y resucitó de entre los muertos. Era ahí donde su retorno había sido anticipado, y fue desde ahí donde el evangelio se expandió a todo el mundo (Rom. 15:19). Además, el apóstol tenía que realizar la colecta para ellos(25). La conexión con los Cristianos Judíosprimera comunidad” en la ciudad santa se mantuvo externamente como garantía, al menos hasta la Guerra Judía en el 66 d.C., por la unidad de la iglesia.

Como ya se ha dicho, parece ser que la razón por la que Pedro dio marcha atrás cuando llegaron los mensajeros de Santiago fue posiblemente debido al compromiso de mantener la unidad entre las comunidades misioneras fuera de Eretz Israel y la misma Jerusalem, que estaban bajo amenaza. Tenía que tener en cuenta la agudización de las tendencias nacionalistas por parte de los Zelotes en el Judaísmo Palestino desde los 40 en adelante(26), situación que se hacía cada vez más peligrosa, que incluía el aumento de la persecución de los Cristianos Judíos en Jerusalem, una situación que empeoró grandemente en los diez años siguientes hasta llegar el punto de apedrear a Santiago y otros líderes Cristianos Judíos por “violar la Ley”(27). Al evitar compartir mesa con los incircuncisos, los Cristianos Judíos en Antioquia evitaban aparecer como “impuros” oponentes de la Torah o, incluso peor, como “apóstatas” a los ojos de los residentes de Jerusalem. Por esta razón, los Gentiles estaban obligados a vivir de acuerdo con las pocas y “necesarias” reglas básicas y practicar el compartir la mesa según el Decreto Apostólico(28).                                 
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1.    La mayoría de los autores del Nuevo Testamento son aún Cristianos Judíos, como ocurre con los tres evangelistas Marcos, Mateo, y Juan. Lucas era probablemente un Temeroso-de-Dios. La única importancia del Cristianismo Gentil en el periodo temprano ha sido siempre exagerada. Los líderes en la comunidad en Antioquia, en Hechos 13:1ff., eran todos Judíos.
2.    Lucas informa en Hechos 15:37-39, sin embargo, acerca de la ruptura entre Pablo y Bernabé antes del segundo viaje. Esté es en cierta medida un preludio al posterior conflicto y muestra la intensidad de los desacuerdos, con la dura fórmula: “Se produjo entonces una tirantez tal que acabaron por separarse el uno del otro”[Hec. 15:39; cf. 1 Cor. 13:5, y Hech. 17:16]. No hay ningún otro pasaje donde Lucas caracterice tan agudamente un desacuerdo en la hermandad; cf., igualmente, Hechos 6:1; 11:1-3; 15:7. Lucas ni siquiera menciona la colecta para Jerusalem en Hechos 21:18ff., aunque habla de esta en Hechos 24:17, en el discurso de Pablo en el que se defiende a sí mismo, como “limosna a los de mi nación”. Parece ser que no fue aceptada por Santiago; en su lugar, Pablo, parece ser que con esta suma quiso redimir a los Cristianos-Judíos-Naziritas, en Hachos 21:23ff., en orden a demostrar que no era ningún apóstata. Lucas no dice nada más acerca del contacto del prisionero con la comunidad de Jerusalem después de su encarcelamiento. Parece que el procedimiento contra Pablo fue una carga pesada para ellos. Cf., sin embargo, el apoyo dado por (su propia [gente, amigos]) en 24:23, aunque no está claro a quien se refiere con “sus amigos” en la Gentil Sidón, 27:3. Referente a Porfirio, ver A. v. Harnack, “Porphyrius Gegen die Christen” APAW (Berlin, 1916), nº 1, frg. 21B, p. 54. Idem, “Kritik des Neuen Testaments von einem griechischen Philosophen des 3. Jahrhunderts”, TU 37/4 (Leipzig, 1911), 56f., lineas 25ff. (III, 22): “Concierne a una (gran y amplia condena)”. Referente a Julian y su burla de Pedro, debido a que Pedro había sido juzgado por Pablo como “hipócrita”, ver “Juliani Imperatoris librorum contra Christianos quae supersunt”, ed. K.J. Neumann (Leipzig, 1880), 222, 17ff., y, sobre esto, J.G. Cook, “Interpretation”, 158-59, 315-16.  
3.    Ver BDAG, 1041; cf., en la mitad de la discusión, Hab. 2:4(LXX) = Heb. 10:38.
4.    Parece ser que, externamente, esto conservó la antigua forma de la diaria “fracción del pan”, como en la comunidad original.
5.    Gal. 2:16no se justifica por las obras de la ley sino sólo por la fe en Jesucristo”. Cf., Rom. 3:28 y, la posición contrastante de aquellos que eran oponentes de Pablo: “el hombre es justificado por las obras y no por la fe solamente”, Sant. 2:24.
6.    Según Hechos 13:1 aún tenían un grupo líder compuesto de “profetas y maestros”.
7.    Gál. 2:13Los demás Judíos lo imitaron en esta actitud hipócrita, y hasta el mismo Bernabé se dejó arrastrar por ella”.
8.    Gál. 2:12Por miedo a los partidarios de la circuncisión
9.    Gál. 2:14Por qué obligas a los Gentiles a comportarse como Judíos”?
10.  Gál. 2:19. Las afirmaciones básicas de Pablo han de ser entendidas a la luz de textos como Gál. 3:13-14; 4:4-5; 2 Cor. 5:14-15, 20; Rom. 3:20-31; 8:3ff. En lo referente a “reprimenda”, ver O. Cullmann, Petrus, 35, 58-59.
11.  Ver A.M. Schwemer, “Verfolger”, 170ff. Cf. Gál. 4:29 igualmente.
12.  Primera Cor. 9:20, 22b; cf. 19-23. En 1 Corintios, donde Pablo trata con una situación completamente diferente, la circuncisión juega un papel secundario; se convierte en una adiafora, en un tema de indiferencia: 7:18ff.; en contraste, cf. Otras opiniones en Gál. 5:6 y 6:12-15
13.  Hechos 16:1-3. La historicidad de este incidente ha sido equivocadamente puesta en duda. No hay por qué convertir a Lucas en un piadoso contador de historias. Según la ley, Timoteo era Judío y Pablo, que había sido enviado a las sinagogas de la Diáspora, se habría imposibilitado la entrada a sí mismo como apóstata si no le hubiera circuncidado. En 1 Cor. 7:18ff. trata el tema en sentido de unas palabras pastorales de advertencia y no en el sentido fundacional que usa en la Carta a los Gálatas, que pudo haber escrito no mucho tiempo después. La cuestión abierta seguía siendo si las parejas casada Cristiano-Judías habían de circuncidar a sus hijos en las comunidades misioneras Paulinas en orden a no renunciar a su membresía externa del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento.
14.  Referente a la legal y ritualista forma de piedad de la población en la Anatolia interior, donde el Judaísmo se había expandido desde el siglo tercero/segundo a.C., ver C.E. Arnold, “No salgo de mi asombro al ver qué pronto habéis abandonado” (Gál. 1:6): Paul and Anatolian Folk Belief”, NTS 51 (2005): 429-49. La llamada a aceptar obligaciones legales puede haber caído aquí en terreno bien abonado para los Cristianos Gentiles también.
15.  Hechos 15:23-29; cf. 19-21; 16:4; 21:25. Referente a la complicada transmisión del texto, ver B.M. Metzger, “Textual Commentary” (London, 1971), 429-35. Según Lucas, el decreto está basado en una sugerencia de Santiago. Lo repite cuando Pablo visita Jerusalem. Referente a la comprensión de este difícil texto, ver C.K. Barrett, “The Acts of the Apostles”, vol. 2 (Edinburgh, 1998), 730-36. La cuestión de las leyes dadas después de Noé, Str-B 3:37-38, no ha de ser relacionada directamente con el decreto; en contraste, los requerimientos de Levítico 17 y 18 referentes a los no-Israelitas en el país de Israel, que fueron aplicados posteriormente a los prosélitos, pueden haber jugado un cierto, aunque no decisivo, papel. El Hebreo “ger”, que originalmente tenía el significado “ciudadano protegido, extranjero”, es traducido por los LXX como (prosé Litos) prosélito. El Codex D y unos cuantos otros testimonios Occidentales dejan fuera (y de todo lo estrangulado), lo que posteriormente vino a ser destructivo y lo reemplaza a veces con la Regla de Oro en su forma negativa (positiva: Lucas 6:31 = Mat. 7:12). Aquí los requerimientos rituales primarios son convertidos en pronunciamientos éticos. También no está claro si Lucas transmitió el decreto entero en su forma original. Las Seudo-Clementinas, Hom. 7.8.1 (GCS 42, ed. B. Rehm, 120), ofrece una expandida declaración que está conectada con 1 Cor. 10:21 igualmente; cf., 8.19.1 (129). W.G. Kümmel, “Die älteste Form des Aposteldekrets”, en Heilsgeschechen und Geschichte. Gesammelte Aufsätze, 1933-1964, ed. E. Grässer (Marburg, 1965), 278-88, ve que “hacer posible el menor número de requerimientos….. de manera que los Judíos Cristianos que exigen el cumplimiento de la ley puedesen tener contacto con los Cristianos Gentiles en la misma comunidad” (287); H. Lietzmann, Kleine Schriften II, TU 68 (Berlin, 1958), 297, sugiere que ésta es una “respuesta autoritativa de Jerusalem” que Pabló conocía y que usa en 1 Cor. 8-10, con “maestría” (298). El decreto pude haber sido llevado por Pedro a Corinto y puede haber ocasionado la carta que incluía la pregunta de los Corintios mencionada en 1 Cor. 8:1.    
16.  Hechos 15:19, 28; 21:25; cf., en contraste, Gál. 5:3-4. Ver también, R. Deines, “Das Aposteldekret –Halacha für Heidenchristen oder christliche Rücksichtname auf jüdische Tabus”? en Jewish Identity in the Greco-Roman World, ed. J. Frey, D.R. Schwartz, and S. Gripentrog, AGJU (Leiden, 2007), 323-95. Deines no ve ningún remanente de exigencias Halakicas de la Torah de Moisés; más bien, en esencia, esas son las órdenes básicas del Creador, válidas para todos los seres humanos. Sigue siendo una cuestión abierta cómo Pedro las entendía. El compartir la sangre estaba prohibido, dado que la sangre era la que llevaba la vida (Lev. 17:11-12; cf. Gén. 9:5).
17.  Hechos 15:20, 29: (abstenerse de sangre) no se refiere a derramar sangre sino que ha de ser entendido en el contexto de prohibiciones de alimentos.
18.  Primera Cor. 5:1-5, 8-10. Sobre esto, ver el comprensivo estudio de V. Gäckle, Die Starken und die Schwachen un Corinth und Rom, WUNT 2/200 (Tübingen, 2005), que no le da importancia al conflicto en Antioquia ni al Decreto Apostólico para la situación en Corinto.
19.  Primer Cor. 5:9-13. Ya en una carta anterior, no disponible actualmente, había prohibido contacto con lo “inmoral” en la comunidad (5:9). La práctica de (comer con) era también una cuestión de disputa en Antioquia (Gál. 2:12).
20.  Gál. 2:14: (No actuaban de acuerdo con la verdad del Evangelio), la verdad que Pablo, según 2:5, había con tanto éxito defendido en Jerusalem.
21.  Primera de Tesalonicenses fue escrita en Corinto cerca del 50 d.C., durante el llamado segundo viaje. El Jerusalemita Silvano/Silas es aún el compañero de viaje de Pablo, 1 Tes. 1:1; 2 Cor. 1:19; 1 Pe. 5:12; cf. Hechos 15:22, 27, 40, etc. No está presente durante el tercer viaje.
22.  Incluso en Gál. 2:1 no menciona que fue a Jerusalem desde Antioquia con Bernabé; nos enteramos de esto a través de Lucas, en Hechos 15:1ff.
23.  Jerusalem: 1 Cor. 16:3; Gál. 4:25-26; Rom. 15:19, 25-26,31; Hierosolima: Gál. 1:17-18; 2:1.
24.  Gál. 2:2b; Rom. 15:19, 25-26.
25.  Gál. 2:10; cf., 1 Cor. 16:1f; 2 Cor. 8-9; Rom. 15:25ff., 31; Hechos 24:17.
26.  A los líderes de los Zelotes se les dio un fuerte impulso especialmente cuando César Calígula (37-41 d.C.) tomó control del templo, lo que llevó a los Judíos al borde de la guerra con Roma; además, estaba la políticamente desagradable vuelta de Judea al estatus de provincia Romana después de la temprana muerte de Agripa I a comienzos del 44 y el envío de procuradores ineptos. Su “celo por la ley” influenció a los Cristianos Judíos (Hechos 21:28ff.) durante algún tiempo. Santiago tuvo la difícil tarea de tratar de encontrar una postura intermedia. La comunidad original existía bajo presión desde varias direcciones. Desde que tuvo lugar la crucifixión de Jesús, sus principales oponentes eran los que ostentaban el liderazgo en la familia del sumo sacerdote y los Saduceos; a este respecto, especialmente el clan de Anas era su principal oponente. Anas II (hijo de Anas, el que aparece en el relato de la Pasión) hizo apedrear a Santiago y a otros Judíos en el 62. El grupo líder de los Saduceos, tan amenazado por los fanáticos nacionalistas, fervientes religiosos, terminó distanciándose, al menos en cierta medida, del liderazgo Romano durante las dos décadas anteriores a la Guerra Judía y se acercó a los Zelotes, quienes mantenían una posición de rechazo contra todos los extranjeros. Para la comunidad original, que estaba bajo presión desde tantas direcciones diferentes, la única opción, cuando la Guerra Judía estalló en el 66, fue huir a la ciudad Gentil de Pella en el valle del Jordán; ver Eusebio, Hist. Eccl. 3.5.3. Estas tensiones pueden también ser observadas en los miedos expresados por Pablo en Rom. 15:30-31 y en la manera como es descrito su arresto en Hechos 21:27ff
27.  Josefo, Ant. 20.200ff.
28.  Hechos 15:28: (no imponeros otras cargas más que las indispensables). Contra la demanda en 15:5, el mandamiento en 15:20, 29 ofrece, en cualquier caso, “una moderación” decisiva (H. Lietzmann, Kleine Schriften II, 296). Por otro lado, para Pablo, “que no era persona de términos medios y respuestas comedidas”, el “mandamiento acerca de la carne kosher…. Era “ley”, y ésta había sido superada por Cristo”. Lo dice claramente en 1 Cor. 10:25-26, cuando usa la cita del Salm. 24:1. Resolvió el problema en 1 Cor. 8-10 y en Romanos 14, concentrándose en la “carne ofrecida a los ídolos” de manera completamente diferente. Sobre esto, ver V. Gäckle, “Die Starken”.