lunes, 14 de septiembre de 2015

EL GÉNERO DEL MITO DEL COMBATE

EL GÉNERO DEL MITO DEL COMBATE
En Génesis 1, la creación es presentada como un serie de diferenciaciones, cada una más pequeña que la anterior, hasta que nuestro mundo es, por así decirlo, modelado de lo sin-forma, el cósmico “tohu wa-bohu”. Dios crea el Orden partiendo del Cao y el sentido de la confusión –un proceso de mucha importancia para las comunidades humanas desde la creación del Génesis hasta hoy. Además, para comparar las grandes cosas con las pequeñas, los estudiosos modernos realizan un proceso similar cuando se acercan a los confusos, aunque siempre fascinantes textos que hasta nosotros han llegado desde el antiguo Oriente Medio. Para darles sentido se requiere igualmente diferenciación: separar las clases similares del todo, y formar categorías de modelos semejantes.

El género del “mito del combate” es de este tipo de categoría, en la cual los estudiosos sitúan aquellas antiguas historias que comparten la misma trama básica de la batalla entre dos adversarios sobrenaturales(1). En términos rudimentarios, estos mitos narran la lucha de un dios con un monstruo enemigo que amenaza el orden y la vida del cosmos. El campeón “guerrero divino” es invariablemente el dios de la tormenta, mientras que su adversario destructivo típicamente toma la forma de un dragón o monstruo marino. Después de una lucha por el dominio donde el dragón obtiene la victoria, el guerrero divino vence a su enemigo, asegurando el orden y la fertilidad en el cosmos. Por ello le es garantizado la realeza y, su triunfo celebrado festivamente, el dios-de-la-tormenta se dirige hacia su recién construido palacio(i.e. Templo)para ser coronado rey.

Versiones de este mito está atestiguadas en los textos a lo largo del cercano Oriente, Egipto, Sumeria, Babilonia, Ugarit, Hurro-Hititas, Asirios, e Israelitas(A). En el Oeste, sus variaciones aparecen en relatos Griegos como la batalla de Zeus con Tifón, y de Apolo con Pitón(2); más al Este, subyace en el relato de la batalla de Indra con Vritra(3). Este testimonio a lo largo de tan amplia zona geográfica, tiempo, y cultura sugiere que, para muchos pueblos antiguos, el mito mantuvo una importancia considerable. Sin embargo, para apreciar este significado hay que comprender el mito de manera más completa.

EL MITO HEBREO DEL COMBATE
En tanto que reino del antiguo Oriente Medio, Israel tenía su propio mito del combate y las tradiciones cultuales asociadas. En la versión Hebrea, Yahvé es el guerrero dios-de-la-tormenta que subyuga la Mar y su Dragón asociado; hay incluso evidencia de que, como Baal, también él luchó contra la Muerte.

Para la historia del Yahvismo –desde el antiguo culto Israelita hasta el Judaísmo del Segundo Templo y posteriormente- la importancia del mito del combate y la descripción de Yahvé como guerrero divino no es para nada exagerada. Es más, Theodore Hiebert resume este tan duradero significado:

Esta comprensión de Dios como guerrero está fundada en los orígenes de la religión bíblica. La imagen del guerrero divino domina la poesía más antigua Israelita, permanece como caracterización frecuente de Dios a lo largo del periodo bíblico, y obtiene una nueva prominencia en la literatura apocalíptica tanto de las comunidades Judías como Cristianas”(4).

Comprender la evolución de esta concepción de mito antiguo a marco apocalíptico crucial es necesaria para una apreciación de su papel último en el Evangelio de Marcos. Sin embargo, consideraciones de progresión narrativa se hacen más difícil a medida que nos movemos en el materia Hebreo dado que, como Andrew Angel ha señalado, los rasgos del mito del combate se encuentran mayormente fuera del contexto de la narrativa estricta en los textos Hebreos.

Una definición [del mito Hebreo del combate] mediante la trama es muy difícil dado que la tradición usa imágenes frecuentemente aunque nunca las sitúa dentro de una narrativa conectada…. Por ejemplo, el uso de la imagen del Chaoskampf en Isa. 17:12-13 difícilmente puede ser considerada un relato, la narrativa es parcial incluso donde los elementos del relato están presentes”, ej. Salm. 18:4-15(5).

Además, los indicios que obtenemos en el mito Hebreo del combate de los Profetas y Salmos, por ejemplo, asumen la historia en lugar de narrarla. Por esta razón hay que poner de lado el esquema narrativo en este capítulo, y en su lugar confiar primariamente en el conocimiento deducido de la previa investigación del género del mito del combate, particularmente sus temas e imaginería comunes.

YAHVÉ VS. EL MAR (YAM)
Como en Baal, el principal enemigo de Yahvé en el mito del combate Hebreo es Yam, el Mar furioso. En tanto que representante del Caos, la Mar ha de ser derrotada si se quiere asegurar el orden y la fertilidad en el cosmos. Leemos, en diseminadas alusiones en los Salmos y los Profetas, cómo el dios-de-la-tormenta Israelita lucha contra el enemigo-caos:

Arde tu cólera, Yahvé, contra los ríos,
contra el mar tu furor,
cuando montas tus caballos,
tus carros victoriosos?
Desnudas y aprestas tu arco,
llenas tu aljaba de saetas*
(*)Texto corregido, según un ms griego; el hebreo es ininteligible(lit.: “Los juramentos son las saetas de la palabra”).

“…Surcas el mar con tus caballos,
entre el estrépito de aguas caudalosas”.(Hab. 3:8-9a, 15)

El conflicto de Yahvé con la Mar/Río es claramente análogo al enemigo de Baal Príncipe Mar/Río Juez – ambos “Yam(m) y “Nahar” en las lenguas Semitas, ambos son frecuentemente destacados en paralelismos poéticos(3). Aquí el sometimiento del enemigo-caos es atestiguado, particularmente reminiscente de cómo Marduk sometió a la Mar primordial después de lanzarle sus rayos-flechas.

De nuevo, el bramido del trueno que acompaña a estos rayos era entendido como “la poderosa voz” del dios de la tormenta, y así el arma principal para la batalla de Yahvé es descrita a menudo simplemente como su voz, bramido, su “reprimenda”(Hebreo g´r):

Inclinó los cielos y bajó,
con espeso nublado a sus pies;
volaba a lomos de un querubín,
sostenido por las alas del viento.

Se puso como tienda un cerco de tinieblas,
De aguas oscuras y espesos nubarrones;
El brillo de su presencia despedía
Granizo y ascuas de fuego.

Tronó Yahvé desde el cielo,
Lanzó el Altísimo su voz;
Disparó sus saetas y los dispersó,
La cantidad de rayos los desbarató.

El fondo del mar quedó a la vista,
Los cimientos del orbe aparecieron,
A causa de tu bramido, Yahvé,
Al resollar el aliento de tu nariz”(Salm. 18:10-16).

Aquí, además de la dispersión de las aguas furiosas del Mar, encontramos caracterizaciones antropomórficas de las armas del dios-de-la-tormenta: Sus rayos como saetas y su trueno/bramido como Su voz de rechazo. Ante su bramido la Mar recula y revela los fundamentos de su creación.

Encontramos ejemplos similares de Yahvé “increpando” a las aguas-del-caos en Salmo 106:9, Isaías 17:13 y 50:2, y Nahun 1:14. Todos relacionan la idea básica de que ante su “bramido”(i.e. su poderosa voz, el trueno de sus rayos) la Mar, como enemigo derrotado, se retira y retrocede a sus límites debidos. Así el orden es establecido y las aguas caóticas son contenidas. Otro Salmo describe todos esos aspectos juntos:

“…Levantas sobre las aguas tus moradas;
te sirven las nubes de carroza,
te deslizas sobre las alas del viento

…Sobre sus bases posaste la tierra,
inconmovible para siempre jamás.
La cubriste con el abismo como si fuera un ropaje;
Sobre los montes persistían las aguas;
A tu bramido emprendieron la huida;
Huyen al escuchar tu trueno.

…Les pusiste un límite infranqueable,
para que no vuelvan a anegar la tierra.” (Salm. 104:3, 5-7, 9).

Aquí Yahvé no es otro sino el dios de la tormenta en su carro en las nubes que somete la mar Caótica imponiendo el orden. Es más, como en otros mitos del combate, su derrota del Mar está intrínsicamente ligada a la cosmogonía de la creación. Ninurta creó sistemas de regadío e impidió que las aguas permanecieran en las montañas; Marduk creó el cielo y la tierra de los restos del Mar (Tiamat). Igualmente Yahvé retuvo las aguas para que no inundaran las cimas de las montañas y estableció un ordenado y diferenciado cosmos.

Aunque mayormente prevalente en los Salmos, las referencias a esta batalla cósmica se pueden encontrar en otros lugares en la Biblia Hebrea. En términos poéticos, el autor de Job hace uso de la disputa de Yahvé con el Mar cuando reflexiona sobre el enorme poder de Yahvé y la futilidad de luchar contra él –como lo intentó el Mar, aunque fracasó:

Si alguno quisiera discutir con él,
de mil argumentos no podría rebatirle
ni uno solo.

Dios es grande en poder y sabiduría,
Quién podría hacerle frente y salir bien
Librado?

…..Sin ayuda de nadie extendió el cielo
y aplastó al monstruo del mar” (Job 9:3-4, 8).

Encontramos el sometimiento del Mar y su conexión con la Creación. En otros lugares, sintiendo que Dios disputa con él, Job se lamenta:

Soy acaso un monstruo del mar para que me vigiles?”
Si peco, qué perjuicio te causo?(Job. 7:12, 20).

Este Dragón al que se refiere Job es otro enemigo que Yahvé derrota en sus batallas contra la Mar y las fuerzas del Caos.

YAHVÉ VS. EL DRAGÓN
Como Baal y los demás dioses-de-la-tormenta, Yahvé batalla contra los ayudantes del jefe del enemigo-caos. Así el dragón del mar con siete cabezas Lotán(Litan) del Ciclo de Baal reaparece, con su nombre ligeramente modificado, como el dragón del mar con muchas cabezas Leviatán:

Desde tiempos antiguos, tú eres mi rey.
Tú, oh Dios, alcanzaste muchas victorias
en medio de la tierra:
dividiste el mar con tu poder,
rompiste la cabeza a los monstruos del mar,
aplastaste las cabezas del monstruo Leviatán
y lo diste por comida a las fieras del desierto.
Tú hiciste brotar fuentes y ríos,
Y secaste los ríos inagotables.
Tuyos son el día y la noche;
tú afirmaste la luna y el sol;
tú marcaste los límites del mundo;
tú hiciste el verano y el invierno”. (Salm. 74:12-17).

Aquí, el interés temático con la realiza y la regularidad agrícola están presentes, mientras que, respecto a los motivos, encontramos el desmembramiento/división del enemigo Mar. De hecho, la relación del combate y la cosmogonía está particularmente marcada en la tradición Hebrea. Despuéss que Yahvé hubo aplastado las cabezas de los dragones en el tiempo primordial (Cf. Marduk y Baal aplastando las cabezas de sus draconianos enemigos del Mar), estableció los objetos celestiales, los límites de la Tierra, y las estaciones. Quizá en la similaridad más fascinante, sin embargo, Yahvé arroja el cadáver del Leviatán en el desierto para que sirva de comida –igual como Anat echó al Dragón/Yamm en el desierto, así como el cuerpo de Mot (que fue comido por los pájaros). Así encontramos este argumento presenten en la tradición Hebrea igualmente, en la cual el monstruo-caos derrotado es dividido, y su cuerpo sirve como alimento en un lugar desierto.

Un descripción amplia de Leviatán aparece en Job 41. Aquí, Yahvé presume ante Job de su conquista del monstruo marino:

Y a Leviatán, lo pescarás con un anzuelo?
Podrás atarle la lengua con una cuerda?
Podrás pasarle un cordel por las narices
o atravesarle con un gancho la quijada?
Jugarás con él como un pajarito?
Lo atarás como un juguete de tus hijas?
Si llegas a ponerle la mano encima,
te dará tal batalla que no la olvidarás,
y nunca volverás a hacerlo” (vv. 1-2,5,8).

De nuevo encontramos el motivo vinculante del atado, cuando el mismo Yahvé presume de haber atrapado Leviatán –incluso amordazando al Dragón como Anat amordazó a Tunnan. Yahvé alardea de lo mismo en otras partes (ver Salm. 68:23)(B).

Así, similar a los mitos de combate Cananitas, Yahvé “amordaza” al Dragón/Mar en el curso de la batalla.

Otros pasajes hablan de destruir a Rahab, cuyo nombre significa “bulliciosa”, y como John Day observa, “un término apto para la personificación del mar furioso”(7). Rahab es ciertamente un monstruo-del-caos, lo que puede ser de hecho otro nombre para Leviatán(8). El Salmo 89 enlaza el dominio sobre el mar, el aplastamiento de Rahab, y la Creación.

Tú dominas el mar embravecido
y aquietas sus olas encrespadas;
aplastaste al monstruo marino(Rahab)
como si fuera un cadáver;
dispersaste a tus enemigos
con la fuerza de tu brazo.
El cielo y la tierra son tuyos;
tú formaste el mundo y todo lo que
hay en él”.

De manera similar, Job medita sobre la implacable furia de Yahvé considerando su propia grave situación.

“Si Dios se enoja, no se calma fácilmente;
a sus pies quedan humillados los aliados
de Rahab.
Cómo, pues, encontraré palabras para contradecir a Dios?”

Este pensamiento se hace eco del motivo del “aplastamiento”: los aliados del dragón-mar Rahab yacen en sumisión bajo los pies de Yahvé como enemigos derrotados por el guerrero divino enfadado. Así Ninurta aplastó a los aliados de Azag, Baal a los de Yamm, y Marduk a los de Tiamat.

Yahvé vs. Muerte (Mot/Sheol)
Es debatible si hay alguna mención explícita en la Biblia Hebrea de alguna batalla entre Yahvé y la Muerte (en Hebreo, “Mot”). Sin embargo, dada la continuidad tradicional con los mitos Cananitas de Baal vs. el Mar/Río y el Dragón, la existencia de este mito es bastante plausible. Además, la investigación de esta hipótesis lleva a la intrigante y sugerente evidencia que este mito existió de hecho, e incluso persistió durante siglos en la tradición a pesar de su casi ausencia en los textos canónicos.

Incluso en los textos canónicos Hebreos la personificación de la Muerte como agente pernicioso sobrenatural trasciende a menudo la mera expresión poética. Es más, los antiguos Israelitas compartían claramente muchas concepciones míticas de la Muerte y del mundo subterráneo con la tradición Cananita(9). Así, por ejemplo, el Salmo 49:14 habla de hombres ignorante en estos términos:

Como ovejas son llevado sal Seol,
los pastorea la Muerte,
van derechos a la tumba.
Su imagen se desvanece,
El Seol es su mansión”.

Esta idea de la Muerte como pastor puede relacionarse con una tradición atestiguada en los textos Ugaríticos. En KTU 1.6.ii.21-23, la muerte presume de tomar a Baal como un niño en su boca y de llevarlo como un cordero(10).

Como ilustra el pasaje, la Muerte es a menudo identificada con el Sheol, el mundo subterráneo, y de hecho las dos parecen ser a menudo sinónimos esenciales. El Sheol es así una especie de perífrasis para Muerte/Mot, como el paralelismo poético de Habakkuk 2:5 sugiere(11):

“…. Los hombres orgullosos desean el poder,
lo buscan sin descanso y siempre quieren más,
aun cuando el poder es traicionero.
Abren su boca como el sepulcro
Y son insaciables como la muerte ;
Por eso se lanzan a conquistar                                             
Nación tras nación”.

Este versículo ejemplifica la más notable continuidad Israelita respecto a la concepción Cananita de Muerte: su rapaz apetito. En los textos Ugaríticos la Muerte es caracterizada por su insaciable apetito, incluso llega a tragarse al mismo Baal. Lo mismo es verdad respecto a la Muerte en las concepciones antiguas Israelitas. Proverbios 27:20 dice, “la muerte, el sepulcro y la codicia del hombre Jamás quedan satisfechos”.

El Sheol es incluso descrito como el que traga, cuyo consumo lleva al muerto al “sepulcro”(Sheol).

Como se traga la muerte a quienes caen en el sepulcro”(Prov. 1:12).

Igualmente Isaías 5:14:

Ensancha su garganta el Sheol,
dilata su boca sin medida,
para tragar a su nobleza y a su pleba,
todo su bullicio y su alegría”.

Viendo que la Muerte era a menudo entendida como agente sobrenatural con las mismas características que el dios Cananita, algunos estudiosos ha propuesto la existencia de un mito del combate entre Yahvé y Muerte similar al combate entre Baal y Muerte. Evidencia más tardía respecto a la batalla entre Yahvé y Muerte se encuentra en el libro de (Isaías 25:4-8). Aquí el profeta parece tomar del mito del combate agrícola  Levantino –entre el fecundo otoño del dios-de-la-tormenta  y el estéril, abrasador verano de Mot. Como bien ha señalado Mark Smith, “tanto los conflictos entre Baal-Yamm y Baal-Mot están relacionados con las lluvias de otoño”(12) y

cada parte importante del ciclo de (Baal) usa la imaginería del periodo de intercambio del otoño….. Este periodo es testigo de la alternancia de los vientos del este llamado Sirocco con los vientos traedores de lluvia procedentes del Mar Mediterráneo hasta que finalmente los vientos del oeste superan a los del este”(13).

Aquí este intercambio estacional se convierte en una metáfora de la salvación de Yahvé para con su pueblo: las nubes de lluvia del dios-tormenta vencen al calor opresivo del verano, i.e. la Muerte. A esta metáfora le sigue la imagen de la fiesta. La fiesta de la abundancia de Yahvé en la ciudadela de Jerusalem trae a la mente una fiesta de la cosecha o de los primeros frutos. Como ya se ha mencionado esta fiesta posiblemente proveyó el contexto cultual para los mitos del combate Ugaríticos –incluyendo la batalla de Baal contra la Muerte- y los mitos del combate Israelitas también.                   
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(A)     Ver Ninurta vs. Azag; Ninurta vs. Anzu(Sumer-Akad); El Dios de la Tormenta vs. la Serpiente(Periodo Hitita Antiguo); Marduk vs. Tiamat(Babilonia); Baal vs. el Mar [Yamm] (Ugarit); Baal/Anat vs. el Dragón (Ugarit).
(B)     Para esta traducción, ver Mitchell Dahoo, “Psalms” (Garden City: Doubleday, 1966), 131. Aunque esta lectura es discutida, muchos estudiosos traducen este pasaje igualmente.
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1.     Otras designaciones para el género son utilizadas algunas veces, como “el mito del Chaoskampf” (Lucha contra el Caos)o el “mito del conflicto”. Otras designaciones menos comunes también tienen lugar.
2.     Joseph Fontenrose, “Python”: A Study of Delphic Myth and Its Origins”(Berkeley: University of California Press, 1959). Cf. Carolina López-Ruiz, “When the Gods Were Born: Greek Cosmogonies and the Near East” (Cambridge: Harvard University Press, 2010), 84-129.
3.     Fontenros, “Python”, 194-209.
4.     (cap.2-1)ABD, “Warrior, Divine”, 876.
5.     Andrew R. Angel, “Chaos and the Son of Man: The Hebrew Chaoskampf Tradition in the Period 515 BCE to 200 CE”, Library of Second Temple Studies(London: T & T Clark, 2006), 25n. 177.
6.     Frank Moore Cross, “Canaanite Myth and Hebrew Epic: Essays in the History of the Religion of Israel”(Cambridge: Harvard University Press, 1973), 140.
7.     God´s Conflict, 6.
8.     Ibid, 6, 39.
9.     Para una más amplia comparación, ver “Yahweh and the Gods and Goddesses of Canaan”, Journal for the Study of the Old Testament. Supplement Series(Sheffield: Sheffield Academic Press, 2002), pp. 185-225.
10.   Ibid., 186.
11.   Wakeman, “God´s Battle with the MOnster”, 107.
12.   M. Smith, “The Ugaritic Baal Cycle” Vol. 1,63.
13.   ibid., p. 97.