domingo, 10 de diciembre de 2017

EGIPTO Y EL MONOTEÍSMO

EGIPTO Y EL CAMBIO RELIGIOSO

Egipto nos ofrece una gran cantidad de fuentes que en la mayoría de los casos están bien determinadas en términos de cronología y proveniencia y que pertenecen a un periodo de tiempo relativamente limitado, los cuatro siglos desde el 1500 al 1100 a.C. Este periodo de tiempo produjo miles de himnos primariamente al dios sol, de los cuales cientos se conservan(1). Dentro de este corpus, se discierne claramente un cambio que puede ser interpretado como una evolución de las ideas. La transformación decisiva tiene lugar durante estos siglos alrededor del 1300 a.C.. Este discurso es un ejemplo de “teología explícita” que adquirió una inusual prominencia en Egipto durante el Reino Nuevo. Pero en qué sentido estos textos indican un proceso de evolución o revolución religiosa? Lo que es único en esta época es que nos confronta con ambas formas del giro monoteísta: uno evolutivo y otro revolucionario. Para Egipto esta es una verdadera “Era Axial”.

Se puede dividir este periodo de tiempo en secciones de diferente duración. La primera sección comprende los años alrededor del 1500 hasta 1350, la segunda contiene los veinte años que van desde el 1350 hasta 1330, y la tercera la época que va desde el 1330 hasta el 1100. El concepto teológico durante el primer periodo puede ser resumido bajo el concepto de un “teología de primacía”. Se trata de un politeísmo con un fuerte sentido de unidad. Todo se orienta hacia un solo dios del que todas las cosas se originaron o “emanaron”: el cielo y la tierra, los humanos y los dioses, los animales y las plantas. Dios aparece aquí como el creador universal, aunque “creador” aquí significa “origen”, y el mundo que se originó de Dios es un mundo al que pertenecen los otros dioses. Al crear este mundo lleno de dioses y otros seres, Dios renuncia a su original singularidad y deviene un dios entre dioses, aunque el más elevado de entre ellos. Esta teología de la primacía es tan antigua como la civilización faraónica, llegando hasta antes del 1500 a.C. Característica de esta ideología es la combinación e identificación de tres formas de relación: originada de, para depender de, y para gobernar sobre. Lo que emerge de un origen permanece dependiendo de este origen. Los Egipcios que toda vida evoluciona del sol, el cual genera la luz y el calor mediante su radiación y el tiempo mediante su movimiento. Todo lo que se origina del y mediante el sol permanece dependiente del sol; sin el sol no habría vida en la tierra. Hasta nosotros mismos nos apuntaríamos a este punto de vista.

La siguiente etapa, sin embargo, no es tan fácil de ser aceptada por nosotros “Depender de” significa, en el pensamiento Egipcio, “ser gobernado o gobernado por”. El sol gobierna como señor o rey sobre el mundo. Emite no solamente la luz y el tiempo, sino también el dominio. No hay que olvidar que los Egipcios fundaron el primer gran estado territorial en la historia humana, y la teología de primacía data, hacia atrás, del origen de este estado, cerca del 3000 a.C.

Cerca del 1500, no obstante, comienza a emerger una perspectiva universalista en adición a la perspectiva tradicional de unidad. Hasta este punto, la gente vivía en un mundo cuyos límites coincidía con las fronteras de Egipto. El ámbito exterior no era considerado como parte de la creación sino del caos. Desde el 1500 en adelante los Egipcios comenzaron a tener experiencias que requerían una diferente perspectiva. Como consecuencia de cambios políticos radicales que no se pueden tratar aquí –dominio extranjero, los Hyksos, y guerras de liberación- Egipto entró en una red de interconexiones políticas y vino a ser un actor global entre, y además, y sobre otros poderes de igual o menor importancia. Estos cambios políticos causaron una transformación de la visión del mundo tradicional. Egipto ya no era visto como coextensivo con la creación en el sentido de un mundo ordenado rodeado por el caos, sino meramente parte de un mundo mucho más comprehensivo que contenía muchas naciones y civilizaciones comparables.

La humanidad estaba ahora dividida en cuatro razas: Egipcios, Libios, Nubios, y Asiáticos, o incluso cinco con la adición de los Minoicos, Micenos, y Egeos, y los Egipcios creían al dios sol y creador como el responsable de todos ellos. Un himno al dios sol, que data del tiempo de la guerra de liberación, le alaba como

Atum, creador de los seres humanos
Que los diferencia y los hace vivir,
Que distingue a los pueblos por el color de su piel(2).

Esto no se refiere a diferencias entre individuos sino entre razas, idiomas, y formas de vida.

Cuando el dios primordial del que todo se originó, se transformó a sí mismo en el sol y creador, subió a una barca, junto a otras deidades, en orden a circular alrededor de la tierra durante el día y durante la noche, por arriba y por abajo, y de esta manera animar, organizar, y preservar su creación. Este concepto, el más central e importante idea de la imagen del mundo en el Egipto antiguo, sufrió una transformación decisiva que comenzó a ser evidente en los textos cerca del 1400. La distancia entre el dios sol y los otros dioses aumentó cada vez más hasta que llegó a circular alrededor del mundo solo en su barca. Aunque los otros dioses aún existían como creaciones del dios sol junto con los humanos, animales, y plantas, la perspectiva monoteísta vino a ser mucho más dominante.

Esta nueva imagen del mundo fue radicalizada por Akhenaton, quien ascendió al trono de Egipto cerca del 1350 a.C.: los demás dioses fueron abolidos, sus templos cerrados, sus sacerdotes expulsados, sus imágenes destruidas, sus nombres eliminados, sus cultos y fiestas descontinuados. Por un lado estas acciones pueden ser vistas como el apex de un desarrollo que comenzó doscientos años antes; por otro lado, esto es un acto claramente violento que ha de ser interpretado en términos de revolución que no evolución.

Para Akhenaton, sólo existía un dios: el sol. Sin embargo, el sol ya no cruzaba el cielo y el inframundo en una barca, sino que fue despojado de todos los rasgos antropomórficos y representado como un disco o globo con rayos que terminaban en sus manos(este era el único antropomorfismo restante). En los himnos de Akhenaton la perspectiva universalista alcanza su punto más alto(3).

El monoteísmo de Akhenaton no es menos relevante y radical que la posición del Deutero-Isaías ochocientos años después. Para Akhenaton como para el Deutero-Isaías, sólo hay un Dios. En dos de sus himnos leemos: “Tú uno y único Dios después del cual no hay más dios”(4). El dios de Akhenaton, sin embargo, es el sol y sólo el sol. Su teología no es antropomórfica sino heliomórfica, y más una cosmología que una teología. Akhenaton sacó nuevas y revolucionarias conclusiones de la idea tradicional que el sol genera no solo luz y calor mediante su radiación sino también tiempo mediante su movimiento. Si toda la realidad deriva de la luz y el tiempo, los otros dioses son ficciones superfluas sin ninguna parte en la creación y preservación del universo. Sus cultos debían desaparecer, sus templos cerrados, sus imágenes destruidas, sus nombres eliminados, sus sacerdotes despedidos, y abolidas sus fiestas.

A diferencia del monoteísmo del Deutero-Isaías, el monoteísmo de Akhenaton no pasó de ser un corto episodio en Egipto. Después de la muerte del rey, los antiguos dioses fueron reintroducidos y todo trazo de la nueva religión y su fundador fueron borrados. Es sorprendente como la evolución de las ideas que culminaron en la revolución de Akhenaton de ninguna manera fueron reprimidas, ni invertidas. Al contrario, los sacerdotes de Tebas respondieron al ataque de Akhenaton desarrollando una nueva teo-cosmología basada en una nueva categoría teológica: el concepto de Ba.

El concepto del ba denota una fuerza vital inmaterial que anima el cuerpo en la vida y se separa ella misma del cuerpo en la muerte. Los teólogos adoptan este concepto para redefinir la relación entre Dios y el mundo, un mundo que era visto de nuevo como habitado por dioses y humanos. Ahora bien, el dios más elevado, el origen de todo, es concebido como un ba en el cuerpo humano. Al mismo tiempo, los muchos dioses que mantenían funcionando el universo pueden ser considerados como los muchos bas del Uno trascendente, en el sentido de ser sus manifestaciones inmanentes.

En qué sentido puede ser entendida esta manifestación como un paso hacia un proceso evolutivo, un paso hacia delante? Con el concepto del ba, se descubre una forma completamente nueva para concebir la relación entre la unidad y la diversidad en términos de trascendencia e inmanencia.

El antiguo paradigma de primacía y creación no es ahora superado sino complementado por el nuevo paradigma de trascendencia y manifestación. En el marco del primer paradigma, el de la creación y primacía, lo divino como unidad era concebido sólo en términos de pre-existencia, como prior y exterior al mundo creado. La relación Dios y el mundo vino a estar temporalizada: Dios como Uno antes de la cosmogonía, Dios entre muchos dentro del mundo. Ahora, se encuentra una categoría mediante el concepto del ba para concebir a Dios como unidad junto con o simultáneo al mundo creado. La idea de Dios como origen y creador antes del mundo es ahora complementada por Dios como poder trascendente que se manifiesta y se esconde él mismo en el mundo. Este Dios no confronta al mundo desde fuera, sino que lo penetra y anima desde dentro, y al mismo tiempo lo excede.

Este cambio desde un politeísmo de primacía con una fuerte perspectiva de unidad a una especie de monoteísmo inclusivo que ve a los muchos dioses como manifestaciones del Uno Oculto no enfrenta con una verdadera evolución de ideas. No hay antagonismo, ni rechazo de la tradición involucrada, sino un proceso que puede ser entendido en términos de una lógica evolutiva. Esto es confirmado por el hecho que el mismo proceso puede ser observado en otras religiones. Al referirse a la religión India, el medievalista C.S. Lewis escribe:

El Monoteísmo no ha de ser visto como rival del politeísmo, sino más bien como su madurez. ….. El principio, como lo entiendo, está bien ilustrado en la historia de la religión India. Detrás de los dioses surge el Uno, los dioses al igual que los hombres son solo sus sueños. Esta es una manera de disponer a los muchos…. Los dioses son aspectos, manifestaciones, o personificaciones temporales de un único poder(5).

Pero hay también otro monoteísmo, el monoteísmo de Akhenaton y Moisés que no permite otros dioses. Este monoteísmo de ninguna manera es la madurez del politeísmo sino su opuesto y declarado enemigo. Hay que distinguir entre las dos formas de monoteísmo: monoteísmo inclusivo, que puede ser entendido como la madurez del politeísmo porque es implícitamente correcto desde el principio como perspectiva de unidad, y el monoteísmo exclusivo, al que se llega mediante una resuelta inversión o conversión. De la misma manera, se trata de dos cambios dinámicos en la historia de la religión: la dinámica de la revolución y la dinámica de la evolución.

Ha de ser explicada la transición del politeísmo al monoteísmo en términos de evolución?

La respuesta es “sí”, si entendemos por monoteísmo el monoteísmo inclusivo en el sentido de C.S. Lewis, siguiendo el principio “Todos los dioses son Uno”. La respuesta es “no” si se trata de un monoteísmo exclusivo que sigue el principio “Ningún dios sino Dios”. No se llega a esta posición mediante un desarrollo y madurez, sino mediante un rechazo y aversión radical. Hay que evitar rechazar las demás religiones como incredulidad, paganismo o herejía, y ser conscientes de lo que consideramos incompatible con nuestras propias ideas acerca de lo divino.
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1.      Jan Assmann, Agyptische Hymnen und Gehete (ÄHG), (Fribourg, Switzerland: Universitätsverlag; Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1999).
2.      pBoulaq 17 = pCairo CG 58038, iv, 3-5, ÄHG No. 87C.
3.      Ver ÄHG No. 92,83-104.
4.      “O sólo Dio, después del cual no hay ninguno”! Maj Sandman, Texts from the Time of Akhenaten (Bibliotheca Aegyptiaca 8. Brussels: Fondation Reine Élisabeth, 1938), 94, 17; Cf. “No hay otro excepto él”, Sandman, 7,7-8.

5.      C.S. Lewis, The Allegory of Love: A Study in Medieval Tradition(New York: Oxford University Press, 1958), 57.