jueves, 31 de marzo de 2016

CRISTIANISMO, ORÍGENES

CRISTIANISMO, ORÍGENES
Lo que aseguró la supervivencia del Cristianismo no fue el triunfo de Pablo sino la destrucción de Jerusalem y la destrucción de la fe Judeo-Cristiana. Pablo deseaba separar del judaísmo la enseñanza de Cristo para rescatarla de la política irredentista Judía. El Mesías político-militar Judío nada significaba para Griegos y Romanos. A los ojos de Pablo, Jesús nunca había sido un Mesías en ese sentido. Con la destrucción de Jerusalem se dispersó la comunidad Judeo-Cristiana. Los sobrevivientes huyeron a Asia Menos, Oriente, Egipto y especialmente Alejandría. Por consiguiente, el centro de gravedad Cristiano se desplazó a Roma y el vacío teológico dejado por la extinción de la iglesia de Jerusalem fue ocupado por el sistema Paulino. El Cristo de Pablo no estaba afirmado en el Jesús histórico de la Iglesia de Jerusalem. Esta situación fue corregida por Marcos que escribió la primera biografía de Jesús donde se le presenta como una Deidad.

Otros Cristianos rehusaron cambiar convirtiéndose en heréticos . Tales fueron los Ebonitas, o pobres, principalmente en Egipto.

HELENISMO Y RELGIÓN

HELENISMO Y RELIGIÓN
En tiempos de Alejandro la idea Helena de cultura había evolucionado hasta tal punto que era posible decir que uno era Heleno no de nacimiento sino por educación, así uno nacido bárbaro podía convertirse en un verdadero Heleno. El entronamiento de la razón como parte más elevada en el hombre llevó al descubrimiento del hombre como tal, y al mismo tiempo a la concepción de las costumbres Helenas como cultura humanista general. La última etapa en este camino la tomaron cuando los Estoicos propusieron que la libertad, el más alto bien de la ética Helena, es una pura cualidad interior no dependiente de las condiciones externas, de manera que la verdadera libertad puede muy bien encontrarse en un esclavo si éste es sabio. La teoría prevaleciente no situaba ya al hombre primariamente en el contexto de la polis, como hizo Platón y aún Aristóteles, sino en el del cosmos,  algunas veces llamados “la verdadera y gran ciudad de todos”. Ser un buen ciudadano del Cosmos, un “cosmopolita”, es el fin moral del hombre; y su calificación para esta ciudadanía es su posesión del logos, o razón, y nada más. El punto culminante de esta ideología se alcanzó bajo el Imperio Romano; aunque en todos sus rasgos esenciales la etapa universalista del pensamiento Griego ya estaba presenta en tiempos de Alejandro.

El primer universalismo de la cultura Griega fue seguido de una época de diferenciación; una nueva diferenciación basada principalmente en temas espirituales, participando sólo secundariamente en un carácter nacional, regional y lingüístico. La cultura secular común se vio grandemente afectada por una polarización mental en términos religiosos. Llevando finalmente a una ruptura de la anterior unidad en campos exclusivos.

Pero la marea creciente de la religión se tragó al “pensamiento” Griego transformando su carácter. La cultura secular Helena cambió en una pronunciada cultura pagana religiosa, tanto como auto-defensa contra el Cristianismo como por necesidad interna. Esto significa que en la época del surgimiento de la religión mundial, el Helenismo mismo vino a ser un credo denominacional. Así es como Plotino y aún más Juliano el Apóstata concibieron su Helenismo(i.e. causa pagana) fundando con el Neoplatonismo una especie de Iglesia con su propio dogma y apologética.


En los momentos de su ocaso el concepto de Helenismo fue al mismo tiempo ampliado y reducido. Ampliado en el sentido que en el atrincheramiento final, incluso creaciones puramente orientales como las religiones de Mithras y Attis fueron contadas dentro de la tradición Helena que debía ser defendida; reducida en lo que toda causa se convirtió en la causa de un partido, y cada vez más en la de un partido minoritario.      

miércoles, 16 de marzo de 2016

JAKOB BÖHME

BLOC DE NOTAS, APUNTES

SANTIDAD
Para Böhme, no hay santidad que sea dada entera y de manera definitiva. La Santidad es el fruto de una vocación, debe ser ganada. El verdadero pecado de Adán se consuma en el momento en que se abandona al sueño, y el nacimiento de Eva es su consecuencia. En cuanto a la tentación, duró todo el tiempo de su estancia en el Paraíso.

EL DESEO
Para Böhme, el deseo es la fuerza primordial. La voluntad divina se convierte en deseo, y entonces se forma ese mundo de la naturaleza eterna en el que Dios se manifestará: "En el Principio era el Deseo".

La naturaleza Eterna es un viento que se convierte en un cuerpo perfecto. Este viento es un alma a la que Böhme llama el alma eterna. Esta alma primera y universal es el modelo de todas la almas futuras, luego también del alma humana revestida por Cristo. Pero, qué es esta alma? Es el deseo. Ahora bien, para manifestarse plenamente, Dios se busca. Dios no se revelará verdaderamente hasta que se haya encontrado. La búsqueda de Dios por sí mismo se manifiesta en su deseo de la violencia del fuego devorador, y después de la dulzura del agua. La búsqueda de Dios por parte del hombre, que es también la del hombre por sí mismo, será a imagen de estos dos deseos... En su forma primera, el deseo es una voracidad que, alimentándose de sí misma, se exaspera sin cesar pro no ser sino un furioso torbellino. Este deseo no engendra más que su propio abismo generador de tinieblas y de terror. No obstante se produce una conversión en el ciclo primordial una "metanoia". Es la conversión del deseo. El fuego oscuro se transforma en Luz. Ese fuego tenebroso es un fuego que no alumbra, que no proyecta ninguna claridad. El fuego que arde sin alumbrar es el símbolo del deseo jamás saciado. La llama que ilumina y que jamás se extingue es el deseo eternamente colmado. Este fuego devorador es ante todo la expresión de la cólera divina. La luz es sinónimo del amor. A la cólera de Dios se opone Su amor. En virtud del agua, el deseo deviene substancial. Toma cuerpo en lugar de cavar siempre su propio abismo. Es la fe que se encarna en un cuerpo de luz. El deseo se implanta en ese cuerpo de radiante. Se fija al renovarse eternamente. Subsiste, pues es eternamente saciado. La substancia está en supremacía. El alma que se libera del infierno desaparece en su deseo de amor. El alma que cae en su fondo tenebroso será torturada eternamente por un deseo que jamás se fijará en una verdadera substancia. Jamás tal alma se establecerá verdaderamente en un cuerpo. Será eternamente errante. Esta alma tenebrosa será imagen de su deseo.

En la Biblia el desierto aparece, por un lado, como lugar de desolación. Por el otro es el espacio de la prueba salvadora. Co la luz brota la verdadera vida, la vida y la luz son uno. Nacer a la verdadera vida es, ante todo, morir. El nacimiento de la luz es la muerte del fuego. Para que la criatura se cumpla e necesario que su voluntad propia se niegue y que se abandone totalmente a otra voluntad, que es aquella de la que procede la vida universal en el nivel del espíritu. Para nacer a la verdadera vida, que es la vida substancial manifestada en un cuerpo de luz, es preciso que la voluntad propia desaparezca.

Renunciar no es sólo estar desapegado de los bienes de ese mundo. Es esencialmente negar toda voluntad propia para entrar en la voluntad de Dios.

Qué es la nada? No es el abismo tenebroso solamente. La Nada es la virginidad del ser previa a todo estallido. El deseo de amor es referido a la claridad primera que todavía no se ha oscurecido en un nacimiento, a la pureza del ser que todavía no dice yo.

El desierto en Böhme no es un lugar del alma que designa un estado en un momento determinado del devenir espiritual.

Para Böhme y Paracelsus la imaginación no es una simple productora de fantasmas. En el espíritu del Teósofo, la imaginación, el deseo y la fe son inseparables. La voluntad se manifiesta por el deseo. La fuerza del deseo hace la fe. Ella actúa en nuestros pensamientos (y por ellos).

Dios mismo crea en sus pensamientos y por ellos. Dios creando en sus pensamientos es Dios desplegando su imaginación. Imaginar es producir una imagen. Todo lo que decimos real está en una imagen producida por la imaginación divina.

Hay dos clases de fe y de deseo: una es de Dios y la otra del Diablo. Hay también dos reinos: uno de Dios, el otro del diablo.

Böhme refiere la idea de segundo nacimiento al propio Cristo, haciendo del hijo de María ya no el hijo de Dios en el sentido de las teologías dogmáticas, sino el modelo de todo hombre que deberá nacer de lo alto. Cristo es en su persona el sujeto de este segundo nacimiento sobre el que instruye a Nicodemo en el Evangelio de Juan. Es el fruto de la fe que se encarna en un cuerpo nuevo. Pero Dios no nos da esta fe mas que probándonos.

Cristo ofrece el ejemplo de la transformación radical y substancial del ser, sin la cual no podría haber verdadera vinculación con Dios.

La verdadera hambre de Dios es el deseo de un bien que ya hemos recibido. Dios lo ha implantado en nosotros para que lo gustemos. Lo que importa es que mantengamos su sabor, que no nos hagamos insensibles a él por infidelidad.  El bien que Dios nos dispensa para hacernos desear el deseo de amor es la gracia. Para Böhme la gracia no es solamente un favor. Es verdaderamente una substancia. El elegido cuya alma se ha convertido en carne es un hombre divino; un hombre acostumbrado substancialmente a Dios. Lucifer también era hijo de Dios y quiso ser Dios.

No basta con subscribirse a unas determinadas creencias; lo importante es vivir en espíritu y verdad. Ni regeneran al hombre los palacios y casas costosas, sino el sol espiritual divino que actúa a través de la Palabra de Dios. Hay que abandonar todos nuestros deseos personales, disfrutes, ciencia y voluntad para restaurar la armonía. Pues nuestras almas albergan muchos maliciosos animales que ahí hemos puesto en lugar de Dios a los que adoramos como dioses. Esos animales son los elementos de los que está compuesto nuestro personal e ilusorio yo. Cada uno representa un estado individual de la voluntad, deseo, o conciencia. Si alguien permite que uno de esos "animales" crezca y se expanda en él de manera que sus cualidades tiñan todo su ser, se convertirá en ese ser en cuya posesión está, viniendo a ser inconsciente de su verdadera naturaleza a la luz del Espíritu.

Hay que superar todos los mundanos pensamientos y deseos, antes de encontrar el Reino de los Cielos en uno mismo. Nadie es salvado por Dios como gratitud de éste por haber asistido y tenido la paciencia de oír un sermón en la Iglesia; sólo cuando oímos a Dios hablar a nuestro corazón es que las ceremonias externas nos benefician.

Todas nuestras especulaciones y disputas respecto a los divinos misterios no tienen valor; se originan en fuentes externas. Los misterios de Dios sólo pueden por El ser conocidos, y para conocerlos hemos primero de encontrar a Dios como nuestro centro.

El hombre se ha rodeado de un mundo de voluntad a imaginación propio. Se ha separado de Dios, y sólo podrá recuperar su anterior estado si conduce la actividad de su alma en armonía con el espíritu divino. Ha de sentir el fuego divino del amor ardiendo en su corazón. Este fuego es el espíritu del Mesías que aplasta la cabeza de la serpiente, los deseos de la carne (i.e. naturaleza caída).

La iglesia se ha convertido en un bazar donde se exhiben vanidades, se danza alrededor del Becerro de Oro, los ídolos que hemos construido y llamamos Dios.  Una creencia histórica es una mera opinión basada en una explicación adoptada de la letra de la palabra escrita aprendida en la escuela, oída por el oído externo, que produce dogmáticos, sofistas y comentaristas esclavos de la letra. Pero la fe es el resultado de la percepción directa de la verdad, oída y comprendida por el sentido interno y enseñada por el Espíritu Santo. Se podrá predicar y enseñar tanto como se quiera, no servirá de nada mientras exista el mal en el corazón.

El principio donde se origina el hombre divino es la luz del Logos, y lo que le une de vuelta a este no son las teorías u opiniones acerca de la naturaleza de esta luz, sion el Poder de esta misma Luz. Este poder es la verdadera Fe. El verdadero Cristiano no se une a ninguna secta particular, puede participar en el servicio ceremonial de cada secta, sin pertenecer a ninguna.

Mirad las flores del campo. Cada una tiene sus particulares atributos, sin embargo no luchan entre ellas. No disputan acerca de la posesión del sol y la lluvia, o acerca de sus colores, olor, etc. Cada una crece de acuerdo a su naturaleza. Quién condena a los pájaros del bosque porque no canten igual?

El Reino de los Cielos no está basado en nuestras opiniones y creencias autorizadas, sino que tiene su raíz en su propio poder divino. Nuestro principal objetivo ha de ser tener el poder divino dentro de nosotros. Si poseemos esto, toda búsqueda científica será un mero juego de las facultades intelectuales. La verdadera ciencia es la revelación de la sabiduría de Dios dentro de nuestra mente.




lunes, 14 de marzo de 2016

TEOLOGÍA CRISTIANA

La Biblia no indaga la naturaleza da las cosas, es decir, lo que éstas son por su propio origen (natura, de nasci), sino lo que el hombre y el mundo son a partir de su origen en Dios. Por eso la Biblia no contempla la realidad como "natura" (physis), sino como "creatura" (ktísis). La creación en cuanto realidad creada, por su parte, depende totalmente de Dios, pero difiere infinitamente de Él, y en la medida en que es dependiente de Dios y totalmente diversa de Él al mismo tiempo, se encuentra en una relativa autonomía frente a Dios.

jueves, 10 de marzo de 2016

ATEÍSMO

El ateísmo en la línea del antiguo y el nuevo testamento es esa actitud que rehúsa reconocer al verdadero Dios; por tanto, toda forma de idolatría que, al absolutizar magnitudes finitas, no es sólo una posibilidad y realidad del pasado, sino también del presente. Esa absolutización del honor (prestigio), del poder, de la posesión, del sexo, de la nación, de la raza, etc. lleva a una conducta moral perversa, al distanciamiento de Dios, de los hombres entre sí y del hombre consigo mismo.

sábado, 5 de marzo de 2016

DIOS

La palabra "Dios" significa en la historia de la humanidad el fundamento último y el fin último del hombre y de su mundo. Si Dios desaparece, el mundo queda sin fundamento y sin fin, y todo amenaza convertirse en absurdo. Porque algo tiene sentido cuando se inserta en un contexto más amplio que posee sentido en sí mismo. Si la totalidad pierde el sentido, si queda abolida la realidad de Dios que todo lo determina, rige y sustenta, cada uno de los seres también pierde su sentido. Todo cae en el abismo de la Nada. Así, como ya barruntaron J. Paul, Jacobi, Novalis, Fichte, Schelling y Hegel, el "nihilismo es la última etapa de este proceso". F. Nietzsche fue uno de los pocos pensadores que tuvieron el valor de mirar de frente las consecuencias nihilistas del ateísmo.

La muerte de Dios lleva a la muerte del hombre. Así se constata actualmente un pavoroso vacío de sentido y una falta de orientación que es la causa más profunda de las angustias existenciales de muchas personas. Como dijo L. Kolakowski: "Al perderse la autoconfianza de la fe se rompe la autoconfianza de la increencia. Contrariamente al cómodo mundo del ateísmo de la Ilustración, protegido por la naturaleza amable y bondadosa, el mundo ateo de hoy se percibe como un perpetuo y agobiante caos. Este mundo carece de todo sentido, de toda dirección, de todo signo orientador, de toda estructura..... Desde hace cien años, desde que Nietzsche anunciara la muerte de Dios, apenas se ven ya ateos joviales...... La ausencia de Dios se ha convertido en la herida siempre abierta del espíritu europeo, por mucho que se intente olvidar mediante estupefacientes artificiales..... El derrumbamiento del cristianismo, esperado con alegría por la Ilustración, ha resultado ser casi al mismo tiempo -en la medida en que se ha consumado- el derrumbamiento de la Ilustración. El flamante orden nuevo del antropocentrismo, que debía de construirse en lugar del Dios desaparecido, nunca ha llegado" (L. Kolakowski, "Die Sorge um Gott in unieren scheinbar gottlosen Zeitalter", en Der nahe und der ferne Gott. Nichttheologische Texte zur Gottesfrage im 20. Jahrhundert. Ein Lesebuch", Berlin 1981, 10).