martes, 24 de noviembre de 2015

JESÚS DIOS I

LA DEIFICACIÓN DE JESÚS (I)
El tópico de este estudio es cómo los primeros Cristianos imaginaron, construyeron, y promovieron a Jesús como dios en su literatura desde el primero hasta el tercer siglo d.C. De cómo las concepciones Greco-Romanas sobre la divinidad informaron esta construcción. De cómo los primeros Cristianos aplicaron creativamente a Jesús rasgos de divinidad que estaban presentes y eran reconocidos en la cultura antigua Mediterránea. Aunque algunos autores Cristianos citaron el intento de Tiberio para deificar a Jesús con una curiosa aprobación, era para ellos –y aún lo es hoy para muchos Cristianos- un escándalo teológico hablar de la deificación de Jesús(1). Sólo unos pocos Cristianos, parece, se sentían confortables con la idea que Jesús se convirtiera en un dios. Algunos discípulos de Teodoto de Bizancio, por ejemplo, decían que Jesús se hizo dios cuando el Espíritu descendió sobre él en el Jordán, mientras otros decían que su deificación tuvo lugar después de resucitar de entre los muertos(2). Según tanto la tradición Paulina como la de Juan, sin embargo, Jesús no “se convirtió en dios”, o “en un dios”, sino que “fue” originalmente “en la forma de Dios”(Fil. 2:6) y “en el comienzo con Dios” y “(un) dios” él mismo(Juan. 1:1). Según Celso, un crítico temprano del Cristianismo, los Cristianos no veían como “dioses” a figuras como Hércules y Dioniso dado que habían sido una vez humanos. Orígenes, su oponente, está de acuerdo. Cristo, dado que es el Logos encarnado, nunca sufrió la transición de humano a dios. Aunque en uno de sus oráculos, Hecate (una diosa popular asociada con la noche y la magia) declaró que el alma de Jesús devino inmortal(i.e. deificada)después de su muerte, los posteriores teólogos Cristianos rechazaron esta idea(Aug., Civ. 19.22-23; cf. Eus., Dem. Ev. 3.7)(3). En un sermón atribuido a Juan Crisóstomo se encuentra explícita la declaración que “Cristo no se convirtió en dios partiendo de una naturaleza humana”….. “No predicamos a un humano hecho dios (ούκ άνθρωπον άποθεωθέντα), sino que confesamos a un dios hecho hombre”(4).

A Pesar de semejante resistencia teológica a la deificación de Jesús, no obstante, algunos de los primeros Cristianos tenían ciertas dudas acerca de asimilar a Jesús con personas deificadas. En Palabras de Justin Mártir, “Cuando afirmamos que el Verbo, que es la primera descendencia de Dios, nació sin relaciones, Jesucristo nuestro maestro –y que fue crucificado y murió y resucitó de nuevo y ascendió al cielo- no estamos diciendo nada nuevo…….”(1 Apol. 21.1-3)

Jesús, continúa Justino, es digno de ser llamado “hijo de Dios” dada su sabiduría(δίa σοφίαν) (1 Apol. 22.1). Él es el Logos  nacido de Dios como es Hermes el que “da a conocer el Logos”. El llamado nacimiento de la virgen es “común con Perseo”, y las curaciones de Jesús son “similares a las que se dice realizó Asclepio”. Incluso la crucifixión de Jesús es paralela a los sufrimientos de Heracles y Asclepio” (1 Apol. 22:6).

Como es natural en los textos apologéticos, Jesús supera competitivamente a sus rivales (1 Apol. 21, 25). Sin embargo, el intento de Justino de “quedar encima” de sus oponentes, acepta una asimilación más profunda: Jesús no sólo encaja en el patrón de otros dioses deificados, sino que se convierte en el modelo para sus daimónicos competidores(5). Así, si Justino se oponía teológicamente a la idea de la deificación de Jesús, estaba no obstante preparado para “aplicar concepciones culturales comunes acerca de lo que otros exhibían como divino para establecer la deidad superior de su señor”(6). Justino no era el único que argumentaba de esta manera. Muchos otros escritores Cristianos –incluyendo aquellos del Nuevo Testamento- consciente o inconscientemente re-inscribieron rasgos divinos de los dioses Mediterráneos y personajes deificados en su discurso referente a Jesús. El resultado fue la deificación discursiva de Jesucristo. Como bien indica el adjetivo “discursivo”, el término “deificación” no significa que Jesús fuese pensado para convertirlo en un dios (una afirmación teológica), sino que Jesús vino a ser “descrito” como un dios(un juicio histórico). dAmbas clases de deificación son “procesos” de un mismo tipo. Uno de los procesos es “émico” centrado en el Jesús de la teología Cristiana (o Cristología), el otro es “ético” y se centra en las concepciones de las comunidades históricas Cristianas que adoraban a Jesús(7). Aunque desde un punto de vista “émico”, los primeros Cristianos aceptaron la divinidad única de Jesús, desde una perspectiva “ética” también jugaron un papel activo en la construcción de esta divinidad mediante sus descripciones literarias de él. Ovidio, el poeta, escribió que “los dioses, también, son creados mediante el verso”(di quoque carminibus….. fiunt) (Pont. 4.8.55). Lo que era verdad para otros dioses también lo era para el dios Jesús: en sus evangelios, epístolas, Apocalipsis, poemas, y tratados apologéticos, los Cristianos construyeron lo que significaba para Jesús ser divino usando el lenguaje, valores, y conceptos que eran comunes en la cultura Greco-Romana.

El “acontecimiento” de la deificación no es cuando el logos se hizo carne en el vientre de María, o cuando Jesús se transfiguró, o cuando resucitó del sepulcro. Más bien, este acontecimiento es continuamente actualizado en las narrativas tempranas Cristianas que describen la concepción divina de Jesús, su transfiguración y resurrección. El acontecimiento de la deificación es pues parte de la historia de la iglesia. Además, es repetible –puede re-ocurrir con cada nueva lectura de los textos que retratan  a Jesús como ser divino.

DOS MODOS DE DEIFICACIÓN EN EL CRISTIANISMO TEMPRANO
Al menos dos modos de deificación aparecen en los textos tempranos Cristianos. El primero puede ser llamado “deificación mediante la exaltación” y el segundo “deificación mediante la pre-existencia”. Parece que los primeros Cristianos vinieron a describir a Jesús como ser divino pre-existente. Era “en la forma de Dios” disfrutando de un estado de igualdad con Dios (Fil. 2:6). El Apóstol Pablo afirmaba que el mundo fue hecho por él(1 Cor. 8:6; cf. Col. 1:16; Juan 1:10). En la tradición de Juan, Jesús vino a ser identificado con el logos que existía “en el principio con Dios”(Juan 1:1-3). Basados en estas tradiciones, uno puede preguntar si es más apropiado hablar de “homonificación” que de “deificación” de Jesús. Es más, en la cosmología prevista por los antiguos Cristianos, probablemente era menos apropiado preguntar, “Cómo un humano devino un Dios?” que preguntar: cur deus homo –“Por qué un dios se hizo humano”?

En un estudio histórico, sin embargo, uno no puede comenzar con un teologumeno (ej. Que hay un ser divino llamado el “logos” o el “hijo” que ha existido eternamente junto a Dios y se puede encarnar). La historia trata con eventos e ideas en un mundo condicionado por las categorías de tiempo y espacio –nuestro mundo. En algún momento en el tiempo un historiador puede aceptar que el logos pueda haberse convertido en carne, pero hasta que Jesús comenzó a manifestar su divinidad en el siglo primero en Galilea, sus seguidores no pudieron proclamar esta divinidad al mundo. Se podría examinar la historia de la tradición teológica del estado pre-existente de Jesús y su posterior encarnación –pero este no es el tema de este estudio(8). Asumimos que en algún momento en el tiempo, los primeros Cristianos intuyeron que Jesús era un ser divino, y comenzaron a atribuirle en su literatura una divinidad pre-existente –y de esta manera a deificarlo.

Además de esta deificación mediante la pre-existencia, los primeros Cristianos también comenzaron a hablar de deificación mediante exaltación. Esta es una manera tanto Cristiana como Teológica de hablar acerca de la divinidad de Jesús –aunque es una, se puede argumentar, más análoga al tipo de deificación histórica y literaria presentada en este estudio. Según Romanos 1:4, Jesús fue “designado” (όρισθέντος) hijo de Dios desde (o mediante, έκ) su resurrección de entre los muertos(9). En otra tradición, Dios “hizo” (έποίησεν) a Jesús “señor” –aparentemente después de su resurrección (Hech. 2:36). En un tercer texto, Dios “instituyó” (έθηκεν) a Jesús como heredero del universo (Heb. 1:2). Después de su expiatoria muerte y resurrección, Jesús fue elevado a la diestra de Dios, y “vino a ser”(γενόμενος) superior a los ángeles heredando un nombre preeminente (vv. 3-4); Fil. 2:10-11). Estos nombramientos a un tan elevado estatus (i.e. el de viceregente cósmico que recibe culto) representan literalmente la deificación de Jesús en la temprana literatura Cristiana. Representan una especie de promoción de Jesús desde una condición inferior a una más elevada, divina.

Estos dos patrones de deificación Cristiano (exaltación y preexistencia) están yuxtapuestos sin la menor señal de tensión en lo que es quizá nuestro himno cristológico más temprano, Fil. 2:6-11). Aquí Jesús, “en la forma de Dios” e “igual a Dios”, se hace humano (o humanoide, έν όμοιώματι άνθρώπων) en obediencia a Dios. Como resultado de esta obediencia –incluso hasta la muerte- el Jesús humano es exaltado al cielo, recibe “un nombre por encima de todo nombre” y es adorado por los seres en cada nivel de existencia. En esta breve cita, Jesús es humanizado y deificado. Humanizado porque, históricamente hablando, algunos Cristianos tan pronto como los años 40 d.C. identificaban ya a Jesús con un ser divino preexistente en la forma y gloria de Dios(Fil. 2:6)(10). En el himno a Jesús, Jesús es también deificado siendo exaltado, adorado, y recibiendo “un nombre por encima de todo nombre” –los cuales son todos honores pertenecientes propiamente a Yahvé (aquí llamado “el Padre”). Si el drama de la mini-narrativa ha de ser tenido en cuenta, hay que asumir que Jesús aparentemente no disfrutó de esos honores anteriormente(vv.9-11).

No se trata de saber cuál tradición de deificación (preexistencia o exaltación) es más temprana o más original en este estudio(11). Son simplemente dos estrategias discursivas paralelas que usaron los primeros Cristianos(algunas veces simultáneamente) en orden a deificar a Jesús en su liturgia y literatura(12). De manera importante, cada estrategia es acorde con declaraciones importantes en las escrituras Judías (especialmente Salm. 110:1, Dan. 7:13-14) que fueron aplicadas y adaptadas a Jesús. El tema de este estudio es cuán temprano la literatura Cristiana describe a Jesús como un dios de manera inteligible y reconocible en la cultura Greco-Romana.                                        
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1.     ver Tertuliano, “Apol. 5.1-2; 21.14, 29-30; Eusebio, Hist. Eccl. 2.2.2-6”.
2.     Hipolito, Haer. 7.35.2.
3.     El oráculo es reconstruido por Gustav Wolff, “Porphyrii de philosophia ex oraculis haurienda”(Hildesheim: Georg Olms, 1962), p. 180-83).
4.     Juan Crisóstomos, “In Illud, Memor fui dei, et delectatus sum”(Ps. 76.4)”, en PG 61.697.38-42. Cf. Juan Damasceno, Orth. Fid. 46:36-39.
5.     Justino ve los relatos de hombres deificados como daimónicas imitaciones de Cristo tomadas de las profecías Hebreas(1 Apol. 54,64) sobre esta táctica apologética ver Annette Yoshiko Reed, “The Trickery of the Fallen Angels and the Demonic Mimesis of the Divine: Aetiology, Demonology, and Polemics in the writings of Justin Martyr”, JECS 12 (2004):141-71.
6.     Ver Jean Pépin, “Christian Judgments on the Analogies between Christianity and Pagan Mythology”, en Mythologies, eds. Yves Bonnefoy and Wendy Doniger, 2 vol. (Chicago: University of Chicago Press, 1991), 2:655-56.
7.     Las construcciones émicas, según J. W. Lett, “son descripciones y análisis realizados en términos de los esquemas conceptuales y categorías consideradas con sentido por los participantes en el evento o situación que está siendo descrita o analizada. Las construcciones Éticas son descripciones y análisis realizados en términos de los esquemas conceptuales y categorías consideradas con sentido por la comunidad de académicos observadores.
8.     Ver R. G .Hamerton-Kelly, “Pre-existence, Wisdom, and the Son of Man: A Study of the Idea of Pre-existence in the New Testament”(Cambridge: Cambridge University Press, 1973); Jürgen Habermann, “Präexistenzaussagen im Neuen Testament”(Frankfurt am Main: Bern, 1990); Karl-Josef Kuschel, “Born Before All Time? The Dispute over Christ´s Origin”(New York: Crossroad, 1992), p. 177-395; Simon J. Gathercole, “The Pre-existent Son: Recovering the Cristologies of Matthew, Mark, and Luke”(Grand Rapids, MI: Eerdmans, 2006).
9.     De manera similar, el autor de Hechos parece conectar la profecía de Salm. 2:7(Tú eres mi hijo) con el hecho de la resurrección- sugiriendo que mediante su resurrección, Jesús devino el hijo de Dios(Hechos 13:33-4).
10.   En los Evangelios canónicos este ser preexistente es algunas veces citado como “Hijo del Hombre”. Aunque atacada por algunos (i.e., Jerome Murphy-O´Connor, “Christological Anthropology in Phil  2:6-11)”, Revue Biblique 83(1976): P25-50; James D.G. Dunn, “Christology in the Making: A New Testament Inquiry into the Origins of the Doctrine of the Incarnation”, 2nd. Ed. (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1989), p. 114-15), la preexistencia en Fil. 2:6 aún sigue siendo el punto de vista del consenso.  
11.   Ver, por ejemplo, el desarrollo del esquema en Otto Pfleiderer, “The Early Christian Conception of Christ: Its Significance and Value in the History of Religion”(New York: G.P. Putnam´s Sons, 1905), p. 16-19.

12.   Hay que señalar los comentarios de Wilhelm Bousset, “Kyrios Christos”, Trad. John Steely (Nashville: Abingdon, 1970), p 337-38. Bousset argumenta que no importa si los Cristianos llegaron a la divinidad de Cristo afirmando su preexistencia o porque veían a Cristo como (en cierto punto) elevado a dios, dado que la deidad de Cristo era originalmente una realidad pre-teologizada realizada en la exaltada experiencia del culto Cristiano (P 333-334).