viernes, 24 de abril de 2015

GNOSIS: SISTEMAS GNÓSTICOS

LOS GRANDES SISTEMAS GNÓSTICOS DEL SIGLO SEGUNDO
EXPANSIÓN DE LA GNOSIS
La expansión de las sectas gnósticas desde mediados del siglo primero desde Palestina-Siria hacia el Oeste alcanzó su punto máximo en el siglo segundo, estableciéndose a lo largo de las costas de Asia Menor y Grecia a finales del siglo primero, también alcanzó, probablemente ya en las dos primeras décadas del siglo segundo, Egipto, i.e. Alejandría primero, y un poco más tarde (cerca del 130) también la metrópolis del imperio, Roma. De esta manera las dos ciudades más importantes de la época también se convirtieron en centros Gnósticos. Las escuelas que surgieron aquí son, al mismo tiempo, las escuelas líderes del siglo segundo. Desafortunadamente, la evidencia de la que disponemos es muy fragmentada, por lo que es imposible ofrecer un cuadro completo de la historia de la Gnosis en los siglos segundo y tercero. No obstante, la mayoría de toda la literatura gnóstica que nos ha llegado, incluyendo los textos de Nag Hammadi, datan de esta fecha. Las sectas a menudo mencionadas por los heresiológos, por ejemplo, los Ofitas, los Nassenos, los Cainitas, los Setianos y los Peratas, pertenecen a este periodo; surgen en esta época o, en su mayor parte, alcanzaron su punto más alto. Especialmente tres teólogos gnósticos determinaron el perfil de la Gnosis en el siglo segundo: Basilides, Marción, y Valentín.

BASILIDES (en Griego: Basileides)
Es el representante más importante de una Gnosis Cristiana que se vio conscientemente a sí mismo como tal, y quiso ser un teólogo Cristiano. Hegel en sus clases sobre la historia de la filosofía, lo describe como uno de los más distinguidos gnósticos. Desafortunadamente, no se sabe casi nada de su vida, ni siquiera el año de su nacimiento y muerte. Ejerció en Alejandría bajo los emperadores Adriano y Antonino Pius (117-161 d.C.). No sabemos si vino de Egipto, o quizá del Este (Siria). Los Padres de la Iglesia le consideraban un discípulo de Menandro de Antioquia, lo que es poco probable. Su estancia en Persia (como predicador) es también muy poco probable, pertenece al ámbito de la leyenda. De su obra literaria se conocen, a parte de algunos fragmentos, solo los títulos. Orígenes le atribuye la composición de un evangelio, aparentemente una recensión gnóstica de los evangelios de la Iglesia. A esto añadió una exégesis (Exegetika) en 24 libros, de la que Clemente de Alejandría ha conservado algunos extractos. Además compuso para su congregación salmos, u odas. El valor que Basilides atribuía a la “tradición apostólica” (paralela a la labor de la Iglesia) está atestiguado en informes según los cuales afirmaba haber tenido por maestro al intérprete de Pedro, Glaucias, o, como se dice en otras partes, que había recibido “palabras secretas” del Salvador mediante el Apóstol Matías(1). Otras autoridades a las que apelaba eran los profetas Barcabbas y Barcofo(hijos de Noé?) que nos son desconocidos. Estos “y algunos otros que nunca existieron(Basilides) los crea para sí e inventa bárbaros nombres para ellos y así asombrar a aquellos que eran por estas cosas influenciados”, como escribe Eusebio(2), refiriéndose a la “Refutación de Basilides” por Agrippa Castor, la cual se ha perdido.

ENSEÑANZA DE BASILIDES
En cuanto a la enseñanza misma no es nada fácil entenderla, dado que hay, aparte de unos cuantos fragmentos auténticos, dos completamente diferentes informes acerca de esta(3). Mientras un grupo de fuentes citadas por Ireneo(4), presenta un sistema dualista relacionado con la tradición gnóstica temprana, Hipólito(5) presenta un sistema de doctrina esencialmente monista, fuertemente Greco-filosófico. Las diferentes explicaciones para estas variaciones aún no han llegado a ofrecer una solución satisfactoria. Probablemente ninguno de los dos relatos heresiológicos, como ocurre a menudo, es idéntico respecto al sistema original. Ireneo trata de describirlo con rasgos Valentinianos; Hipólito quiere relacionar toda la enseñanza gnóstica con la filosofía Griega y no tiene muchos escrúpulos en el uso de sus fuentes (atribuye la “Apophasis Megalé” a Simón el Mago). Se puede asumir que Basilides no presenta sus enseñanzas sistemáticamente(no menciona ninguna obra adecuada), la comunica solamente oralmente a sus discípulos mediante la exégesis bíblica. No es sorprendente  que la escuela posterior realizara interpretaciones y transformaciones diferentes. Quizá se pueda asumir que la Gnosis de Basilides, como la Maniquea, tenía diferentes facetas, i.e. estaba por un lado, en deuda con la tradición gnóstica más antigua y, por el otro, se había adaptado a la filosofía tardía Griega y la teología Cristiana. La formación de una escuela reforzó esta tendencia, como se puede también observar en el Valentinianismo. Los fragmentos que han sobrevivido no encajan en ninguna de las dos descripciones del sistema; tratan también más con problemas éticos prácticos. Sin embargo, muestran un fondo dualista, en parte claramente anti-cósmico, del sistema que contenía comienzos ascéticos y libertinos: un caos inicial y una mezcla pusieron en moción la génesis del mundo y trajeron el alma al cuerpo, donde ha de permanecer hasta la salvación final, dado que comparte la pecaminosidad universal del mundo(de la que ni siquiera el Jesús terreno está exento). El sufrimiento del alma(también el martirio) es aquí un castigo por la ignorancia y la transgresiones que surgen de esto. El sucesor de Basílides, su hijo Isidoro, enfatiza además la falta de homogeneidad del alma: puede tener apéndices que permanecen abiertos al deseo del mal. Los gnósticos (espirituales) son una “selección” alienada del mundo, dado que tienen una constitución sobrenatural. Basilides prefiere la expresión “fe” a “Gnosis”, aunque quiere decir lo mismo cuando la toma significando “comprensión”(noesis), que no está basada en la prueba y la libre decisión sino en la “elección sobrenatural”, y es así “dado por naturaleza”. La fe es por lo tanto “un estado de ser, no libertad, una naturaleza y substancia, una eterna belleza de una súbita creación”. Los problemas éticos que aparecen en esta doctrina de la predestinación ocuparon en gran manera a la escuela de Basilides.

Los pocos textos auténticos no hacen referencia a la especulación mitológica; más bien han de ser obtenidos de las fuentes ya mencionadas. Como Ireneo ha probablemente conservado correctamente, Basilides enseñó una emanación de seres y ángeles del Padre no-engendrado: primero seis poderes espirituales que formaban el Pleroma: “mente”(nous) o Cristo, “palabra/verbo”(logos), “prudencia” (Phronesis), “sabiduría”(Sophia) y “poder”(dynamis). Del último par 365 poderes angélicos tienen su origen en una secuencia descendente ininterrumpida, cada uno creando un “cielo” según el modelo del precedente. Esas 365 esferas celestiales corresponden al año del mundo o eón, entendido aquí espacialmente, que al mismo tiempo simboliza la distancia entre Dios y creador. La clase más baja de ángeles crearon el mundo y el hombre. Su líder es el Dios de los Judíos que aparentemente también es llamado “Abrasax”(o “Abraxas”), un nombre que tiene como base el valor númerico 365, según el número de cielos, aunque probablemente tuvo su origen como paráfrasis secreta del nombre del Dios Judío Yahweh escrito con cuatro (Hebreo: arba = abra)consonantes(tetragrama). En orden a liberar a los hombres de la tiranía del Dios de los Judíos y creador del mundo, el Dios supremo envió a su Cristo-Nous que apareció en Jesús, aunque antes de la crucifixión cambió funciones con Simón de Cyrene de manera que no fue crucificado y pudo regresar irreconocido a su Padre. En este proceso de salvación, los hombres en tanto que tal no importan sino sólo sus almas(no se dice nada más respecto al descenso del alma); el cuerpo es transitorio y la obra del poder demiúrgico.

LA REINTERPRETACIÓN MONISTA DEL SISTEMA
La reinterpretación monista del sistema de Basilides lee diferente aunque es similar en las ideas fundamentales, dado que todo habla a favor del punto de vista que en la Gnosis un proceso inverso, i.e. una posterior interpretación dualista tardía de un sistema o doctrina originalmente fuertemente monista, es impensable. El inefable, “no-existente” Dios produjo sin volición una “semilla-del-mundo”(similar al huevo cósmico) de la que todo lo que existe procede según un orden predestinado(como si surgiera de la semilla de un árbol de mostaza), o sea en un movimiento hacia arriba, pues la semilla está aparentemente “abajo” (sobre la semilla del caos?), mientras Dios está “arriba”. La emanación da lugar a tres “hijos”: el primero, el más ligero, acelera de una vez hacia Dios, el segundo, más grueso, sólo puede llegar ahí con la ayuda del Espíritu Santo, y el tercero ha de permanecer debajo y necesita purificación y salvación (corresponde al “alma”, i.e. el elemento del mundo físico). De la semilla-del-mundo también procede el gobernante de la esfera de las estrellas fijas(la ogdada) y el gobernante de los planetas(la hebdomada) que son descritos en términos del culto Griego al cosmos. La salvación consiste en llevar de vuelta los elementos divinos que, en forma del tercer origen, están aún en el mundo inferior. Para realizar esto, este sistema, también, usa el evento de Cristo, aunque bastante transformado: el “evangelio” (que aquí representa al Cristo celestial) viaja como un rayo de luz a través de los mundos intermedios, instruyéndoles, hasta que alcanza nuestro mundo donde ilumina a Jesús. Su destino sigue externamente (en el cuerpo) el curso de los evangelios, aunque inicia mediante una “separación de las especies” la escatológica “restauración de todas las cosas”, llevando de vuelta al tercer hijo que fue dejado atrás en el mundo espiritual sobre el cosmos. Cuando esto ocurre, la Gracia se apropia de la “creación”, i.e. Dios expande la “ignorancia”-inocencia- primordial sobre esta, “de manera que todo permanece de acuerdo a su naturaleza y nada se rebela contra su naturaleza”. El anterior orden espacial de las cosas es restaurado. Este sistema de un dotado seguidor de Basilides(en Roma?) que había recibido una educación Platónica también ha conservado el rasgo “trágico” típico de la Gnosis: lo “ajeno al mundo”(lo no mundano)es, sin culpa, muy de cerca ligado al mundo inferior, el cual está estrictamente separado del espiritual mundo superior, y necesita ser liberado.                         
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1.     (Hech. 1:23).
2.     Eusebio, Eccles. Hist. IV 7:6-8 (Loeb Classical Library).
3.     La mejor presentación de las fuentes traducidas es la de W. Foerster, “Gnosis I”, PP. 80-110(ET 59-83). Cf. También R. Haardt, “Gnosis”, pp. 41-54.
4.     Ireneo, “Adv. Haer. I 24:3-7.

5.     Hipólito, “Refutatio VII 20-27.

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