lunes, 3 de abril de 2017

PABLO, ANUNCIANDO LA PASIÓN

ANUNCIANDO LA CRUCIFIXIÓN

Bastante antes que fuesen escritos los Evangelios, había historias acerca de Jesús que circulaban oralmente. Pasaban de boca a boca, y fueron “representadas” en el culto -ver 1 Corintios 2:1-2; Gál. 3:1. Pero la historia de Jesús no comienza donde la mayoría de la gente espera -en Belén. La narrativa del nacimiento vino bastante después. En el centro de la tradición oral temprana estaba el relato de la muerte de Jesús, entierro, y resurrección -lo que hoy llamamos la narrativa de la Pasión. Es llamado algunas veces kerygma, del Griego “proclamación” o  “anuncio”. Era el centro de la predicación oral acerca de Jesús. 

La mayoría de los estudiosos piensan que el relato de la crucifixión fue el verdadero punto de comienzo del relato sobre Jesús. El más temprano Evangelio, Marcos, por ejemplo, ha sido llamado a menudo “una narrativa de la Pasión con una amplia introducción”. Hay dos razones principales para esta visión. La primera es que la tercera parte del final del relato (Marc. 11-16) narra la última semana de la vida de Jesús, que se corresponde con la Semana Santa en el calendario litúrgico Cristian. Comienza con la entrada triunfal en Jerusalem (11:1-10, Domingo de Ramos) y finaliza con la tumba vacía (16:1-8, Domingo de Resurrección). 

Segundo, gran parte de los primeros dos tercios del Evangelio de Marcos anticipa el hecho de la muerte de Jesús. El relato transmite el fin no sólo haciendo que el mismo Jesús lo prediga en tres ocasiones (8:30-31; 9:30-32; 10:33-34), sino también mediante varias alusiones a la crucifixión a lo largo del relato. Algunas son sútiles; otras no. Una de ellas es la transfiguración (9:2-8), descrita a menudo como una adelanto de la resurrección, En otra de estas, Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”(8:34). Pero imaginemos cómo aquellos que oyeron a Jesús durante su vida habrían reaccionado al “tome su cruz y sígame”. No tiene sentido al menos que uno sepa como se desarrollará la historia. 

Narrativamente en Marcos, este episodio está situado entre la primera predicción de Jesús de su Pasión y la transfiguración; sin embargo, ocurre mucho antes que los discípulos sepan qué significa que Jesús debe morir. De hecho, en la escena anterior Pedro protesta a Jesús por el mero indicio que pueda morir (8:32). Ni tampoco entienden Pedro, Santiago, y Juan qué significaba la transfiguración(9:10). Aquí comenzamos a ver señales del arte de la narración en el Evangelio de Marcos: los discípulos, como carácteres dentro de la historia, no pueden posiblemente entender lo que se quiere que comprenda la audiencia del Evangelio. En otras palabras, hay un mundo ficticio interno dentro del relato que está hecho para interactuar dramática e irónicamente con la audiencia. Este dicho extraño como muchos otros en los Evangelios, es una posterior retrospección Cristiana acerca de la muerte de Jesús insertado después en la narrativa de su vida. Podemos ver como la narrativa de la Pasión era el centro alrededor del cual todo el resto estaba ensamblado. O para decirlo de otra manera, el que relata la historia comienza con la Pasión y le añade episodios y enseñanzas de la vida de Jesús como prefacio narrativo y explicación, siempre apuntando hacia el drama de las escenas finales. 

Se puede ver esta idea básica cuando se echa un vistazo a los escritos tempranos en el Nuevo Testamento, las cartas de Pablo. Estas fueron escritas entre el 50 y el 60 d.C. son, pues, anteriores a Marcos unos veinticinco días. Aunque Pablo nunca vio u oyó a Jesús. Dónde obtuvo esta información? Lo más probable de otros discípulos, como Pedro o Santiago, quienes estuvieron más cerca de los eventos. Algunos de las declaraciones tempranas de Pablo respecto a Jesús en sus cartas son nuestras mejores fuentes para trazar elementos de la tradición oral en un punto medio entre la muerte de Jesús y el primer Evangelio escrito.



de todas formas, hay que decir que Pablo deja fuera mucho de lo que se tiende a pensar es central en la historia de Jesús. Pablo nunca menciona ninguno de los milagros de Jesús. Ni parece conocer la narrativa del nacimiento; su único comentario es que Jesús “nació de una mujer” (Gál. 4:4), dando a entender que era humano. Excepto en unas cuantas excepciones Pablo sólo da vagas señales de dichos reconocibles de Jesús. En este sentido la palabra “evangelio” aún no significa para Pablo una narrativa de la vida de Jesús. Se refiere más bien a ciertas “buenas nuevas” que han sido anunciadas, como ocurre en la propaganda imperial Romana. Para Pablo, la “buenas nuevas” están claras y son inconfundibles: “Jesucristo, y su crucifixión” (1 Cor. 2:2). Pablo se vio a sí mismo trayendo la historia de la muerte de Jesús a cierta especie de realidad visual para su audiencia. En Gálatas se refiere a la muerte de Cristo como “públicamente presentado ante vuestros ojos”(3:1). Esta afirmación ha de referirse a la propia proclamación oral de Pablo acerca de Jesús y sugiere que empleó sus poderes rectorados para hacer palpablemente reales y evocativas las escenas. La forma como Pablo trató estas historias orales es un punto de comienzo importante para el eventual desarrollo de la narrativa del relato de la Pasión.     

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