LOS MITOS DE LOS ORÍGENES/MUERTE Y RESURRECCION
La mayoría de los mitos de los orígenes ha sido recogida entre poblaciones muy primitivas que practicaban el cultivo de los tubérculos o el de los cereales. En las culturas más evolucionadas, esos mitos resultan mucho más raros y con frecuencia han sufrido reinterpretaciones. Un tema muy difundido explica que los tubérculos y los árboles de frutos comestibles (cocotero, platanero) habrían nacido de una divinidad inmolada. El ejemplo más famoso procede de Ceram, una isla de Nueva Guinea: del cuerpo descuartizado y enterrado de una doncella semidivina, Hainuwele, brotaron plantas hasta entonces desconocidas, y en primer lugar los tubérculos. Este asesinato primordial cambió por completo la condición humana, pues en virtud del mismo se introdujeron la sexualidad y la muerte, las instituciones religiosas y sociales que aún permanecen en vigor. La muerte violenta de Hainuwele no es tan sólo una muerte creadora, sino que además permite a la diosa estar siempre presente en la vida de los hombres y también en su muerte. Los hombres, al nutrirse de las plantas brotadas del cuerpo de la diosa, se nutren en realidad de la sustancia misma de la divinidad.
Todas las actividades responsables (ceremonias de la pubertad sacrificios de animales o sacrificios humanos, canibalismo, ceremonias funerarias, etc.) constituyen propiamente hablando una rememoración del asesinato primordial es significativo que el cultivador relaciones con un asesinato el trabajo, actividad pacífica por excelencia, que le asegura el subsistir; en las sociedades de cazadores, por el contrario, la responsabilidad de la matanza de animales se atribuye a otro, a un extranjero. Se comprende la actitud del cazador: teme la venganza del animal abatido (más exactamente de su alma) o trata de justificarse ante el Señor de los animales. En cuanto a los paleocultivadores, el mito del asesinato primordial justifica con seguridad los ritos cruentos como el sacrificio humano y el canibalismo, pero resulta difícil precisar su contexto religioso inicial.
Un tema mítico análogo explica el origen de las plantas nutritivas como excrecencias de la divinidad o de un antepasado mítico. Cuando los beneficiarios descubren la fuente, siempre renovada, de los alimentos, le dan muerte; pero, siguiendo sus propios consejos, despedazan el cuerpo y entierran los fragmentos, de los que más tarde brotan plantas nutritivas y otros elementos necesarios para la agricultura, como aperos agrícolas, gusanos de seda etc.
La significación de estos mitos es evidente: las plantas nutritivas son sagradas, puesto que proceden del cuerpo de una divinidad. Al alimentarse, el hombre come, en última instancia, el cuerpo de un ser divino. La planta nutritiva no está dada en el mundo, como el animal. Es el resultado de un dramático acontecimiento primitivo, en este caso del resultado de un asesinato.
A. E. Jensen estimaba que el mito de Hainuwele pertenece específicamente a los cultivadores de tubérculos. En cuanto a los mitos relativos al cultivo de los cereales, ponen en escena un robo primordial: los cereales existen, pero en el cielo, celosamente guardados por los dioses; un héroe civilizador sube al cielo, se apodera de algunos granos y los regala a los hombres. Jensen clasifica estas dos series de mitos como de tipo Hainuwele y de tipo Prometeo, relacionándolos respectivamente con las civilizaciones de los paleocultivadores de tubérculos y de los agricultores propiamente dichos, que serían los cultivadores de cereales. La distinción es ciertamente real. Sin embargo, por lo que se refiere a los dos tipos de mitos de los orígenes, es menos rígida de lo que pensaba Jensen, pues hay bastantes mitos que explican la aparición de los cereales a partir de un ser primordial inmolado. Añadamos a esto que en las religiones de los agricultores también se considera divino el origen de los cereales; el regalo de los cereales a los hombres se relaciona a menudo con una hierogamia entre el dios del cielo (o de la atmósfera) y la Tierra Madre, o con un drama mítico que implica la unión sexual, la muerte y la resurrección.
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