BETEL
La tradición Yahvista dice que Abraham erigió un segundo altar en Canán, en su segunda acampada, entre Betel y Aí (pequeña nota en Gen. 12:8). Pero Gen. 28:10-22, que es mucho más detallado, y que combina tradiciones yahvistas y Elhistas, atribuye la fundación de este santuario a Jacob (historia análoga acerca de Siqem). De acuerdo con el texto, cuando Jacob iba de camino a Haran, se paró durante la noche en un lugar santo, un “Maqôm”. Tuvo un sueño en le que vió “una escalera” (una rampa) entre el cielo y la tierra. Así, reconoció que este era un “bet-El”, una “casa de Dios”, y la puerta del Cielo: aquí encontramos el mismo pensamiento religioso que daba lugar a la construcción de zigurats en Mesopotamia. Jacob erigió una piedra que había usado como almohada como “massebah”, y la ungió con aceite. Hizo una promesa de que si retornaba sano y salvo, construiría un santuario ahí al cual le pagaría el diezmo de todas sus posesiones: hasta aquí la narrativa Elohísta. La tradición Yahvista añade un relato de una aparición de Yahvé, quien reafirma a favor de Jacob las promesas realizadas a Abraham. De regreso de Mesopotamia, Jacob fue de peregrinage desde Siqem a Betel y estableció un altar y una estela (Gen. 35:1-9, 14-15: tradición Elohista): esto da cumplimiento a su voto en Gen. 28:20-22, pero también es un doblete, para la erección de la estela y la explicación del nombre Betel en 35:14-15 que son repeticiones de Gen. 28:18-19).
Los actos del fundador constituyen un ritual que fue perpetuado por los fieles: había, pues, en Betel un santuario que se decía había sido fundado por los patriarcas: los fieles iban en peregrinaje ahí, vertían aceite sobre la estela y pagaban el diezmo. El peregrinaje está atestiguado en 1 Sam. 10:3, el diezmo en Amos 4:4. La tradición de Jue. 20:18, 26-28; 21:2 describe como los hombres se reunían ante Yahvé en Betel, ofrecían sacrificios, y hacían consultas: incluso el Arca estuvo ahí durante un tiempo.
Después del cisma político, Jeroboam eligió Betel como sito de culto rival de Jerusalem. Parece que en Betel el culto de Yahvé había desplazado al culto de una divinidad Cananea como ocurrió en Siqem. Jacob se paró en el lugar sagrado “Maqôm”, tomó una de las piedras del “maqom” como almohada, y durmió en el “maqôm” (Gen. 28:11): cuando despertó después de tener el sueño, gritó: “Que lugar tan temible es este “maqôm” (Gen. 28:17). La repetición de la palabra sugiere que en este contexto significaba algo más que “lugar” o “sitio”, denota más bien un “lugar de culto”.
De acuerdo con Gen. 28:19; 35:7, Jacob le dio al lugar el nombre de Betel o El-Betel. Pero El era el dios principal del panteón Cananeo, y Betel fue durante muchos siglos un nombre divino en la religión popular de Israel (según los documentos de la comunidad Judía en Elefantina y también dos referencias bíblicas, Amos 5:4 y, aún más clara, Jer. 48:13). La revelación que Jacob recibió fue que era su mismo Dios quien se le había aparecido en este lugar.
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