UGARIT Y CARQUEMISH
Nuestra comprensión de la cronología del final de la Edad de Bronce en Siria depende de evidencias textuales y arqueológica conectadas con Egipto y el Reino Hitita. La evidencia en la mayoría de los casos está restringida a uno de los dos, y los lazos principales entre Egipto y los Hititas nos lo ofrecen los archivos de Ugarit. Hasta hace poco, la mayoría de la evidencia que atestiguaba el fin de la existencia de Ugarit se creía venía de un “horno” en el patio del palacio real que contenía la última hornada de tabletas cuneiformes, incluyendo una carta del Rey Sol a Ammurapi de Ugarit, que estaba siendo cocida cuando la ciudad fue destruida. Este dramático cuadro hubo de ser revisado (Calvet 1990; Yon 1992; Millard 1995), y se cree ahora que esas tabletas no datan del final de la ciudad, aunque no pueden ser fechadas mucho antes. Por otro lado, las implicaciones de nueva evidencia para la reconstrucción de las líneas dinásticas gobernantes en el norte de Siria después del 1200 a.C. (Hawkins 1988; 1993; 1995) no han sido completamente reconocidas por los historiadores interesados en la cronología de Ugarit o de Egipto (Warburton 2000). Parece conveniente presentar un sumario de la información cronológica reciente que relaciona entre sí Hatti, el norte de Siria, y Egipto, y comparar los respectivos destinos de Ugarit y Carquemish a finales del segundo milenio a.C.
La Siria del norte estaba políticamente conectada a Hatti cerca del 1352 a.C. (el año de la muerte del Rey Tut Ankh Amun), cuando el Rey Hitita Shuppiluliuma I conquistó los estados Sirios, desde Halab (Aleppo) a Kadesh. Shuppiluliuma estableció a su hijo Sharri Kusuh como gobernante de Carquemish, que devino un virreinato. El trono de Carquemish pasó del padre al hijo. Mientras que ocho reyes se sucedieron en el trono de Hattusas durante cinco generaciones entre Shuppiluliuma I y Shuppiluliuma II (Beckman 2000), sólo cuatro reyes en Carquemish cubrieron el mismo periodo de tiempo: Sharri Kushu, hijo de Shuppiluliuma I; el hijo de Shahurunuwa, Ini Teshub, quien aproximadamente en el 1230 a.C. parece haber establecido su autoridad sobre la mayoría de los estados Sirios (junto con Tudhaliya IV, firmó el divorcio de Ammistamru II de Ugarit); el hijo de Ini Teshub, Talmi Teshub, que ha de haber sido contemporáneo de Ammurapi, el último rey de Ugarit; y un rey más de Carquemish, Ku(n)zi Teshub, quien ha sido recientemente añadido a la lista (Sürenhagen 1986). Parece que sobrevivió al colapso del Imperio Hitita, reclamando para sí el título de “Gran Rey”, previamente reservado solamente para el rey en Hattusas. Parece que Carquemish permaneció bajo control de una parte del Imperio Hitita al sureste del Tauro, extendiéndose al menos desde Malatya hasta Emar en el Eufrates. Subsecuentemente los reyes de Carquemish durante la Edad Oscura, aproximadamente 1150-1000 a.C., retuvieron el título de “Gran Rey” y quizá incluso mantuvieron en posesión el territorio, aunque pronto perdieron terreno a favor de los Arameos en el sur. El renacimiento de los reinos Neo-Hititas puede ser datado no más tarde de la segunda mitad del siglo XII a.C., más de un siglo antes de lo previamente afirmado. La descendencia dinástica directa entre los gobernantes de esas nuevas ciudades-estados y la antigua línea de Carquemish ayuda a explicar la sobrevivencia de muchas tradiciones Hititas a comienzos del primer milenio a.C., tales como el uso de sellos reales circulares. Las estelas victoriosas continuaron siendo talladas en las rocas de las fronteras montañosas, y los relieves en piedra fueron situados en los muros de los palacios y templos. Los relieves Neo-Hititas recientemente descubiertos en Aleppo (Kohlmeyer 2000) son un buen ejemplo.
Ugarit, por otro lado, sufrió la misma suerte que Hattusas y no sobrevivió al colapso del Imperio Hitita. La mayoría de los datos vienen de los archivos del palacio real (Nougayrol 1955; 1056) y de unas cuantas casas privadas de funcionarios relacionados por lazos familiares con la dinastía real (Nougayrol 1968). Estas ofrecen un sincronismo entre Ammurapi de Ugarit y Talmi Teshub de Carquemish, él mismo primo tercero de Shuppiluliuma II, el último rey de Hattusas. Del lado Egipcio, hay cierta luz acerca del periodo de disturbios entre los reinos de Ramsés II y Ramsés III. No todos esos textos ofrecen el nombre del rey reinante, dando lugar a cierta ambigüedad. La “Carta del General”, por ejemplo, descubierta en 1956 en la “Casa de Rapanu” (Nougayrol 1968; Yon 1997), y otras cartas del mismo archivo mencionan “barcos amenazantes” en la costa de Ugarit pero no da nombres de funcionarios o reyes. Quizá no se les pueda relacionar con el final de la ciudad y el reinado de su último rey, Ammurapi; Singer (1987), por ejemplo, entiende que éstos estaban relacionados con la situación descrita por las cartas de Amarna durante el reinado de Amenophis III en el siglo XV a.C. Sin embargo, con los archivos internacionales de la “Casa de Urtenu”, tenemos una serie de documentos que pueden ser datados dentro de un plausible periodo de tiempo-corto. O sea, los primeros años del reinado de Ammurapi. El primer lote de tablillas fue descubierto por accidente en 1973 por los militares, y así los archivos fueron descubiertos (Lombard 1955). Publicaciones de los textos siguieron de acuerdo con el progreso de las excavaciones (Bordreuil 1991; Yon y Arnaud 2001; Yon, Bordreuil, y Malbran 1995). Hay que enfatizar que, aunque los varios textos de este lugar se conocen desde mucho tiempo, sólo ahora se ha comenzado a aceptar que su contexto arqueológico indica que pertenecen a un corpus contemporáneo coherente. Los archivos contienen un número de cartas escritas por y a un funcionario de alto rango de nombre Urtenu, quizá el mismo individuo designado “sakinu”, “gobernador”, de la reina; las cartas internacionales de Egipto, Carquemish, y otros estados Sirios estaban dirigidas al gobernador “mientras el rey (Ammurapi) era joven”, y Urtenu puede haber obtenido cierta importancia internacional, y puede haber actuado como regente de Ammurapi.
La carta RS 34.139 relata la “batalla de Nihriya” entre Tudhaliya IV y un rey Asirio que podría haber sido Shalmaneser I o Tukulti Ninurta (Lackenbacher 1991:46). El nombre del rey de Ugarit a quien este texto estaba dirigido falta. Ha sido reconstruido como Ibiranu (Lackenbacher 1991), posiblemente Ibiranu VI según la lista de Arnaud. A la luz de lo que sabemos acerca del carácter consistente de los archivos de Urtenu, hay problemas que concierne al por qué esta carta internacional habría sido guardada durante tres generaciones en una casa privada.
Varias cartas fueron escritas por “el rey” (Malbran-Labat 2001). El título se refiere al rey de Carquemish (Yamada 1992), y se cree que este rey no nombrado es Talmi Teshub.
Dos cartas son de especial interés Egipcio. En la carta RS 88.21581, enviada por un funcionario Egipcio a un escultor, se refiere al material necesario para la erección de una imagen o estatua de Merneptah en el Templo de Baal en Ugarit. No está claro si se trataba de la imagen del faraón viviente o si era comisionada en su memoria, inmediatamente después de su muerte (Lackenbacher 1995; 2001). En cualquier caso, este documento es un buen añadido al ya rico dossier de este faraón en Ugarit y Hattusas (Liverani 1979). La fecha estimada del reinado de Merneptah, que duró 20 años, varía de acuerdo con la cronología sea esta alta, media, o baja (Lesko 1992). Si nos basamos en el caso del texto de la arriba mencionada carta de la “batalla de Nihriya”, se puede proponer relacionar la carta RS 88.21581 con el reinado de Ammurapi de Ugarit.
El muy discutido fragmento RS 86.2230 pertenece al mismo archivo y ha de ser atribuido al mismo periodo de tiempo. Esto es meno satisfactorio, dado que sólo queda el nombre y título del expedidor: “Beia, jefe de la guardia del gran rey, el rey de la tierra de Egipto” (Freu 1988; de Moor 1990; Hoffner 1992; Arnaud 1993; Yon 1997). Hay poca duda de que éste Beia es el mismo que Bay, un funcionario de ascendencia Asiática (Siria) y una figura dominante de la escena política Egipcia de finales de la Dinastía XIX, que vino a ser un usurpador (Lesko 1992). Freu (1998) data la carta a Siptah en el año quinto, 1193 a.C.
Las cartas internacionales de la “Casa de Urtenu”, de las cuales todas o la mayoría pertenecen a una sola generación, juntas con los archivos del palacio real, ofrecen la base para un sincronismo tentativo: en Egipto desde Merneptah hasta Beia; Talmi Teshub en Carquemish; y en Hattusas, desde el mismo final del reinado de Tudhaliya IV al corto reinado de su sucesor, Shuppiluliuma II, todos pueden ser enmarcados dentro del reinado de Ammurapi de Ugarit. Después de au reinado, todos los textos desaparecen de Ugarit y la evidencia arqueológica en el sitio muestra que la ciudad fue violentamente destruida y saqueada (Yon 1992). Puede haber un caso de presencia de fragmentos del Miceno IIIC en Ugarit (Montchambert 1996), con una breve reocupación y arreglo dentro de las ruinas a cargo de ocupas, antes de un largo abandono que duró hasta el periodo Persa.
Mientras, al sur del Levante se experimenta una completa renovación de su población y organización política con la llegada de nuevos colonos, el norte de Siria conoció un destino en contraste. En el oeste, cerca del mar, la vida en los pueblos continuó durante bastante tiempo, libre del control y peticiones financieras del poder gobernante en las ciudades-estado. La continuidad en los topónimos del reino de Ugarit desde la E.B. Tardía hasta los tiempos modernos es un testimonio de continuidad de la población. En el interior, la caída del Imperio Hitita fue recogida y retenida por el reino de Carquemish y otras ciudades-estado, como Milid-Malatya, y la aparición de ciudades-estado Neo-Hititas parece haber tenido lugar bastante pronto.
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