miércoles, 19 de diciembre de 2012

PEDRO VI


PEDRO EN CORINTO
Especialmente en las dos Cartas a los Corintios, en los años 55/56 d.C., las ramificaciones de la misión-(rival) Petrina, que ahora incluían tanto a Judíos como Gentiles sin distinción, puede ser detectada claramente. Un “partido de Cefas” se desarrolló en Corinto, lo que dio lugar a “escisiones” y “disputas” mencionadas en 1 Cor. 1:11-12(1). Esta comunidad tenía conocimiento acerca de otros métodos misioneros que eran practicados en Jerusalem por los apóstoles y los hermanos de Jesús, según 1 Cor. 9:4ff., donde Cefas es mencionado específicamente por su nombre una vez más, junto con las numerosas acusaciones contra Pablo, especialmente respecto a la disputa acerca de su apostolado (1 Cor. 9:1-7). Estos hechos dejan claro que el Hombre de Roca(2) – que es mencionado después de Apolo(3), un hombre que se llevaba mucho mejor con Pablo durante el tiempo que Pablo estuvo en Efeso(4) durante un periodo de tres años- había visitado la capital Acaya(5), evento que causó problemas al apóstol de los Gentiles, lo que se puede percibir mucho mejor en su segunda Carta. El sorprendente énfasis en el valor de Pablo para poder ser un apóstol(6) y la afirmación(7) que, dado que había sido perseguidor de la iglesia, no era “digno de ser llamado apóstol”, pero que por la Gracia de Dios “había hecho más que todos ellos”, es dirigida contra los que minimizan sus pretensiones apostólicas, como eran los apóstoles (“antes que yo”) de Jerusalem, cuyo misionero más importante siempre había sido Pedro. Aquellos que ofrecieron alianza a Cefas “alardeaban” de él debido a su particular importancia y autoridad(8).

Un tema importante en esta conexión es que Pablo tuvo como norma ser autosuficiente en su modo de vida y gastos y no permitió ser mantenido por las comunidades de la misión, práctica que fue usada contra él para sugerir que no poseía autoridad apostólica completa(9). El fabricante de tiendas o el trabajador del cuero se mantenía a sí mismo en tanto que misionero, lo que no habría sido posible para alguien que hubiese sido pescador Galileo o campesino, particularmente dado que se permitían ellos mismos ir acompañados por sus esposas(10). La tensión es claramente aquí evidente, se debe a la catástrofe de Antioquia y las consiguientes heridas personales en ambos lados algo suavizadas por la frase final en 1 Cor. 15:11: “Pues bien, tanto ellos(11) como yo predicamos esto; y esto es lo que habéis creído”. Esto significa que el evangelio acerca de la muerte salvadora de Jesús y su resurrección, mediante el cual Pablo estableció la comunidad en Corinto, nos une a “todos”, a pesar de las serias diferencias, y continúa siendo el objetivo básico para la fe común(12). Pablo pone toda la tensión, “sin prejuicio” simplemente en la unidad de la iglesia que es establecida por Cristo. Para él, esto es necesario para la salvación; sin ello, habría “corrido en vano”(Gál. 2:2).

Esos conflictos reflejados en las acusaciones que ponen en cuestión el apostolado Paulino, si estaba al nivel de los otros, continúa desarrollándose en la Segunda Carta a los Corintios –esta vez con representantes de la misión de Pedro o de la misión de Antioquia, con quienes Pablo había roto, que estaban muy de cerca aliados con Pedro. La situación en Corinto era bastante diferente de la de la provincia de Galacia, a la que llegaron Cristianos Judíos radicales desde Jersualem, que ya habían causado el problema de Antioquia y que, después de cierto tiempo, viajaron más lejos aún(13) que exigían la circuncisión y obediencia a la ley de tal manera que iban incluso en contra de la resolución del Concilio Apostólico (Gál. 2:1-10). Difícilmente Pedro podría haber estado de acuerdo con éstos, incluso si fue demasiado lejos –según pensaba Pablo- cuando actuó como lo hizo con ellos en Antioquia en interés de la unidad en la iglesia y en beneficio de los Cristianos Judíos que estaban amenazados en la madre patria. Así pues, el principal punto en disputa es más claramente visible en Gálatas que en 1 y 2 Corintios. Hay que señalar, respecto a la situación posterior, que en la misma sección de 2 Corintios en la que Pablo se defiende a sí mismo más abiertamente como ofendido (se podría decir incluso dudando de sí mismo), en los capítulos 10 y 11, el perfil de los oponentes de Pablo y su mensaje permanece más bien mal definido. Esta sección no describe a algunos “heréticos” cuya enseñanza errante salta a la vista claramente; ni son los legalistas de Gálatas, los que piden la circuncisión de los Cristianos Gentiles, dado que los términos “circuncisión” y “circunciso” nunca se emplean en la segunda carta(14). Ni son los “Gnósticos” o “Docetas” (dado que no existían aún), ni tampoco los Helenistasteioi ándres”(hombres divinos), ni los libertinos.

Mas bien, esos oponentes son  Cristianos Judíos de Palestina o Siria que son –como el mismo Pablo- “siervos de Cristo”(15), lo que significa misioneros cuya conducta es distorsionada(16) de la peor manera posible por el apóstol, de manera que incluso llega a referirse a ellos como “falsos apóstoles” y dos veces como “super-apóstoles”, sin aclarar específicamente a quién tiene en mente(17). Según 2 Cor. 3:1-3 aparentemente traen “cartas de recomendación” dirigidas a los Corintios, que debían venir de autoridades conocidas por los Corintios, dado que no tendrían valor si fuese de otra manera. Pablo no puede producir ninguna carta que se pueda equiparar con esas(18). Esos emisarios son misioneros que alaban sus cualidades carismáticas particulares y que apuntan a sus poderes de persuasión, poder físico y salud, todo lo que le faltaba a Pablo, incluso si es superior a ellos respecto a la retórica literaria de sus cartas(19). Evita mencionar nombres y no ofrece detalles específicos acerca de los que enviaron a éstos misioneros, quienes a sus ojos están extraviando a los demás. Los Corintios saben muy bien lo que está ocurriendo. Sólo es aclarado su lugar de origen. Son Cristianos Judíos que son Hebreos –como el mismo Pablo (Fil. 3:5)- que aún mantienen lazos con la madre patria.

El principal punto de Pablo es que los Corintios están “oyendo predicar a un Jesús diferente”, que están adoptando un espíritu diferente –de hecho, que “se han dejado embaucar por otro evangelio”(20). La naturaleza de este “otro mensaje” no está clara (en contraste con Gál. 1:6)(21). Uno se podría preguntar acerca de si esta nueva enseñanza estaba fundamentada en una forma más marcadamente “Sinóptica” que situaba las enseñanzas y milagros de Jesús más en primera línea. En 2 Corintios 10-13 uno no encuentra ni la articulación Paulina acerca de la justificación ni, aparte de 13:4, ninguna referencia a la cruz de Cristo. Lo único claro es que los oponentes lo acusan de falta de dones carismáticos y credibilidad. Esto es similar a lo ya mencionado en 1 Cor. 9:1ff., donde su valor para ser considerado un apóstol es cuestionado además de otras severas acusaciones contra él(22). Esto tiene sentido, dado que tuvo lugar debido a su apasionado carácter, que lo llevaba algunas veces a involucrarse en duras polémicas, algo que no hay que pasar por alto(23). En respuesta a las acusaciones, lo único que puede hacer –irónicamente- es señalar su “sufrimiento apostólico” en servicio de Cristo y mostrar así que el poder del Señor (Kyrios) queda demostrado para él precisamente en su agonizante lucha y en su debilidad(24). Cuando consideramos esas fuertes diferencias de opinión, que tanto chocaron a la joven congregación Paulina, sólo tenemos la opinión de una de las partes, disgustada y sorprendida, con su particular reflexión teológica; el otro lado no puede responder, y, por lo tanto, permanece oculto para nosotros.

Una posterior reminiscencia de este desacuerdo está incluida en el testamento teológico de Pablo, compuesto poco tiempo después en Corinto como Carta a los Romanos, escrito en el invierno del 56/57 d.C., en la cual el apóstol señala acusaciones contra él realizadas en 3:8, sugiriendo que algunos individuos mantenían que Pablo enseñaba: “hagamos el mal, para que venga el bien”(25). Su condena (por Dios) en el juicio final quedará justificada(26). El juicio en 2 Cor. 11:15 contra los “diabólicos siervos del bien” también será a ellos aplicado: “su fin será conforme a sus obras”. Al mismo tiempo, queda claro en Romanos que Pablo no encuentra falta, en esta misma parte de la Carta, en Pedro, los otros apóstoles o incluso algunos que le acompañaron durante un tiempo como compañeros misioneros, como es el caso de Bernabé. Para él es como si no existieran(27). Sólo trata con su propio apostolado y el éxito de su misión, que avanzaba remarcablemente desde Jerusalem(28), incluso aunque las cartas escritas no hacía mucho tiempo a los Corintios eran muy explícitas acerca de la actividad de otros misioneros. Tampoco hace comentarios acerca de la fundación de la comunidad en Roma. Simplemente reitera que hacía tiempo quería visitarlos pero no había podido, dando a entender que la comunidad allí ya hacía tiempo que existía(29). Al mismo tiempo, la unidad de la iglesia la lleva en su corazón, como se puede observar por el arriesgado viaje que realiza a Jerusalem para entregar la colecta; sabe que su vida está amenazada y que no ha de estar muy seguro acerca de si la congregación allí aceptará el servicio de amor que les trae. A pesar de la tensa situación contra “los santos” en la región metropolitana Judía, no quiere romper su promesa, típicamente Paulina(30). Demasiada poca atención se ha prestado al creciente cisma en la posterior actividad misionera de Pablo aquí evidente. Si uno pone aparte lo dicho en Gálatas 2, donde escribe porque se ve obligado a ello y ofrece una respuesta a las actividades biográficas personales de los Gálatas a los que ha de enderezar, Pablo no puede abiertamente adentrarse en sus propias luchas personales en las comunidades nombrando a aquellos que instigaron el problema. Lucas también elige no meterse en esos conflictos.

Parece más bien una sospecha bien fundada que Pedro era el misionero oponente directo de Pablo en esos años llenos de tensión que afectaron tanto a ambos después de su enfrentamiento en Antioquia. Como ya se ha mencionado, el llamado Decreto Apostólico(31), que Lucas presenta como la decisión al final del Concilio Apostólico en Jerusalem, sería la reminiscencia de una decisión tomada algunos años después entre la gente de Antioquia y Pedro en su trato con Santiago y Jerusalem. Ésta da cuenta de una decisión acerca de exigencias elementales para la pureza necesarias en orden a restablecer el compartir la mesa, respecto a la Eucaristía, entre los Cristianos Judíos y Gentiles en Antioquia (y en otras comunidades mixtas en Siria y partes de Asia Menor), perturbadas por las objeciones de los Cristianos Judíos de Jerusalem. En Gál. 2:10 Pablo sólo menciona la petición de ayuda, para los “pobres” que allí vivían, de las autoridades de Jerusalem; según 2:6 no le habría sido exigido ningún otro requerimiento. El decreto parece haber sido promulgado un tiempo considerable después del concilio, aproximadamente 52/53 d.C., como resultado del conflicto en Antioquia, sin la participación directa de Pablo. En contraste, propone para Corinto, y posteriormente para Roma, una solución muy diferente al problema que no está ligada a una estricta prohibición de toda comida. A pesar de su libertad respecto a las constricciones legales, los “fuertes”, aliados con Pablo, actuarían según el amor debido a los escrúpulos “legales” de los “débiles” y debido a sus “conciencias”. En orden a impedir los peligros que pudiesen alcanzar a los débiles, los fuertes eran animados a abstenerse completamente de compartir comida y vino(32). La afirmación en Romanos 14:17 –“Que el Reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo”- suena a conclusión final de la batalla acerca de (comer juntos) “sinestíein” en Antioquia cuatro años antes aproximadamente, suceso acerca del cual los Cristianos Romanos habrían estado bien informados.

Si Pablo se presenta a sí mismo como “Apóstol de los Gentiles” con éxito, que se ofreció a sí mismo a las naciones cuando fue enviado, Pedro aparecía como el discípulo autoritativo de Jesús y primer líder de la comunidad original en Jerusalem, a la cabeza por encima de Pablo respecto a la “plenitud de sus tradiciones acerca de Jesús”. Como misionero, también habría considerado, como muy importante, transmitir las “palabras y acciones” de Jesús, el Mesías e Hijo de Dios, que él mismo había experimentado, a su audiencia Judía y Gentil. Es posible que la falta de decisión del apóstol de los Gentiles para usar explícitamente las tradiciones acerca de Jesús tiene que ver con esta deficiencia del antes perseguidor. En tanto que enemigo anteriormente de Jesús(33), Pablo lo conoció “sólo de manera corporal”(o, mejor dicho, lo conoció “equivocadamente”); no tuvo experiencia personal alguna con él antes de la Pascua, mientras Pedro, en contraste, le había conocido de muchas maneras. Cuando se refiere a la fundación de la comunidad, Pablo también hace referencia a los “elementos fundacionales” de la tradición de Jesús; tuvo que informar “quién era y es éste Jesús crucificado” como muestran textos como 1 Cor. 15:3ff.; las palabras de institución en 11:23ff., con una referencia a “La noche en que el Señor Jesús fue entregado”; o también Gál. 3:1; 4:4; 1 Cor. 2:2; 2 Cor. 8:9; Rom. 1:3-4; 9:5; y 15:8(34). Aunque, por ejemplo, en su parénesis en Romanos 12 y 13, frecuentemente se refiere indirectamente a tradiciones acerca de Jesús, salvo en algunas pocas excepciones no cita las palabras del Señor “expressis verbis”(35).

Respecto a la comunidad en Roma, que quizá fuese un poquito más reciente que la de Antioquia y, se puede suponer, fue también establecida por aquellos que llegaron desde Jerusalem(36), aparentemente no quería traer “las lechuzas a Atenas”. En este punto, en comparación con Pedro y “los apóstoles que le precedieron” en Jerusalem (Gál. 1:17), Pablo seguro se sentía en una posición inferior, aunque naturalmente nunca lo dijo públicamente. En contraste, era en este punto donde estaba la única fuerza del Hombre Roca, acompañado por el carisma visible de “acciones de poder” apostólicas, como las describe Lucas en Hechos y como son descritas en otras partes de los evangelios sólo cuando se habla de Jesús(37). Parece ser que ejercieron influencia decisiva entre los oponentes de Pablo en 2 Corintios.

Dicho de otra manera, no es por casualidad que, en el mismo momento en que Pablo entra en “rivalidad” con la misión de Pedro, o con aquellos que éste había enviado, como queda enfatizado en Rom. 15:19 y en 2 Cor. 12:11ff., comienza a realizar “las señales y prodigios de un apóstol”, de manera tal que aunque es “nada” –“no necesita sentarse en la última fila detrás de los super-apóstoles”, igual que los Corintios no necesitaban tampoco asumir semejante posición respecto a las “otras  comunidades”(38). Esto habría sido válido respecto al resto de las comunidades, y no sólo para aquellas que habían sido fundadas por Pablo. Podría ser que la intrigante frase “super-apóstoles”(39), después del desastroso conflicto en Antioquia, se refiera primariamente a Pedro, sus amigos en Antioquia y Jerusalem, y sus mensajeros? Es ciertamente posible que otros discípulos del círculo de los Doce pueda haber sido incluido entre los mensajeros enviados por Pedro, posiblemente su hermano Andrés. La era de los apóstoles en Jerusalem tiene su final para Lucas con el Concilio Apostólico(40). No es por casualidad que el relato de Lucas en Hechos, salvo en una excepción(41), niegue el título de apóstol a Pablo, en deferencia a Pedro y el círculo de los Doce, y se refiera a él meramente como el “decimotercer testigo”(42), haga de estos dos oponentes los más grandes hacedores de milagros después de la Pascua.

Esta tendencia de Lucas, “auctor ad Theophilum” para armonizar y reconciliar también clarifica una de los problemas más intratables en Hechos, o sea, la repentina división de la narrativa entre las actividades de Pedro y las de Pablo. Lucas asume una separación rigurosa. Deja a Pedro cuando éste pronuncia su decisivo discurso pro-Paulino en Hechos 15:7-11 y nunca más lo menciona de nuevo, ni una sola vez. Aunque Lucas deja que la decisiva sugerencia, que resuelve el conflicto tan dramáticamente(43) retratado, sea pronunciada por Santiago(44). Es él quien tiene la última palabra; por consiguiente, es él quien apoya a Pablo en Gál. 2:9 en tanto que el más importante de los tres pilares. Aparentemente, cerca del 48/49 a.C. Santiago se convirte en el personaje más importante en Jerusalem. Como tantas otras muchas veces, Lucas está aquí más cerca de la verdad de lo que muchos están dispuestos a reconocerle. El círculo de los Apóstoles desaparece con Pedro igualmente, lo que significa “el grupo para el que funciona como líder”, según Lucas. En el capítulo 15 son mencionados cinco veces más, siempre relacionados a los “ancianos”, y es con este grupo que envían la carta que contiene el Decreto Apostólico a “los hermanos en Antioquia, Siria, y Cilicia”(45). En contraste a la mención de los apóstoles, los “ancianos” se muestran de nuevo como el círculo que trabaja con Santiago durante la visita de Pablo a Jerusalem durante la Fiesta de las Semanas (Pentecostés) en el 57 d.C.(46). Los trece capítulos que siguen al concilio, Hechos 16-28, están dedicados solamente a la misión a los Gentiles. Pedro y los apóstoles desaparecen por completo.

Con cierta consciencia de lo que está haciendo, Lucas presenta a Pablo como sucesor de Pedro, aunque el “partido de Cefas” en Corinto y la ulterior expansión de la autoridad Petrina muestran que su papel fuera de Eretz Israel aumentó, no decreció. Esto significa que Lucas –injustamente en términos históricos- permite que Pedro sea puesto detrás de Pablo. Al menos la situación en Antioquia era justo lo contrario –y se puede asumir que lo era igualmente no sólo allí. Pablo ya encuentra Cristianos en Roma, aunque Lucas no dice nada acerca de cómo llegaron allí(47). Según Lucas, Pedro estableció la misión a los Gentiles al borde de la región Gentil en Cesarea(48), en la casa de Cornelio, aunque Lucas guarda total silencio acerca de cualquier viaje (misionero) y visitas a las comunidades fuera de Palestina(49). Lucas sabe mucho más acerca de lo ocurrido de lo que escribe. De esta manera llega a una clara ruptura geográfica y temporal entre la actividad de Pedro y la de Pablo. Lucas evita mencionar a Teófilo el difícil desacuerdo en Antioquia y las tensiones que persistieron durante años después, que acompañaron la misión Paulina desde ese momento y que pueden ser detectadas en sus cartas, en 1 Corintios, Gálatas, y 2 Corintios, e incluso en observaciones individuales en Romanos y Filipenses. Esos comentarios son debidos a la manera como el Hombre Roca se abrió camino en la misión Cristiano-Gentil territorio de Pablo. Esta profunda ruptura y el consiguiente silencio de Lucas respecto a ésta, que nos resulta tan irritante, sirve para realizar una comparación entre los dos misioneros más importantes y sirve para mantener la paz en la iglesia durante los años más difíciles posteriores al 70 d.C., un periodo cuando la iglesia comenzó a expandirse con éxito de nuevo(50) aunque, al mismo tiempo, era tentada y amenazada de muchas maneras(51).                              
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1.  W. Schrage, “Der erste Brie an die Korinther”, EKKNT 7/1 (Zurich, 1991), 144-45, usando la argumentación de M. Karrer, “Petrus im paulinischen Gemeindekreis”, ZNW 80 (1989): 210-31 (211ff.), subestima el papel del “Grupo de Cefas” y también la importancia de Pedro y los eventos negativos resultantes del conflicto en Antioquia. Si las divisiones y (peleas; cf. 1 Cor. 11:19: facciones) eran sin importancia y fácilmente eliminadas “quantité négligeable”, como asume Karrer, entonces por qué Pablo las menciona como primer punto de irritación al comienzo de la carta y las relaciona, de manera similar a Gálatas, con la cuestión básica acerca del significado de la Cruz de Cristo para la salvación (1 Cor. 1:13)? Y respecto a 1 Cor. 9:1-5, quién habría sido lo suficientemente influyente como para cuestionar su apostolado, sino el grupo de Cefas. El exégeta no ha de caer en el mismo error que Lucas, o sea, el de minimizar y armonizar este conflicto en el Cristianismo temprano. Entre 1 Cor. 15:5, que se refiere a Pedro como primer testigo de la resurrección, información que Pablo compartió años antes cuando estableció la comunidad de Corinto, y 15:11, con su referencia a la unidad fundacional del kerygma compartido por todos los que lo proclaman, hay una sorprendente ambivalente auto-alabanza que el apóstol ofrece en 15:9-10. Por qué pensaba Pablo que era necesario decirle esto a los Corintios? No creo que se tratase meramente de “alguna gente no descrita”, que posiblemente fueron llevados a Corinto, y fueron identificados con Pedro, sin que él estuviese involucrado directamente” (Schrage, Brie fan die Korinther, 145). Schrage olvida la confrontación en Antioquia unos años antes y su impacto en la misión Paulina. Debido a la sin igual importancia de Pedro, Pablo no puede polemizar contra él o contra Jerusalem públicamente. Ni podía ni quería romper completamente con Jerusalem, dado que el evangelio de ahí salió. Debido  a su posición como forastero, “evade”, en la medida de lo posible, una “polémica directa contra la gente y regulaciones de la comunidad original”. “La historia de esta crítica contra Pedro en Gál. 2:11-14 es relatada debido a la urgente necesidad de luchar por el alma de los Gálatas, y está construida muy cuidadosamente”, según la apta opinión de H. Lietzmann, Kleine Schriften II, 297. Gálatas, posiblemente escrita entre 1 Corintios y 2 Corintios, hace evidente que la herida está aún abierta. 
2.  También 1 Cor. 3:10ff. y Rom. 15:20: “Para no construir sobre los cimientos que otros habían puesto”, se refiere indirectamente a esto. Pablo era consciente de la particular importancia del nombre “Pétros”. Sobre esto, ver A.M. Schwemer, “Verfolger”, 185-86, y P. Vielhauer, “Paulus und die Kephaspartei in Korinth”, NTS 21 (1975): 348-49 (=Vielhauer, “Oikodome”, 177-78).
3.  Sobre la visita de Apolo, ver Hechos 18:24. La secuencia de nombres en 1 Cor. 1:12 y 3:22 puede apuntar al orden de las visitas. Apolo vino a Corinto antes que Pablo llegara a Éfeso. Estuvo más cerca del apóstol de los Gentiles que de Cefas. Hay que señalar que el nombre Cefas no aparece en 3:4-9 sino que resurge de nuevo sólo en 3:22; cf. , también 16:12: Pablo espera que una nueva visita de Apolo tendrá un efecto positivo sobre las comunidades en Corinto, aunque no hay posterior mención de Cefas. Pablo lo valora aparentemente mucho menos, a pesar de (o quizá precisamente por) su gran importancia. Los problemas en Corinto no son debidos a lo que estaba haciendo Apolo sino mucho más probablemente debido a los radicales “personajes antinómicos Paulinos”, por un lado. En contraste, Santiago, que no es un extraño para los Corintios (15:7; cf. 9:5), ya no juega papel alguno aquí, en contraste con Galacia, donde es personaje líder.
4.  Hechos 20:31 tiene a Pablo hablando de una estancia de tres años en Éfeso, según Lucas, y 19:10 informa que esta visita incluía dos años de enseñanza en la escuela de Tirano, que Pablo había arrendado. Antes de esto, habría pasado casi tres meses en discusiones en la sinagoga (19:8). Sobre el fundamento de 2 Corintios 1 y Hechos 19:23ff., uno ha de asumir que su actividad en Éfeso terminó violentamente, y es posible que hubiese sufrido un corto encarcelamiento durante el cual –posiblemente- fue escrita Filipenses. Ver 19:21-22
5.  Una estancia de Pedro en Corinto es posible según E. Meyer, “Ursprung und Anfänge des Christentums”, vol. 3 (1923; repre., Darmstadt, 1962), 44, n. 1; H. Lietzmann, “Kleine Schriften II, 289; C.K. Barrett, “Cephas and Corinth”, en “Abraham unser Vater”, FS O. Michel, ed. O. Betz et al., AGSU 5(Leiden, 1963), 1-12, y P. Vielhauer, “Kephaspartei”, 341-52 (= Vielhauer, “Oikodome”, 169-82). Vielhauer enfatiza correctamente que “el partido de Cefas jugó un papel clave en el conflicto entre los partidos en Corinto” (341-42/170). Ver “Obispo Dionisio de Corinto” en Eusebio, Hist. Eccl. 2.25.8: Pedro y Pablo (como en Roma) también “comenzaron a sembrar en nuestra ciudad de Corinto”.
6.  Primera Cor. 9:1ff.;  cf. 2 Cor. 10:1-6; 11:5; 12:11-12; Gál. 1:1.
7.  Primera Cor. 15:9-10; cf. Rom. 15:17-21.
8.  Primera Cor. 3:21-22; cf. 1:31; 2 Cor. 10:17 = Jer. 9:23-24.
9.  Primera Cor. 9:3-18; 2 Cor. 11:7ff.; 12:13.
10.Primera Cor. 9:5, 14; referente al deber de tener cuidado de los que allí estaban, ver también Lucas 10:7 = Mat. 10:10. Por otro lado, ver Fil. 4:12-18 referente a Pablo como pionero. Sobre el oficio de Pablo, ver Hechos 18:3.
11.En el punto más alto de esos (ellos, aquellos) está Cefas, como primer testigo de la resurrección, aunque los Doce y el hermano del Señor, Santiago también son incluidos. La “verdad” del “evangelio” que es constitutiva de la comunidad mencionada en 1 Cor. 15:1ff., establece la unidad de la iglesia, a pesar de todos los cismas y dificultades.
12.Cf. También Fil. 1:14-17 y 1 Cor. 3:21b-23: “Todo es vuestro: ya sea Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, el presente, el futuro….., todo es vuestro. Y  vosotros sois de Cristo, y Cristo, de Dios”. La última frase es decisiva. Las considerables tensiones entre Pablo y Cefas no afectan a esta afirmación de ninguna manera.
13.Cf. Gál. 2:12. Pablo continúa hablando en 1 Cor. 16:1 acerca de la colecta en el Sur de Galacia y en 2 Cor. 8 y 9. Es posible que los mensajeros de Jerusalem tomasen el dinero con ellos.
14.Respecto a 1 Corintios, encontramos “circunciso” dos veces en 7:18 y “circuncisión” en 7:19, aunque no dentro de un contexto de situación de conflicto agudo, sino más bien en un contexto pastoral. En Romanos “peritomé” (circuncisión) es usada catorce veces, ocho veces en Gálatas, y “circunciso” seis veces. El término “nómos” ley, no aparece en 2 Corintios; en su lugar aparece sólo “carta”, en 3:6-7, contrastada con “pneúma” espíritu. El no prestar atención a esta distinción ocasionó el error en la descripción de Pedro por F.C. Baur, seguido de H. Lietzmann, “Kleine Schriften II”, 287-91, cuando sugiere que Pedro se mostró “después de una duda inicial como un profundo Judaizante”(287) y supuestamente buscaba junto a Santiago, usando “emisarios Judíos, para Judaizar” las comunidades de la misión de Pablo. Santiago era supuestamente “el líder que dirigió el envío de esta propaganda, mientras Pedro estaba al tanto en el campo de la misión”(288). Las complicadas relaciones en el Cristianismo temprano están demasiado simplificadas aquí. En contraste, es correcta la observación que el conflicto en Antioquia resultó en “una dura ruptura entre los dos líderes de la misión Cristiana”(288). El único punto es que el tema posteriormente ya no era la cuestión acerca de la ley Judía. En un cierto nivel trataba con profundas heridas personales. Más importante, involucraba la cuestión de quién tenía la autoridad decisiva en las comunidades misioneras. En mi opinión, esto incluía el significado autoritativo de la tradición ética de Jesús, contrastada con la teología Paulina de la cruz. Si la disputa hubiera sido acerca de la validez de la ley Judía como camino de salvación, las Cartas a los Corintios habrían tenido un aspecto completamente diferente. Según Rom. 3:8, en un pasaje que vino a la existencia en Corinto  poco después de 2 Cor., alguien había acusado a Pablo de abogar a favor del libertinaje. Los agravios éticos en Corinto, que parecen estar conectados a una errónea comprensión de lo que quería decir Pablo con estar libres de la ley (1 Cor. 6:12ff.; 7:19; 10:23; cf. 3:21-23), podrían haber dado lugar a semejantes acusaciones. Parece ser que éstas también tenían que ver con una interpretación falsa de la enseñanza de Pablo acerca de la ley; sobre esto, ver las declaraciones correctivas en 1 Cor. 6:9-13; 7:19 y Gál. 5:6,13ff., 25. Las experiencias de los Corintios pueden estar detrás de todo esto igualmente. Hay un claro fundamento para la formulación de la nueva ética en Romanos 6 y 12:1ff. Lietzmann considera la posibilidad que Pedro viajase desde Corinto hasta Roma, y estuviese viviendo en Roma cuando la carta a los Romanos: “Pedro llegó allí antes que él llevando consigo su gran autoridad” (Kleine Schriften II, 290). Este tema puede permanecer abierto.    
15.Segunda Cor. 11:22. Sobre el término “Ebraioi” (Hebreos), ver M. Hengel “Kleine Schriften III”, 19-22.
16.Segunda Cor. 11:12-15. Sobre 11:14, cf. Marcos 8:33 y Mat. 16:23.
17.Segunda Corintios 11:13; 11:5; 12:11; ver el nº 40 más abajo. Apuntando en la dirección correcta tenemos a M.E. Thrall, “The Second Epistle to the Corinthians”, vol. 2, ICC (Edinburgh, 2000), 667-76, 926-45: Los mensajeros “forman parte de la misión Petrina a los Judíos (cf. 1 Cor. 9:5)”. Sobre 11:16, señala: “La misión Petrina, si quería progresar con éxito hacia el oeste, más allá de Palestina, hubo de haberse servido de miembros que hablaran Griego”(941). Thrall podría haberse referido igualmente a Antioquia como estación intermedia y a la ruptura que tuvo lugar por parte de Pablo con esta comunidad que se puso del lado de Pedro. Ver también su estudio “Super-Apóstoles, Siervos de Cristo, y Siervos de Satán”, JSNT 6 (1980): 42-57. Le sigue T.V. Smith, “Petrine Controversies”, 193-95. Ver E. Meyer, “Ursprung”, 432-59: “La Segunda Carta a los Corintios es un ejemplo viviente del conflicto entre la concepción original del Cristianismo, tal y como fue modelado por Pedro y los Doce, y la alteración forzada por Pablo. El cuadro de un desarrollo pacífico y armonioso, que Lucas se ve forzado a describir después de la horrible catástrofe de la persecución a cargo de Nerón debido a las necesidades religiosas que se desarrollaron después de este tiempo, no se corresponde con la realidad de ningún modo. Más bien, ambas partes entraron en conflicto con tremenda amargura……. El conflicto personal no pudo ser superado; una reconciliación entre Pablo y Pedro estaba completamente excluida” (459). Aunque habría llevado años para que las heridas sanasen. M. Karrer, “Petrus im paulinischen Gemeindekreis”, ZNW 80 (1989): 210-31, niega completamente que hubiese ningún conflicto (211, n.6), pasa por alto el hecho que hay situaciones altamente significativas de conflicto en el cual los nombres de los oponentes no se mencionan a propósito o son reducidos a “algunos”(tinés); 2 Cor. 3:1; 10:2, 12; Gál. 1:7; 2:12; Rom. 3:8; cf. Fil. 1:15). Semejante silencio acerca de los nombres de los oponentes se aplica a Pablo en Gálatas y Filipenses, a 1 y 2 Juan, 1 Clemente, la correspondencia de Ignacio, y los Esenios de Qumran. Es parte de la antigua polémica. Los peores opositores no son mencionados: esto queda claro en Ign., “Esmirna. 5:3: estos nombres no están escritos; de hecho, uno no ha de pensar en ellos hasta que se arrepientan; cf. 7:2. Sobre esto, cf. M. Hengel, “Johanneische Frage”, 141-42. Quién podría haber aparecido con semejante autoridad, ya que el movimiento de Jesús ya existía desde hacía aproximadamente cinco años en Corinto, para crear semejantes dificultades a Pablo, sino los emisarios de la misión Petrina?.      
18.Estas cartas de recomendación podrían venir de Pedro, quien había visitado la comunidad.
19.Segunda Cor. 10:7-11.
20.Segunda Cor. 11:4. Es posible que los mensajeros de Pedro conectasen la comunicación del Espíritu de manera especial con fenómenos extáticos, tal y como está detallado en Hechos 2; 4:31; 10:44; 11:15; cf. Joel 2:28-32 y Hechos 2:17-21, que los Corintios tenían en más alta estima.
21.Sobre esto ver M. E. Thrall, “Second Corinthians”, 667-71. En esta sección señala, “Los misioneros rivales representaban una rama de la misión Cristiana cuya política tiene cierta afinidad con el aspecto de la misión final en el Evangelio de Mateo: Mat. 28:16-20”. A esto pertenece (1) el encargo de misión mundial, ya no limitada a la misión Judía; (2) Jesús en tanto que “ser de poder y gloria”; (3) obediencia respecto a los mensajeros de Jesús, fundamentados en la Torah; (4) experiencias especiales del Espíritu; y (5) acciones demostrables de Justicia. “El principal problema en Corinto era la auto-exaltación de los oponentes, y la impresión favorable que causaron”. El resultado fue “un efecto en detrimento sobre la propia autoridad de Pablo” (669-70). Copntra E. Grässer, “Der zweite Brie fan die Korinther”, Vol. 2, “Kapitel 8,1-13,13, ÖTK 8/2 (Gütersloh, 2005), 128, que llega de nuevo a la cuestionable hipótesis Gnóstica, la naturaleza exacta de la “enseñanza errónea” que Pablo rechaza no está clara en 2 Corintios 10 y 11. La enfadada y, hasta cierto punto, polémica irónicamente amarga, con insuperable agudeza, y forma de “discurso de un loco”, no permite detectar claramente el contorno de la enseñanza del oponente.
22.Segunda Corintios 10:2: actuando “según la carne” o “estrategias carnales”; cf. 1:17; 5:16; extralimitarnos en elogios personales: 10:13, etc.
23.Segunda Corintios 11:2: “Celoso estoy de vosotros, pero con celos de Dios”; 29bQuién desfallece sin que desfallezca yo”, cf. Gál. 5:11; Filp. 3:2; 1 Cor. 16:22; 1 Tes. 2:15, y otras.
24.Sobre esto ver, ver U. Heckel, “Kraft in Schwachheit. Untersuchungen zu 2 Kor 10-13”, WUNT 2/56 (Tübingen, 1993).
25.Ver particularmente Rom. 3:5-8 y cf. 6:1; 7:7; 11:1. Su mensaje acerca la libertad respecto a la ley, que fue entendida por algunos radicales “Paulinistas” de manera perjudicial a la ética, hizo que algunos le acusaran de incitar al libertinaje.
26.240Rom. 3:8: “merecen ser condenados”; 2 Cor. 11:15: “su fin será conforme a sus obras”. Cf. 1 Cor. 3:12-15, igualmente, para el juicio acerca de aquellos que construyen, con varios niveles de calidad, sobre el fundamento que Pablo estableció, y cuya obra no supera la prueba del fuego: “aquel cuyo edificio sucumba bajo las llamas, sufrirá daño”, v. 15.
27.Dejando aparte Rom. 16:1-23. Si esos versículos están dirigidos a Roma (y no, como es menos probable, a Éfeso), se aplican especialmente a la casa de la comunidad de Prisca y Aquila (v.3) y, en versículo 7, a Andrónico y Junia (un matrimonio?); la fórmula “mis paisanos y compañeros de prisión, insignes entre los apóstoles”, es históricamente un rompecabezas sin resolver. Es la única vez que “apóstoles” (en plural) se usa en toda la carta; la palabra aparece en otra parte en la carta sólo en 1:1 y 11:13, en referencia a Pablo mismo. La conclusión-advertencia en Rom. 16:17-20 menciona a gente que trae disensiones y ofensas, en referencia a la enseñanza, y a los que extravían a sus ingenuos oyentes “con palabras lisonjeras y aduladoras seducen los corazones de los sencillos”. Aquí , igualmente, Pablo señala tensiones que espera encontrar en Roma, posiblemente en otras casas-comunidades. Son éstas las razones por las que Lucas nunca informa en Hechos 28 acerca de las otras comunidades localizadas allí, con  la excepción de v. 15? Excepto para Hechos 21:18-26, Lucas informa que la situación es similar para Pablo en Jerusalem. Una situación diferente se asume para Hechos 21:10-16 y la breve mención en Cesarea, en 24:23.
28.Rom. 15:19; sobre esto, cf. Hechos 22:17 y, contra esto, Gál. 1:15-23.
29.Rom. 1:13; 15:22.
30.Cf. Gál. 2:10; 1 Cor. 16:1, 15; 2 Cor. 8:4; 9:1, 12; Rom. 15:25-31.
31.Hechos 15:19-20, 28-29; cf. 16:4; 21:25. El hecho que, en lugar de Bernabé, Silas/Silvano acompañen a Pablo después del concilio en Jerusalem hace poco probable que la separación de Antioquia tuviese lugar antes del segundo viaje misionero (cf. 15:40-41). Tuvo lugar después de este viaje; ver Hechos 18:22-23, un texto muy corto indescifrable, que se refiere a una muy breve visita a Jerusalem y a una estancia más larga en Antioquia. Lucas escribe aquí con una lacónica brevedad sorprendente. Sabía muy bien lo que había ocurrido allí.
32.Primera Cor. 8:1-13; cf. Rom. 14:15-23. En 1 Corintios habla de “conciencia”: 1 Cor. 8:7, 10, 12; 10:25-29; en Rom. 14:1, 22-23 habla de “fe”. Sobre esto, ver V. Gäckle, “Die Starken”.
33.Hechos 9:4; 22:7; 26:14; cf. 2 Cor. 5:16-17. La referencia al “conocimiento personal” de Cristo puede estar relacionado con un “hipotético” cargo de sus oponentes.
34.Ver M. Hengel, “Das Mahl in der Nacht”, “in der Jesus ausgeliefert worde” (1 Cor. 11:23), en “Le Repas de Dieu/Das Mahl Gottes, ed. C. Grappe, WUNT 169 (Tübingen, 2004), 115-60 (118ff). Segunda Corintios 5:16 no ha de ser citado contra esta situación.
35.No es por casualidad que esto se menciona en 1 Corintios, donde batalla a favor del orden moral en la comunidad: 7:10, cf.v. 25; 9:14; cf. También 1 Tes. 4:15 y 5:2. Referente a la tradición de Jesús en la parénesis Paulina, ver la discusión a cargo de D. Wenham, “Paul: Follower of Jesus or Founder of Christianity?” (Grand Rapids, 1995).
36.Ver Hengel y Schwemer, “Paul”, 257-60. Lazos muy cercanos existían para el Judaísmo entre Jerusalem y Roma desde la captura del Templo de Jerusalem por Pompeyo en el 63 a.C., que trajo a muchos Judíos a Roma como prisioneros de guerra. La comunidad en Antioquia fue establecida cerca del 36/37 d.C., la de Roma en tiempos de Calígula (37-41).
37.Cf. Las historias de milagros que narra Lucas en Hechos 5:15-16; 9:32-43; sobre esto ver Marcos 6:7, 12-13.
38.Referente a los “señales apostólicas”, ver E. Grässer, “Der zweite Brie fan die Korinther”, 220 ff.: Pablo se presenta a sí mismo como “personaje pneumático por excelencia”(2229. Habría dicho esto en oposición a un “grupo Gnóstico opositor” que no puede ser de otra manera re-construido? Semejante grupo no existía en este tiempo aún (ver M. Hengel, “Kleine Schriften III”, 473-510). No eran los actos de poder y las señales más comunes en la comunidad original y realizados por aquellos apóstoles que habían sido enviados por Jesús?
39.Cf. 2 Cor. 11:5: “creo que no soy en nada inferior a aquellos superapóstoles” y 11:23: “ministros de Cristo? –voy a decir una locura- Yo más que ellos!”. La expresión que se refiere a los superapóstoles recuerda Gál. 2:6: su juicio demuestra que se distancia claramente (de aquellos que eran reconocidos como líderes - lo que fuesen no hacía ninguna diferencia para mi), y 2:9: “aquellos que eran considerados como columnas”.
40.Respecto a Andrés, ver Juan 12:22. Según una historia que circulaba durante el siglo segundo, el apóstol deja Jerusalem doce años después de la resurrección de Jesús. Esto puede apuntar hacia la época de persecución a cargo de Agripa (Hechos 12:1ff); Hengel y Schwemer, “Paul”, 256-57; cf. R. Riesner, “Die Frühzeit des Apostels Paulus”, WUNT 71 (Tübinben, 1994), 106, de acuerdo con A. v. Harnack.
41.Hechos 14:4, 14. Seguramente Lucas hace esta excepción muy conscientemente.
42.Sobre Pablo como “testigo”, ver Hechos 22:15; 26:16 y el estudio de C. Burchard, “Der dreizehnte Zeuge”, FRLANT 103 (Göttingen, 1970).
43.Cf. Hechos 15:1, 5, 7.
44.Hechos 15:13-21.
45.Hechos 15:22-23; cf. 16:4. Esta es la última vez que Lucas usa el colectivo “apóstol”. Esta construcción de Lucas tiene sus razones.
46.Hechos 21:18.
47.Hechos 28:14-16. Pablo no menciona en la Carta a los Romanos qué grupo estableció la comunidad y quienes eran los fundadores. Asume que ya había una larga historia de esta comunidad (Rom. 1:1-15; 15:22) aunque alaba solamente su propia actividad misionera desde Jerusalem hasta Iliria, y enfatiza que no quiere entrometerse en territorios misioneros de otros, “de manera a no construir sobre los cimientos que otros habían puesto”(Rom. 15:10-20; cf. 1 Cor. 3:11). Incluso aquí hay una alusión a la misión Petrina, con la consiguiente rivalidad ocasionada.; cf. Fil. 1:15-16, y otros pasajes igualmente.
48.La ciudad portuaria era considerada una polis Helenística desde que fue re-establecida por Herodes, cundo reemplazó la antigua Torre Fenicia de Estrato, un lugar donde los intereses Judíos y Gentiles estaban enfrentados. La ciudad era la puerta de entrada al Oeste; ver E. Schürer et al., “History”, 2:115-18. El conflicto entre Judíos y Sirios en la ciudad ocasionó el comienzo de la Guerra Judía en el 66 d.C.
49.Hechos 12:17: “salió y marchó hacia otro lugar” es expresado conscientemente por él de manera indefinida. Lucas seguramente estaba bien informado acerca de los elementos básicos del viaje realizado por Pedro. Cf. Hechos 8:14-25 y 9:32-11: 18, referente a los viajes de Pedro en la Palestina Judía.
50.Ver la última frase en Hechos 28:31 y la promesa en 1:8.
51.Cf. Hechos 5:41; 14:19; 20:29-30; cf. Lucas 21:12-19. Se podría asignar una fecha al evangelio y Hechos entre el 75 y el 85 d.C. Ver M. Hengel, “Der Lukasprolog und Seine Augenzeugen. Die Apostel, Petrus und die Frauen”, en “Memory in the Bible and Antiquity”, ed. S.C. Barton, L.T. Stuckenbruck, y B.G. Wold, WUNT 212 (Tübingen, 2007), 195-242.

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